LIBRO X

10.1 ¿Alma, alguna vez serás buena, sencilla, una y desnuda, en definitiva, más evidente que el cuerpo que te rodea? ¿Probarás alguna vez el sabor de tu disposición amorosa y afectiva? (2) ¿Estarás alguna vez colmada, sin carencias, sin ansiar nada ni anhelar nada, ni animado ni inanimado, para disfrute de placeres; ni tampoco tiempo en el que puedas conseguir un disfrute mayor; ni la oportunidad favorable de un lugar, región, clima; ni la armonía con hombres? (3) ¿Te conformarás con la situación presente y te complacerás con todo lo presente y te convencerás a ti misma de que todas tus circunstancias proceden de los dioses y de que todo está bien y lo estará, cuanto les complace y cuanto dan para mantener a salvo un animal[426] perfecto, bueno, justo, bello, que todo lo engendra, lo ensambla, lo rodea, lo acoge en su descomposición para generar otros seres iguales? (4) ¿Serás alguna vez tal que seas ca paz de convivir tan en buena sociedad con dioses y hombres que ni los censures ni te condenen?

10.2 Vigila de cerca qué persigue tu naturaleza, en la medida en que estás sólo gobernado por naturaleza[427]. Luego hazlo y acéptalo si no supone empeorar tu naturaleza en cuanto animal. (2) A continuación debes vigilar de cerca qué persigue tu naturaleza en cuanto animal y debes asumirlo en su totalidad si no supone empeorar tu naturaleza en cuanto animal racional. (3) Lo racional es también directamente social. Usa esas reglas y no pierdas tu tiempo en nada.

10.3 Cualquier suceso o sucede de tal forma que puedes naturalmente soportarlo o de forma que no puedes. (2) Por tanto, si sucede de forma que puedes naturalmente soportarlo, no te irrites y sopórtalo según tu naturaleza; si de forma que no puedes naturalmente soportarlo, no te irrites porque te consumirá antes. (3) Recuerda, sin embargo, que puedes naturalmente soportar todo lo que tu suposición puede hacer que sea soportable y tolerable por la representación de que hacerlo te conviene o es tu deber.

10.4 Si fracasa, instrúyelo con amabilidad y muéstrale lo que ha descuidado. (2) Si eres incapaz, échate a ti la culpa o ni siquiera a ti.

10.5 Lo que te puede suceder está dispuesto previamente desde la eternidad. El entrelazamiento de las causas ha entretejido el destino de tu existencia y sus sucesos.

10.6 Sea átomos o sea naturaleza[428], quede primero sentado que soy una parte del todo gobernada por la naturaleza, en segundo lugar que tengo cierta afinidad con las partes que son mis congéneres. (2) En efecto, si me acuerdo de eso, en cuanto soy parte, no estaré insatisfecho con nada de lo que se me asigna del todo porque nada es perjudicial a la parte si conviene al todo, pues el todo no posee nada que no le convenga. (3) Si todas las naturalezas tienen eso en común y si la del universo, además, no se ve obligada por ninguna causa exterior a generar algo que le sea perjudicial, con recordar que soy parte de un todo así, me conformaré con cualquier suceso resultante y, (4) por ser afín a las partes que son mis congéneres, no haré nada que no sea comunitario, es más, mi meta serán mis congéneres y conduciré cualquier impulso mío a lo conveniente al común y lo apartaré de lo contrario. (5) Si se realiza eso es necesario que la vida fluya próspera como podrías pensar que también fluye próspera la vida de un ciudadano que progresa con actuaciones beneficiosas para los ciudadanos y que se conforma con lo que la ciudad le asigna.

10.7 Es necesario que las partes del todo[429], me refiero a las que están contenidas en el universo, se destruyan. Quede dicho eso con el significado de que se transforman. (2) Pero, afirmo, si eso es un mal necesario para las partes, al todo no le podría ir bien supuesto que sus partes caminen hacia su transformación y estén constituidas para destruirse. (3) O la propia naturaleza intentó hacer el mal a sus propias partes, crearlas expuestas al mal y con tendencia necesaria a caer en el mal, o no se dio cuenta que tenían esas características. Ninguna de las dos posibilidades es creíble.

