LIBRO IV

4.1 El regidor interior, cuando está conforme a la naturaleza, adopta una postura tal frente a los sucesos que se transforma fácilmente según lo que le es dado. (2) En efecto, no desea ninguna materia específicamente asignada, sino que emprende su acción en dirección a lo principal con reserva[230] y lo que se le enfrenta lo hace su propia materia, como el fuego cuando prevalece sobre las cosas que le tiramos; cosas que apagan una lamparilla, un fuego radiante, al contrario, rápidamente se apropia de lo que se le apila, lo consume y a partir de ese preciso material se levanta más alto.

4.2 No ejecutes ninguna acción al azar ni de otra forma distinta a la percepción que conforma el arte[231].

4.3 Buscan como sus propios retiros la vida campestre, la orilla del mar, las montañas. (2) Todo eso es de lo más banal cuando te es posible en el momento que quieras retirarte a tu interior. A ningún lugar más tranquilo, más pacífico se retira un hombre que hacia su propia alma, sobre todo aquel que tiene dentro recursos tales que, si los examina, al momento se encuentra en total bienestar. No llamo bienestar a ninguna otra cosa que al buen orden. (3) Por tanto, concédete sin parar ese retiro y renuévate. Que sean preceptos breves y elementales los que, nada más encontrarlos, te resulten suficientes para disolver toda tu insatisfacción y reenviarte de vuelta sin irritación a las actividades a las que retornas. (4) Porque, ¿con qué te irritas? ¿Con la maldad de los hombres? Reconsidera el dictamen de que los animales racionales han surgido unos por otros[232], que soportarse es parte de la justicia, que los hombres yerran sin querer, que muchos por sentir enemistad, sospecha, odio, rivalidad han sufrido tormento, se han hecho cenizas; ceja en tu irritación. (5) ¿Acaso te irritas con el reparto que se ha hecho del total? Renueva el dilema «O providencia o átomos»[233] y considera en cuántos hechos se demuestra que el universo es como una ciudad[234]. (6) ¿Acaso la parte corporal te afecta? Date cuenta de que la reflexión no se mezcla con el hálito[235] si está revuelto, sea suave o violentamente[236], una vez que se acepta a sí misma y reconoce su propia capacidad, y por lo demás confórmate también con cuanto has escuchado sobre el sufrimiento y el placer. (7) ¿Acaso te distrae la honrilla? Considera la rapidez con que se olvida todo y el abismo de eternidad infinita antes y después, lo vano del descrédito, la mudanza y falta de criterio de los que aparentan expresarte aprecio y lo estrecho del lugar en el que está circunscrito. (8) Porque toda la tierra es un punto y de ella cuan ínfima es su parte habitada. Y ahí, ¿cuántos y quiénes son los que te van a alabar? (9) Por tanto, acuérdate del retiro hacia el jardincillo de tu propio interior y sobre todo no te convulsiones ni te pongas tenso, al contrario sé libre y mira los asuntos como varón, como hombre, como ciudadano, como mortal. (10) Que tus recursos más inmediatos sean dos: uno, que los asuntos no afectan tu alma sino que se quedan fuera sin moverse y que los desasosiegos dependen sólo de tu suposición interior; (11) dos, que todo cuanto ves, ¡en qué poco tiempo cambiará y dejará de ser!, reflexiona sin pausa a cuántas transformaciones has asistido. (12) El universo es transformación; la vida suposición[237].

4.4 Si el ser inteligentes nos es común, también la razón por la que somos racionales es común. Si es así, también la razón que nos indica lo que debe hacerse o no es común. Si es así, también la ley es común. Si es así, somos ciudadanos. Si es así, participamos de algún tipo de organización ciudadana. Si es así, el universo es como si dijéramos una ciudad. (2) ¿De qué otra organización ciudadana común podrá decir alguien que todo el linaje de los hombres participa? De ahí, de esa ciudad común, también nos llega el hecho de reflexionar, razonar, legislar; o ¿de dónde? (3) En efecto, igual que lo terroso es una porción separada de alguna forma de tierra, lo húmedo de otro elemento distinto, lo que es hálito procede de alguna fuente y lo cálido y fogoso de otra concreta[238], porque nada procede de la nada, igual que tampoco marcha hacia lo que no es, de la misma forma también el ser inteligentes nos llega de alguna parte.

4.5 La muerte es algo equiparable al nacimiento, es un misterio de la naturaleza; la composición se produce a partir de los mismos elementos a los que da lugar la desintegración; en una palabra no es algo de lo que uno debiera avergonzarse porque no es contraria a lo propio de un animal inteligente ni a la razón de su constitución.

