A nadie hace injuria quien honestamente dice su razón.

El que expresa con sinceridad su opinión respecto de un asunto, no debe ser considerado como ofensor nuestro, aunque nosotros opinemos de distinto modo.

A nadie se condena sin escucharlo antes.

Como no se puede juzgar sin conocer la causa, es preciso enterarse antes de ella, y después oír los descargos del reo. Este aforismo jurídico es aplicable en todos los casos de la vida humana.

De callar nadie se ha arrepentido, y de hablar, sí muchas veces. — V. La mejor palabra es la que se queda por decir.

Lo que no quiere nadie, que le dé el aire.

Manifiesta que lo que es despreciado por su poco o ningún valor, no es preciso conservarlo.

Nadie se apura por nadie.

Los cuidados ajenos suelen ser mirados con indiferencia o poco apego.

Nadie yerra con callar, y hablando mucho, mucho se suele errar.

Recomienda el silencio como una virtud inapreciable. Tan reconocida es esta verdad, que son muchos los refranes que bajo diferentes formas, pero abundando en la misma idea, se pueden ver en este Diccionario.

No hay nadie tan pobre a quien falte pan y agua.

Contra los que exageran su suerte y llamándose pobres, aunque en realidad no lo sean.

Para que nadie pierda.

Expresión que se usa con carácter de salvedad al citarse el nombre del autor de un dicho o hecho más o menos enojoso, con el fin de que no se le atribuya a otra persona ajena a tal hecho o dicho.

NADILLA:

No es nadilla; y llegábale a la rodilla. — V. No es nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano.

NAIPE:

Dar bien el naipe.

Ser favorable la suerte.

Darle, o no darle, el naipe a uno para una cosa.

Tener habilidad o destreza para hacerla, o al contrario.

Dar vial el naipe.

Ser contraria la suerte.

Estar como el naipe.

Se dice del individuo que se halla muy flaco y seco, o de alguna cosa que está muy blanda y floja por haberla manoseado mucho, con alusión a lo delgado y usado de las cartas.

Florear el naipe.

Disponer la baraja para hacer fullerías o trampas.

Hacer el naipe.

Entre tahúres, cobrar el barato.

Naipe, mujer, vino y borra, no se juntan sin camorra.

Todos estos elementos suelen serlo de discordia, pues raro es el juego, la intromisión de faldas, etc., que no termine con disputas.

Tener buen, o mal, naipe.

Tener buena, o mala, suerte al juego.

NALGA:

El que mucho se arremanga, vésele la nalga.

Reprocha la exageración en todos los órdenes de la vida.

No se crian nalgas con agua de malvas.

Para que una persona se halle bien nutrida, es preciso que la alimentación sea buena.

NAMBROCA:

Nambroca, gente mala, y foca.

Sátira contra los habitantes de este pequeño pueblo de la provincia de Toledo.

NARANJA:

No estrujar tanto la naranja, que amargue, o No se ha de exprimir tanto la naranja, que amargue el zumo.

En todo debe procederse con gran moderación, para evitar las malas resultas que suelen causar al llegar las cosas a su fin. Aplícase también a la prudencia que debe observarse en las pretensiones en todas líneas, para no molestar con la instancia o con la frecuencia.

Ser la media naranja.

Llámase así familiarmente al sujeto que se adapta tan perfectamente al gusto y carácter de otro, que éste lo mira como la mitad de sí propio, y más comúnmente a la mujer respecto del marido y viceversa, porque siendo dos en una carne por el lazo indisoluble del matrimonio, cada uno de ellos forma la mitad de esta entidad moral, ala manera que dos medias naranjas componen el todo material de esta fruta.

Toma allá esa naranja que te envían desde la Granja. — V. Chúpate esa y vuelve por otra.

Donde no hay naranjas, ¿qué almorzarán?

Frase empleada para motejar de candida a una persona suponiéndola capaz de pensar semejante tontería.

Naranjas chinas, o de la China. — V. Todo eso es naranjas de la China.

Todo eso es naranjas de la China.

Manera familiar de negar lo que otro dice.

NARANJO:

Ser un naranjo.

Ser un estúpido.

NARCISO:

Más hermoso que Narciso.

Modo de ponderar la belleza y galanura de una persona, con alusión a aquel joven fabuloso de igual nombre, de quien refiere la Mitología que, siendo amado por todas las ninfas, y habiéndolas despreciado, al mirarse cierto día en una cristalina fuente cuando volvía de caza, quedó tan prendado de su hermosura, que se secó luego de languidez, transformándose en la flor que lleva su nombre.

NARIGUDA:

Alábate, nariguda... Y no tenia narices.

Dicese a la persona que, careciendo de méritos se alaba de ellos, como si los tuviese.

NARIZ:

A nadie le hurgan la nariz sin que venga el estornudo.

Todo aquel a quien se le irroga alguna molestia, no puede menos de darse por resentido.

Darle a uno en la nariz una cosa.

Sospechar, barruntar lo que otro intenta ejecutar. —Percibir el olor de ella.

Ninguno que tetiga nariz llame a otro mocoso: Debemos fijarnos en nuestros defectos antes de satirizar los de los demás. — V. Quien tiene hijo varón, no llame a otro ladrón.

