[1000] Sobre Teon y su hija Hipacia, véase Fabricio, Bibliot., t. VIII, pp. 210, 211. Su artículo en el Lexicon de Suidas, es curioso y original. Hesiquio (Meursii Opera, t. VII, pp. 294, 296) dice, que fue perseguida διὰ τὴν ὑπερβάλλουσαν σοφίαν; y un epígrama en la Antología Griega (l. I, c. 76, p. 159, edic. Brodæi) ensalza su sabiduría y elocuencia. Hace de ella una mención honorífica (Epist. 10, 15, 16, 33-80, 124, 135, 153) su amigo y discípulo el filósofo obispo Sinesio. <<

[1001] ὀστράκοις ἀνεῖλον, καὶ μεληδòν διασπάσαντες, etc. Las conchas de ostras abundaban en el promontorio delante de Cesárea. Debo pues preferir el sentido literal, sin desechar la versión metafórica de tegulœ, tejas, empleada por De Volois. Ignoro, y los asesinos probablemente no repararon, si la víctima estaba aún viva. <<

[1002] Estas proezas de san Cirilo las recuerda Sócrates (l. VII, c. 13, 14, 15); y el fanatismo más acérrimo tiene que copiar a un historiador, que llama fríamente a los asesinos de Hipacia ἄνδρες τò φρóνημα ἔνθερμοι. Al mencionar un epíteto tan afrentoso, me complazco en notar, aun en Baronio (año 415, núm. 48) el rubor que le causa. <<

[1003] Se mantuvo sordo a los ruegos de Atico de Constantinopla, y de Isidoro de Pelusio, y sólo accedió (si hemos de dar crédito a Nicéforo, l. XIV, c. 18) a la intercesión personal de la Virgen. Con todo, en sus últimos años aún decía que Juan Crisóstomo había sido bien condenado (Tillemont, Mém. Ecclés. t. XIV, pp. 278-282. Baronio, Annal. Eccles. año 412, núms. 46-64). <<

[1004] Véanse sus caracteres en la historia de Sócrates (l. VII, c. 25-28); su poder y pretensiones, en la grandiosa recopilación de Tomasin (Discipline de l’Église, t. I, pp. 80-91). <<

[1005] Su elevación y conducta están descritas por Sócrates (l. VII, c. 29, 31); y Marcelino parece haber aplicado el elocuentiæ satis, sapientiæ parum, de Salustio. <<

[1006]Cod. Teodos. l. XVI, tít. V, ley 65 con las ilustraciones de Baronio (año 428, núm. 25, etc. Gofredo ad locum, y Pagi (Crítica, t. II., p. 208). <<

[1007] Isidoro de Pelusio (l. IV, Epist. 57). Sus palabras son recias y escandalosas τί θαυμάζεις, εὶ καὶ νῦν περὶ πρᾶγμα θεῖον καὶ λóγου κρεῖττον διαφωνεῖν προσποιοῦνται ὑπò φιλαρχίας ἐκβκχευóμενοι. Isidoro es santo, pero nunca fue obispo, y sospecho que el orgullo de Diógenes siguió las huellas del de Platón. <<

[1008] La Croze (Christianisme des Indes, t. I, pp. 44-53. Thesaurus Epistolicus La Crozianus, t. III, pp. 276-280) ha descubierto el uso de ὁ δεσπóτης y ἁ κυρίες Ἰησεῦς, que en los siglos IV, V, y VI, distinguía la escuela de Diodoro de Tarso y sus discípulos nestorianos. <<

[1009] Θεοτóκος Deipara: así como en la zoología hablamos familiarmente de animales ovíparos y vivíparos. No es fácil el deslindar la invención de esta palabra, que La Croze (Christianisme des Indes, t. I, p. 16) atribuye a Eusebio de Cesárea y los Arrianos. Los testimonios ortodoxos los presentan Cirilo y Petavio (Dogmat. Thelog., t. V, l. V, c. 15, p. 254, etc.); pero la veracidad del santo es dudosa, y el epíteto de θεοτóκος, resbala fácilmente del margen al texto de un manuscrito católico. <<

[1010] Basnage, en su Histoire de l’Église, una obra de controversia (t. I, p. 505), sincera a la madre, por la sangre, de Dios (Actos XX, 28, con las varias leyendas de Mill). Pero los manuscritos griegos están muy lejos de mostrarse unánimes; y la denominación primitiva de la sangre de Cristo se conserva en la versión siria hasta en aquellas copias de que se valieron los cristianos de santo Tomás en la costa de Malabar (La Croze, Christianisme des Indes, t. I, p. 347). Los celos de los nestorianos y monofisitas han conservado la pureza de su texto. <<

[1011] Los paganos de Egipto aun se ríen de la nueva Cibeles de los cristianos (Isidor. l. I, epíst. 54); se fraguó una carta en nombre de Hipacia, para ridiculizar la teología de su asesino (Synodicon, c. 216, en cuarto t. IV, Concil. p. 484). En el artículo de NESTORIO, Bayle ha ido filosofando por encima sobre la adoración de la Virgen María. <<

[1012] El ἀντίδοσις de los griegos, un préstamo mutuo o trasferencia de los visos o propiedades de cada clase a la otra —de infinidad al hombre, de pasibilidad a Dios, etc. Doce reglas sobre este punto, de las mejores, componen la Gramática Teológica de Petavio (Dogmata Theolog., t. V, l. IV, c. 14, 15, p. 209, etc.). <<

[1013] Véase Ducange, C. P. Christiana, l. I, p. 30, etc. <<

[1014] Concil., t. III, p. 943. Nunca han sido aprobadas directamente por la Iglesia (Tillemont, Mém. Ecclés. t. XIV, pp. 368-372). Casi compadezco la angustia de la saña y sofistería, de que Petavio al parecer adolece en el libro VI de su Dogmata Theologica. <<

[1015] Tal como el racional Basnage (ad t. I; Variar. Lection. Canisii en Præfat., c. 2, pp. 11-23) y La Croze, el escolástico universal (Christianisme des Indes, t. I, pp. 16-20; De l’Ethiopie, pp. 26, 27; Thesaur. Epíst. pp. 176, etc. 283, 285). Su libre sentencia está confirmada por sus amigos Jablonski (Thesaur. Epíst., t. I, pp. 195-201) y Mosheim (idem. p. 304. Nestorium crimine caruisse est et mea sententia); y otros tres jueces más respetables que no es fácil hallar. Asseman, un esclavo modesto e instruido, apenas puede discernir (Bibliot. Orient., t. IV, pp. 190-224) el crimen y el yerro de los nestorianos. <<

[1016] El origen y progresos de la controversia nestoriana, hasta el sínodo de Éfeso, puede hallarse en Sócrates (l. VII, c. 32), Evagrio (l. I, c. 1, 2), Liberato (Brev. c. 1-4), las Actas originales (Concil., t. III, pp. 551-991, edic. Venecia, 1728), los Anales de Baronio y Pagi y las esmeradas colecciones de Tillemont (Mém. Ecclés., t. XIV, pp. 283-377). <<

[1017] Los cristianos de los cuatro primeros siglos ignoraban la muerte y entierro de María. La tradición de Éfeso está confirmada por el sínodo (ἔνθα ó θεολóγος ̓Iωάννης, καὶ ἡ θεοτóκος παρθένος ἡ ἁγία Mαριχ — Concil., t. III, p. 1102); con todo, ha sido anulada por reclamo de Jerusalén; y su sepulcro vacío, según se enseñaba a los peregrinos, produjo la fábula de su resurrección y asunción; a lo que la Iglesia griega y latina se han avenido devotamente. Véase Baronio (Annal. Eccles. año 48, núm. 6, etc.) y Tillemont (Mém. Ecclés. t. I, pp. 467-477). <<

[1018] Las Actas de Calcedonia (Concil., t. IV, pp. 1405, 1408) presentan una viva pintura de la ciega y aferrada servidumbre de los obispos de Egipto para con su patriarca. <<

[1019] Los asuntos civiles o eclesiásticos retuvieron a los obispos en Antioquía hasta el 18 de mayo. Éfeso estaba a treinta jornadas; y bien pueden concederse diez días más para tropiezos y descanso. La marca de Jenofonte sobre el mismo terreno enumera unas doscientos sesenta parasanjes o leguas; y esta medida pudiera quedar ilustrada por los itinerarios antiguos y modernos, si hubiese cómo comparar la rapidez de un ejército, un sínodo y una caravana. Juan de Antioquía es absuelto con reticencia por Tillemont (Mem. Ecclés. t. XIV, pp. 386-389). <<

