Aurora
A que parece el final perfecto? Un final de los de «… y fueron felices y comieron perdices», que son los que a mí me gustan.
Grania y Matt están unidos, tienen una nueva vida por delante y seguridad económica para el resto de sus días. Y yo vivo con ellos y estoy en vías de cumplir mi sueño de convertirme en una gran bailarina, impulsada por la seguridad que emana del seno de una familia que me quiere, como siempre había anhelado.
¿Podría ser más perfecto?
¡Ah, ya! ¿Estás pensando en que Matt y Grania tengan un bebé que sea mi hermanito o mi hermanita?
Eso también ocurrirá, al cabo de un año.
Me planteo si debería dar por terminada la historia aquí en lugar de destrozar el final feliz.
Pero entonces no sería el final de mi historia.
Confieso que puede que te sientas engañado.
En realidad no soy ninguna anciana, aunque físicamente me siento como si lo fuera.
Parece que tenga por lo menos cien años.
Pero, a diferencia de la Aurora del cuento, cuando yo duerma durante cien años (por toda la eternidad, de hecho) no vendrá ningún príncipe azul a despertarme.
Al menos en este mundo.
Querido lector, no pretendo entristecerte. Más valen dieciséis años bien vividos que ninguno.
¿Podrás perdonarme si crees que a lo largo del relato he descrito a los personajes desde un punto de vista demasiado romántico e ingenuo? Tengo dieciséis años y soy demasiado joven para que ningún desengaño amoroso empañe mi visión.
La cuestión es que voy a morir pronto y ya no tendré tiempo de sufrir desengaño alguno. Por eso aún creo en la magia del amor. Creo que en la vida de todos, como en los cuentos de hadas (que escribimos los humanos basándonos en nuestras propias experiencias), siempre hay un héroe y una heroína, un hada madrina y una bruja malvada.
Y el amor, la bondad, la fe y la esperanza siempre salen victoriosos.
Claro que incluso la bruja malvada es heroína en su propia historia, eso también lo he pensado. Simplemente se trata de otro punto de vista.
Todo tiene su parte positiva si se sabe buscar. Mi enfermedad me ha permitido escribir la historia de mi familia. Esta narración ha sido mi amiga y compañera en momentos difíciles y dolorosos. Y también me ha permitido aprender cosas de la vida. Ha sido una especie de curso intensivo para aprovechar el tiempo que me ha sido concedido aquí.
A Grania y a Matt (o sea, mi madre y mi padre en esta vida) les cuesta mucho más que a mí aceptar lo inevitable. Yo estoy tranquila porque me siento afortunada. Sé que cuando baje el último telón no me quedaré sola. Los brazos amorosos de dos seres estarán esperándome.
Espíritus, fantasmas, ángeles… Llámalos como quieras, lector. La cuestión es que sí que existen. Yo llevo toda la vida viéndolos, pero he aprendido a no explicarlo.
Y si eres de los cínicos, recuerda que la no existencia tampoco puede demostrarse.
Yo he elegido creer. En mi opinión, es la mejor opción con diferencia.
Tal como he dicho al principio, no he escrito esto con la intención de que se publique.
Mis padres me han visto llenar folios y me han preguntado sobre qué escribía, pero no he querido desvelarlo. La historia será mía hasta el final (o el principio), que siento que está muy cerca.
Así, querido lector, casi he terminado.
No te preocupes por mí ni te entristezcas. Lo que me espera no es más que la siguiente etapa de mi viaje, y me siento feliz al emprenderla. ¿Quién sabe cuántas cosas mágicas descubriré al otro lado del telón?
Por favor, guarda, si te parece, un pequeño rincón de tu memoria para mi familia y yo. Nuestra historia es también la tuya, porque habla de humanidad.
Y, por encima de todo, no dejes nunca de creer en la belleza y la bondad inherentes a la naturaleza humana.
Siempre están presentes, solo que a veces es preciso hacer un pequeño esfuerzo para verlas.
Ha llegado el momento de decir adiós.