Capítulo 3
Jessica llegó muy puntual a las 6:30 a.m. al aeropuerto de Heatrow−Londres, bajó del taxi color negro que la había trasladado hasta la terminal aérea y de inmediato buscó a Peter entre una multitud de personas, quienes caminaban de un lado para otro, algunos con maletas en mano a toda prisa con la idea de adquirir algún boleto, otros localizando la sala de espera que le correspondía según el destino a donde viajarían.
No tardó mucho en localizarlo, se saludaron afectuosamente al tiempo que se miraron ambos de arriba hacia abajo, y entonces vino un cruce de cumplidos por su apariencia física, ya que vestían de una manera casual, pero elegantes, cubiertos eso sí, con su respectivo abrigo que los protegía del clima gélido característico de Londres a esa hora del día.
— ¡Pero que hermosa mujer con la que voy a viajar! —exclamó Peter.
—Gracias, tú también luces muy bien —respondió a modo de reciprocidad—, me siento nerviosa, pero a su vez feliz y contenta de realizar este viaje con mi esposo.
— ¡Ohhh!, sí, distinguida señora de Murray —bromeó siguiendo el juego que había comenzado Jessica, realizó una reverencia hacia ella con la mano derecha, agachando ligeramente la cabeza, para enseguida tomarla por el brazo y dirigirse hacia la sala de abordar, simultáneamente soltaron unas fuertes carcajadas que hicieron que algunas personas cercanas a ellos voltearan para mirar a aquellos dos agentes secretos; que sin embargo a partir de ese momento y ante toda las gente, deberían parecer un par de cónyuges dispuestos a tomar algunos días de descanso por la lejana Rusia.
—Mira, ahí hay un par de asientos, sentémonos mientras sale nuestro avión, aún falta mucho tiempo para partir —propuso ella mientras miraba su reloj.
—Y bien Jessica, ¿leíste el expediente?
—Sí, por supuesto, de hecho tengo algunas preguntas que hacerte Peter —respondió mientras abría el folder al cual hacían referencia.
—Sí dime, te escucho.
—Quisiera me explicaras más sobre estos proyectos, experimentos… pruebas… o como quieras llamarlo, quiero saber que están haciendo concretamente los americanos y rusos, ¿cómo funcionan esas instalaciones que dicen tener… según leo aquí en el expediente?, concretamente, ¿qué son los proyectos HAARP y SURA?
—Mira Jessy, los estadounidenses vienen haciendo estas pruebas climatológicas desde hace algunos años, aunque con el proyecto que ellos denominan H.A.A.R.P., por sus iniciales High Frecuency Active Auroral Research Program, lo han hecho desde los principios de los años noventa. Si leíste bien el expediente sabrás entonces que dicho proyecto se ha edificado en Alaska, específicamente en una localidad llamada Gakona, aproximadamente 300 kilómetros al noreste de Anchorage. Cabe mencionarte que dichas instalaciones son militares, concretamente pertenecen a la fuerza aérea y constan de ciento ochenta antenas alineadas en forma de cuadricula de quince filas de doce antenas cada una, que funcionando en conjunto en realidad actúan como una sola. No me preguntes cómo funciona porque no soy experto en la materia; sin embargo una vez que lleguemos a San Petersburgo de inmediato nos pondremos en contacto con una persona que sí lo es, de hecho es hija de un científico que trabajó para el gobierno ruso en la era de la Unión Soviética, ella seguro nos sacará de dudas, su padre participó en el proyecto SURA (instalación de calentamiento ionosférico). Como ya viste, éste se encuentra cerca de un pequeño pueblo llamado Vasilsursk a la orilla del río Sura, a unos 500 km al este de Moscú, de ahí se tomó el nombre para el proyecto, y es el equivalente ruso al HAARP norteamericano —explicaba Peter mientras miraba su reloj de reojo, sus ganas de partir le hacían sentir una gran ansiedad.
—¿Quién es esa persona con quien nos encontraremos allá? —cuestionó Jessica con curiosidad.
—Es una vieja conocida mía, de hecho es mi contacto en aquel país, su nombre es Aleksandra Sokolova, ya te platicaré más acerca de ella, de cómo la conocí y como llegamos a trabajar juntos en intercambios de información que nos han servido en distintas misiones.
