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SAIOA, JEFA DE COMANDOS
Diciembre de 2006, un año antes de Capbreton…
… Saioa Sánchez está de compras en el centro comercial de Lejona. Ha regresado hace poco de Francia, cruzando la frontera en bicicleta, una forma aparentemente llamativa, pero muy discreta de pasar desapercibida en un posible control de la Guardia Civil. Le acompaña Aritz (alias “Artito”), con quien matiene una relación sentimental. Viven juntos desde hace un mes en la casa que él tiene en Elorrio. Es el 23 de diciembre de 2006 y hacen cola para pagar las mochilas con las que recogerán unos explosivos que han dejado abandonados en un zulo de Amorebieta (Vizcaya).
Llega su turno y Aritz, joven e inexperto, comete un error de principiante: pagar con su tarjeta de la Caja Rural Vasca.
Otro error en una cadena de fallos que ha comenzado la noche anterior, cuando Aritz y Saioa, junto a otros dos etarras, “Jon” y “Txester”, acudieron al zulo oculto en un paraje boscoso cercano al merendero de Amorebieta para aprovisionarse con varios kilos de explosivos. Pensaban preparar un coche bomba que harían estallar en Burgos. Mientras trasladaban los explosivos desde el zulo al coche aparcado en el merendero, fueron iluminados por los faros de otro vehículo y, ante el temor de haber sido sorprendidos, decidieron abortar la operación: cargaron apresuradamente algunas mochilas más (Saioa «se llenó de amonal hasta las cejas, pero la dio igual», relataría después “Jon” a la Policía), pero dejaron un bidón lleno de nitrato y aluminio mal escondida en un agujero entre los matorrales, sin camuflaje y apenas a cinco metros de la valla de madera que limita el merendero. También abandonaron la remachadora utilizada para sellar los bidones, con las huellas de Aritz.
Aun así, deciden regresar al día siguiente para terminar el trabajo. Después de todo, es probable que el vecino que les alumbró la noche anterior no sospechase nada y no avisara a la policía. Pero se equivocan. Después de comprar las mochilas, Saioa y Aritz descubren que el merendero está acordonado por la Ertzaintza. Seguir el rastro de los explosivos ha resultado muy fácil para los perros adiestrados de la policía, porque los etarras han dejado el merendero lleno de restos de amonal. La Ertzaintza analiza también la remachadora y es solo cuestión de tiempo que localice la casa de Aritz y descubra en ella un montón de matrículas falsas con las huellas de “Txester”. El comando, que ha cometido todos los errores posibles en las últimas 24 horas, toma la primera decisión sensata: huir.
El grupo se divide: “Jon” y “Txester” por un lado, Aritz y Saioa, por otro.
Un terrorista muy discreto
El 24 de diciembre, un día después de que fuera descubierto el zulo de Amorebieta, Asier no pasa a recoger a su hermana para ir a cenar a casa de sus padres. Tampoco aparece ni da señales de vida al día siguiente, día de Navidad. Así que son sus propios padres, alarmados por no tener noticias suyas, quienes denuncian su desaparición a la Ertzaintza.
“Jon” y “Txester” pasan los primeros días ocultos en casa de un amigo. Pero el 30 de diciembre se enteran por los medios de comunicación de que ETA ha hecho estallar una bomba en la T4 de Barajas, y el amigo les pide que se marchen.
El 4 de enero de 2007, “Jon” y “Txester” se sienten vigilados y abandonan un Land Rover en Atxondo, muy cerca de Ermua, en una zona de caseríos aislados en las faldas del monte Anboto. Los artificieros encontrarán un bidón con 180 kilos de explosivos que habían conseguido llevarse del zulo de Amorebieta.
Quieren llegar a San Juan de Luz, en el País Vasco francés, para ponerse en contacto con la banda. El rastro de “Txester”, que lleva varios días huyendo con un chubasquero rojo, no es difícil de seguir y pronto son avistados por los cuerpos de seguridad. Tras pasar una noche en una caseta de pastores en el bosque bajan, cansados y sucios, a desayunar en Ascain (Francia). Allí serán detenidos mientras apuntan en un papel el número móvil de un taxista que ofrece sus servicios en una pared.