No hay cosa más fría que nariz de perro y culo de mujer.

Hay un cantar popular que dice: No he visto cosa más fría que las manos de un barbero, el culo de una mujer y las narices de un perro.

Puntos de comparación son éstos, que no hemos comprobado en su totalidad.

Quien se corta la nariz su cara afea.

Quien saca a plaza sus defectos, no tiene por qué quejarse de ser motejado.

Tapar la nariz, y comer la perdiz.

Hay muchas personas que dicen que la ocasión mejor para comer la carne de la perdiz, es cuando empieza ésta a oler, por llevar ya algún tiempo de muerta. El insigne Sorapán de Rieros dice a este propósito en su Medicina en refranes lo siguiente: «Como la perdiz sea comida de nobles, según dice Sabanarola, y con nuestros ojos cada dia lo veamos, no sera razón ocultar sus propiedades, y mas dando la ocasión el refrán que delante tenemos, usado con tanta continuación.

Es la perdiz el animal mas libidinoso de quantos se conocen, y tanto que quando es tiempo de concebir, ciegos del ferbor que padecen, fácilmente engañados por un reclamo, son cazados los machos, y si sus hembras, las perdizes, no esconden los huevos, tontos se los quiebran, sin aduertir lo que hazen.

Dize Plinio, en el libro dezimo de la natural historia, que la perdiz hembra se haze preñada con solo el ayre que le toca del macho, y algunas vezes, con solo oyr su voz. Pero Aristóteles, libro tercero de la generación de los animales, capitulo primero, no dize que con la voz se hazen preñadas las perdizes, sino que con el olor del macho, y esto es mas conforme a razón.

Platina es del parecer de Aristóteles. Pelean animosamente los machos por el amor de las hembras, las quales con gran cuydado esconden y encubren los hueuos, para que no sean de otro animal ofendidos. Purganse las perdizes quando sienten el vientre ocupado, comiendo una hoja de laurel, como testifica Plinio; no se halla jamas vnto ni enjundia en estas aues. Afirma el propio autor, que en la Paphlagonia se hallan perdizes con dos corazones, cosa para mi increyble. La vida de la perdiz dura diez y seis años, según opinión de Aristóteles, y de los que escriuen de animales.

La hiél de la perdiz, con otra tanta de buena miel mezclada, es de gran eficacia para los que tienen paño, o nuues frescas en los ojos. Coziendo los hueuos de la perdiz en miel y aplicados en forma de emplasto a los ojos, se curan las llagas que en ellos vuiere. Hecha panetela con caldo de perdiz, es vnico remedio de las cámaras. Las cascaras del hueuo de la perdiz, hechas polbos, y mezcladas con cadmía y cera, en forma de vnguento, hazen que las tetas de las mugeres estén sin arrugas, y sin caerse. Comido el hueuo de la perdiz haze las mugeres fecundas y abundantes de leche. Todo lo dicho es doctrina de Plinio en diuersos lugares.

Platina dize, que demás de las virtudes dichas, conforta la perdiz, siendo comida la virtud animal, que esta en el celebro, y que prouoca intentissimamente a Madona Venus.

Supuesto lo dicho y viniendo a la declaracion de la sentencia presente, digo con el doctissimo Vega: Que la perdiz de su naturaleza es de carne seca, pero templada entre calor y frialdad, deste parecer es Sabanarola, Paulo, Platina, Auicena, y el gran maestro Galeno; por la qual sequedad, los perdigones nuevos, que son menos secos, dan loable mantenimiento al cuerpo; pero quando ya son de edad mayor, manifiestamente secan, por lo qual detienen el vientre, no son difíciles de cozer en el estomago, y dan constante y loable sustento, crian buena y mucha sangre. De suerte que compiten con la carne de gallina, y aun a auido quien diga que son las perdizes de mejor carne, principalmente hablando de las pechugas: porque las piernas y las demás partes, son muy inferiores en bondad a las pechugas. Pues como manifiestamente tengan las perdizes la sequedad, que todos los autores médicos dizen, son algo duras; porque la dureza es hija de la sequedad como enseña Galeno. Siendo, pues, duras, áseles de buscar remedio, que enmiende aquella falta, el qunl remedio es que estén muy manidas, y es necessario que estén tanto si son viejas, para que se enternezcan, que an ya de comenzar a oler mal.

Esto, pues, es lo que nos enseña el Refrán, diziendo que la perdiz para que sea tierna a de oler, de suerte que sea necessario tapar la nariz quando se come.

Adviertase aqui que si es perdigón de suyo tierno, y nueuo, no a de ser tan manido como dice el Refrán, y si fuere perdiz vieja, conuiene que este bien manida, pero no tanto que el olor cause enfado. Porque lo que dize este Refrán de tapar la nariz, es modo, y exageración que da a entender, que la carne de la perdiz es la que conviene que sea mas manida, y la que mas se puede conservar por su sequedad. Y assi dize Vega en el libro segundo de su arte, capitulo dezimo, que las carnes dignas de ser alabadas, son las de las perdizes manidas, y en el capitulo octavo, que es la que mas se puede detener sin oler mal; esto es, por la sequedad que auemos dicho, la qual es contra corrupción. Pero las perdizes que son cazadas con azor, no sufren tanto tiempo sin corromperse; la causa desto se dará a su tiempo.