—Mmmmm… ¿O sea que Aleksandra es espía que coopera para nuestro gobierno?
—No tanto así... o quizá sí… o digamos que sólo coopera y me ayuda a conseguir información —respondió un dudoso Peter—, en su defecto sólo me conduce por los canales adecuados dentro de su país, ella tiene muchos contactos en las altas esferas tanto militares como científicas, debido a que su padre como te dije trabajó muchos años para su gobierno. De hecho, ella misma ha seguido sus pasos, y si bien no es propiamente una investigadora, sí es una mujer de ciencia, actualmente imparte clases en la facultad de física de la universidad estatal de San Petersburgo, una de las universidades de más prestigio. Además, ¡es una mujer muy hermosa e inteligente! —dejó entrever una sonrisa que delató su emoción al mencionar esto último.
— ¡Ohh!, ¡qué gran combinación… hermosa, inteligente, profesora de una importante universidad y aparte le juega a la espía!—dijo en un tono muy irónico torciendo levemente la boca, que no era más que la manifestación de los celos que ya la invadían, aunque hizo todo lo posible para que no se exteriorizara aquel sentimiento que casi ponía en ebullición su sangre, por lo que en seguida comentó—.Pero bueno, continúa hablándome del proyecto HAARP.
— ¡Oh!, sí… Como te decía —continuó explicando Peter mientras buscaba en el expediente algunas imágenes que tenía en el mismo—, el HAARP al igual que el SURA actúan como un gran calentador de la ionosfera. Lo que sé, te repito sin ser experto, es que con sus millones de vatios de potencia, se puede considerar como un gran “calefactor” de la alta atmósfera, provocando una tremenda ionización, y que gracias al efecto espejo de la misma capa, se puede dirigir su potencial hacia cualquier zona del planeta, estamos hablando de un nuevo tipo de arma, capaz de intensificar tormentas, causar grandes huracanes, prolongar sequías sobre territorio de un supuesto enemigo, y perjudicarlo sin que éste se dé cuenta, incluso se pueden causar terremotos. Por lo que podríamos estar hablando de la más poderosa arma geofísica construida en la actualidad.
— ¿Terremotos?—cuestionó con gran asombro arqueando las cejas.
—Sí, terremotos, así como lo escuchas —respondió con gran seriedad.
—Pero, eso es muy grave Peter, estamos hablando de un arma muy poderosa, ahora entiendo por qué tanta preocupación y este viaje tan apresurado.
—Efectivamente, por eso tenemos que estar seguros de que los rusos no están haciendo uso de esta arma por el momento, porque de otra manera no imagino lo que podría suceder si confirmamos que Rusia estuvo detrás del gran huracán Katrina, o más bien sí lo imagino… —realizó un gesto de preocupación y lanzó un gran suspiro.
—Es verdad, quizá estaríamos en la antesala de una gran crisis mundial, seguramente los americanos no se quedarían con los brazos cruzados obviamente, y casi seguro se desencadenaría un intercambio de agresiones a gran escala, incluso con armamento nuclear, ¿no es así?
—Efectivamente Jessy, déjame comentarte que se presume que tanto HAARP como SURA pueden provocar terremotos en zonas donde existen plantas de energía nuclear, y así lograr un estallido de dimensiones catastróficas en territorio enemigo.
— ¡Wooow Peter!, de verdad que suena a ciencia ficción, me cuesta trabajo entenderlo y más creerlo.
—Créelo ya, es quizá una de las más grandes conspiraciones en la actualidad… mira Jessica, te voy a mostrar algo…ya que como habrás notado, no vienen fotografías en el expediente, así que ayer mientras imprimía nuestros pases de abordar, ingresé a la página oficial del HAARP y aproveché para hacer lo mismo con estas imágenes con el fin de mostrártelas —el agente buscó hasta el final del folder y se las expuso:
De igual manera, dio la vuelta a la hoja y le enseñó otra ilustración al tiempo que le dijo a su compañera.
—Mira, y estas son las
instalaciones de SURA.
Jessica miró fijamente las imágenes por un par de minutos, y de repente le entró una duda.
