Capítulo 15 Irán
—Debo ser realmente un imbécil para dejarla ir otra vez.
Jessi me quita la botella de la mano y la pone en la barra.
—Yo creo más bien que hiciste lo correcto, si la hubieras aceptado sin que esté segura entonces los dos estarían perdiendo el tiempo. No te pongas así, Irán.
Bebo un poco más, siento que los ojos se me cierran de golpe y estoy muy mareado.
—Nunca había sentido esto, me siento como un estúpido.
—A eso mi querido amigo se le llama amor, no te preocupes. Eres un gran hombre, cualquiera quisiera tenerte y sé que ella no es la excepción.
—Todas menos la que quiero. Amo a Miranda y ella ama a Max.
—¿Max?
Me recargo en los codos para no caer, se me va a soltar la lengua pero supongo que no tengo nada que perder.
—¿Te acuerdas de la mujer de la que todos hablaban, la que tu hermana, Ariana y todos odiaban porque Max amaba? Es ella.
Me empiezo a reír por la cara que pone.
—¿Estás enamorado de la misma mujer que mi sobrino? Ahora lo recuerdo, sabía que la había visto de algún lado. Es la misma mujer con la que Max fue al evento en Francia.
—Sip, es la misma.
—¿Y cómo fue? ¿Max lo sabe?
—No, y no creo que sea bueno que se entere.
—Yo tampoco.
Suspira y mira hacia todos lados, se levanta y se pone a mi lado. Me agarra del brazo y lo rodea en su cuello.
—Vamos a la cama, ya estás muy mal.
—Quiero verla, necesito escuchar su linda voz, ver su carita tan tierna.
Me lleva a la habitación y me acuesta en la cama, lo último que recuerdo es que susurra algunas palabras y sale de mi cuarto.
Miranda
Busco como loca mi bolsa, hoy es el día del evento en donde cocinaré. Estoy muy emocionada y nerviosa, deseo tanto que llegue la hora.
—¿En dónde estás maldito bolso?
—¿Buscas esto?
Antonio lo tiene, está parado en la puerta de su habitación con una enorme sonrisa. Voy hacia él y la agarro, le doy un abrazo y su beso de buen día.
—Gracias.
—Sigues siendo tan desordenada como siempre. —Supongo que hay cosas que no cambian.
—Hoy es el gran día.
Sonrío y asiento.
—Estoy muy nerviosa.
—Eres la mejor, no tienes por qué estarlo, lo lograrás.
—Gracias.
Salgo de casa y manejo el coche de Hanna, en el camino me prometo a mí misma que cuando el evento termine voy a buscar a Irán, ya fue mucho perder el tiempo y ya no tengo dudas, es él con quien por ahora quiero estar.
No quiero pensar en el mañana, ya no.Llego al salón las Margaritas en donde va a ser el evento, agarro mi maleta y salgo del coche. En la entrada me encuentro con Jessi, me abraza más de la cuenta lo cual me sorprende, seguramente es la emoción del día.
—¿Estás lista?
—Sí, y muy ansiosa por empezar.
—Vamos a la cocina.
Me toma del brazo y entramos a la cocina, mis ojos brillan y me emociono al ver lo grande que es y todos los utensilios de cocina que hay: cucharas, cuchillos, sartenes, platos de todos los tamaños.
—Esto es un sueño.Ella sonríe y me agarra de los hombros, los demás chefs que van a colaborar empiezan a llegar igual de emocionados que yo. Jessi nos deja en nuestro lugar de trabajo para prepararse para su evento. Hay una chica llamada Catalina que empieza a hacerme plática y no quiero ser grosera pero decido que es el momento de comenzar a trabajar.
—De acuerdo, vamos a comenzar. Rossana, Erik y Frank se van a encargar de la entrada; cerdo en salsa de manzana. De la pechuga de pollo cordon bleu nos vamos a encargar Brenda, Rebecca y yo. Las guarniciones son para Fidel, Andrés y Álvaro; Zanahoria caramelizada en miel de naranja. Y el postre Raúl, Hilda y Bryan. Vamos a hacer esto a lo grande chicos, tiene que salir perfecto.
