¡Ijurra, no hay que apurar la burra!

Conviene no derrochar la hacienda, y mirar por el día de mañana. — Alude a un tal D. Manuel Fuentes Ijurra, quien a fines del siglo xviii era el minero más acaudalado del Perú, y que por haber dilapidado locamente su hacienda, tuvo que acabar su vida en un hospital.

ILUSIÓN:

La ilusión es la realidad de los que no tienen un real.

Porque el hambre les hace forjarse quimeras que en su imaginación toman por hechos reales.

Ilusiones de hombre pobre, pedos de borrica vieja.

Da a entender que tanto lo uno como lo otro no son otra cosa que aire. — La métrica, que tanto arrastra al oído, aun de los más iliteratos, es, sin duda, la que ha hecho al pueblo agregar la cualidad de los muchos años a la burra objeto de la comparación, formando así dos octosílabos de lo que no sería más que un octosílabo y un hexasílabo, combinación dura e inaceptable para todo oído medianamente educado.

IMAGEN:

Ser, o parecer, una imagen.

Aplícase comúnmente a las jóvenes cuya hermosura arrebatadora compite con su modestia y majestad.

Quedarse para vestir imágenes.

Dícese de la mujer que se queda soltera, con referencia a que antiguamente eran las solteras entradas en años las encargadas de vestir las imágenes y cuidar del ornato de los altares en las iglesias.

IMAGINACIÓN:

Ponerse una cosa en la imaginación. — V. Ponerse en la cabeza alguna cosa.

IMÁN:

Ser como el imán.

Se aplica a la persona u objeto que atrae suavemente hacia sí el ánimo de quien los contempla, aludiendo a la fuerza de atracción que posee la piedra imán.

IMITAR:

Quien imita al que le engaña, se venga y no agravia.

Mal puede ofenderse el que ha engañado primero, si con él hacen igual. — La venganza es de pechos ruines.

IMPERFECTO:

De muchos imperfectos, muchas veces se hacen cosas perfectas.

No es indispensable que el productor reúna las condiciones de la obra producida. — La Historia está llena de ejemplos: Bossuet, el gran orador sagrado, no era un modelo de perfección física; Camoens era tuerto, y sus Lusiadas constituyen la gran epopeya portuguesa; etc.

IMPERIO:

Valer una persona o cosa un imperio.

Ser excelente o de gran mérito.

IMPORTANCIA:

Darse uno importancia. — V. Darse tono.

Es de mucha importancia llevar la persona las candelas delante de si antes que se muera.

Indica la conveniencia de ser alabado antes de fallecer: que los elogios póstumos ya se sabe que son indispensables.

Para darse importancia, dice que viene de Francia.

Aplícase burlescamente a los que se dan mucho tono.

IMPORTAR:

Lo que te importa que no se entienda, ¿por qué a otro se lo encomiendas?

Aconseja que no se comunique a nadie aquello que queremos que no se sepa.

IMPOSIBLE:

Al que busca lo imposible, es Justo que lo posible se le niegue.

Enseña a contentarse con poco, desoyendo la ambición, no sea que aun aquello poco que se posee se pierda.

Nadie está obligado a lo imposible.

No se debe exigir a nadie un trabajo superior a sus fuerzas, puesto que no lo podrá ejecutar en manera alguna.

Pensar en otra cosa es pensar en lo imposible.

Dícese de aquellos que sueñan con la ejecución de cosas irrealizables.

IMPRESIÓN:

De la primera impresión.

Principiante o nuevo en una cosa.

Hacer impresión una cosa.

Fijarse en la imaginación o en el ánimo, conmoviendo eficazmente.

IMPUREZA:

Tener impureza de sangre.

Mancha de una familia por la mezcla de mala raza.

INCENDIO:

El que el incendio busca, o se quema o se chamusca.

Quien juega con el peligro, acaba por ser víctima de él.

Por librarse del incendio da en la inundación. — V. Encontrarse entre Escila y Caribdis.

INCENSARIO:

Es necesario manejar con gran tiento el incensario.

La adulación es tanto más inconveniente cuanto más exagerada.

INCIERTO:

Ni fies ni porfíes, ni prometas lo incierto por lo cierto.

No es conveniente alimentar en otro esperanzas que no se han de ver realizadas.

INDIA:

Ser una cosa una India.

Dícese de todo negocio lucrativo, por ser aquel país muy rico en metales y piedras preciosas.

INDIANO:

Parecer indiano de hilo negro.

Aplícase a todo hombre avaro, miserable o mezquino.

INDICIO:

Es indicio de poco sentimiento no tener canas a su debido tiempo.

El que en la edad madura no tiene el pelo blanco, demuestra no haber tenido penas en la vida o, por lo menos, haber sido insensible a ellas.

INCLINACIÓN:

El que bien quiera vivir, su inclinación ha de seguir.

Aconseja que no se tuerza la vocación de las personas cuando es verdadera, pues de no seguirla puede ocasionar su desgracia para siempre.

INCÓGNITA:

Despejar la incógnita.

Resolver o aclarar una cuestión o situación de suyo delicada, desagradable o de difícil desenlace.

INDIO:

Hacer el indio. — V. Hacer el PRIMO.

Los indios de la nación.

Así calificó a sus paisanos los extremeños el poeta D. Francisco Gregorio de Salas, fundándose en el carácter apático que les es connatural, al dedicarles la siguiente décima: «Espíritu desunido anima a los extremeños; jamás entran en empeños ni quieren tomar partido; cada cual en sí metido y contento en su rincón, aunque es hombre de razón, vivo ingenio y agudeza, vienen a ser, por pereza, los indios de la nación».

¿Somos indios?

Expresión con que se reconviene a uno cuando quiere engañar o cree que no le entienden lo que dice.

INDIRECTA:

Las indirectas del padre Cobos.

Se aplica al medio o proposición con que claramente se pide alguna cosa, o se dice a otro lo que le es desagradable.

INDUSTRIA:

Industria contra pobreza.

El que no tiene medios de fortuna se ve obligado a ingeniarse para poder vivir.

INFAMIA:

Purgar la infamia.

Decíase del reo cómplice en un delito que, habiendo declarado contra su compañero, no se tenía por testigo idóneo por estar infamado del delito, y poniéndole en el tormento y ratificando allí su declaración, se decía que purgaba la infamia y quedaba válida la declaración.

INFANTERÍA:

Ir, o quedar, uno de infantería.

Andar a pie el que iba a caballo, o cuando otros van a caballo.

La infantería no llega, y la caballería se pasa.

Dícese cuando en una empresa se cuenta con dos elementos igualmente inútiles, por pecar de defecto el uno, y el otro de exceso.

INFELIZ:

No es el más infeliz el que no tiene amigos, sino el que no tiene enemigos.

Al que no se le envidia es porque no tiene nada de qué envidiarle, considerándosele, por tanto, como un ser inútil, cuando no despreciable.

INFIERNO:

Anda, o vete, al infierno.

Expresión de ira con que se suele rechazar a la persona que importuna o molesta inconsideradamente.

El infierno está empedrado de buenas intenciones.

Dícese a la persona que por querer hacernos un beneficio de buena fe, nos causa algún mal.

En el infierno no hay orden alguno.

Esto es, no hay categorías o jerarquías. — Cervantes atribuye este dicho a Job; pero no consta semejante sentencia ni en el libro del santo varón de Hus ni en toda la Sagrada Escritura. Bien se echa de ver que el manco de Lepanto citaba muchas veces de memoria, fiado en la prodigiosísima que la divina Providencia le concediera; pero la memoria, a fuer de buena hembra, suele ser infiel, y así le sucedió en el caso presente, como en otros muchos de sus inmortales obras.

Quien está en el infierno, nunca sale de él.

El que tiene un sufrimiento, de cualquier clase que sea, cree que no podrá jamás desecharlo.

