Capítulo 6 Miranda
Xenia, la enfermera encargada de cuidar a Antonio me platica sobre su vida amorosa mientras yo no dejo de ver a mi hermano, confieso que ella me hace reír un poco, es muy ocurrente y me agrada.
—Tal vez cuando tu hermano despierte quiera intentarlo conmigo, he aprendido a tomarle cariño.
—No lo sé, no descarto la posibilidad. Cuando despierte lo amarás, mi hermano es el hombre es el hombre más bueno del mundo. Lo extraño demasiado.
Rodea la cama y me abraza.
—Ya no tarda en despertar, ya lo veras. Nuestro amor no puede esperar más.
Río y niego con la cabeza, papá entra porque ha decidido quedarse con Antonio. No he dejado que nadie más se quede, solo yo. Pero esta vez ha sido tan insistente que ya no pude decir que no, lo peor es que no quiero ir a casa, no quiero estar ahí sola.
—Ve a casa, tu madre te está esperando.
—Tengo que enfrentar esta situación. Iré al departamento y me quedaré ahí, es mi hogar.
—No quiero que te perturbes más.
—No creo que se pueda más. Tranquilo.
Sonrío y aprieto su hombro. De alguna manera quisiera hacerles ver que estoy bien, pero no puedo porque no lo estoy. Y porque me conocen tan bien que saben que miento cuando digo que lo estoy.
Salgo del hospital y tomo un taxi que me lleva directo a casa, me detengo en la puerta y aspiro fuertemente. No quiero estar aquí, pero tengo que hacerlo, tengo que comenzar a mostrarme fuerte por más difícil que suene. Meto la llave y la hago girar, el sonido que hace produce eco dentro de la casa, está fría y todo ese frio se extiende por todo mi cuerpo.
—Llegué —susurro.Todo es silencio, el control del televisor está en la cabecera del sofá grande, donde nos sentábamos Antonio, Sebastián y yo. Ricardo siempre peleaba el sofá individual, me siento ahí mientras recuerdo cuantas tardes pasamos aquí, mis hombres, era tan feliz. ¿Por qué tuvo que pasar esto?
Si es que existe Dios no entiendo por qué se ha ensañado de esta forma conmigo.
—¿Por qué conmigo?
En la mesa del centro dos botellas de cerveza y la foto de ellos con el trofeo del torneo de futbol del año pasado, sonrío y acaricio el retrato. Lo llevo a mi pecho y lo abrazo a mí fuertemente. En esa foto también está Sergio, sonriendo tan galán como siempre. El vello de mi piel se eriza al recordar aquella tarde, no me resigno a perderlo, lejos de ser mi novio era mi mejor amigo. Nuestra relación cayó en la monotonía, pero si no hubiera insistido en tonterías y me hubiera concentrado en salvar nuestra relación nada de esto estaría pasando. ¿A quién quiero engañar? El hubiera no existe ¿Por qué me cuesta tanto trabajo entenderlo?
Tal vez tienen razón y debo ir con un psiquiatra, pero no él, él no. Tomar terapia con Irán solo hará que recuerde todos los días la traición de Max.
Aunque sonaba sincero, de alguna manera me inspiró confianza, pero no debo fiarme, con Max fue exactamente lo mismo y ahora estoy muerta en mi vida.
—No puedo continuar.
Cierro los ojos un momento, trato de imaginarme en algunos años pero me es imposible, ni siquiera quiero continuar con la escuela, todos mis sueños se han esfumado.
Me levanto del sillón y voy a mi habitación, más recuerdos.
En la mesita de noche está la pulsera que me regaló Maximiliano con nuestras iniciales grabadas. M&M
—Que poco valió tu amor, de verdad te creí.
Me viene a la mente de nuevo esa tarde en que Isabel me dijo todo, y sobre todo lo del dinero.