Para Asier Larrinaga Rodríguez, de 25 años, alias “Txester”, es el fin de su breve carrera etarra. Larrinaga es un aprendiz de terrorista muy peculiar, alejado del perfil de sospechoso habitual del entorno proetarra. Hijo de una familia de joyeros del Casco Viejo de Bilbao, era un chaval sin antecedentes policiales ni judiciales, que no iba a manifestaciones ni acudía a actos abertzales. Larrinaga era un fichaje del gusto del jefe etarra “Txeroki”, obsesionado por evitar las infiltraciones en su organización terrorista y deseoso de reclutar nuevos activistas que no estuvieran fichados por la Policía.
Objetivo: Santander
Saioa y Aritz llegan a Éibar el día de Nochebuena y al día siguiente toman un taxi hacia Oiartzun. Duermen en los rellanos de los últimos pisos de los edificios cuyos portales encuentran abiertos. Después se dirigen al Parque Natural de Peñas de Haya y durante los primeros días de 2007 deambulan por varias localidades, durmiendo en el monte a la intemperie hasta que, a mediados de enero, logran pasar a Francia, cruzando tranquilamente el puente de Santiago que separa Irún y Hendaya.
Saioa y Aritz consiguen contactar con la dirección de ETA, que les proporciona dos pisos francos en Hendaya y en Limoges[1], donde la pareja recibirá un rápido curso de armas y explosivos, actividad que compaginan con el aprendizaje de francés, la lectura y el deporte. En abril se les une un tercer etarra, Eneko Zarrabeitia Salterain, alias “Sorgin”, lider del nuevo comando Larrano, un nombre ya utilizado por la banda terrorista durante su campaña de atentados en Andalucía en 1996.
Tras recibir las últimas instrucciones de boca del mismo “Txeroki” el 29 de junio de 2007, Aritz y Saioa, vestidos con ropa deportiva, cruzan de nuevo la frontera española montados en bicicletas compradas un día antes en el Decathlon de Dax (Aritz llegó a disputar varios campeonatos de España y hubiera tenido cierto futuro en el ciclocross si no hubiera dejado el manillar por las bombas). Se dirigen hacia el camping de Laredo, en Cantabria.
Las órdenes de “Txeroki” son sellar con una bomba el final del alto el fuego permanente anunciado oficialmente el 5 de junio de 2007 en el diario Berria (una mera formalidad burocrática de los terroristas que, recordamos, habían matado a dos personas en Barajas en diciembre de 2006). El primer objetivo era Getxo, pero se descartó porque Aritz y Saioa están demasiado “quemados” para moverse por esa zona. Así que la elegida es Santander. Cantabria y su capital es un objetivo recurrente de ETA. La banda terrorista ha atentado 28 veces en varios municipios de esta comunidad desde 1969. El último ataque fue en Santoña en marzo de 2006. Y en abril de 2007 tres etarras habían sido detenidos en Sheffield, al norte de Inglaterra, cuando se dirigían a Santander. Los tres pertenecían a un “talde” (grupo) de reserva de la banda y vivían de alquiler en el Reino Unido desde octubre de 2006.
Una vez en Santander y con los explosivos en su poder, Aritz, Saioa y Eneko deberán robar un vehículo y montar un coche bomba. Hay varios objetivos que escoger: los nuevos juzgados, la sede principal del Banco Santander, la comisaría de Policía o la plaza del Ayuntamiento. Finalmente optan por dejarlo en el aparcamiento subterráneo público próximo al Ayuntamiento, junto al mercado de la Esperanza.
Veraneante con pistola
El 10 de julio de 2007 la pequeña estación de autobuses de Santander está llena de turistas. En una de las dársenas subterráneas de la estación, esperando la salida del bus a Laredo, pasea un joven visiblemente nervioso. Se trata de Aritz, y en su mochila veraniega hay una pistola Smith and Wesson modelo Springfield Ma USA de color negro con 16 cartuchos 9 milímetros (robada en octubre de 2006 en una armería de la localidad gala de Vauvert), un plano de carreteras de España y Portugal, un callejero de Santander y 1410 euros en efectivo.