Ser un infierno.

Aplícase al lugar donde hay mucho alboroto y discordia, y también a la misma discordia.

Mandar a uno a los infiernos de Loja. Enviarlo enhoramala; despedirlo con desabrimiento. — Algunos añaden: que son los diablos de aziícar.

INFINITO:

Proceder en infinito.

El decir, obrar o ejecutar una cosa para siempre.

INGENIO:

Ingenio sin prudencia, loco con espada.

Indica que ni lo bueno ni lo malo debe exagerarse, pues tanto daño causa lo uno como lo otro.

Los grandes ingenios se encuentran en los grandes pensamientos.

Los tontos son incapaces de crear nada que sea genial.

INGLÉS:

Cuando el inglés te ofrezca su amistad, debes temer su engaño mucho más.

Expresa que los naturales de Inglaterra no son muy de fiar, pues suelen ser falsos.

Trabajar para el inglés. — V. Trabajar para el nuncio.

Estar uno rodeado de ingleses.

Verse perseguido de acreedores. — Es locución tomada de la lengua francesa, y debe su origen, según las mayores probabilidades, a los impuestos exorbitantes que se establecieron en Francia con motivo del rescate del rey D. Juan II, prisionero en Londres a mediados del siglo xiv, por cuya libertad exigían los ingleses, amén de la entrega de varias ciudades, la suma de tres millones de escudos de oro, y como quiera que, después de excarcelado y vuelto a su país el monarca, se tardase en acabar de entregar a Inglaterra la cantidad estipulada por el Tratado de Bretigny, y reclamasen con instancia los acreedores, de ahí el origen de esta locución.

INGRATITUD:

La ingratitud es hija de la soberbia.

Porque los que se hallan dominados por el primero de los pecados capitales, al creer que todo se lo merecen, no juzgan necesario mostrarse agradecidos a los beneficios que se les hacen.

La ingratitud seca la fuente de la piedad.

El que tiene la desgracia de tropezar con una persona desagradecida no vuelve a dispensarle ningún beneficio, por mucha lástima que le cause el estado en que se halle el ingrato.

INGRATO:

Al ingrato, quemarle el hato.

Expresa el deseo de que le sobrevenga algún mal al que no sabe agradecer los beneficios recibidos.

El ingrato odia menos al que le daña que al que le favorece.

Porque al primero no tiene nada que agradecerle, y con el segundo le molesta el peso de la gratitud.

De los ingratos está lleno el infierno. — V. De desagradecidos está el infierno lleno.

Favorecer a los ingratos más, es la venganza más discreta, pero la más cruel.

Porque el ingrato está deseoso de zaherir, y no pudiendo hacerlo al ver aumentados sus motivos de agradecimiento, sufre doblemente.

INJERTO:

Todo injerto hace daño a las ramas.

La intromisión de un tercero en un asunto suele dañar más que beneficiar.

INJURIA:

Injuria despreciada, injuria olvidada.

El mejor medio para que nadie se acuerde de una ofensa es no hacer caso de ella.

Injuria refutada, injuria confirmada.

Aconseja el desprecio para todas aquellas frases que se nos dirijan con ánimo de injuriarnos. Nadie las creerá, viendo que el interesado no se preocupa de ellas.

La injuria recietite despierta la venganza.

El tiempo hace olvidar las ofensas; pero cuando se reciben no tenemos más deseo que el de vengarnos de ellas.

La injuria que no ha de ser bien vengada, ha de ser disimulada.

Aquel que no tenga valor o fuerza para exigir satisfacción de una ofensa, debe procurar ocultarla lo más posible.

No se hace injuria al que la entiende y la quiere.

Al que pasa por todo buenamente no hay peligro ninguno en ofenderle, toda vez que el interesado no se ha de mostrar quejoso.

Aquel que dice injurias, cerca está de perdonar.

El que se desata en denuestos cuando se le hace algo malo, se apacigua pasado el primer momento; no así el que se calla, pues es señal que guarda la venganza para la ocasión oportuna.

Las injurias, bien vengadas o bien aguantadas. — V. La injuria que no ha de ser bien vengada, ha de ser disimulada.

Prudencia grande es olvidar cualesquiera ajenas injurias.

No sólo es prudente, sino que con ello se practica una obra de misericordia.

INJUSTICIA:

Publicar las injusticias es el modo de precaverlas.

El hacer públicos los excesos o atropellos cometidos por algunas personas constituidas en autoridad, suele servir de freno a otras para que no incurran en ellos, o a los incautos para que no sean víctimas de aquéllas. — Tal es el lema que figura al frente de un folleto de 52 páginas en 4. 0, publicado en Cádiz, Imprenta Tormentaria, 1812, con el título de Ruina escandalosa intentada por la Regencia de las Españas contra D. Ricardo Meade, en el que se prueba que, a pesar de mandar el Congreso soberano de la nación española a la Regencia que satisficiera a dicho sujeto la cantidad de diez millones de reales que le adeudaba en concepto de contratista de los víveres suministrados por espacio de bastantes meses a las tropas de Cádiz, San Fernando, Cartagena y Alicante, la Regencia eludió el cumplimiento de dicha orden superior, obligando al tal Meade a dar conocimiento al público de semejante tropelía, en la que no sale nada bien parado, por cierto, el Gobierno español. Es papel curioso y digno de ser leído, por cuanto en él se aprende no poco de las informalidades que desde muy antiguo rigen en la Tesorería española y, por ende, de la confianza que en más de cuatro ocasiones pueda inspirar a aquellos que tienen créditos contra ella.

INMORTAL:

Si quieres ser inmortal, hazte pleito eclesiástico.

Expresa que si se viviera tanto como dura un pleito entablado ante la curia eclesiástica, no llegaría nunca el fin de la vida, por no llegar tampoco el del asunto en tramitación.

INOCENCIA:

Hallarse en el estado de la inocencia.

Dícese del que obra con la sencillez propia de un párvulo.

La inocencia es una santa ignorancia.

Porque aquélla es propia de los niños y no encierra malicia, en tanto que ésta suele ser patrimonio de los mayores, que suelen esconder tras ella no poca malignidad.

INOCENTE:

Ser inocente de repique.

Alude a que en los entierros de párvulos no doblan las campanas, sino que repican a gloria.

INQUISICIÓN:

¿Qué cosa es Inquisición? — Un Santo Cristo, dos candeleros y tres majaderos.

Sátira contra el Tribunal del Santo Oficio.

INRI:

Estar más alto que el Inri.

Hallarse alguna persona o cosa en paraje sumamente elevado, con alusión al cartel o rótulo que le pusieron a Nuestro Señor Jesucristo en lo alto de la cruz.

INSTANCIA:

Absolver de la instancia.

Absolver al reo de la acusación o demanda que se le ha puesto, cuando no hay méritos para darle por libre ni para condenarle, quedando el juicio abierto para poderlo instaurar con nuevos méritos.

Causar instancia.

Seguir juicio formal sobre una cosa, por el término y con las solemnidades establecidas por las leyes.

De primera instancia. — V. Considerar una cosa a bulto.

INSTRUMENTO:

Hacer hablar a un instrumento.

Tocarlo con mucha expresión y destreza.

INTELECTO:

Intelecto apretado discurre que rabia.

Cuando la necesidad se impone se aguza el entendimiento. — Este refrán se suele decir más en latín macarrónico, en esta forma: Intelectus apretatus discurrit qui rabiat.

INTENCIÓN:

Curar de primera intención.

Curar de pronto a un herido.

Dar intención. — V. Dar esperanza, o esperanzas, a uno.

Fundar, o tener fundada, intención contra uno.

Asistir o favorecer a uno el derecho común para ejercer una facultad sin necesidad de probarlo.

La primera intención es la que vale.

Arguyese al que después de haber dicho una cosa, máxime si nos era favorable, se retracta de ella.

