LIBRO PRIMERO

1.1 De mi abuelo[115] Vero, el buen carácter y la ausencia de cólera[116].

1.2 De la fama y recuerdo del que me engendró[117], la decencia y la virilidad.

1.3 De mi madre[118], la devoción, la generosidad y refrenarse tanto de hacer daño como de tener la idea de hacerlo; (2) además, la sencillez en el régimen de vida lejos de las costumbres de los ricos.

1.4 De mi bisabuelo[119], no frecuentar las escuelas públicas; (2) disfrutar de buenos maestros en casa; (3) saber que en eso hay que gastar de forma espléndida.

1.5 De mi preceptor[120], no ser de los verdes[121], ni de los azules en el circo; (2) ni de los del escudo tracio[122], ni de los del samnio en el anfiteatro; (3) aguantar, necesitar poco, bastarse con sus propias manos, saber estarse tranquilo y no ser receptivo a la calumnia.

1.6 De Diogneto[123], no perseguir la frivolidad; (2) desconfiar de las palabras dichas por fantasiosos o charlatanes sobre encantamientos, exorcismos y cosas por el estilo; (3) no jugar a la codorniz[124] y no apasionarme por tales futilidades; (4) soportar que le hablen a uno claro; (5) tener familiaridad con la filosofía; (6) escuchar a Baquio[125], después a Tandasis[126] y a Marciano[127]; (7) a escribir diálogos de niño; (8) anhelar el camastro con su pellejo y cosas semejantes propias del entrenamiento helénico[128].

1.7 De Rústico[129], haberme representado la necesidad de un enderezamiento y tratamiento moral del carácter; (2) no haberme dejado arrastrar a la emulación propia de los sofistas[130], ni a escribir sobre teorías, ni declamar discursitos exhortativos ni exhibirme con ostentación impactante como hombre ascético y bienhechor; (3) haberme apartado de la retórica, el arte poético y el preciosismo; (4) no pasearme por casa con ropa solemne ni cosas por el estilo; (5) escribir las pequeñas cartas en estilo sencillo como lo que él mismo escribió a mi madre desde Sinuesa[131]; (6) frente a los que tienen mal carácter y ofenden ser dócil y complaciente en cuanto quieren retroceder; (7) leer con precisión y no conformarse con hacer un re corrido mental genérico ni con agregarse con rapidez a la opinión de los que charlan en demasía; (8) toparme con los apuntes de Epicteto, de los que me hizo participar siendo suyos.

1.8 De Apolonio[132] ser libre y no depender sin discusión de una tirada de dados; (2) no mirar a ninguna otra cosa, ni un poco siquiera, sino a la razón; (3) mantenerse sin alteración en los dolores agudos, en la pérdida del hijo y en las enfermedades graves; (4) ver de forma resplandeciente en el ejemplo de su propia vida que la misma persona puede ser a un tiempo muy vehemente y muy relajada; (5) no enzarzarse en los comentarios filosóficos; (6) ver a un hombre que tenía en mínima estima, entre sus propios méritos, la experiencia y habilidad de transmitir sus teorías; (7) aprender cómo hay que tomarse los favores aparentes de los amigos sin hacerse de menos ante ellos ni dejarlos pasar inadvertidamente.

1.9 De Sexto[133], el buen ánimo; (2) el ejemplo de su casa administrada de forma patriarcal; (3) la determinación de vivir conforme a la naturaleza[134]; (4) la solemnidad sin artificio; (5) la preocupación solícita por los amigos; (6) la capacidad de soportar las creencias irreflexivas de los profanos; (7) su compenetración con todos hasta el punto de resultar su trato más agradable que cualquier adulación y él digno del máximo respeto para todos más allá de la ocasión concreta; (8) su comprensión y método para descubrir y ordenar las convicciones necesarias para la vida; (9) no hacer manifestación ni de la cólera ni de ninguna otra pasión, sino ser al tiempo el más impasible y el más afectuoso; (10) alabar sin disonancia; (11) ser versado en muchas cosas sin ostentación.

1.10 De Alejandro el gramático[135] no hacer reproches; (2) no atacar con críticas las expresiones bárbaras, incorrectas o disonantes, sino tener la habilidad de expresar justamente aquello que debería haberse dicho a modo de respuesta, ratificación, reflexión conjunta o alguna otra insinuación armoniosa, sobre al asunto en sí, no sobre la forma de expresarlo.

1.11 De Frontón[136], poner en cuestión cuál es la malignidad, el doblez y el fingimiento propios de la tiranía y que en general los que llamamos patricios son los menos afectuosos.

1.12 De Alejandro platónico[137] evitar decir a alguien o escribir en una carta a menudo y sin necesidad: «no tengo tiempo» y excusarse sin parar ante las obligaciones de las relaciones de convivencia con el pretexto de asuntos circunstanciales.