(4) Si alguien, incluso dejando al margen la naturaleza[430], argumentara por la forma en que las partes son por su naturaleza, también resultaría ridículo mantener a un tiempo que las partes del todo se alteran según su naturaleza y extrañarse e irritarse como si sucediera algo contrario a su naturaleza, especialmente, por la descomposición, que genera elementos desde los que se conforma cada cosa. (5) Pues o se produce una disgregación de los elementos a partir de los que se conformó, o un cambio de lo sólido en terrestre y de lo que era hálito en aéreo, de forma que también esos elementos se reintegren en la razón del todo, el cual o desaparece hecho fuego de forma periódica, o se renueva en cambios eternos[431]. (6) Lo sólido y lo propio del hálito no te representes que son los procedentes del nacimiento. (7) Porque todo eso fue ayer o hace dos días que tomó su aporte nutricional a partir de los alimentos y del aire atraído. (8) Eso que tomó lo transforma, no lo que parió la madre. (9) Pero supón que eso te entrelaza por completo a una cualidad individual, que no es nada, creo, frente a lo que ahora se ha afirmado[432].

10.8 Una vez que te has aplicado los apelativos de ‘bueno’, ‘decente’, ‘verdadero’, ‘de mente prudente’, ‘de mente fraterna’, ‘de mente superior’[433], adhiérete a ellos; no cambies nunca de apelativos ni los corrompas. Regresa a ellos con rapidez. (2) Acuérdate que el apelativo ‘de mente prudente’ para ti significaba pararte a pensar con discernimiento en cada cosa sin ser negligente; ‘de mente fraterna’ la aceptación voluntaria de lo asignado por la naturaleza común; ‘de mente superior’ la elevación de la parte pensante por encima del movimiento suave o brusco de la carne, de la honrilla, de la muerte y de todo eso. (3) Así pues, si mantienes la vigilancia para estar tú con esos apelativos sin ansiar recibir esas apelaciones de otros, serás otro distinto y entrarás en otra vida. (4) Seguir siendo como has sido hasta ahora y dejarse despedazar y envilecerse en una vida así es en exceso propio de alguien sin percepción, apegado a la vida, semejante a los gladiadores devorados a medias por las fieras, quienes llenos de heridas y sanguinolentos exigen ser guardados hasta el día siguiente para que se les pueda arrojar tal y como están a las mismas garras y mordiscos. (5) Embárcate en esos pocos apelativos. Si puedes permanecer sobre ellos, permanece como trasladado a las islas de los bienaventurados. Pero si te das cuenta de que te caes y no tienes pleno dominio, apártate confiado a algún rincón donde adquieras dominio, o también, deja del todo la vida sin encolerizarte, sino con sencillez, con libertad y con decencia, tras haber realizado en la vida, aunque sólo sea eso, dejarla así. (6) Sin embargo, para acordarte de esos apelativos colaborará contigo grandemente recordar a los dioses, que no quieren recibir adulaciones, sino que todo lo racional se les equipare y que la higuera haga lo propio de la higuera, el perro lo propio del perro, la abeja lo propio de la abeja, el hombre lo propio del hombre.

10.9 Farsa, guerra, pavor, estupor, esclavitud eliminarán a diario de ti todas esas creencias sagradas que sin estudiar la naturaleza te representas y atiendes ceremonioso. (2) Estudia todo y ejecútalo de tal forma que se cumpla lo que agrega la circunstancia al mismo tiempo que se realiza lo que supone la teoría, y que tu suficiencia en el conocimiento de cada cosa se mantenga desapercibida sin taparla. (3) ¿Disfrutarás alguna vez de la sencillez? ¿De la dignidad? ¿Del conocimiento de cada cosa? ¿Qué es en substancia, qué espacio ocupa en el universo, para cuánto tiempo va a subsistir naturalmente, de qué elementos está compuesto, quiénes pueden disponer de él y quiénes pueden entregarlo y quitarlo?

10.10 La araña que caza a una mosca siente orgullo, otro lo siente por cazar una liebrecilla, otro por pececillos con nasa, otro por cochinillos, otro por osos, otro por sármatas[434]. (2) ¿Acaso no son ellos unos piratas si analizas sus convicciones?

10.11 Adquiere un método para investigar cómo todo se transforma en todo, aplícate sin interrupción y ejercítate en ese apartado. Nada inspira mayor grandeza de ánimo[435]. (2) Uno ya se desvistió de su cuerpo sólo con la reflexión de en qué poco tiempo le será preciso ya abandonar todo eso y marchar de entre los hombres. Se lanzó por completo a la justicia en sus propias obras y a la naturaleza del todo en sucesos de otro tipo. (3) Lo que pueda decir o suponer alguien de él o hacer contra él, eso ni siquiera lo considera en su inteligencia porque le es suficiente con actuar él mismo con justicia en lo que está ahora realizando y desear lo que le está siendo asignado, y con haber dejado a un lado todas las ocupaciones y empeños. (4) No tiene otro deseo que culminar el camino recto que pasa por la ley e ir tras el dios que lleva hasta el fin de ese camino recto.