Procura no errar en la primera intención.

Aconseja que la determinación que se tome sea tal, que no tengamos que arrepentimos de ella.

Sea tu intención limpia, aunque la lengua no lo parezca.

Recomienda la corrección en todos los actos de la vida, aunque a primera vista no parezca que lo son.

Si falta la buena intención en los principios, siempre irán errados los medios y los fines.

Cuando las premisas son verdaderas, la conclusión no puede menos de serlo también.

INTERÉS:

El interés mueve los pies. — V. Por dinero baila el perro.

Por interés, lo más feo hermoso es.

Denota cuánto tuerce el interés la claridad del entendimiento y la rectitud de la voluntad.

Quien casa por interés, de su mujer criado es.

Cuando en los matrimonios es la mujer la que lleva el capital, siempre trata de imponerse al marido, cuando no le está echando constantemente en cara su riqueza, que la hace dueña y señora de todo el domicilio.

Quiere lo que quisieres, y no repares en intereses.

Aconseja que en amor no se mire la fortuna, despreciando el dinero.

INÚTIL:

Compra lo que te es inútil, y pronto venderás lo que te es necesario. — V. Compra lo que no has menester, y venderás lo que no podrás excusar.

INVENCIÓN:

No hay mejor invención que engañar al engañador. — V. Donde las dan las toman.

INVENTAR:

Añadir a lo inventado no es dificultad notable.

Porque lo difícil es crear, obra propia del genio, y a lo demás puede aplicarse lo de gracias al que nos trajo las GALLINAS.

INVIERNO:

De invierno, hornera; de verano, tabernera.

Aplícase a las personas que siguen uno u otro partido, según las conveniencias del momento.

De invierno, la levadura; de verano, la mujer aguda.

En invierno se necesita mucha levadura para fermentar el pan; en verano, al contrario, con poca levadura que emplee la mujer que sea un poco diligente, saca mayor cantidad de panes.

En invierno no hay amigo como una capa.

Cuéntase que hallándose Sócrates un invierno bastante riguroso rodeado de gran número de amigos, ninguno de éstos echó de ver que el ilustre filósofo carecía de capa con que abrigarse. Pasada la estación del frío, como quiera que otro sabio amigo suyo celebrase la dulzura de su carácter y su profundo talento, pretendiendo atribuir a estas cualidades la causa de que se viera constantemente rodeado de sus adeptos, Sócrates le contestó con cierta ironía, mezclada de amargura: Bien podrá ser asi; pero desengañaos que en invierno no hay amigo como una capa.

En invierno y en verano, el buen dormir, en sobrado.

Manera de recomendar que se debe dormir en alto en todo tiempo.

Invierno lluvioso, verano abundoso.

Expresa lo beneficiosas que son las lluvias para que en el estío den las tierras sus frutos.

Ningún invierno es pasado mientras que abril no ha acabado.

Aconseja que no nos dejemos engañar porque haga buenos días antes del mes citado, creyendo que ya se ha marchado el frío, pues hasta los comienzos de mayo no suele cambiar la estación, aunque oficialmente no sea así.

IR:

¿Adonde irás que más le quieran, o que mejor estés?, o ¿Adonde te vas que menos gasto hagas?

Frase de cariño que se le dirige a una persona para manifestarle que no se ausente o retire tan pronto de nuestro lado.

A gran ir, o Al más ir.

A todo correr, apresuradamente.

Allá va, o Allá va eso, o Allá va lo que es.

Suele emplearse al arrojar algo que pueda caer sobre quien esté debajo o cerca.

¿Cuánto va?

Significa la sospecha o recelo de que suceda o se ejecute una cosa, y es la fórmula de apostar a que se verifica.

Estar ido.

Estar alelado o profundamente distraído.

Ir adelante.

No detenerse; proseguir en lo que se va diciendo o tratando.

Ir alio.

Dícese de los ríos o arroyos cuando van muy crecidos.

Ir a una.

Procurar dos o más personas, de común acuerdo, la consecución de un mismo fin.

Ir bien una cosa.

Hallarse en buen estado.

Ir con uno.

Ser de su opinión o dictamen; convenir con él. — Estar de su parte o a su favor.

Ir uno descaminado.

Apartarse del camino de la razón o de la verdad.

Ir largo, o para largo.

Denota que una cosa tardará en verificarse.

Ir lejos.

Estar muy distante de lo que se dice, se hace o se quiere dar a entender.

Ir mal una cosa.

Indica no hallarse en estado satisfactorio.

Ir pasando.

Significa que uno se mantiene en el mismo estado en orden a su salud o conveniencia, sin especial adelantamiento o mejoría.

Ir uno perdido.

Confiesa o previene la desventaja en las competencias con otro, especialmente en los juegos de habilidad.

Ir uno sobre una cosa.

Seguir un negocio sin perderlo de vista.

Ir sobre uno.

Seguirle de cerca; ir en su alcance para apresarle o hacerle daño.

Ir tras uno.

Buscar a una persona con objeto de entrevistarse con ella.

Ir tras una cosa.

Perseguir algún fin con una idea determinada.

Ir y venir en una cosa.

Insistir en ella, revolviéndola continuamente en la imaginación.

Ir zumbando.

Ir con violencia o suma ligereza.

Iráse lo amado y quedará lo descolorado.

Da a entender que, pasado el deleite que causa una pasión desordenada, queda sólo el descrédito, el deshonor o la vergüenza.

Irse abajo. — V. Venir, o venirse, a tierra.

Irse allá.

Ser, valer, importar o significar lo mismo o casi lo mismo una cosa que otra. —También suele emplearse el verbo salirse.

Irse muriendo.

Ir o caminar muy despacio, con desmayo o lentitud.

Irse por alto.

En el juego de trucos y billar, hacer uno saltar fuera su bola por encima de la tablilla, con lo cual se pierden rayas.

Írsele a uno una cosa.

No entenderla o no advertirla. Ni irle ni venirle a uno nada en una cosa. No importarle o no tener en ella interés alguno.

Ni va ni viene.

Explica la irresolución de una persona.

¿Quién va?, o ¿Quién va allá?

Se usa regularmente por la noche, cuando se descubre un bulto o se siente un ruido y no se ve quién lo causa.

Sin irle ni venirle a uno.

Sin importarle aquello de que se trata.

Sobre si fue o si vino.

Se emplea para denotar la contrariedad de pareceres en una disputa o reyerta, y con que, por lo común, se da a entender haber sido fútil y vano el motivo de la discordia.

Váyase lo uno por lo otro.

Da a entender que una de las dos cosas de que se trata puede ser compensación de la otra.

Vete, o idos, a pasear.

Úsase como despedida de mala manera a la persona que nos importuna. — Vete a paseo se suele usar también.

Vete, o idos, noramala, o enhoramala.

Se emplea para despedir a una o varias personas con enfado y con disgusto.

IRA:

A ira de Dios no hay casa fuerte.

Da a entender que al poder de Dios no hay cosa que resista.

De ira del señor y de alboroto del pueblo te libre Dios.

Denota cuan temibles son el enojo y la violencia de los poderosos o una conmoción popular.

Descargar la ira en uno.

Desfogar el mal humor haciéndolo recaer sobre una persona.

El que de la ira se deja vencer, se expone a perder.

El que está enojado no suele reflexionar lo que hace; de aquí que no pocas veces sea víctima del pronto que no tuvo fuerza de voluntad suficiente para refrenar.

Ira de hermanos, ira de diablos.

Las riñas entre parientes cercanos suelen ser más sañudas que entre personas extrañas.

La ira es enfermedad de entendimiento.

Porque lo ciega, anulando sus funciones.

Llenarse uno de ira.

Enfadarse o irritarse mucho.

No hay ira sobre la ira de la mujer.

Indica que los enfados femeninos suelen ser más terribles que los de los hombres.

Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones.

Los enfados de los enamorados casi siempre tienen ese fin, yéndoseles la fuerza por la boca... hasta que hacen las paces.

IRIS:

Ser un Iris.

Se dice de aquel que establece la paz entre los que están discordes o desavenidos. — Alúdese a una deidad de la mitología griega, así llamada, mensajera de Juno, cuyo destino era ser portadora desde el cielo a la tierra de noticias favorables y lisonjeras, describiendo en su marcha un arco luminoso, que tomó en lo sucesivo, del nombre suyo, el de arco iris.

IZAR:

¿Y si no izan?...

Expresión usada para manifestar que no creemos en las promesas que se nos hacen, por no ver su cumplimiento muy fácil.

IZQUIERDA:

No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha.

Aconseja que las buenas obras se ejecuten sin que se les dé publicidad. — Jocosamente se dice de los malos pianistas que cumplen bien el precepto evangélico, pues la melodía o canto ejecutado con la mano derecha va por un lado, mientras que el acompañamiento, de la izquierda, va por otro; así es que la mano izquierda no sabe lo que la derecha hace.

JABALCUZ:

Cuando Jabalcuz tiene capuz y la Pandera montera, lloverá aunque Dios no quiera.

Dícese en Jaén, aludiendo a que, cuando se cubren de nubes aquellos montes, la lluvia es segura.

JABÓN:

Dar a uno un jabón.

Castigarle o reprenderle ásperamente.

Jabón e hilo morado, todo es para la ropa.

Contra los que confunden cosas que son de diferente naturaleza, aun cuando se destinen a un mismo objeto.

JABONADURA:

Dar a uno una jabonadura. — V. Dar a uno un jabón.

JACA:

Ser como la jaca de Velasquillo.

Compárase con ella a aquel que todo lo encuentra a medida de su deseo.

JACINTA:

El mal de doña Jacinta: poco mal y mucha cinta. — V. Poco mal y bien quejado, o Picóme una arañar aiéme una sábana.

JAÉN:

La provincia de Jaén es la Galicia de las Andalucías.

Decíase antiguamente a causa de su laboriosidad y su sencillez de costumbres, y tal vez por su atraso industrial.

JALEA:

Convertirse, o hacerse, una jalea. — V. Hacerse uno unas gachas.

JÁMILA:

Abrid, Jámila, que con mal os vengo.

Equivale a llegar tarde y con daño a un sitio determinado.

JAQUE:

Quien fuere jaque afamado, ha de ser determinado.

El valor no reside en las palabras, sino en las acciones que lo acreditan de tal.

Tener a uno en jaque.

Tenerle bajo el peso de una amenaza o de una incertidumbre.

JAQUECA:

Dar a uno una jaqueca.

Fastidiarle y marearle con lo pesado, difuso o necio de la conversación.

JAQUETÓN:

Como el jaquetón de Jadraque, que al acostarse mataba el candil de un trabucazo.

Aplícase a los que presumen de guapos o perdonavidas, sin perjuicio de que, cuando llega el caso, se les haga el camino corto para correr.

JARABE:

Ser, o volverse, uno, o una cosa, jarabe de pico.

No pasar de conversación más o menos halagüeña, sin tocar en realidad.

JARRA:

Ser una jarra sin asa.

Dícese de aquel escrito que no tiene título.

Ponerse en jarras.

Se dice de la persona que arqueando los brazos y descansando las manos en la cintura, se pone a la manera de las asas de una jarra, puchero o cualquiera otra vasija. — Como quiera que esta es la postura que suelen adoptar las mujeres de la plaza cuando regañan, de ahí que la frase signifique también, tácitamente, el acto de regañar.

JARRO:

A propósito, fray Jarro.

Se aplica esta frase a los que repiten citas que no vienen a cuento.

Como quien bebe un jarro de agua. — Véase Como quien se bebe un vaso de agua.

Echarle a uno un jarro de agua, o de agua fría.

«Frase metafórica y familiar. Quitarle de pronto una esperanza halagüeña o el entusiasmo o fervor de que estaba animado». (Academia.)—Significa además: Dejarle suspenso, confundido, cortado, parado, absorto, atónito, estupefacto, sin acción, sin tener que contestar; cogerlo descuidado, con motivo de algún suceso que no esperaba.

JAUJA:

¿Estamos aquí, o en Jauja?

Expresión con que se trata de sacar a alguno de la estupefacción en que se encuentra, mayormente si se intenta llamarle al orden a causa de haber incurrido en alguna inconveniencia por efecto de ese mismo abobamiento en que se halla sumido.

Estar en Jauja.

Estar embobado, alelado.

Ser alguna cosa una Jauja.

Ser por extremo productiva.

JAULA:

Aporrearse uno en la jaula.

Afanarse y fatigarse en vano por salir con su intento.

Gran jaula para tan chico pájaro.

Úsase esta frase, que se pone en boca de Felipe II al contemplar el monasterio del Escorial, en circunstancias análogas, o sea cuando una persona va a habitar en una casa grande, sobre todo si se la dan como emolumento o aneja a la ocupación o trabajo que desempeña. —Alúdese también al individuo que sin merecimientos de ningún género recibe un destino de importancia.

Jaula nueva, pájaro muerto.

La mudanza de casa, sobre todo si está recién construida, suele costar la vida al nuevo inquilino, máxime si éste es ya de edad o está achacoso.

Parecer una jaula.

Se aplica a la habitación que es alta y estrecha.

Quien le hace la jaula fuerte, no se le va ni se pierde.

Recomienda a los enamorados que extremen el mutuo cariño, a fin de que, encontrándose satisfechos, no busquen en otra parte el que crean que les falta.

JAVALQUINTO:

Andar, andar, y Javalquinto a la par.

Esta villa de la provincia de Jaén, a 4 leguas de su capital, se halla situada sobre una colina bastante empinada, por cuyo motivo, al ir rodeando el monte, siempre se tiene la población a la vista y parece que nunca se acaba de llegar a ella. Lo mismo pasa con todos los pueblos que ocupan igual posición, y de los cuales hay abundancia en España, especialmente en los países montañosos.

JEFE:

De los jefes y del sol, mientras más lejos, mejor.

Porque así como el astro rey quema más cuanto más próximo se está de él, así los superiores vigilan y molestan a los subordinados que se hallan más inmediatos a ellos.

Afondar uno en jefe.

Ordenar y disponer como cabeza principal.

JEJÉN:

Saber dónde el jején puso el huevo.

Dícese de la persona que sabe mucho, especialmente de cosas difíciles de averiguar.

JEREMÍAS:

Ser, o parecer, un Jeremías.

Se dice de la persona que es llorona, con alusión al profeta Jeremías cuando en sus Trenos o Lamentaciones lloró la ruina de Jerusalén.

JEREZ:

¿Eh? —En Jerez.

Réplica, generalmente malhumorada, al que quiere que se le repita una cosa que nos consta que ya ha oído, sólo por el gusto de molestar.

Las tres cosas de Jerez: el vino, el caballo y la mujer.

Alude a la justificada fama de que gozan en todas partes por su exquisito sabor, su buena estampa y su notable belleza, respectivamente.

JERGA:

Estar, oponer, una cosa en jerga.

Haberse empezado y no estar perfeccionada.

Hablar en jerga.

Hacerlo mezclando varios idiomas, de modo que lo que se dice se hace ininteligible.

JERIGONZA:

Hablar en jerigonza. — V. Hablar en jerga.

Andar en jerigonzas.

Andar en rodeos o en tergiversaciones maliciosas.

JERINGA:

Jeringa y no cenes, y verás la barriga que tienes.

La administración frecuente de lavativas junto con el poco alimento, debilita considerablemente a las personas.

La jeringa y los dos reales, o y los ocho cuartos.

Manifiesta el enfado y molestia que nos causa la persona que está repitiéndonos la misma cosa constantemente.