Algunos, considerando la sequedad de las carnes de las perdizes las comen cozidas, pero engañanse mucho, porque las pechugas cozidas son mas secas que las assadas, y assi es su natural preparación que se assen y no se cuezan. Aduirtiendo también que conviene, para que tengan mejor punto, y estén mas tiernas que an de yr a la mesa poco mas que a medio assar, y bien manidas, como enseña el Refrán y el doctissimo Vega en su arte medicinal».

Tener la nariz como una trompa.

Tenerla abultada, especialmente por consecuencia de hinchazón, aludiendo a la nariz del elefante, llamada trompa.

Dejar a alguno con tantas narices, o con un palmo de narices.

Manera de burlarse una persona de otra, dejándola defraudada en sus esperanzas.

Hablar uno por las narices.

Ganguear o hablar de modo que parece que la voz sale por ellas.

Hacerse uno las narices.

Recibir un golpe grande en ellas, de suerte que se las deshace.

Hinchársele a uno las narices.

Subírsele el San Telrao a la gavia; amostazarse, incomodarse, enojarse o enfadarse con demasía.

Meter uno las narices en una cosa.

Curiosear, entremeterse, sin ser llamado, a saberla o entenderla.

No saber uno dónde tiene las narices.

Aplícase a la persona que, por ignorancia, no hace bien las cosas, o ignora hasta lo más elemental.

No ver uno más allá de sus narices.

Ser poco avisado; tener cortos alcances.

Quedarse con más narices que un pez espada. — V. Dejar a alguno con tantas narices, o con un palmo de narices.

Tener uno a otro agarrado por las narices.

Dominarle, tenerle subordinado o sujeto a su voluntad.

Tener uno largas narices, o narices de perro perdiguero.

Tener viveza en el olfato. — Antever o presentir una cosa que está para suceder.

Tener una cosa narices.

Ser una cosa extraordinaria; llamar la atención tanto en bueno como en mal sentido. — V. Tener bemoles, o tres bemoles, o tres pares de bemoles, segunda y tercera acepción.

Torcer uno las narices.

Repugnar una cosa que se escucha.

NASO:

Llevar a alguno por el naso. — V. Tener uno a otro agarrado por las NARICES.

El ordenador y corrector de este Diccionario, D. Manuel José García, en su Estudio critico acerca del entremés «El vizcaíno fingido», por Miguel de Cervantes Saavedra, premiado por la Real Academia Española, dice (pág. 117), la siguiente: «Ibídem. — ... vendrá acá nuestro burro, o nuestro biifalo, que lo llevo yo por el naso, como dicen...

Del animal orejudo hablaremos más adelante; ahora cúmplenos tratar del cornígero.

Pertenece el búfalo a una de las varias especies que comprende el género buey, a cuyo individuo se asemeja bastante, distinguiéndose entre otras circunstancias de menos monta, en ostentar una excrecencia en forma de joroba, unos cuernos negros y muy separados entre sí, y en ser de naturaleza mucho más bravia. Casi tan puerco como el puerco mismo gusta de revolcarse por los lodazales, en que se detiene largo tiempo, y, gran amigo del agua, nada con facilidad, atravesando los ríos más caudalosos. El hombre, por derecho de conquista, ha sometido también a su dominio esta especie bovina, y en Italia, especialmente, se emplea para las labores del campo, pudiendo asegurarse que una yunta de búfalos les presta mayor utilidad que dos de bueyes comunes. El modo de servirse de ellos es el siguiente: después de encerrados en una empalizada, donde se les obliga a entrar asustándolos en el campo, se les pasa por la nariz un aro de hierro, al cual va atada una cuerda, que hace las veces de guía o rienda.

Pues bien, a dicha circunstancia alude nuestro Solórzano, cuando manifiesta que al Vizcaíno lo lleva por el naso, como dicen; comparación que bien pudo oír Cervantes en Italia, durante su estancia en aquel poético país, donde es corriente menar o pigliar per il naso, y a la que corresponde exactamente la nuestra tener a uno agarrado por las narices, y la francesa mener quel-qu'un par le nez».

NATA:

Cuajar la nata.

Dominar, imperar, estar en buen predicamento.

«Como mi madre cuajaba la nata, era ropera, tenía las llaves y privanza, metió con tiempo las manos donde estaba su corazón, aunque lo más importante todo lo tenía ella y de ello era señora». (Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, lib. I, cap.II.)

NATURA:

Lo que no es de natura... ¡tararura!

Da a entender que cuando un individuo nace con una inclinación determinada, no es fácil corregirla después.

NATURAL:

Natural y figura, hasta la sepultura.

Aquel que tiene su modo de ser, por lo general no cambia hasta el último instante de su vida. También se suele decir genio en vez de natural.

Sin buen natural, no hay ciencia que valga.

Poco vale el saber cuando la persona que lo posee no tiene la bondad y la simpatía necesarias para hacerle amable.

Quebrarle a uno el natural. — V. Quebrarle a uno la condición.

NATURALEZA:

En la Naturaleza cada cosa engendra su semejante.

Todas las cosas se parecen a aquellas de que proceden, no negando, por lo tanto, su origen.

