3929 a. C. Cosmología. El año de la creación
En The Harmony of the Four Evangelists, among themselves, and with the Old Testament (1644), el doctor John Lightfoot (quien diez años después sería nombrado vicecanciller de la Universidad de Cambridge) escribió:
Y ahora, quien deseara saber el año del mundo, que en la actualidad está pasando sobre nosotros (este año, 1644), encontrará que acaban de cumplirse exactamente 5572 años desde la creación; y que acaba de empezar el año 5573 de la edad del mundo, este septiembre, en el equinoccio.
Así, el mundo, según Lightfoot, fue creado el año 3929 a. C. Algunos años después, James Ussher, arzobispo de Armagh, ajustó los cálculos de Lightfoot. Ussher, en sus Annals of the World (1658) estimó que la Tierra fue creada el 22 de octubre del año 4004 a. C., a las seis en punto de la tarde. Antes de que el estudio de los estratos geológicos empezara a finales del siglo XVIII, estos cálculos se basaban en las mejores pruebas disponibles: las generaciones que se enumeraban en el Antiguo Testamento. Científicos del calibre de Kepler y Newton hicieron cálculos parecidos; el primero llegó a la fecha de 3993 a. C., y el segundo a 3998 a. C. Ahora se sabe que la Tierra tiene más de cuatro mil quinientos millones de años de antigüedad.
C. 3750 a. C. Metalurgia. Bronce tóxico
Las primeras aleaciones de bronce se hicieron en el Creciente Fértil de Oriente Medio hacia esta fecha. Inicialmente, el cobre se combinaba no con estaño, sino con arsénico, y la toxicidad extrema de este elemento podría explicar el hecho de que en diversas mitologías, los dioses forjadores (por ejemplo, el griego Hefesto, que es el romano Vulcano) sean cojos, al ser la atrofia muscular una de las consecuencias del envenenamiento por arsénico. También se ha sugerido que la asociación en tiempos antiguos de los forjadores con la cojera pudiera deberse a la costumbre de tullir deliberadamente al herrero del pueblo, de manera que no pudiera marcharse y llevar a otra parte sus inestimables habilidades. En la mitología germánica y escandinava, tal fue el destino de Weland, Wayland o Völundr el Forjador, que fue incapacitado por orden del rey Nidud y encarcelado en una isla, donde se vio obligado a forjar armaduras y armas para el rey.
Apolo en la fragua del Vulcano, de Edward Francis Burney (1760-1848). ¿La cojera del dios forjador, que aquí aparece apoyado en un bastón, podría deberse a envenenamiento por arsénico?
C. 3100 a. C. Astronomía. Los irlandeses construyen el primer observatorio del mundo
Se construye la espectacular galería funeraria en Newgrange, en el condado de Meath, Irlanda. Según la mitología irlandesa, fue el hogar de Aengus Óg, el dios celta del amor, quien vivió aquí con su amante, la doncella cisne Cáer. En 1967, el profesor M. J. O’Kelly observó por primera vez en miles de años que Newgrange es en realidad un instrumento astronómico y calendario muy preciso, diseñado de tal manera que la luz sólo penetra en la cámara interior en el amanecer del solsticio de invierno. Hoy en día, la luz penetra en la cámara cuatro minutos después del alba y permanece durante diecisiete minutos, pero cálculos que tienen en cuenta la precesión de la Tierra indican que hace cinco mil años la luz hubiera aparecido por primera vez exactamente cuando el Sol salía sobre el horizonte. Las famosas alineaciones astronómicas de las grandes pirámides de Egipto datan de unos seiscientos años después, mientras que la construcción del gran templo de Karnak, alineado como Newgrange según la salida del Sol en el solsticio de invierno, no empezó hasta alrededor de 1375 a. C.
C. 3000 a. C. Matemáticas. ¿Por qué sesenta minutos y sesenta segundos?
Hacia esta fecha los sumerios utilizaban un sistema numérico sexagesimal (de base 60), lo que explica que cada uno de los 360 grados de una circunferencia esté dividido en sesenta minutos, al igual que lo está la hora, mientras que el minuto está dividido en sesenta segundos. Sin embargo, en el Tiempo Universal Coordinado (UTC), que se basa en relojes atómicos, se añaden de tanto en tanto segundos intercalares para reflejar el retardo de la rotación de la Tierra, para que el UTC se mantenga cerca del tiempo solar medio. La consecuencia de ello es que algún minuto muy ocasional (todo lo más, uno por año), tiene 59 o 61 segundos.
C. 2600 a. C. Tecnología textil. Un gusano en el té de la Emperatriz
Se atribuye el descubrimiento de la seda a la legendaria emperatriz china Lei Zu, quien supuestamente vivió en el siglo XXVII a. C. (aunque es posible que la seda se utilizara en China mucho antes, hacia el año 6000 a. C.). Según el relato, un capullo de la mariposa de la seda cayó en el té de la emperatriz, y con el agua caliente se desenredó. Lei Zu descubrió que podía desenrollar el fino hilo, que era tan largo que cubría todo su jardín. La seda todavía se produce sumergiendo las crisálidas en agua en ebullición, o clavando una aguja en su cuerpo y desenrollando el capullo. La seda alcanzó muy pronto un elevado valor; su atractivo brillo se debe a la sección triangular de la fibra, que hace que funcione como un prisma, que refracta la luz a distintos ángulos y produciendo de este modo diferentes colores. Desde los tiempos más tempranos, se comerciaba con la seda a grandes distancias; se ha encontrado seda trenzada en el cabello de una momia egipcia datada de finales del segundo milenio a. C., y los romanos valoraban muchísimo el material, que creían que procedía de árboles.
