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31 de Diciembre del 2014
Acomodé mi flequillo y quité una pelusa imaginaria de mi vestido floreado.
Abrí la puerta de casa de mi madre, todo era silencio. Lo único apreciable era el sonido de mis zapatos al pisar, miré la casa en la que había crecido, tan grande y sola.
Di un largo suspiro al recordar tan bellos momentos de mi infancia, yo rayando las paredes y mi madre enfadada persiguiendome por toda la casa.
Sonreí, mamá bajó las escaleras y me abrazó, besó mis mejillas y caminamos hacia el salón.
—Tengo tantas ganas de hablar contigo, cuentame de ese novio tan repentino tuyo.
Mordí mi labio sí, esa platica de la que tanto había estado huyendo ocurriría.
—He salido con él por varias semanas y me siento bien.
—¿Sólo bien?
Arqueó las cejas y me dio una copa de vino blanco, di un sorbo y la saboree en mi boca por unos segundos, tragué y miré sus ojos grises.
A veces parecía dulce e inocente pero bastaba con dejarla hablar, era mi madre y la amaba por sobre todas las cosas, pero a veces creía que nunca había terminado de madurar.
—Me siento bien física y emocionalmente. No hay nada de que preocuparse, estamos bien y es un gran hombre mamá, te cuento; le pagó la fiesta de cumpleaños a una pequeña que estaba desahuciada y...
—Después me cuentas amor, están llamando a la puerta.
Rodeé los ojos, corrió a abrir la puerta y me dejó sola en el salón como si no le importara en lo mas mínimo lo que le estaba diciendo.
—Pasen, Kathe ya está aquí.
Fulminé con la mirada a mi madre, los padres de Ben; Rita y Jason me saludaron muy contentos mientras yo solo fingía.
Solo esperaba que Benjamín no asistiera.
Samuel estaba a una a horas de llegar a casa y lo que menos quería era hacer sentir mal a Ben, sabía perfectamente lo que sentía por mí y no quería romper su corazón cuando me viera con Sam.
—Cariño que hermosa estás —me dijo Rita.
—Gracias.
Traté de sonreír, miré hacia atrás; los invitados de mamá comenzaron a llegar y Samuel no aparecía.
Miré mi reloj, ya casi eran las diez de la noche, me disculpé con Rita y Jason y me alejé para llamarle.
No contestó sino hasta la segunda llamada.
—Sam ¿qué pasa? Ya es tarde.
—Amor perdón no era mi intención retrasarme. El auto se detuvo y tuve que llamar a un mecánico pero como es año nuevo nadie quiso ayudarme.
—Mierda, voy por ti dime donde estás varado.
—No amor, no te preocupes ya está solucionado, creo que si llego.
Miré hacia el techo y suspiré de alivio, había pensado que algo malo le había ocurrido porque si algo había aprendido era que Sam era el mas puntual de todos.
—Está bien, llámame por cualquier cosa.
—Claro, en un par de minutos llego. Te amo.
—Y yo a ti.
Sonreí y me di la vuelta, el salón se había llenado de amigos de mi madre, yo no tenía tíos pues ella era hija única así que tuve que sonreír y fingir que me agradaban ellos, lo que ya quería era estar con Sam.
Tomé otra copa de vino, no quería abusar del alcohol como en navidad pero estaba nerviosa y dispuesta a tomarme toda la botella si Samuel no llegaba.
De pronto taparon mis ojos, me estremecí al pensar que era él, mi alegría se desvaneció al oír la voz de Benjamín.
—Te ves hermosa esta noche.
Descubrió mis ojos y me di la vuelta, Benjamín se veía muy guapo y elegante.
—Gracias, tú también te ves muy bien.
Di un paso atrás pues nuestros cuerpos estaban muy juntos y no quería que se mal interpretara.
—Has cambiado, te veo distinta.
—Soy otra, la verdad estoy muy feliz.
—Se nota.
Miré hacia la puerta, mi chico había llegado. Sonreí ampliamente y mi corazón saltó de alegría, sin más caminé hasta él.
Era el más guapo de la fiesta; pantalón gris, camisa blanca y suéter color vino.
—¿Y usted es...? —le preguntó mi madre.
—Él es Samuel mamá, mi novio.
Sonrió de mala gana y sé que si hubiera sido por ella le habría cerrado la puerta en la cara, lo miró con desprecio, como miró aquel día a su auto.
—Me da mucho gusto al fin conocerla señora.
Estrecharon sus manos pero ella la retiró de inmediato.
Me colgué de su cuello y me recibió con un cálido y fuerte abrazo como siempre.
—Estas hermosa —susurró en mi oído.
—Y tu guapísimo ¿solucionaste lo del auto?
—Sí, le llamé a James y el tío de su amigo me ofreció sus servicios.
—Me alegro, ya te extrañaba.
—Y yo a ti hermosa.
—De acuerdo... pasen y bienvenido —interrumpió.
—Gracias señora.
Ella asintió y regresó con sus amigos, me relajé pues lo peor ya había pasado.
—Creo que no le agradé mucho a tu mamá.
—Te dije que es especial.
Puse los ojos en blanco y caminé con él, de lejos sentí la mirada de Benjamín y me incomodaba demasiado.