[1020] Mεµφóµενον µὴ κατὰ τò δὲου τὰ ἐν ̓Eφέσῳ συντεθῆναι ὑποµνήµατα, πανουργία δὲ καὶ τινι ἀθέσµῳ καινοτοµία Kυρίλλου τεχνάζοντος. Evagrio, l. I, c. 7. La misma imputación hizo el conde Ireneo (t. III, p. 1249); y los críticos ortodoxos no hallan una tarea fácil el defender el tema de las copias griegas y latinas de las Actas. <<

[1021] O δὲ ὲπ̓ ὀλέθρῳ τῶυ ἐκκλησιῶυ τεχθείς καὶ τραφείς. Tras la hermandad de Juan y Cirilo, olvidáronse mutuamente estas invectivas. El estilo de la declamación nunca debe confundirse con el verdadero sentido que enemigos respetables han formado del mérito de cada uno (Concil., t. III, p. 1244). <<

[1022] Véanse las Actas del Sínodo de Éfeso en el original griego, y en la versión latina, casi contemporánea (Concil. t. III, pp. 991-1339, con el Synodicon adversus Tragædiam Irenæi, t. IV, pp. 235-497), las Historias Eclesiásticas de Sócrates (l. VII, c. 34) y Evagrio (l. I, c. 3, 4, 5), y el Breviario de Liberato (en Concil., t. VI, pp. 419-459, c. 5, 6), y las Mémoires Ecclés. de Tillemont (t. XIV, pp. 377-487). <<

[1023] Tαραχὴν (dice el emperador en lenguaje epigramático) τò γε ἐπὶ σαυτῷ καὶ χωρισµóν ταῖς ἐκκλησίαις ὲµβέβληκας ὡς θρασυρέρας ὁρµῆς πρεπούσης µᾶλλον ἤ ἀκριβείας … καὶ ποικιλίας µᾶλλον τνύτωνἡµῖν ἀρκούσης ἤπερ ὰπλóτητος … παντòς µᾶλλον ἤ ίέρεως … τά τε τῶν ἐκκλησιῶν τά τε τῶν βαοιλέων µέλλειν χωρίζειν βούλεσθαι, ὡς οὐκ οὔσης ἀφορµῆς ἑτέρας εὐδοκιµήσεως. Desearía saber cuánto pagó Nestorio por estas expresiones, tan amargas para su competidor. <<

[1024] Eutiques, el heresiarca Eutiques, se halla honrado por Cirilo, con el dictado de amigo, santo y ardiente defensor de la fe. Su hermano, el abad Dalmacio, también se empleó para volear al emperador y todos sus chambelanes terribili conjuratione. Synodicum, c. 203, en Concil., t. IV, p. 467. <<

[1025]Clerici qui hic sunt contristantur, quod ecclesia Alexandrina nudata sit hujus causa turbelæ: et debet præter illa quæ hinc transmissa sint auri libras mille quingentas.Et nunc ei scriptum est ut præstet; sed de tuâ ecclesiâ præsta avaritia quorum nosti, etc. Esta carta curiosa y original de Cirilo el archidiácono al nuevo obispo de Constantinopla ha sido extrañamente conservada por una antigua versión latina (Synodicon, c. 203. Concil., t. IV, pp. 465-468). La máscara está casi orillada, y los santos hablan el lenguaje honrado del interés y de la unión. <<

[1026] Las cansadísimas negociaciones que siguieron al sínodo de Éfeso se hallan difusamente referidas en las Actas originales (Concil., t. III, pp. 1339-1771, ad fin. vol. y el Synodicon, en t. IV), Sócrates (l. VII, c. 28, 35, 40, 41), Evagrio (l. I, c. 6, 7, 8, 12), Liberato (c. 7-10), Tillemont (Mém. Ecclés., t. XIV, pp. 487-676). Aun el lector más paciente me agradecerá el haber compendiado tanta insensatez y falsedad en unos cuantos rengloncillos. <<

[1027] Aὐτοῦ, τε αὖ δεηθέντος, ἐπετράπη κατὰ τò οἰκεῖον ἐπαναζεῦξαι µοναστήριον. Evagrio, l. I c. 7. Las cartas originales en el Synodicon (c. 15, 24, 25, 26), abonan la apariencia de una resignación voluntaria, que está confirmada por Ebed-Jesu, un escritor nestoriano, apud Asseman, Bibliot. Orient., t. III, pp. 299, 302. <<

[1028] Véanse las cartas imperiales en las Actas del sínodo de Éfeso (Concil., t. III, pp. 1730-1735). El odioso nombre de Simonianos, que se dio a los discípulos de este τερατώδονς διδασκαλίας fue designado ὡς ἄν ὀνείδεσι προβληθέντες ἀιώνιον ὑπομένοιεν τιμωρίαν τῶν ἁμαρτημάτων, καί μήτε ζῶντας τιμωρίας, μήτε θανόντας ἀ τιμίας ἐκτὸς ὑπάρχειν. ¡Con todo, éstos eran cristianos, que no se diferenciaban más que en los nombres y en sombras! <<

[1029] La metáfora de islas la aplican los graves jurisconsultos (Pandect., l. XLVIII, tít. 22, ley 7) a aquellos sitios felices que se distinguen de los arenales de la Libia por el agua y su verdor. Tres de estos bajo el nombre común de Oasis o Alvahat: 1. El templo de Júpiter Ammon. 2. El Oasis del centro, a tres jornadas al occidente de Licopolis. 3. La parte sur, adonde Nestorio fue desterrado, en el primer clima, y a algunos días de los confines de Nubia. Véase una nota erudita de Micaelis (ad Descript. Ægypt. Abulfeda, pp. 21-34). <<

[1030] El brindis de Nestorio al sínodo de Calcedonia lo refiere Zacarías, obispo de Melitene (Evagrio, l. II, c. 2; Asseman, Bibliot. Orient., t. II, p. 55) y el célebre Xenaia o Filogenos, obispo de Hierápolis (Asseman, Bibliot. Orient., t. II, p. 40, etc.), negado por Evagrio y Asseman, y briosamente sostenido por La Croze (Thesaur. Epistol., t. III, p. 181, etc.). El hecho no es inverosímil; con todo, estaba en el interés de los monofisitas el esparcir esta voz odiosa; y Eutiquio (t. II, p. 12) asegura que Nestorio murió después de un destierro de siete años, y por consiguiente diez antes del sínodo de Calcedonia. <<

[1031] Consúltese D’Anville (Mémoire sur l’Egypte, p. 191), Pocock (Description del Oriente, vol. I, p. 76), Abulfeda (Descript. Ægypt., p. 14) y su comentador Micaelis (Not. pp. 78-83), y el geógrafo nubiense (p. 42), quien menciona, en el siglo XII, las ruinas y las cañas de Akmim. <<

[1032] Eutiquio (Anal., t. II, p. 12) y Gregorio Bar-Hebreo o Abulfaragio (Asseman, t. II, p. 316), representan la credulidad de los siglos X y XII. <<

[1033] Tenemos.que agradecer a Evagrio (l. I, c. 7) algunos fragmentos de las cartas de Nestorio; pero la viva pintura de sus padecimientos está delineada de un modo afrentoso por el ralio y mentecato fanático. <<

[1034]Dixi Cyrillum dum υiυeret, auctoritate sua effecisse, ne Eutychianismus et Monophysitarum error in nervum erumperet: idque υerum puto… aliquo… honesto modo παλινωδίαν cecinerat. El instruido y cauto, no siempre decía toda la verdad. Cum Cyrillo lenius omnino egi, quam si tecum aut cum aliis rei hujus probe gnaris et æquis rerum æstimatoribus sermones privatos conferrum (Thesaur. Epistol. La Crozian., t. I, pp. 197, 198); ¡una excelente llave para sus disertaciones, sobre la controversia nestoriana! <<

[1035] ‘Hάγία σúνoδoς εἶπεν, ἆρον, καῦσον Eὐσέβίου, οὖτος ζῶν καῇ οὖτος ε’ίς δúο γένηταί, ὡς ‘εμέρίσε, μερίσθῆ … ε’ί τις λέγει δúο, άνάθεμα. A petición de Dióscoro, aquellos que no eran buenos para remar (βοῆσι), se les apretaban las manos. En Calcedonia los orientales niegan estas exclamaciones; pero los egipcios más conformemente declararon ταῦτα καί τóτε ε‘ίπομεν καί νῦν λέγομεν (Concil., t. IV, p. 1012). <<

