[1451] Sale (Discurso Preliminar, pp. 133-137) recapitula las leyes del casamiento, divorcio, etc.; y el curioso lector del Uxor Hebraica de Selden reconocerá muchas reglas judías. <<
[1452] En un caso memorable, el califa Omar decidió que cualquier testimonio presuntivo de nada servía; y que los cuatro testigos debían ver en la actualidad stylum in pyxide (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 71, vers. Reiske). <<
[1453]Sibi robur ad generationem, quantum triginta viri habent, inesse jacteret: ita ut unicà horà posset undecim fœminis satisfacere, ut ex Arabum libris refert Stus. Petrus Paschasius, c. 2 (Maracci, Prodromus Alcorán, p. IV, 55. Véanse también las Observaciones de Belon (l. III, c. 10, fol. 179 recto). Al Jannabi (Gagnier, t. III, p. 287) hace presente su mismo testimonio, que sobrepujaba a los demás hombres en vigor conyugal; y Abulfeda menciona la exclamación de Alí, que lavó su cuerpo después de su muerte, «O propheta, certa penis tuus coelum versus erectus est» (en Vit. Mohammed, p. 140). <<
[1454] Tomo este estilo de un padre de la Iglesia, ἐναθλεύων ‘Hρακλῆς τρισκαιδέκατον ἆθλον (Greig. Nazianzen, Orat. III, p. 108). <<
[1455] La leyenda común y muy gloriosa refiere, que en una sola noche, consiguió Hércules cincuenta triunfos de las hijas vírgenes de Testis (Diodor. Sicul. t. I, l. IV, p. 274. Pausanias, l. IX, p. 763. Statius Sylv. l. I, eleg. III, v. 42). Mas Ateneo concede siete noches (Deipnosophist., l. XIII, p. 556) y Apollodoro cincuenta para el ardoroso hecho de Hércules, que no tenía entonces más que diez y ocho años (Bibliot., l. II, c. 4, p. 111 enm notis Heyne part. I, p. 332). <<
[1456] Abulfeda en Vit. Mohammed, pp. 12, 15, 16, 17, cum notis Gagnier. <<
[1457] Este bosquejo de la historia árabe está tomado de la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot (bajo los nombres de Abubeker, Omar, Otman, Alí, etc.); de los Annales de Abulfeda, Abulfaragio, y Elmacín (bajo los mismos años de la Hégira) y particularmente de la Hist. de los Sarracenos de Ockley (vol. I, pp. 1-10, 115-122, 249, 363-372, 378-391, y casi todo el t. II). Con todo, debiéramos mirar con precaución las tradiciones de las sectas hostiles; arroyo que se enturbia a medida que se aleja del manantial. Sir Juan Chardin, ha copiado con demasiada exactitud los cuentos y errores de los persas modernos (Viajes, t. II, pp. 235-250, etc). <<
[1458] Ockley (al fin de su tomo segundo) ha dado una versión inglesa de ciento sesenta y nueve sentencias, que atribuye, sin asegurarlo, a Alí, el hijo de Abu Taleb. Su prólogo está animado por el entusiasmo del traductor; con todo, estas sentencias, aunque algo confusamente, delinean una pintura característica de la vida humana. <<
[1459] Ockley (Hist. de los Sarracenos, vol. I, pp. 5, 6), de un manuscrito árabe representa a Ayesha opuesta a que su padre desempeñe el puesto del apóstol. Este hecho tan improbable, lo pasan por alto Abulfeda, Al Jannahi, y Al Bochari, y este último cita la tradición de Ayesha (Vit. Mohammed, p. 136. Vie de Mahomet, t. III, p. 236). <<
[1460] Particularmente por su amigo, y primo Abdalah, el hijo de Abbas, que murió en el año 687, con el título de gran doctor de los musulmanes. En Abulfeda recapitula las ocasiones importantes en que Alí despreció sus consejos saludables (p. 76 vers. Reiske); y concluye (p. 85): O princeps fidelium, absque controversia tu quidem vere fortis es, at inops boni consilii, et rerum gerendarum parum callens <<
[1461] Malicio que los dos señores (Abulfaragio, p. 115; Ockley, t. I, p. 371) pueden aludir, no a los dos consejeros actuales, sino a sus predecesores, Abubeker y Omar. <<
[1462] El cisma de los persas se halla explicado por todos los viajeros del siglo último, particularmente en el t. II y IV de su jefe, Chardin. Niebuhr, aunque de mérito muy inferior, tiene la ventaja de escribir en el año 1764 (Voyage en Arabie, etc. t. II, pp. 208-233) desde la tentación infructuosa de Nadir Shah para cambiar la religión del país (véase su Historia Persa traducida en francés por sir William Jones, t. II, pp. 5, 6, 47; 144-155). <<
[1463] Omar, es el nombre del diablo; su asesino es santo. Cuando los persas disparan el arco, gritan por lo regular: «¡Pueda esta flecha herir el corazón de Omar!». (Voyages de Chardin, t. II, pp. 239, 240, 259, etc.). <<
[1464] Esta gradación del mérito se halla claramente marcada en el credo ilustrado por Reland (de Religione Mohamomedica, l. I, p. 37); y un argumento sonita inserto por Ockley (Hist. de los Sarracenos, t. II, p. 230). La costumbre de maldecir la memoria de Alí se abolió tras cuarenta años, por los Omíades (D’Herbelot, p. 690), y hay pocos turcos que crean deberle injuriar como a un infiel (Voyages de Chardin, t. IV, p. 46). <<
[1465] La llanura de Siffin declara D’Anville (l’Euphrate et le Tigre, p. 29) que es el Campus Barbariens de Procopio. <<
[1466] Abulfeda, un moderado sonita, refiere las diferentes opiniones acerca el entierro de Alí, pero adopta el sepulcro de Cufa hodie famâ numeroque religiose frequentantium celebratum. Este número calcula Niebuhr que asciende anualmente a dos mil muertos y cinco mil vivos (t. II, pp. 208, 209). <<
[1467] Todos los tiranos de Persia, desde Adhad el Doulat (977 d. C., D’Herbelot, pp. 58, 59, 95) a Nadir Shah (1743 d. C., Hist. de Nadir Shah, t. II, p. 155) enriquecieron el sepulcro de Alí con los despojos del pueblo. La cúpula es de cobre con macizos y brillantes dorados, que reflejan con el sol a muchas millas. <<
[1468] La ciudad de Meshed Alí, cinco o seis millas [8-9,6 km] de las ruinas de Cufa, y ciento veinte al sur de Bagdad, tiene la misma extensión y forma que la moderna Jerusalén; Meshed Hosein, mayor y más poblada, se halla a la distancia de treinta millas [48,3 km]. <<
[1469] Tomo en esta ocasión, la expresión y fuerte sentido de Tácito, Hist. I, 4): Evulgato imperii arcano posse imperatorem alibi quam Romæ fieri. <<
[1470] He abreviado la interesante narración de Ockley (t. II, pp. 170-231). Es larga y minuciosa; pero lo pátetico consiste por lo regular en pormenores baladíes. <<
[1471] El danés Niebuhr (Voyage en Arabie, etc. t. II, p. 208, etc.) es quizá el único viajero europeo que se haya atrevido a visitar a Meshed Alí y Meshed Hosein. Los dos sepulcros se hallan en poder de los turcos, quienes toleran y exigen una retribución de los heréticos persas. El aniversario de la muerte de Hosein se halla extensamente descrito por sir Juan Chardin, viajero a quien he ensalzado con frecuencia. <<
[1472] El artículo general del Imán, con la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot indicará la sucesión; y la vida de los doce se halla bajo sus nombres respectivos. <<
[1473] El nombre de Anticristo puede parecer ridículo, pero los mahometanos han tomado todas las fábulas de cada religión (Discurso Preliminar de Sale, pp. 80, 82). En la caballeriza real de Kpahan había siempre dos caballos ensillados, uno para el mismo Mahadi, el otro para su ayudante, Jesús el hijo de María. <<
[1474] En el año de la Hégira 200 (815 d. C.). Véase D’Herhelot, p. 546. <<
[1475] D’Herbelot, p. 342. Los enemigos de los fatimitas les atribuían un origen judío; con todo, deslindaban fundadamente su genealogía de Yafar, el sexto iman, y el imparcial Abulfeda dice (Annales Moslemici, p. 230) que muchos lo reconocían así: qui absque controversiâ genuini sunt Alidarum, homines propaginum suæ gentis exacte callentes. Cita algunas líneas del célebre Scherif o Rahdi, Egone humilitatem induam in terris hostium? (Conceptúo que sea un edrisita de Sicilia) cum in Ægypto sit Chalifa de gente Alii, quocum ego communem habeo patrem et vindicem. <<
[1476] Los reyes de Persia de la última dinastía descienden de Sheik Sefi, un santo del siglo XIV, y, por él, de Musa Casem, el hijo de Hosein, el hijo de Alí (Oleario, p. 957. Chardin, t. III, p. 288). Pero no puedo marcar los grados intermedios de ninguna línea fabulosa o verdadera. Si eran verdaderamente fatimitas, deberíase derivar su origen de los príncipes de Marendaran, que reinaron en el siglo IX (D’Herbelot, p. 96). <<
[1477] El estado actual de la familia de Mahoma y Alí se halla exactamente descrito por Demetrio Cantemir (Historia del Imperio Otomano, p. 94), y Niebuhr (Description de l’Arabié, pp. 9-16, 317, etc.). Es sensible que el viajero danés no se pudiese procurar las crónicas de Arabia. <<
[1478] Los escritores de la Historia moderna universal (toms. I y II), han compilado, en 850 páginas en folio la vida de Mahoma y los Annales de los califas. Tenían la ventaja de leer, y muchas veces corregir, el texto arábigo; mas, a pesar de sus campanudas alabanzas, no hallo, después de haber terminado mi obra, que me hayan suministrado muchos informes. La insulsa relación se halla animada por ninguna chispa de filosofía o gusto; y los compiladores emplean la crítica del fanatismo contra Boulainvilliers, Sale, Gagnier, y todos los que han hablado de Mahoma haciéndole favor o aun justicia. <<
[1479] Véase la descripción de la ciudad y país de Al Yamaná, en Abulfeda, Descript. Arabiæ, pp. 60, 61. En el siglo XIII, había algunas ruinas y varias palmeras, pero en el siglo actual, el mismo terreno está ocupado por las visiones y arenas de un profeta moderno, cuyos dogmas no son muy conocidos (Niebuhr, Description de l’Arabié, pp. 296-302). <<
[1480] Su primer saludo puede transcribirse; pero no traducirse. Así decía o cantaba Moseilama:
Surge tandem itaque strenue permolenda; nam stratus tibi thorus est.
Aut in propatulo tentorio si velis, aut in abditiore cubiculo si malis;
Aut supinam te humi exporrectam fustigabo, si velis, aut si malis manibus pedibusque nixam.
Aut si velis ejus (Priapi) gemino triente aut si malis totus veniam.
Imo, totus venito, O Apostole Dei, clamabat fœmina. Id ipsum, dicebat
Moseilama, mihi quoque suggessit Deus.
La profetisa Segjá, tras la caída de su amante, volvió a la idolatría, pero bajo el reinado de Muawiya volvió a ser musulmana, y murió en Bassora (Abulfeda, Annales Moslemici,. vers. Reiske, p. 63). <<
[1481] Véase este texto, que demuestra un Dios desde la obra de la generación, en Abulfaragio (Specimen Historiæ Arabum, p. 13 y Dynastías, p. 103) y Abulfeda (Annales Moslemici, p. 63). <<
[1482] Su reinado en Eutiquio, t. II, p. 251, Elmacín, p. 18, Abulfaragio, p. 108, Abulfeda, p. 60, D’Herbelot, p. 58. <<
[1483] Su reinado en Eutiquio, p. 264, Elmacín, p. 24, Abulfaragio, p. 110, Abulfeda, p. 66, D’Herbelot, p. 686. <<
[1484] Su reinado en Eutiquio, p. 323, Elmacín, p. 36, Abulfaragio, p. 115, Abulfeda, p. 75, D’Herbelot, p. 695. <<
[1485] Su reinado en Eutiquio, p. 345. Elmacín, p. 51. Abulfaragio, p. 117. Abulfeda, p. 93. D’Herbelot, p. 89. <<
[1486] Su reinado en Eutiquio, p. 344; Elmacín, p. 51; Abulfaragio, p. 123; Abulfeda, p. 101; D’Herbelot, p. 586. <<
[1487] Sus reinados en Eutiquio, t. II, pp. 360-395. Elmacín, pp. 59-108, Abulfaragio, Dynastías, IX, pp. 124-439. Abulfeda, 111-141, D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 691 y los artículos particulares de los Omíades. <<
[1488] Sobre el siglo VII y VIII no tenemos ningún testigo original de los historiadores bizantinos, excepto las Crónicas de Teófanes (Theophanis Confessoris Chronographia, Gr. et Lat. cum notis Jacobi Goar., París, 1665, en folio) y el Compendio de Nicéforo (Nicephori Patriarchæ C. P. Breviarium Historicum, Gr. et Lat. París, 1648, en folio), que ambos vivieron a principios del siglo IX (véase Hanckius de Scriptor. Byzant. pp. 200-246). Su contemporáneo Focio, no parece más rico. Tras ensalzar el estilo de Nicéforo, añade, Kαὶ ὅλως πολλούς έστι τῶν πρò αὐτοῦ άποκρυπτóμενος τῇδε τῆς ἱστορίας τῇ συγγραφῇ, y sólo se queja de su suma brevedad (Phot. Bibliot. Cod. LXVI, p. 100). Algunas adiciones pueden sacarse de las historias más recientes de Cedreno y Zonaras del siglo XII. <<
[1489] Tabarí o Al Tabarí, Tabaristán, un célebre imán de Bagdad, y la Vida de los árabes, termina su historia general en el año de la Hégira 302 (914 d. C.). A petición de sus amigos, redujo una obra de tres mil pliegos a un número más razonable. Pero su original árabe es conocido únicamente por las tradiciones turcas y persas. La Historia Sarracena de Ebu Amid, o Elmacín, dicen que es un compendio del grande Tabarí (Ockley, Hist. de los Sarracenos, vol. II, prefacio, p. XXXIX y lista de autores, D’Herbelot, pp. 866, 870, 1014). <<
[1490] Además de las listas de autores arregladas por Prideaux (Vida de Mahoma, pp. 179-189), Ockley (al fin de su segundo t.), y Petit de la Croix (Hist. de Gengis Khan, pp. 525-550), hallamos en la Bibliothèque Orientale, Tarikh, un catálogo de doscientas o trescientas historias, o crónicas del Oriente, de las cuales sólo dos o tres son más antiguas que el Tabarí. Una pintura viva de la literatura oriental se halla en Reiske (en su Prodidagmata ad Hagji Chalifæ librum memorialem ad calcem Abulfedæ Syriæ Tabulæ, Lipsiæ, 1776); pero su proyecto y la traducción francesa de Petit de la Croix (Hist. de Gengis Khan, t. I, prefacio, p. XLV) se han desacreditado. <<
[1491] Los historiadores y geógrafos particulares se introducirán a su tiempo. Los cuatro títulos siguientes representan los Annales que me han guiado en esta narración general. 1. Annales Eutychii, Patriarchœ Alexandrini, ab Edwardo Pocockio, Oxon. 1656, 2 vols. en 4°. Una pomposa edición de un autor indiferente, traducida por Pocock para halagar las preocupaciones presbiterianas de su amigo Selden. 2. Historia Saracenica Georgii Elmacini, operâ et studio Thomæ Erpenii, en 4° Lugd. Batavorum, 1625. Se dice que tradujo apresuradamente un manuscrito corrompido, y su versión es muchas veces defectuosa en estilo y sentido. 3. Historia compendiosa Dynastiarum a Gregorio Abulpharagio, interprete Edwardo Pocockio, en 4°, Oxon 1663. Mucho más útil para la historia literaria del Oriente que para la civil. 4. Abulfeda, Annales Moslemici ad ann. Hegirœ CCCVI. a Jo. Jac. Reiske, en 4° Lipsiœ, 1754. Lo mejor de nuestras crónicas, tanto originales como traducciones, pero con todo muy inferiores al nombre de Abulfeda. Sabemos que escribió en Hamá, en el siglo XIV. Los tres primeros eran cristianos de los siglos X, XII y XIII, los dos, naturales de Egipto; un patriarca melchita y un escriba jacobita. <<
[1492] Guignes (Hist. des Huns, t. I, pref. pp. XIX, XX) caracterizó con acierto y sabiduría las dos especies de historiadores árabes: el adusto analista y el orador pomposo y florido. <<
[1493]Bibliothèque Orientale, por D’Herbelot, en folio, París, 1697. Sobre el carácter del respetable autor, consúltese su amigo Thevenot (Voyages du Levant, part. I, cap. I). Su obra es una miscelánea agradable, que debe satisfacer todos los gustos; pero nunca he podido ver el orden alfabético, y le hallo más satisfactorio en la historia persa que en la arábiga. El suplemento reciente de los papeles de los señores Visdelou y Gallan (en folio, La Haya, 1799) son de un estilo muy diferente, una mezcla de cuentos, proverbios, y antigüedades chinas. <<
[1494] Pocock explicará la cronología (Specimen Historiæ Arabum, pp. 66-74) y D’Ativille La geografía (l’Eufrate et le Tigre, p. 125), de los Almondares. El estudiante inglés entendía mejor el árabe que el mufti de Alepo (Ockley, vol. II, p. 34); el geógrafo francés se halla en su centro en todos tiempos y climas del mundo. <<
[1495]Fecit et Chaled plurima in hoc anno prælia, in quibus vicerunt Muslimi, et infidelium immensâ multitudine occisâ spolia infinita et innumera sunt nacti (Hist. Sarracen., p. 20). El analista cristiano introduce la expresión nacional y breve de infieles, y muchas veces adopto (supongo que sin escandalizar) yo el mismo modo característico de expresión. <<
[1496] Anciclo de ciento veinte años, a cuyo fin con un mes intercalado de treinta días suplía nuestro bisiesto, y devolvía su integridad el año solar. En una gran revolución de mil cuatrocientos cuarenta años esta intercalación se movió sucesivamente desde el primero hasta el dozavo mes; pero Hyde y Freret se enredan en una profunda controversia sobre si doce o sólo ocho de estos cambios se verificaron antes de la era de Yezdegerd, que se fijó unánimemente el 16 de junio del 632 d. C. ¡Cuán trabajosamente el espíritu curioso de Europa explora las lobregueces de las antigüedades más remotas! (Hyde, de Religione Persarum, c. 14-18, pp. 181-211. Freret en las Mém. de l’Académie des Inscriptions, t. XVI, pp. 233-267). <<
[1497] Nueve días después de la muerte de Mahoma (7 de junio de 632 d. C.) hallamos la era de Yezdegerd (16 de junio de 632 d. C.) y su accesión no puede posponerse más allá del fin del primer año. Sus predecesores por consiguiente no pudieron resistir a las armas del califa Omar; y dichas fechas inaveriguables destruyen la imaginaria cronología de Abulfaragio. Véase la Hist. de los Sarracenos por Ockley, vol. I, p. 130. <<