C. 1900 a. C. Matemáticas. Breve historia de pi
Las primeras aproximaciones escritas de pi (la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro, un número irracional que empieza 3,14159…) se hicieron por esta fecha: los babilonios decidieron que era 25/8 (3,125), mientras que los egipcios optaron por 256/81 (3,16049…). Aproximadamente un milenio más tarde, el texto indio en prosa Shatapatha Brahmana[*] sugería 339/108 (3,13888…). En el siglo III a. C., Arquímedes utilizó un complejo método geométrico para demostrar que pi era más que 3 + 10/71 y menos que 3 + 1/7, lo que daba una media de 3,14185. Hacia el año 265 d. C., el matemático chino Liu Huí desarrolló un algoritmo iterativo para calcular pi, y obtuvo un valor aproximado de 3,14159. A lo largo de los siglos siguientes, matemáticos indios, chinos y persas desarrollaron más aproximaciones. En el período moderno temprano, el matemático alemán Ludolph von Ceulen (1540-1610) estaba tan orgulloso de la obra de su vida, que en gran parte consistió en calcular pi hasta el trigésimo quinto decimal, que hizo inscribir el número en su tumba. El advenimiento del cálculo proporcionó una nueva herramienta, e Isaac Newton calculó pi hasta el decimoquinto decimal, pero consideró que era una pérdida de tiempo y escribió: «Me avergüenza decirles hasta qué cifra llevé estos cómputos, pues en aquella época no tenía otra ocupación». La llegada de los ordenadores modernos hizo que se pudiera calcular pi con un número creciente de decimales. En 1989 se sobrepasaron los mil millones, y en el momento de escribir esto el récord estaba en 2,5 billones (2 576 980 370 000), que se consiguió a lo largo de un período de 73 horas y 36 minutos en agosto de 2009 en un súperordenador de la Universidad de Tsukuba, en Japón. Este superordenador, el T2K-Tsukuba, puede alcanzar velocidades de 95,4 billones de operaciones en punto flotante por segundo, y entre los 2,5 billones de dígitos hubo algunas secuencias sorprendentes, entre ellas 0123456789,9876543210,8888888888888 e incluso una repetición de los primeros 13 dígitos de pi: 3 141 592 653 589. Véase también 1844,1888,2005.
C. 1850 a. C. Ciencia de la reproducción. Empleo de la acacia y los dátiles
Las primeras recetas que se conocen para el control de la natalidad se escribieron en Egipto. Describen pesarios hechos de algodón empapado de una pasta de dátiles y de corteza de acacia; las cualidades ácidas de dichas sustancias podían haber tenido algún efecto espermicida. A veces se añadía algarroba y miel. No se utilizaron preservativos hasta mucho más tarde. La primera descripción procede de un tratado sobre la sífilis escrito por el médico italiano Gabriele Falloppio (1523-1562), en el que describe condones hechos de lino y empapado en una solución química como profiláctico contra la enfermedad. Se fijaban sobre el glande mediante una cinta. Desde el siglo XVII se usaban condones hechos a partir de intestinos o vejigas de animales o del cuero más fino, aunque sólo por parte de los adinerados. Para el primer condón de goma, véase 1855.
C. 1600 a. C. Horología. Contar el tiempo con agua
Los relojes de agua más sencillos, que consistían en un recipiente de piedra del que goteaba agua a una tasa constante a naves de un agujero en el fondo, se utilizaban en Egipto y babilonia. También en la India y la China se utilizaron relojes de agua en época antigua. Los griegos llamaron al reloj de agua clepsidra, que significa «ladrón de agua», y hay registros del siglo IV a. C. que señalan la utilización de clepsidras en burdeles atenienses para cronometrar las visitas de los clientes. En el siglo siguiente, Herófilo, médico de la escuela de Alejandría, utilizaba una clepsidra portátil para medir el pulso de sus pacientes, mientras que en el siglo I a. C. el arquitecto romano Vitruvio describió un reloj de agua adaptado para que hiciera sonar una alarma. Griegos, romanos, bizantinos, árabes y chinos desarrollaron elaborados mecanismos de engranaje y escape, y a veces se conectaban relojes de agua a autómatas, como maniquíes que se movían o modelos astrológicos del universo. Los relojes de agua siguieron siendo el método más común y preciso de contar el tiempo hasta la llegada de los relojes de péndulo, más precisos, en el siglo XVII.
C. 1000 a. C. Navegación. Señalando el camino
Un artefacto de hematites de la cultura olmeca de Mesoamérica se ha interpretado como una forma temprana de brújula, que de esta manera sería anterior en unos dos mil años a las primeras referencias chinas inequívocas a un buscador de dirección que usaba una aguja magnetizada. Otros investigadores han sugerido que el objeto olmeca es simplemente decorativo.
Siglo VIII a. C. Salud Pública. Consejo sobre la excreción
En su poema didáctico Los trabajos y los días, el poeta griego Hesíodo ofrece el siguiente consejo:
No te sitúes de pie de cara al Sol cuando hagas aguas, pero recuerda hacerlo cuando ha empezado a elevarse. Y no orines cuando andes, ya sea en el camino o fuera de, él, y no te destapes: las noches pertenecen a los dioses benditos. Un hombre escrupuloso que tenga un corazón sabio se sienta o se dirige a la pared de un patio cercado.