—Todo esto no deja de sorprenderme Peter, pero se me viene a la mente una gran interrogante, ¿cómo vamos a cerciorarnos de que Rusia no está usando estas instalaciones con fines bélicos, y menos contra los Estados Unidos?
—Para eso tenemos la ayuda de Aleksandra, nuestro contacto, que no sabe por el momento el objetivo de esta visita, pero llegando a San Petersburgo nos entrevistaremos y la pondremos al tanto. Como te dije hace unos minutos, ella nos sabrá llevar con las personas adecuadas, y te aseguro que lo averiguaremos, me sé mover muy bien en esos territorios, y además…
En ese justo instante se escuchó una voz femenina con voz aterciopelada y cadenciosa, era la voz de una señorita trabajadora de BRITISH AIRWAYS quien se escuchaba de manera bulliciosa en toda la sala:
—Atención pasajeros del vuelo 878 de BRITISH AIRWAYS con destino a San Petersburgo, Rusia; les invitamos a realizar su registro de equipajes y su chequeo personal, favor de formarse en el mostrador B3.
—Es nuestro vuelo, vamos a formarnos antes de que se haga larga la fila, me desespera estar en ellas —manifestó Jessica levantándose de su asiento e inquiriendo— ¿Tienes los pases de abordar?
—Sí, por supuesto, déjame ver… mmm… ¡Aquí los tengo! —le mostró los documentos que llevaba en un pequeño portafolios, también se situó de pie y ambos caminaron al mostrador para realizar los trámites de rutina.
Los agentes dejaron por el momento el diálogo. Jessica divagó no sólo por la muy interesante información que su compañero le había expuesto, sino también porque intuía que entre Peter y la misteriosa mujer de origen ruso existía algo más que una simple relación de espionaje, su intuición femenina le decía que su amor platónico se sentía atraído por Aleksandra, pero… ¿y si fuera así?, ¿qué podría hacer para no sentir esos celos que la agobiaban?, es más, ¿debería sentirlos?, si tan sólo son compañeros de trabajo. «Ubícate Jessica, ni siquiera me he atrevido a confesarle lo que siento por él, ¿hasta cuándo seré una cobarde?, ¿es inseguridad?, ¿o son mis tontos y obsoletos prejuicios?». De repente estaba ahogándose en un mar de dudas. Quería de una vez romper para siempre con esas cadenas que la ataban desde su juventud, como bien lo pensaba, eran los prejuicios que llevaba en su mente los que le impedían abrir su corazón al hombre que estaba a su lado, pero no es fácil desintegrar esos lazos mentales que habían comenzado a formarse desde su adolescencia, cuando su madre de nombre Susan, había tenido la infortuna de haber fracasado en sus dos relaciones sentimentales.
La primera vez sucedió cuando era muy joven, la inexperta muchacha le había entregado todo su amor a un inmaduro hombre que le había prometido corresponderla, y que al enterarse de que estaba embarazada, sin más, desapareció de su vida para siempre. Jessica era producto de ese embarazo, creció por lo tanto sin conocer a su padre, sólo sabía que se llamaba Larry Morris. Pero su madre la registró con el apellido de ella, consideró que su hija no debería de llevar el apellido de aquel cruel ser humano que las abandonó sin siquiera querer conocer a su hija. Si bien Jessica creció con el cariño y protección de su madre, la ausencia de la figura paterna le hizo mucha falta.
La segunda vez que su madre conoció el amor, fue con Alfred. Cuando Jessica tenía doce años, se enamoró con tal intensidad, que llegó a olvidar al padre de su hija, incluso, por iniciativa y proposición de Susan llegaron a vivir juntos en la casa que ella rentaba con muchos apuros en un suburbio en las afueras de Londres, apenas si le alcanzaba el poco dinero que ganaba como empleada en un supermercado. Sin embargo, cuando más ilusión tenía debido a las buenas promesas de su nuevo amor, su vida se derrumbó de nuevo, aquellas ilusiones se vieron quebrantadas cuando alguna tarde regresó más temprano que de costumbre a su casa debido a un permiso especial que le dieron en el supermercado, ya que estaba padeciendo un fuerte dolor de cabeza que la imposibilitaba laborar en ese momento; de modo que entró a su sencilla casa, abrió la puerta de su recamara, y encontró a Alfred desnudo y en los brazos de una mujer desconocida. Susan, entre llantos y gritos le hizo saber que despareciera de su vida para siempre, Jessica que estaba escuchando todo, se encontraba temerosa en la recamara de junto, era testigo de aquella escena. Días después le confesó a su madre que aquella invasora mujer llevaba meses entrando a su casa mientras ella trabajaba, y que aparte Alfred su padrastro la había amenazado con golpearla si lo delataba.