Lo que la Naturaleza da, nadie lo borrará. — V. Genio y figura, hasta la sepultura.

Lo que la Naturaleza da, ninguno lo puede negar.

Es en vano pretender mostrarse contrario a lo que se es, pues pronto salta a la vista del menos lince.

Nada hace en balde la Naturaleza.

Aunque a veces nos parezca absurdo lo creado, la experiencia nos demuestra la rectitud con que la Naturaleza obra en todo.

Sirva de ejemplo la conocidísima fábula de Samaniego titulada El Labrador y la Providencia.

Naturaleza es madrastra de hombres y madre de brutos.

La educación corrige los impulsos naturales, que es lo que distingue al hombre civilizado del hombre salvaje.

Ser uno desfavorecido, o poco favorecido, de la Naturaleza.

Hallarse desnudo de las gracias y dotes naturales.

NAVAJA:

Estar rapado de navaja.

Aplícase a la persona que no tiene conocimientos o estudios de ningún género. — En círculo más limitado se refiere al que desconoce en absoluto alguna ciencia, arte, lengua, etc.

Ser una cosa cortante como una navaja de afeitar.

Se dice de todo aquello que tiene un filo sumamente fino, como sucede con este instrumento cortante. — Tropológlcamente se aplica a la persona satírica o maldiciente.

NAVALÓN:

Los de Navalón le pusieron pleito al sol.

Manera de motejar de brutos a los naturales de este pueblo de la provincia de Cuenca.

NAVARRA:

De Navarra, ni mujer ni tronada. — V. De Aragón, ni hembra ni varón.

NAVARRO:

Lucio estáis, Navarro. — No es sino barro.

Dícese cuando alguien trata de disculparse con aquello mismo que se le echa en cara.

NAVIDAD:

De Navidad, a San Antón pascuas son.

Aunque realmente las Pascuas suelen terminar el día de Reyes (6 de enero), hay muchos que las hacen durar hasta la fiesta del dicho santo (17 del mismo mes) para los efectos de felicitaciones, regalos, vacaciones, etc.

En Navidad, al balcón; en Pascua, al tizón.

Cuando hace tiempo templado por Navidad, suele hacer frío por Resurrección.

La Navidad al sol, y la de flores al fuego, si quieres el año derechero.

Cuando ésta cae con buen tiempo, conviene trabajar al campo, si se quiere tener buen año.

Navidad en viernes, siembra por do pudieres; en domingo, vende los bueyes y échalo en trigo.

Quiere decir que cuando Navidad cae en dicho día de viernes, el año será abundante, y escaso si cae en domingo. Como se comprende, no deja de ser una preocupación tonta, desprovista de toda justificación.

Por Navidad, sol; por Pascua, carbón. — V. Quien loma el sol en Navidad, fuego en Pascua buscará.

Quien toma el sol en Navidad, fuego en Pascua buscará.

Los días claros en este tiempo primero suelen ser precursores de grandes fríos, propios, después de todo, del mes de diciembre.

Las navidades no se van en balde.

Refiérese a los años, que a medida que avanzan, van dejando en las personas huellas más señaladas de su paso e influencia.

No alabes ni desalabes hasta siete navidades.

Recomienda la prudencia con que se debe proceder en una cosa hasta que no se le ve el fin.

NAVÍO:

Quien no tuviere que hacer, arme navio, o tome mujer.

Aquel que estuviere ocioso, con cualquiera de estas dos cosas tendrá mucho en qué ocuparse y de qué preocuparse.

NEBLINA:

La neblina, del agua es madrina; pero si es con seca, más seca.

Cuando en invierno amanece un día con niebla espesa, suele ésta resolverse en lluvia; si la temporada es de sequía pertinaz, suele anunciar la continuación de ésta.

La neblina, del agua es madrina, y del sol, vecina.

Cuando ésta es espesa y baja y algo continuada, por lo regular suele resolverse en lluvia, que dura poco, para dejar paso al sol.

NECEDAD:

La necedad es madre de todo mal suceso.

Una perdona desprovista de talento no puede hacer nada bueno, ni plantear asunto cuyo final no sea un fracaso.

Necedad es enturbiar el agua que se ha de beber.

No da muestras de ser muy avisado el que, sin necesidad, se crea dificultades en un asunto que él tiene que resolver forzosamente.

No hay necedad que no tenga quien la apadrine, o que no haya sido patrocinada por algún sabio. — V. No hay barbaridad que no esté apadrinada por algún sabio.

El que imprime necedades dalas a censo perpetuo.

Como lo impreso permanece siempre, todas las tonterías confiadas al papel subsistirán para baldón del que se atrevió a escribirlas.

Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo.

Es tal el poder del dinero, que es raro encontrar quien desapruebe lo que dice un millonario, por absurdo y disparatado que sea.

NECESARIO:

Bien serta, pero no es necesario.

Este dicho con que se aprueba aquello que se propone, si bien no obliga su ejecución, es la respuesta que se da en el Catecismo de la Doctrina Cristiana del P. Gaspar Astete a la pregunta de: «¿Y es menester siempre que uno cae en pecado mortal, confesarse luego para que se le perdone?»

Es necesario mezclar con lo útil, lo dulce.

Precepto horaciano convertido en refrán en que se aconseja sabiamente atenuar lo arduo de la enseñanza por medio de una forma amena y distraída.

