Capitulo 11
Selecciona tu estrategia: los principios del juego
En este capítulo
Jugar
hacia el centro
El ataque
incluso con desventaja numérica
Asumir el
control de las casillas principales
Impedir
que avancen los peones del adversario
Poco después de que empezara a competir en torneos, un amigo se me acercó durante una de sus partidas para lamentarse. Me decía que había llegado a la posición que deseaba, pero no sabía cómo continuar. Todos los jugadores de ajedrez se han sentido así en uno u otro momento durante una partida.
La cuestión es: ¿qué hacer si no se puede clavar y ganar, usar una horquilla o encontrar un patrón de mate? La respuesta se hace más clara cuando se estudia el juego de posición. Incluso en los momentos en que no hay a mano golpes tácticos (de los que se habla en el capítulo 5) se puede concebir un plan, es decir, pensar en términos estratégicos.
De hecho, la táctica no se materializa a partir de la nada, sobre todo en la alta competición. La táctica surge como el desarrollo lógico de un plan bien ideado: una estrategia. Y en realidad son los esfuerzos estratégicos de largo alcance los que preparan estas escaramuzas tácticas a fin de que un jugador tenga más posibilidad de éxito que el otro. Se dice que el gran maestro del ataque, Rudolf Spielmann (1883-1942), afirmó que podía hacer sacrificios tan buenos como los de Alexander Alekhine (que fue campeón mundial desde 1927 hasta 1935 y desde 1937 hasta su muerte en 1946), pero que no podía llegar a las mismas posiciones.
Se han escrito libros enteros sobre cómo elaborar planes en el ajedrez; así que este escueto capítulo solo sirve de introducción al tema. No obstante, espero que aun siendo breve, el capítulo deje huella en la parte de tu cerebro dedicada al ajedrez. Emplear la estrategia, aunque sea mínimamente, es mejor que no usarla en absoluto; o, como decimos los amantes del ajedrez, incluso un mal plan es mejor que ningún plan. Conforme vayas progresando, te darás cuenta de que el ajedrez tiene sutilezas incluso más profundas de lo que habías imaginado. Este proceso interminable de descubrimiento constituye el atractivo del juego.
Apuntar al centro
No todas las casillas del tablero tienen el mismo valor. Las cuatro casillas centrales, 'd4', 'e4', 'd5' y 'e5', son las más importantes del ajedrez (diagrama 11-1). Las casillas contiguas a estas son las siguientes en importancia, y así sucesivamente. Lógicamente, el jugador que domina el centro del tablero controla la partida.

Diagrama 11.1 Las casillas centrales del tablero de ajedrez.
En general, la fuerza de las piezas aumenta cuando llegan al centro. Torres, damas y alfiles pueden atacar escaques a distancia, pero peones y caballos deben acercarse al lugar de la acción para ser eficaces. El proceso de llevar piezas para influir en el centro se llama ocupación central.
El combate por el centro es el tema principal del juego de las aperturas. Esta afirmación puede demostrarse con cualquier secuencia de apertura, pero, en este caso, seguiremos una apertura conocida como el Gambito de Dama (en el capítulo 6 se explica qué es el gambito). En el Gambito de Dama, ambos ejércitos inician el juego con los peones de dama (1 d4d5; si no entiendes esta notación deberías leer el capítulo 17), como se muestra en los diagramas 11-2a y 11-2b.


Diagrama 11.2 La apertura de doble peón de dama.
La jugada que da comienzo al complejo del Gambito de Dama consiste en que las blancas avanzan el peón de alfil de dama (2 c4) para atacar el peón negro (diagrama 11-3a). Las negras pueden aceptar el Gambito de Dama y capturar el peón, pero hacerlo significa abandonar el centro, ya que las blancas podrían llevar el peón de 'e2' a 'e4'. Si las negras capturan el peón, la apertura se llama el Gambito de Dama Aceptado. Eso produce posiciones viables para las negras, aunque la opción más usual es el Gambito de Dama Rehusado (cuando las negras no se comen el peón puesto que permite a las negras mantener un punto de control en el centro). En el Gambito de Dama Rehusado las negras apoyan el peón de dama con otro peón (2. . .e6; diagrama 11-3b).