[1498] Cadesia, dice el geógrafo nubiano (p. 121) está, in margine solitudinis, 61 leguas [135,5 km] de Bagdad, y dos jornadas de Cufa. Otter (Viaje, t. I, p. 63) calcula 15 leguas [33,3 km], y observa, que el sitio está provisto de agua. <<
[1499]Atrox, contumax, plus semel renovatum, son las expresiones escogidas del traductor de Abulfeda (Reiske, p. 69). <<
[1500] D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, pp. 297, 348. <<
[1501] El lector puede satisfacer su curiosidad sobre Bassora consultando los escritores siguientes: Geografía Nubiense, p. 121; D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 192; D’Anville, L’Euphrate et le Tigre, p. 130, 435, 145; Raynal, Hist. philosophique des deux Indes, t. II, pp. 92-100; Voyages: di Pietro della Valle, t. IV, pp. 370-391; de Tavernier, t. I, pp. 240-247; de Thevenot, t. II, pp. 545-584; D’Otter, t. II, pp. 45-70; de Niebuhr, t. II, pp. 172-199. <<
[1502]Mente VIX potest numerove comprehendi quanta spolia… nostris cesserint. Abulfeda, p. 69. Con todo sospecho, que el número extravagante de Elmacín puede ser, no error del texto, sino de la traducción. Los mejores traductores griegos, por ejemplo, hallo que son muy poco inteligentes en aritmética. <<
[1503] El árbol del alcanfor crece en China y el Japón; pero muchos quintales de las clases inferiores se cambian por una sola libra de la preciosa goma de Borneo y Sumatra (Raynal, Hist. Philosoph. t. I, pp. 362-365. Dictionnaire d’Histoire Naturelle par Bomare. Miller, Diccionario del jardinero). Éstas pueden ser las islas del primer clima de donde importaron los árabes su alcanfor (Geografía Nubiense, pp. 34, 35. D’Herbelot, p. 232). <<
[1504] Véase Gagnier, Vie de Mahomet, t. I, pp. 376, 277. Puedo dar crédito al hecho, sin creer la profecía. <<
[1505] Las ruinas de mayor importancia en Asiria son la torre de Belo, en Babilonia, y la muralla de Cosroes, en Tesifón; fueron visitadas por aquel vano y curioso viajero Pietra della Valle (t. I, pp. 713-718, 731-735). <<
[1506] Consúltese el artículo de Cufa en la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot. pp. 277, 278 y el segundo t. de la Hist. de los Sarracenos de Ockley, particularmente pp. 40 y 153. <<
[1507] Véase el artículo de Nehavend, en D’Herbelot, pp. 667, 668; y Viajes a Turquía y Persia, por Otter, t. I, p. 191. <<
[1508] Con ímpetus de ignorancia y pasmo describe el orador ateniense, las conquistas septentrionales de Alejandro, quien jamás traspasó los linderos del mar Caspio. Άλέξανδρος ἔξω τῇς ἅρκτου καὶ τῆς οἰκουμένης, ὀλίγου δεῖυ, πάσης μεθειστήκει. Æcquines contra Ctesiphontem, t. III, p. 554. edit. Grœc. Orat. Reiske. Aquel pleito memorable se litigó en Atenas, Olymp. CXII. 3 (330 a. C.), por otoño (Taylor, præfat. p. 370, etc.), como un año tras la batalla de Arbela; mientras Alejandro, en el alcance de Darío, iba marchando hacia Hircania y Bactriana. <<
[1509] Debemos esta particularidad curiosa, a las Dinastías de Abulfaragio, p. 116, pero se han excusado el comprobar la identidad de Estachar y Persépolis (D’Herbelot, p. 327) y todavía más ocioso el ir copiando los dibujos y descripciones de Juan Chardin, y Corneille le Bruyu. <<
[1510] Tras la conquista de Persia, añade Teófanes αὑτῷ δέ τῷ χρóνῷ ἐκέλευσεν Oὕμαρος άναγραφὴναι πᾶσαν τὴυ ὑπ’ αὐτòν ơικουμένην. ἐγένετο δέ ἡ ἀναγραθὴ καὶ ἀνθρώπων καὶ κτηνῶν καὶ θυτῶν (Chronograph, p. 288). <<
[1511] En medio de nuestras mezquinas relaciones, no puedo menos de condolerme de que D’Herbelot no haya podido hablar y disputar la traducción persa de Tabarí, realzada, como dice, con varios extractos de los historiadores nativos de los ghebers o magi (Bibliothèque Orientale, p. 1014). <<
[1512] El pormenor más auténtico de ambos ríos, el Sihon (Saxartes) y el Gihon (Oxo) se hallan en el Sherif el Edrisi (Geografía Nubiense, p. 138), Abulfeda (Desc. del Jorasán en Hudson t. III, p. 23). Abulghazi Khan, que reinó en su orilla (Hist. Genealogique de Tatars, pp. 32, 37, 766), y el geógrafo turco, manuscrito en la librería del rey de Francia (Examen Critique des historiens D’Alexandre, pp. 194-360). <<
[1513] Abulfeda describe el territorio de Fergana, pp. 76 y 77. <<
[1514]Eo redegit angustiarum eundem regem exsulem, ut Turcici regis, et Sogdiani, et Sinensis, auxilia missis literis imploraret (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 74). El enlace de la historia persa y china queda despejado por Freret (Mém. de l’Académie, t. XVI, pp. 245-255) y de Guignes (Hist. des Huns, t. I, pp. 52-53) y en cuanto a la geografía de los linderos, t. II, pp. 1-53. <<
[1515]Hist. Sinica, pp. 41-46, en la III parte de las Relaciones curiosas de Thevenot. <<
[1516] He tenido que hermanar las diversas narraciones de Elmacín (Hist. Sarracen., p. 37), Albulfaragio (Dinastías, p. 116), Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 74, 79), y D’Herbelot (p. 485). El final del Yetzegerd, no sólo es fatal sino confuso. <<
[1517] Las dos hijas de Yezdegerd se casaron con Hassan, hijo de Alí y Mohammed, hijo de Abubeker, y el primero tuvo dilatada prosapia. La hija de Firuz paró en esposa del califa Walid, y su hijo Yezid, entroncaba su alcurnia efectiva o mentirosa con Cosroes de Persia, los Césares de Roma, y los Chaganes de turcos y avaros (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, pp. 96, 487). <<
[1518] Se valuó en dos mil piezas de oro, y cupó en galardón a Obeidolah —hijo de Ziyad— nombre luego afamado con la muerte de Osein (Ockley, Hist. de los Sarracenos, vol. II, pp. 142, 143). Su hermana Salem andaba con su esposa, la primera mujer árabe (680 d. C.) que pasó el Oxo, y tomó o robó la corona de perlas de los príncipes sogdianos (pp. 231, 252). <<
[1519] Tradujo Greaves parte de la Geograph. Arab. de Abulfeda concertada en la colección de Hudson, de los geógrafos menores (t. III) e intitulada Descriptio Chorasmiæ et Mawaralnahrœ, id est, regionum extra fluvium Olum, p. 80. El nombre de Transoxiana, de sonido más suave, y equivalente en el sentido, se halla usado adecuadamente por Petit de la Croix (Hist. de Gengis Khan etc.) y en algunos orientalistas modernos; pero se equivocan en apropiarlo a los escritores antiguos. <<
[1520] Elmacín apuntó escasamente las conquistas de Catibah (Hist. Sarracen., p. 84), D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, Catbah, Samarcand Valid) y de Guignes (Hist. des Huns, t. I, pp. 58 y 59). <<
[1521] Se inserta una descripción curiosa de Samarcand en la Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, p. 208 etc. El bibliotecario Casiri (t. II, 9) refiere por testimonio fidedigno, que el papel se trajo por primera vez de la China a Samarcand, A. H. 30 y se inventó, o más bien se introdujo en la Meca, A. H. 88. La biblioteca del Escorial encierra manuscritos de papel de antigüedad del cuarto o quinto siglo de la Hégira. <<
[1522] Al Wakidi compuso una historia peculiar de la conquista de Siria. Era Cadi de Bagdad y nació en 748 d. C.; escribió también la conquista de Egipto, del Diarbekir etc. Se aventaja a las crónicas descarnadas y recientes de los árabes por antiguo y extenso, y sus pormenores y tradiciones muestran un retrato vivo de personas y acciones; pero suele degenerar en frívolo, inverosímil y escaso. Hasta tanto que asome descubrimiento más aventajado, su docto y brioso intérprete (Ockley en su Hist. de los Sarracenos, t. I, pp. 21 y 342) no merece el desentonado asalto de Reiske (Prodidagmata ad Magji Chalifae Tabulas, p. 236). Me desconsuela el que los afanes de Ockley viniesen a redondearse en una cárcel (véanse entrambos prólogos al I tomo, 1708 d. C., al 2°, 1718 d. C., con la lista de sus autores al fin). <<
[1523] Las instrucciones etc. de la guerra siria, se hallan en Al Wakidi y Ockley, t. I, pp. 22-27, etc. En adelante hay que compendiar, y excusar las citas, para autorizar los pormenores, pues se expresarán cuantas especies deba a los demás. <<
[1524] A pesar de este precepto, M. Pauw (Recherches sur les Egyptiens, t. II, p. 192, el de Laussane, retrata a los beduinos como enemigos implacables de los monjes cristianos; yo malicio más bien la codicia arábiga que las preocupaciones del filósofo alemán. <<
[1525] Aun en el siglo VII, solían ser legos los monjes, pues usaban el pelo largo, y sólo se afeitaban la cabeza al ordenarse. La tonsura circular era sagrada y misteriosa, siendo la corona de espinas; pero también era una diadema regia, y todo clérigo venía a ser un rey etc. (Thomassin, Discipline de l’Église, t. I, pp. 721-758, y en especial en las 37 y 38). <<
[1526]Huic Arabia est conserta, ex alio latere Nabathæis contigua; opima varietate commerciorum castrisque oppleta validis et castellis, quæ ad repellendos gentium vicinarum excursus, solicitudo pervigil veterum per opportunos saltus erexit et cautos. Ammian. Marcellin. XIV, 8. Reland, Palestin. t. I, pp. 85, 86. <<
[1527] Al par de Gerasia y Filadelfia, celebra Amiano las fortificaciones de Bosra, firmitate cautissimas. El mismo encomio merecían en tiempo de Abulfeda (Syriæ Tabulæ, p. 99), quien describe aquella ciudad, la metrópoli de Hawran (Aurantia) a cuatro jornadas de Damasco. Reland enseña su etimología hebrea; Palestin. t. II, p. 666. <<
[1528] Apóstol del desierto, y un ejército se requirió para aprontar aquel equivalente del agua (Alcorán, c. III, p. 66, c. V, p. 83); pero los moralistas árabes y persas, han recargado aquel permiso con mil nimiedades y escrupulillos (Reland, de Religione Mohamomedica, l. I, pp. 82 y 83, Chardin, Viajes a Persia, t. IV). <<
[1529]Suenan las campanas!, Ockley, t. I, p. 38; pero temo que en realidad quepa esta explicación en el texto de Al Wakidi ni en la práctica de los tiempos. Ad Graecos, dice el docto Ducange (Glossar. med. et infina. Grœcitat. t. I, p. 774) campanarum usus serius transit et etiamnum rarissimus est. El ejemplar más antiguo que he podido hallar en los escritores bizantinos es del año 1040; mas pretenden los venecianos, que introdujeron campanas en Constantinopla por el siglo IX. <<
[1530] Sherif el Edrisi describe anchurosamente a Damasco (Geografía Nubiense, pp. 116, 117) y su traductor, Sionita (Appendix, c. 4); Abulfeda (Syriæ Tabulæ, p. 100); Schultens (Index Geograph. ad Vita Saladin); D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, p. 291); Thevenot (Voyages du Levant, part. I, pp. 688-698); Maundrell (Journey from Aleppo to Jerusalem, pp. 122-130); y Pocock (Description of the East, vol. II, pp. 117-127). <<
[1531]Nobilissima civitas, dice Justin. Según las tradiciones orientales, era anterior a Abraham y a Semiramis. Joseph. Antiquitat. Italiæ Medii Ævi. lib. I, c. 6-7, pp. 24 y 29, edición de Havercamp. Justin. XXXVI, 2. <<
[1532] ῎Eδει γὰρ, οἶμαι, τὴν Διὸς πòλιν άληθῶς, καὶ τóν τής ̒Eώας ἁπἀσης ὀφθαλμóν, τὴν ἱεράν καἱ μεγίστην ∆άμασνον λέγω, τοὶς τε ἂλλοις αύμπασιν, οἶον ἰερῶν κάλλει, καὶ νεῶν μεγέθει, καὶ ὡρῶν εὐκαιρίᾳ, καὶ πηγῶν άγλἀια, καὶ ποταμῶν πλήθει, καὶ γῆς εὐφορὶᾳ νικῶσαν, etc. Julian. epíst. XXIV, p. 392. Los higos de Damasco son los acarreadores de adjetivos tan grandiosos, enviando el autor un ciento a su amigo Serapis; y Petavio, Spanhein, etc. (pp. 390-396), introducen aquel tema de retórica, entre las cartas legítimas de Juliano. ¿Cómo les cupo desatender, que el escritor es un damasceno (afirma hasta tres veces que aquel higo especialísimo tan sólo se cría παῤ ἡμῖν, ciudad por donde jamás asomó Juliano? <<
[1533] Voltaire oteando aguda y despejadamente el campo de la historia, se queda absorto con el parangón de los primeros musulmanes y los héroes de la Ilíada; el sitio de Troya y el de Damasco (Hist. General. t. I, p. 348). <<
[1534] Palabras del texto idéntico del Alcorán c. IX, p. 32, c. LXI, p. 8. Al par de nuestros fanáticos del siglo anterior, los musulmanes: con todo trance vulgar o grandioso entonaban el habla de la escritura, lenguaje más obvio para ellos, que los modismos hebreos trasladados al clima y dialecto británico. <<
[1535] Desconocido es el nombre Berdan para Teófanes; y aunque pudiera pertenecer a un caudillo armenio, no tiene asomo de griego en la traza el sonido. Si los historiadores bizantinos suelen descuartizar los nombres orientales, los árabes, en este caso, se desquitan ampliamente de sus enemigos. Trasponiendo las letras griegas de la derecha a la izquierda ¿no les pudiera resaltar de la denominación familiar de Andrew, una especie de anagrama como Milán? <<
[1536] Creyeron por vanidad los árabes, que Tomás era yerno del emperador. Sabemos los hijos de Heraclio por entrambas esposas, y su augusta hija no iría a desposarse y desterrarse en Damasco (véase Vocange, Fam. Byzant., pp. 118, 119). Si fuera menos devoto, le maliciaría tal vez la bastardía de la dama. <<
[1537] Ockley (p. 101) dice por Al Wakidi, con flechas envenenadas, pero este invento irracional es tan ajeno a griegos y romanos, que no puedo menos de tachar la credulidad malvada de los sarracenos, en este particular. <<
[1538] Ciñe Abulfeda a setenta días el sitio de Damasco (Annales Moslemici, p. 67 vers. de Reiske); pero Elmacín, quien se hace cargo de la cita, dilata el plazo, hasta seis meses, y apunta el uso de las balistas por los sitiadores (Hist. Sarracen., pp. 25-32). Pero aun el ensanche de la temporada no alcanza a cuajar el intermedio de la batalla de Aizmadín (julio de 633 d. C.) y la sucesión de Omar (24 de julio de 634 d. C.), en cuyo reinado se coloca generalmente aquella conquista (Al Wakidi apud Ockley. vol. I, p. 115, Abulfaragio, Dinastías, p. 112, vers. Pocock. Quizás, como en la guerra troyana, intermediaban desvíos y correrías, hasta los últimos setenta días del año. <<
[1539] Se echa de ver en Abulfeda (p. 125) y Elmacín (p. 32) que esta separación de las dos porciones de Damasco, sonó antes sin tenerla presente todos los soberanos musulmanes. Véase igualmente Eutiquio (Annales, t. II, pp. 379, 380, 381). <<
[1540] Sobre la suerte de aquellos amantes llamándolos Focis y Eudoxia, fundó M. Hughes su tragedia popularísima del sitio de Damasco, que atesora el escaso realce en otros, de hermanar la historia con la naturaleza, las costumbres contemporáneas con arranques entrañables. Los necios escrupulillos de los comediantes le previenen a apocar el desenfreno del héroe y la desesperación de la heroína. En vez de ruin renegado, sirve Focis a los árabes, como aliado pundonoroso; en vez de facilitar su alcance, se arroja al auxilio de sus paisanos, y después de matar a Caled y Derar, queda él mortalmente herido, y expira en presencia de Eudoxia, quien aclama su resolución de hacerse monja en Constantinopla: catástrofe en verdad harto helada. <<
[1541] Subsisten decaidísimas las ciudades de Gabala y Laodicea, por donde pasaron de largo los árabes (Maundrell, pp. 11 y 12; Pocock t. II, p. 13). Si los cristianos sortean el alcance, pasan el Orontes por algún puente, a pocas leguas de Antioquía y el mar, y luego entran por Alejandría en la carretera de Constantinopla, los itinerarios patentizan los caminos y sus entronques y distancias (pp. 146, 148, 581, 582, edit. Wesseling). <<
[1542]Dair Abil Kodos. Cercenando la última voz, sagrado, estoy viendo el Abila y Lysanias, entre Damasco y Heliópolis: el nombre Abil significa viñedo, concuerda con la situación y corrobora mi conjetura (Reland, Palestin., t. I, p. 317, t. II, pp. 525, 527). <<
[1543] Tengo más arrojo que M. Ockley (t. I, p. 164) insertando en mi texto la expresión figurada, aunque advierte al margen que los árabes suelen establecer símiles con su útil y familiar animal; como los lapones con sus renos. <<
Suena el tecbir, el ínclito alarido
Del árabe que el cielo en coro amaga,
Sediento de la sangre del vencido.
Aquel vocablo tan formidable en sus guerras santas (según Ockley en su índice) es un verbo activo de la segunda conjugación, de Kabbara que significa el estribillo Allá Akbar, Dios es poderosísimo. <<
[1545] La parte más auténtica e interesante de la Geografía de Abulfeda es la descripción de su patria la Siria. Publicose toda en latín y en arábigo, Leipzig, 1766, en 4°, con eruditas notas de Kochler y Reiske, y algunos extractos de la geografía e historia natural de Ibn Al Wardii. Entre los viajes modernos, el de Pocock a levante (el de Siria y Mesopotamia, vol. II, pp. 88, 209) es obra de recóndita sabiduría y gravedad; pero suele el autor equivocar lo leído con lo visto. <<
[1546] Fundadas son las alabanzas del gallardo Dionisio Kαὶ τὴν μέν (Siria) πολλοί τε καὶ ὄλβιοι ἂνδρες ἔχουσιν (en Perigenesi, v. 902, t. IV. Geograph. Minor. de Hudson). En otro lugar apellida el πολὺπτολι αἶαν (vol. 898), luego añade:
Пᾶσα δέ τοι λιπαρή τε καὶ εὔβοτος ἔπλετο χώρη,
Μῆλά τε φερβέμεναι καἱ δένδρεσι καρπòν άέξειν.
v. 921, 922.