4.6 Eso es natural que se produzca necesariamente en seres de tal naturaleza. Quien no lo quiere, quiere que la higuera no tenga su savia. (2) En una palabra, acuérdate de eso, que tanto tú como ése estaréis muertos en el más brevísimo plazo de tiempo y poco después ni siquiera permanecerá vuestro nombre.

4.7 Aparta la suposición y queda apartado el «estoy perjudicado». Aparta el «estoy perjudicado» y queda apartado el perjuicio[239].

4.8 Lo que no hace al hombre peor a sí mismo, eso ni hace su vida peor ni lo perjudica, ni en su exterior ni en su interior.

4.9 La naturaleza de la conveniencia se ha visto forzada a hacer eso.

4.10 Todo lo que sucede, sucede con justicia. Esto lo descubrirás, si observas detenidamente. No lo afirmo sólo por la concatenación[240], también por la equidad, como si dependiera de alguien que distribuyera según la valía. (2) Manten tu observación, por tanto, igual que empezaste, y haz lo que hagas sin dejar de ser bueno, según lo que se considera propiamente que es ser bueno. (3) Preserva esto en cualquier actuación.

4.11 No hagas suposiciones iguales a los juicios que hace el que ofende o a los juicios que quiere que tú hagas, considera por el contrario qué es según la verdad.

4.12 Hay que tener siempre dispuestos dos preceptos, uno relativo a llevar a cabo sólo lo que la razón del arte de reinar y legislar te sugiera que es en beneficio de los hombres, otro relativo a cambiar de criterio si aparece alguien que te rectifica y te enmienda alguna opinión. (2) Sin embargo, que esa enmienda se produzca por alguna convicción que sea justa y en bien del común y que los perfeccionamientos sean sólo tales, no porque te haya parecido que es algo agradable o reputado.

4.13 ¿Tienes la razón? Sí. ¿Por qué no la usas? Si ella hace lo que le es propio, ¿qué más quieres?

4.14 Surgiste como parte subordinada. Desaparecerás uniéndote al que te engendró[241], es más, serás devuelto a su razón seminal por el cambio.

4.15 Muchos granos de incienso[242] en el mismo altar. Uno se depositó antes, otro después. No importa.

4.16 En el espacio de diez días les parecerás un dios a los que ahora pareces una bestia y un mono, si das media vuelta y vuelves a los principios y respeto debidos a la razón.

4.17 No vivas como si fueras a vivir diez mil años. Tu destino está pendiendo. Mientras estás vivo, mientras es posible, hazte bueno.

4.18 De cuánto sosiego se beneficia el que no observa qué ha dicho, qué ha hecho, qué ha pensado el prójimo, sino sólo qué hace él mismo para que su actuación por sí misma sea justa, virtuosa…[243]. Deja el carácter sombrío, deja de mirar en derredor, por el contrario corre sobre la línea de meta[244] con el cuerpo recto sin dispersarte.

4.19 El que se queda embelesado por su reputación postrera no se representa que cada uno de los que lo recuerden morirá rápidamente como él, luego a su vez lo hará el que le suceda en el recuerdo hasta que toda memoria se apague del todo también a media que avanza entre personas que se encienden y se apagan[245]. (2) Pero supón que los que te van a recordar son incluso inmortales y que el recuerdo es inmortal. ¿Y eso a ti qué? Y no afirmo sólo que no signifique nada para el que está muerto; pero ¿qué es el elogio para el que está vivo? Nada, si no es, quizá, por algún arreglo práctico. (3) En efecto, ahora en el momento más inoportuno dejas a un lado el donativo de la naturaleza para agarrarte a alguna otra razón.

4.20 Además, todo lo que es bello, sea como sea, lo es por sí mismo y culmina en si mismo sin que tenga parte en él el elogio. Está claro que tampoco lo que recibe el elogio se hace peor o mejor. (2) Afirmo eso a propósito de las cosas que se afirman que son bellas comúnmente, por ejemplo los productos bellos por su materia o bellos por efecto del arte. Ahora bien, lo que es bello de verdad, ¿qué carencia tiene?[246]. No más que la ley, no más que la verdad, no más que la buena disposición o la vergüenza. (3) ¿Cuál de estas cosas es bella por los elogios que recibe o se destruye si se la critica? En efecto, ¿la esmeralda se hace peor si no recibe elogios? ¿Qué pasa con el oro, con el marfil, con la púrpura, con una lira, un estilete, una florcilla, un arbolillo?