Después de una mañana de inspección en Santander, Aritz recibe la llamada de su compañero de comando Eneko Zarrabeitia comunicándole que «todo está solucionado», en referencia a la cita que ambos deben mantener esta misma noche en el depósito de aguas de la ciudad de Colindres, junto a Laredo, donde otro miembro de ETA les entregará 50 kilos de explosivos.
Interior ha activado el nivel 2 de la alerta terrorista, y los agentes tienen órdenes de hacer unas cuantas identificaciones rutinarias ese día. Aritz hace y deshace el mismo camino varias veces, parece nervioso y su presencia termina por despertar las sospechas de una pareja de policías en prácticas, que se acerca a pedirle la documentación. El etarra les muestra su DNI, una falsificación a nombre de Eder Yugueros Presa. La falsificación es buena pero no lo suficiente y Aritz es llevado a una pequeña sala que la Policía Nacional tiene habilitada en la estación. Está perdido. El contenido de la mochila le delata. Además de la pistola, los mapas y el dinero, lleva un temporizador con el anagrama de ETA. Aritz confiesa. «Sí, soy miembro de ETA».
¿Dónde está Saioa?
¿Y Saioa, la novia de Aritz? ¿Está también en la estación y ha visto la detención de su chico?, ¿o esperaba en un camping cercano a Santander? Los investigadores aún no han dado respuesta a estas preguntas, pero sospechan que no estaba con él en el momento de la detención.
En solo unas horas de interrogatorio “Artito” confiesa sus reuniones con “Txeroki”, cómo ha llegado a España y cuáles son sus objetivos en Santander. Por “cantar”, menciona incluso a sus compañeros de comando: a su novia Saioa y a Eneko. Confiesa que las reuniones de seguridad de su comando se iban a mantener en el depósito de aguas de Colindres y que el temporizador incautado iba a ser utilizado por si decidían dividir los 50 kilos de explosivos en dos cargas de 25 kilos. El comando debía volver a Francia el 9 de septiembre y reunirse en la ciudad de Bergerac. Demasiados detalles. A “Artito” le viene grande el papel.
Pero a pesar de la cantada («solo le ha faltado decir qué es lo que ha comido ese día y cuándo fue la última vez que meó», recuerda un policía), es demasiado tarde. La detención de Aritz ya está en todas las noticias, y Saioa abandona rápidamente el camping Derby de Laredo.
El dispositivo de búsqueda corresponde a los servicios de Información de la Policía Nacional, que ignora que la Guardia Civil ha puesto en marcha otro operativo paralelo.
Dos operaciones simultáneas que, de haber estado coordinadas, podrían haber cambiado el rumbo de los acontecimientos en Capbreton cinco meses después.
El día después de la detención de Aritz, varios equipos del Grupo de Acción Rápida de la Guardia Civil (GAR) establecen controles en puntos fronterizos como Fuenterrabía e Irún, las dos zonas más probables de huida si Saioa y Eneko deciden volver a Francia.
La Policía Nacional solo dispone de una foto de DNI de Saioa: una imagen aniñada de una jovencita morena de media melena con aire angelical tomada cuando tenía 20 años. La Guardia Civil posee otra imagen de Saioa mucho más reciente, pero no la compartirá con la Policía Nacional. Quieren ser ellos quienes detengan a la etarra y apuntarse un tanto muy valiososo ante el ministro del Interior en su soterrada y poco conocida rivalidad con la Policía Nacional.
El gran hermano de la Guardia Civil
¿Cómo habían conseguido esas fotos? La Guardia Civil empezó en el año 2000 a elaborar una compleja base de datos, bautizada como BASE SI, con información de gente joven afín a la izquierda abertzale y a los movimientos sociales proetarras, como Segi, Haika, Jarrai o Etxerat. En esta base de datos, que ha llegado a albergar a unas 150 000 personas, de las que 85 000 están fichadas con imágenes, había fotos de Saioa tomadas a principios de 2005 en actos de protesta organizados por Batasuna.