JEROGLÍFICO:

Ser un jeroglífico.

Dícese de aquellos asuntos o cuestiones cuya resolución no se ve clara, necesitándose un profundo estudio para poder conseguirla.

JESUCRISTO:

Enviar a cenar con Jesucristo.

Quitar la vida a alguno, por lo general de manera violenta.

Jesucristo se metió a redentor y lo crucificaron.

Subterfugio a que apelan los egoístas cuando se trata de la reforma de abusos. — También se aplica a los que se entremeten imprudentemente a poner paz donde no les llaman.

JESUÍTA:

Cuando el jesuíta se ahoga,o se ahorca, su cuenta le tendrá. — V. Más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.

Parecer un jesuíta.

Calificación que el vulgo suele hacer de una persona hipócrita. —Muchos han sido los detractores de este instituto religioso, y no pocos sus defensores; yo creo, en mi humilde sentir, que más de una vez ha presidido la pasión a los sujetos que se han afiliado bajo las banderas de uno y otro partido.

Un jesuíta y una suegra saben más que una culebra.

Moteja a ambos personajes, tan traídos y llevados en la literatura generalmente festiva, de solapados y ladinos.

Parecerse a los jesuítas.

Se suele aplicar a las personas que acostumbran dejar las cosas en el mismo lugar que las encontraron.

JESÚS:

¡Ay, Jesús, que el rosario de mi comadre no tiene cruz!

Dícese como burla cuando se oye quejarse de alguna cosa que no vale la pena de ser sentida.

¡Ay, Jesús, que me vuelvo azul!

Proviene de este cantar: Porque le dije a una niña ¡Jesús, que me vuelvo azul!, me metieron en la cárcel, en donde no vi más luz.

En un decir Jesús.

En un instante; en brevísimo tiempo.

¡Hasta verte, Jesús mío! — V. ¡Hasta verte, Cristo mío! ¡Jesús mil veces!

Exclamación con que se manifiesta grave aflicción o espanto.

¡Jesús y cruces, que es el Cristo de los andaluces! Otros dicen: ¡Jesús y cruces y palos en los andaluces!

Indica sorpresa por lo que se oye o ve.

Jesús y hachas para que Su Majestad no vaya a obscuras.

Salutación que se dirige al que estornuda.

Sin decir Jesús.

Pondera lo instantáneo de la muerte de una persona.

Decir los Jesuses.

Ayudar a bien morir.

JETA:

Estar de jeta.

Mostrar en el semblante enojo, disgusto o mal humor. — Alude a que, al enfadarse una persona, suele hinchar los carrillos y sacar los labios, semejando algo el hocico del cerdo, que es lo que significa la jeta.

JIGO:

El que no diga jigo y jiguera no es de mi tierra.

Aplícase a los andaluces por la aspiración que hacen de la hache, aunque no es tan exagerada como la jota, según pintan en las demás regiones: es un sonido que sólo de viva voz se puede uno dar idea de él.

JIGOTE:

Dejar, o poner, una cosa como jigote.

Reducirla a pedazos menudos, a semejanza de la carne de que se compone esta clase de guiso.

JILACA:

Jilaca Jilando puso aquí este bando, y Menga Mengal lo volvió a quitar.

Satiriza el teje maneje que usan los representantes de los Poderes públicos dictando y derogando leyes caprichosamente.

JIMENA:

Llora Jimena por la tal ajena.

Censura a la persona que toma a pechos la desgracia de quien no merece que se participe de su sentimiento.

JIMENO:

Parecerse a don Jimeno, que por su mal no veta el ajeno.

Dícese de aquellos que sólo se conduelen de los demás cuando ellos sufren lo mismo. Y así lo dijo Jimeno: «Me alegro de verte bueno». Equivale a decir que nos tiene sin cuidado lo que se nos manifiesta.

JÍNJOL:

Estar como un jínjol verde.

Muy gallardo y alegre, como el azufaifo cuando empieza a florecer. — Jínjol, voz anticuada, significa el azufaifo, y también su fruto.

¡Más jinjoles verdes!

Contestación que se da a aquel que pretende algo intempestivamente o fuera de razón, como si se le ocurriera pedir alguna fruta en época en que no la lleva la tierra. — V. Pedir cotufas en el golfo.

JOB:

Ya todo esto, elpacientisimo Job no despegaba los labios, o callaba como un manso cordero.

Dícese del que no profiere la menor queja en medio de las graves aflicciones que padece, aludiendo a aquel santo varón de Hus, y más singularmente a Jesucristo, verdadero varón de dolores, a quien Job no hizo más que prefigurar o representar en lontananza tocante a los lamentables sucesos de su sagrada Pasión.

JOLITO:

Estar en jolito.

Quedarse en suspenso o chasqueado.

JORDÁN:

Ir uno al Jordán.

Remozarse o convalecer.

Parecer un Jordán.

Se dice de todo lo que remoza, hermosea y purifica, aludiendo al río Jordán, santificado por el bautismo del Salvador.

JORNADA:

A grandes, o a largas, jornadas.

Con celeridad y presteza.

Caminar uno por sus jornadas.

Proceder con tiempo y reflexión en un negocio.

JOROBADO:

Ningún jorobado se ve la joroba. — V. Ningún cagado se huele.

JOTA:

No saber uno una jota.

Ser muy ignorante en una cosa.

No valer una jota.

Se dice de todo aquello que es insignificante, con referencia a dicha letra, llamada iota por los griegos, que es la más pequeña de su alfabeto.

En el Evangelio según San Mateo (capítulo V, versículo 18) se dice: «No pasará de la ley ni una jota, ni un tilde, hasta que todo sea cumplido»; y natural parecería a primera vista que de este pasaje de la Escritura hubiera tomado pie la introducción de semejante frase en las lenguas modernas, pero no es así; atribuyesele otro origen, tanto más curioso cuanto que se relaciona con uno de los hechos más importantes de la Historia eclesiástica, a saber, el del triunfo momentáneo del arrianismo. Acordes desde un principio los fautores de esta herejía y los eusebianos en atacar el dogma de la consubstanciabilidad, y divididos después a consecuencia de la falsa profesión de fe hecha en Ancira, creyó el emperador Constancio, quien tenía especial interés en reconciliar a entrambos partidos entre sí, no poder conseguir mejor su intento que convocando un Concilio en Oriente y otro en Occidente. Celebróse aquél en Seleucia, ciudad de Isauria, al cual asistió San Hilario, quien, como testigo presencial, ha legado al porvenir un relato fiel de lo allí ocurrido, por el cual nos consta que sólo se presentaron en él quince obispos defensores de la buena doctrina, los cuales fueron atacados por otros quinientos, manifestándose en aquella ocasión tal divergencia de opiniones entre los sectarios mismos, que tuvieron que separarse todos sin haberse decidido cuestión alguna. El segundo Concilio, en el cual se hallaban en mayoría los ortodoxos, se verificó en Rímini, en la Romanía, siendo igualmente borrascoso a causa de una disputa de las más tenaces con motivo de pretender introducir los novadores una iota en la voz griega omoousion (consubstancial), que se hubiera convertido entonces en omoiousion (de igual substancia), lo que hubiera expresado de una manera muy imperfecta la esencia divina del Hijo, una con la del Padre. Semejante transformación así hecha, era favorable a los progresos del arrianismo, y por tanto fue rechazada por la mayoría, ortodoxa, como ya hemos dicho. Pero conviniendo a las miras del emperador el que se adoptara, logró ganar, ya astuta, ya violentamente, a los diez obispos a quienes había diputado el Concilio para que pasasen a darle cuenta de sus actas, obligándolos a subscribir una fórmula contraria a la decisión que se acababa de pronunciar, y estimulándolos a que volviesen inmediatamente a la Asamblea, cuya clausura había tenido buen cuidado de retardar. Negóse el Concilio en un principio a comunicar con los emisarios; pero cediendo poco a poco de su energía los más de los asistentes, empezaron a firmar unos tras otros, con cuya conducta creían realizar un acto de conciliación, dado que al fin y al cabo la fórmula era católica en el fondo; mas luego que echaron de ver que los enemigos de la fe comenzaban a triunfar so capa de la forma, se retractaron unánimes a pesar de las persecuciones de Constancio.