Voy al escritorio y enciendo mi Laptop, entro a mi cuenta bancaria y de inmediato trabajo en transferir todo el dinero que no es mío a la cuenta de Max, lo que menos quiero de él es su maldito dinero.
Cuando lo termino de hacer suspiro, es una gran
cantidad de dinero y me da más coraje. ¿Cómo pudo pensar que no me
daría cuenta? O tal vez con eso estaba tratando de remediar sus
males y sus remordimientos de conciencia.
—Como sea, quiero toda esta mierda fuera de mi vida.
El tono del correo electrónico me hace fruncir el ceño, abro la bandeja de entrada y casi me voy para atrás cuando veo que es de Max. Dudo en abrirlo, me dan nervios y siento que mi corazón se ha salido por mi boca y se ha echado a correr.
—No, no lo voy a ver.Cierro el computador y me meto a la cama sin siquiera ponerme una pijama, cierro los ojos y me obligo a dormir y no pensar en lo que puede decir ese maldito correo, pero no puedo. Algo dentro de mí quiere ver de qué se trata.
—Me odiaré por esto.
Me levanto y voy directamente al escritorio, abro el portátil y luego el correo.
De:Ferreira
Maximiliano
Para:Miranda Martínez
30de Enero del 201610:57pm
Asunto: Hola
Estimada señorita Martínez:
He recibido la notificación de que ha hecho una transferencia ami
cuenta bancaria y no comprendo el motivo,ese dinero es de usted así
que se lo regreso sin ninguna objeción.
Aprovecho para decirle que me consternó su manera de salir de Nueva
York, estuve días buscándola sin tener ningún resultado,me
agradaría queme respondiera si está bien.
Un beso.
Me quedo viendo hacia la pantalla y leo una y otra vez el correo hasta casi aprenderlo de memoria. Es un estúpido, ¿por qué se comporta como si no hubiera hecho nada malo? Estoy cabreada, mucho. Y no le conviene que le responda un mensaje así, sin embargo lo hago.
Para:FerreiraMaximiliano
De:Miranda Martínez
30de Enero del201611:02pm
Asunto: ¡Idiota!
No quieras tratarme como sino hubieras cometido una idiotez o sufrieras demencia, ese dinero te lo regreso porque te atreviste a mentirme, sé que cada que pagaba la colegiatura tu mandabas ese dinero ami cuenta aun cuando te pedí que no lo hicieras. Eres un mentiroso ¡Toda tu vida es una maldita mentira! ¿Quieres saber cómo salí de Nueva York? Con el corazón destrozado,así que no vengas ahora con que te preocupas por mí, eso que te lo crea tu abuela si aún vive. Y otra cosa ¡Metete ese dinero por el culo y déjame en paz!
Se lo envío, estoy nerviosa, ansiosa y enojada. ¿Quién se cree? Estaba equivocada, Maximiliano es mucho peor de lo que creí.Suspiro otra vez, es indescriptible el cómo me siento, quiero derribar todo lo que esté a mi alrededor. Contesta, y como estoy tan enojada no espero ni un segundo en abrir el mensaje.
De:FerreiraMaximilianoPara:Miranda Martínez
30de Enero del201611:11pm
Asunto: ¡Bájale un poco a tu mal humor! ¿Quieres dejar de escribir malas palabras? Ese dinero es de tus incapacidades cuando faltaste al trabajo por el disparo que recibiste, por sino lo sabias es un dinero que se le da al enfermo por los días que está incapacitado para trabajar,así que deja de insultarme por eso porque no hice más que ser un buen jefe para ti. Y sí, aunque no lo creas me preocupo por ti, más de la cuenta,y me gustaría verte y aclarar lo que viste, pero veo que estas demasiado enojada como para hablarlo así que te dejo. Y para la próxima que quieras insultarme por estupideces primero investiga bien las cosas.
Buenas noches.