Amaiur ha denunciado que muchas de estas fotos son tomadas de forma ilegal en controles de carretera[2].
Esta amplia base de datos le ha servido a la Guardia Civil para realizar un filtro operativo que incluye a personas y a vehículos de interés en la lucha contra ETA. En 2007 la Guardia Civil había seleccionado 3700 nombres, clasificados en cinco niveles. El nivel 5 incluye a los que ya han ingresado en ETA, con antecedentes y con órdenes judiciales de búsqueda y captura. Si la Benemérita se topa con ellos, tiene que detenerlos en el acto. El nivel 4 reúne a 208 personas catalogadas como «potencial de ingreso en ETA muy alto». Son, sin duda, la reserva de la banda, el “banquillo” de donde tirar en tiempos difíciles, personas que podrían ingresar en ETA en un futuro cercano y que por tanto hay que vigilar.
Intercambio de cromos
El 11 de julio de 2007, un equipo de coches camuflados del GAR controla los puentes de Behobia y Santiago en la frontera de Irún. Mientras, el puente de la autopista AP-8 está cubierto por patrullas uniformadas, porque es poco probable que los terroristas pasen por aquí. Hay más agentes de paisano en el Euskotren con destino a Hendaya. La Policía Nacional ha diseñado un operativo parecido y en el puente de Behobia se produce un hecho que roza lo esperpéntico. Allí se encuentran dos equipos, uno de la Policía y otro de la Guardia Civil.
—¿Qué, vosotros también estáis buscando a la hija de puta?—, pregunta un policía que viaja en coche camuflado.
—Ya ves, todos a lo mismo—, responde un agente de los GAR.
—¿Y esa foto?, ¿es Saioa?—. Los ojos del policía se fijan rápidamente en la foto de la chica que los dos guardias civiles tienen en el salpicadero de su vehículo.
—Pues sí.
—Pero si no se parece en nada a la que nosotros tenemos, que es la del DNI—, exclama el policía. —¿Oye, os importa si le hago una foto a la que vosotros tenéis?
—Claro—, contestan los guardias civiles tras un momento de duda.
El policía saca su móvil y hace una foto a la imagen de Saioa. Algo es algo. Un acto tan sencillo como este va a provocar dentro de poco una tormenta dentro de la Guardia Civil. Horas después, ya por la tarde, los equipos del GAR reciben la orden de abortar el dispositivo de búsqueda y volver al “Bernabéu”, nombre clave del cuartel de Intxaurrondo, la principal base de la Guardia Civil en San Sebastián y en todo el País Vasco. Todos los equipos que han participado en ese operativo son reunidos delante de un alto mando. Alguien se ha ido de la lengua y los mandos saben que agentes de la Guardia Civil han pasado la foto de Saioa a la Policía Nacional. Lo que en un principio parece un acto de colaboración normal entre dos cuerpos policiales que persiguen a la misma persona no ha sentado nada bien en la cúpula de la Benemérita. De hecho, se abrirá una investigación interna para averiguar quiénes son los solícitos agentes que han “filtrado” la foto a la Policía Nacional.
Esta disputa por el control exclusivo de ciertas informaciones no ayudó en nada a la detención de Saioa y Eneko, que consiguieron huir a Francia. «En aquellos años, la colaboración entre los dos Cuerpos brillaba por su ausencia. ¿Se pudo hacer más de lo que se hizo en este operativo? Nunca lo sabremos», explica un veterano agente antiterrorista de la Guardia Civil.
Comando Otazua
Por una mezcla de luchas internas de los cuerpos de seguridad y de habilidades de Saioa, posiblemente ayudada por simpatizantes y miembros de la banda, la etarra logra cruzar la frontera y refugiarse, de nuevo, en Francia.
Sabemos que pasa un tiempo escondida en un piso de la avenida Reina Victoria de Biarritz y que en algún momento recibe la orden directa de “Txeroki” de que vuelva a cruzar España a reactivar el comando Otazua[3], que ella misma había reclutado y puesto en marcha a principios del 2006.
