Artero, artero, mas non buen caballero.
Reprende a aquellos que en su proceder usan de alguna astucia para engañar a otro.
De caballero a caballero.
Entre caballeros; a estilo de caballeros.
No es caballero el que nace, sino el que sabe serlo.
Da a entender que vale más que la nobleza de la cuna, la del alma y la educación.
Poderoso caballero es Don Dinero.
Modo con que se encarece lo mucho que pueden las xúquezas, sirviendo en ocasiones hasta el punto de hacer que se tuerza la vara de la Justicia.
Quien endura, caballero va en buena mula.
Recomienda la economía. —Para medrar es preciso sufrir.
Ser el caballero de la Tenaza.
Ser muy miserable o agarrado.
Adelante, caballeros, que nos roban los ganados.
Principio de un romance antiquísimo, con el que se da a entender la necesidad en que uno se halla de que se le preste auxilio, especialmente si se trata de verse atacado en su derecho o en sus intereses.
¡Buenas noches, caballeros!... (Y eran todos zapateros.)
Moteja a una concurrencia que sólo se compone de gente de baja estofa y que presume de lo contrario.
CABALLITO:
¡Caballito de San Vicente, que lleva la carga y no la siente!
Sonsonete, generalmente usado entre chicos, que dirigen a la persona que lleva por detrás algún objeto extraño adherido a la ropa. —También se dice borriquito.
CABALLO:
A caballo ajeno, espuela propia.
Porque no conociendo el jinete el modo de andar del caballo, le castiga más que si fuera suyo.
A caballo comedor, cabestro corto.
Enseña a corregir y moderar las malas inclinaciones.
A caballo grande, grandes espuelas.
Los medios deben ser proporcionados a los fines.
A caballo nuevo, jinete viejo.
Indica que la cabalgadura que no está domada necesita que el que la monte sea hábil jinete.
A caballo presentado, o regalado, no hay que mirarle el diente.
Advierte que aquello que nada cuesta, puede admitirse sin reparo ni inconveniente alguno, aun cuando tenga algún defecto o tacha.
A caballo que se empaca, darle estaca. — V. A borrico lerdo, arriero loco.
Empacarse es un americanismo que se aplica a toda caballería harona, reacia o repropia, esto es, que se resiste a andar. — Traslaticiamente se dice igualmente de las personas haraganas o remolonas, por lo que el refrán se aplica también, y aún más frecuentemente, a esta clase de individuos, cuya casta abunda más de lo que fuera de desear.
A caballo va el obispo.
Significa que la persona que goza de gran prestigio por su posición, disfruta de toda clase de comodidades.
A caballo viejo, poco forraje, o joco verde.
Enseña cómo el alimento que se ha de dar a las personas de edad debe ser poco, pero substancioso.
¡A caballo, y gruñes!
Contra los que, en vez de manifestarse agradecidos al favor que se les ha dispensado, se muestran descontentos.
Ahí va, como el caballo de copas.
Expresión que se suele usar cuando se da o echa alguna cosa, aludiendo a la costumbre que había antiguamente, y que aun practican algunos estampadores, de poner las palabras Ahí va en la carta o naipe del caballo de copas.
A mata caballo.
Atropelladamente, muy deprisa.
Caballo grande, ande o no ande.
Manera de censurar a los que prefieren el tamaño a la buena calidad de las cosas.
Caballo que alcanza, pasar querría.
Modo de denotar que por lo común aspiramos a más de lo que hemos conseguido.
Caballo que alcanza, revienta o pasa.
Indica que el que en concurrencia con otros quiere lograr algo, tiene que emplear el máximum de esfuerzo para conseguirlo.
Caballo que vuela no quiere espuela.
El que es diligente y activo en su oficio o menester, no necesita de estímulo alguno para obrar.
Caballo rucio rodado, antes muerto que catisado.
Encomia las buenas cualidades de resistencia del caballo que posee las condiciones indicadas.
Caballo tordo y cama en el rincón, vengan revistas de inspección.
Refrán muy corriente entre militares, para indicar que teniendo el equipo completo no les importan las revistas de los superiores.
Caballo y blasón, armas de Morón.
Frase muy usual en Andalucía para indicar que a uno le importan poco los privilegios ajenos.
Caer bien, o mal, a caballo.
Denota que el jinete maneja con garbo, o no, el caballo que monta.
Carrera que no da el caballo, en el cuerpo se le queda. — V. Cuanto más me apresuro, más me destruyo.
De caballo de regalo, a rocín de molinero.
Aplícase a aquel que pasa de un estado próspero a otro de baja condición.
Después que el caballo es hurtado, cerrar la caballeriza. — V. Al asno muerto la cebada al rabo.
El andar a caballo, a unos hace caballeros; a otros, caballerizos.
Expresa que según es la clase de las personas, así honran o no los empleos.
El caballo del judio, harto de agua y bien corrido.
Da a entender que el que depende de un avaro, de lo que siempre tuvieron fama los judíos, está explotado en todas las ocasiones y mal atendido.
El caballo harto no es comedor. — V. El buey harto no es comedor.
El caballo y el galgo, pando.
Es decir, endeble o ligero.
El caballo y la mujer no se han de ceder.
Hay tres cosas que a nadie se le dan: la escopeta, el caballo y la mujer. — V. Mujer, reloj y escopeta no se prestan.
El que no tiene que dar, su caballo no corre.
Indica que para ser servido prontamente es indispensable aprontar dinero, pues al que no tiene nadie le sirve.
En cuanto ves caballo, se te ofrece viaje. — V. Culo veo, culo quiero.
Eso queremos los de a caballo, que salga el toro.
Explica el deseo que tiene alguno de lo que mira como útil, aunque sea a costa de alguna dificultad o peligro.
Hacer mal a un caballo.
Cansarlo, fatigarlo y rendirlo un jinete, en fuerza de su destreza y pericia en la equitación.
Irse, o salir, o enviar, a uno con dos mil, o cien mil, de a caballo.
Con mil demonios. —Mandarlo enhoramala.
Parecer un caballo padre. — V. Parecer Un GARAÑÓN.
Ponerse bien, o mal, en un caballo. — V. Caer bien, o mal, a caballo.
Quien compra caballo, compra cuidado.
El que adquiere un derecho, forzólo sámente tiene que contraer una obligación.
Quien no monta a caballo, del caballo nunca se cae.
Denota que las contingencias inherentes a cada cosa, sólo recaen en las personas que se ocupan de aquello que traen entre manos.
Reniego del caballo que no relincha cuando ve a la yegua.
Dícese de los hombres que son cortos de genio o parecen algo afeminados.
Sacar bien, o limpio, el caballo.
Salir airosamente de alguna disputa, empeño o acusación. — Hacer una cosa difícil o peligrosa, evitando todo daño.
Ser alguien, o algo, para uno peor que el caballo seyano para sus dueños.
Ser por todo extremo perjudicial, con alusión al caballo que había pertenecido a un ciudadano romano de nombre M. Seyo, y cuya posesión fue sucesivamente funesta a los cuatro o cinco individuos que lo montaron después, pues todos finaron violentamente.
Ser como el caballo de Troya.
Dícese de las personas que aparentan una cosa inofensiva y luego resultan lo contrario.
Ser como un caballo enfrenado.
Aplícase a aquellas personas que están completamente sujetas a la voluntad de otra, a semejanza del caballo, que no tiene más remedio que obedecer a las riendas manejadas por el jinete.
Ser el caballo de batalla.
Equivale a ser lo más importante, lo de más interés para resolver un asunto.
Si el caballo tuviese bazo y la paloma hiél, toda la gente se avendría bien.
Enseña que no podrá tener buen trato y correspondencia el que no contemporice con los afectos e inclinaciones de los demás.
Tener más alma que un caballo.
Aplícase a las personas que son indolentes.
Tener más intención que un caballo.
Dícese de la persona que es sumamente intencionada en todos sus actos, aludiendo a esa cualidad, que es una de las más características de dicho animal.
Yo y mi caballo, ambos leñemos un cuidado.
Contra los que se tratan como brutos, que sólo piensan en comer.
CABAÑUELAS:
Las cabañuelas de agosto.
Existe en algunas localidades de Andalucía la creencia supersticiosa de que cada uno de los primeros días del mes de agosto anuncia o presagia que hará igual tiempo que en el día correspondiente al de igual fecha de los meses sucesivos, en esta forma: El 1 de agosto corresponde al 1 de septiembre; el 2 de agosto, al 2 de octubre; el 3, a igual fecha de noviembre; el 4, a ídem de diciembre; el 5, a ídem de enero; el 6, a ídem de febrero; el 7, a ídem de marzo; el 8, a ídem de abril; el 9, a ídem de mayo; el 10, a ídem de junió, y el 11, a ídem de julio.
CABE:
Cabe de pala.
Ocasión o lance que impensadamente se ofrece para lograr aquello que se desea. Proviene dicha frase del juego de la argolla.
Dar un cabe.
Significa causar un perjuicio o menoscabo.
CABELLITO:
Estos mis cabellitos, madre, me los lleva el aire.
Manera de indicar que alguien, o algo, va decayendo insensiblemente de su valor, importancia, energía, etc.
CABELLO:
Agarrarse, o asirse, uno de un cabello.
Aprovechar una ocasión, por pequeña que sea, para conseguir alguna cosa.
Cabello luengo, y corto el seso.
Alude a que los que tienen mucha cabellera suelen discurrir poco.
Cabello y cantar no cumplen, o no es buen ajuar.
Denota que la mujer muy aficionada a componerse y divertirse no es la más a propósito para que atienda a los quehaceres domésticos.
Cada cabello hace su sombra en el suelo.
Enseña que no se desprecie a nadie, o alguna cosa, por humilde o pequeña que ésta sea.
Cortar, o partir, o hender, un cabello en el aire.
Ser muy listo; demostrar gran viveza en las cosas, comprendiéndolas fácilmente.
Estar pendiente de un cabello.
Estar en riesgo inminente alguna cosa.
Llevar a uno en, o de, o por, un cabello.
Da a entender la facilidad que hay de inclinar a lo que uno quiere al que es muy dócil y sumiso.
No faltar un cabello.
No faltar la parte más mínima de alguna cosa.
No montar un cabello alguna cosa.
Ser de muy escasa importancia.
Poder, o podérsele, ahogar a uno con un cabello.
Estar muy acongojado y falto de espíritu.
Poner, o ponérsele, a uno el cabello de punta.
Erizársele éste, o levantarse por algún susto, espanto o terror. Suele usarse también en plural.
Ser como un cabello.
Aplícase a todo aquello que es sumamente delgado.
locarle a uno en un cabello, o en la punta de un cabello.
Ofenderle en cosa sumamente leve. Úsase más frecuentemente en la forma negativa.
Coger alguna cosa por los cabellos.
Llegar a algún acto público cuando va a empezar inmediatamente o está muy a los principios.
Colgar, o estar, uno colgado de los cabellos.
Estar con sobresalto, duda o temor, esperando el fin de algún suceso.
Llevar a uno de, o por, los cabellos.
Llevarlo violentamente y contra su voluntad.
Tirar a uno de, o por, los cabellos. — V. Llevar a uno de, o por, los cabellos.
Traer alguna cosa de los cabellos.
Aplicar con violencia alguna autoridad, sentencia o suceso a una materia con la cual no tiene relación alguna, o traer a cuento alguna cosa o circunstancia sin la debida preparación, aun cuando no desdiga del asunto de que se trata.
CABER:
No cabe más.
Modo de expresar que alguna cosa ha llegado al último grado de perfección.
No caber en uno alguna cosa.
No poder esperar de una persona aquello que se le imputa, ni hacerla capaz o susceptible de lo que se le achaca o atribuye.
Todo cabe.
Todo es posible; todo puede suceder.
Todo cabe en Fulano.
Se da a entender con esta frase que es alguno capaz de aquello que se le imputa. Por lo general se suele tomar en mal sentido.
CABESTRO:
Llevar como por el cabestro.
Dominar a una persona hasta el punto de hacer de ella lo que a uno le dé la gana.
Llevar, o traer, del cabestro a uno. — V. Llevar, o traer, de los cabezones a uno.
Merecer uno que le pongan un cabestro.
Frase con que se moteja a una persona de tonta.
No mengua cabestro a quien tiene cibera.
Indica que el que tiene lo más importante, siempre tiene a su alcance lo accesorio.
CABEZA:
Abrirle a uno la cabeza.