Este geógrafo poético vivía en tiempo de Augusto, y su descripción del mundo va ilustrada con el comentario griego de Eustatio, quien tributó el mismo obsequio a Romero y a Dionisio (Fabricio, Bibliot. Grœc, l. IV, en un t. p. 21, etc. <<
[1547] Queda primorosamente descrita la topografía del Líbano y Anti-Líbano por la erudición y la cordura de Reland (Palestin. t. I, pp. 311-326). <<
–Emesæ fastigia celsa renident.
Nam diffusa solo latus explicat; ac subit auras
Turribus in cœlum nitentibus: incola
claris Cor studiis acuit…
Denique flammicomo devoti pectora soli
Vitam agitant: Libanus frondosa cacumina turget.
Et tamen his celsi certant fastigia templi.
Faltan estos versos de la traducción latina de Rufo Avieno, en el original griego de Dionisio, y puesto que tampoco los menciona Eustatio, tengo que apropiarlos más bien a la imaginativa, que al manuscrito de Avieno. Así opina Fabricio, contra Selmasio (Biblioth. Latina p. 153, edit. de Ernesti) Salm. ad Vobiscum, pp. 366, 367 en Hist. Augusto. <<
[1549] Quedo más pagado con el tomito en octavo de Maundrell (Viaje, pp. 134-153) que con grandioso en folio del dr. Pocock (Description of the East, vol. II, pp. 106-113); pero ya todas las noticias anteriores quedan deslucidas con la gran descripción y dibujos magníficos de los señores Dawkins y Wood, que han venido e traer las ruinas de Palmira y Balbec a Inglaterra. <<
[1550] Explican los orientales el portento con un arbitrio siempre certero; pues acudieron brujas y duendes a encumbrar los edificios de Balbec (Hist. de Timor Bec, t. III, lib. V, c. 23, pp. 311, 312, Voyage de Otter, t. I, p. 83. Con menos desbarro, pero con igual ignorancia, los atribuyen a los Sabeos o Aadites Non sunt in omni Syria ædificia magnificentiora his (Tabulæ Syriæ, p. 103). <<
[1551] Tengo leído en Tácito o en Grocio, Subjectos habent tamquam suos, viles tamquam alienos. Oficiales griegos violentaron a la esposa y mataron la prole de sus patrones, y Manuel se sonrió al oír la queja de los interesados. <<
[1552] Véase Reland, Palestin., t. I, pp. 272, 283, t. II, pp. 773, 775. Aquel sabio catedrático era de todo desempeño para el intento de retratar la Tierra Santa, como amaestrado al par en las literaturas griega, latina, hebrea y arábiga. Apuntan el Yermuk o el Hieromax, celarse (Geograf. Ant. t. II, p. 393) y D’Anville (Géographie Ancienne, t. II, p. 185) los árabes, y aun el mismo Abulfeda, no se muestran enterados del paraje de su victoria. <<
[1553] Eran aquellos mayores de la tribu de los hamyarites, quienes entroncaban su origen con los antiguos amalecitas. Cabalgaban también sus mujeres, y peleaban como las amazonas (Ockley, vol. I, p. 67). <<
[1554] Hemos venido a matar, dice Abu Obeidah, al califa, hasta ciento cincuenta mil, y cogido cuarenta mil prisioneros (Ockley, t. I. p. 941). Como no tildo su veracidad, ni tampoco creo su cómputo, malicio que los historiadores arábigos solían tomar a su cargo el componer las arengas y escribir las cartas o partes de sus caudillos. <<
[1555] Teófanes después de estar deplorando los pecados de los cristianos, añade (Chronograph. p. 276) άνέστη ὁ έρημικòω [έρημ ικώτατος Aμαλὴκ τύπτων ὴμᾶς τòν λαòν τοῦ Χριστοῦ, καἰ γίνεται πρώτῇ φορᾷ πτῶσις τοῦ ‘Pωμάἰκοῦ στρατοῦ ὴ κατά τò І’αβθἁν [І’αβιθᾶ] λέγω (¿tal vez significa Aiznadin?) καὶ ’Ιερμουχὰν, καὶ τὴν ἂθεσμον αἱματοχυσίαν. Confuso y brevísimo es su pormenor; pero culpa el número de los enemigos, el viento contrapuesto, la densa polvareda y hablando de los romanos, dice μὴ δυνηθέντες (los romanos) άντιπροσωπῆσαι [άντωπῆσι] ἐχθροῖς διά τóν κονιορτóΰἡττῶνται· καὶ έαυτοὑς βάλλοντες έις τὰς στενòδους τοῦ ’Iερμοχθοῦ Ποταμοῦ έκεῖ άπώλοντο ἄρδην (Chronograph, p. 280). <<
[1556] Véase Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 70 y 71) que va compilando las endechas, o quejas poéticas del mismo Jabalah y algunos arranques panegíricos del poeta arábigo, a quien el caudillo de Gassan envió de Constantinopla, un regalo de quinientas piezas de oro, por mano del embajador de Omar. <<
[1557] En cuanto al nombre de la ciudad, el profano arrolló al sagrado; sonaba Jerusalén, para los rezadores cristianos (Euseb. de Martir. Palest. c. XI), pero la denominación popular y legal de Ælia (colonia de Elio Adriano) trascendió de los romanos a los árabes (Reland, Palestin. t. I, p. 207, t. II, p. 835, D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, Cods, p. 269. Ilia, p. 420). El adjetivo Al Cods, la santa, se usa como apelativo de Jerusalén. <<
[1558] El extraño viaje y tren de Omar, se hallan descritos (además de Ockley, t. I, p. 250) en Murtadi (Maravillas del Egipto, pp. 200-202). <<
[1559] Blasonan los árabes de una profecía antigua conservada en Jerusalén, expresando nombre, religión y persona de Omar, el conquistador venidero; y aun se dice, que con tales mañuelas amansaron los judíos a sus dueños altivos y advenedizos, Ciro y Alejandro (Joseph Antiquit. Judai. l. XI, cap. 1, 8, pp. 447, 579-582). <<
[1560] Tὸ βδέλυγμα τῆς ἐρημώσεως τὸ ῥηθὲν διά Δανιήλ τοῦ προφήτου έστώς ἐν τόπῳ άγίῳ, Theophanis Confessoris Chronographia. p. 281. La predicción, después de servir para Antíoco y los romanos, se rehizo para el trance actual, por la discreción de Sofrónimo, uno de los teólogos más esforzados de la contienda monotelita. <<
[1561] Según el tanteo esmerado de D’Anville (Disertac. sobre la Antigua Jerusalén, pp. 42-54), la mezquita de Omar, engrandecida y hermoseada por los califas siguientes, vino a cuajar el idiótico solar del templo antiguo πάλαιον τοῦ μεγάλου νάου δάπεδον, dice Focas) con doscientas quince toesas de largo y ciento setenta de ancho. Expresa el geógrafo nubio, que el grandioso edificio tan sólo cedía en extensión a la gran mezquita de Córdoba (p. 113) cuyo estado actual ha dibujado primorosamente M. Swinburne (Travels into Spain, pp. 296-302). <<
[1562] Entre las muchas Tarikes arábigas, o crónicas de Jerusalén (D’Herbelot, p. 867) halló Ockley una entre los manuscritos de Pocock en Oxford (vol. I, p. 257), del cual se valió para suplir los claros de Al Wakidi. <<
[1563] El historiador persa de Timur (t. III, l. V, cap. 21, p. 300) va describiendo el castillo de Alepo, como fundado sobre un peñasco de cien codos de altura; prueba, dice el traductor franco, de que jamás había llegado a verle. Se halla ahora en medio de la ciudad, de poquísima fortaleza, con una sola puerta y un circuito como de quinientos a seiscientos pasos, y con un foso lleno a medias de agua estancada (Viajes de Tavernier, t. I, p. 149. Pocock, vol. II, part. I, p. 150). Despreciables se hacen las fortalezas de levante para toda vista europea. <<
[1564] Es de trascendencia la fecha de la conquista de Antioquía por los árabes, pues cotejando los años del mundo, en la Cronografía de Teófanes, con los años de la Hégira en la Historia de Elmacín, podemos apurar, que se tomó, entre el 23 de enero y 1 de setiembre del año de Jesucristo 638 (Pagi, Crítica, en Baronio, Annal. Eccles., t. II, pp. 812-813). Al Wakidi (Ockley, vol. I, p. 314) fija este acontecimiento en el jueves 21 de agosto, fecha desatinada, porque la Pascua cayó en aquel año en el 6 de abril, y el 21 de agosto fue un viernes (véanse las Tablas en el Arte de comprobar Fechas). <<
[1565] Su edicto favorable, que
inclinó al vecindario agradecido a sentar por era perpetua la
victoria de Farsalia, consta ἐν Aντιοχεία τῇ μητροπóλει, ‛ιερᾷ καί άσὐλῳ
καὶ αὐτονòμῳ καὶ άτχούσῃ καί προκαθεμένῃ τῆς άνατολ της. Juan
Malala, en Chronic. p. 91, edit. Venet. Hay que ir
entresacando sus hechos auténticos de ciertas interioridades por la
maleza de su ignorancia en la historia general. <<
[1566] Véase Ockley (vol. I, pp. 308-312), quien se ríe de las creederas de su autor. Al despedirse Heraclio de Siria, Vale Syria et ultimum vale, profetizó que nunca los romanos asomarían por la provincia, hasta el nacimiento de un niño infausto, el azote venidero del Imperio. Abulfeda, p. 68. Me quedo en ayunas acerca del contenido o de la variedad mística de aquella predicción. <<
[1567] En medio de la cronología a tientas de aquella temporada, me voy ateniendo por norte a los apuntes auténticos (en el libro de ceremonias de Constantino Porfirogénito), por donde consta, que a 4 de junio de 638 d. C., coronó el emperador a su hijo menor Heraclio, en presencia del mayor Constantino; a 1 de enero de 639 d. C., visitando la procesión regia, la iglesia mayor, y en 4 del mismo mes el hipódromo. <<
[1568] Sesenta y cinco años antes de Cristo, Syria Pontusque Cn. Pompeii virtutis monumenta sunt (Vell. Paterculo, II, 38), o más bien de sus medios y poderío; empadronó la Siria como provincia romana, y los últimos Seleucides quedaron imposibilitados de blandir un estoque en defensa de su patrimonio (Véase el texto original, arreglado por Usher, Annales, p. 420). <<
[1569] Abulfeda (Annales Moslemici, p. 73). Pudo Mahoma variar estudiadamente las alabanzas de sus discípulos. Solía decir de Omar, que si cupiera asomar algún otro profeta tras él, sería Omar, y que en una plaga general, exceptuaría la justicia divina a la persona de Omar (Ockley vol. I, p. 220). <<
[1570] Había escrito igualmente Al Wakidi una historia del Diarbekir, o Mesopotamia (Ockley, al fin del II vol), no vista, al parecer, por nuestros intérpretes. La Crónica de Dionisio de Telmar, el patriarca jacobita, apunta la toma de Edesa, al 637 d. C., y de Dara 641 d. C. (Asseman, Bibliothèque Orientale, t. II, p. 103); y con algun ahínco se van respigando especies dudosas de la Cronografía de Teófanes (pp. 285-287). Las más de las ciudades de Mesopotamia se fueron rindiendo (Abulfaragio, p. 112). <<
[1571] Soñó que se hallaba en Tesalónica, visión harto inocente y santa; pero su adivino o su cobardía, entendió el agüero positivo de un descalabro enmarañado en aquellas infaustas voces de θέςάλλῷ νίκην, Franquea a otro la victoria (Theophan., p. 286; Zonaras, t. II, l. XIV, p. 88). <<
[1572] Cuantos lances o hechos se refieren a la isla, la ciudad y coloso de Rodas, se han entresacado del afanoso tratado de Meursio, quien ha dedicado el propio tesón a las dos islas grandiosas de Creta o Candía y Chipre. Véase en el t. III de su obra Rhodus de Meursio (l. I, c. 15, pp. 315-319). Los escritores bizantinos, Teófanes y Constantino, con su ignorancia han dilatado el plazo hasta mil trescientos sesenta años, y reparten ridículamente el peso entre treinta mil camellos. <<
[1573]Centum colossi alium nobilitaturi locum, dice Plinio, con su brío acostumbrado. Hist. Natur., XXXIV, 18. <<
[1574] Así consta el lance por una anciana animosa que lo echó en cara al califa y a su amigo. Estimuláronla el silencio de Amrú y la marcialidad de Muawiya (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 111). <<
[1575] Gagnier, Vie de Mahomet, t. II, p. 46, etc. quien va citando la Historia Abisinia, o sea novela de Abdel Balcides. Pero cabe el hecho de la embajada y embajador. <<
[1576] Se conserva el dicho en Pocock (Not. ad. C.rmen Tograi, p. 184), y fundadamente celebrado por Harris (Arreglos filosóficos, p. 350). <<
[1577] En cuanto a la vida e índole de Amrú, véase Ockley (Hist. de los Sarracenos, vol. I, p. 28, etc. hacia el fin del tomo; vol. II, p. 52, etc.) y Otter (Mem. de l’Académie des Inscriptions, t. XXI, pp. 131, 132). Los lectores de Tácito pueden ir comparando a Vespasiano y Muciano con Muawiya y Amrú. Mas el parangón debe cifrarse más bien por la situación, que bajo el concepto de sus respectivas índoles. <<
[1578] Tenía igualmente compuesta una historia separada de la conquista de Egipto, el mismo Al Wakidi, pero M. Ockley no se la pudo agenciar (vol. I, pp. 344-362) sin que sus pesquisas aparezcan certeras, más que por el texto original de Eutiquio (Annales, t. II, pp. 296-323, vers de Pocock), el patriarca melquita de Alejandría, quien vivió tres siglos después de la revolución. <<
[1579] Estrabon, esmerado observador, dice de Heliópolis νυνὶ μἐν οὕν ἐστὶ πανἐρημος ὴ πολις (Geograph. l. XVII, p. 1158); pero en cuanto a Memfis manifiesta πολις δ εστὶ μεγαλή τε καὶ εὕανδρος, δευτέρα ’Aλεξένδρειαν (p. 1161); apunta, sin embargo, la mezcla del vecindario, y lo ruinoso de sus palacios. En el mismo Egipto, cuenta Amiano a Memfis entre las cuatro ciudades, maximis urbibus quibus provincia nitet (XXII, p. 16); y descuella el nombre de Memfis, en el Itinerario Romano, y las listas episcopales. <<
[1580] Estos hechos extraños y curiosos, la anchura (2946 pies), y el puente sobre el Nilo, asoman únicamente en el viajero dinamarqués y el geográfo nubiense (p. 98). <<
[1581] Empieza el Nilo a hincharse imperceptiblemente desde el mes de abril; la subida se patentiza y retumba en la lunación posterior al solsticio de estío (Plinio, Hist. Natur., v. 10), y regularmente se pregunta en el Cairo el día de san Pedro (29 de junio). El registro comparativo de treinta años señala lo sumo de la avenida entre 25 de julio y 18 de agosto (Maillet, Descripción del Egipto, carta XI, p. 67, etc. Description of the East, por Pocock, vol. I, p. 200, Viajes de Shaw, p. 383). <<
[1582] Murtadi, Maravillas del Egipto, 243-249. Se explaya y desmenuza el cuento con el afán y la nimiedad de un patricio y un devoto, y sus tradiciones solariegas tienen un baño de veracidad y esmero. <<
[1583] D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 233. <<
[1584] El solar del Nuevo y el Antiguo Cairo es muy conocido, como tantísimas veces descrito. Dos escritores, enterados por átomos en el Egipto moderno y antiguo, han colocado, tras ahincadas pesquisas, la ciudad de Memfis en Gized, contrapuesto al Cairo antiguo (Sicard, Nuevas Memorias de las Misiones de Levante, t. VI, pp. 5-6. Schaw, Observaciones y Viajes, pp. 296-304). No hay tampoco que desatender la autoridad y argumentos de Pocock (vol. I, pp. 25-41), Niebuhr (Viaje, t. I, pp. 77-106), y sobre todo de D’Anville (Description de l’Égypte, pp. 111, 112, 130-149), quien ha desviado a Memfis hacia la aldea de Mohanna, tal cual legüilla más adelante por el Sur. Los disputantes acalorados no han tenido presente el solar anchuroso de una capital que abarca gran parte del territorio, y viene a zanjar la contienda. <<
[1585] Véase Herodoto. l. III, c. 27, 28 y 29. Ælian. Var. Hist., lib. IV, c. 8. Suidas en Ωχος, t. II, p. 774. Diodor. Sicul. t. II, l. XVIII, p. 197, edit Wesseling. Tῶν Περσῶν ἠσεβηκòτων εἱς τά ’ιερα, dice el postrero de estos historiadores. <<
[1586] Mokawkas envió al profeta dos señoritas Coptas, con dos sirvientas y un eunuco, una vasija de alabastro, una barra de oro purísimo, aceite, miel, lienzos blancos y exquisitos de Egipto, con un caballo, una mula y un asno, apellidados según sus respectivos primores. Salió la embajada de Mahoma de Medina, el año séptimo de la Hégira (628 d. C.). Véase Gagnier (Vie de Mahomet, t. II, pp. 255, 256-303), de Al Jannabi. <<
[1587] La prefectura y el desempeño de la guerra, se habían confiado por Heraclio al patriarca Ciro (Theoph., pp. 280-281). ¿En España —preguntó Jaime II— consultáis con los sacerdotes? «Así lo hacemos —contestó el embajador—, y así no se malogran nuestros intentos». No alcanzamos a desentrañar los planes de Ciro, de pagar tributo, sin menoscabo de las rentas, ni de convertir a Omar por su desposorio con la hija del emperador (Nicephor. Breviar., pp. 17-18). <<
[1588] Véase la vida de Benjamín, en Renaudot (Hist. Patriarch. Alexand., pp. 156-172), quien ha realzado la conquista de Egipto con algunos hechos, del texto arábigo de Severo el jacobita historiador. <<
[1589] Queda el solar efectivo de Alejandría cabalmente despejado por el sumo geógrafo D’Anville (Mém. sur l’Égypte, pp. 52-63); mas podemos acudir a la vista de los viajeros modernos, con especialidad de Thevenot, Voyages du Levant, part. I, pp. 381-395), Pocock (vol. I, pp. 2-13) y Niebuhr (Voyage en Arabie, t. I, pp. 34-43). De los dos competidores modernos, Savary y Volney, el uno puede entretener, pero el otro consigue instruir. <<
[1590] Así Eutiquio (Annales, t. II, p. 319) y Elmacín (Hist. Sarracen., p. 28) se conforman en fijar la toma de Alejandría en un viernes del novilunio de Moharram, del año 20 de la Hégira (22 de diciembre de 640 d. C.). Cejando con los catorce meses empleados en el sitio de Alejandría, siete en el de Babilonia, etc., vino Amrú a invadir el Egipto a fines del año 638; pero consta que se internó en el país el 12 de Bayni, 6 de junio (Murtadí, Maravillas del Egipto, p. 164; Severo, en Renaudot, p. 162). El sarraceno y luego Luis IX de Francia, hicieron alto en Pelusio o Damieta, durante la inundación del Nilo. <<
[1591] Eutiquio, Annales, t. II, pp. 316, 319. <<
[1592] En medio de inconsecuencias entre Teófanes y Cedreno, el esmero de Pagi (Crítica, t. II, p. 824) ha venido a entresacar de Nicéforo y el Cronicon Orientale la fecha verdadera de la muerte de Heraclio; 11 de febrero de 641 d. C., cincuenta días después de la pérdida de Alejandría, bastando la cuarta parte de aquel tiempo para llegarle la noticia. <<
[1593] Quedan varios tratados de aquel laboriosísimo φιλòπονος mas para los lectores de ahora, lo impreso y lo inédito merecen el idéntico predicamento. Moisés y Aristóteles son los ídolos de sus comentarios, uno de los cuales asoma fecha allá en el 10 de mayo de 617 d. C. (Fabricio, Bibliot. Grœc, t. IX, pp. 458-468). Un moderno (Juan Le Clerc), que alguna vez se apellidó también así, era igual al antiguo Filopono en despachaderas y muy superior en tino y conocimientos verdaderos. <<
[1594] Abulfaragio, Dinastías, p. 114, vers. Pocock. Audi quid factam sit et mirare. Sería interminable el ir contando los modernos que se han pasmado y creído; pero descuella en racionalidad el escéptico Renaudot (Hist. Patriarch. Alexand., p. 170): historia… habet aliquid άπιστον ut Arabibus familiare est. <<
[1595] Este lance curioso no aparece en los Annales de Eutiquio, ni en la Historia Sarracena de Elmacín. El silencio de Abulfeda, Mustadi y un sinnúmero de musulmanes se hace menos concluyente, por su ignorancia de la literatura cristiana. <<
[1596] Véase Reland, de Jure Militari Mohammedanorum, en su tercer tomo de Disertaciones, p. 37. El motivo para no quemar las obras religiosas de judíos y cristianos se cifra en el acatamiento que profesan al nombre de Dios. <<
[1597] Consúltense las colecciones de Frenshemio (Supplem. Livian., c. 12, 43). y Usker (Annales, p. 469). El mismo Tito Livio apellidó la biblioteca alejandrina, elegantiæ regum curæue egregium opus; elogio culto por el cual Séneca, con su extraño estoicismo, lo tilda bachilleramente (de Tranquil. Animi, c. 9), cuya sabiduría en este caso para en disparate. <<
[1598] Véase esta Historia, t. III, p. 85. <<