Diagrama 11.3 El gambito de dama ¡rehusado!
Las blancas desarrollan un caballo hacia el centro (3 Cc3), como se muestra en el diagrama 11-4a. Fíjate en que el caballo también está atacando el peón central negro. Las negras, a su vez, desarrollan un caballo hacia el centro para defender el peón atacado (3. . . Cf6; diagrama 11-4b).


Diagrama 11.4 Tanto las negras como las blancas ponen sus caballos en acción.
Las blancas desarrollan otra pieza: esta vez sacan el alfil de dama para atacar el caballo de las negras (4 Ag5), como muestra el diagrama 11-5a. Ahora, el alfil clava el caballo negro en su posición actual (la clavada se trata en el capítulo 5). Debido a que la jugada de las blancas ataca uno de los defensores del peón central negro (el caballo negro), influye indirectamente en el centro. En el diagrama 11-5b, las negras rompen la clavada moviendo el alfil de rey (4. . . Ae7), que ahora se interpone entre el caballo y la dama. Esta jugada permite que el caballo se concentre una vez más en defender el peón de dama, aunque ya es evidente la sutileza de la posición: el alfil blanco sigue atacando y el alfil negro está defendiendo. El alfil blanco es más agresivo y todavía puede influir en el centro si captura el caballo, pero, no obstante, el alfil negro no tiene esa opción.


Diagrama 11.5 El alfil blanco se mueve para atacar, así que el alfil negro sale a hacerle frente.
En la siguiente serie de diagramas, ambos jugadores se mueven con la intención de controlar el centro. Las blancas adelantan un peón (5 e3) y así preparan el camino para centrar el alfil de rey (diagrama 11-6a). Las negras desarrollan el caballo restante para apoyar al que está siendo atacado (5. . . Cd7), como aparece en el diagrama 11-6b. Si las blancas se deciden por capturar el caballo negro con el alfil de dama, el otro caballo negro podrá, a su vez, comerse el alfil y defender el peón de dama, así que las blancas no lograrían nada con el cambio de piezas.


Diagrama 11.6 El peón blanco deja el camino libre para el alfil, pero el caballo negro defiende a su hermano.
Las blancas desarrollan el caballo restante hacia el centro (6 Cf3; observa el diagrama 11-7a). Las negras responden enrocándose (6. . . 0-0), como se muestra en el diagrama 11-7b. El enroque protege al rey negro y prepara el camino para que la torre se mueva hacia el centro (para conocer los detalles sobre el enroque, vuelve al capítulo 10, donde se explican algunas jugadas especiales).


Diagrama 11.7 Las blancas desarrollan el último caballo solitario y el rey negro se enroca.
Las blancas desarrollan el alfil de rey (7 Ad3) y preparan el enroque; míralo en el diagrama 11-8a. Entonces, las negras avanzan el peón del alfil de dama para apoyar el peón central (7. . . c6; diagrama 11-8b). La ubicación de las piezas en el tablero refleja una posición clásica en el Gambito de Dama Rehusado.
Las negras tienen un punto de apoyo en el centro y han desarrollado varias piezas con la intención de retenerlo. Las blancas han desarrollado las piezas de manera más agresiva mediante un ataque al centro negro. Esta iniciativa (las blancas atacando y las negras defendiéndose contra el ataque de las blancas) es posible gracias a que disponen de la primera jugada y todas las jugadas han sido agresivas. Las blancas disfrutan de un mayor control central que las negras, porque han dispuesto las piezas en mejores casillas (en términos de ajedrez, estas piezas están mejor centradas que las negras).
Observa que el alfil blanco de casillas claras tiene más libertad que su homónimo negro. Esta libertad adicional de movimientos es una ventaja de posición. Esto no es lo mismo que una ventaja de material o una ventaja en la estructura de peones (en el capítulo 3 se analizan los elementos del ajedrez). Este tipo de ventaja proporciona a un jugador con olfato estratégico un pequeño punto de ataque, pero debes trabajar bien los factores estratégicos para que no se evapore esa leve ventaja. Las blancas no pueden forzar la ganancia de material o desmembrar la estructura de peones de las negras, por lo que ahora han de formular un plan estratégico que pueda mantener e incluso incrementar su ventaja de posición.