[1036] ’’Eλεγε δὲ (Eusebio, obispo de Dorylæum) τòν φλαβιανóν τε δειλαίως άναιρεθῆναι, πρòς Διοσκóρουὠθούμενóν τε καὶ λακτιζóμενον y este testimonio de Evagrio (l. II, c. 2) lo amplifica el historiador Zonaras (t. II, l. XIII, p. 44), quien asegura, que Dióscoro daba coces como un asno salvaje. Pero el lenguaje de Liberato (Brev. c. 12 en Concil., t. VI, p. 458) es más cauto; y las Actas de Calcedonia, que redoblan los apodos de homicida, Caín, etc. no justifican tan grave cargo. Al fraile Barsumas se lo acusa más particularmente: ἔσϕαζε τòν μακάριον φλαυιανóν αὐτóς ἔστηκε καὶ ἔλεγε, σϕάζον (Concil., t. IV, p. 1413). <<

[1037] Las Actas del Concilio de Calcedonia (Concil., t. IV, pp. 761-2071) abraza la de Éfeso (pp. 890-1189), en la que entra también el sínodo de Constantinopla bajo Flavio (pp. 930-1072); y se requiere alguna atención para desentrañar esta doble complicación. Todo el asunto de Eutiques, Flavio y Dióscoro, está referido por Evagrio (l. I, c. 9, 12, y l. II, c. 1, 2, 3, 4) y Liberato (Brev. c. 11, 12, 13, 14). Una vez más, y quizá la última, apelo a la actividad de Tillemont (Mém. Ecclés., t. XV, pp. 479-719). Los Anales de Baronio y Pagi me acompañarán muy lejos en mi larga y trabajosa jornada. <<

[1038] Mάλιστα ἡ περιβóητς πανσοϕία, ἡ, καλουμένη ’Oρεινὴ (quizás Eίρηνὴ), περὶ ἦς κα ὶòπολυάνθρωπς τῆς ’Aλεζανδρέων δῆμος άφῆκε φωνἠν, αὑτῆς τε καὶ τοῦ μεμνημένος(Concil., t. IV, p. 1276). Se conserva una muestra de la agudeza y malicia del pueblo en la Antología Griega (l. II, c. 5, p. 188, edic. Wechel), aunque la aplicación era desconocida al editor Brodeo. El epigramista anónimo presenta un equívoco, confundiendo la salutación episcopal de «La paz sea con todos» con el nombre verdadero, o corrompido, de la concubina del obispo:

Eιρήνη πάντεσσιν, έπίσκοπος εἶπεν έπελθών.

Πῶς δúναται πᾶσιν, ἤν μóνος ἔνδον ἔχει;

Ignoro si el patriarca, que parece haber sido un amante celoso, es el Simón de un epigrama anterior, cuyo πεòς ’εστηικóς, habría sido visto con envidia y admiración, por el mismo Príapo. <<

[1039] Aquellos que reverencian la infalibilidad de los sínodos, pueden probar a deslindar su sentido. Los obispos que encabezaban, estaban rodeados de escribientes parciales o descuidados, que derramaban sus copias por todo el mundo. Nuestros manuscritos griegos están manchados con la lectura falsa y proscrita de ἐκ τῶν φυσέων (Concil., t. III, p. 1460): no parece haberse llevado a cabo la traducción auténtica del papa León I, y las antiguas versiones latinas difieren enteramente de la actual Vulgata, que fue revisada (año 550) por Rústico, un sacerdote romano, de los mejores manuscritos del ’Aκoιμητoι, en Constantinopla (Ducange, C. P. Christiana, l. IV, p. 151), un célebre monasterio de lacios, griegos y sirios. Véase Concil. t. IV, pp. 1959-2049 y Pagi, Critica, t. II, p. 326, etc. <<

[1040] Se halla confusamente representado en el microscopio de Petavio (t. V, lib. III, c. 5); con todo el sútil teólogo teme: ne quis fortasse supervacaneam, et nimis anxiam putet hujus modi vocularum inquisitionem, et ab instituti theologici gravitate alienam (p. 124). <<

[1041] Ἐβóησαν, ἣ ὁ ὃρoς κρατείτω, ἢ ἀπερχóμεθα… oἱ ἀυτιλέγoντες φανερoì γένωνται, oἱ ἀντιλἐγoντες Nεστoριανoί εìσιν, o’ι ἀντιλέγoντες ε’ις Pώμην ἀπέλθωσιν (Concil., t. IV, p. 1449) Evagrio y Liberato, no presentan más que la parte agradable del sínodo y pasan discretamente por encima de estas cenizas hurricantes, suppositos cineri doloso. <<

[1042] Véase, en el Apéndice de los Actas de Calcedonia, la confirmación del sínodo por Marciano (Concil., t. IV, pp. 1781, 1783); sus cartas a los frailes de Alejandría (p. 1781), del monte Sinaí (p. 1793), de Jerusalén y Palestina (p. 1789); sus leyes contra los eutiquianos (pp. 1809, 1811, 1831); la correspondencia de León con los sínodos provinciales sobre la revolución de Alejandría (pp. 1835-1930). <<

[1043] Focio (o más bien Eulogio de Alejandría) confiesa, en un hermoso paso el colorido de este doble cargo contra el papa León y su sínodo de Calcedonia (Bibliot. cod. CCXXV, p. 768). Hizo una doble guerra a los enemigos de la Iglesia, e hirió a sus enemigos con los dardos de su contrario καταλλήλoις βέλεσι τoὺς ἀυτιπάλoυς ἐτíτρωσκε. Contra Nestorio presenta el σύγχνσις; de los monofisitas; contra Eutiques usa el ὑπoστασέων διάφoρα de los nestorianos. El apologista reclama una interpretación caritativa para los santos: si lo mismo se hubiese extendido a los herejes, el estruendo de la contraversia, se hubiera desvanecido por los aires. <<

[1044] Aἴλoυρoς, de sus expediciones nocturnas. En la oscuridad y disfrazado recorrió las celdas de sus hermanos entregados al reposo, y les comunicó en voz baja la revelación (Theodor, Lector, l. I). <<

[1045] Φòνoυς τε τoλμηθῆναι μυπíoυ, [καì] αíμάτων πλήθει μoλυθῆναι μή μêνoν τήν τῆν ἀλλά καì αὐτòν τòν ἅετα. Tal es el lenguaje hiperbólico del Henoticón. <<

[1046] Véase la crónica de Victor Turunensis, en las Lectiones Antiquæ de Canisio, reimpresas por Basnage, t. I, p. 225. <<

[1047] El Henoticon está copiado por Evagrio (l. III, c. 13) y traducido por Liberato (Brev. c. 18); Pagi (Critica, t. II, p. 411) y Asseman (Bibliot. Orient., t. I, p. 343) están satisfechos de verle libre de herejía; pero Petavio (Dogmat. Theolog., t. V, l. I, c. 13, p. 40) asegura de la manera más inexplicable Chalcedonensem ascivit. Un contrario probaría que nunca había leído el Henoticon. <<

[1048] Véase Renaudot (Hist. Patriarch. Alex., pp. 123, 131, 145, 195, 247). Reconciliáronse por el cuidado de Marcos I (años 799-819): promovió sus jefes a los obispodos de Atribis y Talba (quizá Tava. Véase D’Anville p. 82), y suplió los sacramentos, que habían decaído por falta de ordenación episcopal. <<

[1049]De his quos baptizavit que ordinavit Acacius, majorum traditione confectam et veram, præcipue religiosæ solicitudini congruam præbenus sine difficultate medicinam (Gelacio, en epist. I, ad Euphemium, concil., t. V, 286). El ofrecimiento de una medicina prueba la enfermedad, y crecido número debe haber perecido antes de la llegada del médico romano. Tillemont (Mém. Ecclés., t. XVI, pp. 372, 642, etc.) extraña la índole altanera y poco satisfactoria de los papas: quedan contentos, dice, con invocar a san Flavio de Antioquía, san Elías de Jerusalén, etc. a quienes negaron en la tierra la comunión. Pero el cardenal Baronio es entero y sólido como el peñasco de san Pedro. <<

[1050] Sus nombres se borraron del díptico de la Iglesia: ex venerabili diptycho, in quo piæ memoriæ transitum ad cœlum habentium episcoporum vocabula continentur (Concil., t. IV, p. 1846). Este registro eclesiástico era por consiguiente equivalente al libro de la vida. <<

