Capitulo 6

Sacrificios: cuando es mejor dar que recibir

En este capítulo

Renunciar desde el principio a un peón: el gambito

Traicionar al rey enemigo: el sacrificio clásico de alfil

Recuperar una pieza poco después de un sacrificio

Hacer planes: sacrificar y compensar a largo plazo

Si fueras un rey o una dama, estuvieses separado, y necesitases dos empleos para poder pagar la escuela de tus peoncitos, sin duda creerías que ese esfuerzo es un sacrificio importante. En el tablero de ajedrez, en cambio, un sacrificio (real o de otro tipo) es simplemente una pérdida intencionada de una pieza valiosa (una pérdida involuntaria de algo valioso se llama, técnicamente, un error garrafal).

No obstante, en ocasiones uno puede pensar que está haciendo un sacrificio cuando, en realidad, no está haciéndolo; por ejemplo, si ganas la dama rival al precio de un caballo, podría parecer un simple sacrificio. Sin embargo, esa apreciación no es del todo correcta: es posible que creas que estás sacrificando el caballo, pero estás cambiándolo por una pieza de mayor valor.

Una de las cosas raras del ajedrez es que cada jugada tiene un lado positivo y otro negativo. Tienes que dar algo, ya sea material o espacio, para obtener algo, por ejemplo, una ventaja en el desarrollo (el capítulo 3 cuenta lo que necesitas saber acerca de estos elementos del ajedrez). Así, en general, cada jugada en una partida de ajedrez implica un cierto sacrificio.

Aunque es técnicamente correcto hablar de un sacrificio en cualquiera de los elementos del ajedrez, el sacrificio más frecuente es el material. Los sacrificios concretos y planeados de ciertas piezas, en los momentos oportunos, pueden ayudar a los jugadores a obtener ventaja. Los caballos pueden ser alanceados para que otras piezas se infiltren detrás de las líneas enemigas; los peones pueden arrojarse bajo los cascos de la caballería con tal de frenar un avance enemigo; y la dama puede interceptar una flecha dirigida al rey; todo para que algún día el resto del ejército viva en la abundancia (esto es, en el territorio ocupado por el vencedor). Lo más emocionante es sacrificar la dama porque es la pieza más poderosa. Los ajedrecistas tienen una tendencia a lo dramático; si alguno te entrega la dama y aun así te gana, puede esperar muchos comentarios irónicos y de mofa.

Ningún verdadero amante del ajedrez puede negar que los sacrificios se cuentan entre los actos más dramáticos de una partida. Introducen un factor de desequilibrio entre las posiciones y, con frecuencia, actúan como un relámpago en un día tranquilo, al igual que las combinaciones (lee el capítulo 5 para saber más sobre combinaciones, ya que se suele recurrir a los sacrificios para poder combinar). Que tu rival haga un sacrificio que tú no habías considerado, puede ser muy perturbador. Lo mejor ante ese tipo de situaciones es tomarse unos momentos para recuperar la calma, y luego tratar de imaginarse qué está pasando y cuál es la mejor manera de proceder. La regla práctica es que la única manera de refutar un sacrificio es aceptarlo. Si no sabes qué hacer, mata la pieza que te ofrecen.

En este capítulo se analiza el sacrificio intencionado de un peón o de una pieza, ya sea de forma temporal o permanente, que un jugador ejecuta con la esperanza de recibir compensación o, en último término, de ganar la partida.

Sacrificar un peón a cambio de una ventaja de desarrollo: el gambito

Para que el ajedrez parezca difícil y misterioso, los ajedrecistas le han dado un nombre específico a un tipo muy frecuente de sacrificio. Llamamos gambito a sacrificar un peón durante la apertura. Los gambitos siempre implican el sacrificio de un peón, a cambio de una ventaja de posición. En otras palabras, cambias un peón por acelerar el desarrollo (el elemento del tiempo, cuyos detalles puedes leer en el capítulo 3) de tus piezas. El razonamiento es sencillo: si puedes poner en formación de ataque más piezas que tu adversario y en menos tiempo que él, es muy probable que acabes recuperando el material sacrificado, y con creces, pues tu rival estará muy ocupado en detener todas tus amenazas.

Los gambitos gustan mucho, pero debes tener siempre en consideración que pueden ser muy peligrosos. Si no obtienes una ventaja que compense la entrega, te quedarás en inferioridad de condiciones, a la larga, habrás salido perdiendo en material.

Uno de los gambitos más legendarios del ajedrez es el Gambito de Rey; en él, se sacrifica el peón de f de las blancas. Este gambito solo se puede dar cuando el jugador que conduce las negras contesta a 1e4 con 1. . . e5, (aperturas abiertas). Las blancas y las negras avanzan dos casillas el peón de rey (diagrama 6-1).

Diagrama 6.1 El gambito de rey comienza con una jugada doble de peones de rey.

La siguiente jugada de las blancas es avanzar el peón de alfil de rey dos casillas (2 f4), con lo que el peón blanco amenaza al peón de e negro a la vez que es amenazado por este (diagrama 6-2a). Las negras pueden aceptar el gambito y ganar material capturando el peón ofrecido (2. . . exf4), como se muestra en el diagrama 6-2b. Las blancas no pueden comerse inmediatamente el peón negro.