Descalabrarlo.
A la cabeza, el comer la endereza.
Advierte que cuando el dolor de cabeza proviene de la debilidad en el estómago, se remedia fácilmente con el alimento.
Alzar uno la cabeza.
Salir de la pobreza y miseria en que se hallaba. —También se aplica a la persona que se ha restablecido de una enfermedad.
Andársele a uno la cabeza.
Estar perturbado o débil, pareciéndole que todo se mueve a su alrededor. —También se usa para denotar que corre uno peligro de perder una dignidad o empleo.
Aunque sea en la cabeza de un tiñoso.
Hipérbole empleada por los que gustándoles mucho una cosa, sobre todo si es algo de comer, aseguran que la tomarían aunque fuera con la condición asignada.
Bajar la cabeza.
Obedecer y ejecutar sin réplica lo que se manda. — Conformarse, tener resignación y paciencia cuando no queda otro remedio.
Cabeza calva, peinada desde el alba.
Denota que, por lo general, las personas que tienen pocas exigencias, pronta y fácilmente las satisfacen.
Cabeza loca no quiere toca.
Moteja a la persona que fuera de tiempo lleva descubierta la cabeza. — También se emplea para denotar que la persona de poco juicio no se sujeta a regla o método alguno.
Cabeza para el Naciente y pies para el Poniente, vivir eternamente.
Preocupación popular bastante extendida de que el dormir con la cabeza hacia el Oriente preserva de enfermedades.
Cabeza sin seso es como buzón de correo: todo lo admito y nada veo.
Aplícase a las personas cuyo carácter ligero hace que no piensen en nada con fundamento.
Calentarse uno la cabeza.
Dedicarse con insistencia y afán a algún trabajo mental.
Cargársele a uno la cabeza.
Sentir en ella pesadez o entorpecimiento.
Casarme quiero; comeré cabeza de olla, y sentarme he primero.
Indica las ventajas que tiene el que es cabeza de familia.
Cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen. — V. Si el prior juega a los naipes, ¿qué harán los frailes?
Cubrir la cabeza.
Tener derecho a la consideración de los demás.
Darás con la cabeza en un pesebre.
Vaticinio enderezado a los que no son muy listos.
Dar de cabeza.
Caer alguno de su fortuna o autoridad. —Entrar de lleno en un negocio.
Dar de, o con, la cabeza a la pared, o a las paredes.
Precipitarse uno en un negocio con daño propio.
Darle en la cabeza a uno.
Frustrar sus designios, vencerlo, dejarlo desairado. —Porfiar indirectamente, con objeto de molestar a alguien.
De cabeza.
De memoria. Úsase con los verbos aprender, hablar, tomar, etc. —Por fuerza, a la fuerza, violentamente y contra la propia voluntad.
De mi cabeza, o De su cabeza.
De propio ingenio o invención. —Es frase generalmente usada por la gente del pueblo, que en lugar de decir: He inventado tal cosa, dice: Lo he sacado de mi CABEZA.
De tal cabeza, tal sentencia.
Da a entender que no se esperaba menos de una persona. Suele emplearse más comúnmente en sentido irónico y burlesco.
Descomponérsele a uno la cabeza.
Perder por completo el juicio; turbársele a uno la razón.
Do no hay cabeza raída, no hay cosa cumplida.
Expresa que por lo regular son los eclesiásticos el amparo de su familia.
Doblar, o doblegar, la cabeza. — V. Bajar la CABEZA.
Dolerle a uno la cabeza.
Estar próximo a caer de su privanza o autoridad.
¡Duro, y a la cabeza!
Exhorta a uno a que no ceje en el negocio o cuestión emprendida, sin ningún linaje de miramientos ni contemplaciones.
El que no tenga cabeza, que tenga pies.
Dícese de la persona que por la falta de memoria en el incumplimiento de un encargo, tiene que suplir la falta de ésta volviendo a desandar lo andado.
En cabeza de mayorazgo.
Frase con que se pondera la dificultad que uno encuentra en desprenderse de alguna cosa, por la mucha estima en que la tiene.
En metiéndosele una cosa en la cabeza, ni las tenazas de Nicodemus se la arrancan.
Moteja de terca a una persona. — El Nicodemus a que se refiere es el que, en unión de José de Arimatea, desclavó a Jesucristo del infamante madero.
Encajársele a uno en la cabeza una cosa.
Afirmarse en el dictamen o concepto que tiene hecho de ella, y perseverar en él con obstinación y terquedad.
Escarmentar en cabeza ajena.
Tener presente el suceso trágico ajeno, para evitar que a uno le ocurra lo mismo.
Estar tocado de la cabeza.
Se dice de la persona que empieza a perder el juicio.
Hacer cabeza.
Ser el principal en un negocio, dependencia, etc.
Hacer, o ser, cabeza de bobo.
Tomar pie o pretexto de una cosa para abonar de este modo actos vituperables.
Henchirle, o llenarle, a alguno la cabeza de viento.
Adularlo, lisonjearlo, llenarlo de vanidad.
Ir cabeza abajo.
Decaer, irse arruinando poco a poco.
írsele a uno la cabeza.
Perturbarse el sentido o la razón.
La cabeza, blanca; y el seso, por venir.
Reprende a los ancianos que proceden en sus acciones sin juicio ni madurez.
La cabeza de la mujer es el varón.
El talento femenino guía al hombre, haciendo de él lo que quiere. Si el criterio es recto, el hombre obrará rectamente. ¡Desgraciado del que tiene que sufrir el caso contrario!
La cabeza manda a los pies.
El que tiene más talento se impone, generalmente, a los demás.
La que hila de cabeza, hila y ateza.
La persona que hace una cosa de mala gana, no puede hacerla bien.
Levantar uno la cabeza. — V. Alzar uno la CABEZA.
Llevar, o tener, uno en la cabeza alguna cosa.
Tenerla presente con todo cuidado y solicitud, haciendo que no se borre de la memoria.
Llevar uno en la cabeza.
Recibir daño o perjuicio, en vez de lo que pretendía.
Más vale ser cabeza de raión, que cola de león.
Significa que es preferible ser el primero y mandar en una comunidad o corporación, aunque pequeña, que ser el último en otra mayor.
Meter la cabeza en alguna parte.
Conseguir introducirse o ser admitido en ella.
Meter la cabeza en el, o en un, puchero.
Dícese del que, a pesar de haberse equivocado en alguna materia, mantiene su dictamen con gran tesón y terquedad.
Meterle a uno en la cabeza alguna cosa.
Persuadírsela eficazmente. —Hacérsela comprender o enseñársela, venciendo con trabajo su torpeza o ineptitud.
Meterse de cabeza. — V. Dar de cabeza, segunda acepción.
Metérsele a uno en la cabeza alguna cosa.
Figurársela con poco o ningún fundamento, y obstinarse en considerarla cierta o probable. — Perseverar en un propósito o capricho.
No haber, o tener, donde volver la cabeza.
No encontrar en ninguna parte auxilio. — Carecer de todo favor y amparo.
No levantar cabeza.
Estar sumamente atareado. —No acabar de convalecer de alguna enfermedad. — No poder salir de la pobreza o miseria en que uno se encuentra.
Otorgar de cabeza.
Bajarla para asentir a lo que se pregunta u oye decir.
Pasarle a alguno una cosa por la cabeza.
Antojársele, imaginérsela.
Perder, o volvérsele, a uno la cabeza.
Faltar la razón o el juicio por algún accidente o circunstancia de mayor o menor gravedad.
Podrido de cabeza.
Estar loco. — Ser un necio.
Poner una cosa sobre la cabeza.
Tratándose de bulas, breves, despachos de personas reales, etc., ponerlos sobre su cabeza quien los recibe, en señal de acatamiento y reverencia. — Hacer grandísima estimación de aquello de que se trata.
Ponerse en la cabeza alguna cosa.
Ofrecerse a la imaginación sin antecedente ni motivo que a ello pudiera dar lugar.
Por su cabeza.
Por su dictamen, sin consultar ni tomar consejo de nadie.
Quebrantar la cabeza.
Humillar la soberbia a alguno; sujetarlo. —Cansar y molestar a una persona con conversaciones tontas, porfiadas o pesadas.
Quebrarse uno la cabeza.
Hacer o solicitar alguna cosa con gran cuidado, diligencia o empeño; buscarla con mucha solicitud.
Quebrásteme la cabeza, y ahora me untas el casco.
Zahiere al que con la adulación y la lisonja quiere reparar el daño que antes ha hecho al mismo sujeto a quien ahora halaga.
Quien cabeza no tiene, no ha menester bonete. — V. Cabeza loca no quiere toca.
Quien lava la cabeza al asno, pierde el jabón. — V. Echar margaritas a puercos.
Quien te dio la cabeza te dará la montera.
Aunque en sentido riguroso se refiere a Dios, a título de Criador y Proveedor, aplícase por extensión a la persona bienhechora que, al conceder lo principal, es de presumir no dejará de atender a lo accesorio.
Quitarle a uno de la cabeza alguna cosa.
Disuadirle del concepto que había formado o del ánimo que tenía.
Romperle a uno la cabeza.
Molestarlo y fatigarlo con discursos impertinentes.
Romperse uno la cabeza.
Cansarse o fatigarse mucho con «el estudio o investigación de una cosa.
Sacar la cabeza.
Manifestarse o dejarse ver alguno, o alguna cosa, que no se había visto en algún tiempo. —Gallear, empezar a atreverse a hablar o a hacer alguna cosa el que antes era cobarde y tímido.
Salir uno con la cabeza rota.
Tener mal éxito en lo que había emprendido.
Sentar la cabeza.
Hacerse una persona juiciosa y moderar su conducta pasada.
Ser cabeza de turco.
Sufrir uno todos los daños, perjuicios o responsabilidades.
Ser placo de cabeza.
Se dice de la persona poco firme en sus juicios e ideas.
Ser un mala cabeza.
Dícese de aquel que procede sin juicio ni consideración.
Si os duele la cabeza, untaos las rodillas.
Da a entender que no hay conexión alguna entre lo que se está tratando y aquello con que se contesta o se interrumpe la conversación.
Subirse a la cabeza.
Ocasionar en ella aturdimiento los vapores del vino, tabaco u otras cosas.
Tener cabeza de chorlito.
Calificación que se aplica a la persona de poco juicio.
Tener cabeza de proceso.
Dícese del que tiene demasiado desarrollada la cabeza.
Tener cabeza de tarro. — V. Tener cabeza, de proceso.
También se aplica a la persona necia.
Tener cabeza redonda. — V. Tener cabeza de tarro, segunda acepción.
Tener la cabeza a las tres, o a las tres de la tarde. — V. Estar, o vivir, en Babia.
Tener la cabeza como olla de grillos.
Tenerla dolorida a consecuencia de las muchas especies que en ella se revuelven, sobre todo si son inconexas.
Tener la cabeza como un bombo.
Frase empleada por la persona que ha estado trabajando espiritualmente por espacio de mucho tiempo, u oyendo charlas insubstanciales, etc.
Tener la cabeza torcida.
Frase con que se moteja a una persona de hipócrita.
Tener uno en la cabeza alguna cosa.
Tenerla presente con gran cuidado» a fin de que no se le vaya de la imaginación o se le olvide.
Tener la cabeza a las once, o apájatos. — V. Estar, o vivir, en Babia.
Tener mala cabeza.
Proceder sin juicio ni consideración.
Torcer la cabeza.
Enfermar, decaer. — Morirse.
Tornar cabeza a una cosa.
Tener atención o consideración a ella.
Venirle a uno a la cabeza alguna cosa.
Ocurrírsele, o antojársele a alguien, alguna especie, idea, etc.
Vestirse por la cabeza.
Ser una persona del sexo femenino. — Por extensión, pertenecer una persona al estado eclesiástico, en atención a vestir traje talar.
Muchas cabezas,y ninguna cabeza.
Dícese de la casa, corporación, etc., donde todos mandan menos el principal.
Tantas cabezas, tantas calabazas.
Fórmula jocosa del refrán que dice: Tantas cabezas, tantos pareceres, con que se da a entender lo difícil que es, si no imposible, el concordar las opiniones de muchos que se hallan reunidos, por soler sus apreciaciones ser diferentes, cuando no encontradas.
Tantas cabezas, tantos pareceres. — Véase Tantas cabezas, tantas calabazas.
CABEZADA:
Dar cabezada.