[1051] Petavio (Dogmat. Theolog., t. V, l. V, c. 2, 3, 4, pp. 217-225 y Tillemont (Mém. Ecclés., t. XIV, p. 713, etc. 799) ponen de manifiesto la historia y doctrina del Trisagio. En los doce siglos que mediaron entre Isaías y el niño de san Procio, quien fue llevado al cielo ante el obispo y pueblo de Constantinopla, se mejoró mucho el canto. El niño oyó que los ángeles cantaban «¡Santo Dios! ¡Santo fuerte! ¡Santo inmortal!». <<

[1052] Pedro Gnafeo, el batanero (oficio que había ejercido en su monasterio), patriarca de Antioquía. Su fastidioso cuento se halla ventilado en los Anales de Pagi (años 477-490) y una disertación de De Valois al fin de su Evagrio. <<

[1053] Los disturbios bajo el reinado de Anastasio deben tomarse de las Crónicas de Víctor, Marcelino y Teófanes. Como la última no se publicó en tiempo de Baronio, su crítico Pagi es más extenso así como más esmerado. <<

[1054] La historia general desde el concilio de Calcedonia a la muerte de Anastasio, puede hallarse en el Breviario de Liberato (c. 14-19), los libros II y III de Evagrio, el Extracto de los dos libros de Teodoro el Lector, los Actos de los Sínodos, y las Epístolas de los Papas (Concil., t. V). Continúan las series algo desordenadamente en los tomos XV y XVI de las Memoires Ecclésiastiques de Tillemon. Y aquí debo despedirme para siempre de esta guía incomparable, cuyo fanatismo está contrapesado por los méritos de la erudición, actividad, agudeza y escrupulosa maestría. La muerte le imposibilitó el acabarla, como pensaba en el siglo VI de la Iglesia y del Imperio. <<

[1055] El estilo de las Anécdotas de Procopio (c. 11, 13, 18, 27, 28) con las observaciones eruditas de alemano, está confirmado más bien, que contradicho, por los Actos de los Concilios, el cuarto libro de Evagrio, y las quejas del Africano Facundo, en su libro XII - de tribus capitulis, cum videri doctus, appetit importune… spontaneis quæstionibus ecclesiam turbat. Véase Procop. de Bell. Goth., l. III, c. 35. <<

[1056] Procop. de Edificiis, l. I, c. 6, 7, etc, passim. <<

[1057] Ὅς δὴ κάθηται ἀφύλακτος ἐς ἀεὶ ἐπὶ λέσχης τινòς ἀωρὶ νυκτῶν, ὁμοῦ τοῖς τῶν ἱερέων ἔσχατον γέρουσιν [ἐσχατογέρουσιν] ἀνακυκλεȋν τὰ Xριστιανῶν λóγια σπονδὴν ἒχων Procop. de Bell. Goth., l. III., c. 32. En la vida de san Eutiquio (apud Aleman. ad Procop. Arcan. c. 18) se le representa bajo el mismo concepto con ánimo de ensalzar a Justiniano. <<

[1058] Por estos arranques cuerdos y comedidos se denigra a Procopio (de Bell. Goth., l. I, c. 5) en el prólogo de Alemano, quien lo coloca entre los cristianos políticalsed longe verius hæresium omnium sentinas, prorsusque Atheos— abominables Atheos, que predicaban la imitación de la compasión de Dios para con el hombre (ad Hist, Arcan. c. 15). <<

[1059] Esta alternativa, preciosa circunstancia, la conserva Juan Malala t. II, p. 63, edic. Venet. 1733 quien merece más crédito cuanto más se aproxima al fin. Tras enumerar los herejes, nestorianos, eutiquianos, etc. ne expectent, dice Justiniano, ut digni veniâ judicentur: jubemus enim ut… convicti et aperti hæretici justæ et idoneæ animadversioni subjiciantur. Baronio copia y celebra este edicto del Código (año 527, núm. 39, 40). <<

[1060] Véanse la nombradía y principios de los montanistas, en Mosheim, de Rebus Christ. ante Constantinum, pp. 410-424. <<

[1061] Teofgan, Oron. p. 153. Juan, el monofisita, obispo de Asia, es un testigo más auténtico, de esta transacción; en la cual fue empleado por el emperador (Asaeman, Bibliot. Orient., t. II, p. 85). <<

[1062] Compárese Procopio (Hist. Arcan. c. 28 y las Notas de Alemano) con Teófanes (Oron. p. 190). El concilio de Nicea ha enterado al patriarca, o más bien a los astrónomos, de Alejandría, con la proclamación anual del Oriente; y aún leemos, o más bien no leemos, muchas de las epístolas pascales de san Cirilo. Desde el reinado del monofitismo en Egipto, los católicos estaban perplejos con tan insensata preocupación como la que por tanto tiempo se opuso, entre los protestantes, a la admisión del estilo gregoriano. <<

[1063] Sobre la historia y religión de los samaritanos, consúltese Basnage, Histoire des Juifs una obra erudita e imparcial. <<

[1064] Siquem, Neapolis, Naplus, la residencia antigua y moderna de los samaritanos, está situada en un valle entre el estéril Ebal, la montaña que corre al norte, y el arbolado Garizim, o montaña que corre al sur a diez o doce horas de Jerusalén. Véase Maundrel, Jornada de Alepo, etc. pp. 59-63. <<

[1065] Procop. Anecdot., c. 11. Teofan. Crón., p. 122. Juan Malala, Cron., t. II, p. 62. Recuerdo una observación medio filosófica y medio supersticiosa, que la provincia que se había arruinado por el fanatisimo de Justiniano, era la misma que atravesaron los mahometanos para internarse en el Imperio. <<

[1066] La expresión de Procopio es notable: οὐ γὰρ ο’ι ἐδóκει φóνος ἀνθρώπων εἶναι, ἤν γε μὴ τῆς αὐτοῦ δóξης ο’ι τελευτῶντες τύχοιεν ὄντες. Anecdot. c. 13. <<

[1067] Véase la crónica de Víctor, p. 328 y el testimonio original de las leyes de Justiniano. Durante los cinco años de su reinado, el mismo Baronio, en extremo festivo con el emperador, quien galanteaba a los papas, hasta que los tuvo en su poder. <<

[1068] Procopio, Anecdot., c. 15; Evagrio, l. IV, c. 10. Si los eclesiásticos nunca leyeron al secreto historiador, sus recelos prueban al menos el odio general. <<

[1069] Sobre el asunto de los tres capítulos, los actos originales del V concilio general de Constantinopla, suministran muchos conocimientos inútiles, aunque auténticos (Concil., t. IV, pp. 1-419). El griego Evagrio es menos extenso y esmerado (l. IV, c. 38) que los tres celosos Africanos, Facundo (en sus doce libros, de tribus capitulis, que están publicados más enmendadamente por Sirmond), Liberato (en su Breviarum, c. 22, 23, 24, y Víctor Turunensis en su crónica (en t. I, Autiq. Lect. Canisii, pp. 330-334). El Liber pontificalis, o Anastasio (en Vigilio, Pejio, etc.) es un testimonio original italiano. El lector moderno puede sacar algunos conocimientos de Dupin (Bibliot. Ecclés., t. V, pp. 189-207) y Basnage (Hist. de l’Église, t. I, pp. 519-541), con todo el último está muy desaforado con los papas. <<

[1070] Orígenes tiene una gran propensión para imitar el πλάνη y δυσσέβεια de los antiguos filósofos (Justiniano, ad Mennam, en Concil., t. VI, dep. 356). Sus opiniones moderadas eran repugnantes al celo de la Iglesia, y se halló que era criminal de herejía de la razón. <<

[1071] Basnage, Præfat., pp. 11-14, ad t. I, Antiq. Lect. Canis. ha pesado el crimen y la inocencia de Teodoro de Mopsuestia. Si compusiese diez mil volúmenes, tantos errores sería una concesión caritativa. En todos los catálogos subsiguientes de los heresiarcas está incluso él solo, sin sus dos hermanos: y corresponde al crítico Asseman (Bibliot. Orient., t. IV, 203-267) el comprobar la sentencia. <<

[1072] Véanse las quejas de Liberato y Víctor, y las exhortaciones del papa Pelagio al conquistador y exarca de Italia. Schisma… per potestates publicas opprimatur, etc. (Concil., t. VI, p. 467, etc.). Se detuvo a un ejército, para sofocar la sedición de una ciudad ilírica. Véase Procopio (de Bell. Goth., l. IV, c. 25); ὦνπερ ἔνεκα σφίσιν αὐτοῖς ο’ι Xριστιανοὶ διαμάχονται. Parece prometer una historia eclesiástica. Hubiera sido curiosa e imparcial. <<