Diagrama 6.2 El peón de alfil de rey blanco pone su vida en juego…y la pierde.

Las blancas estaban deseando entregar un peón con la esperanza de obtener una ventaja de espacio y controlar el centro (si el peón de rey de las negras captura el peón de f de las blancas, ya no disputa la casilla 'd4'). ¿Es el elemento material (las blancas tendrán un peón menos) más importante que el elemento espacial (las blancas tendrán ahora más control del centro)? En el ajedrez, este tipo de pregunta no tiene una respuesta definitiva; por eso uno juega las partidas y observa cómo se resuelven las situaciones.

Is a gambit a gamble?

A certain amount of risk is involved in playing a gambit, but the term didn’t derive from the word gambling. It comes from the Italian word gambetta, which was a wrestling term for tripping up your opponent by the heels. The gambit was first used in its chess sense by Ruy Lopez, a Spanish priest and a renowned chess player, in 1561.

Al igual que ocurre con la mayoría de los gambitos, muchos ajedrecistas tienen diferencias de opinión acerca de la eficacia del Gambito de Rey. A algunos jugadores les gusta y a otros no. En la alta competición, el Gambito de Rey se juega en raras ocasiones, por lo que se infiere que los mejores jugadores no piensan que sea la mejor apertura posible. No obstante, este gambito sigue siendo peligroso en los niveles inferiores de juego, en los que un solo error de las negras puede permitir que las blancas se impongan.

Renunciar a un alfil

Uno de los primeros sacrificios registrados aparece en el famoso manual de ajedrez de Gioacchino Greco (apodado el calabrés) publicado en 1619. Su movimiento, llamado sacrificio clásico de alfil, se ha ejecutado de forma notable desde entonces y se aconseja que el estudiante serio de ajedrez conozca a fondo este tipo de sacrificio. Casi todo jugador experimentado se ha aprendido esa maniobra porque en la práctica se presenta con relativa frecuencia, lo que significa que aparece en algunas variantes de apertura habituales.

Un sacrificio de alfil es especialmente poderoso si con él se consigue exponer al rey enemigo a un ataque. De tanto en tanto, la jugada puede llevar directamente al jaque mate, como en el siguiente ejemplo, pero con frecuencia la maniobra solo comporta la recuperación de material (con intereses).

En el sacrificio clásico de alfil descrito por Greco, un jugador sacrifica un alfil para dejar al rey enemigo expuesto a un ataque violento de la dama en 'd1' y un caballo en 'f3'. El alfil blanco de 'd3' tiene acceso al rey negro por mediación del peón negro de 'h7', y la dama blanca de 'd1', junto con el caballo de 'f3', está preparada para entrar en la refriega. El diagrama 6-3 muestra la disposición básica para el sacrificio clásico de alfil.

Para iniciar el sacrificio, el alfil blanco captura el peón de 'h7' (1 Axh7+), lo que pone al rey enemigo en jaque (diagrama 6-4a). Por supuesto, el rey negro puede escapar del jaque yéndose una casilla a la derecha a 'h8', pero si no se come el alfil, entonces habrá perdido un peón a cambio de nada (se puede ver la captura del rey en el diagrama 6-4b).

Diagrama 6.3 La disposición básica para el sacrificio clásico de alfil.

Las blancas van ahora a la zaga en material, después de haber entregado un alfil por un peón, o tres puntos por uno (en el capítulo 3 están los detalles sobre el valor relativo de las piezas). Sin embargo, esta pérdida material es insignificante si las blancas pueden dar jaque mate.

Diagrama 6.4 El alfil blanco se inmola en «f7» para sacar al rey negro.

Ahora, el caballo de 'f3' salta a la arena (2 Cg5+) y pone al rey negro en jaque (diagrama 6-5a). El alfil negro de 'e7' puede comerse el caballo merodeador, pero, si lo hace, su suerte estará echada. Las blancas podrían capturar el alfil con el peón de 'h4' y la torre blanca de 'h1' daría jaque al rey negro. La dama blanca podría luego unirse al festín en la siguiente jugada moviéndose a 'h5', y eso sería el fin para el rey negro. Si volvemos a la situación que estamos analizando, las negras evitan este fatal desenlace regresando con el rey a 'g8' (2. . . Rg8), como se aprecia en el diagrama 6-5b.

Diagrama 6.5 El caballo blanco da jaque al rey negro y este huye.

Aunque las negras han evitado temporalmente el mate, se ven superadas una vez más por el despiadado avance de la dama blanca a 'h5' (3 Dh5), como se muestra en el diagrama 6-6. El jaque mate es inevitable: no importa lo que hagan las negras, las blancas moverán la dama a 'h7'. Por ejemplo, si las negras avanzan el peón de f a 'f6' (3. . . f6), entonces la partida acaba con la jugada de dama a 'h7' (4 Dh7++), ¡jaque mate!

Diagrama 6.6 El rey negro siente el hedor de la muerte mientras la dama blanca lo persigue.