[1599] Aulo Gelio (Nottes Atticæ, VI, 17), Amiano Marcelino (XXII, 16) y Orosio (l. VI, c. 15). Todos ellos hablan en pretérito, y las palabras de Amiano son vehementísimas: fuerunt Bibliothecæ innumerabiles [inæstimabiles]; et loquitur monumentorum veterum concinens fides, etc. <<
[1600] Responde Renaudot por versiones de la Biblia, Exaplo, Catenœ Patrum, Comentarios, etc. (p. 170). Nuestro manuscrito Alejandrino, si no vino de Constantinopla sino del Monte Athos (Wetstein, Prolog. al N. T. p. 8, etc.), pudo estar entre ellos. <<
[1601] He solido recrearme con un capítulo de Quintil (Institut. Orator. X), donde al principio aquel crítico atinado va justipreciando el catálago de los autores clásicos griegos y latinos. <<
[1602] Como Galeno, Plinio, Aristóteles, etc. Sobre este particular Woton (Reflexions on ancient and modern Learning, pp. 85-95), arguye atinadamente contra los disparos extrañísimos del señor Guillermo Temple. El menosprecio de los griegos para con toda ciencia barbárica, apenas admitiría los libros indios y etiópicos en la biblioteca alejandrina; y no consta que la literatura haya padecido gran quebranto por aquel malogro. <<
[1603] Las noticias curiosas y auténticas de Murtadi (pp. 284-289), no cupieron a Ockley, ni a los presumidos hacinadores de la Historia Universal Moderna. <<
[1604] Eutiquio, Annales, t. II, p. 320. Elmacín, Hist. Sarracen., p. 35. <<
[1605] Sobre estos confusos en Annales, puede el lector acudir a D’Anville (Mém. sur l’Égypte, p. 108, etc.), y unas conclusiones eruditas defendidas en Estrasburgo el año 1770 (Jungendorum marium fluviorumque molimina, p. 39, etc.). Y hasta los aletargados turcos han ventilado el intento antiguo de la unión de ambos mares (Memorias del Baron de Tott, t. IV). <<
[1606] Un tomito des Merveilles etc. de l’Egypte, compuesto en el siglo XIII por Murtadi del Cairo, y traducido de un manuscrito arábigo del Cardenal Mazarin, se publicó por Pedro Vatier, París 1666. Las antigüedades de Egipto van a bulto y a lo devoto; pero el escritor merece crédito y aprecio por la razón que trae de la conquista y geografía de su país nativo (véase la correspondencia de Amrú y Omar, pp. 273-289). <<
[1607] El cónsul Maillet, en veinte años de residencia en el Cairo, estuvo contemplando el vaivén teatral del Nilo (Carta II, especialmente, pp. 70 y 75); la fertilidad del terreno (carta IX), la vista poética de Gray, había mirado, desde un colegio de Cambridge, los mismos objetos con mayor ahínco:
Arde el clima y se tiende el fértil Nilo,
Abarcando, cual piélago tranquilo,
La ribera, se afana y se recrea
Y alfombra luego de verdor inmenso,
Al fausto móvil de su influjo intenso
La sementera espléndida campea.
En tanto la atezada muchedumbre
En las leves barquillas que alfarea
De firme arcilla, a su jovial costumbre,
Boga, va y viene, y sin cesar vocea
Mientras acá y allá la ciudad bella
Con su esplendor magnífico descuella, etc.
(Obras de Mason y Memorias de Gray, pp. 190 y 200). <<
[1608] Murtadi, pp. 164-167. No se avendrá el lector a creer un sacrificio humano bajo los emperadores cristianos, ni un milagro de los sucesores de Mahoma. <<
[1609] Maillet, Descripción del Egipto, p. 22, menciona el número, según el concepto general, y añade que, por lo más, cada aldea o pueblo contiene de dos a tres mil personas, y que a trechos hay vecindarios más crecidos que los de nuestras ciudades populosas. <<
[1610] Eutyquio, Annales, t. II, pp. 308, 311. Se suman los veinte millones con los datos siguientes: la duodécima parte de sesenta años para arriba, un tercio de menos de dieciséis, la proporción de varones y hembras de dieciséis a diecisiete; (Investigaciones sobre la población de Francia, pp. 71, 72. El presidente Gognet, Origen de las artes, etc. (t. III, p. 26, etc.) cuenta hasta veintisiete millones en el antiguo Egipto, por cuanto los mil setecientos compañeros de Sesostris habían nacido en un mismo día. <<
[1611] Elmacín, Hist. Sarracen., p. 218, y no escrupulizó D’Herbelot en venir a engullirse aquel mendrugo mohoso (Bibliothèque Orientale, p. 1051), Arbuthnot (Tablas de Monedas antiguas, p. 262), y de Guignes (Hist. des Huns, t. III, p. 135). Pudieran alegar la galantería no menos disparatada de Apiano a favor de los Tolomeos (in præfat) de setenta y cuatro miriadas, setecientos cuarenta mil talentos, renta anual de ciento ochenta y cinco, o cerca de trescientos millones de libras esterlinas, según el cómputo del talento egipcio o alejandrino (Bernard de Ponderibus Antioquía, p. 186). <<
[1612] Véase la medición de D’Anville (Mém. sur l’Égypte, p. 23, etc.). Tras algunos destemples cavilosos M. Pauro (Investigaciones sobre los Egipcios t. I, pp. 118-121), alcanza a dilatar su cómputo hasta dos mil doscientas cincuenta leguas cuadradas. <<
[1613] Renaudot (Hist. Patriarch. Alexand., p. 334), quien apellida el texto, comento o la unión vulgar, error librarii. Su propia enmienda de cuatro millones trescientas mil piezas en el siglo IX, viene a sostener un medio probable entre los tres millones que cupieron a los árabes con la conquista de Egipto (el mismo p. 168) y los dos millones cuatrocientas mil que el sultán de Constantinopla recaudó en el siglo anterior (Pietro de la Valle, t. I, p. 352; Thevenot. part. I, p. 826). Pauw (Investigaciones t. II, pp. 363-373) va por grados acreciendo la renta de los faraones, Tolomeos y Césares desde seis a quince millones de florines alemanes. <<
[1614] El catálogo de Schultens (Index Geograph. ad calcem Vit. Saladin. p. 5) contiene dos mil trescientos noventa y seis lugares; y de D’Anville (Mém. sur l’Égypte, p. 23), por el diván del Cairo cuenta dos mil seiscientos noventa y seis. <<
[1615] Véase Maillet (Descripción del Egipto, p. 28) quien suele discutir con tino y sencillez, pero me llenan más las observaciones que la lectura del cónsul francés. Carecía de literatura griega y latina, y suele allá empaparse fantásticamente en desvaríos arábigos. El mejor caudal se halla en Abulfeda (Descrip. Egypt., Arab. et Lat. a John David Michaelis, Göttingæ, en 4ο, 1776) y dos viajes recientes al Egipto, por el entretenido Savary y el instructivo Voiney. Quien cree que este último anduviese por todo el globo. <<
[1616] Rasgueo mi conquista de África por dos intérpretes franceses de la literatura arábiga, Cardonne (Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. I, pp. 8-55) y Otter (Hist. de l’Académie des Inscriptions, t. XXI, pp. 411-125; y 137). Extraen principalmente sus noticias de Novairi, quien compuso en 1331 d. C., una Enciciopedia en más de veinte volúmenes. Las cinco primeras partes generales van tratando sucesivamente: 1. de Medicina; 2. del Hombre; 3. de los Animales; 4. de Plantas, y 5. de Historia; y los acontecimientos africanos se refieren y ventilan en el capítulo VI de la sección V de aquella última parte (Reiske, Prodidagmata ad Hagji Chalifae Tabulas, pp. 232-234). Descuella entre las narraciones antiguas citadas por Novairi, la relación original de un soldado que acaudillaba la vanguardia de los musulmanes. <<
[1617] Véase la historia de Abdallah en Abulfeda (Vit. Mohammed, p. 109) y Gagnier (Vie de Mahomet, t. III, pp. 45-48). <<
[1618] Describe León el Africano la provincia de Trípoli (Navigationne et Viaggi di Ramusio, t. I, Venetia 1550, fol. 76 verso) y Marmol (Descripción de África, t. II, p. 562). Era el primero morisco, literato y viajero, quien compuso su obra o su traslado de cautivo en Roma, donde profesó el nombre y la religión de León X. En igual cautiverio el español Marmol, soldado de Carlos V, arregló su descripción de África, traducida en francés por D’Ablancurt (París 1667, tres t. en 4°). Había Marmol leído y visto, mas carece del tino y ahínco que rebosa en la obra original de León el Africano. <<
[1619] Teófanes, quien menciona aquel descalabro más bien que la muerte de Gregorio; nombra al prefecto con el dictado de Túpavvos: probablemente se había revestido la púrpura (Chronograph. p. 285). <<
[1620] Véase en Ockley (Hist. de los Sarracenos, vol. 15, p. 45) la muerte de Zobeir, honrado con las lágrimas de Alí, contra quien se había rebelado. Su denuedo en el sitio de Babilonia, si efectivamente es el mismo individuo, se menciona en Eutiquio (Annales, t. II, p. 308). <<
[1621]Viajes de Shaw, pp. 118, 119. <<
[1622]Mimica emptio, dice Abulfeda, erat hæc, et mira donatio; quandoquidem Othman, ejus nomine nummos ex ærario prius ablatos ærario præstabat (Annales Moslemici, p. 78). Elmacín (en su sombría versión, p. 39) viene a referir el mismo retruécano. Al sitiar los árabes el palacio de Othman, era muy crecido el catálogo de sus demasías. <<
[1623] Ἐπεστράτευσαν Σαρακηνοὶ τῆν ’Aφρικήν, καὶ συμβάλοντες τῷ τυτάννῳ I’ρηγ ορίῷ τούτον τρέπουσι, καὶ τούς σύν αύτῷ κτείνουσι, καὶ στοιχήσαντε μετά τῶν’’ Aφρων ὑπέστρεψαν. Theophanis Confessoris Chronographia, p. 285, edit. París. Su cronología suele ir a bulto. <<
[1624] Theófanes (en Chronographia, p. 293) inserta las voces vagas que irían llegando a Constantinopla, acerca de las conquistas occidentales de los sarracenos; y me encuentro en Paulo Warnefrid, diácono de Aquileya (de Gestis Longabard. l. V, c. 13). con que por entonces enviaron una escuadra de Alejandría a los mares de Sicilia y África. <<
[1625] Véase Novairi (apud Otter. p. 118), León el Africano (fol. 81. verso) que cuenta solamente cinque cittá e infinite casali, Marmol (Descripción de África, t. III, p. 33) y Shaw (Viajes, pp. 17, 61-78). <<
[1626] León el Africano, fol. 58 verso, 59, recto; Marmol, t. II, p. 115; Shaw, p. 43. <<
[1627] León el Africano, fol. 52; Marmol, t. II, p. 258. <<
[1628]Regio ignobilis, ct VIX quicquam illustre sortita, parvis oppidis habitatur, parva flumina emittit, solo quam viris melior, et segnitie gentis obscura. Pomponius Mela, I, 5, III, 10. Merece Mela mayor concepto, por cuanto sus antepasados fenicios habían emigrado de la Tingitana a España (véase en II, 6, un paso de aquel geógrafo descuartizado bárbaramente por Salmasis Isaac Vosio y el crítico siempre avinagrado Jaime Grenovio). Vivía al tiempo de la rendición total de aquel país por el emperador Claudio; pero como unos treinta años después Plinio (Hist. Natur., V. I), se lamenta de sus autoridades tan flojas en indagar, como altaneras para confesar su ignorancia acerca de aquella provincia lejana y montaraz. <<
[1629] La moda desatinada de la madera de citro, predominó entre los hombres, en Roma, al par del afán de las perlas entre las mujeres. Una mesa redonda de cuatro o cinco pies de diámetro, fue vendida en cambio de un cortijo, era treinta o cuarenta mil duros (Plinio, Hist. Natur., XIII, 23). Me hago cargo de que no se debe equivocar el verdadero citro con el frutal llamado igualmente citro; mas no me conceptúo harto botánico para delinear el primero (que viene a ser como un ciprés silvestre) con el nombre vulgar de Lineo, ni tampoco decidiré si el citro será naranjo o limonero. Será tal vez el que en España se llama Poncil. núms. 3, 9. <<
[1630] León el Africano (fol. 16. verso. Marmol, t. II, p. 28). La provincia, primer teatro de las hazañas y grandeza de los cherifes, asoma repetidamente en la historia curiosa de esta dinastía, al fin del t. III de Marmol, Descripción de África. El III tomo de las Investigaciones históricas sobre los moros, recién impresas en París, ilustran la historia y la geografía de Fez y de Marruecos. <<
[1631] Otter (p. 119) se dispara con el desentono del fanatismo en esta exclamación, que Cardonne ha suavizado hasta el punto de un anhelo devoto de predicar el Alcorán. Y sin embargo tenían entrambos presente el texto de Novaire. <<
[1632] Suena la fundación de Cairuán en Ockley (Hist. de los Sarracenos, vol. II, pp. 129-130); y León el Africano describe (fol. 75), la situación, mezquita, etc., de la ciudad. Marmol (t. II, p. 532) y Shaw p. 115. <<
[1633] Monstruosa, pero frecuente equivocación, ha venido a confundir la Cirene de los griegos, con el Cairvan de los árabes, ciudades allá desviadas sobre la costa en más de trescientas leguas [667 km]; sin que el célebre Tirano se haya libertado de yerro tan clásico, tanto menos disculpable, cuanto va embebido en una Descripción expresa y esmerada de África (Historiar. l. VII, c. 2, en t. I, p. 240, edit. Buckley). <<
[1634] Además de las crónicas arábigas de Abulfeda, Elmacín y Abulfaragio, al año setenta y tres de la Hégira, podemos consultar a D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, p. 7) y a Ockley (Hist. de los Sarracenos, vol. II, pp. 339-459). El primero trae el postrero y patético diálogo entre Abdalah y su madre; mas olvida un efecto físico para su muerte, la renovación e infaustas consecuencias de su menstruo a los noventa años. <<
[1635] Λεòντρίκιονς … ἃπαντα τά ‘Ρωμαϊκά έξώπλισε πτραϊμα,στρατηγòν τε έπ’ αὐτοῖς Іωάννην τòν πατρίκιον τῶν πολεμίων προχειρισάμενος πρóς Kαχηδòκα κατά τῶν Σαρακηνῶν άξέπεμψε Nicephori Constantinop. Breviar., p. 28. El patriarca de Constantinopla, con Teófanes (Cronograph. p. 309), apuntan apenas aquel intento postrero, para el socorro del África. Pagi (Crítica, t. III, pp. 129, 141) ha logrado discretamente comprobar la cronología, con un cotejo ahincado de los historiadores arábigos y bizantinos, que suelen discordar en el tiempo y en los hechos. Véase igualmente una nota de Otter (p. 121). <<
[1636]Dove s’erano ridotti I nobili Romani e I Gotti; and afterwards, I Rornani fuggirono e I Gotti lasciarono Carthagine (León el Africano; fol. 72, recto). No alcanzo de qué escritor arábigo sacó a luz el Africano sus Godos; pero el hecho, aunque nuevo, es tan interesante y probable que lo admito con cualquier autoridad. <<
[1637] Apellida Nicéforo al caudillo Bασιλεύς Σαρακήνων, dictado a bulto, mas no impropio del califa. Introduce Teófanes la denominación extraña πρωτοσύμβολος de que su intérprete explica por Vizir Azem. Atinan quizás en apropiar la parte ejecutiva al ministro, más bien que al príncipe, mas olvidan que los Omníades tenían tan sólo un kateb, o secretario, y que el cargo de Visir no asomó o revivió, hasta el año 132 de la Hégira (D’Herbelot, p. 912). <<
[1638] Según Solino (l. 27, p. 36, edit. Salmas), subsistió la Cartago de Dido 677, o más bien 737 años; lección muy varia, procedente de la diferencia en manuscritos o ediciones (Salmas., Plin., Exercitat., t. I, p. 228). El primer cómputo que compone 823 años antes de Cristo, concuerda más con la esmerada autoridad de Veleyo Paterculo; pero nuestros cronologistas (Marsham, Canon. Chronis., p. 898) anteponen el segundo como más conforme con los Annales hebreos y tirios. <<
[1639] León el Africano, fol. 71, verso 72, recto. Marmol, t. II, pp. 445-447. Shaw, p. 80. <<
[1640] La historia de la voz Barbar puede repartirse en cuatro períodos. 1. En tiempo de Homero, cuando griegos y asiáticos usaban tal vez el idéntico idioma, se aplicaba el eco imitativo de bárbaras a las tribus cerriles, cuya pronunciación era más bronca, y la gramática más escasa. KάρεςBαρβαóφωυοι (Ilíada, II, 867, con el escoliasta de Oxford, Anotaciones de Clarke y el Tesoro griego de Henrique Esteban, t. I, p. 720). 2. Desde el tiempo, allá por lo menos de Herodoto, abarcó a todas las naciones ajenas del habla y costumbres de los griegos. 3. En tiempo de Plauto, los romanos tuvieron que avenirse al desacato (Pompeyo Festo, l. II, p. 48, edit. Dacier), y se aplicaban sin rebozo el apodo de bárbaros. Fueron luego abogando por una exención para la Italia, y sus provincias subordinadas, y por fin descargaron aquel tiznón, a las naciones montaraces o enemigas de fuera del regazo del Imperio. 4. Correspondía, bajo todo concepto a los moros, y aquella voz ya familiar cundió de los provinciales romanos a los conquistadores sarracenos, y ha venido a parar muy adecuadamente en apellidar así, la Berbería, o la costa septentrional de África. <<
[1641] El primer libro de León el Africano, y las observaciones del dr. Shaw (pp. 9-20 etc.) despiden algunas ráfagas sobre las tribus andariegas de Berbario, de ralea morisca o arábiga. Pero Shaw estuvo viendo aquellos bravíos con pavor lejano, y León, cautivo en el Vaticano, parece que malogró más de su saber arábigo, que pudo granjear del griego o latino; y asoman muchos de sus desbarros capitales, desde la primera temporada de la historia mahometana. <<
[1642] Admitió Amrú en una conferencia con un príncipe griego, con lo cual se letigimaba toda contienda entre hermanos. Ockley, Hist. de los Sarracenos, vol. I, p. 328. <<
[1643] Abulfeda, Annales Moslemici, p. 78. verso. Recike. <<
[1644] Suelen los árabes apropiar el nombre de Andalucía, no sólo a los cuatro reinos actuales sino a toda la península (Geografía Nubiense, p. 151, D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, pp. 114, 175). La etimología es de Vandalicia, país de vándalos (d’Anville, États de l’Europe 146, 147 etc.) Pero el Andalucía de Casiri, que significa en árabe, región de la tarde, o de poniente, y en una palabra, la Hespería de los griegos, es cabalmente adecuada (Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, p. 327 etc.). <<
[1645] El vuelco y renacimiento de la monarquía gótica, se hallan referidos en Mariana (t. I, pp. 238-260, l. VI, c. 11-26. l. VII c. 12). Aquel historiador empapó su gallardo parto (Historia de hechos Hispaneac, l. XXX, Hagae comitum 1733, en cuatro tomos en folio, con la continuación de Mineana) en elegancia y brío romano, y desde el siglo XII es acreedor a toda confianza por su instrucción y su tino. Pero adolece el jesuita de las vulgaridades de su orden; suele prohijar y engalanar, como su competidor Buchanan, los consejos nacionales, y carecer de certeza y de cronología, supliendo con sus ocurrencias ideales las clases de documentos históricos. Aquellos vacíos menudean por extenso, y Rodrigo, el arzobispo de Toledo, y padre de la historia española, vivía quinientos años después de la conquista sarracena; estrujándose las noticias primitivas en las croniquillas descarnadas de Isidoro de Badajoz (Pacensis) y de Alfonso III, rey de León, que tan sólo he visto en los Annales de Pagi. <<
[1646] El forzamiento, dice Voltaire, es tan difícil de ejecutar como de comprobar. ¿Se coligarían obispos por una muchacha? (Histoire génerale, c. XXVI). No es su argumento lógicamente concluyente. <<
[1647] La historia de la Cava (Mariana l. VI, c. 21, pp. 241 y 242) parece que corre pareja con la Lucrecia de Tito Livio. Por maravilla suele citar al modo de los antiguos; y el testimonio anterior de Baronio (Annal. Eccles., 713 d. C., núm. 19), el de Lucas de Tuy, diácono gallego del siglo XIII, sólo dice, Cava quam pro concubinâ utebatur.