Inclinar la cabeza en señal de respeto, o en manifestación de algún afecto.
Dar cabezadas.
Inclinar repetidas veces la cabeza el que está sentado, montado, etc., cuando dormita o se deja vencer del sueño.
Darse de cabezadas.
Fatigarse en averiguar o inquirir alguna cosa, sin poder dar con ella.
Darse de cabezadas por las paredes. — V. Darse de calabazadas por las paredes.
CABEZONES:
Llevar, o traer, de los cabezones a uno.
Llevarlo o traerlo adonde uno quiere, y contra su voluntad.
CABEZOTA:
Ser un cabezota.
Se aplica a la persona sumamente terca y testaruda.
CABEZUDO:
Ser un cabezudo. — Véase Ser un cabezota.
CABEZUELA:
Ser un cabezuela.
Ser una persona de poco juicio.
CABIDA:
Tener cabida, o gran cabida, en una parte o con una persona.
Tener valimiento o preponderancia y buena acogida.
CABILDO:
¿Adonde vas? — A cagar a Cabildo, que hay falta de tinta.
Respuesta que se da a la persona cuya curiosidad impertinente no quiere satisfacer el preguntado.
Decidlo en cabildo, y allí seréis respondido.
Aconseja que no se ha de tratar, ni resolver ni censurar o formar juicio cabal de las cosas públicas en secreto, a escondidas, sino donde se puedan y deban conferir, para que las resoluciones sean prudentes y acordadas.
El Cabildo, mi señor, siempre elige lo peor.
En las corporaciones suele escogerse para presidirlas a los que pueden ser manejados por los que les eligieron.
CABO:
A cada cabo, tres leguas de mal quebranto.
Para conseguir algo hay siempre que vencer dificultades.
Al cabo de cien años los reyes son villanos; y al cabo de ciento y diez, los villanos son reys.
Se refiere a las inconstancias de las cosas y a los altibajos que con el tiempo experimentan las familias y las personas.
Al cabo de cien años, marido, sois zarco.
Pasado mucho tiempo desmerece todo lo que se ha deseado.
Al cabo de cien años todos seremos salvos, o calvos.
.Indica el poco aprecio que se hace de una cosa cuyo cumplimiento ha de tardar en llegar, pues cuando éste se realice ya habremos dejado de existir.
Al cabo de la jornada.
En último resultado; a la conclusión o terminación de lo que se está tratando.
Al cabo del año mueren más pollos que gallos.
Con el transcurso del tiempo sufren más daño los que tienen poca experiencia que los más avezados.
Al cabo del año todos estamos en cuenta. — V. A cada puerco le llega su San Martín.
Al cabo del mundo, o Hasta el cabo del mundo.
A cualquiera parte, por distante y lejos que se halle. — Se aplica más comúnmente para dar a entender lo dispuesto que se está a ir aunque sea hasta el fin del mundo, con tal de conseguir el objeto que se desea.
Al cabo de los años mil, van las aguas por do solían ir, o torna el agua a su cubil.
Demuestra que con el transcurso del tiempo vuelven las cosas a su primitivo ser y estado.
Al cabo de Ramos a Pascuas.
Don Mariano Pardo de Figueroa, más conocido por el seudónimo del Doctor Thebussem, escribió en La Crónica, de Madrid, en 1858, lo que a continuación transcribimos: «Con esta locución se significa generalmente un largo período de tiempo, y es muy común decir: Le escribí a Fulano haciéndole un encargo, yme contestó, al cabo de Ramos a Pascuas, diciéndome que no había podido desempeñarlo. Ahora bien: de Ramos a Pascuas sólo median seis días, según el almanaque; ¿cómo es que con tan corto plazo se significa uno muy largo? En nuestro concepto, puede resolverse de dos modos esta cuestión. Primero, que como el tiempo que media de Ramos a Pascuas ha de emplearse en penitencias, ayunos y mortificaciones, de aquí el que, aunque sea corto, lo consideremos largo, por el deseo natural de volver a nuestro común y ordinario método de vida. La segunda solución hay que explicarla diciendo que existe un modo de hablar llamado antifrástico, y con el cual se da a entender una cosa contraria al valor de las palabras que se emplean. Por ejemplo: al considerar la obra de la catedral de Sevilla, se dice: «Ya costaría este edificio un puñado de reales». Al recordar un viajero dos días pasados entre ladrones, asegura «que fue el peor rato que tuvo en su vida»; y al ponderar la distancia que media entre Lima y Jerusalén, dice «que hay un buen paseo». En los tres ejemplos que acabamos de citar, con la palabra puñado, que en reales equivaldrá a ochenta o ciento, se significan millones; con el vocablo rato, que con arreglo a un reloj expresa media hora, se indican días enteros y con la expresión paseo, que equivale a algunas varas, se da a entender miles de leguas. ¿Qué hay, pues, de violento o exagerado en que seis días que median de Ramos a Pascuas indiquen o expresen seis meses o un año?»
Al cabo de un año tiene el mozo las mañas del amo.
Demuestra lo mucho que influye en los inferiores el ejemplo de los superiores.
Al cabo y a la postre.
Después de todo, al fin, por último.
Cena y vete a echar, por mal cabo le vide andar.
Aconseja que no se acueste nadie a continuación de haber cenado.
Dar cabo.
Dar luz, abrir camino. — También se dice: Dar cabo a una cosa, perfeccionarla, darle la última mano.
Dar cabo de una persona o cosa.
Acabar con ella, destruirla, concluir con su existencia.
De cabo a cabo, o De cabo a rabo.
Del principio al fin.
Echar a cabo un tiegocio.
Concluirlo, olvidarlo.
En el cabo de Trafalgar, o mucho a la tierra o mucho a la mar.
Situado dicho cabo a la vista de Vejer, junto al río Barbate, y habiendo existido antiguamente en dicho sitio alguna gran población, como lo acreditan las inmensas ruinas que allí subsisten en medio del mar, conviene a las embarcaciones acercarse mucho a la costa, o alejarse lo más posible de ella, a fin de no encallar en los bajíos producidos por aquellas ruinas.
En mi, o tu, o su, solo cabo.
Modo de expresar que la persona de que se trata se halla a sus solas, sin compañía de ningún género.
Estar uno al cabo, o muy al cabo.
Ir perdiendo la vida por momentos.
Estar uno al cabo. Algunos añaden: de la calle.
Ser completamente noticioso de algo o haber comprendido perfectamente lo que a uno se le acaba de decir.
Habéis sudado, y nada al cabo.
Contra los que, después de haber trabajado mucho en hacer alguna obra, les ha salido tan mal, que no sirve para nada.
Llevar a cabo, o al cabo, una cosa.
Ejecutarla, concluirla, darle cumplimiento, llevarla a efecto, ponerla por obra. — Destruirla, terminar con ella.
Llevar hasta el cabo una cosa.
Seguirla con tenacidad hasta el fin.
No dejar ningún cabo por atar, o, por el contrario, Quedar algún cabo por atar.
No omitir, o, por el contrario, omitir algún requisito indispensable para la consecución de alguna cosa.
No se pueden llevar las cosas por el cabo.
Conviene no apurar, exagerar o extremar ciertas situaciones.
No tener cabo ni cuenta una cosa.
Estar tan llena de dificultades y contradicciones, que no sabe uno cómo ponerla en claro o por dónde se ha de empezar.
Pensé saber por un lado, y enfermé por otro cabo.
Reprende a los que, guiándose por la apariencia, con poco o ningún reparo, se meten en algún negocio que les es perjudicial, y se vienen a dar cuenta de ello cuando ya no tiene remedio.
Por ningún cabo.
De ningún modo, por ningún medio o concepto.
Quedar algiín cabo suelto.
Circunstancia imprevista o que ha quedado pendiente en algún asunto o negocio.
Quien pesa mal y no le pesa al cabo, buen día dará al diablo.
Amenaza con el infierno a los tenderos que hurtan sin arrepentirse de ello, considerándolo como una cosa lícita.
Atar, o juntar, o recoger, o unir, cabos.
Reunir especies, premisas o antecedentes para poder venir al resultado o consecuencia que se desea obtener.
Áteme usted esos cabos.
Da a entenderla incoherencia o desproporción que resulta de lo que alguno sostiene, o bien la concurrencia de uno o más sucesos que por su índole y naturaleza se repelen.
Coser a dos cabos.
Estar atento a lo que se hace. —Asegurar el resultado de una cosa.
Iguales, como cabos de agujetas.
No haber diferencia entre varias personas o cosas.
Llevar las cosas por los cabos, o por el cabo.
Asegurar lo que se está haciendo.
Ni con cabos juegues, ni lampar as friegues.
Refrán muy usado en la milicia para significar la conveniencia de no tomarse confianzas con los superiores jerárquicos.
CABRA:
Aún no ha parido la cabra, y ya el hijo, o el cabrito, mama.
Reprende a los que desean con ansia una cosa, sin esperar a que llegue su oportunidad y sazón para conseguirla.
Cabra, caballo y mujer, gordos los has de escoger.
Concuerda con este refrán latino: Sunt tria mala: macra fcernina, mula, capra, que expresa lo mismo que el castellano; es decir, que tanto el uno como las otras deben estas entrados en carnes.
Cabra coja no quiere siesta, o sestear no debe.
El que cuenta con pocos recursos o escaso talento debe aprontar, respectivamente, mayor actividad o aplicación.
Cabra coja no tenga siesta, y si la tiene, caro le cuesta. — V. Cabra coja no quiere siesta, o sestear no debe.
Cabra por viña, cual la madre tal la hija.
Los hijos sacan, por lo común, el genio e inclinación de sus padres.
La cabra de mi vecina da más lechie que la mía.
Contra los descontentadizos que creen ver mayor prosperidad en los negocios que otro maneja, antes que en los propios.
La cabra tira al monte.
Por lo regular suele obrarse según el origen natural de cada uno.
Libre es la cabra del arado.
Indica que el que no sirve para efectuar un servicio, está exento de que se lo encarguen.
Por donde salta la cabra, salta el chivo, o salta la que la mama. — V. Cabra por viña, cual la madre tal la hija.
Saltar más que una cabra.
Símil bastante acertado, pues esta clase de cuadrúpedos, en especial los monteses, tienen una facilidad asombrosa para brincar.
Ser uno la cabra coja.
Dícese de la persona inútil, o que es inferior en mérito, entre las demás de que se compone una familia, corporación, etc.
Tanto peca el que tiene la cabra como el que la mama. — V. Alcahuetes y tunos, todos son unos, o Hacientes y consencientes, pena por igual.
Cargar, o echar, las cabras a uno.
Hacer que pague él solo lo que con otro u otros ha perdido. —Echar la culpa al que no la tiene.
Esas son las cabras que N.
tiene que guardar.
Equivale a decir: Ese es su cargo u oficio; a eso se reduce el cumplimiento de su obligación, sin tener que meterse en más.
Ir uno tras otro, corno las cabras.
Seguir fiel y dócilmente las pisadas de otro, ya en sentido material, ya en el figurado.
Los que cabras no tienen y cabritos venden, ¿de dónde les vienen?
Aquellos que no tienen oficio ni beneficio y gastan y triunfan largamente, es de suponer que lo hurtan o lo adquieren por medios ilícitos.
Meter las cabras en el corral a uno.
Atemorizarlo, infundirle miedo.
CABRAHIGO:
No dársele a alguno un cabrahigo. — V. No dársele a uno un ARDITE.
CABRERO:
Guarda el cabrero las cabras de muchos lobos, y a su mujer no puede de un hombre solo.
Indica que el que se propone apartarse del buen camino, no es fácil disuadirle de ello.
Riñen los cabreros, descúbrense los quesos. — V. Riñen los ladrones y se descubren los hurtos.
CABRILLA:
Cuando te dieren la cabrilla, acorre con la soguilla. — V. Cuando te dieren la vaquilla, acude con la soguilla.
CABRIOLA:
Hacerle a uno cabriolas una cosa.
Excitarle el deseo o la curiosidad.
CABRITO:
El cabrito, de un mes, y el cordero, de tres.
Indica las edades en que respectivamente han de ser comidos dichos animales, para que la carne sea gustosa.
CABRÓN:
Algún cabrón pasa por la calle.
Dícese cuando a dos personas se les ocurre a la vez manifestar un mismo pensamiento.
El que nace para cabrón, siete años antes de nacer tiene la gracia.
Exagera lo persistente que suele ser la desgracia en los que nacen desdichados.