Hacerse uno el necesario.

Hacerse de rogar, o afectando celo, persuadir que hace indispensable falta.

NECESIDAD:

Ala necesidad no hay ley. — V. La necfsidad carece de ley.

De la necesidad nace el consejo.

Da a entender que en los trances apurados es cuando se discurre más para poder salir airosamente de ellos. «Y como suelen decir, que de la necesidad nace el consejo, viéndome tan perdido en sus amores y sin remedio de cómo podérselos manifestar con las calidades de mi persona, tomé por acuerdo acertado escribir mi libertad a mi padre, y que estaba en mil doblas empeñado; que me socorriera con ellas». (Mateo Alemán, Guzmdn de Alfarache, lib. I, cap. VIII.)

De la necesidad, nace la actividad.

Las personas más perezosas tienen que desechar su apatía cuando se ven obligadas por la fuerza de la necesidad.

Do hay necesidad, no puede haber libertad.

El que necesita de otro tiene que doblegar la voluntad propia a la ajena, haciendo, no lo que quiere, sino lo que se le ordena que haga.

El que juega por necesidad, pierde por obligación.

Comúnmente favorece la suerte al hombre pudiente que tiene por costumbre jugar, ya porque lo hace con frecuencia, y no siempre ha de perder, o bien porque atraviesa algunas cantidades de consideración. Este refrán se refiere comúnmente a la Lotería.

El que mucho habla, por necesidad tiene que errar. — V. Quien mucho habla, mucho yerra.

El que por necesidad juega, por necesidad pierde. — V. El que juega por necesidad, pierde por obligación.

Hacer de la necesidad virtud.

Tolerar con ánimo constante y conforme lo que no se puede evitar.

Hay quien padece por necesidad; pero el rico avaro, por voluntad.

Los aficionados a acaparar riquezas prefieren carecer de lo más necesario con tal de no gastar. Conocidos son los múltiples casos de ser recogidos en la vía pública mendigos muertos de inanición, y al registrar sus harapos hallarles cosidos en el forro billetes de Banco y títulos del Estado.

La gran necesidad todos los casos tapa.

El no tener es una disculpa que salva la situación en muchas ocasiones.

La necesidad aguza el ingenio.

Da a entender que la falta de lo que se ha menester, o la inminencia del riesgo, hace ejecutar con habilidad y destreza lo que parece que no se sabía o lo que no se había aprendido. También se suele decir que hace maestro o que es madre de la industria.

La necesidad carece de ley.

Explica que el que padece urgente necesidad se juzga dispensado de las leyes u obligaciones comunes.

La necesidad es grande maestra de invenciones. — V. De la necesidad nace el consejo.

La necesidad es gran inventora. — V. De la necesidad nace el consejo.

La necesidad es maestra de sutilizar el ingenio. — V. De la necesidad nace el consejo.

La necesidad es ocasión de acudir a lo que no se debe.

La comisión de actos vergonzosos es debida en no pocas ocasiones a la necesidad.

«Y como siempre los malos son desagradecidos y la necesidad sea ocasión de acudir a lo que no se debe, y el remedio presente venza a lo porvenir, Ginés, que no era ni agradecido ni bien intencionado, acordó de hurtar el asno a Sancho Panza». (Quijote, parte I, capítulo XXIII.)

La necesidad hace a la vieja trotar.

Manera de ponderarse cuánto aviva e incita al trabajo y a la diligencia la necesidad de adquirir lo preciso para conservar la vida, aun a los más indolentes y apáticos.

La necesidad suele ser maestra, o hace maestro.

Cuando falta lo necesario para el sustento, o la precisión del riesgo, hace que ejecute uno a la fuerza con habilidad y destreza, lo que parece que no se sabía, o no se había aprendido.

La necesidad, o el hambre, tiene cara de Jiereje.

Úsase para denotar que generalmente se huye del necesitado, y también que la necesidad obliga a cualquiera penalidad o trabajo con el objeto de evitarla. — Es una traducción macarrónica de la frase latina necessiias caret lege, o sea la necesidad carece de ley.

Obedecer a la necesidad.

Obrar como exigen las circunstancias del tiempo.

Parecer la necesidad en visita.

Aplícase a las personas cuya indumentaria deja bastante que desear, máxime si a esto se agrega el aspecto personal escuálido propio del que no goza de gran alimentación.

Sacar de la necesidad consejo. — V. De la necesidad nace el consejo.

«En esta confusión sacó de la necesidad consejo: prevínose de una carta, y cerrada la metió en un cofrecillo suyo para cuando viniese D. Luis hacer con ella su descargo». (Guzmán de Alfarache, lib. I, cap. VIII.)

¡Si sabremos aquí lo que es necesidad!, o Ya sabemos lo que es necesidad.

Modo de dar a entender festivamente que no nos es desconocida la afición predominante de una persona por tal o cual cosa Tiene necesidad de complacer el que quiere que todos le hagan placer.

Por la ley natural de reciprocidad el que necesita que le sirvan en sus pretensiones se ve obligado a servir a los demás en las suyas; el que no lo entienda así, no se verá jamás complacido.

A nuevas necesidades, nuevos consejos.