1.13 De Catulo[138] no hacer de menos a un amigo que imputa algo, incluso si se da la circunstancia de que lo hace sin razón, sino intentar restaurar la camaradería; (2) hacer la alabanza de los maestros con ardor como las anécdotas que se cuentan de Domicio y Atenódoto[139]; (3) tener un amor verdadero a los hijos.

1.14 De Severo[140] el amor a los familiares, el amor a la verdad y el amor a la justicia; (2) conocer gracias a él a Tráseas, Helvidio[141], Dión[142] y Bruto[143] y haberme representado una constitución con igualdad ante la ley que administra mediante la equidad y la libertad de expresión y una monarquía que honra sobre todas las cosas la libertad de sus súbditos; (3) también la constancia y perseverancia[144] en la honra de la filosofía; (4) hacer el bien y compartir con ansia; (5) tener esperanza y confiar en recibir el amor de los amigos; (6) no disimular frente a los que merecen nuestra condena; (7) que los amigos no precisen conjeturar sobre qué quiere o no quiere uno, sino dejarlo claro.

1.15 De Máximo[145] dominarse y no dejarse llevar por nada; (2) tener buen ánimo en otros momentos críticos y especialmente en las enfermedades; (3) la apacibilidad en el carácter, la dulzura y empaque; (4) llevar a cabo sin quejas lo propuesto; (5) que todos confíen en que uno piensa las afirmaciones que hace y que actúa sin maldad en aquello que actúa; (6) no admirarse ni demostrar asombro; nunca tener prisa ni demorar; no quedarse sin recursos con la mirada baja, con una mueca, o, al contrario, enojado y receloso; (7) ser bienhechor, inclinado al perdón y lejos de la mentira; (8) ofrecer la imagen de quien no se tuerce más que la de quien se endereza; (9) nadie nunca hubiera creído que lo miraba por encima ni él hubiera tolerado que se sospechara que él se creía superior; (10) gastar bromas con buena intención.

1.16 De mi padre[146] la gentileza, la firmeza sin oscilación en decisiones previamente analizadas; (2) no vanagloriarse en lo que se considera motivo de honras; (3) ser amigo del esfuerzo y perseverar; (4) prestar oídos a quien tiene algo en bien del común que proponer; (5) no dejarse pervertir al distribuir a cada uno según su valía[147]; (6) tener experiencia de cuándo se precisa tensión y cuándo relajación; (7) hacer cesar los amoríos con adolescentes[148]; (8) la preocupación por el bien común; no desear por encima de todo que los amigos coman o viajen con uno a la fuerza[149], sino que los que se ausentaban por necesidades suyas se lo encontraban siempre igual; (9) las averiguaciones en las reuniones de consejo rigurosas y detenidas[150]; (10) saber mantener a sus amigos, sin hartazgo repentino ni atolondramiento; (11) ser autosuficiente en todo y radiante[151]; (12) prever con tiempo y regular por anticipado lo ínfimo sin dramatizar; (13) frenar durante su mandato las aclamaciones y cualquier adulación; (14) ser vigilante de las necesidades del imperio, ecónomo de los gastos públicos y capaz de encajar la crítica de algunos sobre tales actitudes; (15) con relación a los dioses no ser supersticioso, con relación a los hombres no ser demagogo, obsequioso, ni buscar el favor de la turba, sino ser sobrio y seguro en cualquier ocasión, nunca vulgar ante la belleza ni deslumbrado ante la novedad; (16) de las cosas que hacen la vida fácil y que con abundancia proporciona la fortuna, hacer uso sin delirio y sin buscar excusas, de forma que si estaban a mano las alcanzaba sin preocuparse, si estaban ausentes no las precisaba; (17) que ninguno pudiera decir que era un sofista, un impostor[152] o un pedante, sino que era un hombre cabal, completo, ajeno al halago, capaz de ponerse al frente de sus propios asuntos y de los ajenos; (18) además de eso su aprecio a los que hacen filosofía de verdad, sin ser crítico en demasía frente al resto y sin dejarse arrastrar por ellos; (19) además su buena compañía y donaire sin hartar; (20) preocuparse de su propio cuerpo con mesura, no como si tuviera apego a la vida, sin llegar al maquillaje pero tampoco desde luego al abandono, de forma que por su propia diligencia precisaba poquísimo de la medicina, de sus medicamentos o ungüentos, de uso interno o externo; (21) ceder terreno sin prejuicios a los que estaban en posesión de alguna capacidad como la de la elocuencia o la que proporciona la investigación de las leyes, costumbres u otros asuntos y colaborar con entusiasmo con ellos de forma que cada uno tuviese buena reputación en lo que era en concreto superior: todos sus actos los hacía de acuerdo con las tradiciones patrias sin aparentar que era justamente eso por lo que se esforzaba[153]; (22) también no cambiar con facilidad ni mariposear, sino frecuentar los mismos lugares y hechos; (23) después de los ataques agudos de dolor de cabeza volver al punto con vigor y energía a las tareas habituales; (24) no tener muchos secretos, sólo los mínimos, en muy rara ocasión y en bien del común; (25) su prudencia y moderación[154] en la realización de los espectáculos, obras públicas, repartos[155] y cosas por el estilo, que sólo atendía a la propia necesidad de su realización, no a la fama una vez realizados; (26) no bañarse a deshora, ni tener manía constructora[156], y no preocuparse de las comidas ni de los tejidos o colores de sus ropas ni de que sus esclavos estuvieran en sazón[157]; (27)[158] la ropa que le llegaba desde Lorio[159] desde su villa de abajo y muchas cosas de Lanuvio[160]; (28) cómo trató al recaudador de Túsculo[161] que se excusaba[162] y todo ese tema; (29) en absoluto rudo ni desde luego inexorable, tampoco tan turbulento que uno pudiera llegar a decir «incluso sudó»[163], sino que todos sus comportamientos estaban diferenciados razonadamente con minucia, sin turbación, con orden, con fuerza y en concordancia mutua; (30) se le podría aplicar la anécdota referida a Sócrates[164] de que podía al tiempo abstenerse y disfrutar de aquello por lo que la mayoría en caso de abstinencia se siente débil y en caso de disfrute se dejan llevar; (31) ser fuerte y resistente y en ambas cosas ser sobrio [es propio de un hombre que tiene un espíritu articulado e invencible][165], como en la enfermedad de Máximo[166].