—¿Quieres algo de tomar?
Asintió, le serví una copa de vino y me serví yo otra.
—¿Y qué tal tu día? —pregunté.
—Cansado ¿y él tuyo?
—Extrañándote.
Sonríe y me abraza, era en sus brazos donde encontraba toda la paz y el calor que necesitaba.
—Yo también te extrañé demasiado, no hago mas que pensar en ti y en tu bella sonrisa.
Reí y besé lentamente sus labios, después comimos los bocadillos que estaban ofreciendo.
Me la estaba pasando muy bien y estaba muy contenta de pasar aquellos momentos del año que había sido un tanti estresante, hasta que él apareció.
Lo jalé del brazo hacia la pista de baile, empecé a moverme mientras él reía.
Me sentía tan feliz que en ese momento lo que pudiera pasar fuera no me interesaba, con él me sentía protegida y completa.
—Atención, atención —dijo mi madre—, estamos a punto de recibir al año nuevo.
Miré a Samuel y apreté su mano —. Brindo porque este año que viene sea muy productivo y exitoso para todos mis amigos.
Comenzóel conteo, me colgué de su cuello y me dio un ligero beso.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno.
Risas.
Abrazos.
Gritos.
¡Feliz año nuevo!
Me separé de él y lo besé, saboree su cálida lengua dentro de mi boca.
—El primero de tantos años juntos mi amor, te amo.
—Y yo a ti Sam, quiero estar siempre a tu lado.
Sus ojos dieron un hermoso brillo y su sonrisa me hacía sentirme torpe, tenía la sonrisa más hermosa de todo él mundo.
Las horas pasaron y yo ya estaba agotada, decidimos bailar una ultima pieza y después irnos a casa.
—Dicen que una grúa se está llevando un auto afuera, es un cacharro de un color espantoso.
Benjamín ya estaba tomado y se la pasó diciendo tonterías, sabía que Samuel se había dado cuenta pero por mi estaba fingiendo que nada pasaba.
Siguió gritando hacia nuestra dirección, traté de pedirle con la mirada que se calmara, se rió y tomó de su copa.
Seguímos bailandi hasta que Ben caminó hasta mí y empujó a Samuel. Me agarró de la cadera y dio un beso en la comisura de mis labios.
—Sueltame, Ben me estás haciendo daño.
Traté de empujarlo pero era demasiado fuerte, Samuel me lo quitó de encima y le dio un fuerte golpe en la mandíbula.
Quitaron la musica y mi madre me fulminó con la mirada como si yo hubiera sido la de la culpa.
—¡Es mi mujer y la respetas imbécil!
—¿Tu mujer? Mirate, eres un don nadie. ¿Que le vas a ofrecer?
—Benjamin basta por favor.
Él se levantó del suelo y le regresó el golpe a Samuel, siguieron golpeándose sin importarles las suplicas que les estaba dando.
—¡Dejalo en paz! —gritó mi madre .
Levantó a Benjamín del suelo con la cara llena de sangre, por un momento pensé que nos daría la razón pero me equivoqué.
—Fuera de mi casa mamarracho de cuarta.
Mire a mi madre como si fuera una completa desconocida, en ese momento lo era.
—No le hables así —le grité.
—Eres una tonta, todo el mundo tiene razon: él no te dará la vida a la que estás acostumbrada. Mira como estás vestida ¿crees que va a darte esos lujos?
—Eso no me interesa, yo no soy como tú que por querer guardar las apariencias terminaste sola y así seguirás porque no tienes ni un gramo de sentido común.
Sentí el ardor en mi mejilla cuando estrelló su palma en ella, después de eso no quería ni verla. Nunca me había golpeado y su comportamiento había rebasado los límites.
Samuel me agarró del hombro,era él único que sabía lo que estaba sintiendo.
—No se atreva a volver a ponerle una mano encima mientras , y puedo ser todo lo que usted quiera pero la amo.
—El amor no les va a dar de comer.
Dijo con dientes apretados, di media vuelta y salí corriendo de casa.
Me detuve fuera del auto y al verlo me enredé en sus brazos y me puse a llorar.
Nuestros primeras horas del año y ya habían sido todo un desastre, no quería imaginarme lo que pasaría después.
Pero no me importaba porque al igual que él a mí lo amaba intensamente y nada de lo que dijera la gente podría separme de su lado.
—Perdon…
—Samuel no pidas perdón, tú no tienes la culpa de nada.
Se separó de mí y negó con la cabeza.
—Ellos tienen razón, no puedo ofrecerte nada.
Me di el valor de mirarlo a los ojos, estaban tristes y su rostro desilusionado.
—No digas eso, una pareja es de dos y vamos a salir adelante.
—¿Y cómo? Amo mi trabajo pero sé que no tengo lo suficiente para…
Acorté la distancia y puse mi dedo índice en sus labios.
—Eso no me interesa, yo iría contigo hasta al fin del mundo si fuera necesario.
—Dios ¿que hice para merecerte?
—Amarme y tratarme como lo haces, promete que siempre estarás conmigo, promete que esto es para mi siempre.
—Lo prometo, estaremos juntos hasta que tú ya no quieras.
—Entonces lo estaremos hasta envejecer.
—Para siempre —susurró y volvió a abrazarme.