Diagrama 11.8 Las blancas se preparan para el enroque, mientras que las negras refuerzan el escaque «d5».
Las blancas, por regla general, continúan con el enroque y luego buscan la mejor posición para las piezas pesadas. Las negras también quieren centrar esas piezas, pero van a tener más dificultades para conseguirlo debido a la posición restringida de sus fuerzas. Las blancas tratarán luego de crear una debilidad en la posición negra, como un peón retrasado (se aborda en el capítulo 3), y explotarán esa debilidad.

The Exchange
An odd custom in chess refers to a certain trade of pieces as The Exchange. (Notice that old hands at the game always capitalize The when referring to this maneuver.) The Exchange occurs whenever one side trades a knight or a bishop for a rook. In case you’re wondering, this exchange is considered odd, because chess players usually speak of exchanging pieces of equal value (see Chapter 3 for a table of piece values).
You hear people say things such as, “I’ll be okay if I can force the exchange of queens.” The rook, however, is worth far more than either the bishop or knight and represents a material gain or loss for one side or the other side, depending on who captures the other player’s rook. Nevertheless, this seeming uneven exchange occurs so often in chess that players routinely call this trade The Exchange, even if the term doesn’t seem to make sense. You may hear players say, “I lost (or won) The Exchange.”
All experienced chess players know what that statement means. If you intentionally give up a rook for a bishop or knight, for whatever reason, you’re justified in saying, “I sacrificed The Exchange,” or as experienced players more typically phrase it, “I sac’d The Exchange.”
El cambio de piezas
Si un jugador captura una pieza y el otro jugador elimina, a su vez, la pieza que ha ejecutado la captura, se dice que las piezas se han cambiado. Suele ser difícil saber exactamente cuándo hay que cambiar y cuándo no se debe hacerlo, aun para los veteranos del juego. La comprensión de la posición, llamada también intuición posicional (el conocimiento estratégico en ajedrez, en oposición al conocimiento táctico), te permitirá determinar si un cambio es bueno o malo. Basta recordar que no debes cambiar piezas solo porque las tenga a tiro; busca las simplificaciones (reducción de piezas) solo si te favorecen.

A medida que desarrolles tu habilidad estratégica comprenderás que hay que sopesar bien los cambios de piezas, sobre todo los de las menores. En especial, debes ser cuidadoso si pretendes cambiar un alfil por un caballo: solo se justifica si existe una buena razón para ello (como ganar material, tiempo o una casilla clave). Dos alfiles juntos pueden recorrer todas las casillas del tablero, pero, por definición, uno que queda solo no puede acceder a la mitad de las casillas. Los alfiles también pueden volverse más poderosos cuando se acerca el final porque en un tablero relativamente despejado atacan más terreno que un caballo.
Aun así, en muchas partidas magistrales un jugador cambia un alfil por un caballo. ¿Por qué esta contradicción? Aunque el cambio de alfil por caballo sin ningún motivo es un error, siempre habrá razones que avalen el cambio:
Ganas
material o, al mismo tiempo, empeoras la estructura de peones
(capítulo 3).
El caballo
está ocupando una casilla clave y es necesario eliminarlo.
El cambio
te da ventaja en desarrollo (lo que significa una ganancia de
tiempo).
En general, el jugador que no dispone de espacio para maniobrar busca eliminar piezas, pero el otro las evita. Los cambios aligeran la carga defensiva porque dejan menos piezas atacantes en el tablero y disminuyen la probabilidad de que las piezas defensoras se estorben mutuamente.
Hacer más con menos: el ataque de las minorías
Una estrategia que con frecuencia emplean los ajedrecistas en el Gambito de Dama Rehusado es tan común y eficaz que merece un nombre para ella sola: el ataque de las minorías (en el apartado de este mismo capítulo «Apuntar al centro», se trata el Gambito de Dama Rehusado).
El término ataque de las minorías se acuñó para los casos en que se ataca con peones el flanco en que el contrario cuenta, justamente, con mayoría (por lo común, dos peones contra tres). El propósito del ataque es romper la posición para que las piezas mayores puedan entrar en juego. La idea es cambiar dos de los tres peones, y dejar débil y sin apoyo el restante. Luego, las piezas pesadas entran en acción, atacan el peón y obligan al contrincante a defenderlo. De esta manera, un jugador siempre se muestra activo y el otro debe mantenerse a la defensiva. En teoría, el atacante debe ser capaz de superar al defensor en algún momento.
El avance de los peones blancos crea un dilema en el campo negro: Si las negras capturan los peones blancos, el peón restante del flanco de dama queda aislado y débil. Si las negras permiten que el peón de las blancas capture uno de sus infantes, las negras quedan con un peón retrasado (después de 1 bxc6 bxc6) que las blancas pueden atacar luego (en el capítulo 3 hay información sobre los peones retrasados).
El ataque de las minorías es un ejemplo de una estrategia en acción. Las blancas no tratan de atacar inmediatamente al rey negro (que está a buen recaudo), sino que se fijan la meta intermedia de provocar una debilidad de peones.