¡Hijo de puta! Él es el que hace daño y se enoja, desgraciado. Literalmente no puedo cerrar la boca de la impresión, y sí, me odio por haber seguido su estúpido juego.
—Solo quería la verdad ¿era mucho pedir?
Cierro el portátil y me vuelvo a meter bajo las cobijas, ya ni siquiera sé si lo que dice es verdad. Lo que sí sé es que el ponerme en contacto con él, nuevamente, ha hecho que el odio que sentía se hiciera más grande. Alguien llama a la puerta, me levanto otra vez y voy a abrir.
—Amiga, recién me enteré lo que le ocurrió a tus hermanos, es una pena.
—Hanna, gracias.
Aunque diga que quiero estar sola por dentro agradezco infinitamente que esté aquí, un poco de compañía me hará bien, lo necesito. La invito a pasar y se sienta en el sillón, mira hacia todos lados y sonríe nerviosa.
—Creo que está de más preguntarte como estas.
—Estoy.
Suspiro, no puedo decir cómo me siento, estoy respirando por inercia, porque lo necesito no porque quiero.
—Cuentas conmigo para lo que necesites, fue poco el tiempo que estuvimos juntas pero te tomé mucho cariño, no me gusta saber que estas mal.
—Gracias Hanna, aprecio mucho tu cariño. Pero no hay nada que se pueda hacer, estoy completamente rota.
—No digas eso, todavía hay esperanzas de que tu hermano despierte, tienes que estar bien por tus papás, piensa en lo mal que la están pasando y en lo mal que los ha de tener verte así.
—En lo que más pienso es en ellos, me duele tanto ver a mamá llorar y que se preocupe tanto por mí, pero no quiero preocuparla. Hoy me llevó a ver a un psiquiatra.
—Eso es buenísimo.
—No, el psiquiatra es el mejor amigo de Max.
Bajo la mirada, de nuevo aparece la impotencia de no poder llorar.
—¿Y cuál es el problema? ¿No te está apoyando con todo esto?
Guardo silencio y niego con la cabeza, le explico lo que pasó, todo a detalle. Su rostro cambia a rojo y se levanta de golpe del sillón.
—Pero si es un gilipollas, un hijo de puta. ¿Cómo se le ocurre jugar así contigo? Es un infeliz sin corazón, rata de alcantarilla…
La interrumpe mi pequeña risa, y rio porque es justo como yo me expresé de él.
—Perdón, pero me da coraje.
—Lo sé, imagina yo como estoy. Y ni siquiera sé si podré cargar con un hijo yo sola…
—¿Te dejó embarazada? Es el colmo, joder,
—Tranquila, de cualquier forma tengo planeado deshacerme de él.
—No lo puedo creer, con lo que me contaste de verdad creí que te quería y que iba en serio lo de ustedes.
—Yo también lo creí, me ha dolido tanto su traición, no sé si algún día pueda llegar a amar a alguien como lo amé a él.
—Claro que podrás, dicen que después del primer amor viene el amor verdadero. Es cuestión de ser paciente y esperar a que llegue.
Suspiro y miro hacia el techo, nos quedamos calladas unos segundos hasta que se pone de pie.
—Me voy, ya está oscuro y por mi casa está muy solo y…
—Quédate, Hanna por favor no me dejes sola.
Sonríe y acorta la distancia entre nosotras, toma mi mano fuertemente.
—No estás sola, siempre vas a contar conmigo. Y claro que me quedo haciéndote compañía, pero eso sí, tendrás que cocinarme algo porque lo haces exquisito.
—Gracias, pero te quedo mal porque no creo que haya gran cosa en la alacena.
—Pues es un buen pretexto para ir al supermercado y recibir aire fresco.
De inmediato me niego, no tengo ganas de salir. Entre todo lo que me ha pasado y los estúpidos correos de Max he agotado mis ganas de recibir aire fresco, pero como es Hanna y a ella no se le puede decir que no prácticamente me lleva arrastrando hacia afuera. Al ver su auto estacionado fuera me lleva a recordar nuevamente a Sergio y su carcacha.