Enseña que los consejos deben darse cuando se necesitan y no a destiempo.

En las necesidades no se repara en poco.

Cuando la necesidad aprieta, nadie se fija en minucias.

Las necesidades de las casas son como las penas del infierno.

Que nunca se las ve el fin, pues cuando no se carece de una cosa se carece de otra.

Para las necesidades, o las ocasiones, son los amigos.

La verdadera amistad es la que se manifiesta en los trances apurados de la vida: si en éstos no se encuentra al amigo, ya puede borrársele el nombre de tal.

NECIA:

Necia cosa es inquietarse por lo que no se puede evitar. — V. Lo que no tiene remedio olvidarlo es lo mejor.

NECIO:

A cada necio le agrada su porrada.

El amor propio, así como la pasión y afecto desmedidos, son causa de que no conozca uno los excesos a que lo precipitan.

Al necio, del diestro; al loco, del cabestro.

Enseña el modo de tratar con ambos, que al uno basta con guiarlo, y al otro es preciso llevarlo a la fuerza.

Callando el necio, se hace discreto.

Como la discreción de las personas se conoce en la conversación, el que no habla no puede demostrar si es tonto o sabio.

Con callar gana el necio ser tenido por sabio. — V. Callando el necio, se hace discreto.

Conocerse uno necio, es principio de ser sabio.

Conocerse a sí propio es virtud muy rara, como propia de sabios: si un tonto se reconoce como tal, puede asegurarse que no es tan tonto como parece.

Cuando el necio es acordado, el mercado es ya pasado.

Reprende a los que remiten la realización de las cosas para cuando ya es tarde.

Cuando un necio está en su mulo, no teme a Dios ni al mundo.

Cuando cierta clase de personas llega a desempeñar altos cargos, se engríen de tal manera que no respetan a nadie, por creer que no hay nada superior a ellos.

Del necio, el primer consejo.

Se quiere indicar que el dictamen del necio, por no ser mesurado, es más espontáneo y digno de seguirse a falta de otro mejor.

El necio es atrevido y el sabio comedido.

Como la ignorancia es muy osada, hace que los tontos también lo sean; el verdadero sabio, por el contrario, siempre es temeroso y prudente.

El necio hace al fin lo que el discreto al principio. — V. Lo que hace el loco, o el necio, a la derrería, etc.

El que sea necio, que arrime el hombro. — V. El que sea tonto que aprenda.

Harto es necio y loco, quien vacia su bolsa llenando la de otro.

El que hace que coman a su costa y sin necesidad otros, no da señales de gran cordura.

Más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena. — V. Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.

Más sabe un necio preguntar, que un sabio contestar.

Los tontos, como los niños, suelen ser amigos de saberlo todo; de ahí el que siempre estén con el ¿por qué? en la boca. Algunas preguntas son tales, que no hay sabio, por mucho que lo sea, capaz de darles respuesta.

Mejor es ser necio, que porfiado.

Entre dos proposiciones malas, se debe evitar primero la que fuere más notable, o más molesta y enfadosa.

Nada cura al necio, como el desprecio.

Contra los importunos, que cuando ven que no se les hace caso, acaban por no molestar más.

Necio es quien piensa que otro no piensa.

Porque la limitación de una persona no le permita utilizar su juicio, no es razón para que los demás hagan lo mismo.

No hay cosa más difícil, bien mirado, que conocer a un necio si es callado. — Véase ¿En qué se parece un tonto a un sabio? — En lo que calla.

No hay tal saber, como necio no ser.

La verdadera sabiduría en el trato social consiste en no dejarse engañar de nadie.

Por necio que el necio sea, dice y hace alguna cosa buena.

Aunque sea de una manera inconsciente, alguna vez se verifica lo que el refrán apunta, a semejanza de los libros, que por malos que sean, no dejan de tener alguna enseñanza saludable.

Quien necio es en su villa, necio es en Castilla.

Los tontos en todas partes lo son, y como tal, conocidos en su patria y fuera de ella.

Si el necio no fuera al mercado, no se vendería lo malo.

De la ignorancia de algunos se saca en ocasiones no poco provecho.

¿Tan necio queréis que sea, que, cuando a fingir me pongo, lo finja sin apariencias?

Para que la ficción surta el efecto apetecido, se necesita rodearla de todo el aparato propio de la verosimilitud; de lo contrario, no se tardará en echar de ver que se trata de una estratagema burda. Es concepto de Moreto vaciado en su linda comedia El desdén, con el desdén.

Un necio refuta a un sabio; un sabio no convence a un necio.

La terquedad suele correr parejas con la ignorancia: de ahí que por mucho que un sabio se esfuerce en demostrar una cosa a un necio, éste no quedará convencido por no querer apearse de su primitiva idea.

De necios leales se hinchen los infiernos.

Los servicios que quieren prestar los tontos por afecto, suelen ser contraproducentes.

Entren los que saben; y los necios, a la calle.

Da a entender que conviene frecuentar el trato de personas ilustradas, y evitar el de las ignorantes y faltas de buen juicio.

Es de necios huir del consejo.

Como ningún tonto cree serlo, no admite que nadie le enseñe nada, pues juzgan saberlo todo.

Los necios tienen el corazón en la lengua, los cuerdos, la lengua en el corazón.