10.12 ¿Qué necesidad hay de conjetura si es posible observar qué debe llevarse a cabo? Si lo comprendes, avanza por ahí sin darte la vuelta; si no lo comprendes, detente y haz uso de los mejores consejeros; si surgen algunos otros impedimentos, sigue adelante razonadamente según los impulsos del momento sin despegarte de lo que parece ser justo. El mayor bien es alcanzar lo justo, puesto que el fracaso es estar lejos de ello. (2) Quien sigue en todo a la razón es alguien disponible y al tiempo rápido en la acción, es radiante y al tiempo tiene compostura.

10.13 Pregúntate a ti mismo inmediatamente tras despertar del sueño: ¿es que te va a importar que te critique otro en lo que es justo y está bien? No te importará. (2) ¿Es que te vas a olvidar qué mal se comportan en la cama, qué mal en la mesa, quienes cacarean sus elogios y críticas dirigidas a otros?, ¿vas a olvidar qué hacen, qué evitan, qué persiguen, qué roban, qué arrebatan, no con manos y pies, sino con la parte más apreciable de ellos, la que genera, cuando quiere, confianza, vergüenza, verdad, ley, un buen espíritu divino?

10.14 A la naturaleza que da y quita todo, el instruido y decente le dice: «Dame lo que quieras, recupera lo que quieras». (2) Lo dice no por ser arrogante, sino sólo con obediencia a su autoridad y con buena disposición hacia ella.

10.15 Es poco lo que queda. (2) Vive como si estuvieras de viaje. No hay diferencia ninguna entre aquí y allí si uno está en todas partes como en una ciudad que es el universo. (3) Que vean, que investiguen los hombres a un hombre que vive de verdad según la naturaleza. (4) Si no lo soportan, que te maten. Pues es mejor que vivir así.

10.16 No discutas ya más sobre cómo es el hombre bueno, sino sé tú así.

10.17 Representación constante sobre toda la eternidad y sobre toda la substancia, y sobre que todas las cosas en sus partes son en relación con la substancia como una semilla de higo y en relación con el tiempo como un giro de barrena.

10.18 Con relación a cada objeto reflexiona con atención en que ya se está descomponiendo y en que está en proceso de cambio, que es como putrefacción o disgregación, o en qué manera cada cosa ha nacido naturalmente para morir.

10.19 ¡Cómo son cuando comen, duermen, se aparean, evacuan, y lo demás! (2) Luego, ¡cómo son cuando mandan y se pavonean o cuando se irritan y afrentan en exceso! (3) Y poco antes, ¡con cuántos eran serviles y a cambio de qué! Y poco después estarán entre otros por el estilo.

10.20 Conviene a cada uno lo que la naturaleza del todo le da a cada uno, y conviene en ese momento en el que ella lo da[436].

10.21 «La tierra está enamorada de la lluvia», «y está enamorado el firmamento glorioso»[437]. El universo siente amor por crear aquello que va a nacer. (2) Así pues, le digo al universo que yo amo con él. ¿Acaso es que no se dice así también eso e que «existe la querencia[438] de que ocurra eso»?

10.22 O vives aquí y ya estás acostumbrado, o te retiras fuera y eso lo querías, o estás muerto y cumpliste con tus deberes. Fuera de esas posibilidades no hay ninguna. Por tanto, ten buen ánimo.

10.23 Que quede siempre claro que el campo ese es así y que todas las cosas son las mismas aquí que en la cima de la montaña, en la playa o donde quieras. (2) Justo delante encontrarás también lo que dice Platón: «Rodeándose con un cercado en la montaña… y ordeñando ovejas que balan»[439].

10.24 ¿Qué es para mí mi principio rector?, ¿cómo estoy ahora haciendo que sea y para qué lo estoy usando ahora? ¿No está vacío de inteligencia, no está al margen y desgajado de la participación común, no está soldado y confundido con la carne hasta el punto de que le afecta lo mismo que a ella?

10.25 Quien huye de su amo es un fugitivo. La ley es amo, quien la infringe también es un fugitivo. (2) Al mismo tiempo, también lo es el que por tristeza, cólera o temor no quiere algo de lo sucedido, de lo que sucede o de lo que sucederá, de lo ordenado por el que gobierna todo, que es la ley que reparte[440] cuanto le toca a cada uno. (3) Entonces, el que siente temor, tristeza o cólera es un fugitivo.