Entonces quedó prescrita y despreciada la jota, teniéndose a gala el decir en lo sucesivo, cuando se trata de manifestar el poco aprecio que se hace de cualquier cosa: Eso no vale una jota.

El hecho histórico de que queda hecha mención tuvo lugar en el siglo IV.

Sin faltar una jota. — V. Sin faltar punto ni coma.

JOVEN:

Al joven para vivir, y al viejo para morir.

Da a entender que a los jóvenes, a medida que van creciendo, se les engruesan las piernas, y, en cambio, a los ancianos se les suelen hinchar cuando se acercan a la última hora de la vida.

De joven se puede llegar a viejo; pero de viejo, soltar el pellejo.

La ley natural es que desde los pocos años se llegue a la edad madura; pero una vez en ésta, no cabe más que pagar el tributo a la muerte.

El joven enamorado, sólo en esto está su cuidado.

Alude a que el que se halla en las condiciones apuntadas, no piensa más que en el objeto de sus ansias, olvidando todo lo demás.

El joven puede morir, pero el viejo no puede vivir.

La muerte no escoge edades; sin embargo, nadie escapa de sus manos en la vejez.

El que no conserva cuando joven, a la vejez es pobre.

Aconseja la virtud del ahorro en los primeros años, como único medio de prepararse una senectud descansada y tranquila. — Igual recomendación hace respecto de las energías físicas, pues si abusa de ellas, se verá agotado antes de llegar a viejo.

El que no la corre de joven, la corre de viejo.

Por lo regular, los hombres que en su juventud han llevado una vida de sujeción, la pasan, al llegar a la edad provecta, cuando no en medio de la licencia y el desenfreno, de una manera alegre y divertida.

Quien de joven come la sardina, a la vejez, o de viejo, cagará la espina.

El que comete una falta, no se morirá sin experimentar sus consecuencias, aunque sea en plazo lejano.

¡Quién se volviera joven y lo pasado, pasado!

Expresión usada por las personas de alguna edad cuando recuerdan los años de su juventud.

Si quieres llegar como joven, anda como viejo.

Recomienda la prudencia en el uso de las facultades que se poseen en los primeros años, para llegar a los últimos sin el desgaste natural del que abusó de ellas anteriormente.

JUAN:

Alábate, Juan, que si no te alabas tú, nadie te alabará.

No conviene obscurecerse ni ser demasiado modesto si se quiere conseguir algo en la vida.

Andar con él, que de Juan Gómez es.

Dícese para incitar a perseguir o acometer a alguno, por considerarle persona de malos antecedentes.

¿Cómo te va, Juan, con tu ochentona? — Con su oro todo me sobra.

Satiriza a los que se casan con mujer rica aunque sea vieja, mirando sólo el interés.

Con lo que Juan adolece, Sancho y Domingo sanan.

Los desperdicios de algunos ricos son más que suficientes para mantener a los que están a su servicio.

De esta hecha, Juan Cigarrón cayó en la percha.

Dícese del que habiendo hecho algunas jugarretas impunemente, llega un momento en que, descubierto, sufre la pena por todas.

De Juan a Pedro no va un dedo. — Véase Tanto va de Pedro a Pedro.

Dejar a alguno, cual Juan Paulin, sin blanca. — V. Quedar alguno, cual San Paulín, sin blanca.

Descansa, o duerme, Juan, y yace, que tu asno pace.

Encomienda el descuido y sosiego con que puede vivir el que ha despachado un negocio que tiene a su cargo.

Don Juan mucho sabe, pero se muere de hambre.

Alude a aquellas personas que, aun siendo poseedoras de mucha ciencia, no conocen el modo de hacerla producir, a diferencia de aquellas que lucen más aunque valgan mucho menos.

El buen Juan se contenta con lo que le dan.

Aplícase a aquellos individuos de carácter bonachón que todo lo encuentran bueno.

Este no es mi Juan, que me lo han cambiado.

Dícese de aquella persona que por haberse cortado el pelo, mudado de ropa o modo de ser y hablar, presenta diferencias con lo que antes era.

Es un Juan Rana.

Aplícase a la persona cobarde y para poco.

Jinglalas, Juan, que como vienen se van.

Aconseja que se deben tomar las cosas según vengan.

Juan de Voto a Dios.

Equivale a ser uno amigo de andar siempre haciendo juramentos.

Juan P al orno: yo me lo guiso y yo me lo como.

Se aplica a los que por suma destreza, sobra de egoísmo o por cualquier otro motivo, no consienten la ayuda ajena en sus quehaceres o negocios, especialmente si son éstos domésticos.

Juan Perdido deja la persona y estima el vestido. — V. El hábito hace al monje.

Juan Vulgar.

Apodo adjudicado al pueblo, en el concepto de su afición a valerse de refranes en sus argumentos.

Lo que me debe Juan no lo puede pagar; pero si se muriera, menos pudiera.

Manera no poco filosófica de consolarse de un daño sufrido.

Llamarse Juan Portal.

Aplícase a las personas aficionadas a pasarse la mayor parte del día averiguando, bien de puerta en puerta, o bien desde la de su casa, lo que ocurre por el barrio.

Malo es que se diga que Juan se ha muerto; porque si no se ha muerto, es que está muy malo. — V. Cuando el río suena, agua, o piedra, lleva.

Otra al dicho, Juan de Coca.

Denota la importuna repetición de una cosa.

¿Quién le mete a Juan de Huete, o a Juan Zoquete, en si arremete o no arremete?

Satiriza la costumbre de muchas personas, de meterse donde no les llaman.

¿Quién se ha muerto? — Juan del Puerto.

Una de tantas evasivas como damos a preguntas que no sabemos o no queremos contestar por no importarle nada al demandante.

Saber más que Juan de Esperaendios.

Sabio religioso y escritor mozárabe, abad de Córdoba, que floreció en el siglo ix y cuyos conocimientos fueron vastísimos, hasta el punto de que San Eulogio y Alvaro Cordobés oían con respeto sus enseñanzas. Es más conocido con el nombre latinizado del abad Speraindeo.

Se parece a Juan Cagao, todo vestido de colorao.

Dícese, por burla, de los que llevan la ropa de ese color. —Ignoramos quién es el personaje citado, ni qué tiene que ver la maloliente circunstancia indicada con el color del traje.

Señor don Juan, ¿en verano terciopelo, y en invierno tafetán?

Pregunta que en tono de asombro se dirige a la persona que obra al revés de lo que en igualdad de circunstancias suele practicar todo el mundo.

Ser como Juan de Aracena, que no tenía ni palabra mala ni obra buena.

Dícese de los sujetos cuya conducta es poco recomendable.

Ser un buen Juan. — V. Ser un Juan Lanas.

Ser un Juan de buen alma.

Calificativo con que se señala al hombre sencillo y fácil de engañar.

Ser un Juan Lanas.

Dícese del hombre apocado que se presta benévolamente a todo cuanto se quiera hacer de él. — Designa también al marido complaciente.

Si bien me quieres, Juan, tus obras me lo dirán. — V. Obras son amores, que no buenas razones.

Si bien o mal baila mi Juan, oíros lo dirán.

Manera de excusarse uno de emitir juicio en aquello que, por tocarle de cerca, pudiera parecer apasionado.

Si te casas con Juan Pérez, ¿qué mas quieres?

Contra los descontentadizos. — Baltasar del Alcázar escribió una linda letrilla sobre este pie.