Porque los primeros hablan lo que creen que sienten, mientras los segundos no dicen más que lo que verdaderamente les dicta su corazón.

Infinito es el niímero de los necios.

Este refrán suele decirse más en latín, Stultorum infinitus est numerus, dando a entender que el número de los tontos es mayor de lo que parece.

Necios y porfiados hacen ricos a los letrados.

Manifiesta la poca razón con que se suelen suscitar los pleitos, que a veces se siguen más por tenacidad que por justicia, con lo cual, dicho se está lo que van ganando los curiales.

NÉCTAR:

Ser un néctar.

Dícese de todo licor suave, aromático y gustoso, con referencia al nombre que daban los gentiles a la bebida de sus fementidas deidades.

NEGACIÓN:

Dos negaciones afirman.

Válense de este aforismo, verdadero en la lengua latina, los que quieren salirse con su gusto, aunque haya quien se niegue a consentirlo: haciéndole negarse dos veces, y escudados en el refrán sofísticamente, ya tienen conseguido su objeto.

NEGAR:

A la par es negar y tarde dar.

La dilación en hacer el beneficio es causa de que pierda ésta mucho de su mérito.

Viene a ser en cierto modo la antítesis de El que da primero, da dos veces. Quien todo lo niega, todo lo concede, o confiesa.

Da a entender que se sospecha reo al que, habiéndose averiguado que tuvo parte en una cosa, lo niega todo.

NEGÓ:

Aunque semo negó, fwmble semo, alma tenemo.

Dicho del hombre negro al verse despreciado o maltratado del blanco, para denotar que, no por ser de ese color deja de ser criatura racional.

NEGOCIO:

Cada uno en su negocio sabe más que otro. — V. Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.

Negocio ajeno, de pelo cuelga.

Expresa el poco o ningún cuidado que ponemos en la resolución de un asunto que no es nuestro y que, por lo tanto, nos importa muy poco.

Negocio en el que nada se va ganando, algo se pierde.

Aunque no sea más que el tiempo y los disgustos que suelen acarrear ciertos asuntos.

Negocio cu que danza un fraile no lo hurgue nadie.

Pues éste se encargará de sacarlo a buen puerto, con su sólo apoyo personal y sin necesidad de intervenciones extrañas.

Los negocios de la buena, dentro de casa y no de fuera.

La mujer hacendosa no se preocupa más que de los asuntos del hogar doméstico, no importándole nada los del exterior.

No se hacen los negocios de hongos, sino con buenos dineros redondos. — V. No se hace la boda, etc.

NEGRA:

Callar como negra en baño.

Se aplica a la persona que disimula y calla por más denuestos o reconvenciones que le dirijan, como sucedería a la negra que yendo a bañarse en compañía de mujeres blancas, le dirigieran éstas en son de burla aquel otro refrán que dice: ¿Para qué va la negra al baño, si blanca no puede ser?

Con más dijes que una negra.

Se aplica a toda persona que va muy compuesta, en comparación de las mujeres negras que son sumamente aficionadas a cargarse de adornos y bujerías.

Ésa es más negra, o Ésa si que es negra.

Manera de encarecer el apuro o dificultad de una cosa, y más si se compara con otra anteriormente realizada, de condiciones también azarosas, aunque no en tanto grado.

fue la negra al baño, y tuvo que contar un año.

Advierte lo mucho que da que hablar a la gente sencilla cualquier cosa, cuando no la ha visto otra vez.

¿Para qué va la negra al baño, si blanca no puede ser?

En vano se aplican los medios cuando el fin no es asequible.

Yo me era negra y vistiéronme de verde.

Reprende a aquellos que empeoran las cosas queriéndolas componer o adornar por modos desproporcionados, o que, intentándolas disimular o excusar, las hacen más notorias y reparables.

NEGRILLO:

Parecerse al negrillo de Lazarillo de Tormes, que, cuando entraba su padre, decía muy espantado: «¡Aladre, coco!»

Contra los que hacen aspavientos sin causa justificada.

NEGRO:

A lo negro, mozas, que lo blanco son pozas.

Recomienda se ponga sumo cuidado al ir de noche por las calles en tiempo de lluvia, por lo fácil que es deslumhrarse, y, pensando que se pisa sobre firme, meter el pie en un lodazal.

Eso es como quien lava la cabeza a un negro. — V. Sobre negro no hay tintura.

Eso es lo mismo que al negro llamar Juan Blanco.

Aplícase a aquellos que atribuyen a alguna persona o cosa cualidades contrarias a las que respectivamente les son características.

Estorbarle a uno lo negro.

No saber leer absolutamente, o no saber leer aquello que está escrito en otra lengua, o en caracteres extraños que desconoce el que los tiene a la vista. — No entender de aquella materia o facultad que se está tratando.

Más negro que mis pecados.

Comparación empleada vulgarmente para significar la maldad o negrura de una cosa.

Más quiero un sólo negro de la uña de mi alma, que a todo mi cuerpo.

Expresa el cuidado que hay que poner en la salvación del alma como más importante que la del cuerpo.

No apartarse un negro de uña.

Indícase con esta comparación una cantidad muy pequeña, como correspondiente a la suciedad que se introduce entre la uña y los dedos de la mano, y que es forzoso limpiarse continuamente, si no se quiere sentar plaza de desaseado. No dejar que duela un negro de la uña. Véase las razones expuestas en la frase anterior.