4.21 Si las almas permanecen, ¿cómo las contiene el aire desde la eternidad?, (2) ¿cómo contiene la tierra los cuerpos de los enterrados desde tanto tiempo? Porque, igual que su alteración y descomposición deja espacio para otros cuerpos, así las almas que se han mudado al aire tras permanecer un cierto tiempo se alteran, se diluyen y se inflaman recogidas en la razón seminal del todo y de esa manera ofrecen espacio a las que se van instalando a su vez. Eso sería la respuesta si se supone que las almas permanecen. (3) Pero es necesario no sólo tener en cuenta el número de los cadáveres enterrados de esa manera, también el número de los animales que comemos cada día nosotros y los demás animales. (4) Porque ¿qué número se consume y en cierto modo se entierra así en los cuerpos de los que se alimentan de ellos? Sin embargo hay espacio suficiente para aceptarlos gracias a su transformación en sangre y sus mutaciones hacia lo aéreo y fogoso[247]. (5) ¿Cuál es la investigación de la verdad en este asunto? La distinción entre lo material y lo causal.

4.22 No hay que dar tumbos, sino ante cualquier impulso restituir lo justo y ante cualquier representación preservar lo comprensible.

4.23 Se armoniza conmigo todo lo que para ti es armónico, universo. Nada que para ti esté en sazón me es prematuro o tardío. (2) Para mí es fruta todo lo que dan tus estaciones, naturaleza. De ti viene todo, en ti está todo, hacia ti se dirige todo. (3) Aquél dice «ciudad querida de Cécrope[248]», ¿no dirás tú «ciudad querida de Zeus»?

4.24 Dice[249]: «Si tienes la intención de estar contento, emprende pocas acciones». ¿No es mejor emprender las acciones necesarias y cuantas elige y como las elige la razón de un animal social por naturaleza? (2) Porque así se produce el contento, tanto por emprender bellas acciones, como por emprender pocas acciones. (3) Si uno se despoja, por no ser necesario, de la mayor parte de lo que decimos o hacemos, estará de mejor humor y menos turbado. (4) Por ello hay que acordarse ante cada acción: ¿no será de las innecesarias? (5) Es preciso despojarse tanto de acciones no necesarias como de representaciones. Así tampoco irán éstas detrás arrastrando acciones.

4.25 Experimenta cómo te va la vida del hombre bueno que se conforma con lo que se le asigna del todo y se contenta con que su actuación privada sea justa y su disposición positiva.

4.26 ¿Tienes ya visto aquello? Mira esto otro. No te perturbes. (2) Líbrate de tus dobleces. (3) ¿Alguien yerra? Yerra para su perjuicio. (4) ¿Te ocurre algo? Está bien. Desde el principio te fue asignado e hilado el destino de todo lo que te ocurre. (5) En resumen: la vida es breve, hay que explotar el presente con prudencia y justicia. (6) Mantente sobrio en la relajación.

4.27 O el universo está estructurado o está removido (reunido, sí, pero sin orden). (2) ¿Es que en ti puede subyacer un universo ordenado, pero en conjunto existe desorden? ¿Y eso es así cuando todas las cosas son distintas, compenetradas, sometidas a influjos mutuos?

4.28 Un carácter sombrío, un carácter femenino, un carácter reseco, fiero, bruto, infantil, estúpido, estafador, mendicante, tramposo, tiránico[250].

4.29 Si es forastero del universo quien no conoce lo que hay en él, no lo es menos quien desconoce sus sucesos. (2) Es un desterrado quien destierra la razón social. Es ciego quien guiña el ojo de la inteligencia. Es mendigo quien precisa de otro y no tiene en sí mismo todo lo útil para la vida. (3) Es absceso del universo quien se aparta y aleja de la razón de la naturaleza común por soliviantarse con los sucesos; porque es la naturaleza la que los trae, ella que te trajo también a ti. Es una escisión de la ciudad quien escinde su alma de la de los racionales, cuando es una.

4.30 Uno hace filosofía sin túnica[251], otro sin libro; aquel otro semidesnudo dice «no tengo pan y permanezco firme en la razón»[252]. Yo, por mi parte, no tengo los alimentos que proporcionan los conocimientos y permanezco firme[253].

4.31 El arte que aprendiste, ámalo, tómate un respiro en él; pero recorre lo que te reste de vida tras depositar con toda tu alma en manos de los dioses todo lo tuyo y sin instalarte ni como tirano de ningún hombre ni como esclavo.