—Vamos, sube. Es viejo pero todavía nos puede llevar.Trato de sonreír, pero lo único que hago es una mueca rara. Me subo en el asiento del copiloto y me pongo el cinturón, maneja mientras canta Sugar de Maroon 5 y mueve sus manos de un lado a otro. Sé que está haciendo todo esto para levantar mi ánimo, pero nada puede hacerlo. Miro por la ventana, dejo de escucharla cuando mi mente sigue vagando.
¿Qué diablos haré con mi vida? Estoy esperando un bebé y se supone que debería estar feliz, pero soy muy joven y sin estudios ni trabajo. ¿Cómo mierda lo voy a mantener? No podremos sobrevivir ni cinco minutos, estoy perdida y no quiero traerlo al mundo solo para sufrir.
—Demonios, está lleno —dice cuando llegamos. En definitiva en el estacionamiento no cabe ni un alfiler, me levanto un poco del asiento para poder localizar un lugar disponible.
—Allí hay un lugar —grito.
Y está casi al fondo, donde no pasa ni un alma, solamente hay un auto muy bonito negro a lado. Hanna maneja hasta ahí.
—Bájate y guíame, nunca he sido buena estacionando esta cosa.
—De acuerdo.
Hago lo que me pide, ella se asoma por la ventana y se fija, pero no lo hace bien y parece que tampoco escucha.
—Un poco a la derecha —retrocede mucho hacia la derecha—. No, menos.
Y sigue sin escuchar, comienzo a cuestionarme porqué carajos me pidió ayuda si va hacer lo que se le da la gana. Pasa demasiado cerca del auto negro y se escucha el metal chirriar.
—¡Hanna! —grito pero sigue retrocediendo—. ¡Detente!
Golpeo con la palma de la mano el auto y por fin se detiene, pero abre su puerta y le da un golpe más fuerte.
—Mierda… ¿crees que se dé cuenta?
—No tengo idea, probablemente si está viendo un auto prácticamente encima del suyo.
—Perdón, te dije que no soy buena.
—Ya lo noté.
Asoma la cabeza y cierra la puerta, se sale por la otra puerta y cuando ve el desastre que hizo comienza a reír.
—Esto es serio, mujer, yo no tengo dinero para pagar eso. —Yo tampoco, creo que lo único que podemos hacer en estos casos es huir antes de que el dueño venga y nos cobre una fortuna por un pequeño golpe.
—Supongo que esa es una muy mala idea.
Me pongo tensa al escuchar esa voz venir detrás de nosotros, a Hanna parece que se le van a salir los ojos y se tapa la boca.
Irán deja sus bolsas del súper en la parte trasera del auto y comienza a revisar el golpe.
—Madre mía, pero que culazo —Me susurra ella sin dejar de ver el trasero del psiquiatra.
—Es un poco profundo.
—Señor le prometo que voy a pagarle, no importa cuántos turnos extras tenga que tomar en la cafetería pero por favor déjeme ir, por ahora solo tengo lo que me voy a gastar aquí, no sea malo por favor.
Se da la vuelta y me mira, no sé si enojado, lo que sé es que la profundidad de sus ojos hipnotiza. Pestañeo varias veces y me rasco la nuca.Irán
Quiero reír al ver a la chiquilla rubia temblar frente a mí, pero sigo en mi postura firme y sin decir nada. Es una verdadera coincidencia que esto esté pasando. Miranda baja la mirada y se cruza de brazos, me está evitando a toda costa, no ha cambiado de opinión.
—No se preocupe.
—Le juro que no fue mi intención.
—De acuerdo —al fin habla Miranda—. Seamos sinceros de una vez ¿Cuánto quiere por el golpe?
—El golpe y el rayón —digo divertido.
—Como sea, da igual.