—Lo haremos Miri —dice Ross.Comenzamos a trabajar cada quien es su área, me siento como en un sueño. Recuerdo que cuando era pequeña cocinaba con mi abuela y soñaba con la toma área simulando un programa de televisión. Aquí no hay toma aérea pero hay tantos utensilios que seguro no me alcanzaría la vida para utilizarlos todos.
Bryan pone música y todos nos alegramos, yo muevo mi desaparecida cintura de un lado a otro al ritmo de una canción de un cantante español muy famoso aquí.Estoy muy emocionada y muy contenta, las ansias me comen al pensar en Irán y en lo que le voy a decir, en estos días anoté mi discurso y lo he ensayado frente al espejo, Antonio dice que cada día estoy más loca y yo siento que es por él, es esta necesidad mía de tenerlo junto a mí el que hace que me comporte de una manera diferente. Hora y media más tarde todo está casi listo, el evento está a punto de culminar y es cuestión de minutos para que los meseros vengan.
—Hola chicos ¿todo en orden? —. Jessi camina hacia mí y me agarra de los hombros, sonrío y sigo preparando el aderezo con vinagre blanco y pimienta roja para la pechuga.
—Todo quedó perfecto, como en las muestras.
—Ya lo sabía, sabía que así sería. Miri ¿puedes venir un momento conmigo? Alguien quiere verte.
—Claro.
Le encargo lo que estaba haciendo a Brenda y sigo a Jessi hasta el pasillo, se detiene y gira para quedar frente a mí.
—¿Qué pasa?
—Ha sido un placer trabajar contigo, eres una mujer maravillosa y me encantaría que nos siguiéramos viendo.
Trago y sonrío nerviosa, por mi mente pasa una estupidez pero luego toma mis manos y sus ojos le brillan.
—Err… sí, claro.
—Eso espero.
—¿Quién quería verme?
—Yo.
Irán abre la puerta y se pone tras de Jessi, Dios, se ve tan guapo. Trae un traje negro con corbata y camisa blanca, su cabello peinado hacia atrás y… su leve sonrisa que me mata.
—Irán…
—Los dejo solos.
Espero a que ella cruce la puerta para volver a poner los ojos en Irán.
—¿Qué haces aquí?
—Resulta que soy invitado.
—Oh.
Soy tan tonta que he olvidado que ellos son amigos y que posiblemente él estaría aquí. Saca de la bolsa de su saco una pequeña caja negra y la mira.
—Solo vine a traerte esto, sigo en plan de respetarte hasta que tomes una decisión.
Me da la cajita y la cojo, la quiero guardar pero me detiene tomando mi mano.
—¿No la vas a abrir?
—De acuerdo.
No es como que quiero ver aquí dentro un anillo de matrimonio, es más, si eso fuera saldría corriendo de aquí. La abro muy despacito, en ella hay una cadenita de plata con un pequeño ángel.
—Es para que te cuide siempre y te de mucha suerte hoy.
—Me encanta, es preciosa ¿me la pones?
Asiente y se pone tras de mí, agarro mi cabello y lo hago a un lado, mientras la coloca en mi cuello roza sus dedos en él y cierro los ojos.
—Ahora tienes un ángel —susurra en mi oído.
Giro sobre mis pies y me sostengo de sus hombros.
—Lo tengo desde que apareciste, tú eres mi ángel guardián. Irán… ya tomé una decisión.
—Te escucho.
—Aquí no… te invito a cenar mañana ¿te parece?
—Me parece perfecto pero… ¿es buena o mala tu decisión?
Lo tomo por sorpresa al llevar la iniciativa de besarlo, no puedo esperar más.
Toco su rostro y él mi espalda, me lleva hacia la pared y junta su cuerpo mucho más a mí, es tanto su acercamiento que comienzo a sentir su erección, me desea… Irán me desea y yo a él porque mi vagina palpita. Sin embargo soy yo la que se separa primero, estoy trabajando y no está bien. Jadea en mis labios y sonríe.
—Espero que eso te dé una idea.
—Soy el hombre más feliz del puto planeta.
* * *
Me tomo un respiro y me siento, me duele horrible los pies y están hinchados, en este momento quisiera estar en mi casa, acostada en mi cama con mis pantuflas de León puestas.
