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12 de Febrero del 2015

 

Reorganicé nuevamente todo el programa con Alicia: mi asesora de la galería.

—Tus cuadros son maravillosos.

—Gracias, trabajé mucho en ellos.

—Se nota el trabajo, me imagino que tuviste una maravillosa inspiración.

Si, la tuve: Samuel.

En cuanto se llevaron los cuadros para la galería me quedé en casa.

Dieron las tres de la tarde y yo seguía en pijama, se suponía que sería ese el mejor día de mi vida y me sentía mas triste que nunca.

—¿Todavía no comienzas a arreglarte? Se te hará tarde.

—Maldita sea, no tengo ganas de nada.

—Animate, él va a ir lo presiento.

—Yo presiento lo contrario Sandy, no le cayó nada bien la noticia de mi embarazo. Lo he perdido para siempre y no puedo hacer nada más.

—¿Y no confirmó asistencia?

Levanté la mirada y sonreí, le llamé a Alicia para que me mandara por correo electrónico la lista de invitados que habían confirmado.

Esperé ansiosa y mi querida amiga me preparó café mientras lo hacía, cuando el tono de nuevo correo llegó rápido lo abrí.

Verifiqué cada nombre, uno por uno hasta que lo encontré: Samuel Smith.

—¡Lo confirmó, Samuel va a asistir! —grité.

Sandy me abrazó y reímos juntas.

—Le importamos, mi bebé y yo le importamos Sandy.

—Claro que le importan, el te ama y estoy segura que al bebé también.

La abracé una vez mas y corrí a la ducha.

Ahora que sabía que él asistiría todo había cambiado, estaba feliz y esperanzada en poder arreglar nuestra relación y continuar con nuestros planes, si bien todavía me debía muchas explicaciones. Pero en ese momento no importaba.

Al salir mi vestido ya estaba en la cama, nunca sabría que hacer sin Sandy.

Sequé todo mi cuerpo y luego mi cabello, al culminar me puse mi vestido color negro.

—¿Estas lista? Ya voy a peinar tu cabello.

—Sí, estoy lista.

Empezó a peinarme, no se tardó mucho pues acomodó mi flequillo y me hizo un moño muy lindo para poder apreciar el escote de mi vestido.

—Alguien llama a la puerta, seguro es Benjamín.

Corrió a abrir y puse máscara en mis ojos, un poco de brillo en mis labios y mi abrigo.

Salí y Benjamín ya me esperaba en la sala con su traje negro, él siempre tan elegante.

Me abrazó y tomó mi mano para darme una vuelta.

—Eres la mujer más hermosa del mundo.

—No creo que del mundo, pero gracias por el cumplido.

—¿Nos vamos?

—Sí, solo esperemos a Sandy.

Tomamos asiento en el sofá y en ningún momento soltó mi mano.

—Te ves feliz.

—Lo estoy, Sam va a estar allí. Confirmó que iría.

—Eso me alegra muchísimo.

Di otro suspiro y lo volví a abrazar, la verdad era que me sentía muy feliz en sus brazos.

Después de casi una hora Sandy por fin terminó de arreglarse, salimos al auto.

Miré mi celular, tenía un mensaje de mi padre.

*Tu puedes hacerlo, estoy tan orgulloso de ti. Besos y abrazos de parte de las chicas y míos. Te amo luz de mis ojos

Lo guardé y fijé mi vista hacia al frente, me entristecía el hecho de que mi padre no estuviera presente en un día tan especial para mí, pero lo entendía.

El trabajo y el tiempo no lo dejaban.

—No estés nerviosa, todo saldrá bien —me dijo Ben y me dio un ligero apretón en la pierna.

—Gracias.

Mis ganas de ver a Samuel eran mayores, lo anhelaba, de verdad esperaba verlo ahí.

Al llegar salimos del auto y los reporteros comenzaron a abrumarme con tantas preguntas que no sabía hacia quien referirme.

—Katherine cuentanos ¿en que te inspiraste para crear tan hermosas obras de arte?

Rasqué mi cuello y sonreí.

—Mi inspiración tiene nombre y apellido.

—Ya lo notamos.

Benjamín me pegó a su cuerpo, traté de aclarar que lo que estaban pensando era un mal entendido pero no pude, todo estaba listo así que me despedí y caminamos dentro.

El salón estaba casi lleno lo cual me sorprendió, traté de saludar a la mayoría y subí al pódium, me aclaré la garganta e intenté relajar mi voz.

—Buenas noches, primero que nada muchas gracias a los presentes. Este es un sueño hecho realidad para mí y verlo cumplido rodeada de mi gente me hace sentir verdaderamente lograda. Estas obras están principalmente inspiradas en el amor, el sentimiento mas puro y lindo y que gracias a la vida estoy experimentando.

Expliqué mi primer cuadro con un nudo en la garganta, ya que en él logre interpretar aquella primera tarde llena de fotografías, lluvia, risas y amor.

Lo llamé: comenzando a vivir.

En mi segunda obra se podía apreciar una cámara fotográfica vieja y unos ojos azules rodeados de muchos colores, los colores que Samuel dio a mi vida.

Lo llamé: azul de mi corazón.

Y el tercero que sin duda fue mi favorito.

Samuel enredado en la sabana con la espalda descubierta, lo recordaba bien.

Nuestra primera noche juntos, la luz de la noche alumbraba su perfecto cuerpo, esa imagen quedó grabada en mi memoria y así sería por siempre.

—En mi cuarta pintura pueden observar varias cápsulas de tiempo, ahí muestro el momento justo cuando amanecí con deseos de salir y comerme al mundo, el momento en que conocí a Samuel Smith, este cuadro lo titulé mi amor eterno, porque eso es lo que es para mí.

Diferentes momentos juntos, esa era aquella pintura que elaboré con una eterna sonrisa.

Los presentes aplaudieron y se abrió paso a la subasta, busqué a Sam de entre la gente pero no lo veía, seguro se le había hecho tarde y venía en camino.

Recibí felicitaciones de todos, incluso de mi madre que estaba completamente emocionada por verme con Benjamín.

—Estoy tan orgullosa, brillaste en sociedad hija mía.

Me abrazó y brindamos juntas, claramente yo con agua.

Mis ilusiones se fueron rompiendo al ver que el evento estaba llegando a su fin, di sonrisas falsas porque lo único que quería era llorar.

—Kathe, calmate —Sandy tocó mis hombros y frotó mis brazos con sus manos.

—No vino, no le importo en lo absoluto.

—Claro que le importas.

La abracé, sus cálidos brazos me recibieron  y su hombro me brindó el calor de siempre para llorar en él.

Podía excusarme y decir que eran lágrimas de felicidad, pero no tenía ganas de mentir.

Ya no más, yo no le importaba y había decidido no buscarlo más.

Limpié mis lágrimas y levanté la mirada, había pedido que no se vendieran los cuadros de Samuel, pero ya lo había decidido, ya no quería nada de él.

Vi a James correr hacia mí pálido y sin aire, miré hacia atrás porque todavía quedaba una pequeña esperanza en mi de que vinieran juntos pero no habían rastros de él.

—Kathe… —se apoyó en sus rodillas y tomó largas respiraciones.

—Olvidalo James, ya lo decidí y si él no quiere saber de mí no le voy a rogar.

—No… él iba a venir pero… está en el hospital.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Que le pasó?

—Yo… yo no debo decírtelo. Acompañame por favor.

Volteé hacia Sandy que tenia la mirada baja, asintió y corrí con James al hospital.