C. 600 a. C. Cirugía. Primeros trabajos de narices
El médico indio Sushruta describió un procedimiento para reconstruir narices que hubieran sido mutiladas como forma de castigo. Dichas operaciones pudieron haberse realizado en la India en fecha muy temprana, hacia 2000 a. C. La técnica de Sushruta, que utilizaba tejido procedente de la mejilla o un halda de piel de la frente, la adoptaron posteriormente los árabes, y de allí llegó hasta Europa.
C. 575 a. C. Cosmología. Un mundo cilíndrico
El filósofo presocrático griego Anaximandro (c. 610-546 a. C.), considerado como el primer científico, dibujó uno de los primeros mapas del mundo, que mostraba Europa, Asia y Libia (África) agrupadas alrededor del mar Mediterráneo, y rodeadas por océano. También propuso, correctamente, que la Tierra pende del espacio. Llegó a sugerir que la forma de la Tierra era la de un cilindro, con un diámetro que era tres veces su altura. El mundo habitado se hallaba arriba, rodeado por un océano circular. El resto del universo comprendía supuestamente una serie de ruedas concéntricas vacías llenas de fuego, y los cuerpos celestes tales como el Sol y las estrellas era lo que se podía ver de este fuego a través de agujeros en el borde de las ruedas.
En relación a los orígenes de los seres humanos, el escritor romano Censorino registró en el siglo ni d. C. que Anaximandro
… consideraba que del agua y la tierra calentadas surgieron o bien peces o bien animales completamente pisciformes. Dentro de esos animales, los hombres tomaron forma y los embriones fueron mantenidos prisioneros hasta la pubertad; sólo entonces, después que estos animales reventaran, pudieron salir los hombres y mujeres, que ahora podían alimentarse por sí mismos.
Así pues, Anaximandro propuso alguna forma de proceso evolutivo para explicar la existencia de seres humanos.
Siglo V a. C. Matemáticas. Los peligros de lo irracional
A Hipaso, un discípulo de Pitágoras, se atribuye la demostración de que √2 es un número irracional (un número real que no puede expresarse como la proporción entre dos enteros, como pi). Según leyendas posteriores, esto encolerizó tanto a sus colegas pitagóricos (que afirmaban que todos los número podían expresarse como la relación entre dos enteros), que lo llevaron al mar y lo ahogaron. En algunos relatos, es el propio Pitágoras quien ordena que lo ahoguen.
430 a. C. Termodinámica. Las fuerzas del amor y de la emulación
Muerte de Empédocles, filósofo presocrático griego. Enunció una forma temprana de la ley de la conservación de la materia (que se formuló claramente en términos científicos en el siglo XVIII), aduciendo que ninguna sustancia se crea ni se destruye, sino que simplemente cambia su naturaleza según las proporciones de cuatro elementos básicos, tierra, fuego, agua y aire. Estos están influidos, decía Empédocles, por una de dos fuerzas: la fuerza de la lucha, o de la emulación, que las separa, o la fuerza del amor, que permite que se mezclen. Ea leyenda dice que Empédocles se consideraba un dios y se arrojó al cráter del monte Etna, en Sicilia, mientras éste vomitaba lava, de modo que la gente creyera, en ausencia de su cuerpo, que había ascendido directamente al cielo. Sin embargo, esa artimaña se vio desbaratada cuando el volcán expelió una de sus sandalias de bronce. En el siglo II d. C., el satírico Luciano de Samosata sugirió que el volcán había propulsado a Empédocles hasta la Luna, donde continuaba viviendo, alimentándose de rocío. En 2006, un volcán submarino inactivo que se descubrió en aguas del suroeste de Sicilia fue bautizado Empédocles en su honor.
429 a. C. Guerra química. Gas venenoso usado en la guerra del Peloponeso
Durante el asedio de Atenas, los espartanos prendieron fuego a una mezcla de carbón de leña, azufre y alquitrán bajo las murallas, con la intención de incapacitar a los defensores antes de lanzar un ataque. En el siglo siguiente, en textos chinos se describe a los defensores bombeando el humo de quemar mostaza hacia los túneles que había excavado un ejército sitiador.
C. 400 a. C. Toxicología. La miel enloquece a los hombres
En su épica retirada de la desastrosa campaña persa, el jefe de los mercenarios, el griego Jenofonte, registró en la Anábasis lo que ocurrió cuando algunos de sus hombres comieron la miel local:
El efecto sobre los soldados que probaron los panales fue que todos enloquecieron de golpe y sufrieron vómitos y diarrea, con una incapacidad total de permanecer de pie. Una dosis pequeña produjo una condición no diferente de una borrachera violenta, una dosis grande un ataque muy parecido a un acceso de locura, y algunos cayeron redondos, aparentemente a las puertas de la muerte. Así se encontraban, cientos de ellos, como si hubiera ocurrido una gran derrota, todos presa del mayor de los abatimientos. Pero al día siguiente ninguno había muerto; y casi a la misma hora del día en que habían comido la miel, recobraron el sentido, y al tercer o cuarto día se pusieron de nuevo en pie como si estuvieran convalecientes de un tratamiento médico severo.
La miel era de Rhododendron ponticum, una especie de flores malvas que ha resultado ser invasora en muchas partes de Gran Bretaña[*]. Las flores contienen una sustancia química llamada acetilandromedol, que tiene un efecto pernicioso sobre la respiración, el sistema nervioso y el corazón.
Una miniatura medieval que muestra los efectos tóxicos en los hombres de Jenofonte por haber consumido miel alucinógena, producida a partir de una determinada especie de rododendro.
