XI
A vosotras, oh Gracias, pone el poeta unas hojas
sobre el altar intacto, y capullos de rosa,
que os ofrece encantado. Se deleita el artista
en su taller las veces que parece un panteón.
Un dios, Júpiter, baja la frente; Juno la alza;
Febo emerge y sacude la cabeza rizada.
Mira seria Minerva, mientras Hermes, ligero,
aparta la mirada entre pícaro y tierno.
Tras Baco, el soñador, el suave, Citerea
muestra ojos deseantes, hasta en el mármol húmedos.
Recuerda sus abrazos y parece preguntar:
¿No debe el hijo hermoso estar entre nosotros?
