Dedicatoria

A mi esposa Janette por ser la primera persona en escuchar e impulsar mis ideas en las largas noches de insomnio, por ser incondicional y por demostrarme su amor en cada momento, por su humildad y por su sencillez como persona.

A mis hijos Dassaev y Janette por ser mis primeros jueces y consejeros además de mis motores y pasión por la vida, por ser aparte de mis hijos, mis mejores amigos.

A mis padres, porque además de regalarme la vida, me entregaron a los ocho años de edad un par de grandes libros llamados “¿Cómo funciona el cuerpo humano?” y “¿Por qué camina? ¿Cómo funciona? ¿Por qué vuela? ¿Por qué flota?”

A cada uno de mis hermanos (todos mayores que yo), porque sin saberlo sembraron en mí la semilla de la curiosidad acumulando libros en aquel par de libreros viejos de la casa donde nací y crecí. Aquellos momentos de soledad en mi infancia fueron compensadas por esos compañeros en forma de papel que aún recuerdo con nostalgia. Sin olvidar que las monedas que dejaban por todos los rincones de la casa, me sirvieron para completar para cada semana ir a los puestos de revistas a comprar las primeras enciclopedias a entregas por fascículos, aún conservo partes de ellas, “Historia de la humanidad”, “Historia universal“, “Enciclopedia Larousse” y mi favorita que tengo aquí por un lado “Quest”.

Mención especial para mi hermano el mayor, Gildardo Ayala (16 años mayor que yo), ojalá desde donde esté pudiera leer este libro que le dedico con todo el amor que me dio durante mi infancia.