ESTA EDICIÓN[112]

Para la presente traducción se ha usado como texto el más moderno y fiable, el de J. Dalfen, Marci Aurelii Antonini. Ad se ipsum libri XII, Leipzig, Teubner, 1987. De esta edición se ha tomado la numeración interna de los pasajes. Para el libro primero hemos utilizado además el de P. Hadot, Marc Aurèle. Ecrits pour lui-même, I, París, Belles Lettres, 1998, y discutido en notas las divergencias más notables entre ambos. En sus introducciones se pueden encontrar amplias descripciones sobre la tradición manuscrita de Marco Aurelio y el establecimiento de su texto con referencias bibliográficas, por lo que no nos vamos a ocupar de este aspecto. Baste decir que es un texto corrupto con numerosas dificultades y puntos oscuros, para los que existen múltiples conjeturas.

Sólo vamos a indicar aquí los pasos más significativos para llegar al texto moderno. Hay que partir de Xylander de Augsburgo, responsable de la primera edición impresa de Zúrich en 1558, a la que acompañó de una traducción al latín que marcó en buena medida la forma de comprensión posterior de muchos pasajes. La edición de Cambridge de Th. Gataker de 1652 con texto griego, traducción latina y comentario supuso otro avance fundamental en la interpretación de las Meditaciones. Entre las ediciones de la primera mitad del siglo XX con texto griego destacan las de A. I. Trannoy, París, Belles Lettres, 1925, con traducción al francés, y sobre todo la de A. S. L. Farquharson, The Meditations of the Emperor Marcus Antoninus, Oxford, 1944, en dos volúmenes, uno con el texto griego y traducción al inglés y otro dedicado a un valioso y amplio comentario de quien sin duda fue el mayor especialista en Marco Aurelio del siglo XX[113]. En general, los traductores posteriores a Farquharson dependemos en gran medida de él[114], aunque él depende a su vez de sus antecesores.

En cuanto a las traducciones al español hemos usado las siguientes. Debemos confesar que todas ellas nos parecen muy meritorias, fruto de un trabajo directo sobre el original griego, y nos han sido de gran utilidad.

J. Díaz de Miranda, Soliloquios del emperador Marco Aurelio, 1785; luego se ha reeditado en la Biblioteca Económica Filosófica, en la Colección Austral, etc. Sorprende encontrar ya resueltas en esta primera traducción al español muchas de las dificultades del texto, lo que demuestra que fue fruto de un trabajo serio y riguroso.

Miguel Dolç, Marco Aurelio. Meditaciones, Barcelona, 1945 (reeditada en el año 2000). Es una traducción personal que a veces arriesga en cuanto a la comprensión, la mayor parte de las veces con éxito, otras no tanto. Consigue verter el texto en un buen español. Las notas son muy escasas. Usa el texto de Trannoy.

R. Bach Pellicer, Marco Aurelio. Meditaciones, Madrid, 1977. Es una traducción precisa y segura que resulta en algún caso algo monótona, pero casi siempre muy fiable. Tiene más notas que la anterior. Su texto de partida es el de Trannoy complementado con Farquharson.

B. Segura Ramos, Marco Aurelio. Meditaciones, Madrid, 1985. Lo más admirable de esta traducción es la fuerza y garra que sabe imprimirle al texto español. En este sentido es la más actual y cercana a la sensibilidad del lector moderno. Escasa en sus notas. Su texto de partida es el de Dalfen.

En la presente traducción se ha perseguido, dentro de la fidelidad al espíritu del texto, la claridad para el lector actual. A este fin se ha buscado la congruencia en la traducción de los términos significativos: en lo posible se traducen siempre de la misma forma. En la misma línea se han añadido notas explicativas y elaborado los índices, además de una introducción para contextualizar obra y autor.