Satisfacción inmediata: el sacrificio temporal

Los ajedrecistas dicen que los sacrificios que llevan directamente a la ganancia de más material son sacrificios temporales. Este tipo de sacrificio implica una pérdida inicial de material, pero a esta le sigue una recuperación inmediata o casi inmediata de material.

El siguiente ejemplo ilustra un sacrificio temporal. La posición es muy similar a la del diagrama 6-3 en la sección «Renunciar a un alfil», pero en este caso las blancas solo ganan material y no llegan hasta el jaque mate (compara las posiciones de los diagramas 6-7 y 6-3: existen unas cuantas diferencias sutiles).

Como en el sacrificio clásico de alfil, las blancas sacrifican el alfil de casillas claras mediante la captura del peón de 'h7' (1 Axh7+), lo que pone al rey negro en jaque (diagrama 6-8a). El rey negro debe capturar el alfil (1. . . Rxh7) o sufrir la pérdida de un peón sin recibir compensación alguna, como se ve en el diagrama 6-8b.

Diagrama 6.7 El escenario está listo para un sacrificio temporal.

Las blancas, entonces, sacan la dama a 'h5' (2 Dh5+) y con ello dan jaque al rey negro y, al mismo tiempo, atacan el caballo desprotegido de 'd5' (diagrama 6-9a). El rey negro se ve obligado a retirarse a 'g8' (2. . . Rg8, diagrama 6-9b).

Diagrama 6.8 El alfil blanco sella su destino.

La retirada del rey negro permite que la dama blanca capture el caballo de 'd5' (3 Dxd5), como se observa en el diagrama 6-10. Las blancas ganan un caballo y un peón a cambio de un sacrificio temporal de alfil.

Diagrama 6.9 La dama blanca amenaza dos piezas negras, así que el rey negro se oculta.

Diagrama 6.10 La dama blanca captura el caballo negro.

Un movimiento estratégico para quien no pierde la compostura: el sacrificio permanente

Un sacrificio permanente es aquel en que el material no se recupera inmediatamente. Usualmente, el objetivo al hacer este tipo de sacrificio es de tipo estratégico. Un bando cede material para obtener una ventaja duradera en otro elemento, como espacio o desarrollo (detallados en el capítulo 3). Este tipo de sacrificios no se pueden calcular: son un producto de la intuición y la imaginación, y elevan una partida de ajedrez a la categoría del arte.

En el ejemplo clásico de un sacrificio permanente, las blancas se deshacen de un peón para perturbar el desarrollo de las negras. En este caso, las blancas no se limitan a entregar un peón por desarrollo, como ocurre en un gambito, sino por una ventaja duradera que se base en la dificultad de las negras para coordinar sus piezas. El siguiente ejemplo te dará una idea de cómo puede funcionar un sacrificio de ese tipo. Revisa la posición inicial (una variante de la Defensa Caro-Kann) en el diagrama 6-11.

Diagrama 6.11 El tablero justo antes de que las blancas hagan un sacrificio permanente.

Para iniciar el sacrificio, las blancas avanzan su peón en 'e5' a 'e6' (1 e6) y lo exponen a la muerte (diagrama 6-12a). El peón negro de 'f7' toma el peón blanco (1... fxe6); fíjate en el diagrama 6-12b.

Diagrama 6.12 El peón blanco acepta la muerte por el bien del equipo.

Como respuesta a este sacrificio, las blancas no tratarán de recuperar el peón, sino que, simplemente, seguirán desarrollando sus piezas comenzando por mover el caballo del flanco de rey a 'f3' (2 Cf3); míralo en el diagrama 6-13. ¿Ha pasado inadvertida la valentía del peón blanco? De ninguna manera. La posición de las negras está desorganizada gracias al sacrificio de las blancas y les será difícil llevar las piezas a casillas buenas. En particular, las negras tienen peones doblados en la columna de rey; el peón de 'e7' no se puede mover mientras no lo haga el que está en 'e6' (el capítulo 3 explica el tema de los peones doblados); así que ninguna de las piezas negras puede desplazarse hacia la casilla 'e7' hasta que se muevan los peones de rey. Es posible que las blancas necesiten muchas jugadas más para sacar partido del desorden de su contrincante, y no está claro que el peón pueda ser capturado, ni siquiera si será recuperado; por eso se dice que el sacrificio es permanente.

Diagrama 6.13 Las blancas desdeñan la captura del peón negro y se concentran en el desarrollo.

The king of sacrifice, Mikhail Tal

A grandmaster from Riga, Latvia, Mikhail Tal (1936–92) became world chess champion in 1960. Tal was widely popular for his brilliant sacrificial play. Describing the details of his brilliancy would take way more page space than this book allows, so I recommend that you check out The Magic of Mikhail Tal by Joe Gallagher, published by Everyman Chess, to see what I mean.

Tal was so taken with chess that he supposedly kept sneaking out of the hospital after having a kidney removed, just to play in the local chess club. He was also famous for his intimidating stare. Combined with his ability to seemingly summon sacrifices out of the air in positions where no one else would even consider them, this stare gave Tal an almost mystical aura. One grandmaster even went so far as to wear sunglasses during a game to avoid Tal’s “evil eye.”