Se me ocurre una idea brillante que estoy seguro no se va a poder negar.
—No les estoy pidiendo nada, mucho menos dinero pero ya que quieren pagar de alguna forma está bien. Miranda, ¿qué te parece si para remediar este incidente te veo el miércoles en mi consultorio?
—Ni loca, ya le dije que no voy a acudir a esa estúpida terapia.
—Entonces llamaré al seguro a ver que dicen.
Saco mi celular, la otra chica chilla y me pide que no lo haga. Finjo teclear números en lo que se decide.
—¡Está bien, lo haré!
Sonrío y guardo el teléfono.
—Bien, te veo a las 3:00pm
—Se suponía que era un profesional.
—Lo soy.
—Es un aprovechado, eso es lo que es.
Vuelvo a sonreír y agarro las bolsas de plástico del súper, abro el asiento del pasajero y las dejo ahí.
—Probablemente —miro a la rubia con las cejas levantadas—. ¿Puedes mover tu auto? Necesito salir.
—Oh, claro. Lo lamento.
Antes de que abra la puerta la detengo, le quito las llaves de la mano y me meto. Lo muevo y estaciono bien.
Mujeres al volante ¡Son un peligro! Al salir le lanzo las llaves y entro a mi coche, paso a lado de Miranda y bajo la ventanilla.
—Nos vemos el miércoles, puntual.
Acelero y mientras me alejo la miro por el espejo retrovisor, me enseña su dedo medio y rio. El que haya aceptado ser ayudada me pone de tan buen humor que me dan ganas de escuchar música, coloco el auxiliar mientras escucho a Frank Sinatra. Sonrío de nuevo al recordar lo que pasó, no puedo sacar de mi mente su cara, estoy seguro que en este momento me está odiando pero no importa, algún día va a agradecerme que la quiera ayudar.
Al llegar al departamento veo todas las cajas y los papeles de periódico tirados, el olor a pintura me da dolor de cabeza. Dejo las cosas en la barra y suspiro, me siento en uno de los taburetes y me sirvo un vaso con leche. Saco mi laptop y sigo escribiendo mi tesis, a lado del portátil dejo mi móvil que empieza a sonar. Contesto sin mirar de quien se trata.
—Diga.
—Hermano, estoy que me lleva la mierda.
—Max… ¿Qué pasa?
Dejo lo que estoy haciendo y le pongo mi completa atención.
—Mi maldito tormento, Miranda.
—Te escucho.
—Me mandó el dinero que depositaba mes con mes para ella, le mandé un correo electrónico y terminamos discutiendo. Esta situación va a matarme.
Por un momento pasa por mi mente el decirle que estoy a punto de darle terapia, pero sería muy injusto para Miranda. Además de que conozco a mi mejor amigo y sé que si le digo una sola palabra se va aparecer aquí, y creo que es lo que menos quiero si quiero levantar el interés de Miranda en recibir mi ayuda.
—Tranquilo, te dije que su reacción no va a ser la más buena. Te vio casarte con otra, es normal que esté enojada y decepcionada.
—Voy a buscarla, no puedo con esto.
—No hagas locuras Max, lo mejor será que la dejes.
—No puedo, es la mujer que amo.
—Pero estas casado, perdón hermano pero esa es la realidad. Enfócate en Ariana que necesita mucho de tu ayuda.
—Y yo necesito de Miri.
—De acuerdo, tranquilízate y dale un tiempo para que sane sus heridas, será lo mejor para los dos.
Suspira profundamente, sé que está sufriendo pero es el precio de los errores cometidos, y me duele que esté así. Espero sanar el corazón de Miranda y lograr que por lo menos lo perdone.
—Todo va a estar bien Max, ya lo veras.
—Eso espero, oye, gracias por escucharme.
—No agradezcas, para eso estamos.
—Te quiero psiquiatra de pacotilla.
—No comiences de gay —se ríe.