Siglo IV a. C. Tecnología de la comunicación. Un sistema de telégrafo óptico
El teórico militar griego Eneas el Táctico describió una forma de telégrafo óptico, mediante el cual se podían enviar, a largas distancias y en un tiempo comparativamente corto, mensajes codificados sencillos, tales como «Caballería llegó al país», «Infantería ligera» o «Barcos». El emisor y el receptor, situados en colinas separadas, disponían cada uno de un contenedor de agua idéntico, en el que flotaba un palo vertical, con los diversos códigos acordados marcados a alturas distintas. Id emisor levantaba una antorcha para señalar el inicio de la transmisión; tanto el emisor como el receptor abrían entonces una espita (del mismo diámetro) para dejar salir el agua, y cuando el emisor veía que el código adecuado se había hundido hasta el borde del contenedor, bajaba la antorcha. En este punto, el receptor cerraba de inmediato su espita y leía el código en su propio bastón. El historiador Polibio relata que dicho sistema fue usado por los cartagineses para enviar señales durante la primera guerra púnica (264-241 a. C.).
En 1664, Robert Hooke presentó una comunicación a la Sociedad Real de Londres en la que esbozaba su idea de un telégrafo óptico, mediante el cual se podían enviar mensajes con rapidez a través de grandes distancias mediante una serie de torres, en cuya parte superior unas señales visuales transmitían códigos para letras o palabras. Las ideas de Hooke no se pusieron en práctica hasta las guerras revolucionarias francesas de la década de 1790, cuando los franceses construyeron una red de 556 estaciones a lo largo de su país, red que continuó en uso hasta la década de 1850. Un mensaje enviado de París a Lille (una distancia de 230 kilómetros) habría tardado típicamente unos treinta y dos minutos. Inicialmente, los franceses utilizaban paneles blancos y negros, pero posteriormente desarrollaron brazos de madera controlados mecánicamente, algo parecido a la transmisión de señales mediante banderines. Otros sistemas utilizaban paneles con varios agujeros que se podían cerrar con ventallas. En Gran Bretaña, existían líneas que conectaban el Almirantazgo en Londres con puertos navales clave, tales como Portsmouth y Plymouth.
C. 380 a. C. Matemáticas. El cálculo de la felicidad
En la República, Platón afirmó que un rey justo vive exactamente 729 veces más feliz que un tirano. El número 729 era de gran importancia para los pitagóricos, al ser 3³ x 3³.
C. 375 a. C. Diagnosis. Un primitivo detector de mentiras
Muerte del médico griego Hipócrates de Cos, considerado generalmente como el padre de la medicina. De él se cuenta que tomó el pulso a un paciente mientras éste le contaba el historial clínico, para ver si le estaba diciendo la verdad. Los polígrafos modernos también advierten de un aumento en la velocidad del pulso, y adicionalmente miden otros indicadores tales como presión sanguínea, tasa respiratoria y conductividad de la piel.
C. 350 a. C. Ciencia de la reproducción. Animales que nacen de la tierra en putrefacción
En el libro V de su Historia de los animales, Aristóteles esbozó su idea de la generación espontánea (una teoría que desarrollaron previamente varios filósofos presocráticos):
Algunos animales surgen de progenitores animales según su especie, mientras que otros crecen espontáneamente y no de una población de parientes; y de estos ejemplos de generación espontánea algunos proceden de tierra o materia vegetal en putrefacción, como ocurre con varios insectos, mientras que otros se generan espontáneamente en el interior de animales, a partir de las secreciones de sus diversos órganos.
Aristóteles creía que la materia inanimada contenía algo llamado Pneuma, o «calor vital», y era éste, en combinación con proporciones diversas de los cinco elementos (fuego, tierra, aire, agua y éter), el que producía la generación de seres vivos a partir de materia inanimada.
C. 350 a. C. Ictiología. Sobre los orígenes de las anguilas
Entre sus demás observaciones relacionadas con la reproducción, Aristóteles, que no había conseguido detectar orificios reproductivos en las anguilas, llegó a la conclusión de que surgían de lombrices de tierra (Historia de los animales, libro VI). En el siglo I d. C., Plinio el Viejo, que tampoco había podido observar conductos reproductivos en las anguilas, sugirió que restregaban su cuerpo contra las rocas, con lo que desprendían partículas, que crecían hasta convertirse en nuevas anguilas. En el siglo XVII, Izaak Walton, en The Compleat Angler, sugirió que las anguilas se generan «como las ratas y los ratones, y otros muchos seres vivos, nacen en Egipto, cuando el calor del Sol relumbra sobre el desbordamiento del río».
C. 350 a. C. Fisiología. Usos sorprendentes de las raíces de hortalizas
En La obra maestra, Aristóteles[*] lista chirivías, alcachofas y nabos entre otras sustancias que se creía que causaban erecciones, aunque omite el tubérculo más asociado con las cualidades afrodisíacas en el mundo antiguo: la remolacha. Murales en un burdel de la ciudad romana de Pompeya (destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 d. C.) muestran a personas bebiendo lo que originalmente se creyó que era vino tinto, pero que ahora se piensa que era zumo de remolacha. La reputación de la remolacha como afrodisíaco se debe posiblemente a que tiene mucho boro, que puede influir sobre la producción de hormonas sexuales.