Pero, dice Conde, el nombre de La Cava, el de su sirvienta Alefa, y cuantas circunstancias engalanan, están comprobando que todo el trance se reduce a una ficción morisca, fundada en alguna novelilla poética y solariega. De Marlés (abreviador de Conde). Hist. de los Árabes en España, t. I, p. 63. <<
[1648] Los orientales (Abulfeda, Abulfaragio y Elmacín), pasan de largo la conquista de Esparta, o la despachan en dos palabras. El texto de Novari y de otros árabes, asoma en Cardonne con algunos retazos extraños (Hist. de África y España bajo el dominio sarraceno, París, 1765, tres vols. en 12, t. I. pp. 55-114); y más concisamente en Guignes (Hist. des Huns, t. I, pp. 347-350). El bibliotecario del Escorial ha chasqueado mis esperanzas, mas parece que ha entresacado con esmero sus desencajados materiales; y la historia de la Conquista se despeja un tanto con fragmentos apreciables del verdadero Rasís (quien escribió en Córdoba, A. H. 300) de Ren llasil etc. Véase la Bibliot. Hispano-Arábica, t. 92, p. 32, etc. En este lugar el ahínco de Pagí se auxilió con la erudicion arábiga de su amigo el abate de Longiteras y dado muchísimo a sus tareas hermanadas. <<
[1649] El yerro de Rodrigo de Toledo en el parangón de los años de la Hégira con los de la Era Juliana, ha inclinado a Baronio, Mariana y la caterva de historiadores españoles, a colocar la primera invasión en el año de 713 y la batalla de Jerez en noviembre de 714. Se ha descubierto el anacronismo con el ahínco más esmerado de los cronologistas modernos, y principalmente Pagí (Crítica, t. III, pp. 162-171 etc.) quien restableció la fecha positiva de la revolución. En el día un erudito arábigo como Cardonne, quien prohija el error antiguo es indisculpablemente torpe o flojo. <<
[1650] La Era del César, cuyo uso era legal y popular en España hasta el siglo XIV, empieza treinta y ocho años antes del nacimiento de Cristo; y la refiero yo a la paz general por mar y tierra, que corroboró el poderío y la partición de los Tritinviros (Dion Casio, l. XLVIII, pp. 547, 558. Appian de Bell Civil., p. 1034 ed. folio). Fue la España provincia de César Octaviano, y Tarragona, que erigió el primer templo a Augusto (Facit. Am. I. p, 78) tomaría de los orientales aquel género de adoración. <<
[1651] La carretera, el país y el antiguo castillo del conde Don Julián, y la creencia supersticiosa de los españoles en tesoros ocultos etc., se hallan descritos en el padre Labat (Viajes a España e Italia, t. I. pp. 201, 217) con su habitual jovialidad. <<
[1652] El geógrafo nubiense (p. 154) explica la topografía de la guerra, pero se hace sumamente increíble que el teniente de Muza ejecutase el arbitrio desesperado e infructuoso de quemar las naves. <<
[1653] Jerez, la antigua Asia Regia se halla tan sólo a tres leguas [6,67 km] de Cádiz. En el siglo XVI era el granero del país en trigo, y toda Europa conoce familiarmente el vino de Jerez (Ludov. Nonii Hispania c. 13, pp. 54-56, obra concisa, y esmerada; D’Anville, États de l’Europe, p. 454) <<
[1654]Id sane infortunii regibus pedem ex acie referentibus sæpe contingit. Ben Hazil de Granada, en Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, p. 327. Creen algunos crédulos españoles que el rey D. Rodrigo huyó a un santuario, y se ocultó en la celdilla del ermitaño; y otros que lo arrojaron vivo en un tonel lleno de sabandijas, de donde prorrumpió con alaridos lamentables:
Ya me comen, ya me comen
Por do mas pecado había, etc.
Cervantes, Quijote, parte 2°, etc. <<
[1655] Swinburne anduvo con sus mulas el trecho de Córdoba a Toledo en setenta y dos horas y media; pero hay que ensanchar este cómputo para las marchas sesgas y pausadas de un ejército. Atravesaron los árabes aquella Mancha memorable trasformada para los lectores de todas las naciones en suelo clásico, por la pluma de Cervantes. <<
[1656] Las antigüedades de Toledo, Urbs Parva en las guerras Púnicas, Urbs Regia en el siglo VI, están descritas brevemente en Núñez (Hispania c. 53, pp. 181-186). Toma de Rodrigo el fatale palatium de los retratos morunos, pero luego insinúa modestamente que venía a ser un anfiteatro romano. <<
[1657] En la Historia Arabum (c. 9 p. 17 ad calcem, Elmasita), Rodrigo de Toledo va describiendo las mesas de esmeraldas, e inserta el nombre de Medinat Almeyda en voces y letras arábigas. Parece versado en la literatura musulmana, pero no estoy de acuerdo con Guignes (Hist. des Huns, t. I, p. 350) en que había leído y copiado a Novairi; pues murió un siglo antes de que Novairi compusiese su historia, y aquel desacierto estriba en otro mayor. Confunde Guignes el historiador Rodrigo Giménez de Toledo en el siglo XIII, con el cardenal Giménez también arzobispo de Toledo, que gobernaba en España a principios del siglo XVI, tema y no autor, de obras históricas. <<
[1658] Pudo Tarik estampar en el último peñasco la farfantonada de Regnard y sus compañeros, en su viaje a Laponia:
Hic tandem stetimus, nobis ubi defuit orbis. <<
[1659] Tal era el argumento del traidor Opas, y no todos los caudillos a quienes se dedicaban contestaron con el brío de Pelayo: Omnis Hispania dudum sub uno regimine Gothorum, omnis exercitus Hispaniae in uno congregatus Ismaelitarum non valuit sustinere impetum. Chronic., Alphonsi Regis, apud. Pagi. t. III, p. 177. <<
[1660] El renacimiento del reino godo en Asturias, resalta con despejo y concisión en D’Anville (États de l’Europe, p. 159). <<
[1661] Los restos honradísimos de la guerra Cantábrica (Dion Casio, l. III, p. 720) se colocaron en la metrópoli de Lusitania, y tal vez de España (submittit cui tota suos Hispania fasces). Núñez (Hispania, c. 51, pp. 106-110) va eslabonando los monumentos antiguos, y acaba con un suspiro: Urbs hæc olim nobilissima ad magnam incolarum infrequentiam delapsa est, et præter priscæ claritatis ruinas nihil ostendit. <<
[1662] Entrambos intérpretes de Novairi, Guignes (Hist. des Huns, t. I, p. 545) y Cardonne (Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. I, p. 93, etc.) encaminan a Muza hasta la Galia. Mas no asoma tal empresa, ni en Rodrigo de Toledo, ni en los manuscritos del Escorial, y la invasión sarracena se pospone en una crónica francesa, hasta el año IX después de la conquista de España. 724 d. C. (Pagi, Crítica, t. 175, pp. 176, 195. Historiadores de Francia, t. III). Dudo mucho que Muza tramontase jamás el Pirineo. <<
[1663] Cuatro siglos después de Teodomiro, los territorios de Murcia y Cartagena conservan en el geógrafo nubiense Edrisi (pp. 154 y 161) el nombre de Tadmir (D’Anville, États de l’Europe, p. 136. Pagi, t. III, p. 174. En la mengua actual de la agricultura española, Swinburne (Travela into Spain, p. 123) estuvo recreándose en la huerta de Murcia y de Orihuela, cuatro leguas [8,9 km] de hermosísima sementera, guisantes, alfalfa, naranjos y todo género de hortaliza. <<
[1664] Véase el tratado en árabe y latín, en la Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, pp. 105, 106, fechado en 4 de marzo del mes de Rejeh. A. H. 94; 5 de abril, 715 d. C.; fecha que dilata al parecer la resistencia de Teodomiro y el gobierno de Maza. <<
[1665] De la historia de Sandoval p. 87; Fleury (Hist. Ecclesiást., t. IX, p. 261) trae la sustancia de otro tratado concluido A.Æ.C. 782, 754 d. C. entre un caudillo arábigo y los godos y romanos, sobre el territorio de Coimbra en Portugal. Se deslinda el impuesto sobre las iglesias en veinticinco libras de oro, y el de los monasterios en cincuenta, el de las catedrales en ciento; los cristianos acuden por justicia al Conde, pero en asuntos capitales tienen que consultar con el alcaide. Las puertas de la Iglesia, tienen que estar cerradas, y todos han de acatar el nombre de Mahoma. No tengo a la vista el original, y con él corroboraría o desterraría la sospecha de que se fraguó para plantear la inmunidad de un convento. <<
[1666] Aquel intento atestiguado por varios historiadores arábes (Cardonne, t. I, pp. 95, 96), en un parangón del de Mitrídates, en marchar desde la Crimea a Roma, o del de Julio César, en conquistar el Oriente y volver por el Norte a casa, y todos tres suponen tal vez menos que la empresa acertada de Aníbal. <<
[1667] Me pesa de nuestro malogro o mi ignorancia de dos obras arábigas del siglo VIII, y un poema sobre las hazañas de Tarik. La primera de estas obras fue parto de un nieto de Muza, que se salvó de la matanza de su parentela; la segunda, del visir del primer Abderramán, califa de España, quien pudo concertar con algunos veteranos del conquistador (Bibliot. Hispano-Arábica, t. II pp. 36, 133). <<
[1668]Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, pp. 32, 252. La primera de estas citas corresponde a la Biografía Hispánica de un árabe Valenciano (Véanse los copiosos extractos de Casiri, t. II, pp. 30-121), y la segunda a una Cronología general de los Califas, y de las dinastías africanas y españolas, y como historia particular del reino de Granada, de la cual Casiri casi ha venido a hacer una traducción cabal (Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, pp. 317-519). El autor Ebn Katheb, natural de Granada y contemporáneo de Novairi y Abulfeda (nacido en 1313 d. C., murió en 1374 d. C.) era historiador, geógrafo, médico, poeta, etc. (t. II, pp. 71, 72). <<
[1669] Cardonne, Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes; t. I, pp. 116, 117. <<
[1670] Un tratado extenso de economía por un árabe sevillano, en el siglo XIII, en la librería Escurialense, y Casiri tuvo arranques de traducirlo. Da una lista de autores citados árabes y griegos, y también latinos etc. pero sería de extrañar que el andaluz viese aquellos extranjeros por medio de su paisano Columela (Casiri, Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, pp. 323-338). <<
[1671]Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, p. 104. Traduce Casiri el testamento original del moro Rasis, puesto en su libro, parte IX. Pero me sorprende en gran manera su dedicatoria: Principibus cæterisque Christianis, Hispanis suis Castellæ. No asoma el nombre de Castilla en todo el siglo VIII, sin que se erigiese aquel reino hasta el año de 1022, un siglo posterior a Basis (Bibliotec., t. II, p. 330) significando, no una provincia tributaria, sino un cordón de castillos independientes del yugo morisco (D’Anville, États de l’Europe, pp. 166-170). Si Casiri fuera crítico, despejaría un tropiezo, quizás propio. <<
[1672] Cardonne, t. I, pp. 357 y 338. Gradúa la renta en ciento treinta millones de libras francesas. El cuadro cabal de paz y prosperidad alivia la uniformidad sangrienta de los Annales sarracenos. <<
[1673] Logro la dicha de poseer una obra interesante y lujosa, que se ha ido regalando por la Corte de Madrid. Bibliotheca Arabico-Hispana Escurialensis, operâ et studio Michaelis Casiri, Syro Maronitoe. Matriti, in folio, tomus prior, 1760, tomus posterior, 1770. Honra su ejecución a las prensas españolas, los manuscritos en número de mil ochocientos cincuenta y uno están coordinados con tino y despejo, y sus extractos extensos arrojan alguna luz sobre la literatura mahometana y la historia de España. Aquellos preciosos restos quedan afianzados, pero se fue dilatando la empresa en términos que en el año de 1671, un incendio abrasó la mayor parte de la biblioteca del Escorial, enriquecida con los despojos de Granada y Marruecos. <<
[1674]Los Harbios, como se les apellida, qui tolerari nequeunt, son 1. Cuantos además de Dios, adoran el sol, la luna, e ídolos. 2. Ateístas, Utrique, quamdiu princeps aliquis inter Mohammedanos superest, oppugnari debent donec religionem amplectantur, nec requies iis concedenda est, nec pretium acceptandum pro obtinendâ conscientiæ libertate (Reland, dissertat. X de Jure Militari Mohammed. t. III p. 14): sistema rigurosísimo. <<
[1675] El deslinde entre una secta proscrita y otra tolerada, entre los harbios y la gente del Libro, los creyentes en alguna revelación, asoma a las claras en el coloquio del califa Al Mamun con los idólatras o sabeos de Charras. Hottinger, Hist. Orient., pp. 107, 108. <<
[1676] El Zend, o Parend, la biblia de los ghebros, se cuenta por ellos mismos, o al menos por los mahometanos, entre los diez libros que recibió Abraham del cielo, y su culto se apellida decorosamente la religión de Abraham (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 701; Hyde, de Religione Veterum Persarum, c. 3, pp. 27, 28 etc.). Malicio que no tenemos una razón sencilla y cabal de la religión de Zoroastro. Dr. Prideaux (Conection., vol. II, p. 300, octavo). Prohija la opinión de que fue esclavo y alumno de algún profeta judío, en el cautiverio de Babilonia quizás eran los persas los maestros. <<
[1677] Las Noches árabes, pintura fiel y entretenida del mundo oriental, tiznan hasta lo sumo a los magos, o adoradores del fuego, a quienes atribuyen el sacrificio anual de algún mahometano. La religión de Zoroastro no tiene la más remota hermandad con la de los judíos, y sin embargo suelen los mahometanos equivocarlos, cuyo frívolo yerro aguzó los filos del alfanje de Tamerlán (Hist. de Tamerlán por Cherefaddín Alí Yesdí, l. V). <<
[1678]Vie de Mahomet, por Gagnier, t. III, pp. 114, 115. <<
[1679]Hae tres sectae, Judæi, Christiani, et qui inter Persas Magorum institutis addicti sunt ĸατ̕ε̕ξοχήν, populi libri dicuntur (Reland, Disertat. t. III, p.15). El califa Al Mamun corrobora la distinción honorífica a favor de las tres sectas, con la religión mal deslindada y equívoca de los sabeos, entre los cuales y los politeístas antiguos de Charras mereció abrigo su culto idólatra (Hottinger. Hist. Orient., pp. 167, 168). <<
[1680] D’Herbelot es quien refiere historia tan extraña (Bibliothèque Orientale, pp. 448, 449) bajo la palabra de Condemir, y del mismo Mirchond (Historia Priorum Regunt Persanum etc., pp. 3, 10 not. pp. 88, 89). <<
[1681] Mirchond (Mohammed Emir Koondah Shah, compuso en idioma persa una historia general del Oriente (era natural de Herat) desde la creación hasta el año de la Hégira 875 (1471 d. C.). En el año de 304 (1438 d. C.) logró el historiador el cargo de bibliotecario; y su hijo Condemir abrevió en tres tomos su obra celebrada A. H. 327, 1520 d. C. Ambos escritores deslindados esmeradamente por Petit de la Croix (Hist. de Gengis Khan, p. 137 etc.) asoman descuidadamente comprendidos en D’Herbelot (p. 358 etc.); pero sus muchos extractos, bajo el nombre impropio de Condemir, pertenecen más bien al padre que al hijo. El historiador de Gengis Khan se refiere a un manuscrito de Mirchond, que había recibido de mano del mismo D’Herbelot, su amigo. Un fragmento curiosísimo (las Dinastías Tahería y Soffaria) recién publicado en latín y en persa (Viennæ, 1787 en 4° cum notis Bernard de Jenish); y el editor nos esperanza con la continuación de Mirchond. <<
[1682]Quo testimonio boni se quidpiam præstitisse opinabantur. Sin embargo Mirchond no puede menos de haber tachado su afán, puesto que aprobada la tolerancia legal de los magos, cui (el fuego del templo) peracto singulis annis censû uti sacra Mohammedis lege cautum, ab omnibus molestiis ac oneribus libero esse licuit. <<
[1683] El último mago de nombradía y poderío parece que fue Mardávigo el Dilemita, quien a principios del siglo X reinó en las provincias septentrionales de Persia, cerca del mar Caspio (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 355). Pero sus soldados y sucesores los bowides, o abrazaron o profesaron el mahometismo, y bajo su dinastía (333-1020 d. C.) tengo que colocar el exterminio de la religión zoroástrica. <<
[1684] Digo a Chardin en cuanto al estado actual de los griegos, en Persia, pues aunque no es el más instruido, es el más juicioso y esmerado de los viajeros modernos (Voyages en Perse, t. II, p. 109 etc.). Sus hermanos Pietro de la Valle, Oleario, Thevenot, Tavernier, etc. a quienes he ido registrando infructuosamente, ni tuvieron ojos ni esmero para con un pueblo tan interesante. <<
[1685] La carta de Abdelramen, gobernador o tirano del África, el califa Abul Abás, el primer abasíe, va fechada A. H. 132 (Cardonne, Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. I, p. 168). <<
[1686]Bibliothèque Orientale, p. 66. Renaudot, Hist. Patriarch. Alexand., pp. 287, 288. <<
[1687] Entre las Epístolas de los Papas, véase León IX, epíst. 3. Gregor VIII de epíst. 22, 25, lib. III epíst. 19, 20, 21, y las críticas de Pagi (t. IV 1055 d. C.; núm. 14, 1073 d. C., núm. 13, quien pesquisa el nombre y alcurnia del príncipe morisco, con quien el más entonado de todos los pontífices romanos se cartea tan cortesanamente. <<