10.26 Deja uno escapar su semen en la matriz, se aparta y a partir de ahí otra causa se encarga de realizar y completar el feto, ¡cómo es a partir de qué! (2) Igualmente, éste deja escapar alimento por la faringe y a partir de ahí otra causa se encarga de producir sensación, impulso, en conjunto, la vida, la fuerza y todo lo demás, diferente en número y cualidad. (3) Por tanto, estudia esos hechos que suceden con tal ocultamiento y observa su poder del mismo modo como también observamos no con los ojos, pero no de forma menos manifiesta, el poder que hace caer unas cosas y el que hace elevar otras.

10.27 Reflexiona continuamente sobre cómo todas las cosas, tal y como son ahora, así eran también antes; reflexiona sobre que también lo serán. (2) Represéntate ante tus ojos en su totalidad los dramas y escenas más o menos parecidos, todos los que conociste por tu experiencia o por un testimonio histórico más antiguo, por ejemplo, toda la corte de Adriano, toda la corte de Antonino, toda la corte de Filipo, la de Alejandro, la de Creso[441]. Todo eso era más o menos igual, sólo que con otras gentes.

10.28 Represéntate que todo el que se entristece o se disgusta sea por lo que sea es igual que el cochinillo que está siendo sacrificado, que patalea y chilla; (2) que es igual también quien se lamenta solo sobre su pequeño lecho en silencio por nuestras ataduras; que sólo le ha sido dado al animal racional acomodarse voluntariamente a los sucesos, porque todos se ven obligados a acomodarse sin más.

10.29 Particularmente ante cada cosa que haces presta atención y pregúntate si la muerte es algo terrible por el hecho de verse privado de esa cosa.

10.30 Cuando te ofendes con el error de alguien, al punto cambia de idea y date cuenta de qué error semejante cometes tú. Por ejemplo, juzgar que es bueno el placer o la honrilla, así según cada tipo. (2) Si prestas atención a eso te olvidarás de la cólera cuando se te ocurra paralelamente que es porque se siente obligado y ¿qué puede hacer? (3) Si puedes, quítale lo que le obliga.

10.31 Cuando veas a Satirón, Eutiques o Himen, represéntate a un socrático, cuando veas a Éufrates, represéntate a Eutiquio o Silvano y cuando veas a Alcifrón represéntate a Tropeóforo. Cuando veas a Jenofonte represéntate a Critón o Severo[442]. Cuando te veas a ti mismo, represéntate a uno de los cesares, para cada persona haz algo parecido. (2) Luego, que se te ocurra al tiempo: ¿dónde están aquéllos? En ningún sitio o en cualquiera. (3) Así contemplarás que las cosas humanas son humo y nada, especialmente si recuerdas que lo que cambia una vez ya no será más en el tiempo infinito. (4) Entonces, ¿por qué te pones tenso? ¿Por qué no te conformas con concluir en orden la travesía de ese breve espacio de tiempo? (5) ¿De qué materia y supuesto huyes? ¿Qué es todo eso excepto ejercicios de la razón que observa con exactitud y estudia la naturaleza de las cosas de la vida? (6) Aguanta hasta que te apropies en tu beneficio también de eso, igual que el estómago sano se apropia de todo, como el fuego que brilla hace llama y resplandor de lo que le tiras.

10.32 Que nadie pueda afirmar sobre ti diciendo verdad que no eres sencillo o que no eres bueno, por el contrario, que se engañe quien suponga algo de eso sobre ti. (2) Todo esto está en tu mano: ¿quién te va a impedir ser bueno y sencillo? Tú sólo decide que no vas a vivir más si no vas a ser así, pues ni siquiera la razón acepta que no seas así.

10.33 ¿Qué es lo que a partir de esta materia puede realizarse o decirse de la forma más saludable? Sea lo que sea es posible realizarlo y decirlo. Y no te disculpes con que te ves impedido.