No puede ser más negro el cuervo que sus alas.

Da a entender que por muy difícil y comprometido que se ponga un negocio o situación, no ha de serlo mucho más de lo que ya lo está.

Sacar lo que el negro del sermón.

No obtener provecho alguno en la empresa que se ha acometido; haber perdido el tiempo, y, a veces, hasta la tranquilidad. Por eso añaden algunos a la frase proverbial susodicha, aludiendo sin género de duda a algún negro bozal que fue a oír un sermón y se salió todo disgustado y cariacontecido por no haber entendido una palabra: la cabeza caliente y los pies fríos.

Ser más negro que el azabache.

Extremadamente negro.

Sobre negro no hay tintura.

Lo naturalmente fuerte y arraigado prevalece siempre contra toda la destreza y habilidad que pueda poner en juego el arte. —Es muy difícil borrar la mancha o nota que ocasiona el mal modo de obrar que proviene de bajos o poco honrados principios.

Trabajar como un negro, o como negros.

Trabajar penosamente y sin descanso, como suelen hacerlo los esclavos negros.

Tratar a uno, o a alguno, como a un negro.

Tratarlo con harto rigor y desprecio, bien sea de palabra, bien de obra, con alusión al trato que recibían los esclavos negros en las colonias americanas. En este sentido dice muchas veces la persona agraviada a quien la injuria, con el objeto de que ésta se reporte: No somos NEGROS.

Verlo todo negro.

Característica del pesimismo. No encontrar alegría, felicidad ni dicha en nada del presente ni del porvenir.

Verse uno negro.

Encontrarse en un trance apurado, del que es difícil salir airoso.

NEMBROD:

Ser un Nembrod, o Nemrod.

Dicho sujeto, hijo de Cus y nieto de Can, fue gran cazador de fieras, de donde se aficionó a serlo también de los hombres, siendo el primero que se erigió en avasallador de la Humanidad. Su fuerza y ambición llegaron a hacerse proverbiales en su tiempo, como consta en el Génesis, cap. X, v. 9, donde se lee: «Por lo cual salió el proverbio Forzudo cazador delante del Señorcomo NEMROD»,que Scio interpreta así: «Este es un hebraísmo. Quiere decir: El hombre más violento y osado que había debajo del cielo; tanto, que después quedó como proverbio entre los hebreos, a la manera que decimos es un Nerón, para significar la crueldad de alguna persona». Uno de los calificativos que aplicó Radamanto a Sancho Panza, cuando se negaba éste a las duras pruebas a que querían ponerlo para alcanzar la resurrección de Altisidora (Quijote, parte II. cap. LXIX), fue el de Nembrot soberbio.

ÑERO:

Todo lo miraba Ñero, y él de nada se dolía.

Aplícase al que contempla alguna gran desgracia con la mayor indiferencia y sangre fría, como sucedió con Nerón al presenciar impávido el incendio de Roma decretado por él.

Esta locución proverbial trae su origen de un romance antiquísimo, en el que se lee la siguiente estrofa: Mira Ñero de Tarpeya a Roma cómo se ardía; gritos dan niños y viejos, y él de nada se dolía.

NERÓN:

Ser uno un Nerón.

Ser con exceso cruel o sanguinario.

NERVIO:

Por males de nervios nunca se tocó a muerto. — V. Picóme una araña, y até me una sábana.

NÉSTOR:

Ser un Néstor.

«Néstor vivió tres geneas o siglos, y otro tanto vive la corneja, según Ausonio, y lo mismo el ciervo reduplicado por temos, conforme a lo de nuestro refrán: Tres años, un seto; tres setos, un can; tres canes, un caballo; tres caballos, un hombre; tres hombres, un elefante» (Rosal, Alfabeto último, vocablo Tres.)

NEVADA:

No vienen mal las nevadas que sostienen las heladas.

Indica lo beneficiosas que son para el campo las primeras.

NICOLÁS:

Parte Nicolás para si lo más.

Satiriza a los egoístas que toman siempre la mejor y mayor parte de una cosa para sí.

NIDO:

Destruyamos el nido para que no vuelvan los pájaros.

Da a entender que para evitar los efectos de algo es conveniente quitar la causa que los produce.

El nido de las liendres.

Denomínase así, festivamente, la cabeza, por considerar que éste es el sitio donde predominantemente habitan dichos animalitos. En este sentido se ve usado, aparte de otros muchos autores, en el sainetero González del Castillo, cuando dice en su saladísima obra Los Zapatos: «¿Ahora salimos con eso? Estoy por darte un cantazo en el nido de las liendres».

En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño.

Recomienda que no se deje pasar las oportunidades, por temor a no hallarlas cuando se las vaya a buscar.

No hallar nidos donde se pensó hallar pájaros. — V. En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño.

NIEBLA:

Niebla rabuda, al tercer día muda.

Expresa que el tiempo cambia cuando la niebla es muy pertinaz.

Nieblas en alto, aguas en bajo.

En tiempo de nieblas siempre hay humedades.

NIEVE:

Diccionario de refranes, adagios, proverbios […] de la lengua castellana
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