4.32 Trae a tu mente como ejemplo los tiempos de Vespasiano. Verás que todo es igual. Gente que se casa y cría niños, que enferma y muere, que hace la guerra y fiestas, que se desplaza y cultiva su tierra, que adula y es arrogante, que sospecha y conspira, que desea la muerte de alguien y refunfuña por su presente; gente que se enamora, que atesora, que anhela el consulado y el imperio. Desde luego que la vida de esa gente ya no está en ningún sitio. (2) Vuélvete ahora a los tiempos de Trajano. De nuevo todo es igual. Esa vida ha muerto. (3) De la misma forma estudia y considera los restantes registros de tiempos y pueblos en su conjunto, cuántos tras esforzarse con vehemencia tras poco tiempo cayeron y se descompusieron en sus elementos. (4) Sobre todo hay que acordarse una y otra vez de aquellos que tú mismo conociste que se convulsionaban vanamente y declinaban actuar según su propia constitución, agarrarse a ella con fuerza y conformarse. (5) Es necesario recordar así que la atención a cada acción tiene su propio valor y compensación. Así no desesperarás si no te implicas en asuntos menores más de lo que convendría.

4.33 Expresiones que antes eran corrientes, ahora son arcaísmos. Así también, los nombres de los que antes eran agasajados con muchos himnos ahora son de alguna forma arcaísmos: Camilo[254], Cesón[255], Vóleso[256], Dentato[257]; por poco tiempo Escipión[258] y Catón[259]; más adelante también Augusto, posteriormente Adriano y Antonino. Pues todo se marchita y se vuelve rápidamente legendario. Rápidamente también el olvido absoluto lo entierra. Y hago esas afirmaciones a propósito de los que brillaron hasta la admiración, (2) porque los restantes, nada más exhalar el alma, son desconocidos e ignorados. ¿Qué es en definitiva el recuerdo imperecedero? Es hueco del todo. (3) ¿Qué es, entonces, hacia lo que es necesario dirigir el empeño? Sólo una cosa, reflexión justa, acciones comunitarias, razón capaz de no equivocarse y disposición que se conforma con cualquier suceso como algo necesario, familiar y que fluye desde tal principio y fuente.

4.34 Entrégate voluntariamente a Cloto[260] para tejer con ella cualquier acción que desee.

4.35 Todo es flor de un día, tanto el que recuerda como lo que se recuerda.

4.36 Estudia sin cesar cómo todo nace por cambio y acostúmbrate a pensar que nada desea tanto la naturaleza del todo como cambiar lo que es y hacer cosas nuevas que son iguales, (2) porque de alguna forma todo ser es semilla de lo que será a partir de él. (3) Tú te representas que son sólo simientes las que se arrojan dentro de la tierra o de una matriz. Eso es vulgar por completo.

4.37 Estarás muerto y todavía tendrás doblez, te turbarás[261], sospecharás que te perjudica lo externo, no serás favorable a todos, no pondrás la mente sólo en actuar con justicia.

4.38 Medita en los principios rectores de otros[262], de qué huyen y qué persiguen.

4.39 Tu mal no reside en un principio rector ajeno, tampoco en una modificación o alteración de lo que te rodea. (2) ¿Dónde, entonces? Donde se encuentre tu suposición sobre los males. Que no se produzca esa suposición y todo está bien. (3) Incluso si lo que le es más cercano, el cuerpo, se corta, se quema, supura todo él, se gangrena, a pesar de ello que se mantenga tranquila la parte que hace suposiciones sobre eso, esto es, que no juzgue que algo es malo ni bueno de lo que por igual le puede acontecer al hombre malo y al bueno. (4) Porque lo que acontece por igual al que vive contra la naturaleza como al que según la naturaleza, eso no es ni contra ni según la naturaleza.

4.40 Sin interrupción hay que reflexionar en que el universo es como un único animal con una única substancia y una única alma, también en cómo todo desemboca en la sensibilidad única de ese animal, cómo todo lo hace por un único impulso, cómo todo es concausa de todos los sucesos y cuál es su entrelazamiento y entretejimiento.

4.41 Eres un alma diminuta que lleva un cadáver, como decía Epicteto[263].

4.42 Nada es malo para lo que nace por transformación como tampoco nada es bueno para lo que subsiste por transformación.

4.43 El tiempo es como un río de sucesos y un flujo violento. En cuanto algo se ve, ya ha pasado de largo y otra cosa distinta es la que pasa, que también pasará[264].

4.44 Todo suceso es tan cotidiano y conocido como la rosa en la primavera o la fruta en el verano[265]. Tal es la enfermedad, la muerte, la injuria, la maquinación y todas las cosas que alegran o entristecen a los estúpidos.

4.45 Lo posterior sucede siempre con afinidad tras lo precedente. Porque no es una especie de listado numerado de cosas independientes en el que sólo quepa la necesidad, además existe una concatenación llena de juicio. Igual que están entrelazados armoniosamente los seres, así los sucesos no evidencian una sucesión sin más, sino una afinidad admirable.