—Te dejo, estoy por subirme a un avión, veremos más opiniones con respecto a Ariana.
—De acuerdo, suerte.
—Gracias. Cuelga y dejo el teléfono de nuevo en la barra. Suspiro al ver todo el desastre en este lugar, tengo que hacerme un maldito espacio para arreglar esto o me volveré loco.
Me pongo a recoger un poco, me quito la camisa para ponerme a pintar las paredes. Tengo un poco de hambre, tal vez salga a cenar, o tal vez pida una pizza.
Suena el timbre de la puerta y voy a abrir, Lorena me sonríe y en las manos trae una botella de vino y una caja de pizza.
—Pensé que tendrías hambre.
Sonrío y la dejo pasar, también un poco de compañía estará bien.
—No sabía que lees mentes.
Ríe y se sienta en la barra, me pongo la camisa y saco un par de copas para tomar el vino que se ve delicioso.
Comemos la pizza mientras nos miramos unas cuantas veces.
—Cuéntame cómo te fue con Miranda.
Suspiro y me recargo en el respaldo del taburete.
—Es… complicado, sacaré este caso adelante.
—Lo sé, por eso la recomendé contigo, es tan triste lo que les está pasando.
—¿La conoces muy bien?
—Claro, la vi crecer junto con sus hermanos, eramos vecinos hasta que me mudé. Mi madre es muy buena amiga de sus padres.
—Entiendo.
Tomo un trago de vino tinto y su rostro de nuevo se viene a mi mente.
Lorena se levanta y rodea la barra, me relaja con un leve masaje en los hombros y cierro los ojos.
—Deja eso de lado. —¿Qué?
—El trabajo, vamos a relajarnos un poco.
Siento su aliento en mi oído, sopla y me estremezco, le tomo las manos y le doy vuelta. La siento en mis piernas y beso sus labios, un desastres nunca es malo. Menos en estos momentos.
Me quita la camisa y toca mi pecho, se pone de pie y comienza a desvestirse aquí frente a mí, miro sus pechos firmes y grandes, trago saliva y la llevo casi corriendo a la habitación, está hecha un desastre pero parece no importarle, y a mí tampoco.
La lanzo a la cama, en lo que me desvisto no deja de verme y tocarse, se empieza a masturbar y en estos momentos me siento loco por ella, me pongo un condón y en cuanto estoy listo sin avisarle la penetro, grita y jadea. Las gotas de sudor en mi frente se empiezan a acumular al igual que en mi espalda y pecho, mis movimientos son rápidos pues nunca me ha gustado hacerlo lento, me desespera. Dentro, fuera, rápido, dentro, fuera, rápido.
Arquea su espalda y dice malas palabras, se sostiene de mis hombros y chupo sus senos.
—Eres justo como imaginé.
Dice entre jadeos, casi no se entiendo lo que dice por la adrenalina y el constante movimiento, yo también siento que el alma se me va.
Levanto la cabeza con los ojos cerrados, siento que termino y me siento tan bien.
—¿Y cómo me imaginaste? —le pregunto.
Pone los ojos en blanco cuando tiene el orgasmo que tanto deseaba, sonríe y se deja caer en la almohada. Su largo cabello rubio cubre casi toda la funda de la almohada, yo sigo dentro de ella moviéndome, tomo su mano y aprieto cuando me vengo, mi respiración está acelerada, muchísimo. Recargo mi cuerpo en el suyo, beso su cuello mientras con los labios apretados sonríe.
—Así, intenso, hermoso, maravilloso… me ha encantado.Aspiro el aire que le falta a mis pulmones y reflexiono sobre lo que acaba de pasar, mejor dicho pensando en que va a pasar después de esto. Me pongo de lado y recargo todo mi peso en el hombro, tiene un cuerpo maravilloso y muy bien proporcionado, no se me olvida que sigue siendo mi colega pero… no quiero tener nada más.