[1688] Mozárabes o Mortárabes, adscititii, como se ve interpretado en latín (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 39 y 40. Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, p. 18). La liturgia mozarábica, el ritual antiguo de la iglesia de Toledo, fue contrastado por los papas, y expuesto a las pruebas contingentes de espada y fuego (Marian. Hist. Hispan. t. II, IX. c. 18, p. 378). Estaba, o más bien está, en latín; pero se conceptuó preciso en el siglo XII (A. Æ. C. 1687, 1059 d. C.) copiar una traducción arábiga de los cánones de los concilios de España (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I p. 547) para uso de los obispos y el clero en los reinos moriscos. <<
[1689] A mediados del siglo X, se tachó con esta práctica criminal al clero de Córdoba, por un enviado atrevido del emperador Oton I (Vita Johannes Gorz, en Secul. Benedic. V, núm. 115, apud Fleury, Hist. Ecclesiást., t. XII, p. 91). <<
[1690] Pagi, Crítica, t. IV. 1149 d. C., núms. 8, 9. Advierte atinadamente, que cuando Sevilla etc. se rescataron por Fernando de Castilla, no asomó en los pueblos cristiano alguno, más que los cautivos, y que las iglesias mozárabes de África y de España, descritas por Jaime Vitriaco, 1218 d. C. (Hist. Hierosol., c. 80. p. 1095, en Gest. Dei per Francos) se copiaron de algún libro antiguo. Tengo que añadir como la fecha de la Hégira 677 (1278 d. C.) se entiende únicamente de la copia y de la composición de un tratado de jurisprudencia, que deslinda los derechos civiles de los cristianos de Córdoba (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, p. 471), y que los judíos fueron los únicos desavenidos, a quienes Abul Waled, rey de Granada (1313 d. C.) pudo desautorizar, o tal vez tolerar (t. II, p. 298). <<
[1691] Renaudot, Hist. Patriarch. Alexand., p. 288. Lisonjeara León el Africano a sus dueños romanos, si desentrañara algunas reliquias encubiertas del Cristianismo en África. <<
[1692]Absit, dijo el católico al Visir de Bagdad, ut pari loco habeas Nestorianos, quorum præter Arabas nullus alius rex est, et Grœcos quorum reges amovendo Arabibus bello non desistunt, etc. Véase en las Colecciones de Asseman (Bibliothèque Orientale, t. IV, pp. 94-101) el estado de los nestorianos con aquellos califas. Queda más brevemente expuesto el de los jacobitas en la Disertación preliminar al segundo tomo de Asseman. <<
[1693] Eutyquio, Annales, t. II, pp. 384, 387, 388. Renaudot; Hist. Patriarch. Alexand., pp. 205, 206, 257, 332. Algún tiznón de la herejía monotelita pudo hacer al primero de estos patriarcas griegos menos leal con los emperadores y menos atropellado por los árabes. <<
[1694] Mothabed, quien reinó desde el 892 d. C. hasta el 902 d. C. Los magos le conservaron siempre su nombre y jerarquía, entre las religiones del Imperio (Asseman, Bibliothèque Orientale, t. IV, p. 97). <<
[1695] Explica Reland las cortapisas efectivas de la policía y jurisprudencia mahometana (Dissertat. t. III, pp. 16-20) los edictos opresivos del califa Motawakel (847-861 d. C.), que están todavía vigentes asoman en Eutyquio (Annales, t. II, p. 448, y D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, p. 640). Refiérese una persecución del califa Omar II, y probablemente abultada en Teófanes (Chronograph., p. 334). <<
[1696] Los mártires de Córdoba (850 d. C., etc.) se mencionan, y se comprueban por san Eulogio, que vino también a ser víctima. Un sínodo convocado por el califa, censuró enmarañadamente su temeridad. El comedido Fleury no alcanza a hermanar su conducta con la disciplina de la Antigüedad, toutefois l’autorite de l’église, etc. (Fleury, Hist. Ecclesiást., t. X, pp. 415-522, particularmente pp. 451, 508, 509). Sus actas auténticas despiden alguna luz, aunque volandera, sobre la Iglesia de España en el siglo IX. <<
[1697] Véase el artículo Eslamiah (como nosotros decimos Cristiandad) en la Bibliothèque Orientale, p. 325. Aquel mapa del mundo mahometano se continúa por el autor, Ebn Alwardi, hasta el año de la Hégira 385 (335 d. C.). Desde aquel tiempo en España los malogros se han sobrepujado con sus conquistas en la India, Tartaria, y en la Turquía Europea. <<
[1698] Se enseña en la Meca el árabe del Alcorán, en un colegio, como lengua muerta. Coteja el viajero Danis, aquel idioma antiguo con el latín; la lengua vulgar del Hejad y el Yemen con el italiano, y los dialectos árabes de Siria, Egipto, África, etc. con el provenzal, el castellano y el portugués, Nieburh, Description de l’Arabié, p. 74, etc. <<
[1699] Téofanes coloca los siete años del sitio de Constantinopla en el año de nuestra era cristiana 673 (de la Alejandrina 665, sept. 1) y la paz de los sarracenos, cuatro años después; ¡contradicción clásica!, que Petavio, Goar y Pagi (Crítica, t. IV, pp. 65-44), se han esmerado en desvanecer. De los árabes, la Hégira 52 (673 d. C., 8 de enero) está patente en Elmacín, el año 48 (688 d. C., feb. 20) Por Abulfeda, cuyo testimonio conceptúo más adecuado y creíble. <<
[1700] Para este primer sitio de Constantinopla, véase Nicéforo (Breviar. pp. 21-22); Teófanes (Chronograph. p. 294; Cedreno (Compend. p. 437); Zonaras (Hist. t. II, l. XIV, p. 89); Elmacín (Hist. Sarracen., pp. 56-57); Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 107-108, vers. Reiske); D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, Constantinah); Hist. de los Sarracenos por Ockley, vol. II, pp. 127-128. <<
[1701] El estado y defensa de los Dardanelos queda expuesto en las Memorias del baron de Tott (t. III, pp. 39-97), que fue enviado para fortificarlos contra los rusos. De un actor principal, hubiera esperado pormenores más circunstanciados; pero parece que escribe para recreo, más bien que para instrucción del lector. Quizás a la proximidad del enemigo, el ministro de Constantina estaba muy afanado, igualmente que el de Mustafá, en hallar dos canarios, que entonasen cabalmente idéntica nota. <<
[1702] Historia del Imperio Otomano por Demetrio Cantemir, pp. 105-106. Estado del Imperio Otomano por Bycant, pp. 10-11. Viajes de Thevrenot, part. I, p. 189. Los cristianos que suponen que el mártir Abu Ayub va equivocado vulgarmente con el patriarca Job descubren su propia ignorancia más pronto que la de los turcos. <<
[1703] Teófanes, aunque griego, merece crédito en punto a los tributos (Chronograph., pp. 295, 296.-500, 501), que se confirman con alguna variación, por la Historia arábiga de Abulfaragio (Dinastías, p. 128. vers. Pocock). <<
[1704] La censura de Teófanes es cabal y terminante, τὴν ʽPωμαϊκὴν δυναστείαν ἀκρωτηριάσας … πάνδεινα κακὰ πέπονθεν ἡ ʽPωμανία ὑπò τῶν ᾽Αράβων μεχρὶ τοῦ νῦν (Cronograph. pp. 302-305). Las series de estos sucesos pueden rastrearse en los Annales de Teófanes, y en el compendio del patriarca Nicéforo, pp. 22-24. <<
[1705] Estas revoluciones caseras se refieren en un estilo despejado y natural, en el segundo volumen de la Hist. de los Sarracenos por Ockley, pp. 263-370. Además de nuestros autores impresos, saca sus materiales de los manuscritos arábigos de Oxford, que hubiera examinado más profundamente si le hubieran confinado a la biblioteca de Bodlei, en vez de la cárcel pública; ¡suerte tan indigna del individuo como de su país! <<
[1706] Elmacín, que fecha la primera moneda A. H. 76, 695 d. C., cinco o seis años más tarde que los historiadores griegos, ha comparado el peso del mejor o común dinar de oro, con la dracma o dirhem de Egipto (p. 77), que puede equivaler a dos peniques (48 granos) de nuestro peso de Troya (Investigación de Hooper sobre las medidas antiguas, pp. 24-36), y equivalente a ocho chelines moneda esterlina. Del mismo Elmacín y de los médicos árabes pueden sacarse algunos dinars hasta el valor de dos dirhems. La pieza de plata era el dirhem en valor y peso; pero a una moneda antigua aunque hermosa, acuñada en Waset, A. H. 88, y preservada en la biblioteca de Bodlei, le faltan cuatro granos del marco del Cairo (véase la Historia universal moderna, t. I, p. 548 de la traducción francesa). <<
[1707] Kαὶ ἐκώλυσε γράφεσθαι ‘Eλληνιστὶ τοὺς δἠυοσὶους τῶν λογοθεσίων κώδικας, ἀλλ’ ᾿Αραβίοις αὐτὰ παρασημαίνεσθαι, χωρὶς τῶν ψήφων, ἐπειδὴ ἀδύνατον, τῇ ἐκείνων γλώσσῂ μονάδα, ἤ ȏυάδα, ἤ τριάδα, ἤ ὀκτὼ ἤ μισυ ἤ τρία γράφεσθαι. Theophanis Confessoris Chronographia p. 314. Este defecto, si realmente existió, debía haber estimulado la ingenuidad de los árabes, para inventar o tomar de otros. <<
[1708] Según cierta ocurrencia nueva, aunque probable, sostenida por Villoison (Ancedota Grœca, t. II, pp. 132-157), nuestros guarismos no son de invención india o arábiga. Se usaban por los aritméticos griegos y latinos mucho tiempo antes de la edad de Boecio. Después de la extinción de la ciencia en el Occidente, quedaron adoptadas para las versiones arábigas de los manuscritos originales, y devueltas a los latinos sobre el siglo XI. <<
[1709] En la división de los Temas, o provincias, descritas por Constantino Porfirogénito (de Thematibus, l. I, pp. 9, 10), el Obsequium, denominación latina del ejército y palacio, era el cuarto en el orden público. Nice era la metrópoli, y su jurisdicción se extendía desde el Helesponto hasta las partes adyacentes de Bitinia y Frigia (véanse los dos mapas antepuestos por Delisle al Imperium orientale de Banduri). <<
[1710] El califa había vaciado dos cestas de huevos e higos, que se tragaba alternativamente, y el refrigerio se concluía con tuétano y azúcar. En una de sus peregrinaciones a la Meca, Solimán se comió de una sola vez, setenta granadas, un cabrito, seis aves y una cantidad enorme de uvas de Tayef. Si la lista de los platos es positiva, debemos admirar el apetito, más bien que el lujo del soberano de Asia (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 156). <<
[1711] Véase el artículo de Omar Ben Abdalaziz, en la Bibliothèque Orientale (pp. 689, 690), præferens, dice Elmacín (p. 91) religionem suam rebus suis mundanis. Deseaba tanto estar con Dios, que no hubiera ungido su oído (según él mismo decía) para obtener una curación perfecta de su última enfermedad. El califa tenía una sola camisa, y en la edad de lujo, su gasto anual no excedía de dos dracmas (Abulfaragio, p. 131.), Haud diu gavisus eo principe fuit urbis Muslemus (Abulfeda, p. 127). <<
[1712] Nicéforo y Teófanes convienen ambos en que el sitio de Constantinopla fue levantado el 15 de agosto de 718 d. C.; pero como el primero, nuestro mejor testimonio, afirma que continuó trece meses, el último debe equivocarse en suponer que empezó el mismo día del año precedente. No hallo que Pagi haya observado esta contradicción. <<
[1713] En el segundo sitio de Constantinopla, he seguido a Nicéforo (Brev. pp. 33-36), Teófanes (Cronograph. pp. 124-134), Cedreno (Compend. pp. 449-452), Zonaras (t. II, pp. 98-102), Elmacín (Hist. Sarracen., p. 88), Abulfeda (Annales Moslemici, p. 126), y Abulfaragio (Dinastías, p. 150), los más satisfactorios de los árabes. <<
[1714] Nuestro guía seguro e infatigable en las edades medias e historia de Bizancio, Carlos du Tresne du Cange, ha tratado en varias partes del fuego griego, y sus colecciones dejan poco que desear. Véase particularmente Glossar. Med. et Infim. Grœcitat. p. 1276 sub voce Πῦρ θαλάσσιον, ὔγρον, Glossar. Med. et Infini. Latinitat. Ignis Grœcus. Observation sur Villehardouin, p, 305, 306. Observations sur Joinville, pp. 71, 72. <<
[1715] Teófanes le llama ἀρχιτεκτών (p. 295). Cedreno (p. 437) trae este artista desde (las ruinas de Heliópolis en Egipto; y la química era a la verdad la ciencia peculiar de los egipcios. <<
[1716] La nafta, el oleum incendiarium de la historia de Jerusalén (Gest. Dei per Francos, p. 1167), la fuente oriental de Jaime de Vitry (l. III, c. 84), resulta introducido con poca evidencia y fuerte probabilidad. Cinnamo (l. VI, p. 165) llama al fuego griego πῦρ Μήδικον y la nafta se sabe que abunda entre el Tigris y el mar Caspio. Según Plinio (Hist. Natur., II, 109) sirvió para vengarse de Medea, y en ambas etimologías el ἔλαιν Μηδίας, ο Μηδείας (Procop. de Bell. Gothic., l. IV, c. 11 puede bien significar este betún líquido. <<
[1717] Sobre las diferentes especies de aceites y betunes, véanse los Ensayos químicos del dr. Watson, vol. III, ensayo I, libro clásico, el más adecuado para infundir el gusto y conocimiento de la química. Los casamientos escasos de los antiguos pueden hallarse en Estrabon (Geograph. l. XVI, p. 1078) y Plinio (Hist. Natur., II, 108, 109) Huic (Naphtœ) magna cognatio est ignium, transiliuntque protinus in eam undecumque visam. De nuestros viajeros quedo más satisfecho con Otter (t. I, pp. 153-158. <<
[1718] Ana Comneno ha descorrido la cortina. ’Aπò τῆς πεύκης, καὶ ἄλλων τινῶν τοιούτων δένδων ἀειθάλων σνυάγεται δάκρυον ἄκαυστον. Tοῦτο μετὰ θείου τριβóμενον ἐμβάλλεται εἰς αὐλίσκους καλάμωω, καὶ ἐμφύσαται παρὰ τοῦ παίζοντος λάβρω καὶ συνεχεῖ πνεύματι (Alexiada, l. XIII, p. 383). En otra parte (l. XI, p. 336) menciona la propiedad de quemar κατὰ τò πρανὲς καὶ ἐφʼ ἑκάτερα. León, en el capítulo XIX de sus Tácticas (Opera Meursii, t. VI, p. 813, edit. Lami, Florent. 1745), habla de la nueva invención de πῦρ μετὰ βροντῆς καὶ κάπνου. Éstos son testimonios íntimos e imperiales. <<
[1719] Constantino Porfirogénito, de Administrat. Imperii, c. XIII, pp. 64, 65. <<
[1720]Histoire de Saint Louis, p. 39; París, 1668, p. 44; París, de l’Imprimerie Royale, 1761. La primera de estas ediciones es preciosa, por las observaciones de Ducange; la última por el texto puro y original de Joinville. Hemos tenido que recurrir a dicho texto para descubrir que el difunto Gregeois fue traspasado con un venablo o jabalina, desde una máquina que obró como una honda. <<
[1721] La vanidad o envidia, de derribar la propiedad establecida de la Fama, ha tentado a algunos modernos, para trasponer la pólvora sobre el siglo XIV (véase sir William Temple, Dutens etc.), y el fuego griego sobre el VII (véase el Salluste du President des Brosses, t. II, p. 381). Pero su testimonio, que precede a la era vulgar de la invención, raras veces es claro o satisfactorio, y los escritores subsiguientes pueden ser sospechosos de fraude o credulidad. En los primeros sitios, se ha hecho uso de algunos combustibles de aceite y azufre, y el fuego griego tiene algunas afinidades con la pólvora, así en su naturaleza como en sus efectos: por la antigüedad del primero, un paso de Procopio (de Bell. Gothic., l. XIV, c. 11); por la de la segunda, algunos hechos en la historia arábiga de España (1249, 1312, 1332 d. C. Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, pp. 6, 7, 8) son los más difíciles de eludir. <<
[1722] Aquel hombre extraordinario, el monje Bacon, revela dos de los ingredientes, nitro y azufre, y oculta un tercero en una sentencia de jerigonza misteriosa, cual si temiera las consecuencias de su mismo descubrimiento (Biog. Brit., vol. I, p. 430, nueva edición). <<
[1723] Para la invasión de Francia, y derrota de los árabes por Carlos Martel, véase la Historia Arabum (c. 11, 12, 13, 14) de Rodrigo Giménez, arzobispo de Toledo, que tenía a la vista la crónica cristiana de Isidoro Pacensis, y la historia mahometana de Novairi. Los musulmanes callan o son concisos en la relación de sus pérdidas; pero Cardonne (t. I, pp. 129, 130, 131) ha dado una pura y sencilla relación de cuanto pudo recoger de Ibu Halikan, Hidjari, y de un escritor anónimo. Los textos de las crónicas de Francia, y vidas de los santos, están insertos en la Colección de Bouquet (t. III) y en los Annales de Pagi, quien (t. III, bajo los mismos años) ha restaurado la Cronología, que se anticipa seis años en los Annales de Baronio. El Diccionario de Bayle (Abderramán y Munuza) tiene más mérito por la reflexión viva que por la investigación original. <<
[1724] Eginhart, de Vita Caroli Magni, c. II, pp. 13-18, edic. Schmink, Utrec, 1711. Algunos críticos modernos acusan al ministro de Carlomagno de exagerar la debilidad de los merovingianos; pero la reseña en general es atinada, y el lector francés repetirá siempre los hermosos renglones del facistol de Boileau. <<
[1725]Mamaccae, sobre el Oise, entre Compiegne y Noyon, que Eginhart llama perparvi reditûs villam (véanse las notas, y el mapa de la Francia antigua en la colección de D. Bouquet). Compendium o Compiegne, era un palacio de la mayor dignidad (Hadrian. Valesii Notitia Galliarum, p. 152), y aquel filósofo risueño, el abate Galliani (Dialogues sur le Commerce des Bleds), puede afirmar verdaderamente que era la residencia de los rois très-chretiens et trés-chevelus. <<
