Capítulo 14 Maximiliano
Ya no sé quién soy, han pasado dos meses desde la última vez que vi a Miranda, mi pequeña niña.
Estaba tan cambiada, ya no es una niña: eso quedó atrás. Se convirtió en un ser inhumano, mi Miranda no se hubiera atrevido a abortar a nuestro bebé.
Nuestro bebé, todas las noches sueño con como hubiera sido, se hubiera parecido a mí, o a ella. Todo hubiera sido maravilloso si ella no la hubiera cagado así, me acabo mi cerveza y pido otra, el barman me la entrega de inmediato. Por el rabillo del ojo veo que alguien se sienta a mi lado.
—¿Max? ¿Maximiliano Ferreira? —Volteo con el ceño fruncido y lo libero cuando reconozco al tipo, me levanto y nos damos un abrazo.
—Oliver Maxwell, el hombre más codiciado del mundo.
Se ríe y pide una cerveza para acompañarme, está tan cambiado… mi viejo amigo de universidad.
—Ni tanto.
—Hijo de puta, te veo hasta en la sopa —vuelve a reír—. ¿Qué ha sido de ti?
—Puro trabajo.
—Escuché que tu esposa está enferma.
Cambia su semblante y asiente. —Estuve a punto de abrir mi club nocturno, luego se vino la enfermedad de Camila y digamos que solo me he dedicado a ella y a mis hijos, es tan decadente y lo peor es que los doctores no nos dan muchas esperanzas.
—Sé cómo te sientes, yo estoy pasando por lo mismo. Ariana tiene un tumor en la cabeza.
—¿Siempre sí te casaste con Ariana? Sabía que lo de ustedes era para siempre, cabrón, no la soltabas. Lo siento mucho, salúdamela.
—Gracias, lo haré.
Se despide de mí y se va, mientras yo me quedo aquí lamentándome y emborrachándome.
Miranda
Me siento en una banca mientras mi madre entra a una tienda de ropa, levanto mis pies hinchados poquito, la barriga me ha crecido.
Desde aquí la veo como loca comprando porque hay 50% de descuento en toda la tienda, es su pequeño delirio.
Cuando regresa lo hace con tantas bolsas que apenas puede caminar, rodeo los ojos y le ayudo.
Creo que ya vamos al auto cuando se detiene frente Universum Music.
—Escucha, ese es Zayn Malik, vamos a comprar su disco.
—Mamá hace un año llorabas porque se había salido de la banda para ser “un chico normal”
—Pero es mi negrito, no lo puedo odiar. Me echo a reír, tengo una madre única y la amo. Entro con ella a la tienda, corre por Mind of mine y se forma para pagar.
Yo me hago tonta caminando por los pasillos, encuentro toda la discografía de Adele y de inmediato viene a mi mente… Irán.
En este tiempo no puedo dejar de pensar en él y en lo mal que me porté cuando solo quería ayudarme.
Agarro el disco como si lo estuviera tocando a él, que tontería. Me uno a mi madre en la fila y sonríe.
—¿Adele? ¿Desde cuándo te gusta?
—Desde siempre… —miento.
Nos toca pagar en la caja, el chico es muy lindo y de ojos verdes, pero parece que no le gusta mucho su trabajo porque es muy serio.
Salimos de la tienda, ya no aguanto los pies y mi madre quiere seguir comprando, afortunadamente la convenzo de regresar otro día, está loca por mi embarazo y mucho más cuando se enteró que estoy esperando una niña. Regresamos al departamento, Antonio está sentado en el sofá viendo la televisión, nos mira y sonríe.
—¿Cómo les fue? —pregunta y apaga el televisor.
Me siento con él y beso su mejilla muchas veces.
—Mamá quería vaciar todas las tiendas.
—No todos los días soy abuela —grita desde la habitación.
—Preparé la comida ¿y papá?
—Trabajando.