Hacer el cabrón.
Aguantar pacientemente los regaños o trabajos que se imponen. — Trabajar, levantar las cargas o mantener a otros, mientras éstos gastan, triunfan y se divierten.
CABRONADA:
Aguantar cabronadas.
Cualquiera incomodidad grave e importuna que hay necesidad de sufrir por cualquier motivo.
CABUYA:
Ponerse en la cabuya.
Coger el hilo, ponerse al cabo de un asunto. — Cabuya es la fibra de la pita, con que se fabrican cuerdas y tejidos.
CACA:
Descubrir la caca.
Poner de manifiesto lo defectuoso o sucio de algún asunto. —Úsase también con los verbos manifestar, callar, ocultar, tapar, etc., teniendo respectivamente el significado que cada uno de éstos le comunica.
CACAO:
Pedir cacao.
Úsase familiarmente, en algunas regiones de América para dar a entender que alguno corre pidiendo favor o misericordia, con alusión onomatopéyica a la voz del gallo cuando sale huyendo para no ser cogido.
CACAREADOR:
Ser un cacareador. — V. Cacarear alguno una cosa.
CACAREAR:
Cacarear alguno una cosa.
Ponderar, exagerar con exceso las acciones propias.
CACO:
Pagar tributo a Caco.
Hurtar, robar.
Ser un caco.
Hombre muy tímido, cobarde y de poca o ninguna resolución. — V. Ser más ladrón que Caco.
CACUMEN:
Tener cacumen.
Tener agudeza, perspicacia, penetración, ingenio.
CACHA:
No temas, que es cacha.
Modo de indicar a uno que no hay motivo o fundamento para que abrigue recelo de ningún género.
Hasta las cachas.
Excesivamente; y así, se dice: Empeñado hasta las cachas, etc.
CACHANO:
Llamar a Cachano con dos tejas.
Denota ser de todo punto ilusorio o ineficaz el auxilio a que alguno recurre en su necesidad o despecho. — Suele usarse en la forma imperativa, diciendo: Que llame a Cachano con dos tejas.
CACHAZA:
¡Cachaza y mala intención!
Exhorta a tener en los negocios arduos gran serenidad y a estar en constante acecho.
CACHETE:
Dar el cachete. — V. Dar la PUNTILLA.
CACHETERO:
Ser un cachetero.
Se dice de la persona que causa a otra, o a alguna cosa, el último y mayor daño que podía sobrevenirle.
CACHETINA:
Darse una cachetina.
Reñir a cachetes.
CACHICÁN:
Ser un cachicán.
Ser hombre astuto, diestro.
CACHIFOLLAR:
Cachifollar a uno.
Dejarlo deslucido y humillado, o burlado en alguna pretensión o empeño.
CACHIGORDA:
Ser una persona cachigorda.
Dícese de la que es regordeta y pequeña. — También se la suele llamar cachigordeta.
CACHIPOLACHE:
De cachipolache.
Modo de ponderar lo considerable, notable, excesivo, etc., de aquello que se está tratando. —Con el verbo armar tiene dos significados, según se aplique: revolverlo, involucrarlo todo, o mover contienda, pelearse tumultuosamente varias personas.
CACHIVACHE:
Ser un cachivache.
Ser una persona ridicula, embustera, inútil y acreedora al mayor desprecio. — V. Ser un trasto.
CACHO:
Echa un cacho de honradez al puchero, y verás qué caldo sale.
Mal consejo, sostenido por los que aseguran ser antes el medro personal que la práctica del bien.
CACHONDEO:
Estar de cachondeo.
Aplícase a las personas que están de chacota, burlándose con cierta calma, soflama o sorna. —Es frase impropia de la buena sociedad, por tener su origen en el sentido recto del adjetivo, que, como tal, no puede tener cabida en este Diccionario.
CACHORREÑA:
Tener una persona mucha cachorreña.
Ser muy cachazuda; gastar mucha flema, mucha pachorra.
CACHORRO:
Estar hecho, o parecer, un cachorro.
Dícese, por lo general, del que está rollizo. Aplícase más comúnmente a los niños recién nacidos.
CADÁVER:
Que haya un cadáver mas, ¿qué importa al mundo?
Frase proverbial de desesperación, tomada del final del Canto a Teresa incluido en El Diablo Mundo, de Espronceda.
CADENA:
Estar en cadena.
Estar preso o sujeto.
CADETE:
Echarla de cadete, o Hacerse el cadete.
Presumir de joven, o hacer acciones propias de tal, una persona entrada ya en años.
CÁDIZ:
Eso ocurrió, o pasó, o sucedió, entre Cádiz y Jerez, camino de Carnestolendas.
Modo jocoso de significar uno que no da crédito a lo que acaba de escuchar.
CAER:
Al caer de la hoja, o de la pámpana.
Al fin del otoño, al llegar el invierno.
Caer bien, o mal, una cosa con otra, o a otra.
Tener orden y proporción con ella; ser adecuada, conveniente y oportuna, o al contrario. Se aplica también a las cosas con relación a las personas.
Caer de plano.
Caer tendido a la larga, sin poderse valer.
Caer en alguna cosa.
Venir en conocimiento de ella, recordarla.
Caer por defuera.
No perjudicar una cosa notablemente a alguno, o no sentir éste demasiado el perjuicio que recibe.
Caer que hacer.
Presentarse ocasión de trabajar o de hacer alguna cosa.
Cayendo y levantando.
Con alternativas adversas o favorables, sin fijeza en lo bueno o conveniente.
Estar una cosa al caer.
Hallarse a punto de suceder o de verificarse.
Estar si cae o no cae alguna persona o cosa. — V. Estar en tenguerengue.
Parece que se cae, y se agarra.
Dícese del que hace su negocio con disimulo, o haciéndose el tonto.
Quien no cae, no se levanta.
Enseña que a veces es un bien el incurrir en algún yerro, porque es causa de que en lo sucesivo no se venga a caer en otros mayores.
CAERSE:
Caerse de maduro.
Se aplica al viejo decrépito cercano ya a la muerte. — También se dice de la persona que se halla rendida por el trabajo o por el sueño, o por ambas cosas a la vez.
Caerse de suyo.
Denota la poca firmeza de las cosas mal fundadas, que sin necesidad de extraño impulso se desbaratan. — También se aplica a ser una cosa sumamente fácil de comprender.
Caerse muerto de miedo, de susto, de gozo, de risa, etc.
Frase empleada para ponderar la intensidad que dichos afectos causan en una persona.
Caerse redondo.
Venir al suelo una persona por efecto de algún desmayo o de cualquier otro accidente. — Asombrarse por haber visto u oído algo anormal o estupendo.
CAGADA:
Mandar a uno a buscar la cagada del lagarto.
Frase que se emplea para despedir a una persona con desprecio.
Ser uno, o una cosa, como la cagada déla paloma, que ni huele ni hiede.
No servir para nada; ser completamente inútil. — V. Ser la mierda del pavo.
CAGADO:
Ningún cagado se huele.
El amor propio ciega de tal manera, que no consiente el que cada uno vea sus defectos.
CAGAJÓN:
Parecer un cagajón de arroyo.
Frase baja y popular con que se manifiesta desprecio hacia alguna persona.
CAGAJONES:
Cagajones y membrillos, todos somos, o son, amarillos.
Contra los que por la apariencia igualan todas las cosas, sin hacer distinción de ellas por no detenerse en penetrar su fondo.
¿Qué?, o ¿Quién? — Cagajones, y máscalos bien.
Contestación burlesca que se suele dar a los que preguntan una cosa intempestivamente o que no les importa nada.
CAGALERA:
Cagaleras, o calenturas, o cursos, en, o por, mayo, salud para todo el año.
Expresa que el sufrir de cámaras en dicho mes es saludable, pues equivale a un purgante natural muy oportuno para la entrada de la primavera.
CAGALUGARES:
Ser un cagalugares.
Mote que se da a la persona que es aficionada a andar con suma frecuencia mudando de sitios o destinos, sin tener asiento fijo en ninguno. — Dícese también cagaoficios.
CAGANDANDO:
Ser un cagandando. — V. Ser un cagóx.
CAGAR:
A cagar en lo barrido.
Es decir, hacer algo que no se le ocurre a persona bienintencionada.
Cagar una cosa.
Mancharla, deslucirla, echarla a perder. —Errar algún negocio; andar desacertado en alguna empresa; quedar desairado en aquello que se traía entre manos.
Cagarse de miedo.
Demuestra el mucho temor de que se halla poseída una persona. — En términos más cultos suele decirse: Irse, o zurrarse, de miedo.
Estarse cagando vivo.
Tener necesidad apremiante de exonerar el vientre, o tener diarrea.
¡Me cago!
Expresión vulgar con que se demuestra ira o enojo por haber sucedido lo contrario de aquello que uno deseaba. —Algunos suavizan esta palabra malsonante substituyéndola por ¡Mecachis!
No ven cagar, cuando ya quieren lamer. — V. Mklón, tajada en la boca.
CAGATINTAS:
Ser un cagatintas.
Ser oficinista.
CAGÓN:
Ser un cagón.
Aplícase a la persona que es muy cobarde y miedosa.
CAGUETA:
Ser un cagueta. — V. Ser un CAGÓN.
CAÍDA:
Sufrir caída.
Tener abatimiento, decadencia, acción de ir a menos.
Las caídas, ni aun soñadas son buenas.
Pondéranse las malas consecuencias que suelen traer las caídas, hasta el punto que el que piensa que se cae, estando dormido, se despierta con gran sobresalto y doliéndole todo el cuerpo.
Tener una persona caídas.
Tener dichos oportunos, especialmente los que se ocurren con naturalidad y sin estudio.
CAÍDO:
Al caído todos se le atreven. — V. Del árbol caído todos cortan, o hacen, leña.
Estar caído.
Encontrarse desfallecido, amilanado, desanimado, abatido, desalentado. — Haber perdido el valimiento con alguna persona poderosa.
CAIMÁN:
Ser un caimán.
Persona astuta y disimulada que afecta prudencia para conseguir su intento.
CAÍN:
Ser alguno más malo que Caín.
Comparación referente al personaje bíblico que por envidia mató a su hermano Abel.
CAIRE:
Quien no ha caire, no ha donaire.
Refrán irónico con que se vitupera a aquellas personas que prosperan por medios ilícitos y reprobados.
CAJA:
Caja abierta y culo a besar, a nadie se le puede negar.
Al que dispone de medios para lograr algo, no le es fácil negarse a facilitarlos.
Entrar, o estar, en caja.
Encontrarse en buen estado de salud, o en vida ordenada, aplicado a las personas, y en regla y concierto, hablando de las cosas.
¡Oído a la caja!
Manera de invitar al silencio para que se preste atención a lo que se va a decir, por juzgarlo de verdadera importancia.
Despedir, o echar, o recibir, etc., a uno a, o con, cajas destempladas.
Con aspereza y enojo.
CAJÓN:
El que come de cajón, come de mogollón.
El que tiene a su alcance dinero en abundancia, no repara en lo que lo invierte.
Parecer cajón de sastre.
Haber conjunto de cosas desordenadas y distintas. —Persona que tiene en su imaginación variedad de especies, generalmente desordenadas y confusas.
Ser alguna cosa de cajón.
Ser corriente y de estilo y práctica usual y común.
CAL:
El que quiere cal, tiene que cocerla. — V. El que algo quiere, algo le cuesta.
Ser de cal y canto.
Ser fuerte, macizo y muy durable, como todo lo hecho con estas materias.
CALA:
Hacer cala, o Hacer cala y cala.
Reconocer con detenimiento una cosa para saber la calidad, cantidad y demás circunstancias que pueda tener.
CALABAZA:
Aún no está en la calabaza, y ya se toma vinagre.
Contra los que dan ya por hecho y conseguido aquello que pretenden, sin tener el principio y los medios adecuados para ello.
El que come calabaza se queda sin pulso.
Por lo desubstanciado que es dicho manjar.
La calabaza Jamas será hogaza.
Dícese a las personas que piden o desean conseguir cosas que por razón natural son imposibles.
Menos come una calabaza y, sin embargo, está más gorda.
Contestación que dio Santo Tomás de Aquino a uno que le preguntó cómo siendo tan parco en la comida estaba tan grueso. —Es lo mismo que se suele responder al que hace igual pregunta a la persona que se halla en idénticas circunstancias.
Salir uno calabaza.