[1726] Aun antes de aquella colonia, A. U. C. 680 (Veleco Patercul. I. 15), en tiempo de Polibio (Hist. l. III, p. 265, edic. Gronov), Narbona era una ciudad céltica de la primera categoría, y una de las plazas más septentrionales del mundo conocido (D’Anville, Notice de l’Ancienne Gaule, p. 479). <<
[1727] Con respecto al santuario de san Martin de Tours, Rodrigo Giménez acusa a los sarracenos de la hazaña, Turonis civitatem, ecclesiam et palatia vastatione et incendio simili diruit et consumpsit. El continuador de Fredegario les achaca no más que el intento. Ad domum beatissimi Martini evertendam destinant. At Carolus, etc. El analista francés era más celoso del honor del santo. <<
[1728] Con todo, dudo sinceramente si la mezquita de Oxford había producido un volumen de controversias tan elegante e ingenioso como los sermones recién predicados por White, profesor árabe, en la lectura de Bamptan. Sus observaciones sobre el carácter y religión de Mahomet, siempre se ciñen a su tema, y se fundan generalmente en la verdad y razón. Sostiene el papel de abogado animoso y elocuente; y a veces se eleva al mérito de historiador y filósofo. <<
[1729]Gens Austriae membrorum pre-eminentiâ valida, et gens Germana corde et corpore præstantissima, quasi in ictû oculi, manû ferreâ, et pectore arduo, Arabes extinxerunt (Roderic. Toletan., c. XIV). <<
[1730] Estos guarismos quedan comprobados por Pablo Varnefrid, diácono de Aquileya (de Gestis Langobard. l. VI, p. 921. edic. Grot), y Anastasio, bibliotecario de la iglesia Romana (en Vit. Gregorii II), que cuenta una historia milagrosa de tres esponjas consagradas, las cuales hicieron invulnerables a los soldados franceses, entre quienes se habían repartido. Parecería que en sus cartas al papa, Eudes usurpó el honor de la victoria, por lo que le castigan los analistas franceses, quienes, con igual falsedad, le acusan de incitar a los sarracenos. <<
[1731] Narbona, y el resto de la Septimania, fue recobrada por Pipino, hijo de Carlos Martel, 755 d. C. (Pagi, Crítica, t. III, p. 300). Treinta y siete años después, fue saqueada por una incursión repentina de los árabes, que emplearon a los cautivos en la construcción de la mezquita de Córdoba (Guignes, Hist. des Huns, t. I, p. 354) <<
[1732] Esta carta pastoral, dirigida a Luis el germánico, nieto de Carlomagno, y lo más probable compuesta por la pluma del habilísimo Hinemar, tuvo por fecha el año 858, y está firmada por las provincias de Reims y Ruan (Baronio, Annal. Eccles., 741 d. C.; Fleury, Hist. Ecclesiást., t. X, pp. 514-518). Sin embargo Baronio mismo, y los críticos franceses, orillan con menosprecio esta ficción episcopal. <<
[1733] El caballo y la silla que habían llevado a algunas de sus esposas, eran inmediatamente muertos o quemados, a menos que después hubiesen sido montados por un varón. Mil doscientos mulos, o camellos, fueron requeridos para su ajuar de cocina; y el consumo diario ascendía a tres mil pollos, cien carneros, a más de los bueyes, aves, etc. (Abulfaragio, Dinastías, p 140). <<
[1734]Al Hemar. Había sido gobernador de Mesopotamia, y el proverbio arábigo alaba el valor de aquella guerrera casta de asnos, que nunca huyen de un enemigo. El sobrenombre de Mervan puede sincerar la comparación de Homero (Ilíada, L, 557, etc.), y ambos acallarán a los modernos, que consideran el asno como un emblema zompo y soez (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 558). <<
[1735] Cuatro plazas diferentes, todas en Egipto, llevaban el nombre de Busir, o Busiris, tan famoso en la fábula griega. La primera, en donde fue muerto Mervan, estaba al Occidente del Nilo, en la provincia de Fium, o Arsinoe, la segunda en el Delta, en el nomo sebenítico; la tercera, cerca de las pirámides, la cuarta, que fue destruida por Diocleciano (véase arriba, vol. I, p. 326), en la Tebaida. Aquí voy a copiar una nota del docto y ortodoxo Michaelis: Videntur in pluribus Aegypti superioris urbibus Busiri Copto arma sumpsisse Christiani, libertatemque de religione sentiendi defendisse, sed succubuisse quo in bello Coptus et Busiris diruta, et circa Esnam magna strages edita. Bellum narrant sed causam belli ignorant scriptores Byzantini, alioqui Coptum et Busirim non rebellasse dicturi, sed causam Christianorum suscepturi (Not. 211, p. 100). Para la geografía de los cuatro Busirs, véase Abulfeda (Descrip Egypt., p. 9 vers. Michaelis Gottingæ, 1776, en 4ο), Michaelis (Not. 122-127, pp. 58-63), y d’Anville (Mémoire sur l’Egipte, pp. 85. 147. 205). <<
[1736] Véase Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 136-145), Eutiquio (Annales, t. II, p. 592. vers. Pocock), Elmacín (Hist. Sarracen., pp. 109-124), Abulfaragio (Dinastías, pp. 134-140) Rodrigo de Toledo (Historia Arabum, c. XVII, l. p. 33), Teófanes (Chronograph. pp. 356, 357, que habla de los Abasíes bajo los nombres de Χωρασάνιται y Mανροφόροι) la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot, en los artículos Ommiades, Abbassides, Moervan, Ibrahim, Saffah, Abou Moslem. <<
[1737] Para la revolución de España, consúltese a Rodrigo de Toledo (c. XVIII, p. 34), etc.), la Bibliot. Hispano-Arábica (t. II, pp. 30-198), y Cardonne (Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. I, pp. 180-197, 205, 272, 232, etc., pero sobre todo a D. José Conde. <<
[1738] No me detendré en aventar los extraños yerros y antojos de Sir William Temple (sus Obras, vol. III, pp. 371-374, 8 edición) y Voltaire (Histoire Générale, c. XVIII, t. II, pp. 124, 125, edición de Lausanne), tocante a la división del Imperio sarraceno. Las equivocaciones de Voltaire procedieron de falta de conocimiento o de reflexión; pero sir William fue engañado por un impostor español, que ha compuesto una historia apócrifa de la conquista de España por los árabes. No es Conde. <<
[1739] El geógrafo D’Anville (l’Eufrate et le Tigre, pp. 121-123), y el orientalista D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, pp. 167, 168), pueden bastar para el conocimiento de Bagdad. Nuestros viajeros, Pietro della Valle (t. I, pp. 688-698). Tavernier (t. I, pp. 250-258), Thevenot (part. II, pp. 309-219), Otter (t. I, pp. 162-168), y Niebuhr (Voyage en Arabie, t. II, pp. 239-271), han visto solamente su decadencia: y el geógrafo de la Nubia (p. 204), y el viajero judío, Benjamin de Tudela (Itinerarium, pp. 112-123. a Const. l’Empereur, apud Elzevir, 1635), son los únicos escritores que yo sepa que hayan hablado de Bagdad bajo el reinado de los Abásidas. <<
[1740] Se echaron, los cimientos de Bagdad A. H. 145, 762 d. C. Motasen, el último de los abásidas, fue cogido y muerto por los tártaros A. H. 656, 1258 d. C., el 20 de febrero. <<
[1741] Medinat al Salem, Dar al Salem. Urbs pacis, o, según es más lindamente compuesto por los señores bizantinos, E’ίρηνὸπολις (Irenópolis). Hay alguna contienda sobre la etimología de Bagdad, pero se concede que la primera sílaba significa un jardín en la lengua persa; el jardín de Dad, ermitaño cristiano, cuya celda había sido la única habitación en el lugar. <<
[1742]Reliquit in aerario sexcenties millies mille stateres, et quater et vicies millies aureos. Elmacín, Hist. Sarracen., p. 126. He regulado las piezas de oro en ocho chelines, y la proporción para la plata como doce a uno. Pero nunca saldré responsable de los números de Erpenio; y los latinos son superiores a los salvajes en el lenguaje de la aritmética. <<
[1743] D’Herbelot, p. 530. Abulfeda, p. 154. Nivem Meccam apportavit, rem ibi aut numquam aut rarissime visam. <<
[1744] Abulfeda, pp. 184. 189., describe el esplendor y la liberalidad de Almamon. Milton ha aludido a esta costumbre oriental:
–Or where the gorgeous East, with richest hand,
Showers on her kings Barbaric pearls and gold.
He usado la voz moderna lotería para expresar los Missilia de los emperadores romanos, que daban derecho para algún premio a la persona que los cogía, cuando se arrojaban a la muchedumbre. <<
[1745] Cuando Bell de Antermony (Viajes vol. I, p. 99) acompañó al embajador ruso a la audiencia del desgraciado Shah Hussein de Persia, introdujeron dos leones, para denotar el poder del rey sobre los más fieros animales. <<
[1746] Abulfeda, p. 237. D’Herbelot, p. 590. Esta embajada fue recibida en Bagdad, A. H. 305, 917 d. C. En el paso de Abulfeda, me he valido, con algunas variaciones, de la versión inglesa del docto y amable Harris de Salisbury (Investigaciones filológicas, pp. 363-364). <<
[1747] Cardonne, Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. I, pp. 330-336. Puede conceptuarse cabalmente el gusto y arquitectura de los árabes de España por la descripción de la Alhambra de Granada (Viajes de Swinburne, pp. 171-178). <<
[1748] Cardonne, t. I. pp. 329-330. Esta confesión, los lamentos de Salomón sobre la vanidad de este mundo (Véase el verboso, pero elocuente poema de Prior), y los felices diez días del emperador Seghed (Rambler, Not. 204, 205), serán citados triunfalmente por los tiznadores de la vida humana. Sus esperanzas son por lo más descomedidas, sus cómputos por maravilla son atinados. Si puedo hablar de mí mismo (la única persona de quien puedo hablar con certeza) mis horas felices han excedido en mucho y con mucho, al escaso número de las del califa de España; y no escrupulizaré en añadir que grandísima parte de ellas se debe la agradable tarea de la presente obra. <<
[1749] El Gulistan (p. 239) refiere la conversación de Mahomet y un médico (Epist. Renaudot. en Fabricio, Bibliot. Grœc, t. I, p. 814). El Profeta mismo era práctico en el arte de la medicina; y Gagnier (Vie de Mahomet, t. III, pp. 394-405), ha dado un extracto de los aforismos que corren bajo su nombre. <<
[1750] Véase su curiosa arquitectura en Reaumar (Hist. des Inectes, t. V; Mémoire, VIII). Estos exágonos quedan cerrados por una pirámide; los ángulos de los tres lados de una pirámide similar, tales que llenasen el fin dado con la menor cantidad posible de materiales, fueron determinados por un matemático en 109 grados 26 minutos para el mayor, 70 grados 32 minutos. Sin embargo esta perfecta armonía ensalza la obra en menoscabo del artista: las abejas no poseen completamente el arte de la geometría. <<
[1751] Saed Ebn Ahmed, cadí de Toledo, que murió A. H. 462, 1069 d. C., ha proporcionado a Abulfaragio (Dinastías, p. 160) este curioso paso, como también el texto del Specimen Historiæ Arabum de Pocock. Una porción de anédotas literarias de filósofos, médicos, etc., que han florecido bajo cada califa, forman el principal mérito de las dinastías de Abulfaragio. <<
[1752] Estas anécdotas literarias se han sacado de la Biblioteca Hispano-Arábiga (t. II, pp. 38, 71, 201, 202). León el Africano (de Arab. Medicis et Philosophis, en Fabricio, Bibliot. Grœc, t. XIII, pp. 269-298, particularmente p. 274) y Renaudot (Hist. Patriarch. Alexand., pp. 274, 275-536, 537), a más de las observaciones cronológicas de Abulfaragio. <<
[1753] El catálogo del Escorial dará una idea cabal de la proporción de las clases. En la biblioteca del Cairo, los manuscritos de astronomía y medicina ascendían a seis mil quinientos, con dos hermosos globos, el uno de bronce y el otro de plata (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, p. 417). <<
[1754] Como por ejemplo el quinto, sexto y séptimo libros (el octavo falta todavía) de las secciones cónicas de Apolonio Peajeo, que se imprimieron sobre el manuscrito de Florencia, 1661 (Fabricio, Bibliot. Grœc, t. II, p. 559) Sin embargo el libro quinto había sido previamente restaurado por la adivinación matemática de Viviani (véase su elogio en Fontenelle, t. V, pag. 59, etc.). <<
[1755] El mérito de estas versiones arábigas se ventiló desahogadamente por Renaudot (Fabricio, Bibliot. Grœc, t. I, pp. 812-816), y religiosamente defendido por Casiri (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, pp. 238-243). La mayor parte de las versiones de Platón, Aristóteles, Hipócrates, Galeno, etc., se atribuyen a Henain, médico de la secta nestoriana, que floreció en Bagdad en la corte de los califas, y murió en 876 d. C. Estaba encabezando una escuela o manufactura de traducciones y las obras de sus hijos y discípulos se publicaron bajo su nombre. Véase Abulfaragio (Dinastías, pp. 88, 115, 174, 174, y apud Asseman, Bibliothèque Orientale, t. II, p. 438), D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, p. 456), Asseman (Bibliothèque Orientale, t. III, p. 164) y Casiri (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, pp. 238, etc., 251, 286, 290, 302, 304, etc.). <<
[1756] Véase Mosheim, Institut. Hist. Éccles, pp. 181, 214, 257, 315, 338, 396, 138, etc. <<
[1757] El comentario más elegante sobre las categorías o predicamentos de Aristóteles, puede hallarse en las colecciones filosóficas de James Harris (Londres, 1775, en octavo), que se afanó en renovar los estudios de la literatura y filosofía griegas. <<
[1758] Abulfaragio, Dinastías, pp. 81-222. Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, pp. 370, 371. In quem (dice el primado de los jacobitas) si immiserit se lector, oceannum in genere (algebræ) inveniet. El tiempo de Diofanto de Alejandría se ignora; pero sus seis libros todavía existen, y han sido ilustrados por el griego Planudes y el francés Mexiriac (Fabricio, Bibliot. Grœc, t. IV, pp. 12-15). <<
[1759] Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 240, 211 vers. Reiske) describe esta operación según Ibn Challecan, y los mejores historiadores. Este grado contiene con el mayor cuidado doscientos mil codos reales o hashemitas, que la Arabia había sacado de la práctica sagrada y legal de la Palestina y del Egipto. Este codo antiguo está repetido cuatrocientas veces en cada base de la gran pirámide, y parece indicar las medidas primitivas y universales del Oriente. Véase la Metrología del laborioso Paucton, pp. 101-195. <<
[1760] Véanse las Tablas astronómicas de Ulugh Begh, con el prefacio del Dr. Hyde, en el primer volumen de su Syntagna Dissertationum, Oxon. 1767. <<
[1761] La verdad de la astrología fue concedida por Albumazar, y los mejores astrónomos árabes, que sacaron sus predicciones más ciertas, no de Venus y Mercurio, sino de Júpiter y el Sol (Abulfaragio, Dinastías, pp. 161-163). En cuanto al estado y ciencia de los astrónomos persas, véase Chardin (Voyages en Perse, t. III, pp. 162-203). <<
[1762]Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, p. 458. El original refiere un cuento chistoso de un practicón ignorante, pero sencillo. <<
[1763] En el año 956, Sancho el Craso, rey de León, fue curado por los médicos de Córdoba (Mariana, l. VII, c. 7, t. I, p. 318). <<
[1764] La escuela de Salerno, y la introducción de las ciencias árabes en Italia, se desentrañan con erudición y juicio en Muratori (Antiquitat. Italiæ Medii Ævi t. III, pp. 932-940) y Giannone (Istoria Civile di Napoli, t. II, pp. 119-127. <<
[1765] Véase una buena reseña de los progresos de Anatomía en Wotton (Reflexiones sobre la erudición antigua y moderna, pp. 208-256). Su reputación ha sido menospreciada, sin merecerlo, por los ingenios en controversia de Boyle y Bentley. <<
[1766]Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, p. 275. Al-Beithar, de Málaga, su mayor botánico, había viajado al África, Persia y la India. <<
[1767] Dr. Watson (Elementos de química; vol. I, p. 17, etc.) concede el mérito original de los árabes. Con todo, cita la modesta confesión del famoso Geber del siglo IX (D’Herbelot, p. 387), que había sacado la mayor parte de su ciencia, tal vez sobre la transformación de los metales, de los sabios antiguos. Sea cual fuere el origen o extensión de su conocimiento, las artes de la química y alquimia, parece que fueron conocidas en Egipto, a lo menos trescientos años antes de Mahomet (Reflexiones de Wotton, pp. 121-133. Pauw, Recherches sur les Egyptiens et les Chinois, t. I, pp. 376-429). <<
[1768] Abulfaragio (Dinastías, pp. 26-148), menciona una versión siria de los dos poemas de Homero, por Teófilo maronita cristiano del monte Líbano, que profesaba la astronomía en Roa o Edesa, hacia el fin del siglo VII. Su obra sería una curiosidad literaria. He leído en alguna parte, pero no me acuerdo dónde, que las vidas de Plutarco fueron traducidas al turco, para uso de Mahomet II. <<
[1769] He leído, con mucho gusto, el Comentario en latín de William Jones sobre la poesía asiática (Londres, 1774, en octavo), que fue compuesto en la juventud de aquel lenguaraz admirable. Ahora, en la madurez de su gusto y juicio, quizás rebajaría la alabanza enardecida, y harto parcial que había dado a los orientales. <<