Pongo una silla en frente y subo mis pies, cierro los ojos unos segundos, esta ha sido la mejor experiencia de mi vida y a pesar del cansancio no me arrepiento de haberlo hecho. Me cambio el uniforme por mi ropa de diario y agarro mi bolsa, me despido de todos esperando que no sea la primera y última vez que nos vemos.
—¡Miri, ven aquí! —me grita Jessi, está con un grupo de gente.
Me acerco y disimulo mi cansancio, espero que lo esté logrando.
—Es ella la creadora de tan exquisita delicia —me sonrojo y bajo la mirada—. Él es el señor Alejandro Voguel uno de los colaboradores de mi fundación aquí en España.
—Mucho gusto —le estrecho mi mano.
Es rubio, muy elegante y cortés, bueno… también está muy guapo y sus ojos azules son preciosos.
Aprieta levemente mi mano y enseña su perfecta dentadura blanca.
—Mi paladar se lo agradece, me gustaría volver a probar sus platillos, es usted muy buena.
—Gracias, pero no solo yo me llevo el crédito, también mis compañeros, fuimos un equipo.
Veo a Irán, se aproxima hacia nosotros con la mandíbula apretada, se pone a mi lado pero no me toca, algo dentro de mí me pedía a gritos que me tocara, que me acercara a él y que toda la gente presente se enterara que soy de él pero lo noto diferente. Muy ansioso y no deja de ver mal a Alejandro.
Está celoso. Sonrío y me despido muy cortés, Jessi vuelve a insinuarme cosas y salgo corriendo del salón, Irán viene tras de mí y me agarra del brazo.
—Te llevo a tu casa.
—Gracias pero Antonio vendrá por mí.
Asiente y suspira, me abraza y recargo la mejilla en su hombro.
—Te veo mañana.
—Sí, te espero a las ocho… puntual.
—Ser puntual es lo mío mucho más si se trata de ti.
Sonrío y este es el momento más hermoso porque siento a mi bebé, siento como se mueve dentro de mí y estoy con el hombre que me roba el sueño, no podría pedir nada más, estoy feliz y dichosa. Ya no me importa Max ni nada que tenga que ver con él.
—Quisiera que este momento fuera eterno, como quisiera quedarme contigo así toda la noche —dice y cierro los ojos.
—Yo también…
—Ven conmigo Miranda, vámonos de aquí.
Me alejo para ver sus ojos.
—¿A dónde?
—No lo sé, solo vámonos.
Y estoy a punto de decirle que sí pero Antonio llega en el auto con papá que es el que maneja, los dos se bajan y se acercan a nosotros. Papá saluda a Irán y como Antonio todavía no lo conoce se lo presento, mi hermano es amable y le sonríe, hablan como si se conocieran de toda la vida.
—Miranda es la mejor, sin haber probado lo que cocinaba me atreví a recomendarla y no defraudó a nadie. Debe ser un orgullo tener una hija como ella.
—Gracias doctor, y lo es, Miranda es nuestro pequeño orgullo.
Irán habla de mí como si de verdad me admirara, cada vez estoy más convencida de que mi decisión ha sido la correcta. Luego de su charla se adelantan al auto, me quedo con Irán porque quiero despedirme.
—Entonces nos vemos mañana, puntual.
—Estaré contando las horas para volver a verte.
Da un paso y me besa la mejilla, deja ahí sus labios varios segundos y regreso al auto. Mi padre habla de la buena espina que le da Irán, incluso me pregunta si ya he tomado una decisión, no le respondo solo sonrío y me ve por el espejo retrovisor.
Maximiliano
Conozco este lugar como a la palma de mi mano, aquí era donde conseguíamos putas Irán y yo, en aquellos tiempos cuando éramos jóvenes y nos valía todo… cuando éramos amigos.
Vienen muchos recuerdos a mi mente que rápido quiero borrar, detengo el auto frente a una morena con falda y top negro, bajo la ventana y le hago señal de que entre a una morena muy rica. Antes de que me empiece a dar el discurso de cuánto cobra me adelanto a hablar.
—Necesito tus servicios pero no para mí, es un trabajo especial.
—Siempre y cuando me pagues cariño yo hago cualquier cosa.
Sonrío y manejo hacia el hotel en donde ya tengo designada la habitación para comenzar mi venganza.
Irán
Puedo sentirme el hombre más feliz y dichoso cuando pienso en el momento que viví ayer con Miranda, pero con una sola llamada eso termina y todo mi estrés regresa.
