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UN PISO EN TOULOUSE
(NOVIEMBRE DE 2007)
Henriette Travert no sospecha la verdadera identidad de aquel cuarentón de perilla cuidada, no muy alto pero corpulento, que le alquila su piso el 1 de noviembre de 2007. La casa, de apenas 50 metros, está situada en la última planta del edificio del número 1 de la calle Charles Fourier, en el barrio de Les Minimes, Toulouse, justo enfrente del campo del equipo de rugby de la ciudad. Un gran seto y varios pinos protegen la fachada azul y blanca de las miradas indiscretas.
Andre Adam le ha explicado a la dueña que tiene previsto alquilar el piso alrededor de tres años, y que está esperando a su pareja, que llegará de América. Paga por adelantado 900 euros de fianza y 600 euros de alquiler del primer mes, presenta fotocopias de un contrato de trabajo y tres nóminas de una empresa informática de las afueras de París. Todo parece en regla. Pero hay un problema: Andre Adam no es Andre Adam. En realidad se trata de una identidad falsa utilizada por Ibon Gogeaskoetxea Arronategui, alias “Emile”.
Ibon es un activista experimentado de 42 años que lleva huido desde 1997, cuando planeó, junto a su hermano Eneko y su primo Kepa atentar contra el Rey en Bilbao. Al principio, los investigadores creyeron que quien había alquilado el piso era su hermano Eneko Gogeaskoetxea Arronategui, alias “Ernest” y “Mekaniko”. Los dos se parecen tanto físicamente que, tras ser descubierto el piso, la señora Travert identificará en un primer momento a Eneko.
Eneko, experto en informática, vive con su mujer, María, y su hijo de tres años en el Reino Unido, concretamente en la calle Fortescue de Cambridge, en un chalecito de dos plantas y con jardín, subvencionado por el Ayuntamiento. Espera un nuevo retoño y busca un trabajo estable. Un empleo y una familia son la mejor tapadera para pasar desapercibido en Inglaterra, donde reside con los papeles de un ciudadano francés de origen polaco. Sus conocimientos informáticos, de francés y de castellano, le han sido útiles para encontrar un trabajo como programador de software de la empresa Web Factory, subcontratada por Play.com. Su trabajo le obliga a viajar al extranjero, lo que le permite moverse libremente sin despertar sospechas. Lleva una vida apacible de asalariado y puede compaginar sus funciones dentro de ETA con la práctica amablemente burguesa de sus aficiones deportivas (ha quedado segundo en un campeonato de squash en el verano de ese mismo año). Su hermano Ibon, que vive en la clandestinidad, pasa largas temporadas con él. Presumiblemente se reúne en Cambridge con su mujer, que vive en Bilbao. Para un etarra en la clandestinidad, Cambridge es un lugar más seguro que la capital vizcaína.
Desde el Reino Unido, donde los controles son más laxos, los dos hermanos pueden viajar a Francia siempre que lo requiera la organización. A principios de noviembre los dos se encuentran en el piso de Toulouse, que se ha convertido en el refugio de la cúpula etarra. Toulouse ofrece muchas ventajas para la vida clandestina y ha sido una base tradicional para ETA[8]. Se encuentra muy cerca de la frontera española, tanto de Cataluña y Aragón como del País Vasco, y es lo suficientemente grande (440 000 habitantes en el núcleo urbano y principal y más de un millón en toda su área metropolitana) como para que un activista pase totalmente desapercibido.
Allí se esconden “Txeroki” (sus huellas fueron halladas en unos menús escritos en euskera dentro del mueble debajo del fregadero de la cocina); el propio Ibon; Itziar Plaza Fernández (sus huellas fueron halladas en una sábana), Eider Uruburu Zabaleta (sus huellas se hallaron en un edredón y una toalla de baño), Saioa Sánchez (ha creado una nueva dirección de mail a nombre de danieledubois@yahoo.fr el 20 de noviembre de 2007 a las 8.36 de la mañana en un cibercafé de Toulouse, en la calle Des Lois); Eneko Zarrabeitia y Asier Bengoa López de Armentia. Todos ellos forman el núcleo más próximo de “Txeroki”.
“Txeroki” les ha reunido a todos en el piso de Toulouse porque tiene nuevos planes. 2007 ha sido un año difícil para la banda y hay que invertir la situación. Solo durante la tregua, entre el 24 de marzo de 2006 y el 5 de junio de 2007, han caído 92 terroristas. Y desde entonces, se han producido otros 27 arrestos. Un par de meses antes, en septiembre, ETA ha emitido un nuevo comunicado para reivindicar los últimos atentados y para culpar al Gobierno del fracaso del proceso de paz. Según el texto, «las caretas han caído» y la banda amenaza con seguir «golpeando las estructuras del Estado español en todos los frentes». Hay que hacer algo. “Txeroki” se mueve en noviembre con otro de sus hombres de confianza, Aitzol Iriondo Yarza, alias “Gurbitz”, “Barbas” y “Asier”, que junto a “Ata” y el propio “Txeroki” forman lo que los servicios antiterroristas han bautizado como la “santísima trinidad”.
El 21 de noviembre “Txeroki” e Iriondo viajan desde Toulouse a la localidad pirenaica de Lescun para reunirse con los dos responsables del nuevo comando Askatasun Haizea (Viento de Libertad), Arkaitz Goikoetxea y Jurdan Martitegi. Allí les entrega un vehículo con 370 kilos de amonitol y les da instrucciones para preparar una campaña de atentados para el próximo verano de 2008 en Andalucía. “Txeroki” quiere saber de primera mano cómo van los preparativos de dos acciones especialmente importantes que ha encargado a este grupo. Una de ellas es intentar atentar contra el juez Fernando Grande-Marlaska mientras veranea en el pueblo riojano de Ezcaray. Allí tienen una casa los padres de un activista del comando de Goikoetxea y Martitegi. La otra operación es secuestrar a un edil socialista y repetir la operación de chantaje y asesinato realizada con Miguel Ángel Blanco en 1997. La banda ya ha elegido a su víctima: Benjamín Atutxa, que trabaja en el Ayuntamiento de Éibar (Guipúzcoa), pero el edil está demasiado protegido.
A finales de noviembre “Txeroki” se reúne en el monte navarro de Auza con Mattin Sarasola Yarzabal (30 años) e Igor Portu Juanena (29 años), dos de los miembros del comando Elurra (el mismo que voló la T4 de Barajas). Quiere encargarles un nuevo plan: colocar otro coche bomba en el complejo financiero de Azca, en Madrid, concretamente en el parking que hay entre El Corte Inglés y la sede del BBVA en el Paseo de la Castellana.