Dos Juanes y un Pedro hacen un asno entero.

Si se tiene en cuenta lo dicho en Ser un Juan de buen alma (véase) y en Tal para cual, Pedro para Juan (véase), podrá deducirse con facilidad el significado de este refrán.

JUANA:

Juana cree que a Pedro engaña, pero le desengaña.

Aquellos que procuran engañarnos, mientras más hacen, más nos abren los ojos, consiguiendo todo lo contrario de lo que pretenden.

Tan fea es Juana como su hermana. — V. Tan bueno es Pedro como su compañero.

JUBILEO:

Ganar el jubileo.

Hacer las diligencias necesarias para conseguirlo.

Parecer uti jubileo.

Se aplica a la entrada y salida frecuente de muchas personas en alguna casa, tienda u otro lugar, con alusión a la multitud de personas que afluyen a las iglesias con objeto de ganar las indulgencias concedidas a algún jubileo.

Por jubileo.

Rara vez, con alusión a que el jubileo se concedía de cien en cien años.

JÚBILO:

Todo júbilo es hoy la gran Toledo.

Se usa cuando se ve a alguna persona que está muy alegre por haberle ocurrido algo satisfactorio. — Es alusión al comienzo de la tragedia Raquel, del extremeño D. Vicente García de la Huerta.

JUBÓN:

Eso es lo mismo que el que tiene un jubón en Francia.

Dícese burlescamente de aquel que se jacta de poseer alguna cosa que no le puede servir por no tenerla a mano; o de tener algún pariente acomodado que, por residir lejos o por cualquier otra causa, no se acuerda de él.

Jubón de azotes.

Aplicábase este dictado a los que se daban por justicia en las espaldas.

Como los jubones de los gabachos de Belmonte: rotos y grasientos y llenos de doblones. — V. Debajo de una mala capa, etc.

JÚCAR:

Júcar y Huécar, y en medio, Cuenca.

Dicho con que se pondera el aspecto pintoresco que presenta la ciudad de Cuenca, situada entre las amenas vegas que riegan aquellos dos ríos y en el punto de su confluencia.

JUDAS:

Créalo Judas.

Frase estropeada por el vulgo, y basada sobre aquella expresión de Horacio: Credat judizus Apella, a la manera que de Necessitas caret lege dijo: La necesidad tiene cara de hereje.

Estar hecho un Judas.

Hallarse desharrapado, con alusión a las figuras grotescas que se suelen poner en las calles el Sábado Santo, representando al discípulo traidor, para servir de blanco a los escopetazos de los transeúntes y acabar por ser quemadas.

¿Quién le mete a Judas en ser procurador de pobres?

Sátira contra los que, sin tener crédito ni valimiento, tratan de recomendar un asunto, con lo cual, en lugar de ir ganando, se suele perder.

Ser más falso que el alma de Judas. — V. El beso, o el ósculo, de Judas.

Siempre ha de haber un Judas en el apostolado.

Da a entender que en toda congregación o colectividad suele existir algún individuo que perjudique los intereses de los asociados.

Traslado a Judas.

No hay causa tan mala que no deje algún resquicio para su defensa. — Alude a que si el discípulo traidor se hubiera arrepentido después de haber entregado a Jesús en manos de sus enemigos, se habría salvado.

JUDÍA:

La labor de la judia, afanar de noche y holgar de día. — V. De día no veo y de noche me espulgo.

Parecerse a la judía de Zaragoza.

La causa de semejante parecido se suele expresar al añadir la circunstancia de que cegó llorando duelos ajenos. — Su objeto es vituperar a aquellas personas a quienes preocupan más los cuidados ajenos que los suyos propios. — La judía a quien alude el refrán, que sería alguna llorona o plañidera de alquiler, es probable que fuese parienta propincua de el alcalde de Trebujena y de el corregidor de Almagro.

JUDÍO:

Achacoso como judío en sábado.

Se dice de aquel que se finge enfermo o delicado con el intento de burlar el cumplimiento de su deber, aludiendo a que si bien prohibía a los judíos su ley encender lumbre para hacer ni calentar la comida en el día del sábado, que equivale entre ellos a nuestro domingo, semejante precepto no regía con los achacosos o de salud quebrantada.

Al judío dadle un huevo, y pediros ha el tozuelo. — V. Al judío dadle un palmo, tomará cuatro.

Al judío dadle un palmo, tomará cuatro.

Expresa la facilidad con que se toman confianzas para su provecho los israelitas.

Al ludio y al puerco no lo metas en tu huerto. Por el daño que ambos causan.

Dámelo judío y dártelo he quemado.

Alude al peligro que corrían en tiempos de la Inquisición, de caer en sus manos, los que no eran considerados como buenos cristianos.

El buen judío, de la paja hace oro.

Expresa el carácter especulativo de la raza hebraica.

Judío de larga nariz, paga la farda a Villasís.

Refrán muy corriente en Sevilla a fines del siglo xv, con motivo de la persecución suscitada contra los hebreos por parte del vecindario, y muy especialmente por el recaudador de las rentas de los reyes y de la Inquisición, un tal Villasís, quien no les daba treguas para el pago de las contribuciones o impuestos a aquellos infelices.

Judío y dona y hombre con corona, jamás perdona.

Manifiesta el carácter vengativo de mujeres, judíos y reyes. — Otros entienden por hombre con corona los tonsurados, o sea curas y frailes.

La maña del judío, que, acabado de córner, tiene frío. — V. El español pino, después de comer le entra frío.

No es mancha de judío.

Manera con que se desprecia o disminuye como de poca consideración la tacha que se pone a alguien o a alguna cosa, con alusión a la nota de infamia que pesa sobre la nación deicida.

O es judío o sacristán.

Modo de indicar que una persona es taimada, o, como se dice vulgarmente, que es pájaro de cuenta.

Ser un judío, o Tener conciencia de judío.

Se suele aplicar al comerciante o prestamista usurero, aludiendo a la conciencia nada estrecha que en materia de intereses tiene aquel pueblo errante.

Ea, judíos, a enfardelar, que mandan los reyes que paséis la mar.

Expresión que dirigía el pueblo español a los judíos cuando se decretó su proscripción por los Reyes Católicos en el año de 1492, y que pasó después a usarse proverbialmente con el objeto de significar a alguien que se ausente o se quite de la presencia de uno cuanto antes.

Judíos en Pascuas, moros en bodas y cristianos en pleitos, gastan sus dineros.

Cada pueblo tiene sus manías, siendo las características de los enumerados las indicadas.

JUEGO:

Acudir el juego a uno. — Véase Dar bien, o mal, el juego.

Afortunado en el juego, desgraciado en amores.

Creencia popular de que la buena suerte en el uno, acarrea la contraria, en los otros.

A juego perdido, cabe le digo.

Dícese de aquellos que en los lances más comprometidos se arriesgan a echar el resto, o, como también se dice, a jugar el todo por el todo.

A mal juego, buena cara. — V. A mal tiempo, buena cara.

Conocerle a uno el juego.

Penetrar su intención.

Dar bien, o mal, el juego.

Ser favorable, o contraria, la suerte.

Dar juego alguna cosa.

Producir algún embarazo, trastorno o disgusto.

Darle a uno el juego hecho.

Proporcionarle la ocasión de que haga su gusto a poca o ninguna costa.

Despintársele a uno el juego.

Engañarse por estar la pinta equivocada, tomando un palo por otro.

El juego de la correhuela, cátale dentro y cátale fuera.

Refrán que se dijo por los inconstantes y mudables.

El juego ha de ser juego, no pesadumbre.

Recomienda que se tome el juego como mero pasatiempo o distracción, y no como vicio, de suyo ocasionado a desventura y ruina.

El juego, la mujer y el vino sacan al hombre de tino.