1.17 De los dioses, tener buenos abuelos, buenos padres, buena hermana[167], buenos maestros, buenos allegados, parientes, amigos, casi todos buenos; (2) que no me ocurrió faltar a ninguno de ellos, aunque yo tenía tal disposición, por la cual, si hubiera coincidido así, hubiera podido faltarles[168]; (3) buena acción de los dioses es que no tuviera lugar ninguna acumulación de hechos que me pusiera a prueba; (4) no ser criado demasiado tiempo donde la concubina[169] de mi abuelo; mantener tiempo la flor de la juventud[170] y no haberme hecho hombre antes de su momento[171] sino haberlo demorado en el tiempo; (5) haberme subordinado a quien era emperador y padre, que me iba a quitar cualquier delirio de grandeza y me iba a llevar a la determinación de que es posible vivir en la corte sin precisar de guardaespaldas, ropas significativas, candelabros, estatuas y cosas tales y de igual pompa; se puede, al contrario, hacerse pequeño y acercarse al ciudadano normal sin por eso ser más humilde o más timorato frente a lo que debe llevarse a cabo con autoridad en bien del común; (6) tener a un hermano[172] que pudiera por su carácter recto despertar en mí mi propia preocupación moral, alegrándome con su estima y amor; (7) que mis hijos no fueran torpes ni contrahechos en su cuerpecillo; (8) no progresar demasiado en la retórica, poética y demás dedicaciones en las que quizá me hubiera mantenido de haberme dado cuenta de que avanzaba por buen camino; (9) haberme adelantado en otorgar a mis maestros el puesto de honor que me parecía que anhelaban y no haberlo pospuesto con la esperanza, dado que eran jóvenes, de que luego lo haría; (10) conocer a Apolonio, a Rústico, a Máximo; (11) en cuanto a la vida según la naturaleza[173] haberme representado con nitidez y muchas veces cómo es, de forma que en lo que depende de los dioses, de sus comunicaciones con los hombres desde allá, sus apoyos, sus iluminaciones[174], nada me impide vivir según la naturaleza y me aparto de eso por mi responsabilidad y por no prestar atención a las rememoraciones divinas y casi enseñanzas; (12) que mi cuerpo aguante tanto con semejante vida; (13) no entrar en contacto con Benedicta ni con Teodoto[175], sino curarme más tarde tras haber sufrido de amores; (14) que a pesar de haberme encolerizado con Rústico muchas veces no pasé a mayores, cosa de la que me hubiera arrepentido; (15) que la que me dio a luz, que iba a morir joven, viviera a pesar de ello conmigo sus últimos años; (16) que nunca escuché en todas las veces que quise socorrer a alguien en estado de pobreza o en alguna otra necesidad: «No tengo dinero con que»; (17) que nunca caí yo mismo en una necesidad semejante hasta el punto de tomar de otro; (18) que mi mujer[176] fuese así, tan obediente, tan amorosa, tan sencilla; (19) tener recursos para maestros competentes de mis hijos; (20) haber recibido en sueños remedios especialmente para no escupir sangre y no tener mareos[177]; (21) el oráculo de Gaeta[178]; (22) que cuando anhelé la filosofía, no caí en manos de algún sofista, ni me aparté con los escritores a resolver silogismos o dedicarme a fenómenos del cielo[179]; (23) porque todas esas cosas precisan auxilios y fortuna de los dioses.

Entre los cuados[180] a orillas del Gran[181].