No corresponder al concepto ventajoso que de él se tenía formado.
Ser una calabaza.
Ser una persona muy ignorante, muy estúpida e inepta.
Dar, o llevar, calabazas.
Reprobar a alguno en los exámenes. — Desairar o rechazar la mujer al que la pretende o requiere de amores, o éste a aquélla.
No necesitar de calabazas para nadar.
Dícese del que tiene bastante arte para manejarse por sí solo sin la ayuda de nadie.
CALABAZADAS:
Darse de calabazadas por las paredes.
Fatigarse mucho por averiguar alguna cosa, sin poderlo conseguir.
CALADA:
Dar una calada.
Reprender ásperamente.
CALAGOZO:
Calagozo corta encina, que no cola vulpina.
Para conseguir algo es necesario emplear los medios adecuados.
CALAMAR:
Parecer un calamar.
Aplícase a la persona flaca.
CALAMIDAD:
Ser una calamidad.
Persona o cosa que acarrea molestias o sinsabores constantemente.
CALAMOCANO:
Estar calamocano.
Encontrarse beodo.
CALANDRAJO:
Ser un calandrajo.
Aplícase a la persona ridicula, despreciable y mal trajeada.
CALAÑA:
Ser de buena, o mala, calaña.
Ser de buena, o mala, índole o calidad, tanto las personas como las cosas.
CALAR:
Calar a una persona o cosa.
Conocer sus cualidades y sus intenciones. —Penetrar, comprender el motivo, razón o secreto de una cosa.
CALAVERA:
¡Lo que sernos!... (Y miraba a la calavera de un borrico).
Modo de motejar de bruto a una persona, con alusión al conocido epigrama: La calavera de un burro miraba el doctor Pandolfo, y entemecido decía: «¡Válgame Dios, lo que somos!»
Ser un calavera.
Persona de poco juicio y asiento, particularmente en asuntos femeninos.
CALAVERÓN:
Ser un calaverón. — V. Ser un calavera.
CALCETA:
Andar, o ir, haciendo calcetas.
Ir andando con las puntas de los pies hacia adentro, y por lo tanto ir separando los talones entre sí lo más posible.
Hacer, o estar, haciendo calcetas.
Estar tiritando, estar temblando de frío.
CALCETERO:
En siendo yo calcetero, andarán todos en piernas.
Jocosa manera, como de Quevedo, de exagerar la desgracia de una persona, equivalente al refrán: Si te metes a sombrerero, los chiquillos te nacerán sin cabeza. (Véase)
CALDA:
Dar calda, o una calda, a uno.
Acalorarlo, estimularlo a que haga alguna cosa.
CALDEO:
Sacar a uno de entre los caldeos.
Sacarle de una situación molesta o angustiosa.
CALDERA:
Ser una caldera.
Aplícase generalmente a los relojes de bolsillo antiguos y abultados, a los cuales se los suele llamar pintorescamente calderómetros.
Ir a las calderas de Pedro Botero, o Botello.
Llámase así comúnmente al infierno.
Covarrubias sospecha que este individuo existió, y fue un tintorero que tendría alguna descomunal caldera para su oficio.
CALDERO:
Caldero viejo, o abolladura o agujero.
Manifiesta lo difícil que es hallar una cosa o persona de mucha edad que no tenga algún quebranto.
Con un caldero viejo se compra otro nuevo.
Aplícase al individuo joven que se casa con persona de edad avanzada, en la esperanza de que, no tardando ésta en morirse, podrá casarse luego con otra cuya edad sea más proporcionada a la suya.
No lo bebo, no lo bebo, mas echádmelo en el caldero. — V. No quiero, no quiero, pero échalo en el sombrero.
CALDILLO:
Al caldillo, señor alcalde.
Juego de palabras con que se incita a uno a que atienda a su provecho.
CALDO:
A quien no quiere caldo, la taza llena, o tres tazas.
Se dice de aquella persona que se ve obligada, o a quien se quiere obligar a hacer una cosa que le repugna sobremanera.
¡Caldo, a los de Orgaz! Algunos añaden: que los de Aranjuez no quieren más.
Da a entender que se rechaza alguna proposición que no conviene, mayormente si se hace con insistencia importuna; y se funda este dicho en una tradición que corre acerca de los naturales de Orgaz, la cual dice que habiéndose presentado en la mesa de una boda celebrada en aquella localidad un perro rojo en el cocido, juzgaron los circunstantes que los pelos de aquel animalito eran hebras de azafrán.
¡Caldo de tripas, bien te repicas!
Contra los ruines que quieren darse importancia y meter ruido, por semejanza a lo que pasa con el caldo de tripas (el líquido que se administra por medio de la ayuda, clister, jeringa o lavativa), que siendo de suyo y en su aplicación de calidad humilde, pone los intestinos en movimiento y alboroto.
Caldo sin grasa, pan sin tasa.
Cuando la comida es de poca substancia, no es extraño suplir esta deficiencia, los que tienen hambre, haciendo gasto de pan para subsanarla.
Como caldo de altramuces, o de raposa, o de zorra, que está frío y quema.
Dícese de ciertas palabras y expresiones que, aun cuando parecen suaves, encierran sentido picante y maligno. — Aplícase igualmente a las personas que las profieren.
El mal caldo, hirviendo y soplando. — Véase El mal camino, andarlo pronto.
Hacerle, o hacérsele, a uno el caldo gordo.
Darle o proporcionarle aquellos medios que para una cosa le faltaban o en que más principalmente estaba el conseguirla.
Haz de ese caldo tajadas.
Moteja a quien pide imposibles.
Mirar al caldo y a las tajadas.
Atender a la vez a dos cosas distintas.
Revolver el caldo, o los caldos.
Sacar a relucir cuentos viejos para mover disputas y rencillas.
Ser más transparente que caldo de sopista.
Ser alguna cosa sumamente delgada. — Ser tan clara y evidente que no puede ocultarse su sentido a nadie. — Alúdese a la pobreza de la mayoría de los antiguos estudiantes, cuya sopa tenía de todo menos de substancia.
Vamos a cenar, que está el caldo deshecho.
Alude a que las cosas deben hacerse antes que se pase la ocasión de practicarlas.
CALENDARIO:
Mentir más que el calendario de Torres.
Mentir descaradamente. —Alude a los calendarios compuestos por D. Diego de Torres Villarroel, escritor salamanquino, quien con la mayor desfachatez publicaba en ellos sus delirios y ensueños astrológicos (1723-1753), hoy en su casi totalidad dados al olvido.
Hacer calendarios.
Estar uno pensativo, discurriendo a solas sin objeto determinado. — Hacer sobre una cosa cálculos o pronósticos más o menos aventurados.
CALENDAS:
Para las calendas griegas.
Expresión irónica que denota un tiempo o plazo que no ha de llegar nunca. — Alude a que los griegos no tenían calendas.
CALENTAR:
Caliente diciembre, caliente enero, frío seguro tendrá febrero.
Indica que en cuanto empieza el invierno, es inútil que el tiempo no sea el propio de esa estación, porque no tardará en ser el adecuado a tal época del año.
CALENTÓN:
Darse un calentón.
Calentarse deprisa y levemente.
CALENTURA:
Calentura de pollo por comer gallina.
Motéjase al que se finge achacoso por huir del trabajo, o para que lo traten con mimo y regalo.
Todavía dura la calentura.
Da a entender que aun existe aquel disgusto, vicio, desgracia, etc., de que se trata.
Calenturas otoñales, o muy largas, o mortales.
Expresa el carácter que suele tener esa enfermedad cuando ataca en la citada estación del año.
Calenturas por mayo, salud para toda el año. — V. Cursos, o pujos, por mayo, salud para todo el año.
CALEPINO:
Sabe más que el Calepino.
Dicho que se usaba antiguamente entre los escolares, especialmente de Gramática latina, para calificar de buen humanista a aquel a quien se lo aplicaban, con alusión al Diccionario de varias lenguas llamado Calepino por haberlo compuesto Fr. Ambrosio Calepino o de Calepio, pueblo de la provincia de Bérgamo, en Italia.
Esta voluminosa obra vio la luz pública por vez primera en Reggio en 1502, haciéndose posteriormente infinitas ediciones corregidas y aumentadas, hasta el extremo de contener en sus columnas la correspondencia de las palabias en once lenguas. Fr. Ambrosio murió el año 1511, a los setenta y seis de edad.
CALIBRE:
Ser de buen, o mal, calibre.
Ser, o no ser, una cosa de mérito, de valor o de importancia. — También se aplica a una cosa de volumen o de peso.
CALIENTE:
Ándeme yo caliente, y ríase la gente.
Refrán empleado por los que prefieren su comodidad y provecho al qué dirán de las gentes.
Estar caliente.
Aplícase a la persona fogosa, acalorada, viva, animada, que se encuentra en este estado a causa de haber disputado o reñido con alguien.
Las cosas, en caliente.
En el acto, luego, al punto, al instante, etc.
CALILLA:
Echarle a uno una calilla.
Hacerle alguna mala obra. — También se dice: Echarle a uno el aguardiente. (Véase)
CALIMACO:
Estar como el calimaco y la lila, que no se estila.
Frase proverbial usada en Andalucía para significar que una persona carece de aquello de que se está tratando, y singularmente si es dinero.
CÁLIZ:
Apurar, o beber, el cáliz hasta las heces.
Apurar todo género de sufrimientos y sinsabores. — Dícese también el cáliz de la amargura.
Vender hasta los cálices.
Demuestra ser una necesidad tan grande, que para atender a su remedio, es fuerza deshacerse hasta de los objetos más sagrados o indispensables.
CALMA:
Tener calma.
Tener cachaza, flema, pachorra. —Tener paz, tranquilidad.
CALMOSO:
Ser un calmoso.
Aplícase a la persona cachazuda, perezosa e indolente.
CALOR:
Ahogarse de calor.
Estar uno muy fatigado o sofocado de resultas de un calor excesivo o bochornoso.
Calor de marzo temprano, es para el campo muy sano.
Porque facilita el desarrollo de las plantas sembradas anteriormente.
Calor de mayo, valor del año.
Por ser en ese mes cuando se decide el buen resultado de las cosechas.
Coger calor.
Recibir la impresión de éste.
Dar calor.
Fomentar, avivar, ayudar a otro para acelerar la ejecución de alguna cosa, o para servirle de amparo y defensa, o comunicarle nuevo vigor.
Dejarse caer el calor.
Hacer mucho calor; dejarse sentir mucho sus efectos.
Entrar en calor una persona.
Ir pasando ésta del estado de frío al de calor. — Irse entusiasmando.
Meter en calor a uno.
Moverle el ánimo eficazmente hacia algún intento.
No temas nunca el calor en junio, que tu enemiga es la lluvia.
Indica que en dicho mes debe desearse el calor propio de ese tiempo, que es el conveniente para que prosperen las frutas.
Quien anda entre el calor, siempre saca algún tizón. — V. El que anda con la miel, algo se le pega.
Tomar con calor una cosa.
Equivale a hacerla con gran interés.
CALUMNIA:
Calumnia, que algo queda. — V. El golpe de la sartén, aunque no duele, tizna.
CALUROSO:
Ser caluroso.
Ser muy vivo, muy animado, muy fogoso.
CALVARIO:
Parecer un calvario el pecho de alguna persona.
Ostentar sobre él muchas cruces y condecoraciones.
Ser un calvario.
Se dice de la persona que tiene contraídas muchas deudas, especialmente en los comercios donde saca al fiado, y que los dueños de éstos va apuntando en el libro con rayas y cruces. —Refiriéndose a la vida, pasarla con apuros, disgustos y sufrimientos.
CALVATRUENO:
Ser un calvatrueno.
Aplícase al hombre alocado, amigo de diversiones y nada aficionado al trabajo ni a empresas serias.
CALVO:
Calvo vendrá que calvo vengará.
Enseña a no burlarse de las fealdades que acarrea la vejez, porque el que logre llegar a esta edad verá por experiencia la venganza en su propio daño. — V. Malo vendrá que bueno me hará.
¿Como te hiciste calvo? — Pelo a pelo pelando.
Contra los importunos en preguntar cosas que de puro palmarias se las explicaría a sí mismo el menos discreto.
No hay calvo que no haya tenido buen pelo.
Dícese de las personas que porque al llegar a cierta edad hayan perdido sus facultades, no quiere decir que en sus buenos tiempos no las poseyeran.
No tan calvo que se le vean los sesos.