Voy a la cocina para comenzar a servir la comida, Antonio me ayuda a poner la mesa. Sus terapias para recuperar la movilidad de su cuerpo fueron muy efectivas, aunque se siente culpable del accidente, no nos ha dicho casi nada de lo que pasó aquella noche, pero ya no importa. Ellos ya no van a regresar. Nos sentamos a comer, mamá usa el lugar que era de Sebastián y Antonio se pone tenso.
Me aclaro la garganta y trato de sacar algún tema.
—¿Irás en la noche con Hanna? —le pregunto y deja de ver su plato.
—No estoy de humor.
—Deberías dejar de rechazarla y darte una oportunidad.
—Miri tiene razón, hijo tienes que seguir adelante.
—Lo mismo opino yo, deberías de buscar al psiquiatra ¿Cómo me dijiste que se llama?
—Antonio tiene razón, ese chico es tan adorable, me encanta para ti.
Sí, Antonio sabe cómo darme en mi punto débil, nadie me conoce como él.
—Él fue el que se alejó, no me quiso por estar esperando un hijo de su amigo ¿se les hace poco? Ya ha pasado tiempo, no sé nada de él, ya no me volvió a buscar.
—¿Por qué no lo buscas tú?
—Porque no, ya no quiero hablar de eso.
Se hace un silencio incomodo en el que pienso ¿qué pasaría si lo busco? Tal vez ya tiene novia, o tal vez regresó a Nueva York, o tal vez ya no me recuerda lo cual es estúpido porque yo lo recuerdo cada día. ¿Cómo es posible que un beso lo cambie todo? Tengo que hacerme a la idea de que Irán Da Silva Santos es un imposible para mí.
—¿Y tú vas a ir? —me rio y niego.
—¿Con esta barriguita? No quiero hacer el ridículo.
—Hija, ve con Hanna te hará bien.
—Solo iré si Antonio viene conmigo.
Rodea los ojos y asiente, aprieta mi mano y suspira.
—Otro día ¿de acuerdo? Solo quiero que te diviertas y olvides aunque sea por un momento todo lo malo que ha pasado los últimos meses.
—Yo quiero lo mismo para ti.
—Aquí lo único que importa eres tú. Además más tarde veré a mis hijos.
Me encojo de hombros y suspiro, solo lo haré por ellos.
Mamá no me deja ayudarla a lavar los platos, alega que me arregle para la noche, a regañadientes lo hago. Entro a mi habitación y me doy una ducha rara, me pongo un vestido holgado y mi abrigo para cubrir un poco mi embarazo, de verdad no quiero parecer ridícula. Al salir a la sala de nuevo Hanna está aquí sentada a lado de Antonio, esta mujer está empeñada en enamorar a mi hermano.
—Anda vamos, Antonio, se pondrá bueno el ambiente.
—Muchísimas gracias Hanna, en otra ocasión será.
Ella hace puchero y se levanta del sofá al verme.
—¿Nos vamos?
—Sí —dice sin ánimos.
Estaba muy entusiasmada y con muchas esperanzas de que Antonio aceptara, tremenda desilusión para ella.
* * *
—¡Hay mucha gente! —le grito al oído cuando caminamos sobre la fila.
Me agarra de la mano y caminamos hacia la entrada.
—No te preocupes, el de la entrada es mi amigo. ¡Martin! —el chico de barba larga voltea y le sonríe.
Hanna me suelta y corre a abrazarlo, nos deja pasar y me agarro de su brazo.
El club es como cualquier otro, oscuro y lleno de luces, hay varias mesas que son ocupadas por chicos y chicas y una que otra solitaria.
Ocupamos una, me siento en uno de los sillones negros de cuero y siento al fin descanso en mi trasero.
—¿Gustan algo de beber? —nos pregunta un chico vestido de negro con mandil blanco.
—¡Vodka! —grita ella.
—Una limonada.
El mesero se va.
—¡La música es genial!
Solo sonrío, me froto la frente y no puedo ocultar que me siento muy incómoda y como un bicho muy raro.