Ingrid empieza a llorar del otro lado de la línea.
—No te importo ni yo ni tus hijos, no sé cómo fui a proponer esta locura si en el fondo sabía que no iba a funcionar, que tú no pondrías de tu parte.
—Mis hijos me importan, Ingrid este es un maldito cuento de nunca acabar ¿sabes? tengo un día muy pesado así que luego nos hablamos, cuando tengas ganas de hablar y no estarme reprochando como toda la puta vida.
Cuelgo y dejo el teléfono en la barra, aspiro unas cuantas veces para calmarme. Me enoja pensar que nuestra relación siempre será así y que tendremos no solo uno, sino dos hijos.
Pero no voy a echarle la culpa a la vida de mis decisiones, enciendo el portátil e inicio la video llamada con mi asesor de tesis que me vuelve a regresar mi trabajo, ya es la segunda vez pero no voy a darme por vencido ni hoy ni nunca, lo seguiré modificando.
Mientras tanto hoy solo quiero pensar en una sola persona: Miranda. Tan solo con pensar en ella sonrío, es automático. Alegra mis días con tan solo saber que está en este mundo.
Aunque me sigo sintiendo mal al pensar en Max, no olvido todo las experiencias que vivimos juntos y lo sigo considerando mi amigo, y sí me siento como un traidor pero… de verdad no puedo contra lo que siento, no quiero confiarme y después de esta noche hablaré con él y le diré lo que está pasando, no quiero esconderle nada. Al sonar el timbre voy a abrir la puerta, detrás de ella está Jessi con su sonrisa. Me abraza y la invito a pasar.
—Regreso a Nueva York y vengo a despedirme.
—¿Tan pronto?
—Sí, tengo tantas cosas que hacer.
—Que tengas un buen viaje.
—Gracias —toma mis manos y suspira—. ¿Has hablado con Max?
Me pongo serio y niego.
—He estado llamando pero no responde a mis llamadas.
—Mi sobrino es un cabezota, lo sabemos, pero sigue intentando. Será mejor que le digas lo que sientes por Miranda antes de que pase más tiempo.
—Lo sé, estoy consciente de eso y créeme que lo que más quiero es hablar con él, Miranda quiere estar conmigo y yo con ella… siempre he pensado en los demás antes que en mi y ya no quiero seguir así, quiero ser feliz.
—Y te lo mereces, te quiero hacer una pregunta y quiero que me contestes lo más sincero posible.
Su tono de voz cambia, siento que va a darme en donde me duele y no me equivoco.
—¿Crees que Miranda aun lo ama? Y si es asi ¿crees de verdad que puedes iniciar una relación con ella? No tengo nada en contra de su relación ni tampoco quiero ponerme de lado de mi sobrino, pero lo que me contó que vivieron fue muy intenso, siento que eso no se olvida de la noche a la mañana. Claro, durante este tiempo en el que me alejé de Miranda no hubo día o noche que no pensara en eso.
Nos sentamos en el sofá grande y me sincero con ella.
—Estoy consciente de eso, y me alejé por lo mismo pero es ella la que está pidiendo estar conmigo. Hoy en la noche vamos a hablar y en lo único que puedo pensar es que si ella lo quiere es porque así es, no hay más. No quiero pensar en que soy solo una opción para ella.
—Pero lo piensas.
Jessi y su forma de siempre llegar al punto.
—Si está en mis manos hacerla feliz, lo haré porque eso me hará feliz a mí.
—Que seas feliz es lo que más deseo.
Me conmueven mucho sus palabras, recuerdo cuando éramos sólo unos adolescentes y ella siempre nos defendía y solapaba nuestras tonterías, ha pasado el tiempo y conmigo sigue siendo igual. Es como una hermana para mí. Se despide de mí, es sólo por un lapso corto porque tengo que regresar también a Nueva York, quiera o no allá está mi vida pero mi razón vive aquí en Madrid.
Quisiera tener el poder de acelerar el tiempo para estar con ella, y ya en sus brazos poder detenerlo.
Miranda
Ya no sé qué hacer para matar el tiempo. Ya fui al súper, ya cociné la cena, ya tengo la ropa que me voy a poner y mi discurso está ensayado.