Aconseja que se eviten los extremos en cualquier asunto.
CALZA:
A calza corta, agujeta larga.
Porque es en las que se pone menos cuidado, por ser de poco lucimiento.
Echarle una calza a uno.
Notarlo para conocerlo de allí en adelante y guardarse de él.
Estar en calzas y jubón.
Se aplica a las cosas que están informes o incompletas.
Hallarse en calzas bermejas, o prietas.
Encontrarse en un apuro.
Parecerse alguna cosa a las calzas del escudero de Alba, que, al ponérselas, sólo Dios y él las entendían.
Aplícase a todo aquello que por lo enredoso de su disposición no se presta a ser comprendido fácilmente.
Tomar calzas, o las calzas, de Villadiego.
Ausentarse repentinamente.
CALZADOR:
Entrar una cosa con calzador.
Manifiesta que una cosa es estrecha o que viene muy ajustada.
CALZAR:
Al revés me las calcé.
Denota haberse entendido o hecho una cosa al contrario de lo que es o de lo que se debía.
No calzan sino a quien rompe.
Indica que el poco cuidadoso en el vestir es el que más a menudo tiene que componer lo que usa.
Calzarse a alguno.
Gobernarlo, manejarlo, disponer de él a su capricho y antojo.
Calzarse alguna cosa, o con alguna cosa.
Conseguir aquello que uno deseaba o pretendía.
Aunque las calzo no las ensucio.
Demuestra que aunque reconoce uno el mal que hace, al propio tiempo se sincera de no abusar de ello.
CALZONES:
Calzarse, o llevar, o ponerse, los calzones.
Mandar en su casa la mujer más que el marido.
Darle, o echarle, a uno los calzones.
Proporcionarle alguna molestia.
Métase en sus calzones.
Modo de indicar que no se mezcle una persona en asuntos que no son de su incumbencia.
Se me quedó en los otros calzones.
Suele emplearse cuando se niega alguna cosa con el pretexto de habérsela dejado olvidada y no haberla tenido presente a su debido tiempo.
Tener bien puestos los calzones, o Tener calzones, o Tener muchos calzones.
Ser muy hombre, valiente, enérgico.
CALZONAZOS:
Ser un calzonazos.
Aplícase al hombre flojo y condescendiente.
CALZORRAS:
Ser un calzorras, o calzurras. — V. Ser un calzonazos.
CALLACALLANDO:
Hacer una cosa callacallando. — V. Hacer una cosa a la CHITACALLANDO.
CALLADA:
De callada, o A las calladas.
Hacer algo sin estruendo, sin bulla, con sigilo, etc.
Recibir, o dar, la callada por respuesta.
Dejar sin contestar intencionadamente una cosa.
CALLAR:
Al buen callar llaman Sancho, o santo.
Recomienda la prudente moderación en el hablar, evitando, sobre todo, palabras necias o inútiles.
Buen callar se pierde.
Lamenta el peligro a que una persona se ha expuesto por haber hablado cuando debiera haber callado.
Cállate y callemos, que sendas nos tenemos. — V. Quien tiene tejado de vidrio, no tire piedras al de su vecino.
Calle el que did y hable el que tomó.
Expresa que aquel que ha recibido un favor es el que debe publicarlo, y no el que lo hace.
Cuando tus cosas más las calles, menos públicas las haces.
Preconiza la virtud del silencio.
El que callar no puede, hablar no sabe.
Contra los habladores y parlanchines.
Eso, por sabido se calla.
Es inútil demostrar perplejidad o duda en asuntos cuya realización se sabe que naturalmente no puede fallar.
Más vale buen callar que mal hablar, o Mejor es callar que mal hablar. — V. Al buen callar llaman Sancho, o santo.
No se calla, así lo maten.
Expresión con que se zahiere al que tiene la costumbre de responder o replicar a todo.
Quien calla, concede, o consiente, u otorga.
En algunas ocasiones el silencio es señal indirecta de aprobación o de tolerancia; pero no lo es siempre, pues la verdad es, como enseña otro refrán, que Quien calla no dice nada. — En sentido más restricto, el que enmudece ante las acusaciones que se le dirigen, da indicios claros de ser culpado en aquello que se le imputa.
Quien calla no dice nada.
Refrán que, aunque parece perogrullesco, no lo es en ocasiones, pues hay algunas en que, por no negarse abiertamente, no se despliegan los labios, comprendiéndose que no queremos asentir a lo que se dice o pide.
Quien calla, si alcanzara lo que quería, hablara.
Muchas veces no se dice cuanto se sabe o se quiere, por respeto, por prudencia o por conveniencia.
CALLE:
Abrir, o abrirse, calle. — Véase Hacer calle.
Alborotar la calle.
Inquietar a la vecindad.
Coger la calle. — V. Coger la puerta.
Dejar a uno, o quedar, o quedarse, uno en la calle.
Perder la hacienda o medios con que se mantenía.
Echar a uno a la calle.
Despedirlo malamente.
Echar por la calle en medio (mejor que por la calle de en medio).
Tomar una resolución pronta y enérgica, sin hacer caso de ningún género de obstáculos o inconvenientes. — Al decirse que un sujeto echó por la calle de en medio, parece como que se da a entender que el tal individuo tenía a la vista tres calles y, desentendiéndose de las dos laterales o de cada extremo, se entró por la del centro; pero lo que se pretende significar aquí es que pudiendo ocurrir algún tropiezo al ir aprisa por la acera, se toma la corriente o el arroyo de la vía pública, a fin de evitar tales estorbos o encuentros desagradables y los retardos consiguientes. Des pues de todo, si se quisiera hacer hincapié en el uso de la fórmula Echar por la calle de en medio, se podría defender o justificar ésta diciendo que en tal caso se verifica una transposición, en lugar de Echar por en medio de la calle.
Echar una cosa en la calle.
Divulgarla, hacerla pública.
Hacer calle.
Romper los estorbos o embarazos que detienen la salida de alguna cosa.
Ir desempedrando la calle, o las calles.
Caminar muy deprisa.
Llevar, o llevarse, de calle a alguno.
Atropellado, arrollarlo. —Convencerlo, confundirlo con razones y argumentos. — Atraer a las gentes por la hermosura, verbosidad, nobleza, simpatía, etc., apoderándose del afecto general.
Llevarse una calle de hombres.
Hacer huir a mucha gente de un golpe.
Parecerse una cosa a la calle de la Amargura.
Encontrarse en una situación angustiosa y sobremodo aflictiva. — Úsase también para ponderar una calle sumamente larga y a veces tortuosa.
Pasear la calle, o Rondar la calle, a una mujer.
Cortejerla, galantearla.
Plantar, o poner, en la calle, o en medio de la corriente.
Arrojar de mala manera a una persona de la casa en que está. —Dícese también Plantar, o poner, en el arroyo.
Ponerse en la calle.
Salir de casa o presentarse en público.
Ser buena una cosa solo para echada a la calle.
Frase con que se demuestra el poco o ningún aprecio que de ella se hace.
Coger las calles.
Ocuparlas, impidiendo el paso por ellas.
A fucilas calles van a mi casa. — V. Por todas partes se va a Roma, o Muchos caminos, o todos los caminos, van a mi casa.
CALLEJA:
Más malo que Calleja.
Ser de intención muy aviesa, peor aún que el personaje a que alude.
Sépase, o ya se verá, o ya verán, etc., quién es Calleja.
Frase con que alguno presume de su poder o autoridad, especialmente en son de amenaza.
CALLEJÓN:
Que quieras que no, has de entrar por el callejón.
Indica que muchas veces se hacen a la fuerza cosas contrarias a la voluntad, por no haber otro remedio.
Ser un callejón sin salida.
Ser algún negocio o conflicto de muy difícil o imposible resolución.
CALLEJUELA:
Todo se sabe, hasta lo de la callejuela.
Da a entender que con el tiempo todo se averigua, hasta lo más recóndito. —Es posible que este refrán tenga su origen en la tradición sevillana de los tiempos del rey D. Pedro, y que dio nombre a la calle del Candilejo.
CALLO:
Criar, o hacer, o tener, callos.
Endurecerse u obstinarse con la costumbre, en los trabajos o en los vicios.
Dos buenos callos me han nacido: uno en la boca y otro en el oído.
Modo de aconsejar que se refrene la lengua cuando se oye alguna cosa que ofende o desagrada, recomendando que se sufra y se calle si quiere uno vivir con tranquilidad y quietud.
Tener callos en los oídos.
No tener oído músico. — Hacerse el tonto a lo que se dice, como si no se hubiese escuchado.
CAMA:
Al que tiene cama y duerme en el suelo, no hay que tenerle duelo.
Satiriza a los que, por avaricia o ahorro mal entendido, pasan privaciones que no tienen necesidad de sufrir.
A mala cama, colchón de vino.
Aconseja que cuando se espere pasar una mala noche, se procure pasarla lo menos mala posible, bebiendo de cuando en cuando algún trago de vino.
Cama de novio, dura y sin hoyo.
El que está para casarse no repara en las comodidades que en otro caso exigiría.
Hacer cama redonda.
Acostarse varias personas en una misma cama.
Hazme bien la cama y tápame con una rama.
Refrán empleado por los que opinan que se debe pasar la vida lo mejor posible, sin preocuparse para nada del porvenir.
Hazme buena cama y entiérrame con una tarama. — V. Hazme bien la cama y tápame con una rama.
Mullirle, o hacerle, a uno, o a una cosa, la cama.
Hacer con la debida anticipación los preparativos convenientes al logro de lo que uno se propone.
Navegase muy bien desde la cama. — Véase Una cosa es predicar y otra dar trigo.
No hay tal cama como la de la enjalma.
Quiere decir que no hay lecho duro ni incómodo cuando hay buena gana de dormir.
Parecer cama de podencos, o de galgos.
Aplícase a la cama que, desbaratada o hecha a la ligera, ofrece mal aspecto, al propio tiempo que poca o ninguna comodidad para dormir en ella, aludiendo a la costumbre que tienen los perros de escarbar y revolver su cama antes de echarse.
Quien dispuso mal su cama, tendrá noche trabajosa.
El que en la juventud no obra como debe, recogerá el fruto, bien poco agradable por cierto, en la vejez.
Saltar de la cama.
Bajarse de ella prontamente.
Las camas, al amo levantan. — V. Trigo acamado, amo levantado.
CAMAFEO:
Ser un camafeo.
Manera embozada de decir que una persona o cosa no tiene nada de bonita.
CAMAGÜEYANO:
Camagüeyano, come todo con la mano, o Camagüeyano, come mierda con la mano. — V. Dominico, come mierda con el pico.
CAMALEÓN:
Andar hecho un camaleón, tragando viento. — V. Mantenerse del aire, como el camaleón.
Ser como el camaleón.
Parecerse una persona a dicho animal, que a impulsos clel favor o del interés, muda con suma facilidad de parecer o de doctrinas. —La causa que ha movido al vulgo para constituir a este reptil en emblema del hombre voluble, es la particularidad que tiene dicho animal de ostentar alternativamente distintos colores. Según unos naturalistas, cada pasión imprime a la piel de este animalejo un color diferente, observándose que en la alegría lo presenta verde esmeralda con listas parduscas y negras; en el temor, amarillo pálido; en la cólera, obscuro y amoratado; si lo tocan, se cubre al punto de manchas negruzcas, y si se le envuelve en un lienzo o pedazo de tela, se amortiguan inmediatamente dichos colores. Según otros, quizá más acertados, proviene tal variedad de los reflejos de luz producidos por los objetos que le rodean, a causa de la tersura de su piel.
CAMAMA:
Dar camama.
Dar una pega, un chasco, una burla.
CAMÁNDULA:
Tener muchas camándulas. — V. Tener más cuentas que una camándula.
CAMANDULERO:
Ser un camandulero.
Ser una persona hipócrita, embustera y bellaca.
CAMARADA:
Camarada de peine.
Dióse este nombre en tiempo de Fernando VI a los soldados que ayudaban a peinar a sus compañeros (cuando se ordenó por aquel monarca que el ejército llevara el pelo con cuatro órdenes de bucles, coleta y polvos), en atención a no poder manejar cada individuo de por sí los canutos de hoja de lata de que se servían para formar dicho peinado, y a ensuciarse frecuentemente el vestuario con el sebo y la harina. — Hoy se aplica traslaticiamente a las personas que andan muy unidas, y especialmente a las que se conciertan para algún fin particular, no siempre bueno.