C. 330 a. C. Geografía/oceanografía. Una tierra con la consistencia de una medusa
En algún momento entre el 330 y el 300 a. C., el explorador griego Piteas, que descubrió cómo determinar la latitud mediante la observación de la altitud del Sol, hizo su viaje a Europa noroccidental, en el decurso del cual circunnavegó Gran Bretaña. Sólo se conservan fragmentos de su relato original, en obras de autores posteriores como Estrabón, Plinio y Diodoro. A seis días de navegación a vela al norte de Inglaterra, Piteas alcanzó «Thule», donde en pleno verano no había oscuridad, y donde «ya no había tierra propiamente dicha, ni mar ni aire, sino una especie de mezcla de los tres con la consistencia de una medusa, en la que no se puede andar ni navegar». Se cree que esta descripción se refiere a hielo en galletas, que se forma en el borde del hielo de banquisa a la deriva, y en el que se mezclan el mar, el aguanieve y el hielo.
C. 320 a. C. Geodesia. ¿El final de la teoría de una Tierra plana?
Aunque Pitágoras, en el siglo VI a. C., había declarado, desde el punto de vista estético, que todos los objetos celestes eran esféricos, fue Aristóteles quien, por estas fechas, encontró pruebas empíricas de una Tierra esférica, y señaló que, cuanto más al sur se viaja, más altas se elevan las constelaciones australes por encima del horizonte. También hizo notar que la sombra de la Tierra sobre la Luna durante los eclipses lunares era siempre circular, con independencia de lo elevada que se encontrara la Luna; sólo una esfera produce una sombra circular en cualquier dirección. Unas cuantas décadas más tarde, Eratóstenes calculó la circunferencia de la Tierra con una cierta exactitud (véase 276 a. C.). En el siglo I d. C., Plinio el Viejo llegó a la conclusión de que todos estaban de acuerdo en que la Tierra era una esfera. La mayoría de los teólogos de la primera Iglesia coincidía, aunque san Agustín (350-430) creía que era ridículo pensar que las antípodas podían estar habitadas:
También es absurdo decir que algunos hombres pudieron haberse embarcado y atravesado todo el ancho océano, y cruzado desde este lado del mundo al otro, y que así incluso los habitantes de aquella región distante son descendientes de aquel primer hombre [es decir, de Adán].
Lactancio (245-325), un cristiano converso, tutor del hijo del emperador Constantino, rechazó todo lo que era pagano, incluida la teoría de la Tierra esférica de los filósofos naturales griegos:
¿Acaso hay en alguna parte alguien que sea tan loco que piense que hay antípodas, hombres que se encuentran con sus pies opuestos a los nuestros, hombres con sus piernas al aire y su cabeza colgando? ¿Puede haber un lugar en la Tierra en la que las cosas se encuentren cabeza abajo, donde los árboles crezcan hacia abajo y donde la lluvia, el granizo y la nieve caigan hacia arriba? La idea descabellada de que la Tierra es redonda es la causa de esta leyenda imbécil.
En 547, Cosmas Indicopleustes, un monje de Alejandría que había navegado hasta la India, escribió su Topographia Christiana, en la que se modela una Tierra plana en la forma del tabernáculo descrito por Dios a Moisés, y los cielos se disponen en la forma de una caja con una tapa curvada.
Sin embargo, esos pensadores formaban parte de una minoría, y prácticamente todos los eruditos medievales que consideraron el asunto adoptaron la teoría esférica, como hicieron los eruditos del mundo islámico (aunque en China, hasta el siglo XVII se consideraba que la Tierra era plana y cuadrada). Así, la creencia generalizada de que la inmensa mayoría de la gente educada en Europa creyó, hasta la época de Colón, en una Tierra plana es errónea, y en gran parte atribuible a The Life and Voy ages of Christopher Columbus (1828[*]), de Washington Irving.
Un renacimiento de la teoría de la Tierra plana tuvo lugar en el siglo XIX, cuando el inventor inglés Samuel Rowbotham (1816-1884) publicó Earth Not a Globe, basado en su interpretación de varios pasajes bíblicos. Las enseñanzas de Rowbotham inspiraron a otro inglés, Samuel Shelton, para fundar la Sociedad de la Tierra Plana en 1956. En 1972 la presidencia recayó en un americano, Charles Kenneth Johnson, quien sostenía que los alunizajes y todas las fotografías de la Tierra lomadas por astronautas en órbita eran falsos, para apartar a la gente de las enseñanzas de la Biblia. Después de la muerte de Johnson, en 2001, la sociedad entró en una cierta decadencia, pero volvió a animarse en 2009.
C. 300 a. C. Medicina. Una cura para la epilepsia
«El sonido de una flauta», escribió el científico y filósofo griego Teofrasto, «curará la epilepsia, y también la ciática».
C. 287 a. C. Física. El momento «¡Eureka!» original
Nacimiento del matemático, físico e inventor griego Arquímedes. La historia más conocida relacionada con Arquímedes cuenta cómo resolvió el problema de determinar el volumen de un objeto de forma irregular. Hierón II, rey de Siracusa, le había pedido que comprobara si una nueva corona, en forma de guirnalda de laurel, era realmente oro sólido, como insistía el orfebre, o si había sido adulterada con metales más viles. Arquímedes estaba confundido, hasta que tomó un baño y advirtió que el nivel del agua subía a medida que él se sumergía. Se dio cuenta de que podía utilizar este método para medir el volumen de cualquier objeto sumergido en agua. Así, si sumergía la corona, podía calcular su densidad dividiendo su peso por su volumen, y si no era oro puro, tendría una densidad inferior. Al llegar a esta conclusión, Arquímedes (según cuenta la historia), saltó de la bañera y corrió desnudo por las calles de Siracusa gritando «¡Eureka!». («¡Lo encontré!»).
C. 278 a. C. Geodesia. Calculando el tamaño de la Tierra
Nacimiento de Eratóstenes, matemático, geógrafo y astrónomo griego. Su cálculo de la circunferencia de la Tierra es famoso. Midió el ángulo de elevación del Sol al mediodía en el solsticio de verano en su Alejandría nativa. El Sol se encontraba a 7.º 12’ (1/50 de un círculo completo) al sur del cénit. Sabía que, al mismo tiempo, el Sol se hallaba exactamente sobre la ciudad de Assuán, en el sur de Egipto, situada en el trópico de Cáncer. Así dedujo que la distancia entre las dos ciudades sería 1/50 de la circunferencia de la Tierra. Estimó dicha distancia en cinco mil estadios, y por lo tanto calculó que la circunferencia de la Tierra era exactamente de 250 000 estadios, que por lo general se convierten en 46 500 kilómetros. Esto representa un 16 por 100 más que la medición moderna de 40 075 kilómetros en el ecuador, pero sigue siendo una estima asombrosamente precisa. La lógica de Eratóstenes era impecable, pero en aquel tiempo la capacidad de medir con exactitud distancias en tierra era limitada, al realizarse el viaje entre Alejandría y Assuán en embarcación a lo largo del sinuoso Nilo.
250 a. C. Fisiología. La circulación de la sangre… (casi)
Muerte del anatomista y médico griego Erasístrato, famoso por ser el inventor del catéter en forma de S que lleva su nombre. Estuvo a punto de descubrir la circulación de la sangre cuando se dio cuenta de que el corazón es una bomba y no la sede de la sensación, y distinguió entre venas y arterias. Asimismo, sostuvo la idea de que cuando se bebe, los líquidos pasan a lo largo del esófago hasta el estómago, contra la teoría contraria, entonces predominante, de que los líquidos recorrían la tráquea (a la que dio nombre) y llegaban a los pulmones.
C. 240 a. C. Cosmología. ¿Cuántos granos de arena para llenar el universo?
En su tratado El contador de arena, Arquímedes calculó que el numero de granos de arena que serían necesarios para llenar todo el universo era 8 × l063 (aunque no utilizó esta notación moderna). Para llegar a esta conclusión, asumió que el universo era esférico y estaba centrado en el Sol, y que la relación entre el diámetro del universo y el diámetro de la órbita de la Tierra alrededor del Sol era igual a la relación entre el diámetro de la órbita de la Tierra alrededor del Sol y el diámetro de la Tierra.
214-212 a. C. Mecánica óptica. La garra y el rayo de la muerte de Arquímedes
Durante el asedio de Siracusa, Arquímedes diseñó dos armas para usar contra los barcos romanos que atacaban la ciudad. La primera era una gigantesca «garra» o «sacudebarcos», que estaba constituida por un brazo parecido al de una grúa con un gran garfio o rezón en el extremo. Este se hacía caer sobre el barco enemigo y después el brazo se levantaba, lo que hacía que el barco se elevara en el aire. Reconstrucciones modernas de este dispositivo han demostrado que podía haber funcionado. La segunda arma implicaba enfocar los rayos del Sol sobre un barco enemigo, quizá utilizando una serie de escudos de bronce o cobre pulidos, de manera que el barco estallara en llamas. En 1747, en París, el conde de Buffon, al intentar recrear esta arma, consiguió encender un tablón de madera a una distancia de cincuenta metros, al enfocar sobre él una serie de espejos cóncavos. Intentos más recientes de repetir esta hazaña utilizando materiales de los que hubiera dispuesto Arquímedes han tenido resultados dispares. En 1973, un experimento en una base naval cerca de Atenas consiguió incendiar una reconstrucción de una galera romana, hecha de madera contrachapada, a una distancia de cincuenta metros, quizá con la ayuda del alquitrán con el que se había pintado la madera. En un experimento similar realizado por estudiantes del Instituto de Tecnología de Massachusetts en 2005, se incendió una pequeña parte de un barco de madera construido a escala, pero sólo después de que permaneciera inmóvil durante diez minutos. Se plantea la cuestión de por qué Arquímedes se tomó tanto trabajo, dada la efectividad del método más convencional de disparar proyectiles en llamas mediante una catapulta.
Un grabado del siglo XVIII que muestra la garra de Arquímedes en acción contra un barco romano durante el asedio de Siracusa.
C. 100 a. C. Matemáticas. Grandes números
En la India, unos textos jainitas utilizaban números muy grandes. Por ejemplo, 1 koti = 100 000 000, mientras que 100 000 000 koti = 1 pakoti. El mayor número mencionado era asankhyeya, equivalente a 10140, que es mayor que un gúgol (véase 1938), mientras que el número de partículas en el universo puede ser de solo 1080.
C. 25 a. C. Zoología. Para evitar los gusanos de los libros
En su tratado De Architectura, Vitruvio recomendaba construir las bibliotecas de manera que estuvieran orientadas lejos de los vientos del sur o del oeste, que creía que originaban los gusanos de los libros.
C. I d. C. Matemáticas/Tecnología. La necesidad no siempre es la madre de la invención
Hacia esta época los mayas de Mesoamérica habían inventado el cero, y utilizaban un sistema de valor posicional para los números, algo que los egipcios, los griegos y los romanos, por ejemplo, no habían conseguido, lo que hacía engorrosos sus cálculos aritméticos y sus matemáticas limitadas. Tuvieron que pasar varios siglos para que el cero se usara en la India, desde donde se extendió gradualmente a Europa a través de los árabes. Y, sin embargo, ni los mayas ni ninguna otra civilización de la América precolombina (a pesar de sus magníficos edificios públicos y de sus vastos imperios) consiguieron inventar la rueda.