(2) No dejarás de lamentarte hasta que tengas la sensación de que, igual que es la molicie para los que se deleitan en placeres, eso mismo es para ti hacer lo propio de la constitución del hombre a partir de la materia propuesta o que te cae en suerte. Pues hay que suponer que es disfrute todo lo que se puede ejecutar según la propia naturaleza. Y se puede en cualquier situación. (3) Así, al rodillo no le está dado avanzar por su propio movimiento en cualquier situación, tampoco al fuego ni a las demás cosas gobernadas por una naturaleza o alma irracional, porque es mucho lo que se lo impide y se interpone. (4) Por el contrario, la inteligencia y la razón pueden avanzar tal y como son naturalmente y quieren ante cualquier oposición. (5) No persigas ya nada más, si pones ante tus ojos esa facilidad por la que la razón podrá avanzar en todas las direcciones, como el fuego lo hace hacia arriba, la piedra hacia abajo, el rodillo cuesta abajo. (6) Pues lo restante son obstáculos del cuerpecillo, de lo ya cadáver, u obstáculos que sin la suposición y concesión de la propia razón no rompen nada, ni hacen mal, ni nada en absoluto, puesto que de ser así también se volvería malo al momento el propio hombre que lo sufre. (7) Desde luego que en todas las demás cosas constituidas por partes, si a alguna de ellas le sucede algún mal, por culpa de eso se hace peor la propia cosa que lo sufre. Pero en este caso, si hay que decirlo, incluso se hace mejor el hombre y más digno de alabanza si enfrenta rectamente los acontecimientos. (8) En resumen, recuerda que nada perjudica en su naturaleza al ciudadano que no perjudique a la ciudad, tampoco perjudica a la ciudad lo que no perjudica a la ley y ninguno de los llamados infortunios perjudica a la ley. En definitiva, lo que no perjudica a la ley tampoco a la ciudad ni al ciudadano.

10.34 Al que ha sentido la mordedura de las convicciones verdaderas le basta también la palabra más breve y más banal para recordarle que no está triste y no tiene temor. (2) Por ejemplo, «De entre las hojas, unas las vierte por tierra el viento / … así es el linaje de los hombres»[443]. (3) También son hojitas tus hijitos; también son hojitas los que te reclaman a voces convincentemente y los que te alaban, o por el contrario te maldicen, o en secreto te censuran y se mofan de ti; también son hojitas igualmente los que van a transmitir tu fama postrera; (4) porque todos ésos: «Sobrevienen en la estación de la primavera». (5) Luego el viento las ha tirado por tierra; después otra materia nace en su sustitución. Lo poco duradero es común a todos, pero tú evitas y persigues todo como si fuera a ser eterno. (6) Un poco más y cerrarás los ojos y otro lamentará la muerte del que te enterró.

10.35 El ojo sano debe ver todo lo visible y no debe decir: «quiero lo verde», porque eso es propio de un ojo hinchado. (2) El oído y el olfato sanos deben estar dispuestos para todo lo que puede oírse y olerse. (3) El estómago sano debe tener la misma disposición para todos los alimentos como el molino para todo lo que esta constituido para molerse. (4) Así pues, también, la reflexión sana debe estar dispuesta para todos los sucesos. La que diga: «que se salven mis hijitos» y «que todos alaben lo que hago», es como el ojo que busca lo verde o los dientes que buscan lo mollar.

10.36 Nadie es tan afortunado que al morir no aparezcan algunos que se alegren del suceso. (2) Si era cumplidor y sabio, en el último momento habrá alguien que diga para sí: «Respiraremos de nuevo sin este maestro reprensor. No tenía un trato difícil con ninguno de nosotros pero me daba cuenta de que en secreto nos reprobaba». (3) Eso con el cumplidor. En nuestro caso habrá otros muchos motivos por los que sean numerosos los que deseen nuestra marcha. (4) Por tanto, en el momento de morir reflexionarás sobre lo siguiente y te irás más conforme si piensas: «me marcho de esta vida en la que los propios allegados, por los que tanto peleé, recé, me preocupé, precisamente ellos, quieren que me aparte con la esperanza de que puedan encontrar alguna comodidad en ello». (5) Entonces, ¿por qué se agarraría uno a una estancia aquí más duradera? (6) Sin embargo, por eso no te marches tratándolos con menos amabilidad, sino, manteniendo tu propia costumbre, siendo cariñoso, benévolo, propicio, y no como desgajado. De la forma en que la pequeña alma del que muere bien se desenrolla del cuerpo amablemente, así debe producirse la partida lejos de éstos. Pues también la naturaleza te ató y unió con ellos. (7) Pero ahora te desune. Me desuno como si me apartara de allegados, desde luego sin resistirme, sin violencia. Eso también es un comportamiento según la naturaleza.

10.37 Acostúmbrate ante cualquier realización de alguien a indagar tú solo: «¿referido a qué hace ese eso?». (2) Empieza por ti mismo, indaga en ti en primer lugar.

10.38 Acuérdate de que el que mueve los hilos es eso que está escondido dentro. Eso es la vida, eso, hay que decirlo, es el hombre. (2) No te formes la representación embarullada de que lo que te envuelve y tus pequeños órganos conformados en derredor son como un recipiente[444], (3) porque son iguales al hacha, con la diferencia de que han crecido pegados, (4) dado que ninguna de esas partecillas lejos de la causa que las hace mover y les da fuerza tiene mayor utilidad que la lanzadera para el tejedor, el estilete para el que escribe y el látigo para el auriga.