CÁMARAS:
Irse uno de cámaras.
Hacer sus necesidades sin querer.
CAMARÓN:
Camarón y cangrejo corren parejo.
Da a entender la paridad que guardan entre sí dos o más personas o cosas.
El camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.
Aconseja que se ande siempre con el ojo abierto y vigilante, para no ser uno víctima de la suerte adversa.
CAMAS:
Me voy a Camas, luego a Constantina, luego al Ronquillo y después a Levante.
Con los nombres de estas tres poblaciones de la provincia de Sevilla y la costa levantina se ha formado esta especie de adivinanza-refrán, para dar a entender jocosamente que va uno en busca de la cama con objeto de acostarse, y roncar después hasta que llegue la hora de levantarse.
CAMASQUINCE:
Ser un camasquince.
Persona que se entremete en lo que no le va ni le viene.
CAMASTRÓN:
Ser un camastrón.
Persona disimulada y falsa, que espera hallar una oportunidad para hacer las cosas según su conveniencia.
CAMBALACHE:
Hacer cambalache.
Cambiar una cosa por otra, por lo general alhajas u objetos de poco valor.
CAMBALACHERO:
Ser un cambalachero.
Persona que es aficionada a hacer cambalaches.
CAMBIO:
A las primeras de cambio. — V. De buenas a primeras.
CAMELAR:
Camelar a alguno.
Seducirlo, engañarlo con adulación.
CAMINANTE:
Parecerse al caminante y la mula de alquiler.
Censura a los que acometen una empresa con calor y luego desmayan, aludiendo a la fábula de Iriarte que lleva igual título, y en la que se pinta a una mula que, harta de paja y cebada, salió corriendo de la posada; a poco retardó el paso y en breve se paró del todo, sin que hubiera fuerza humana que la hiciera andar. De ahí derivó el fabulista la siguiente moraleja: «Después de este lance, en viendo que un autor ha principiado con altisonante estruendo, al punto digo: "¡Cuidado! Tente, hombre, que te has de ver en el vergonzoso estado de la mula de alquiler"».
Caminante cansado, subirá en asno si no encuentra caballo.
En las necesidades, de cualquiera cosa se echa mano, aunque no sea la más acomodada o conveniente.
CAMINAR:
Caminar derecho.
Proceder u obrar con rectitud.
CAMINO:
Abrir camino, o Abrir uno camino.
Encontrar, sugerir, dar a entender el medio de salir de alguna dificultad o de mejorar de fortuna. — Ser el primer autor en alguna línea o el primero que introduce alguna cosa. —Empleando el verbo en forma reflexiva, abrirse, significa progresar, adelantar en su carrera, conquistar renombre, salir de la medianía, etc.
A mal camino, darse prisa. — V. El mal camino, andarlo pronto.
Camino de Roma, ni mula coja ni bolsa floja.
Aconseja no emprender cosas arduas sin medios proporcionados.
Camino de Santiago, tatito anda el cojo como el sano.
Dícese de los que se reúnen para ir en romería, que como se esperan los unos a los otros, llegan a un mismo tiempo, aunque no sean de igual robustez y aguante.
Camino robado, camino seguro, o Nunca está más seguro un camino que cuando acaba de ser robado.
Porque los ladrones huyen de él para evitar el ser cogidos.
Coger el camino. — V. Coger la puerta.
Cuando corto, te llamo; cuando cargo, te veo; en saliendo al camino nada le debo.
Refrán que he oído usar en Extremadura con motivo del hombre que corta leña en vedado, para manifestar que al ponerse de acuerdo con el guarda de la dehesa, quien le sirve en esta ocasión de encubridor mediante un pe» queño soborno, está ya seguro por este hecho de no ser denunciado a causa del hurto cometido.
Cuando en el camino hay barro, untar el carro.
Indica que para conseguir una cosa cuando hay entorpecimientos por en medio, el mejor recurso es el sobornar a los encargados de concederla.
Cuatido fueres por camino no digas mal de tu vecino, o de tu enemigo.
Aconseja la precaución con que se debe hablar en los caminos y parajes públicos donde hay personas a quienes no se conoce.
Echar cada cual por su camino, o Ir cada cual por su camino.
Estar discordes dos o más personas en su modo de pensar y de obrar.
El gastar, deber y no pagar, es el camino del hospital.
Predice el mal fin que espera al que sigue esas prácticas en la vida.
El mal camino, andarlo pronto.
Las cosas enojosas que hay que hacer imprescindiblemente, conviene se despachen cuanto antes, para quitarse así de disgustos.
El que siembra en el camino, cansa los bueyes y pierde el trigo.
El que se vale de medios inoportunos para conseguir alguna cosa, trabaja inútilmente.
El ruin camino a nadie llevó a buen lugar.
El empleo de medios reprobados para conseguir un fin, no da nunca buenos resultados.
En largo camino, por fuerza ha de haber barrancos.
Cuando se emprende algo de difícil solución, se encuentran siempre obstáculos que vencer antes de conseguir realizarlo.
Hacer de un camino dos mandados.
Se dice del que aprovecha la oportunidad de hacer algún encargo para desempeñar juntamente otro. — V. Matar dos pájaros de un tiro.
Ir camino derecho.
Valerse de medios directos, sin andar con rodeos, para conseguir algún fin determinado.
Ir fuera de camino, o Ir una cosa fuera de camino.
Proceder con error. — Obrar sin método, orden ni razón. —Apartarse délo que es justo y conveniente.
Ir por camino real.
Ir por el medio más fácil, noble y seguro para la consecución de algún fin.
Ir uno por otro camino.
Proceder de distinta manera, o tener otra intención, de lo que comúnmente se cree o de la que otro sigue.
Ir uno su camino.
Seguir el que lleva. — Dirigirse a su fin sin distraerse en ninguna cosa.
Llevando de cada camino un grano, bastece la hormiga su granero para todo el año.
Preconiza la paciencia como el mejor medio para llegar al logro de un deseo.
Llevar, o no llevar, camino alguna cosa.
Tener, o no tener, fundamento o razón.
Mal camino no va a buen lugar.
Los malos medios conducen a malos fines.
Meter a uno por camino.
Reducirlo a la razón, sacándolo del error torcido en que estaba.
No hay camino real en Matemáticas.
Cierto príncipe que estaba estudiando esta rama del saber, se impacientaba al ver que se le resistía a su comprensión. Con el fin de animarlo, le dijo su preceptor un día: «Comprendo que es ardua la materia, y yo me alegraría mucho de poder evitar a V. A. el tener que recorrer un trayecto tan largo y tan lleno de baches; pero si V. A. quiere saber, es preciso que estudie, y que estudie con paciencia y constancia, porque no hay camino real en Matemáticas.
Manera ingeniosa de decir que el saber no se improvisa, por lo que se hace preciso proceder metódicamente en el estudio de cualquiera facultad que se emprenda, aunque no sea precisamente el de las Matemáticas.
No hay camino tan llano que no tenga algún tropezón o barranco.
Aun en las cosas que nos parecen fáciles de conseguir, se tropieza siempre con algún inconveniente.
Ponerse en camino ad pedem littera.
Puntualizar bien los medios para lograr algo.
Por mal camino no se va a buen lugar.
Cuando los medios puestos en juego para la consecución de un objeto son reprobados, el fin tiene que ser desastroso por fuerza.
Que no se olvide el camino.
Dícese cuando deseamos que se repita la ejecución de algo que nos agrada.
Quien deja camino y toma verea.
(vereda) piensa que adelanta, pero rodea. — V. No por mucho madrugar amanece más temprano.
Tomar el camino en las manos.
Ponerse a andar o caminar a pie.
Traer a uno a buen camino.
Sacarle del error, o apartarlo de la mala vida que llevaba.
Muchos caminos, o todos los caminos, van a mi casa.
A veces se ponen distintos medios para lograr el fin que se desea.
CAMISA:
Acordarse uno de alguna cosa como de la primera camisa que se puso.
No acordarse de aquello de que se trata, ni tener la más remota idea o reminiscencia.
Camisa que mucho se lava y cuerpo que mucho se cura, o purga, poco dura.
Todo aquello que se está con frecuencia manoseando, se estropea fácilmente.
Camisa y toca negra no sacan al ánima de pena.
Da a entender bien a las claras que el vestido de luto no es lo que saca del Purgatorio a las ánimas que allí están penando, sino las oraciones y demás sufragios aplicados para aliviarlas en su triste situación. — Camisa está aquí empleado por saco o túnica, que con la toca o tocado del dicho color completa la vestidura de luto.
Dar uno hasta la camisa.
Quedarse pobre por remediar alguna grave y urgente necesidad.
Dejarle a uno en, o sin, camisa.
Dejarle sin nada, completamente arruinado.
Estar con la camisa arremangada.
Hallarse expuesto a padecer algún daño o peligro.
¿Estás en tu camisa? — V. ¿Estás en tu JUICIO?
Ir en camisa.
Tratándose de la mujer, con relación al matrimonio, ir sin dote.
Jugar uno la camisa, o hasta la camisa.
Tener desordenada afición al juego.
La camisa de nuestra novia, cuerpo de lino, faldas de estopa.
Significa que las mujeres caseras, en lo exterior andan al uso y en lo interior a la comodidad.
Más caro que la camisa de Margarita.
Dícese de todo lo que cuesta una exorbitancia. Fúndase en el hecho siguiente, acaecido en Lima: Cierto potentado caballero peruano se enamoró perdidamente de una linda joven, llamada Margarita, hija de un banquero millonario residente en Lima. Temeroso aquél de que se creyera que era la cuantiosa dote lo que le llevaba a solicitar la mano de la niña, exigió al padre, al pedírsela en matrimonio, que se la entregase completamente desnuda, pues sólo quería su persona.
Tras larga discusión, pudo conseguir el banquero, del obstinado galán, y fundándose en las más elementales leyes del pudor, que la aceptase cubierta siquiera con una camisa.
Convenido así y llegado el día de la boda, hízole el padre entrega de la novia, vestida con la prenda susodicha solamente, pero adornada ésta con pedrería de tal valor, que excedía en mucho a lo que la imaginación del más ambicioso pudiese soñar. Divulgado el hecho por Lima, pronto nació el dicho que se hizo popular.
Más cerca está la camisa de la carne que el jubón.
Aconseja que se debe dar la preferencia a los parientes y personas más allegadas, antes que a los extraños.
Meterse en camisa de once varas.
Meterse en asuntos que a uno no le van ni le vienen.
No dejarle a uno ni aun camisa. — V. Dejarle a uno en, o sin, camisa.
No hacer alguna cosa sino cuando se viste camisa limpia.
En domingo, o séase una vez a la semana.
No llegarle, o no pegársele, a uno la camisa al cuerpo.
Tener gran recelo, temor o zozobra. — En sentido jocoso se dice, por persona del género masculino: No me llega la camisa a los talones.
Primero es la camisa que el sayo, o que el jubón. — V. Más cerca está la camisa de la carne que el jubón.
Quien no tiene más que una camisa, cada sábado tiene mal día.
El que dispone de escasos medios, tropieza con obstáculos para conseguir lo que desea.
Quitarle a uno hasta la camisa.
Despojarle de todos sus bienes. — Robarle.
Tener camisa de brutaña.
Dícese de aquel a quien se quiere motejar de bruto. — Brutaña está jocosamente cambiado por Bretaña.
Vender uno la camisa, o hasta la camisa.
Enajenar todo aquello que se tiene, sin reservarse nada.
Camisas de Bretaña y maridos de España.
Era lo que deseaban antes las mujeres, por la bondad de las primeras y excelentes cualidades de los segundos.
CAMISÓN:
El que trabaja tiene un camisón, y el que no trabaja tiene dos.
El que está holgando siempre halla más medios que el que es laborioso para conseguir algo.
CAMITA:
A mear y a la camita.
Expresión familiar que se suele dirigir a los niños para darles a entender que se acuesten. —De un modo más vulgar suelen decir en los pueblos: A echar el chorrito y a la pajita, aludiendo a la paja de que se hace el jergón.
CAMORRA:
Armar camorra.
Buscar pendencia; suscitar rencillas.
CAMPANA:
A campana herida, o tañida.
Dícese de aquellas cosas que se realizan con publicidad y haciendo alarde de ello, como sucede con la limosna, los favores o beneficios realizados, honores concedidos, etc.
A toque de campana. — V. A campana herida, o tañida.