[1073] El papa Honorio reconcilió a los obispos del patriarcado de Aquileya, año 638 (Muratori, Annali d’Italia, t. V, p. 376); pero volvieron a enemistarse, y el cisma no se extinguió enteramente hasta 698. Catorce años antes la Iglesia de España había mirado el V concilio general con desaprobación y silencio (XIII, Concil. Toletan. en Consil., t. VII, pp. 487-494). <<

[1074] Nirecio obispo de Tréveris (Concil., t. VI, pp. 511-513): él como la mayor parte de los prelados galicanos (Gregor. Epist., l. VII, ep. 5, en Concil., t. VI, p. 1007) fue separado de la comunión de los cuatro patriarcas, por haberse negado a condenar los tres capítulos. Baronio casi pronuncia la condena de Justiniano (año 565, núm. 6). <<

[1075] Después de referir la última herejía de Justiniano (l. IV, c. 39, 40, 41), y el edicto de su sucesor (l. V, c. 3), lo restante de la historia de Evagrio se reduce a acontecimientos civiles, en vez de eclesiásticos. <<

[1076] Esta extraordinaria, y quizás incompatible, doctrina de los nestorianos había sido observada por La Croze (Christianisme des Indes, t. I, pp. 19, 20), y está explicada más extensamente por Abulfaragio, Bibliot. Orient., t. II, p. 292. Hist. Dinast., p. 91, vers. Latin Pocock) y Asseman (t. IV, p. 118). Parecen estar ignorando que podían alegar la autoridad positiva de la ectesis. Ὁ μίαρος Nεστóριος καίπερ διαίρων τὴν θείαυ τοῦ Kυρίου ἐνανθρώπησιν, καὶ δύο εἰσάγων υίοὑς (la reconvención usual de los monofisitas), δύο θελήματα τούτων εἴπειν οὐκ ἐτóλμησε, τουνάντιον δἐ τοῦτο βουλίαν τῶν… δύο πρóσωπων ἐδóξασε (Concil., t. VII, p, 205). <<

[1077] Véase la fe ortodoxa en Petavio (Dogmata Theolog. t. V, l. IX, c. 6-10, pp. 433-447): todos los puntos de esta controversia se hallan en el diálogo griego, entre Máximo y Pirro (ad calcem, t. VIII, Annal. Baron., pp. 755-794), que hace referencia a una verdadera conferencia, que produjo una conversión de corta temporada. <<

[1078]Impiissimam ecthesim… scelerosum typum (Concil., t. VII, 366) diabolicæ operationis genimina (fors germina, o de otro modo el griego γενήματα, en el original. Concil., pp. 363, 364) son las expresiones del anatema XVIII. La epístola del papa Martín a Amando, obispo galicano, infama a los monotelitas y su herejía con igual desenfado (p. 392). <<

[1079] Los padecimientos de Martín y Máximo, están descritos con sencillez patética en sus cartas y actos originales (Concil., tom VII, pp. 65-78. Baron. Annal. Eccles. año 656, núm. 2 et annos subsecuent). Con todo, el castigo de su desobediencia ἐξóπια y σώματος αἴκισμος había sido anunciado previamente en el Tipo de Constante (Concil., t. VII, p. 240). <<

[1080] Eutiquio (Annal., t. II, p. 368 supone equivocadamente que los ciento veinticuatro obispos del sínodo romano se trasladaron a Constantinopla; y agregándose a los ciento sesenta y ocho griegos compusieron el sexto concilio de doscientos noventa y dos padres. <<

[1081] El monotelita Constante era aborrecido de todos, διὰ τοι ταῦτα —dice Teófanes (Cron. p. 292)— ἐμισήθη σφóδρως παρὰ παντων (Cuando salió fallido el milagro del fraile monotelita el pueblo gritó ὁ λαòς ἀγεβóησε (Concil., t. VII, p. 1032). Pero esto fue un ímpetu natural y transitorio; y temo que la última sea una anticipación de ortodoxia en el buen pueblo de Constantinopla. <<

[1082] La historia del monotelitismo puede hallarse en las Actas de los Sínodos de Roma (t. VII, pp. 77-395, 601-608 y Constantinopla, pp. 609-1429). Baronio extracta algunos documentos originales de la librería vaticana; y su cronología está rectificada por la actividad de Pagi. Hasta Dupin (Bibliothèque Ecclés., t. VI, pp. 57-71) y Basnage (Hist. de l’Église, t. I, pp. 541-555) suministra un compendio regular. <<

[1083] En el sínodo de Lateran de 679, Wilfrido, un obispo anglosajón firmó pro omni Aquilonari parte Britauniæ et Hiberniæ, quæ ab Anglorum et Brittonum, necnon Scotorum et Pictorum gentibus colebantur (Edio, en Vit St. Wilfrid., c. 31, apud Pagi, Critica, t. III, p. 88). Teodoro (magnæ insulæ Britanicæ archiepiscopus et philosophus) se hizo esperar por mucho tiempo en Roma (Concil., t. VII, p. 714), pero se contentó con tener (año 680) su sínodo provincial de Hatfield, en el que recibió los decretos del papa Martín y el primer concilio de Lateran, contra los monotelitas (Concil., t. VII, p. 597, etc.). Teodoro, un fraile de Tarso en Cilicia, había sido nombrado para la primacía de Bretaña por el papa Viteliano (año 668, véase Baronio y Pagi), cuyo aprecio por su sabiduría y religiosidad, fue apeado por alguna desconfianza, de su cáracter nacional: ne quid contrarium veritati fidei, Grœcorum more, in ecclesiam cui præsset introduceret. Enviose al Ciciliano desde Roma a Canterbury encargado a un guía africano (Bedæ Hist. Eccles. Anglorum, l. IV, c. 1). Se adhirió a la doctrina romana: y el mismo credo de la encarnación se trasmitió sin alteración desde Teodoro hasta los primados modernos, cuyos profundos conocimientos se hallan quizás muy pocas veces empeñados en este intrincado misterio. <<

[1084] Este nombre, desconocido hasta el siglo X, parece ser de origen sirio. Inventáronlo los jacobitas y lo adoptaron con afán los nestorianos y mahometanos; pero los católicos lo aceptaron sin entusiasmo, y se halla con frecuencia en los Anales de Eutiquio (Asseman, Bibliot. Orient., t. II, p. 507, etc. t. III, p. 355. Renaudot, Hist. Patriarch. Alexandrin. p. 119). Ἡμεῖς δούλοι τοῦ Bασιλέως, era el reclamo de los Padres de Constantinopla (Concil. t. VII, p. 765). <<

[1085] El sirio, que los naturales revelaban como su idioma primitivo, se dividía en tres dialectos. 1. El arameo, según se hablaba en Edesa y las ciudades de la Mesopotamia. 2. El Palestino, que se estilaba en Jerusalén, Damasco y el resto de Siria. 3. El nabateo, el idioma cerril de las montañas de Asiria y las aldeas del Irak (Gregorio Abulfaragio, Hist. Dynast., p. 11). Sobre el sirio véase a Ebed-Jesu (Asseman, t. III, p. 326, etc.), quien sólo con sonora preocupación, podía preferirse al arábigo. <<

[1086] No supliré mis cortos alcances con los despojos de Simón, Walton, Mill, Wetstein, Asseman, Ludolfo, La Croze, a quienes he consultado con atención. Aparece, 1. que de todas las versiones celebradas por los padres, es dudoso que exista ninguna en su primitivo estado; 2. que el sirio tiene más derecho; y el consentimiento de las sectas orientales comprueba que es aún más antiguo que su cisma. <<

[1087] En la relación de los monofisitas y nestorianos, debo mucho a la Bibliothèque Orientale ClementinoVaticana de José Simón Asseman. En el año 1715, el papa Clemente XI envió a aquel instruido maronita a visitar los monasterios de Egipto y Siria, en busca de manuscritos. Sus cuatro volúmenes en folio, publicados en Roma en 1719-1728, no contienen más que una parte, aunque quizás la más apreciable, de su grandioso proyecto. Como solariego y escolástico, conocía la literatura siria; y aunque dependía de Roma, trató de ser moderado y sincero. <<