C. 600 d. C. Tecnología. El falso alborear de la edad del vapor
El matemático griego Hero o Herón de Alejandría inventó muchos dispositivos ingeniosos, entre ellos máquinas expendedoras que funcionaban con monedas, un «órgano de agua» operado hidráulicamente, y autómatas tales como pájaros canoros y maniquíes que podían representar una pieza teatral corta. Sin embargo, la más notable fue su eolípilo, el primer motor de vapor conocido, que consistía en una caldera que suministraba vapor, a través de una vara tubular axial, a una esfera hueca, en la que en lados opuestos de la misma había dos boquereles que apuntaban en direcciones opuestas. Cuando el vapor surgía de estas boquillas, la esfera rotaba sobre la vara axial. El invento de Herón no se consideró más que un entretenimiento divertido, y su tecnología (convertir vapor en un movimiento rotatorio) no se desarrollaría más hasta pasados 17 siglos.
Herón fue también responsable por registrar, en su Stereométrica, el primer número imaginario conocido: la raíz cuadrada de −63. No obstante, dichas ideas se rechazaron por absurdas durante casi dos milenios.
C. 77 d. C. Parasitología. Una cura para los piojos de la cabeza
Plinio el Viejo escribió su Naturalis historia, en la que recomendaba que la mejor cura para los piojos de la cabeza era bailarse en caldo de víboras.
C. 77 d. C. Antropología. La gente de Plinio
Plinio informó asimismo de una variedad de curiosas subespecies de seres humanos de todo el mundo, entre ellos:
- Los arimaspios, que habitan cerca del origen del viento del noreste, y que se distinguen por la pocesión de un único ojo en medio de la frente, y que luchan con los grifos por el producto de las minas de oro locales.
- Otro grupo de septentrionales, los antropófagos, caníbales, quienes, citando la traducción de Philemon Holland (de 1601), «tienen los pies dirigidos hacia atrás, girados hacia las pantorrillas de las piernas, y no obstante corren con mucha rapidez».
- Los fisilios de África, cuyo aliento es «una ponzoña y veneno mortífero» para todas las serpientes. Empleaban esta característica para comprobar la fidelidad de sus esposas: «Porque tan pronto parían éstas a sus hijos, su costumbre era exponer y presentar a los tontos [inocentes] bebés recién nacidos a las serpientes más feroces y crueles que podían encontrar; porque si no habían sido fieles sino que habían caído en adulterio, las dichas serpientes no los evitarían ni huirían de los niños».
- Los andróginos, también de África, que son «de doble naturaleza, y en los que ambos sexos, macho y hembra, se parecen, y que tienen conocimiento carnal unos de otros de manera intercambiable por turnos… Aristóteles dijo, además, que en el lado derecho de su pecho tienen una tetilla o pezón como un hombre, pero en el lado izquierdo poseen una teta o pezón como el de una mujer».
- Los gimnosofistas de la India, filósofos «que desde la salida hasta la puesta del Sol son capaces de resistir todo el día mirando directamente al Sol, sin parpadear ni mover una sola vez sus ojos; y desde la mañana a la noche pueden permanecer de pie sosteniéndose a veces sobre una pierna, y a veces sobre la otra en la arena, pese a lo abrasadora que ésta es».
- También en la India se puede encontrar «un tipo de hombres cuya cabeza es como la de los perros, todos cubiertos con las pieles de bestias salvajes, y que en lugar de hablar acostumbran a ladrar; están armados y bien equipados con uñas afiladas y penetrantes; viven de las presas que obtienen cazando animales salvajes y aves».
- Otro pueblo nativo del subcontinente eran los monoscelos, «que sólo tienen un pie cada uno, pero son muy ágiles, y saltan con una rapidez asombrosa». Durante el tiempo más caluroso se tienden de espaldas y «se protegen del calor del Sol con su pie».
- «Asimismo, más al oeste de éstos», escribe Plinio, «hay unos que carecen de cabeza sobre su cuello, y que tienen los ojos en los hombros».
- Después, alrededor de las fuentes del Ganges, están los astomos, que carecen de boca: «Viven sólo del aire, y oliendo aromas agradables, que aspiran por su nariz».
- A los pies del Himalaya había una raza de pigmeos, muy preocupados, según Homero, por los ataques de grullas, contra las cuales organizaban expediciones armadas, que realizaban a lomos de carneros y cabras. Cuando llegaban a las áreas de nidificación de las grullas junto al mar, «causan un gran destrozo a los huevos y a los pollos de grulla acabados de salir del huevo, que destruyen sin ninguna piedad».
Muerte de Plinio el Viejo mientras investigaba la erupción del Vesubio, según lo pintó Delacroix en el Palais-Bourbon, París.
C. 79 d. C. Vulcanología. Una víctima de la curiosidad científica
Cuando empezó la erupción del Vesubio, Plinio el Viejo se hallaba al otro lado de la bahía de Nápoles, pero al ver lo que estaba ocurriendo ordenó a uno de los barcos que tenía a su cargo que lo llevara a través de la bahía hasta Pompeya. A pesar de la lluvia constante de ceniza caliente y de piedra pómez, continuaron, hasta que se encontraron atrapados en una costa a sotavento. Plinio desembarcó, pero en un momento, según informó su sobrino Plinio el Joven, se vio envuelto por densas emanaciones; no podía levantarse del suelo y obligó a sus compañeros a que lo abandonaran. Dos días después se encontró su cuerpo, sin señal alguna. Quizá las emanaciones exacerbaron una dolencia cardíaca previa, pero si todavía estaba vivo cuando se le vio por última vez, poco después se hubiera convertido en una más de las muchas víctimas de la segunda fase de la erupción, el flujo piroclástico: una nube de gas y de fragmentos de roca recalentada hasta 1000 ℃ y que se desplazaba a velocidades de setecientos kilómetros por hora. Quienquiera que respirara dicho gas quedaba inmediatamente incinerado desde dentro.