Mi limonada llena y le doy un gran trago, me recargo en el sillón y me entretengo viendo a las personas bailar.
Siento que el corazón se me detiene cuando volteo hacia la entrada y veo a Irán llegar con una mujer.
—¡Ahí están Berenice y Hugo, son mis amigos! Vamos con ellos.
Me toma de la mano y me jala hacia ella, va hacia una mesa directamente donde Irán va a pasar, y lo hace, y me ve, y se detiene justo frente a mi muy sorprendido de verme aquí.
—Miranda…
—Hola —respondo.
Mis ojos van hacia las manos de la chica que sostienen su brazo. —Ella es Selene…
Me doy la vuelta y me siento, no sé si sigue tras de mí o ya se fue. Y no me importa haberme portado grosera, es solo que me ha afectado tanto verlo y con otra mujer, demonios; en este momento me vendría muy bien un buen trago de tequila.
—¿Cómo estás? —me pregunta Hanna entre gritos, aprieto los labios y asiente—. Desde que se sentó no deja de voltear hacia acá.
—Seguro le gustas, o tu amiga Berenice.
—No te hagas la tonta.
Volteo un poco solo para comprobar si es cierto, y sí lo es. Cuando nuestras miradas chocan me sonríe y rápido me volteo.
—Voy al baño —grito.
—Date prisa, ya va a comenzar el karaoke.
Me pongo de pie y voy hacia el sanitario, estando ahí me encierro y golpeo mi frente con la puerta. No puedo estar en el mismo lugar que él y que estemos separados, o que esté con otra. Y todo por esa maldita noche. Maldita sea la hora en que decidí venir.
Me lavo las manos y cojo papel para cercarlas, al salir de ahí choco con alguien, levanto la mirada y es él.
—Hola —susurra.
—Hola —soy muy cortante, me doy la vuelta y camino hasta que me detiene su voz.
—¿Cómo estás?
—Bien, gracias.
Intento irme pero me vuelve a detener.
—¿Y tu hermano cómo sigue?
—Bien, gracias.
Estoy nerviosa, no me muevo y trato de no parpadear.
—¿Y tu embarazo?
—todo ha seguido su curso como debería, todo está bien. Lo mejor será que regrea lamesa con mi amiga y tu… con tu novia.
—Selene no es mi novia, ella es la directora de la universidad en donde trabaje unos días, quiere que regrese y…
—No tienes que darme explicaciones.
—Si tengo.
Toca mi cara pero retiro su mano, salgo de allí sin mirar atrás. Hanna aplaude emocionada.
—¿Qué te dijo?
—¿Quien?
—No creas que no me di cuenta que en cuanto te fuiste el psiquiatra fue tras de ti.
Pongo los ojos en blanco y pido otra limonada, ella me codea cuando Irán regresa a su mesa junto a esa mujer que niega ser su novia.
—Ya me quiero ir.
—No, espera que ya viene lo bueno.
Anuncian que la hora de karaoke va a comenzar.
“…Yel primeroqueva asubir aeste escenario esun hombre al parecer muy romántico, démosle unaplauso aIrán”
La mayoría aplaude y yo casi me voy de espaldas si no estuviera sentada, no creo que entre tantos aquí haya más personas con ese nombre, no es tan común.
No quiero voltear, saco mi teléfono y tonteo.
—Ese chico es guapísimo —dice la amiga de Hanna, Berenice.
Mi querida amiga me sigue codeando y sigo sin levantar la mirada.
—Ese hombre está enamorado de mi amiga.
—¡Eso no es cierto! —grito y me pongo como jitomate.
El micrófono hace un sonido muy feo, todos se quejan y se tapan los oídos.
—Perdón… —habla Irán un poco tembloroso—. Quiero dedicar esta canción, es muy especial para mí y espero que signifique lo mismo para ella.
Se aclara la garganta y me dan ganas de llorar cuando comienza la canción que aquella noche me cantó, la noche en que salvó mi vida y la de mi hija.