Cada campana da su badajada.
Cada cosa llega un momento en que tiene su aplicación. — Las personas se comportan según su educación y principios.
Campana cascada, nunca sana.
Explica la esterilidad de los esfuerzos enderezados a remediar lo imposible.
Cual es la campana, tal la badajada.
Según son las personas que ejecutan las acciones, así son éstas más o menos sonadas.
Ir como a campana tañida.
Llegar todos a un tiempo a un punto determinado.
No puede ser que no se mueva campana que se tañe.
No hay móvil más poderoso que el interés.
Quien hiere la campana se expone a oír el sonido.
El que está cerca de algo molesto tiene que sufrir las consecuencias de ello. — V. El que al cielo escupe, en la cara le cae.
Salir a campana herida.
Ir a un sitio oportunamente.
Donde hay campanas, hay quien las toque.
Cada cosa halla siempre quien sepa aprovecharla.
Echar las campanas a vuele.
Dar publicidad de alguna cosa con mucho regocijo.
En donde hay campanas, hay de todo.
Advierte que éstas se hallan en sitios en que se congregan gentes de diferente condición.
Las campanas grandes dan grandes campanadas, pero no siempre tocan a fiesta.
Indica que no sólo en ocasiones de alegría se emplean, sino también para anunciar grandes daños o la pérdida de personas de alta significación. —Las personas de elevada jerarquía suelen llevar a cabo grandes hechos, pero no siempre son éstos buenos.
No haber oído uno campanas.
Frase con que se moteja a uno de falta de conocimiento en las cosas comunes.
Oír campanas y no saber dónde. — V. Oír el gallo cantar y no saber en qué muladar.
CAMPANADA:
Dar una campanada.
Acción escandalosa o novedad ruidosa, promovida por una persona, generalmente de alta posición.
CAMPANARIO:
A Campanario vendrás y el jau no te llevarás.
Critica la costumbre viciosa que tienen los naturales de esa villa extremeña de pronunciar demasiado guturalmente las vocales, a modo de ladridos.
Subirse al campanario.
Engreírse, envalentonarse. — Amostazarse, resentirse grandemente.
CAMPANEAR:
Campanearse uno.
Contonearse, regodearse. — Campaneárselas equivale a ir tirando, ingeniarse, buscárselas, arreglarse para vivir.
CAMPANILLA:
Parece que lo llaman con campanilla.
Dícese de aquellas personas que se presentan cuando menos falta hacen o cuando se va a comer, repartir una cosa, etc.
Que grite hasta que se le caiga la campanilla de la lengua.
Dejarle a uno que alborote hasta que se quede ronco.
Campanillas de Toledo, óigovos y no vos veo.
Quien bien quiere, en ausencia de amor retiene el sonido de su afición.
Ser una persona de campanillas, o de muchas campanillas.
Se aplica a la persona de grande autoridad o de circunstancias y prendas muy relevantes.
CAMPANUDO:
Ser campanudo.
Dícese del vocablo de sonido muy fuerte y lleno, del lenguaje o estilo hinchado, y en general de todo lo que es sumamente afectado y retumbante.
CAMPAÑA:
En campaña.
Frase con que se denota la inopinada aparición de alguna persona o cosa, y también significa la diligencia y presteza que demuestra ésta para lograr un fin determinado.
En tiempo de campaña, el que apaña, apaña.
Advierte que en las guerras no suelen guardarse consideraciones ni se tiene gran respeto a la propiedad ajena.
CAMPECHANO:
Ser campechano.
Ser franco, estar dispuesto para cualquier broma o diversión. — Ser dadivoso.
CAMPESINO:
Tres cosas hacen al campesino salir de su casa: procesiones, toros y personas reales.
Advierte que el labriego no suele salir de su lugar más que para presenciar en la ciudad grandes acontecimientos.
CAMPIÑA:
Cerrarse de campiña. — V. Cerrarse a la banda.
CAMPO:
A arar, al campo.
Enviarle a uno enhoramala, motejándole, de paso, de caballería mayor o de gañán.
A campo roto, ni llave ni cerrojo.
Demuestra que mal puede ser guardado un paraje en que por sus condiciones especiales se niega a toda defensa, como sucede con el campo, que nadie puede cercarlo.
A campo traviesa.
Dejar el camino y atravesar el campo para llegar más pronto o más disimuladamente al punto que se desea.
¿Al campo vas?
Lo que lleves comerás.
Advierte que fuera de poblado hay que ir llevando provisiones si no se quiere estar privado de ellas.
Como soy del campo, aquí me zampo.
Dícese de aquellas personas que se entran en algún lugar sin ser llamadas, máxime si al hacerlo no guardan las formas dictadas por la urbanidad.
Convertirse en, o ser un nuevo, campo de Agramante.
Disputar muchas personas acaloradamente, sin darse lugar a entenderse unas a otras.
El rey Agramante era el jefe o superior de todos los reyes y príncipes mahometanos que, según la fábula de Ariosto en su poema Orlando furioso, concurrieron a sitiar a París.
Las disensiones o disturbios que se suscitaron en el campo de los moros fueron en número crecido, llegando, por último, a ponerlos en paz la prudencia del rey | Sobrino, otro de los que militaban a las órdenes de Agramante, como se lee en el canto XXVII de dicho poema.
Cervantes remedó y parodió esta discordia en el Quijote, cuando en la venta se andaba disputando sobre si la albar da de un asno era o no rico jaez de caballo.
Poseemos también sobre la misma materia un romance de Lucas Rodríguez, que empieza: «En el real de Agramante, que sobre París tenía, fuego ardiente de discordia a más andar se encendía», etc.
Dejar el campo abierto, desembarazado, expedito, libre, etc.
Retirarse de alguna pretensión o empeño en que se atraviesan otros competidores. — Dejar en libertad a otro para algún fin.
Del campo, un canto.
Cuando se vuelve del campo a casa conviene no llevar las manos vacías, sino cualquiera cosa, por insignificante que pueda parecer, aunque no sea más que por hacerse la ilusión de que no se ha hecho el viaje en balde.
Descubrir campo, o el campo.
Sondear o tantear a alguno o alguna cosa, para venir en conocimiento de aquello que se desea averiguar.
El campo fértil, no descansando tórnase estéril.
Aconseja la necesidad de descansar en cualquier clase de trabajo, para tomarlo después con más ahínco y aprovechamiento.
El que del campo viene, caldo quiere, o El que viene del campo, quiere caldo.
Se dice más comúnmente de los labradores, porque después del trabajo corporal y fatigoso del campo, requiere el cuerpo algo caliente.
En el campo de Barahona, más vale mala capa que buena azcona.
Denota cómo se debe usar de las cosas según la necesidad que de ellas se tiene.
En poco campo, mucho sembrado.
El que dispone de escasos medios tiene que aprovechar bien lo que tenga a su alcance.
Entrar en campo con uno.
Pelearse con él en desafío. — Contender, moralmente, en actos literarios, de oposiciones, etc.
Hacer campo.
Desembarazar de gente un lugar.
Levantar uno el campo.
Ser el primero en retirarse de una reunión, tertulia, junta, etc., con el objeto de ser seguido de los demás concurrentes al acto.
Para el campo, agua y sol, y guerra en Sebastopol. — V. Agua y sol, y guerra en Sebastopol.
Parecer desertado del campo santo.
Dícese de las personas delgadas y desnutridas, cuyo aspecto es parecido al de un difunto. — También se dice: Parecer un desenterrado.
Quedar uno dueño, o señor, del campo.
Salir victorioso o triunfante en alguna disputa o contienda.
Reconocer el campo.
Prevenir los inconvenientes que pueden ocurrir en algún negocio, antes de emprenderlo.
Campos en marzo atrasados, se ven en julio colmados.
Por ser en los meses siguientes al de marzo en los que los sembrados logran gran desarrollo.
Campos no vea lo que la Montaña desea, o Lo que la Almunia desea, Campos no vea.
Esto es, lluvias abundantes. —La tierra de Campos pertenece a la provincia de Palencia, y la Almunia a la de Zaragoza.
Cuando no lo dan los campos, no lo han los santos.
Denota que en los años estériles no se pueden dar muchas limosnas, y también que el que apenas tiene lo necesario para vivir, mal puede dar a otros de aquello que no le sobra.
Irse por esos campos de Dios.
Ir a la ventura, sin saber la dirección que se toma. — Desbarrar en la conversación; hablar sin orden ni concierto.
CAMUESO:
Ser un camueso.
Ser un hombre zafio, torpe, necio.
CAN:
Calar el can.
Poner en el disparador la llave del arma de fuego.
Can que moilre tiene en villa, nunca buena ladrida.
Ninguno puede ser juez ni administrar justicia con libertad en aquel lugar en que ha nacido y tiene parientes que le clamen.
El can con gran angosto y con rabia de la muerte, a su dueño traba el rostro. — V. El perro con rabia, a su amo muerde.
El can de buena raza, siempre ha mientes del pan e la taza.
Demuestra que el sujeto que es honrado y agradecido, siempre se acuerda de los beneficios recibidos de otro.
El can de buena raza, si hoy no, mañana caza. — V. De casta le viene al galgo el ser rabilargo.
El can que mucho lame, saca sangre.
Indica que a veces el mucho cariño suele ser dañoso.
Más vale can vivo que león muerto.
Más vale vivir en la pobreza y con estrechez, que morir, aunque sea lleno de riquezas y comodidades.
Quien matar quiere a su can, achaque le levanta por que no le den del pan. — Véase Quien a su perro ha de matar, rabia le ha de levantar.
Si quieres que te siga el can, dale pan.
Enseña lo mucho que puede el interés.
CANA:
Echar una cana al aire.
Esparcirse, divertirse, echando cuidados y negocios fuera.
La cana, engaña; el diente, miente; la arruga, no deja duda.
El estar cano o haberse caído la dentadura no es argumento infalible de vejez; en tanto que sí lo son las arrugas que salen al rostro.
La cana, vana; la arruga, segura. — Véase La cana, engaña, etc. A canas honradas no hay puertas cerradas.
Demuestra el respeto y consideración que se debe tener a las personas de edad.
Canas son, que no lunares, cuando comienzan por los aladares.
Se dice de aquellos que pretenden disimular lo que todos ven, tratando de desmentir con apariencias y ficciones lo que no pueden ocultar.
Cuando éstas sean canas, la lima tiene manchas.
Cuando hay muchos años por delante se pueden prever grandes variaciones.
Las canas de don Diego Osorio.
Proverbio de la época de los Reyes Católicos, que quedó para dar a entender que algún sujeto ha encanecido antes de tiempo por efecto de sinsabores y disgustos, aludiendo a que al leerle a D. Diego Osorio la sentencia de muerte que había de cumplirse en su persona al día siguiente, fue tal la congoja que se apoderó de él, que aquella misma noche se volvieron blancos sus cabellos. De otros varios personajes históricos se cuenta lo mismo.
Las canas no dicen nada; los dientes mienten; de las arrugas no cabe duda. — Véase La cana, engaña; el diente, miente; la arruga, no deja duda.
Las canas no son de días, que nacen de picardías, o Las canas no vienen por edades, sino por genialidades. — V. Las canas no dicejí nada, etc.
Peinar canas.
Ser vieja alguna persona o cosa. — Se usa más frecuentemente en sentido negativo, tratándose de personas, para denotar que aun es uno joven.
Quitar mil canas a uno.
Causarle gran gusto y satisfacción, hasta el extremo de que parece rejuvenecerse con la agradable impresión que recibe de alguna buena noticia.
Saber no va en canas, ni valor en barbas.
Da a entender que ni la ciencia es patrimonio exclasivo de los viejos, ni la valentía de los hombres hechos.
CANAL:
Abrir a alguno en canal.
Abrirlo de arriba a abajo.
CANALLA:
Ser uno un canalla.
Hombre despreciable, ruin.
CANANEA:
¡Válgame la Cananea!
Alude a aquella mujer natural de Canaán de que se hace mención en el Evangelio de San Mateo, y de cuya historia resulta ser el prototipo de la perseverancia. Equivale, por tanto, esta frase a pedir fuerzas para resistir con paciencia alguna aflicción o contratiempo que nos sobrevenga.
CANCEL:
No querer escupir en el cancel, y orinarse en el altar mayor.
Satiriza a los hipócritas que hacen asco de incurrir en leve falta, sin perjuicio de cometer otras más graves si llega la ocasión.
CANCERBERO: