Capítulo 13

 

El agente Peter Murray regresó cabizbajo rumbo a su hotel para rencontrarse con su compañera. Deberían alistarse para su pronto y definitivo viaje a Moscú. Él, sin embargo, estaba obligado a olvidarse de lo sucedido recientemente con Sasha, parecía imposible que fuera así, no daba crédito a lo que la mujer rusa le había comunicado. Se sentía maltratado, como un boxeador a punto de caer a la lona, recientemente golpeado y sacudido por su rival. Pero ahora debía sacar el coraje desde lo profundo de sus entrañas, no estaba en ese país para aclarar o definir su vida personal, al menos no en esa ocasión. Recordó las palabras casi proféticas de su jefe, justo cuando le encomendó esta misión «…Muy bien Peter, sé que te reencontrarás con tus viejos contactos en Rusia, pero te recuerdo que no vas en plan de “Casanova”… no quiero que te involucres o que te distraigas con un lío de faldas». ¿Pero cómo hacer para olvidar lo sucedido minutos antes? ¿Cómo asimilar el que su amada lo hubiese traicionado? Si él mismo no había sido leal a esa relación. Su affaire con su asistente Cindy había sido ventilada. ¿Tendría el derecho moral de reprocharle algo a Sasha? Con esas reflexiones seguía su camino cuando fue interrumpido por el llamado de su teléfono móvil. Miró el aparato y contestó:

¡¡Capitán Sellers!!

—Peter, a estas alturas ya deberías tenerme alguna novedad, espero que así sea y no me salgas con que estás inmiscuido como siempre en un dilema amoroso…

—Nooo capitán, ¿cómo cree usted eso?, mañana estaré en posición de darle la información que espera.

—Más te vale que así sea agente, el tiempo se acaba, debemos tener una respuesta satisfactorio mañana a más tardar a la media noche. Espero tu llamada.

—Sí capitán, por supuesto… «Me colgó ya». —se dijo a sí mismo. Su superior le había colgado intempestivamente, era su estilo el dejar hablando solo a su interlocutor. Cuando se sentía nervioso o ansioso no tenía tiempo para formalismos; Peter acostumbrado a este tipo de detalles hizo caso omiso y continuó con su vacilante andar. Sin embargo, sus sentidos seguían casi dormidos, y como un novato, no notó que a poco menos de cincuenta metros de distancia lo seguía desde que salió del departamento de Sasha un individuo vestido de traje negro con corbata roja, perfectamente elegante y con un periódico en la mano. Cualquier persona pensaría que sólo se trataba de algún hombre de negocios que acudía puntual a su cita.

 

 

En el departamento de Sasha el diálogo en el idioma ruso entre el hombre que parecía haber sido el responsable del secuestro de Sergei Sokolov y su hija se mantenía con gran intensidad:

— ¿Quieres que libere a tu padre ya?, ja, ja, jaaaaa —se escuchó la gran risa cínica— ¿Pero quién eres tú para darme órdenes?

—Ese fue el trato, recuérdalo.

— ¿El trato? Yo no hago tratos.

—Me prometiste que en cuanto hiciera creer a Peter que vivía con otro hombre dejarías libre a mi padre, ¡por favor libéralo ya de una buena vez! —se escuchó la voz femenina en tono suplicante. La mujer seguía tirada aún en suelo.

—Eso es algo que no decido yo, linda…

—Pero tú me prometiste que…

— ¡Ya cállate!, sabes que no estás en posición de exigir ni pedir nada —gritó el individuo con su voz ronca y autoritaria—. Es más, tendré que informarte, para tu desgracia, que hubo un pequeño cambio de planes… el hombre que acaba de salir de este lugar tiene las horas contadas. Quizá… mañana en Moscú su corazón deje de latir ja, ja, jaaa.

— ¿Peter?, nooo, eso no es lo que acordamos, —Sasha se puso de pie de inmediato y dijo— solamente acordamos que le haría creer que inicié una relación con otro hombre, contigo para ser precisa. ¿No basta el que me sacrifique entregándome a ti y perder mi gran amor para siempre a cambio de la liberación de mi padre? No permitiré que toques a Peter.

—Ja, ja, ja… No veo como lo vas a impedir, además… es su destino; y es una situación que no depende de mí, desde que su superior lo envió hasta aquí su sentencia estaba dictada. En el momento en que Cindy nos informó que venía a Rusia tu galán de pacotilla, junto a la tonta de la agente Jessica, sabíamos que se acercaría a ti como siempre.

— ¿Cindy? —preguntó sorprendida Sasha levantando ambas cejas— ¿La asistente de Peter?

— ¿Te sorprende reina?, Cindy trabaja para nosotros desde hace muchos tiempo, es muy eficiente ¿verdad?

Además de puta… ¡soplona!… —dijo entre dientes Sasha y enseguida levantó la voz para volver a suplicar—. A Peter no le hagas daño por favor, yo me entregaré a ti como quedamos, te lo ruego.

—Ya te dije que su destino no depende de mí, seré claro nena… la muerte de tu noviecito es parte del plan de la organización, el que te acuestes conmigo y te use cuando yo quiera es un capricho personal —el hombre se acercó e intentó tocarla y acariciarle la barbilla. Ella simplemente lo rechazó con gran fuerza, haciendo un gesto que parecía de repugnancia.

— ¿Qué organización? ¿Por qué yo?

—Eso deberías preguntárselo a tu padre. Desde el momento que decidió trabajar para nosotros sabía de las posibles consecuencias. Por otro lado, y como bien le dijiste al tonto de tu exnovio, quizá con el tiempo comiences a quererme —dijo acercando su rostro hasta Sasha lentamente, con intenciones de besarla en los labios, ella giró su cabeza evadiendo el acto con gran coraje—. Poco a poco te domaré, pronto cederás a todas mis caricias preciosa… Y más te vale que seas accesible... tus encantos serán míos… ja, ja, ja…

— ¿Qué pretenden?, ¿quiénes son ustedes? —insistió ella con voz nerviosa y entrecortada.

—Haces muchas preguntas muñeca… No es momento de que sepas quiénes somos, pero te adelantaré algo de lo que puede pasar… imagínate el siguiente escenario: En próximos días provocaremos una crisis política entre los Estados Unidos y Rusia; ya logramos un cruce de acusaciones entre estos gobiernos a causa de la tragedia del huracán “Katrina”, que causamos nosotros hace unos pocos meses, por cierto, con la ayuda de tu padre... mmmmm... suena interesante ¿no? —la risa del hombre se escuchó estruendosa en toda la habitación, el eco la hizo parecer aún más maléfica—. Y si a esto le sumas que mañana el gobierno británico se enterará que dos de sus agentes son asesinados por militares rusos… ¡¡Ohhh!!... la cosa se pondrá más grave aún... ¿No crees? Quizá Inglaterra deje de hacerle al cupido entre Rusia y los Estados Unidos… y así provocamos un gran conflicto… ja, ja, ja.

— ¿Y que ganan ustedes?

—Mucho muñequita linda… mucho… Pero eso no es algo que te incumba…

— ¿Pero por qué Peter?, te repito que no lo permitiré.

— ¿No?, ¿y cómo le vas a hacer para impedirlo?... aunque… quizá tengas razón… sí puedes impedirlo hermosa… existe una forma de que salves la vida de tu novio y hasta la de tu padre… aunque eso sucederá, sólo si tú cooperas.

— ¿Qué más debo hacer?

—Dejémonos de rodeos muñeca. Sé quién eres, y para quién trabajas. Nuestros contactos saben que puedes acceder a información clasificada y queremos simplemente que nos digas algo que nos sirva.

— ¿Qué quieren saber concretamente?

—No sé… Queremos que nos digas un punto vulnerable de los Estados Unidos. Sí, eso es. Proporciónanos con lujo de detalle, un punto, un lugar dentro de territorio estadounidense que podamos atacar.

— ¿Atacar?, ¿están locos?, ¿y yo cómo podría decirles eso?

—No finjas, la agencia para la cual trabajas conoce perfectamente esa información.

—Yo no trabajo para ninguna agencia, y además dej…

—¡¡Cállate ya!! No estamos jugando —una gran cachetada con toda la mano abierta fue descargada en el rostro de Sasha. Ésta quedó roja, y por instinto llevó una de sus propias manos hasta su cara para intentar amainar el dolor que el fuerte golpe le causó.

—Desgraciado, no sabes con quién te estás metiendo. No tiene la menor idea… ¡¡Ouch!! —Otro gran golpe en su vientre, seguido de un fuerte apretón en el antebrazo impidió que terminara la frase.

—Ya me estás cansando estúpida. La paciencia se me está terminando, y te juro que no dudaré en dar la orden en este mismo momento para que el viejo Sergei Sokolov respire por última vez en su vida —con unos ojos penetrantes y con la tez totalmente enrojecida dijo el fuerte hombre, la voz amenazadora no parecía dudar de lo que estaba diciendo.

En ese instante, lo que pareció ser un insecto volador del tamaño de un abejorro apareció de repente. Había estado quieto en un rincón de la habitación, sin embargo su vuelo interrumpió la ira del grandulón, quien al escuchar el ligero zumbido giró su cabeza para buscar el origen de éste. Sasha únicamente vigiló con disimulo el vuelo del insecto y cuestionó con sarcasmo:

—Muy bien Dimitri, ¿cómo quieren atacar a los Estados Unidos?... mmmm… no me importa para quien trabajes, o a que organización pertenezcas, ¿lanzarán misiles contra ellos?, ja, ja, ¿o no me digas que planean otros avionazos como el 11 de Septiembre del 2001?

—No me vengas con sarcasmos. Lo que quiero es que me digas ahora mismo un punto débil. Concretamente quiero que me digas cuál es la central nuclear más vulnerable dentro de territorio de los Estados Unidos. El cómo vamos a hacerla estallar es asunto nuestro. Y para que veas que no estoy jugando te mostraré algo que te puede interesar —caminó hasta una de las recamaras del departamento y le ordenó a la mujer que lo siguiera. De inmediato sacó de un maletín su computador personal, el cual encendió, esperó unos instantes hasta que en el monitor comenzó un video que le tenía preparado.

—Observa el video, espero que no olvides que en caso de quererte pasar de viva, de inmediato mataremos a tu padre.

Sasha se acercó al computador, y con gran terror comenzó a ver la grabación.

En medio de la escena se encontraba sentado Sergei Sokolov, su aspecto lucía casi normal, sin signos de haber sido maltratado físicamente; tenía como entorno un paisaje montañoso, el clima parecía ser frío, el viento soplaba con algo de intensidad; flanqueado por dos hombres armados con fusiles de asalto Kaláshnikov y con el rostro oculto por unas capuchas negras. Se escuchó brevemente la voz del padre de la afligida mujer.

Hija mía, perdóname... Haz lo que te piden… No están bromeando…

De inmediato el científico ruso fue interrumpido por otro par de hombres que no ocultaban su rostro, parecía no importarles el detalle. Uno de ellos sonrió a la cámara con cinismo, su aspecto físico concordaba con el de alguna etnia del Asia Central, ojos verdes, tez blanca, frente angosta y nariz puntiaguda, «rasgos caucásicos», pensó ella. Mientras que el otro hombre de aspecto árabe pronunció en un idioma desconocido a Sasha.

— ¡Dios es grande!... ¡Dios es grande!... ¡Dios es grande!

El video concluyó. Apenas si duró veintitrés segundos, pero el tiempo fue suficiente para torturar mentalmente a la mujer. Al igual que la noche anterior, en el departamento de Dimitri, soltó un fuerte quejido acompañado de un gran llanto en cuanto éste le informó que tenían en su poder a su padre.

—Te mostré la prueba que me pedías de que tu padre está vivo y que lo tenemos nosotros, sin embargo recuerda que estás en mis manos, las vidas de Peter y de tu padre están en las tuyas, pórtate bien conmigo y seguirán vivos ambos…

Dimitri se acercó una vez más a Sasha. Ella intentó golpearlo, pero la gran fortaleza física del gigante hizo inútil el esfuerzo. Los cieno diez kilogramos distribuidos en los casi dos metros de estatura la hacían ver a ella como una simple muchachilla débil y frágil. Se asustó aún más al sentir la mirada amenazante de él. Una gran nariz chata y asimétrica destacaba del rostro que mostraba las huellas de batallas pasadas, una cicatriz de cuatro centímetros recorría en forma diagonal la parte izquierda de su cara, los labios gruesos lucían secos y cortados; todas sus facciones estaban siendo acompañadas de una gran sonrisa burlesca. Los ojos azules se asemejaban a un par de puñales queriendo perforar los sentimientos de la asustadiza mujer. Con una mano simplemente contuvo el insípido ataque, al mismo tiempo que con la otra le arrebató el teléfono móvil que ella llevaba en una extremidad.

—Por si querías poner al tanto a tu Peter… es mejor que cooperes, a menos que quieras que en este instante dé la orden de que maten a tu padre —dijo esbozando una sonrisa.

—Está bien, haré lo que me pides. Te diré un punto muy débil dentro de los Estados Unidos; existe una central nuclear que si explotara morirían veinte millones de personas, la mayoría de ellas al instante.

Muy bien, ¿cuál es esa planta?, dime ¿dónde está situada exactamente?

Te diré todo lo que quieras, es más, te ayudaré en lo que me pidas, pero deberás liberar a mi padre, y dejarás que Peter regrese con bien a Londres. Además, necesito tu computadora para conectarme a internet y acceder a mi agencia para obtener alguna información que necesito; y por último, deberás decirme cómo piensan atacar esa planta nuclear.

— ¡Ohh!, ahora pones condiciones. ¡Mira!, ja, ja, recuerda que quien pone las condiciones soy yo, la vida de tus seres queridos están en peligro…

—Piensa y di lo que quieras, si matas a Peter y a mi padre nada me importaría ya, así que sí quieres matarme a mí también me da igual.

La actitud desafiante de Sasha hizo pensar por un instante a Dimitri. Se le quedó viendo fijamente a los ojos y finalmente dijo:

—Está bien, pero no intentes pasarte de lista. Te diré nuestro plan, y tú nos ayudarás a desarrollarlo…

 

 

Esa misma noche, Peter y Jessica viajaban con rumbo a Moscú. Mientras el tren cruzaba parte del territorio occidental ruso, los dos agentes británicos intentaban dormir en el estrecho pero cómodo vagón. Cada uno en su pequeña litera, en medio una mesita a manera de comedor o escritorio. El agente intentaba concentrarse en lo que venía al día siguiente, intentaba evadir de su mente vanamente la confrontación que tuvo esa mañana con Sasha. Por otro lado ignoraba por completo que su vida y la de su compañera estaban en peligro.

En el vagón de adjunto, el hombre que había seguido a Peter desde el departamento de Sasha permanecía despierto. En su computador personal observaba cada movimiento en el interior del vagón donde viajaban los británicos. Una minúscula y camuflada cámara que fue instalada por un par de personas momentos antes de que se abordara el tren funcionaba a la perfección.

Jessica, quien sin éxito intentó entablar una plática que amortiguara el tedio del viaje, decidió rendirse y dormitaba en lapsos. Extrañada del voluble comportamiento de su colega, pensó que quizá la conducta vacilante de él se debía a la confesión que le había hecho esa misma mañana, incluso al acercamiento físico, a las caricias que ambos intercambiaron. Le atribuyó por fin la seriedad de Peter a que quizá él se sentía preso de un remordimiento hacia su novia. Así, en ese ambiente incómodo, el tren siguió su curso en medio de la oscuridad. Un par de horas más tarde, ambos agentes dormían por completo. La fría Moscú los aguardaba…