Empieza a cantar y quiero reír porque lo hace muy feo, algunos sí ríen y otros silban pero a él no le importa y sigue cantando.
Your hand fits in mine
Like it's made just for me
But bear this in mind
It was meant to be
And I'm joining up the dots
With the freckles on your cheeks
And it all makes sense to me
I know you've never loved
The crinkles by your eyes When you smile
You've never loved
Your stomach or your thighs
The dimples in your back
At the bottom of your spine
But I'll love them endlessly
I won't let these little things
Slip out of my mouth
But if I do
It's you
Oh, it's you
They add up to
I'm in love with you
And all theselittle things
Se equivoca y la pista le gana, pero no me importa, la primera lágrima cae por mi mejilla y lo miro, se ve tan lindo y esto es lo más precioso que alguien pudo hacer por mí.
You'll never love yourself
Half as much as I love you
You'll never treat yourself right darlin'
But I want you to
If I let you know I'm here for you
Maybe you'll love yourself like I love you
Oh
I've just let these little things
Slip out of my mouth
'Cause it's you
Oh, it's you
It's you
They add up to
And I'm in love with you
And all these little things
I won't let these little things
De pronto ya no puedo dejar de llorar, tengo mucho sentimiento y me levanto, salgo al área libre a tomar aire.
Me recargo en el balcón y suspiro, algunos se me quedan viendo y otros fuman sus cigarros como si yo no existiera, ni siquiera sé por qué estoy llorando, solo sé que necesito a Irán en este momento más que a nada y también que tengo muchos celos de esa mujer que lo acompaña. Recargo la frente en la fría barda y suspiro mucho.
—¡Miranda! —levanto la vista lentamente, no quiero darme vuelta pero lo hago. Tianne está frente a mí sonriendo y viéndome de arriba abajo.
Me pongo tensa y cierro los puños, aprieto hasta que me entierro las uñas.
—Te vi desde que llegaste, te ves muy bonita.
—¿Qué quieres?
—Tranquila, solo quiero saber cómo estás y como sigue tu hermano. Supe que salió del hospital hace poco…
—No seas hipócrita, sé que te importa poco lo que le pasó a mi familia.
—¿Cómo dices eso? Yo amaba a Sebastián, lo sabes.
—No hables de mi hermano, te prohíbo que pronuncies si quiera su nombre, tú no sabes amar a nadie más que a ti.
Empieza a llorar pero sé que son lágrimas falsas, tan falsas como ella.
—¿Tu que sabes si lo amaba o no?
—Cuando se ama no se engaña, le viste la cara… y también a mí. Ni siquiera eres capaz de respetar una amistad de años como la nuestra, mucho menos una relación. Tú eras todo para Sebastián, te amaba, quería casarse y formar una familia y siempre que visualizaba su futuro estabas tú en él. De un día a otro le rompiste todas sus ilusiones, no tienes corazón.
—Estoy muy arrepentida, quiero recuperar tu amistad y por eso te voy a decir la verdad.
—No quiero escucharte más, yo ya no quiero ser tu amiga nunca más.
—Tienes que escucharme porque no puedo continuar sabiendo que mentí, cuando conocí a Max ustedes dos todavía no tenían nada, creo que fue la noche en que llegó aquí. Después que supe que ustedes dos eran pareja él no me volvió a hacer caso, estaba tan enamorado de ti que ni siquiera respondía a mis insinuaciones. Max de verdad te ama, me lo dijo y se notaba. A pesar de que empiezo a reír el llanto y mis lágrimas no cesan.
—¿Por qué mentiste?
—Estaba muy enojada, tú me ofendiste yo… solo quería hacerte sentir mal. Estoy arrepentida, mucho. Quiero recuperar mi vida de antes y sé que Sebastián no va a regresar y lo extraño mucho, pero si recupero tu amistad podré tener una parte de él.