[1770] Entre los filósofos árabes, Averroes ha sido acusado de despreciar las religiones de los judíos, cristianos y mahometanos (Véase su artículo en el Diccionario de Bayle). Cada una de estas sectas concedería que en dos ejemplos, de tres, su desprecio era fundado. <<
[1771] D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 546. <<
[1772] Θεόφιλoς άτoπoν кρίνας εί τήν τῶν őντων γνῶσιν, δί ἤν τò ‘Pωµαίων γένος θαυμάζεται ἔкδοτον ποιἡσει τοίς ἔθνεσι etc. Cedreno, p. 549, que refiere cuán varonilmente rehusó el emperador un matemático a las instancias y ofertas del califa Almanon. Este absurdo escrúpulo está expresado casi en los mismos términos por el continuador de Teófanes (Scriptores post Theophanem, p. 118) <<
[1773] Véase el reinado y carácter de Harun Al-Rashid, en la Bibliothèque Orientale, pp. 451-453, bajo su propio título; y en los artículos relativos a que se refiere D’Herbelot. Aquel docto colector iba mostrado mucho tino en extractar de las crónicas orientales de sus anécdotas instructivas y divertidas. <<
[1774] En cuanto a la situación de Racca, al antiguo Nicéforo, consúltese D’Anville (l’Euphrate et le Tigre, pp. 24-27). Las Noches árabes representan a Harun Al-Rashid casi permanente en Bagdad. Respetó el sitio real de los abasíes; pero los vicios de los habitantes le habían echado de la ciudad (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 167). <<
[1775] De Tournefort, en su viaje costeando desde Constantinopla a Trebisonda, pasó una noche en Heraclea o Gregri. Su vista observó el estado presente, su lectura reunió las antigüedades, de la ciudad (Voyages du Levant, t. III, lettre XVI pp. 25-35). Tenemos una historia separada de Heraclea en los Fragmentos de Memnon, que ha preservado Focio. <<
[1776] Las guerras de Harun Al-Rashid contra el Imperio Romano se refieren por Teófanes (pp. 384, 385. 391. 596. 407, 408), Zonaras (t. II, l. XV, pp. 115. 124), Cedreno (pp. 477, 478), Eutiquio (Annales, t. II, p. 407), Elmacín (Hist. Sarracen., pp. 136, 151, 152), Abulfaragio (Dinastías, pp. 147. 151), y Abulfeda (pp. 156, 166-168). <<
[1777] Los autores de quienes he aprendido la mayor parte del estado antiguo y moderno de Creta, son Belon (Observations, etc. c. 3-20. París, 1555), Tournefort (Voyages du Levant, t. I, lettre II et III), y Meursio (Creta, en sus Obras, t. III, pp. 343-544). Aunque Creta se llama por Homero πίειρα, por Dionisio λιπάρη τε кαί εὒβοτος, no puedo concebir que aquella isla montañosa supere, ni aun iguale, la fertilidad de la mayor parte de España. <<
[1778] Se logra el conocimiento más auténtico y circunstancial de los cuatro libros de la continuación de Teófanes, recopilados por la pluma o el mandato de Constantino Porfirogénito, con la vida de su padre Basilio, el Macedonio (Scriptores post Theophanem, pp. 1-162 a Francisc. Combelis, París, 1685). La pérdida de Creta y Sicilia se refiere, l. II, pp. 46-52. A esto podemos añadir el testimonio secundario de José Genesio (l. II, p. 21, Venet. 1733), Jorge Cedreno (Compend. pp. 506-508), y Juan Seylitaes Curopalata (apud Baronio, Annal. Eccles., 827, nota 24, etc.). Pero los griegos modernos son unos plagiarios tan notorios, que citaría solamente una pluralidad de nombres. <<
[1779] Renaudot (Hist. Patriarch. Alexand., pp. 251-256, 268-270) ha descrito los salteamientos de los árabes andaluces en Egipto, pero ha olvidado enlazarlos con la conquista de Creta. <<
[1780] Δηλοί (dice el continuador de Teófanes, l. II, p. 51) δἑ ταύτα σαφέστατα кαὶ πλατιкωτερον ἡ τότε γραφείσα Θεογνώστῳ кαὶ εἰς χεῖρς ἐλθοῦσα ήμῶν. Esta historia de la pérdida de Sicilia no existe ya. Muratori (Annali d’Italia, t. VII, pp. 7, 19, 21, etc.) ha añadido algunas circunstancias de las crónicas italianas. <<
[1781] La espléndida e interesante tragedia de Tancredo cuadra mucho mejor con esta época que con la fecha (1005 d. C.) que Voltaire mismo ha escogido. Pero yo reconvengo más decididament al poeta, por confundir en los argumentos griegos los caballeros modernos y los republicanos antiguos. <<
[1782] La relación o lamentación de Teodosio se halla copiada e ilustrada por Pagi (Crítica, t. III, 749, etc.). Constantino Porfirogénito (en Vit. Basil., c. 69, 70, pp. 190-192) menciona la pérdida de Siracusa y el triunfo de los demonios. <<
[1783] Los extractos de las historias arábigas de Sicilia se hallan en Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 271-278), y en el primer volumen de los Scriptores Rerum Italicarum de Muratori. Guignes (Hist. des Huns, t. I, pp. 363, 364) ha añadido algunos hechos importantes. <<
[1784] Uno de los romanos más eminentes (Gratianus, magister militum et Romani palatii superista) fue acusado de declarar: Quia Franci nihil nobis boni faciunt, neque adjutorium præbent, sed magis quae nostra sunt violenter tollunt. Quare non advocamus Grœcos, et cum eis foedus pacis componentes, Francorum regem et gentem de nostro regno et dominatione expellimus? Anastasio en Leone IV, p. 199. <<
[1785] Voltaire (Hist. Générale, t. II, c. XXXVIII, p. 124) parece estar malquistado con la índole del papa León IV. He tomado su expresión general, pero la vista del foro me ha proporcionado un concepto más despejado y brioso. <<
[1786] Guignes, Hist. des Huns, t. I. pp. 363, 364, de Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. II, pp. 24, 25. Observo y no puedo reconciliar la diferencia de estos escritores en la sucesión de los Aglabitas. <<
[1787] Beretti (Chorographia Italiæ Medii Ævi, pp. 106, 108) ha ilustrado Centumcelæ, Leopolis, Civitas Leonina, y las otras plazas del ducado romano. <<
[1788] Los árabes y los griegos callan igualmente lo tocante a la invasión de Roma por los africanos. Las crónicas latinas no dan mucha instrucción (véanse los Annales de Baronio y Pagi). Nuestro guía auténtico y contemporáneo para los papas del siglo IX es Anastasio, bibliotecario de la iglesia romana. Su vida de León IV contiene veinticuatro páginas (pp. 175-199, edic. París); y si una gran parte consiste en necedades supersticiosas, debemos culpar o alabar a este héroe, que frecuentó más la iglesia que el campamento. <<
[1789] El mismo número fue aplicado a las siguientes circunstancias en la vida de Motassem: fue el octavo de los abasíes, reinó ocho años, ocho meses, y ocho días; dejó ocho hijos, ocho hijas, ocho mil esclavos, ocho millones de oro. <<
[1790] Amorio asoma por maravilla en los geógrafos antiguos, y luego yace totalmente olvidado en los itinerarios romanos. Después del siglo VI, llegó a ser una sede episcopal, y al fin la metrópoli de la nueva Galacia (Carol. Scto. Paulo, Geograph. Sacra, p. 234). La ciudad se volvió a levantar de sus ruinas, si debemos leer Ammuria, no Anguria, en el texto del geógrafo de la Nubia (p. 236). <<
[1791] En el Oriente fue llamado Δυστυχής (Continuador de Teófan., l. III, p. 84); pero era tal la ignorancia del Occidente, que sus embajadores en discurso público, podían referir atrevidamente: de victoriis, quas adversus exteras bellando gentes cœlitus fuerat assecutus (Analist) Bertinian. apud Pagi, t. III p. 720. <<
[1792] Abulfaragio (Dinastías, pp. 167, 168) refiere una de estas transacciones singulares sobre el puente del río Lamo en Sicilia, límite de los dos imperios, y camino de un día hacia el poniente de Tarso (D’Anville, Géographie Ancienne, t. II, p. 91). Cuatro mil cuatrocientos sesenta musulmanes, ochocientas mujeres y niños, cien confederados, fueron canjeados por igual número de griegos. Se pasaron unos a otros en medio del puente, y cuando llegaron a sus amigos respectivos, gritaron Allah Acbar, Kirie y Eleison. Muchos de los prisioneros de Amorio estaban probablemente entre ellos; pero en el mismo año (A. H. 231), los más esclarecidos, los cuarenta y dos mártires, fueron degollados por orden del califa. <<
[1793] Constantino Porfirogénito, en Vit. Basil., c. 61, p. 186. A la verdad estos sarracenos fueron tratados con rigor peculiar como piratas y renegados. <<
[1794] En cuanto a Teófilo, Motassem (l. III, pp. 77-84), Genesio (l. III, pp. 22-34), Cedreno (pp. 528-532), Elmacín (Hist. Sarracen., p. 180), Abulfaragio (Dinastías, pp. 165, 166), Abulfeda (Annales Moslemici, p. 191), D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, pp. 639, 640). <<
[1795] Guignes, que a veces salta, a veces tropieza, en el golfo entre la historia china y mahometana, sueña columbrar que estos turcos son los Hoei-ke, alias los Kao-tche, o galeras gruesas, que estaban divididos en quince cuadrillas, desde la China y Siberia hasta los dominios de los califas y samanidas, etc. (Hist. des Huns, t. III, pp. 1, 33, 124, 131). <<
[1796] Cambió el antiguo nombre de Sumera, o Samara, en el antojadizo título de Ser-mén-raï, lo que causa placer a primera vista (D’Herhelot, Bibliothèque Orientale, p. 808, D’Anville, l’Euphrate et le Tigre, pp. 97, 98). <<
[1797] Tómese por ejemplo, la muerte del califa Motaz: Correptum pedibus pertrahunt, et sudibus probe permulcant, et spoliatum laceris vestibus in sole collocant, præ cujus acerrimo æstû pedes alternos attollebat et demittebat. Adstantium aliquis misero colaphos continuo ingerebat, quos ille objectis manibus avertere studebat … Quo facto traditus tortori fuit, totoque triduo cibo potuque prohibitus … Suffocatus, etc. (Abulfeda, p. 206). Del califa Moctadi, dice, services ipsi perpetuis ictibus contundebant, testiculosque pedibus conculcabant (p. 208). <<
[1798] Véanse bajo los reinados de Motassem, Motawakkel, Montasser, Mostai, Motaz, Mohtadi, y Motamed, en la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot, y los Annales de Elmacín, ahora familiares, Abulfaragio y Abulfeda. <<
[1799] En cuanto a la secta de los carmatios, consúltese Elmacín (Hist. Sarracen., pp. 219, 224, 229, 231, 238, 241, 243), Abulfaragio (Dinastías, pp. 179-182), Abulfeda (Annales Moslemici, pp. 218, 219, etc. 245-265-274), y D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, pp. 256-258, 635). Encuentro algunas contradicciones de teología que no sería fácil ni de mucha importancia reconciliar. <<
[1800] Hyde, Syntagma Dissertat., t. II, p. 57, en Hist. Shahiludii. <<
[1801] Las dinastías del Imperio árabe pueden estudiarse en los Anales de Elmacín, Albufaragio y Albufeda, bajo los años correctos, y en el diccionario de D’Heberlot bajo los nombres correctos. Los cuadros de De Guignes (Hist. des Huns, t. I) muestran una cronología general de Oriente, salpicada con algunas anécdotas históricas, pero su apego a la sangre nacional ha confundido en ocasiones el orden espacial y temporal. <<
[1802] Los aglabitas y edrisitas son el argumento expreso de De Cardonne, Hist. de l’Afrique et de l’Espagne sous la domination des árabes, t. II, pp. 1-63. <<
[1803] Para obviar la reconvención de error, debo criticar los descuidos de Guignes (t. I, p. 359) tocante a los edrisistas. 1. La dinastía y ciudad de Fez no podía hallarse en el año de la Hégira 173, pues que el fundador fue un hijo póstumo de un descendiente de Alí, que se fugó de la Meca en el año 168. 2. Este fundador, Edris, en vez de vivir hasta la edad inverosímil de ciento veinte años, A. H. 313, murió A. H. 214 en la flor de la virilidad. 3. La dinastía se extinguió A. H. 307, veintitrés años más pronto de lo que fija el historiador de los hunos. Véanse los exactos Annales de Abulfeda, pp. 158, 159, 185, 238. <<
[1804] Las dinastías de los taeritas y sofaridas, con el origen de la de los sumánides, están descritas en la historia original y en la versión latina de Mirchoud. Sin embargo, los hechos más interesantes habían sido apurados por la diligencia de D’Herbelot. <<
[1805] Guignes (Hist. des Huns, t. II, pp. 124-454) ha apurado los toulunidas e ikshiditas de Egipto, y dado alguna luz sobre los carmatios y amadanitas. <<
[1806]Hie est ultimus chalifah qui multum atque sæpius pro concione peroraret… Fuit etiam ultimus qui otium cum eruditis et facetis hominibus fallere hilariterque agere soleret. Ultimus tandem chalifarum cui sumtus, stipendia, reditus, et thesauri, culinæ, cæteraque omnis aulica pompa priorum chalifarum ad instar comparata fuerint. Videbimus enim paullo post quam indignis et servilibius ludibriis exagitati, quam ad humilem fortunam altimumque contemptum abjecti fuerint hi quondam potentissimi totius terrarum Orientalium orbis domini. Abulfeda, Annales Moslemici, p. 261. He presentado este paso, según el modo y tono de Abulfeda; pero el rasgo de elocuencia latina pertenece más propiamente a Reiske. El historiador árabe (pp. 255, 257, 261, 269, 283, etc.) me ha suplido los hechos más interesantes de este párrafo. <<
[1807] Su dueño en semejante ocasión, se mostró de ánimo más indulgente y tolerante. Ahmed Ebn Hanbal, cabeza de una de las cuatro sectas ortodoxas, nació en Bagdad A. H. 164, y murió allí A. H. 241. Combatió y sufrió en la disputa relativa a la creación del Corán. <<
[1808] El empleo de visir fue anulado por el emir Al Omra, Imperator Imperatorum, título que Rabdi instituyó primero y que al fin tomó origen en los bowides y seljukides: vectigalibus, et tributis, et curiis per omnes regiones præfecit, jussitque in omnibus suggestis nominis ejus in concionibus mentionem fieri (Abulfaragio, Dinastías, p. 199). También lo menciona Elmacín (pp. 254, 255). <<
[1809] Luitprando, cuyo temperamento colérico se acibaró más y más con su situación apurada, sugiere los nombres más aplicables a Nicéforo que los distados hueros de los griegos. Ecce venit stella matutina, surgit Eous, reverberat obtutû solis radios, pallida Saracenorum mors, Nicephorus µεδων. <<
[1810] A pesar de la insinuación de Zonaras, καὶ εὶ µὴ etc. (t. II, l. XVI, p. 197) es un hecho evidente que Creta fue subyugada completa y finalmente por Nicéforo Focas (Pagi, Crítica, t. III, pp. 873-875. Meursio, Creta, l. III, c. 7, t. III, pp. 464, 465). <<
[1811] Una vida escrita en griego de san Nicon el armenio se halló en la biblioteca de Sforza, y fue traducida al latín por el jesuita Sirmond, para uso del cardenal Baronio. Esta leyenda contemporánea despide un rayo de luz sobre Creta y el Peloponeso en el siglo X. Halló la isla recién recobrada, foedis detestandæ Agarenorum superstitionis vestigiis adhuc plenam ac refertam… pero el misionero, victorioso quizás con algún auxilio carnal, ad baptismum omnes veræque fidei disciplinam pepulit. Ecclesiis per totam insulam ædificatis (Annal. Eccles., 961 d. C.). <<
[1812] Elmacín, Hist. Sarracen., pp. 278, 279. Luitprando estaba dispuesto a despreciar el poder griego; sin embargo confiesa que Nicéforo condujo contra Siria un ejército de ochenta mil hombres. <<
[1813]Ducenta fere millia hominum numerabat urbs (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 231) de Mopsuestia, o Masifa, Mampsysta, Mansista, Mamista, según se llama, corrompida o tal vez más correctamente en las edades medias (Wesseling, Itinerar. p. 580). Con todo, no puedo dar crédito a esta popularidad extremada pocos años después del testimonio del emperador León, οὐ γὰρ πολυπληθία στρατοῦ τοις Κíλιξι βαρβάροις ἐστὶν (Táctica, c. XVII, en Opera Meursii, t. VI, p. 817). <<
[1814] El texto de León el diácono, en los nombres corrompidos de Emeta y Mictarsim, revela las ciudades de Amida y Martyropolis (Miafarekin. Véase Abulfeda, Geograph. Arab., p. 245. vers. Reiske) De la primera, observa León, urbs munita et illustris; de la segunda, clara atque conspicua opibusque et pecore, reliquis ejus provinciis urbibus atque oppidis longe præstans. <<
[1815]Ut et Ecbatana pergeret Agarenorumque regiam everteret … aiunt enim urbium quæ usquam sunt ac toto orbe existunt felicissimam esse auroque ditissimam (Leo Diacon. apud Pagium, t. IV, p. 34). Esta espléndida descripción cuadra únicamente con Bagdad, y no es posible aplicarla a Hamadán, la verdadera Ecbatana (D’Anville, Géographie Ancienne, t. II, p. 237), o Tauris, que por equivocación generalmente se ha conceptuado aquella ciudad. El nombre de Ecbatana, en el mismo sentido indefinido se traslada por una autoridad más clásica (Cicero pro Lege Manilia, c. 4) al sitio real de Mitrídates rey del Ponto. <<
[1816] Véanse los Annales de Elmacín, Abulfaragio y Abulfeda, desde A. H. 351 hasta A. H. 361; y los reinados de Nicéforo Focas y Juan Zamisces, en las crónicas de Zonaras (t. II, l. XVI, p. 199; l. XVII, 215) y Cedreno (Compend., pp. 649-684). Sus muchas nulidades quedan en parte suplidas por la historia manuscrita de León el diácono, que Pagi logró de los benedictinos, y la ha insertado casi entera, en una versión latina (Crítica, t. III, p. 873; t. IV, p. 37). <<