Antonio se burla de mí, le lanzo el cojín del sillón y me lo regresa en la cara.
—Ya tienes todo listo, deja de caminar de aquí para allá como loca.
—Estoy muy nerviosa ¿y si no viene?
—Sería un completo idiota.
Mamá está en la cocina y desde allí se une a la plática.
—Si me hubieras dejado que le pusiera de esas yerbas que te conté…
—¡Mamá!
—Tranquila es broma.
Ella y sus locuras, me levanto para alistarme. Me pongo un vestido negro floreado, me maquillo un poco y hago algunos rulos en mi cabello usando las tenacillas. No quiero verme muy exagerada, ni tampoco tan sencilla.¡Que lío es ser mujer!
Miro el reloj, ya casi van a dar las ocho y ellos siguen aquí. Antonio se queda boquiabierto cuando salgo de la habitación y mi mamá corre a abrazarme.
—Estás preciosa hija.
—Miri… pareces una princesa.
—Gracias, pero si me siguen alagando Irán va a llegar y no quiero que estén aquí, y no quiero que piensen que los estoy corriendo pero… ya váyanse.
Antonio se ríe y me besa la frente, prácticamente los saco a la fuerza del departamento y al cerrar la puerta bufo. Acomodo la mesa, apago las luces y enciendo las dos velas rojas en el centro. Yo no puedo tomar obviamente, pero eso no quita que pueda engalanar mi mesa con una botella de buen vino.
Vuelvo a ver el reloj 7:58Ya no tarda, siento mariposas en el estómago y suspiro muchas veces. Mi aclamado tic nervioso se hace presente y empiezo a mover mi pierna, no dejo de mirar la puerta, quiero hacer algo que me distraiga y precisamente me distraigo al pensar que pasaría si él no llegara.
—No, él no me dejaría plantada.El reloj de la cocina marca las 8:00, me levanto de la silla y voy al baño. Con el embarazo soy una gigante máquina de hacer pis, una vez soltados mis nervios regreso a mi lugar… y el timbre suena. Me llevo las manos a la cara y no oculto mi emoción, abro rápido la puerta.
Mi chico trae con él un ramo gigante de rosas rojas y… a la mierda, se ve guapísimo. —Hola… —dice y sonríe.
—Hola, pasa.
—Son para ti —me da el ramo de rosas y me sonrojo. Las dejo en la barra, me abre la silla como todo buen caballero.
—Estas hermosa.
—Gracias, tú también te ves guapísimo.
Parecemos unos adolescentes en su primera cita, hablamos de tonterías y en ocasiones no sabemos ni qué decir, me alaga diciendo que la cena está deliciosa.
—¿Sabes? Mi madre me dijo un día que nunca dejara que una chica me cocinara antes de casarme.
—¿Por qué?
—Dice que al hombre se le conquista por el paladar, estoy seguro que en cuanto te conozca cambiará de opinión con tal de que le pases recetas de cocina, a ella también le gusta.
—¿En serio? Eso es genial ¿de donde es ella?
—Mis padres son de Brasil, yo nací ahí pero me fui muy joven para cumplir mis sueños.
—Ya veo.
Guardamos silencio y es incómodo, se me va el apetito y es remplazado por muchos nervios.
—A que no adivinas lo que te compré.
—¿A mí? No lo sé ¿Qué es?
Entro rápido a mi cuarto y busco en el cajón de la mesita de noche el disco de Adele, lo pongo en el reproductor y regreso a la mesa.
—Pase por una tienda de discos y lo vi y… me acordé de ti. —¿En serio? Que gran detalle.
Se levanta y toma mi mano, me lleva hacia el centro de la sala y empieza a dar pasos de baile muy raros que me hacen reír, me agarra ambas manos y me da media vuelta. Bailamos Remedy y Adele adorna con su voz este momento. Hay un momento en que me siento rara, pone ambas manos en mi abdomen y acaricia con devoción.
—Me encantas —susurra en mi oído.
Vuelve a darme la vuelta para quedar frente a frente, de bailar no sabe nada y en ocasiones me pisa.
—Que mal bailarín eres.
Ríe y me abraza, río y me siento en el piso frente a la mesa del centro.
—Tomaré clases de baile solo para no volverte a pisar.
—¡Por favor!