[1088] Véanse los cánones de Nicea en la traducción de Abraham Ecchelensis, núm. 37, 38, 39, 40. Concil. t. II, pp. 335, 336, edic. Venec. Estos títulos vulgares de Niceno y Arábigo son ambos apócrifos. El concilio de Nicea no decretó más que veinte cánones (Teodoreto, Hist. Ecclés., l. I, c. 8); y los setenta u ochenta restantes se tomaron de los sínodos de la Iglesia griega. La erudición siria de Marutas ya no existe (Asseman, Bibliot. Orient., t. I, p. 195, t. III, p. 74) y la versión arábiga está tildada con muchas interpolaciones recientes. Con todo, este código contiene muchos restos curiosos de la disciplina eclesiástica, y desde que se halla igualmente respetado por todas las sectas del Oriente, se terminó probablemente antes del cisma de los nestorianos y jacobitas (Fabric., Bibliot. Grœc. t. XI, pp. 363-367). <<

[1089] Teodoro el lector (l. II, c. 5, 49 ad calcem Hist. Eccless.) ha dado a conocer esta escuela persa de Edesa. Su antiguo esplendor y las dos eras de su decadencia (año 431 y 489) se hallan claramente explicadas por Asseman (Bibliot. Orient., t. II, p. 402, III, pp. 376, 378, IV, pp. 70, 924). <<

[1090] Una disertación sobre el estado de los nestorianos se ha aumentado en manos de Asseman a un volumen de 950 páginas, y sus instructivas investigaciones están coordinadas con sumo arreglo. Además del t. IV de la Bibliotheca Orientalis, pueden consultarse con provecho los extractos de los tres primeros tomos (t. I, p. 205; II, pp. 321-463; III, 64-70, 378-395, etc., 403-408, 580-589). <<

[1091] Véase la Topografia Cristiana de Cosmas, llamado Indicopleustes, o el navegante indio, l. III, pp. 178, 179; l. XI, p. 337. La obra entera, de la que pueden hallarse algunos extractos curiosos en Focio (cod. XXXVI, pp. 9, 10 edic. Hoeschel), Thevenot (en la 1 parte de su Relation des Voyages, etc.) y Fabricio (Bibliot. Grœc. l. III, c. 25, t. II, pp. 603-617), la publicó el padre Montfaucon en París, 1707, en la Nova Collectio Patrum (t. II, pp. 113-346). El ánimo del autor es impugnar la herejía impía de aquellos que sostienen que la tierra es un globo, y no un plano alargado, como lo representan las Escrituras (l. II, p. 138). Pero la ignorancia del fraile está revuelta con los conocimientos prácticos del viajero, que hizo su viaje en 522 y publicó su libro en Alejandría, en el año 547 (l. II, pp. 140, 141. Montfaucon, Præfat. c. 2). El nestorianismo de Cosmas, desconocido a su sabio editor, lo descubrió La Croze (Christianisme des Indes, t. I, pp. 40-55), y lo confirma Asseman (Bibliot. Orient. t. IV, pp. 605, 606). <<

[1092] En sus grandes progresos a Mozul, Jerusalén, Roma, etc., el cuento de Preste Juan se convirtió en una fábula monstruosa, tomando algunos pasos del Lama del Tibet (Hist. Généalogique des Tartares, p. II, p. 42. Hist. de Gengis Khan, p. 31, etc.), y los portugueses la transmitieron abultada al emperador de Abisinia (Ludolf. Hist. Æthiop. Comment. l. II, c. 1). Con todo, es probable que en los siglos XI y XII la horda de los keraitas profesaba el cristianismo nestoriano (D’Herbelot, pp. 256, 915, 959. Asseman, t. IV, pp. 468-504). <<

[1093] La concordancia de los testigos chinos, árabes, sirios y latinos prueba incontrastablemente el cristianismo de la China, entre los siglos VII y XIII (Asseman, Bibliot. Orient., t. IV, pp. 502-552. Mém. de l’Académie des Inscript. t. XXX, pp. 802-819). La inscripción de Siganfu, que atestigua las ventajas conseguidas por la Iglesia nestoriana, desde la primera misión, año 636, hasta el año corriente, de 781, la miran como una impostura La Croze, Voltaire, etc. quienes vienen a ser engañados por su misma perspicacia, en tanto que temen un fraude jesuítico. <<

[1094]Jacobitae el Nestorianæ plures quam Grœci el Latini. Jacobo a Vitriaco, Hist. Hierosol., l. II, c. 76, p. 1093 en el Gesta Dei per Francos. El número lo trae Thomassin, Discipline de l’Église, t. I, p.172. <<

[1095] La división del patriarcado se halla delineada en la Bibliothèque Orientale de Asseman, t. I, pp. 523-549, t. II, p. 457, etc. t. III, p. 603, pp. 621-623, t. IV, pp. 164-169, p. 423, pp. 622-629, etcétera. <<

[1096] El lenguaje pomposo de Roma, sobre la sumisión de un patriarca nestoriano, se halla elegantemente manifestado en el libro VII de Fra Paolo, Babilonia, Ninivea, Arbela y los trofeos de Alejandro, Tauro, Ecbatana, el Tigris y el Indo. <<

[1097] El misionero indio santo Tomás, apóstol, maniqueo o comerciante armenio (La Croze, Christianisme des Indes, t. I, pp. 57-70) era ya célebre en tiempo de Jerónimo (ad Marcellum, epíst. 148). Marco Polo se enteró en el mismo sitio en que padeció el martirio en la ciudad de Malabar o Meliapur, a una legua de Madras (D’Anville, Éclaircissements sur l’Inde, p. 125), en donde los portugueses fundaron una iglesia episcopal, bajo el nombre de santo Tomás, en la que el santo hacía un milagro anual, el cual se interrumpió por la vecindad profana de los ingleses (La Croze, t. II, pp. 7-16). <<

[1098] Ni el autor de la Crónica Sajona (año 883) ni Guillermo de Malmesbury (de Gestis Regum Angliæ, l. II, c. 4, p. 44) eran capaces, en el siglo XII, de inventar este hecho extraordinario; y mucho menos de explicar las causas y disposiciones de Alfredo, de modo que su breve relación, no hace más que excitar nuestra curiosidad. Guillermo de Malmesbury conoce la dificultad de la empresa, quod quivis in hoc sæculo miretur, y casi malicio que los embajadores ingleses se agenciaron su cargamento y la leyenda en Egipto. El autor real no ha enriquecido su Orosio (véanse las Misceláneas de Barrington) con un viaje indio, así como con uno escandinavo. <<

[1099] Con respecto a los cristianos de santo Tomás, véanse Asseman, Bibliot. Orient., t. IV, pp. 391-407, 435-451; Geddes, Historia de la Iglesia de Malabar, y sobre todo, La Croze, Histoire du Christianisme des Indes, en 2 vols., 12, La Haya, 1758, una obra instructiva y agradable. Han tomado del mismo manantial, las narraciones italianas y portuguesas, y las vulgaridades de los jesuitas se hallan harto enmendadas con las de los protestantes. <<

[1100] Οἶον ε’ιπίν ψευδαλήθης es la expresión que usa Teodoro, en su tratado de la encarnación, pp. 245, 247 como lo cita La Croze (Hist. du Christianisme d’Éthiopie et d’Arménie, p. 35) quien exclama, quizá con demasiada precipitación, «¡Quel pitoyable raisonnement!». Renaudot ha hablado (Hist. Patriarch. Alex., pp. 127-138) de los acontecimientos orientales de Severo; y su credo auténtico se halla en la epístola de Juan el jacobita, patriarca de Antioquía, en el siglo X, a su hermano Menas de Alejandría (Alemano, Bibliot. Orient., t. II, pp. 132-141). <<

[1101]Epist. Archimadritarum et Monachorum Syriæ Secundæ ad Papam Hormisdam, Concil. t. V, pp. 598-602. El valor de san Sebastián, ut leo animosus, basta para abonar la sospecha de que las armas de estos frailes no siempre eran espirituales o defensivas (Baronio, año 513, núm. 7, etc.). <<

[1102] Asseman (Bibliot. Orient., t. II, pp. 10-46) y La Croze (Christianisme d’Éthiopie, pp. 36-50) pueden proporcionar la historia de Jenais o Filogeno, obispo de Maburgo, o Hierápolis, en Siria. Poseía a la perfección el idioma sirio, y era el autor o editor de una versión del Nuevo Testamento. <<