Da a entender los funestos resultados que acarrea el entregarse con frenesí al goce de cada una de dichas pasiones.

El luego nos roba tres cosas excelentes: el dinero, el tiempo y la conciencia.

El que se entrega a este funesto vicio pierde no sólo el caudal y el tiempo, sino la honradez, pues por procurarse la satisfacción de aquél, no repara en que los medios no sean muy honorables.

Envidar el juego. — V. Echar el resto.

Este es el juego de virlimbao, tres galeras y una nao, del cual, cuanto más veréis, menos aprenderéis.

Así se cuenta que dijo San Juan de Dios un día a las turbas que se mofaban de él en las calles de Granada, por pluma del autor de su Vida, padre Manuel Trinchería (un vol. en 4. 0, Madrid, Ibarra, 1773, págs. 145-146).

Hacer el juego de anda liviano: guíñame del ojo y dame pujes con la mano. — Véase Dame pan y dime tonto.

Hacer juego.

Mantenerlo o perseveraren él. —Entre jugadores, decir aquel a quien le toca las calidades que tiene, como la de entrada, paso, etc. —Convenir o corresponderse una cosa con otra en orden, proporción y simetría.

Hacer de alguna cosa el juego de pasapasa.

Hacer desaparecer una cosa.

Hacerle a uno el juego.

Facilitarle de una manera más o menos indirecta los medios de salirse con su intento o de encontrarse con su conveniencia.

La cuarteta del Arcipreste de Hita en que se usa la frase proverbial citada y que no consigna la Academia en ninguna de las ediciones de su Diccionario, hasta la última, en que remite a hacerle el caldo gordo, es la siguiente: Como por chica cosa aborrecía en grand saña, arredróse de mí, físome el juego mañana, aquel es engañado, quien coita que engaña, de esto fise trova de tristesa tan maña.

Entre la multitud de desatinos que puso D. Tomás Sánchez en su Glosario, figura el siguiente: «Mañaña. Nombre de cierto juego. 93».

No hay tales carneros; hubiera recordado el colector las estrofas 1.

361, 1.384, 1.470 y 1.473 (de que hace caso omiso en dicho su índice alfabético de las voces y frases más obscuras que ocurren en las poesías del Arcipreste de Hita), y habría visto que la voz mañana se emplea constantemente por dicho escritor en la acepción de temprano o de madrugada.

Juego fuera.

Expresión usada en algunos juegos de envite cuando se envida todo lo que falta para acabar el juego.

La mala suerte en el juego le presagia buena en amor. — V. Afortunado en el juego, desgraciado en amores.

Lo que se gana al juego, hincha y no engorda.

Porque comúnmente se suele volver a jugar la cantidad ganada, con lo cual, si es nuevamente perdida, aquel beneficio aparente resulta perjuicio real y efectivo.

Meter en juego a uno.

Excitarle con viveza para que ejecute alguna cosa, especialmente de diversión.

Negocio de juego.

Dícese de todo aquello que no es muy lícito en sus procedimientos.

Non es juego donde home non ríe.

Expresa que la verdadera condición para que el juego sea lícito, es la de que cause satisfacción a quienes toman parte en él, sirviendo de diversión y no de enojo.

Parecerse al juego del tira y afloja.

Locución con que se da a entender que se ordenan a un mismo tiempo cosas opuestas entre sí, por lo que no se pueden ejecutar u obedecer; y también que en el mando y otros negocios se debe proceder empleando alternativamente el rigor y la suavidad, con alusión al juego llamado del tira y afloja, que consiste en asir cada uno de los que lo juegan la punta de una cinta, pañuelo o sábana, y cuando el que dirige el juego manda que se tire, deben aflojar los demás, y viceversa, perdiendo prenda el que no lo practique así.

Por juego.

Por burla, de chanza.

Quien en mal juego porfía, más pierde que cobra.

Aconseja que no se insista en aquellos asuntos en que no tenemos razón o no son muy claros de resolver.

Salirle a uno el juego al revés. — V. No salirle a uno la cuenta.

Ver el juego. — V. Conocerle a uno el JUEGO.

Juegos de manos, juegos de villanos.

Reprende el retozar y jugar con las manos, como impropio de gentes bien nacidas y de buena crianza. — Dícese también: Juegos de manos, juegos de hermanos.

JUEVES:

El jueves de la Ascensión, cerezas en Oviedo y trigo en León.

Indica que tal día son esos los productos que más se venden en las localidades citadas.

No es cosa del otro jueves.

Aplícase a lo que no tiene nada de particular.

Ser algo cosa del otro jueves.

Dícese, en contraposición del anterior, de aquello que es extraordinario o capaz de llamar la atención.

JUEZ:

Bueno es el juez, y el fallo, mejor.

Dícese por galantería a la persona que sentencia en alguna cuestión, particularmente si es en contra nuestra. — Aplícase irónicamente, y con el significado contrario, cuando no tenemos mucha fe en el que juzga, esperando, por lo tanto, un fallo absurdo.

Como el juez de Ciudad Real, que por quintar los dientes, los quitó todos. — Véase Es pobreza de juicio no añadir a lo inventado.

El buen juez ha de dar el un oído a la una parte, y el otro a la otra.

Es decir, que debe ser completamente imparcial..

El buen juez no se vence ninguna vez, ni te valdrá el escribano si todo pasa por su mano.

Manifiesta lo inútiles que son las malas artes de la gente de curia, cuando el juez es recto.

El juez apasionado no puede ser justificado.

El juez parcial no tiene disculpa, ni humana ni divina.

El juez de trato suave, digno es de que se le alabe.

Con el reo, en no pocas ocasiones, se consigue más empleando buenas formas que maneras bruscas.

El juez prudente, en cuidarse ha de ser diligente.

Indica que sentencie siempre en forma que no se atraiga enemigos por su injusticia.

El juez que es regalado, llámasele apasionado; y si es sabido, ítunca sale lucido.

Un juez no debe admitir en ningún caso demostraciones de agradecimiento, pues todo el mundo cree que el obsequio recibido es el pago de alguna ilegalidad cometida.

El juez que mal se informa, nunca bien pronuncia.

Nadie puede juzgar lo que no entiende.

El juez, tanto necesita ser marcial como dar justicia a cada cual.

Recomienda la afabilidad en el trato, pero aplicando en toda ocasión la ley a cada uno.

Juez cadañero, derecho, o estrecho, como sendera.

Denota que el juez que se muda cada año es estrecho en el cumplimiento de su oficio, porque ha de ser residenciado presto.

Juez pesquisidor, langosta del labrador.

Decíase así porque con las informaciones y pesquisas que hacían los jueces especiales para hallar las huellas, etc., en los campos, traían en jaque a los labradores.

Más limpio que la cara de un juez.

Dícese de todo aquello que se muestra limpio y reluciente, aludiendo a la costumbre que ha solido reinar entre los jueces de nuestra nación de afeitarse por completo la cara.

Ninguno puede ser juez en causa propia.

Porque la primera cualidad del juez es el desapasionamiento, y en lo que le toca a uno muy de cerca, no es fácil que brille esa virtud.

A jueces galicianos, con los pies en las manos.

Contra las personas constituidas en autoridad que se dejan sobornar. —Por eso dice el Comendador Griego en la siguiente breve explicación: «Los pies, entiende de aves presentadas». — Lo de galicianos creo que figurará en el refrán por lo que obliga la fuerza del consonante; pues sabido es que, tratándose de jueces, lo mismo en Galicia que en todas partes, al lado de hombres probos y justicieros, figuran otros venales y acanallados.

Sdlo de aquello podemos ser jueces que bien sabemos. — V. El juez que mal se informa, nunca bien pronuncia.

JUGADA:

Hacer uno su jugada.

Hacer un buen negocio.

JUGADO:

Diccionario de refranes, adagios, proverbios […] de la lengua castellana
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