Diagrama 11.9 El ataque de las minorías. Estos dos peones blancos han avanzado para atacar tres peones enemigos.

Diagrama 11.10 Las negras quedan con un peón retrasado y protegido por un alfil (que debería hacer algo mas importante).

Tal vez pienses que crear una debilidad de peones es una meta poco pretenciosa, pero como las negras no desean perder el peón (pues quedarían con desventaja material, asunto tratado en el capítulo 3) tienen que jugar pasivamente. De ese modo pueden aparecer como por arte de magia oportunidades tácticas para el ejército agresor. La aplicación exitosa de una estrategia casi siempre da como resultado situaciones tácticas favorables.
La siguiente idea es una lección tanto para la vida como para el ajedrez: pospón la satisfacción inmediata. El principiante puede intentar un ataque violento contra las piezas de su adversario para intentar un jaque mate temprano. Un maestro, sin embargo, aplaza esa satisfacción inmediata (porque la experiencia le ha enseñado que rara vez funciona) y, en cambio, espera el tiempo necesario y se esfuerza tanto como sea preciso para preparar un jaque mate más adelante.
Controlar las casillas clave para asegurarse una ventaja
A veces, el combate estratégico gira alrededor de lo que los ajedrecistas llaman una casilla clave (generalmente un puesto avanzado para una invasión posterior). El atacante domina la casilla en cuestión y el defensor entra en la disputa.
El atacante que controla y, posteriormente, ocupa la casilla clave, en general, se asegura una ventaja. El defensor se vuelve más y más pasivo conforme se va protegiendo de las amenazas del adversario. Finalmente, llega un momento en que el defensor es incapaz de responder con eficiencia a las maniobras del contrincante agresor.
Los ajedrecistas se refieren con frecuencia a una casilla clave como un puesto avanzado. A los caballos les encanta ocupar los puestos avanzados. Se han ganado muchas partidas gracias a la creación y a la posterior ocupación, (normalmente por un caballo) de un puesto avanzado.

Un asunto importante que debemos tener presente es que casi siempre hay que ocupar las casillas clave con piezas, no con peones. Por norma, el peón no tiene suficiente movilidad para explotar una posición ventajosa conseguida.
La estructura de peones del siguiente ejemplo puede surgir de la Defensa Siciliana (tratada en el capítulo 12) y se centra en la lucha por la casilla clave 'd5' (marcada con una X en el diagrama 11-11). Las negras tienen un peón retrasado y quieren avanzarlo y cambiarlo por uno blanco. Las blancas, por el contrario, pretenden poner una pieza en esa casilla y bloquear el potencial avance del peón de las negras.
Ahora colocamos un caballo blanco en 'd5' (diagrama 11-12) para demostrar cómo se puede emplear una pieza con el objetivo de ocupar y asegurar una casilla clave. Fíjate en que el caballo aumenta el dominio blanco en la casilla clave. Si las negras no pueden disputar el escaque con una pieza de igual valor que el caballo, las blancas moverán el caballo a la casilla clave y eso será una espina clavada en el corazón de las negras durante el resto de la partida.

