Sana costumbre es hacerlo a diario y a la misma hora. Estés donde estés, al menos seis minutos (y no más de cuarenta, que el exceso lleva a las almorranas), sentada o acurrucada, pero en paz. Con un buen libro o un buen pensamiento. No hay fórmula más sabia para que seas visitada por el buen humor que los antiguos ubicaban, con razón, entre el estómago y los intestinos. Si algo sale mal ten en cuenta lo que comiste dieciséis horas antes, y suprímelo. Si en cambio no padeces, ten en cuenta lo mismo, y coge ese alimento por costumbre.