C. 90 d. C. Fisiología. Sobre los efectos detumescentes de las palomas
En sus Epigramas, el poeta romano Marcial declaraba: «Las palomas torcaces frenan y adormecen los poderes varoniles; quien desee ser amoroso que no coma esta ave».
C. 100 d. C. Química. Las rubias de botella originales
Las peluqueras romanas (ornatrices) utilizaban deyecciones de paloma mezcladas con cenizas para decolorar el cabello de sus clientas.
C. 132 d. C. Sismología. Sapos y dragones detectan los terremotos
Zhang Heng, el científico, inventor y poeta chino, demostró mi mayor invención, el primer sismómetro, en la corte imperial Han. Consistía en una urna de bronce en cuyo interior había un complejo mecanismo con un péndulo oscilante, palancas y manivelas. Si ocurría un temblor de tierra o terremoto distante, caía una bola de la boca de uno de ocho dragones, e iba a parar a la boca de uno de ocho sapos, cada uno de los cuales representaba un punto cardinal distinto. Habiendo establecido que había ocurrido un desastre, las autoridades podían entonces enviar ayuda en la dirección adecuada.
A Zhan Heng se le atribuye asimismo la construcción de la primera esfera armilar accionada por agua (un modelo móvil de los cuerpos celestes, concebido como una esfera celeste) y un odómetro, que marcaba lo lejos que había viajado un carruaje al hacer que una figura mecánica batiera un tambor (por cada li[*] recorrido) o un gong (por cada diez lis).
Reproducción del sismómetro pionero de Zhang Heng, presentado al emperador chino el año 132 d. C.
138 d. C. Ciencia de la reproducción. Sobre el uso de los estornudos
En su Ginecología, el médico griego Sorano de Éfeso ofrecía el siguiente consejo sobre la contracepción:
La mujer debe, en el momento durante el coito en el que el hombre eyacula su esperma, contener la respiración, retirar un poco el cuerpo de manera que el semen no pueda penetrar en el útero, y después levantarse inmediatamente y sentarse con las rodillas dobladas y, en esta posición, provocarse estornudos.
147 d. C. Medicina/Anatomía. Las heridas como ventanas al interior del cuerpo
A la edad de veintiséis años, el médico griego Galeno se convirtió en médico de los gladiadores del Sumo Sacerdote de Asia en Pérgamo. Disecar cadáveres humanos iba contra la ley romana, de manera que Galeno llegaba a menudo a inferencias erróneas acerca de la anatomía humana al observar el interior de cerdos y monos muertos (y vivos). Sin embargo, su trabajo con los gladiadores le proporcionó algunos atisbos de la anatomía humana, y se refería a las heridas que trataba romo «ventanas al interior del cuerpo». Las enseñanzas de Galeno sobre medicina, anatomía y fisiología habrían de dominar el pensamiento sobre dichas materias en Europa y el inundo islámico hasta los inicios de la revolución científica (véase 1543).
C. 290 d. C. Matemáticas. Un acertijo en la tumba
Muerte del matemático alejandrino Diofanto. Una colección griega de acertijos del siglo V le atribuye el siguiente epitafio enigmático:
En esta tumba reposa Diofanto. ¡Ah, que gran maravilla! La nimba cuenta científicamente la medida de su vida. Dios le concedió ser un muchacho durante la sexta parte de su vida, y añadiendo una doceava parte a ésta, revistió su mejilla de pelusa. Encendió la luz del connubio pasada una séptima parte, y cinco años después de su matrimonio le dio un hijo. ¡Ay! ¡Desdichado hijo tardío! Después de alcanzar la medida de la mitad de la vida de su padre, la fría Parca se lo llevó. Después de consolar su pena mediante el estudio de los números durante cuatro años, Diofanto terminó su vida.
A partir de estos datos podemos calcular que, siendo x la edad de Diofanto al morir,
x = 1/6x + 1/12x + 1/7x + 5 + ½x + 4
De modo que resulta que Diofanto murió a los ochenta y cuatro años de edad, aunque esto es algo que desde el punto de vista histórico no está acreditado.
C. 330 d. C. Matemáticas. Una curiosidad en relación al número seis
Muerte del filósofo neoplatónico Jámblico. Había propuesto que si se escogen cualesquiera tres números consecutivos, el mayor de los cuales sea divisible por 3, se suman, se añaden después los dígitos de la solución, y después se añaden los dígitos de aquella solución, y así sucesivamente, al final se terminará con la solución igual a 6.
C. 430 d. C. Matemáticas. Más sobre el número seis
Muerte de san Agustín de Hipona. Le había impresionado el número 6, el primer número perfecto, es decir, que es igual a la suma de sus factores (1 + 2 + 3). Escribió:
Seis es un número perfecto en sí mismo… Dios creó todas las cosas en seis días porque este número es perfecto. Y seguiría siendo perfecto incluso si la obra de los seis días no existiera.
El número 6 es también igual al producto de sus factores (1 × 2 × 3), y ningún otro número es a la vez la suma y el producto de los mismos tres números.