[1103] Los hombres y dictados de cincuenta y cuatro obispos que fueron desterrados por Justino, se conservan en la Crónica de Dionisio (apud Asseman, t. II, p. 54). Severo fue emplazado a comparecer personalmente en Constantinopla, para su prueba, dice Liberato (Brev. c. 19), para cortarle la lengua, dice Evagrio (l. IV, c. 4). El prudente patriarca no se paró a deslindar la diferencia. Esta revolución eclesiástica la coloca Pagi en el mes de setiembre del año 518 (Critica, t. II., p. 506). <<

[1104] La oscura historia de Santiago, o Jacobo, Baradeo, o Zanzalusto, puede tomarse de Eutiquio (Anal., t. II, pp. 144, 147), Renaudot (Hist. Patriarch. Alex., p. 153), y Asseman (Bibliot. Orient., t. I, p. 424; t. II, pp. 61-69, 324-332, 414; t. III, pp. 385-388). Parece ser desconocido a los griegos. Los mismos jacobitas habían más bien derivado su nombre y preocupaciones de Santiago apóstol. <<

[1105] Las noticias de su persona y escritos componen sin duda alguna, el trozo más interesante de la Biblioteca de Asseman (t. II, pp. 244-321, bajo el nombre de Gregorius Bar-Hebræus). La Croze (Christianisme d’Éthiopie, pp. 53-63) se mofa de la preocupación de los españoles con respecto a la sangre judía que profana secretamente su Iglesia y Estado. <<

[1106] Esta terquedad excesiva la ridiculiza La Croze (p. 352) y hasta el sirio Asseman (t. I, p. 226, t. II, pp. 304, 805). <<

[1107] El estado de los monofisitas está perfectamente descrito en una disertación al principio del volumen II, de Asseman que contiene 142 páginas. La Crónica Siria de Gregorio Bar-Hebræo, o Abul-faraje (Bibliot. Orient., t. II, pp. 321-463), continúa la doble serie de los nestorianos católicos y los mafrianos de los jacobitas. <<

[1108] El uso sinónimo de estas dos voces se halla probado en Eutiquio (Anal., t. II, pp. 191, 267, 332); y muchos pasos semejantes que contiene la tabla metódica de Pocock. No influía en él ninguna preocupación contra los maronitas del siglo X, y bien puede darse crédito al testimonio de un melchita cuando se halla confirmado por los jacobitas y latinos. <<

[1109]Concil. t. VII, p. 780. La causa monotelita la sostuvo con ardid y entereza Constantino, sacerdote sirio de Apamea (p. 1040, etc.). <<

[1110] Teófanes (Chron., pp. 295, 296, 300, 302, 306) y Cedreno (pp. 437, 440) refieren las victorias de los mardaites: el nombre (Mard en sirio rebellavit) lo explica La Roque (Voyage de la Syrie, t. II, p. 53); las fechas las apunta Pagi (año 676, núms. 4-14, año 685, núm. 3, 4) y hasta la confusa relación del patriarca Juan Maron (Asseman, Bibliot. Orient., t. I, pp. 496-520) refiere, desde el año 686 al 707, los disturbios del Monte Líbano. <<

[1111] En el último siglo todavía existían veinte corpulentos cedros (Voyage de la Roque, tomo I, pp. 68-76); en la actualidad no hay más que cuatro o cinco (Volney, t. I, p. 264). Estos árboles, tan célebres en la Sagrada Escritura, estaban resguardados por una excomunión: su madera no se empleaba más que para crucecitas, etc.; anualmente se celebraba una misa bajo su sombra; y los sirios les atribuían la potestad sensitiva de enderezar sus ramas para rechazar la nieve, en lo que el Monte Líbano es menos sincero de lo que lo describe Tácito: inter ardores opacum fidumque nivibus - una osada metamorfosis (Hist. v. 6). <<

[1112] El testimonio de Guillermo de Tiro (Hist. in Gestis Dei per Francos, l. XXII, c. 8, p.1022) lo copia o confirma Santiago de Vitra (Hist. Hierosolym., l. II, c. 77, pp. 1093, 1094). Pero esta liga tan irregular espiró con el poder de los francos; y Abulfaragio (que murió en 1286) considera a los maronitas como una secta de monotelitas (Bibliot. Orient. t. II, p. 292). <<

[1113] Hallo una descripción e historia de los maronitas en el Voyage de la Syrie et du Mont Liban, par La Roque (2 vol., en 12 Amsterdan, 1723; particularmente t. I, pp. 42-47, pp. 174-184, t. II, pp. 10-120). En la parte antigua, copia las preocupaciones de Nairon y los otros maronitas de Roma, a las que Asseman no se atreve a rechazar y se avergüenza de apoyar. Sobre este punto puede consultarse a Jablonski (Institut. Hist. Christ., t. III, p. 186), Niebuhr (Voyage de l’Arabie, etc. t. II, pp. 346, 370-381) y, sobre todos, al ajuiciado Volney (Voyage en Egypte et en Syrie, t. II, pp. 8-31, París, 1787). <<

[1114] La religión de los armenios la ha descrito brevemente La Croze (Hist. du Christ. d’Éthiopie et d’Arménie) de Galano (3 vol. en fol., Roma, 1650-1661), y ensalza el estado de la Armenia en el tercer volumen de las Nouveaux Mémoires des Missions du Levant. La obra de un jesuita debe de ser muy perfecta cuando la alaba La Croze. <<

[1115] El cisma de los armenios se coloca ochenta y cuatro años después del concilio de Calcedonia (Pagi, Critica, ad año 535). Se consumó al cabo de diez y siete años; y desde el año de Cristo 552 fechamos la era de los armenios (l’Art de verifier les Dates, p. XXXV). <<

[1116] Los dictámenes y paradero de Julián de Halicarnaso pueden verse en Liberato (Brev. c. 19),. Renaudot (Hist. Patriarch. Alex. pp. 132, 303), y Asseman (Bibliot. Orient. t. I, Dissertat. de Monophysitis, l. VIII, p. 286). <<

[1117] Véase un hecho notable del siglo XII en la Historia de Nicetas Coniates (p. 258). Con todo, trescientos años antes Focio (Epistol. II, p. 49, edit. Montacut) se afamó con la conversión de los armenios. λατρεύει σήμερον ὀρθοδóξες [τὴν χριστιάνων λατρείαν]. <<

[1118] Los traficantes armenios siguen el camino de los demás viajeros, y su iglesia se halla en la carretera real entre Constantinopla e Ispahán: sobre su actual estado, véase a Fabricio (Lux Evangelii, etc. c. XXXVIII pp. 40-51), Oleario (l. IV, c. 40) Chardin (vol. II, p. 232), Tournefort (carta XX) y sobre todo, Tavernier (t. I, pp. 28-37, 510-518), aquel joyero ambulante que nada había leído, pero que había visto mucho, y con provecho. <<

[1119] La historia de los patriarcas alejandrinos, desde Dióscoro a Benjamin, está tomada de Renaudot (pp. 114-164) y el tomo segundo de los Anales de Entiquio. <<

[1120] Liberat. Brev. c. 20, 23; Victor Chron. pp. 329, 330; Procop. Anecdot. c. 26, 27. <<

[1121] Eulogio, que había sido fraile de Antioquía, era más bien tenido por astuto que elocuente. Probó que los enemigos de la fe, los Gaianitas y Teodosianos, no debían reconciliarse: que la misma proposición en boca de san Cirilo, podía ser ortodoxa y herética en la de Severo; que los asertos opuestos de san León eran también verdaderos, etc. Sus escritos ya no existen, a no ser en los Extractos de Focio, quien los había desentrañado con ahínco y satisfacción, cod. CCVIII, CCXXVI, CCXXVII, CCXXX, CCLXXX. <<

[1122] Véase la Vida de Juan el limosnero por su contemporáneo Leoncio, obispo de Neapolis, en Chipre, cuyo texto griego, bien que extraviado de oculto, se refleja en la versión latina de Baronio (año 610, núm. 9, año 620, núm. 8); Pagi (Critica, t. II, p. 763) y Fabricio (l. V, c. 11, t. VII, p. 454) han hecho algunas observaciones críticas. <<

[1123] Este número está tomado de las interesantes Recherches sur les Egyptiens et les Chinás (t. II, pp. 192, 193); y parece más probable que el de seiscientos mil antiguo o quince mil moderno, coptos de Gemelli Carreri, Cirilo Lucar, el patriarca protestante de Constantinopla, se lamenta de que aquellos herejes eran diez veces más que sus griegos ortodoxos, aplicando ingeniosamente el πολλαί κεν δεκάδες δευοίατο ο’ινοχóοιο de Homero (Iliad. II, 428), la mejor prueba de desprecio (Fabric. Lux. Evangelii, 740). <<