—¿Qué pasa? —pregunta con una eterna sonrisa.
—Yo… no quiero que pienses que después de esto, tu y yo…
Pone su dedo índice en mis labios y luego me besa.
—No te estoy pidiendo matrimonio ni nada de eso, Irán, entiendo. No te preocupes — se sube encima de mí y besa mi cuello—. Solo espero que estés para mí cuando lo necesite, porque yo estaré aquí para ti, siempre que quieras que esta no sea la única vez que tú y yo la pasemos bien. Claro que no, o a simple vista no pinta tan mal la idea. La tomo de la cintura y término ahora yo sobre de ella.
—No pensemos en el futuro, lo importante es el ahora, ya mañana veremos, no importa, quiero cogerte otra vez.
Ríe y me besa.
* * *
Cuando abro los ojos me encuentro solo en la cama, froto mi cara y ojos. Me siento en la esquina de la cama y veo nuestras ropas tiradas en el suelo, sigue aquí.
Me abraza por detrás sobresaltándome, ríe y muerde mi oreja.
—Eres tan bello cuando duermes, pareces un bebé —. Sonrío y beso su mano—. Recuerda que hoy tienes tu primera clase, no se te vaya hacer tarde.
—Gracias por volvérmelo a recordar, no pasará. Me pongo de pie y voy hacia la ducha, abro la llave de agua caliente y rápido me meto.
Mi primera clase, no es algo que me emocione mucho y de hecho estoy nervioso, pero supongo que esto me sumará puntos. Cabe aclarar que esto de dar clases será temporal y serán solo tres sesiones, siempre es bueno ayudar a los demás.
Cuando termino de bañarme me pongo una toalla en la cadera y salgo, Lorena ya está vestida y lista para irse. Sigo un poco raro con lo que pasó entre nosotros, desde que la vi no niego que me encantó y por un momento en mi mente imaginé miles de cosas que ella y yo podríamos hacer juntos, pero solo se quedó en pensamientos calientes y absurdos, hasta ayer.
—Te irá bien —dice y muerde mi labio.
—Eso espero.
—¿Estás nervioso?
—Un poco.
—No lo estés, eres el mejor en todo lo que haces.
—Gracias, casi lo creo.
Agarra su bolsa y camina hacia la puerta, la sigo y de verdad la llevaría a su casa o a donde quiera que va a ir en este momento, no me quiero ver cretino pero no quiero que lo que pasó entre nosotros se mal entienda.
Quisiera tener una relación con ella pero que no salga de la habitación.Cuando llego a la universidad espero unos segundos dentro del auto, estoy nervioso y muy ansioso. Froto mi cara, agarro mi laptop y el maletín y salgo, sonrío y saludo a los chicos con los que me voy topando, dejó atrás más miradas y alguno que otro susurro. Antes que nada me dirijo a la dirección general de la escuela, la directora Cantú sale de su oficina y me recibe con una sonrisa.
—Profesor Da Silva, me da gusto verlo, pase.
Asiento y la sigo, trae un traje color verde limón y… madre mía, se le marca la tanga en ese gran culo. Tomo asiento frente a ella, se acomoda los lentes y se inclina en el escritorio para mostrarme sus pechos. Mujer provocadora vale por dos.
—Le pedí que pasara antes conmigo para darle un recorrido por la escuela.
—Oh, gracias pero ya lo hice, hace una semana cuando vine.
—Entiendo, supongo que ya estudió muy bien el plan de estudios.
—Así es, estoy completamente preparado.
—Bien —dice después de un suspiro, se pone de pie y me estrecha la mano—. Espero que tenga buen día, cualquier cosa aquí puede encontrarme.
—Muchas gracias.
Aprieta de más mi mano y me acompaña afuera junto con su sonrisa de lado y el meneo de sus caderas, es muy guapa y tiene el cuerpo de ensueño… esto será divertido.