En el departamento son puras risas y me doy cuenta que desde que estoy con él, o cuando estoy con él sonrío y río como hace mucho no lo hacía.
Ni con Max era así, nuestra relación era más pasional… ¡No! No quiero pensar en Max ahora porque eso sería arruinar esta noche que va de maravilla.
—¿Entonces, que decidiste?
Ha llegado el momento de ser sinceros, suelto un largo suspiro y luego río de nervios, me pongo en blanco y todo mi discurso se evapora.
—Yo…
—Solo quiero decir una cosa; Miranda, no quiero estar a la sombra de Max, ni tampoco quiero que estés conmigo porque soy tu única opción o tu modo de escape, te pedí que fueras sincera contigo misma y me buscaras cuando estuvieras segura.
—Y lo estoy, lo que viví con Max nunca lo voy a olvidar lamentablemente, pero repito que eres tú con quien quiero estar. No eres mi única opción ni mi escape, eres mi elección. Me haces sentir especial, haces que la Miranda de antes regrese, me haces sentir en casa. Me acerco más a él y tomo su rostro en mis manos, cierra los ojos y me siento niña al visualizar todo si rostro, cada rasgo, cada arruga, cada lunar.
—Te quiero y no estoy dispuesto a dejarte ir, quiero que seas mía y una vez que lo seas no pienso compartirte con nadie, nadie en su sano juicio lo haría.
Me saca una sonrisa, su voz está ronca y escucharlo así me excita. Abro mis piernas y las pongo detrás de su cintura, me agarra con ternura, con miedo, con deseo, no sé exactamente. Nos besamos lentamente, no como ayer fuera de la cocina, simplemente tocamos nuestros labios tiernamente.
Se acomoda para que quede completamente sentada a horcajadas sobre él, toca mis piernas y con las yemas de los dedos las va acariciando y subiendome el vestido.
Siento los latidos de mi corazón, está muy acelerado y siento que se sale de mi pecho. Él empieza a jadear cuando meto la lengua en su boca y comienza a volverse loco, diferente, amante.
Me quita el vestido por los hombros, debo decir que me da pena en el estado en el que estoy, nunca he tenido un cuerpo espectacular pero ahora me avergüenzo un poco de mi gordura.
Con cuidado me acuesta en el suelo, desabotono su camisa, de mis labios baja al cuello, lame y muerde, toca mis pechos y me quejo. Con el embarazo me duelen el doble, pero en este momento lo puedo soportar con tal de que no se detenga.
En ningún momento me deja de ver a los ojos y eso me excita demasiado, es cuando toca mi barriga que me pongo tensa, lleva sus labios ahí y da pequeños besos, la mejor parte de todo esto es que está aceptando mi embarazo a pesar… de todo.
Y es ahí en donde me doy cuenta de lo importante que soy para él, soy tan feliz.Quedamos al desnudo los dos tirados en la alfombra de la sala de estar, besa todo mi cuerpo de una manera diferente, como si no hubiera un mañana, incluso susurra palabras que no logro entender, arqueo la espalda cuando llega a mi vagina y siento su lengua.
Doy un pequeño salto pero no se detiene, comienza a moverla justo en mi clítoris de un lado a otro, se nota su experiencia y espero no cagarla.Lo agarro del cabello y tiro de él un poco, podría explotar el mundo allá afuera y aun así no permitiría que se detuviera, toca mis pechos y juega con los pezones, se siente tan rico que no tardo en venirme y él lo sabe.
Miro hacia el techo y trato de nivelar mi respiración. Se tira a mi lado y me abraza por detrás, besa mi hombro y comienza a dejar besos hasta mi cuello, vuelve a tocar mi barriga pero esta vez va más abajo.
Mete los dedos en mi vagina, me estremezco y giro un poco la cabeza para besarlo, meto la lengua y encuentro la suya, nuestro beso se torna intenso, tanto que saca sus dedos y sin previo aviso me penetra, doy otro salto y cierro los ojos.
—Eres mi sueño —susurra—. Estoy loco por ti.