Susan juró en ese momento nunca volver a entregarle su corazón a ningún hombre, desde su perspectiva, todos son unos traicioneros y oportunistas. Al mismo tiempo, fue el primer discurso sobre los varones que la adolescente Jessica escuchó —“fíjate bien Jessy, los hombres sólo te querrán para obtener sexo, ellos solamente quieren obtener su satisfacción sin importarles lo demás, nunca les entregues nada, todos son iguales”—. Estas palabras fueron repetidas una y otra vez a través de los años; de tal manera que Jessica creció adoctrinada en cuestiones de amor. Y ahora, a sus casi 26 años de edad estaba siendo víctima de esas condenatorias frases maternales. Estaba en medio de un conflicto interno « ¿Mi madre tendrá razón? ¿Los hombres solamente se quieren aprovechar de las mujeres?, no creo, Peter es diferente, es un hombre trabajador, educado, galante y de buen corazón… y… ¡muy guapo!, quizá mi madre me dijo eso por despecho, desafortunada ella… pero, ¿y si tiene razón?...»
Mientras el avión casi había levantado el vuelo y dejaba atrás a la isla británica, la joven mujer seguía reflexionando sobre su presente y su futuro. Debía resolver, y pronto, aquellos prejuicios que le estaban afectando en su capacidad de relacionarse con el sexo opuesto.
Si bien había llegado a tener dos o tres relaciones más o menos estables, éstas nunca habían prosperado más allá de simples noviazgos juveniles. Su intimidad se había limitado únicamente a algunos besos y caricias, que si bien rozaban en lo candente, en el momento que algún pretendiente intentaba cruzar la línea que ella consideraba impasable, inmediatamente colocaba una defensa infranqueable, pues en ese instante aparecían como un fantasma en su mente las frases de su madre «Ten cuidado Jessy, este hombre te tomará y te abandonará...». Así transcurrió su juventud, y sus relaciones nunca supo hacerlas duraderas. Alguna vez se cuestionó si ésto se debía a que sus pretendientes se aburrían de ella o a que simplemente era cuestión del destino. Sin embargo, no le preocupaba mucho estos pensamientos, en el fondo de su corazón sabía que ningún hombre de los que había conocido llenaban sus expectativas. Pero eso cambió radicalmente cuando hacía un año apenas, entró a trabajar al SIS y conoció a un caballero por el cual se sintió atraída inmediatamente. No era sólo el físico, ni aquella deliciosa loción que dejaba una estela de olor exquisito cuando pasaba junto a ella y que la hacía suspirar. Era toda la personalidad de él. Además de bien parecido, Peter desde un principio se mostró muy amable, cortés, noble y todo apuntaba a un ser de buenos sentimientos.
Es por eso que se desataron los conflictos internos de Jessica; sin embargo ahora sí estaba dispuesta a romper con sus miedos. Pensaba que este viaje no era una casualidad, sabía que la vida le estaba ofreciendo en bandeja de plata aquella quizá única oportunidad de ganar el corazón de ese hombre que estaba viajando junto a ella en esa máquina voladora. Pero, antes de dar el primer paso hacia la conquista de Peter, debía averiguar qué significaba Aleksandra para él, pues si estaba enamorado de ella, quizá lo mejor sería no crearse ilusiones y hacerse simplemente a un lado. De lo contrario entonces estaba decidida a atacar por fin y aprovechar este viaje para poner las cartas sobre la mesa, e intentar que el agente Murray se fijara en ella. Dispuesta a indagar un poco, sutilmente realizó un par de preguntas que la tenía inquieta:
—Y bien Peter, esta mujer rusa de la que tanto me has hablado, tengo la impresión que sientes algo por ella, ¿no es así?, ¿cómo la conociste?