2 «...De acuerdo con esta concepción, que aparece tanto en Max Weber como en los postulados filosóficos de los estudios lógico-matemáticos de Von Neumann y Morgestern, es racional (según nuestra terminología: conforme a la «ratio») un comportamiento que conduzca a un efectivo aprovechamiento de los medios, al logro de un objetivo con el mínimo esfuerzo, o a la consecución de mayor número de ventajas». (Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto, pág. 119.)
Bunge, por su parte, afirma: «Un acto puede considerarse racional si (1) es máximamente adecuado a un objetivo previamente puesto; y (2) el objetivo y los medios para conseguirlo se han escogido o realizado mediante el uso consciente del mejor conocimiento relevante disponible. (Esto presupone que ningún acto racional es en sí mismo un objetivo, sino que es siempre instrumental)...» (Mario Bunge, La investigación Científica, Ariel, Barna, 1969, pág. 684.)
La eficacia de la racionalidad siendo una categoría del método científico se halla presente en toda actividad, comportamiento o actividad científicos. Contra esta afirmación se han levantado, ciertamente, voces, pero las argumentaciones que se han dado han construido círculos semejantes a aquel que cierra Mario Bunge: partiendo de la escisión ciencia pura (investigación básica o de fundamentos) / técnica, convierte la eficacia —y la economía de los medios— en un absoluto pragmático que integra totalmente en la técnica, para volver a la escisión inicial consolidada: ciencia pura / técnica impura: «La verdad profunda y precisa, que es un desiderátum de la investigación científica pura, no es económica...» / «...lo que se supone que el científico aplicado (el hombre de la técnica) maneja son teorías de gran eficacia, o sea, con una razón “input-output" elevada: se trata de teorías que dan mucho con poco. El bajo coste compensará entonces la calidad baja...»<<