Diagrama 11.11 La casilla marcada con «X» es el escaque clave.

Diagrama 11.12 Cómo gobernar una casilla clave con una pieza.
En el diagrama 11-13a, las negras tienen un alfil en juego, pero el alfil corre por el color equivocado. El alfil de las negras, por lo tanto, nunca disputará la casilla clave y será incapaz de apoyar el avance del peón retrasado de las negras. El peón no saldrá del camino del alfil a corto plazo. Si las negras tuvieran un alfil de casillas claras, podrían moverlo a una posición desde donde pudieran luchar por la casilla clave (diagrama 11-13b).


Diagrama 11.13 Un alfil que no ayuda y un alfil superhéroe.
Ahora, si las blancas ocupan la casilla clave con el caballo, las negras pueden, sin más, capturar el caballo con el alfil. Luego, las blancas capturan el alfil (exd5), y el valor de la casilla clave desciende debido a la movilidad limitada del peón (diagrama 11-14).

Diagrama 11.14 El peón blanco occupa la casilla clave y su valor se desploma.
Con todo, si añades a la ecuación las damas de ambos ejércitos, entenderás que las negras, aun con el alfil «bueno», no pueden impedir que las blancas gobiernen la casilla clave (diagrama 11-15). Mientras las blancas puedan mantener una pieza en la casilla clave, el peón negro retrasado será una debilidad. Ahora las blancas pueden mover el caballo a la casilla clave y si las negras capturan el caballo con el alfil, la dama blanca reinará en 'd5' (1 Cd5 Axd5, 2 Dxd5). Gracias al control de la casilla clave, las blancas conservan una ligera ventaja estratégica.

Diagrama 11.15 Las piezas, no los peones, deben estar en las casillas clave.
Contener los peones: el bloqueo
Incluso si sabes muy poco de ajedrez, comprenderás que los peones son como valiosos soldaditos. Puedes emplear la estrategia de contener los avances de peones con piezas (a eso se le llama bloqueo). Al contrario de lo que pudieras pensar, estas piezas no pierden el tiempo vigilando a la infantería, ya que suelen encontrarse bien ubicadas para emprender ataques futuros y, generalmente, son invulnerables ante los embates enemigos.
El diagrama 11-16 muestra un peón pasado en 'd5'. Como se describió en el capítulo 3, un peón aislado (sea pasado o no) puede ser débil porque carece del apoyo de sus compañeros. Por lo tanto, la manera correcta de combatir un peón aislado es bloquearlo.

Diagrama 11.16 Un peón pasado.
Según sabemos todos, gracias a Nimzovich (1886-1935), no basta con controlar la casilla de delante del peón: hay que ocuparla. He aquí la diferencia entre limitarse a contener el avance de un peón (controlar la casilla con piezas) y bloquear un peón (impedir físicamente su movimiento). El caballo es la pieza ideal de bloqueo porque mantiene su eficacia aun cuando solo está de guardia y porque no se le puede desplazar fácilmente. Ahora es sencillo entender la jugada correcta (1 Cd4), en la que las blancas mueven el caballo para ocupar el escaque que hay delante del peón negro (diagrama 11-17).

Diagrama 11.17 El peón negro de «d5» no puede avanzar: está en la cárcel, y no solo bajo vigilancia.
Fíjate en que la movilidad del caballo 'd4' no se ha visto afectada. El peón, por otra parte, está detenido. Si logras limitar la movilidad de las piezas del adversario sin reducir la actividad propia de tus piezas, aumentarán las posibilidades de que superes al contrincante.