—No te detengas…
Se empieza a mover dentro de mí, la música sigue su curso y adorna un poco el momento morboso y al mismo tiempo lindo que estamos teniendo. Lindo porque es nuestra primera vez juntos, y hacerlo en el suelo de mi sala nunca fue mi plan ni me pasó por la cabeza que pasaría, menos con mi ex psiquiatra. Lo que pasa es maravilloso, dentro de mí las mariposas no dejan de flotar, cada movimiento que hace, cada palabra, su aliento, cada detalle hace que lo deseé más. No imaginé cuando lo vi por primera vez que estaríamos así, ni que me salvaría la vida.
Mi ángel guardián, gracias dios por ponerlo en mi camino.
Sus movimientos son bruscos y tiernos al mismo tiempo, sus muslos golpean con los míos y la sala se convierte en un lugar lleno de jadeos, caricias, sudor y gemidos.
Siento que no aguantaré más, trato de reprimir el orgasmo porque quiero que este momento dure más, quiero ser de él un poco más.
Me agarra de la mandíbula y aprieta levemente, no puedo cuando es más rudo en cuanto a sus envestidas y me corro, él sigue moviéndose y cuando se viene empieza a besar mi espalda y nuca, luego se queda quieto y sonríe con sus labios pegados en mi cabeza.
Sonrío como una tonta, no tengo ningún remordimiento en haber estado con el mejor amigo del padre de mi hija, hace tanto que no me sentía feliz y siento que merezco un poco de tranquilidad y alegría después de todo lo que he vivido.
Irán sigue besando mi espalda y con sus manos palpa mi cuerpo, no voy a mentir al decir que lo amo, siento un tremendo cariño por él pero estoy segura que en poco tiempo terminaré amándolo ¿Cómo no enamorarme de un hombre como Irán? Es tan atento, desde el primer momento estuvo decidido en ayudarme y no me ha fallado, lo quiero tanto.
—Debería irme.
Me doy vuelta para verlo y acaricio su rostro, todo ha cambiado. Su forma de verme, de tocarme… no sé cómo explicarlo pero siento más cerca de él… literal.
—Quédate.
—No creo que a tu hermano le parezca simpático vernos aquí como estamos.
—Irán Da Silva ¿podrías dejar de hacer lo correcto por lo menos una vez? —se ríe y besa mi frente—. Él no va a llegar hoy, parece que al fin le hará caso a Hanna, no lo sé.
—Mi alma, desde que te conocí se me ha hecho muy difícil hacer lo correcto.
—¿Me estas tratando de decir que por mi culpa no haces las cosas bien?
—Sí, desestabilizaste mi vida de una forma tan bonita.
Guarda un mechón de cabello atrás de mi oreja y acaricia mi mandíbula.
—Eres lo que siempre quise tener, en ti tengo todo y quiero ser feliz… y hacerte feliz.
—Despertar a tu lado significaría ser feliz.
Nos levantamos del suelo y nos vestimos, recogemos un poco lo que quedó de la cena y nos vamos a la cama, es un poco incómodo porque en mi pequeña cama a penas y cabemos mi hija y yo, pero estando aquí los tres me siento dichosa y mejor porque así lo tengo mas pegado a mí. Me recargo en su pecho y siento como mi hija se mueve dentro de mi como una gusana, mi pequeña gusana. Irán junta sus manos con las mías para sentirla conmigo.
—¿Has pensado en algún nombre? —pregunta.
—Antonio dice que le ponga Antonia —se ríe—, mi madre quiere que le ponga Taylor —rodeo los ojos—, y papá dice que el nombre que yo escoja está bien.
—¿Y qué has decidido?
—No lo sé, Antonia suena muy fuerte ¿Imaginas cuando esté jugando con sus amigos y tenga que gritarle para que venga a comer? ¡Antonia! Sus amiguitos pensarán que la voy asesinar. Suelta una fuerte carcajada, me encanta verlo así.
—¿Y Taylor?
—Mmm podría ser, no me convence del todo ¿a ti que nombre te gusta? Que no sea el nombre de alguna ex novia.
—Tu nombre es muy bonito.
—Definitivamente no.
—Bien, a mí me gusta… Lía, Nova, Janis.
—Al menos son nombres más bonitos ¿Cuál de esos te gusta más?
—Janis.
Me gusta, lo voy a considerar.
Luego de sentir a mi gusana intentamos acomodarnos mejor pero es imposible, así que armamos el sofá cama y ahí pasamos nuestra primera noche juntos.