Dos parejas forman este comando: Iñigo Zapirain y su novia Beatriz Etxebarria por un lado, y Lorena López y su novio Daniel Pastor, por otro. Cuatro chicos corrientes con el historial limpio y un trabajo convencional: camarero, albañil, conserje… Daniel y Lorena, por ejemplo, viven en Galdácano, en las inmediaciones de Bilbao. Él alterna etapas de paro con trabajos puntuales reparando fachadas. Su chica trabaja esporádicamente como conserje en el Ayuntamiento de Bilbao. Beatriz Etxebarria trabaja en una herriko taberna e Iñigo Zapirain en el sector del metal. Ninguno tenía antecedentes, y solo uno, Iñigo Zapirain, aparece en la base de datos de la Guardia Civil.
En total, desde 2007 hasta su desarticulación en marzo de 2011, el comando campará a sus anchas por cinco comunidades autónomas (País Vasco, Castilla y León, Navarra, La Rioja y Cantabria), y cometerá un total de 13 atentados, entre ellos la potente bomba en la casa cuartel de Burgos en julio de 2009, el asesinato del inspector de Policía Eduardo Puelles (19 de junio de 2009) y el militar Luis Conde (22 de septiembre de 2008). En la documentación incautada a este comando apareció una hoja manuscrita con datos del industrial vizcaíno Ricardo Benedí (elegido mejor empresario vasco en 2004) bajo el encabezado «ejecutable». Benedí había hecho públicas las cinco cartas de extorsión que ETA le había enviado. Siempre se negó a pagar.
El 9 de octubre de 2007, el comando intenta asesinar a Gabriel Ginés Colas, escolta del edil socialista de Galdácano Juan Carlos Domingo Galíndez. La bomba lapa colocada en los bajos de su Renault Megane estalla a las 13.25 horas, cuando el coche circula por la calle Zamácola, en el barrio bilbaíno de La Peña, justo enfrente de un parque infantil. La explosión provocó heridas graves al escolta que tardarían 295 días en curarse. La bomba lapa la había facilitado Saioa, que se mueve por España con total impunidad.
Una terrorista impulsiva
La policía siempre definió a Saioa como una «terrorista impulsiva y con sed de venganza», sobre todo tras la detención de su novio Aritz, pero con escasa preparación a la hora de dirigir comandos operativos en España.
«Se puede decir que para Saioa Sánchez pertenecer a ETA era casi un anhelo, un sueño», señala la misma fuente. Y parece que en 2007 sus sueños se están cumpliendo: la joven Saioa se ha convertido en una de las etarras más mediáticas y desde julio de 2007 su rostro aparece en miles de carteles. Ya no es una adolescente que se limita a participar en las concentraciones de Segi, ya no es la hija en paro que ayuda a su madre enferma en la casa familiar de Berango. Atrás queda la época en que viajar a Lisboa para participar en una concentración frente a la embajada española o ir a visitar a presos etarras a la cárcel suponía una aventura. Al igual que muchos otros amigos de cuadrilla, Saioa es ahora una activista de ETA en la clandestinidad, como Lexuri Gallastegui[4]; o como los hermanos Arkaitz y Zigor Goikoetxea[5].
El 14 de julio de 2007 Saioa cumple 26 años y sus amigos no se olvidan de ella: en la página 14 del suplemento Zorionak del diario Gara, se ve la imagen de un grupo de personas portando fotos de presos de ETA y una pancarta más grande que rezaba «Zorionak Saioa. Eutsi gogor» (Felicidades Saioa. Mantente fuerte).
Ha sido un año intenso: huida de Amorebieta, huida de Santander, reactivación de un comando y ascenso en el escalafón de la banda. “Txeroki” ha depositado grandes esperanzas en ella y la llama de vuelta a la retaguardia francesa: a mediados de octubre de 2007 Saioa se oculta en un piso franco de Neuilly Le Real, después en Messanges, y luego en Toulouse. Es su último destino antes de ir a desayunar una mañana de diciembre a una cafetería de Capbreton.