4.46 Acuérdate siempre de Heráclito, de que «la muerte de la tierra produce agua, que la muerte del agua produce aire, que la del aire produce fuego y así sucesivamente»[266]. (2) Acuérdate[267] también del que «olvida adonde lleva su camino» (3) y de que «en lo que coinciden continuamente, en la razón que gobierna el universo, en eso es en lo que más difieren» y «aquello con lo que se encuentran cada día, eso es lo que les parece extraño». También de que «no hay que actuar ni hablar como si estuviéramos dormidos, (4) porque incluso entonces parece que hacemos y hablamos». (5) También de que no hay que ser «como hijos de sus padres», esto es, estrictamente según «lo que hemos recibido».

4.47 Igual que si te dijera algún dios «morirás mañana o en cualquier caso dentro de dos días[268]», no harías gran diferencia si en dos días o mañana, así también no consideres que tiene importancia llegar hasta un año alejadísimo o hasta mañana.

4.48 Hay que reflexionar continuamente en cuántos médicos han muerto tras haber fruncido el entrecejo muchas veces por sus enfermos[269], cuántos astrólogos tras haber predicho la muerte ajena como una gran noticia, cuántos pensadores tras hacer miles de proclamaciones encendidas sobre la muerte y la inmortalidad, cuántos caudillos tras haber matado a muchos, cuántos tiranos que como si fueran inmortales habían usado de su poderío sobre las almas con terrible arrogancia, cuántas ciudades completas, por decirlo así, han muerto, como Hélice[270], Pompeya, Herculano[271] y otras muchas incontables. (2) Acércate también a todos los que conoces que han muerto uno después de otro, a éste tras enterrar a ése se le dio sepultura y a aquél tras enterrar a aquel otro, todo eso en poco tiempo. (3) En resumen, hay que ver siempre lo humano como flor de un día e inconsistente, ayer era una mucosidad, mañana será momia y cenizas. (4) Ese instante de tiempo hay que recorrerlo según la naturaleza y disolverse con ánimo favorable, como caería la aceituna tras haber madurado, dando vivas a la que la[272] produjo y reconociendo los favores al árbol que la hizo crecer.

4.49 Sé igual al promontorio contra el que sin interrupción baten las olas. El permanece quieto mientras que en su derredor sucumben las aguas que bullen. (2) «Soy desgraciado porque me ocurrió eso a mí». Bien al contrario[273]: «Soy afortunado porque, a pesar de haberme ocurrido eso, permanezco sin pena y no me rompo por el presente ni temo el porvenir». (3) Porque tal cosa podría haberle sucedido a cualquiera, sin embargo cualquiera no hubiera permanecido sin pena por ello. ¿Por qué, entonces, aquello es mayor desgracia que esta buena fortuna? (4) ¿Consideras, en resumen, que es desgracia del hombre lo que no es desacierto de la naturaleza humana? ¿A ti te parece que es desacierto de la naturaleza humana lo que no va contra el propósito de su naturaleza? Entonces, ¿qué? Has aprendido su propósito. Ningún suceso te impide ser justo, tener grandeza de ánimo, ser prudente, tener cabeza, no precipitarse, no ser engañoso, tener vergüenza, ser libre y las demás cualidades que si están presentes hacen que la naturaleza obtenga lo que le es propio. Acuérdate en adelante ante cualquier circunstancia que te provoque pena de usar esta máxima, que eso no es desgracia y que por el contrario soportarlo con nobleza es buena fortuna.

4.50 Existe un remedio vulgar, aunque eficaz, de cara a despreciar la muerte: rememorar a los que se empeñaron en vivir hasta ser pegajosos. (2) ¿Qué adelantaron respecto a los que murieron prematuramente? (3) De cualquier forma de alguna manera yacen muertos en algún lugar Cediciano[274], Fabio[275], Juliano[276], Lépido[277] o algún otro igual, ellos enterraron a muchos, después fueron enterrados. En una palabra el intervalo es pequeño y hay que sobrellevarlo con cuántos trabajos, con qué compañías y en qué cuerpecillo. (4) Por tanto, que no sea un problema. En efecto, mira hacia atrás lo dilatado del tiempo y hacia delante también hay otra infinitud. Ante eso ¿qué diferencia hay entre el que vive tres días y Néstor tres veces viejo?[278]

4.51 Corre siempre por el camino corto, corto es vivir según la naturaleza. Por tanto, habla y actúa en todo según lo que sea más sano. (2) Ese planteamiento te libera de golpes, de vacilación, de preocupación y afectación.