—Es una tontería, así como tú me tienes como una parte de él, yo te tengo como una de las causas de su muerte. Porque mi hermano no murió en un accidente de auto, Sebastián murió de amor, y fue por ti. Me salgo de control y empiezo a gritarle llamando la atención de todos aquí.
—Miranda ¿todo bien? —al ver a Irán corro a abrazarlo y lloro en su pecho, me abraza y me tranquiliza solo un poco.
—Sácame de aquí, por favor.
Asiente y besa mi frente, me agarra de la mano y caminamos hacia a la salida. Hanna está con sus amigos tomando y riendo, no quiero arruinarle la noche así que no le digo nada.
Irán me abre la puerta de su coche y agarra mi rostro.
—Espérame un momento, voy adentro y rápido salgo.
Asiento y entro al coche, froto mis piernas y quiero borrar de mi memoria la cara de Ann y todo lo que nos dijimos, en realidad quisiera borrar todo lo malo que nos ha pasado los últimos meses. Cuando Irán regresa entra rápido y vuelve a tomar mi mano, se inclina para verme y hago lo mismo.
—¿Quieres hablar?
Niego con la cabeza y aprieta los labios, besa mis nudillos y asiente. Maneja hacia mi casa en silencio pero sin soltar mi mano, aquí con él me siento bien, como siempre, me siento a salvo de todo lo malo que hay en el mundo. Me doy cuenta que es él con quien quiero estar porque me da la estabilidad emocional que necesito. Yo lo necesito mas que a nada, no puedo dejarlo ir nuevamente, ya no.
—Irán… ¿podemos hablar?
—Siempre, soy todo oídos.
Espero a que estacione frente a mi casa y trago saliva, de pronto todo lo que le quería decir se nubló de mi mente y ya no tengo idea de que decirle.
Mi lengua se traba cuando comienzo a hablar y ambos reímos. Se acerca de más a mí y acaricia mi labio.
—Te necesito, es todo lo que tengo que decir.
—¿Segura que es todo lo que quieres decir?
No estoy segura, pero asiento y luego suspiro.
—Te necesito más que a nada, desde que desapareciste no hago más que buscarte entre las personas, en la tv, en la radio, en todas partes. Sin embargo sé lo incomodo que es para ti el verme así en esta situación, así que lo único que quiero pedirte es que ahora que estamos juntos no vuelvas a huir de mi vida porque entonces no sabré que hacer. Aunque sea como amigo, pero quédate… quédate conmigo.
Recarga su frente en la mía y su respiración empieza a acelerarse, huele tan rico y quiero besarlo. No quiero ser egoísta y confundirlo nuevamente, quiero que siga en mi vida como sea y si tengo que soportar tenerlo como amigo lo soportaré.
—Yo no tengo planeado irme, me pediste que te quisiera y ahora no sé qué hacer con este sentimiento, me quema cada vez que recuerdo que no podemos estar juntos.
—Pero yo quiero estar contigo.
—No quiero confundirme ni confundir tu corazón, tampoco quiero que estés conmigo amando a alguien más, quiero que te des tiempo para pensar si de verdad quieres luchar por esto, quiero que me busques cuando estés completamente segura que ya no sientes nada por Max. Quiero ser el único en tu vida y en tu corazón, solo el único. Aunque me duele tiene razón, tampoco quiero hacerle daño, tengo que poner en orden mis sentimientos de una vez por todas.
—Tienes razón, no quiero herirte.
Toco su barba de tres días y agarra mi mano, la besa tantas veces como le es posible y sonrío.
—Te estaré esperando y si decides no hacerlo lo entenderé. —Gracias por ser tan comprensivo, eres el mejor.
Le beso la mejilla y salgo del coche, antes de entrar al edificio me doy vuelta para despedirme de él una última vez con la mano.
En casa encuentro una nota de Antonio pegada en la puerta del refrigerador, se ha ido a casa de mamá.
Genial, se van y me dejan sola, aunque entiendo porque en la nota alega que creía llegaría tarde.
Me pongo la pijama y me meto a la cama.