[1124] La historia de los coptos, su religión, costumbres, etc. pueden hallarse en la obra del abate Renaudot, que ni es traducción ni original; el Chronicon Orientale de Pedro, un jacobita; en las dos versiones de Abraham Ecchellensis, París, 1651; y Juan Simón Asseman, Venec. 1729. Estos anales no alcanzan sino hasta el siglo XIII. Las relaciones más recientes deben buscarse en los viajeros por Egipto y las Nouveaux Memoires des Missions du Levant. En el último siglo, José Abudacnus, natural del Cairo, publicó en Oxford, en treinta páginas, una ligera Historia jacobitarum. 147, post. 150. <<

[1125] Sobre el año 737. Véase Renaudot, Hist. Patriarch. Alex., pp. 221, 222. Elmacín, Hist. Sarracen. p. 99. <<

[1126] Ludolph. Hist. Æhiopie et Comment. l. I, c. 8; Renaudot, Hist. Patriarch. Alex., p. 480, etc. esta especie introducida en Egipto y Europa por ardid de los coptos, el orgullo de los abisinios, y el conducto e ignorancia de los turcos y árabes, carece de todo asomo de verdad. Las lluvias de la Etiopía, en el crecimiento del Nilo, no consultan la voluntad del monarca. Si el río se extiende hasta Napata, a tres jornadas del Mar Rojo (véanse los mapas de D’Anville), el formar un canal que dirigiese su curso exigiría, y probablemente excedería, el poderío de los Césares. <<

[1127] Los abisinios que aún conservan las facciones y color aceitunado de los árabes, prueban que dos mil años no bastan a mudar el color de la casta humana. Los nubios, ralea africana, son negros castizos, tanto como los del Senegal o Congo, con narices achatadas, labios gruesos, y cabello encrespado (Buffon, Hist. Natural, t. V, pp. 117, 143, 144, 466, 219, edic. en 12ο, París, 1769). Los antiguos contemplaron, sin darle mucha importancia, el extraordinario fenómeno que ha embargado tanto a los filósofos y teólogos modernos. <<

[1128] Asseman, Bibliot. Orient. t. I, p. 329. <<

[1129] El Cristianismo de los Nubios, año 1153 lo atestigua el jerife al Edrisi, descrito equivocadamente bajo el nombre del geógrafo nubio (p. 18), quien los representa como una nación de jacobitas. Los rayos de luz que se desprenden de la historia de Renaudot (pp. 178, 220-224, 281-286, 405, 434, 451, 464) corresponden a esta era. Véase el estado moderno en las Lettres Édifiantes (Recueil., IV) y Busching (t. IX, pp. 152-159 por Berenger). <<

[1130] El abuna lo honran impropiamente los latinos con el dictado de patriarca. Las abisinios no reconocen más que los cuatro patriarcas, y su jefe no es más que un primado nacional o metropolitano (Ludolph. Hist. Æthiopic. et Comment. l. III, c. 7). Los siete obispos de Renaudot (p. 511), que había en el año 1131 son desconocidos al historiador. <<

[1131] No sé por qué Asseman (Bibliot. Orient. t. II, p. 384) ha de hablar aquí de las misiones probables de Teodora en Nubia y Etiopía. Las escasas noticias de Abisinia hasta el año 1500, las toma Renaudot (pp. 336-341, 381, 382, 405, 443, etc., 452, 456, 463, 475, 480, 511, 525, 559-564) de los escritores coptos. <<

[1132] Ludolph. Hist. Æthiopic., l. IV, c. 5. Las artes más indispensables, las desempeñan los judíos, y el comercio extranjero está en manos de los armenios. Lo que Gregorio admiró y envidió principalmente, fue la industria de Europa, artes et opificia. <<

[1133] Juan Bermúdez, cuya relación, impresa en Lisboa, 1569 la tradujo en inglés Purchass (Pilgrims, l. VII, c. 7; p. 1149, etc.), y luego en francés La Croze (Christianisme d’Ethiopie, pp. 92-265). El trozo es interesante; pero puede maliciarse que el autor trató de engañar a Roma, Abisinia y Portugal. Su dictado de patriarca es muy dudoso (Ludolph. Comment. núm. 101, p. 473). <<

[1134]Religio Romana… nec precibus patrum nec miraculis ab ipsis editis suffulciebatur, es la incontrastable seguridad del devoto emperador Susneo a su patriarca Méndez (Ludolph. Comment. núm. 126, p. 529); y tales seguridades debían guardarse con esmero, como un antídoto contra cualquier leyenda maravillosa. <<

[1135] Ignoro si es muy reciente la cuestión de la circuncisión. Con todo puedo asegurar, 1. Que los etíopes tienen una causa física para verificar la circuncisión de los varones, y hasta de las hembras (Recherches Philosophiques sur les Americains, t. II) 2. Que estaba en uso en Etiopía mucho antes de la introducción del cristianismo o el judaísmo (Herodot., l. II, c. 104. Marsham. Canon Chron, pp. 72, 73). «Infantes circumcidunt ob consuetudinem non ob Judaismum», dice Gregorio el sacerdote abisinio (apud Fabric. Lux Christiana, p. 720). Con todo, en el acaloramiento de una disputa, algunas veces se motejaba a los portugueses con el apodo de incircumcisos (La Croze, p. 80. Ludolph. Hist. y Comment., l. III, c. 1). <<

[1136] Los tres historiadores protestantes, Ludolfo (Hist. Ætiopica, Francfort, 1681; Commentarius, 1691; Relatio Nova, etc. 1693, en folio), Geddes (Church History of Æthiopia, London, 1696, en 8ο), y La Croze (Hist. du Christianisme d’Ethiopie et d’Armenie, La Haye, 1739 en 12ο), han sacado sus principales materiales de los jesuitas, particularmente de la Historia General de Tellez, publicada en portugués en Coimbra, 1660. Debemos extrañar su desembozo, pero su vicio más abominable, el espíritu de persecución, era a sus ojos la virtud más meritoria. Ludolfo poseía alguna escasa ventaja con el conocimiento de la lengua etiópica, y la conversación de Gregorio, sacerdote abisinio muy despreocupado, a quien convidó a pasar, de Roma a la corte de Saxo-Gota. Véase la Theologia Æthiopica de Gregorio, en Fabricio, Lux Evangelii, pp. 716-734. <<

[1137] El instruido Selden trae la historia de la transubstanciación en una sentencia comprensiva y enérgica. «Esta opinión no es más que retórica trocada en lógica» (Sus Obras, vol. III, p. 2073 en su Sobremesa). <<

[1138]Nec intelligunt homines ineptissimi, quôd si sentire simulacra et moveri possent, [ultro] adoratura hominem fuissent a quo sunt expolita (Divin. Institut., l. II; c. 2). Lactantio es el último, así como el más elocuente, de los apologistas latinos. Sus mofas de los ídolos atacan no solamente al objeto, sino a la forma y al asunto. <<

[1139] Véase Ireneo, Epifanio, y Agustín (Basnage, Hist. des Églises Réformées, t. II, p. 1313). Esta práctica gnóstica tiene una afinidad peregrina con la adoración privada de Alejandro Severo (Lampridio, c. 29. Lardner, Testimonios Paganos, vol. III, p. 34). <<

[1140] Véase esta Historia, vol. I, pp. 353-354; vol. II, p. 263. <<

[1141] Οὐ γὰρ τò Θεῖον ἁπλοῦν ὒπαρχον καὶ ἄληπτον μορφαῖς τισι καὶ σχήμασιν ἀπεικάζομεν, οὔτε κηρῷ καὶ ξύλοις τὴν ὑπερούσιον καὶ προάναρχον οὐσίαν τιμᾶν ἣμεις διεγνώκαμεν (Concilium Nicenum, II, en Collect. Labb., t. VIII, p. 1025, edic. Venet.). Il seroit peut-etre à propos de ne point souffrir d’images de la Trinité ou de la Divinité; les defenseurs les plus zélés des images ayant condamné celles-ci, et le concile de Trente ne parlant que des images de Jésus Christ et des Saints (Dupin, Bibliot. Eccles., t. VI, p. 154). <<

[1142] Esta historia general de las imágenes está sacada del libro XXII de la Hist. des Églises Réformées de Basnage, t. II, pp. 1310-1337. Era protestante; pero de una índole apacible; y sobre este punto los protestantes se hallan tan puestos en razón, que se pueden aventurar a ser imparciales. Véase la incertidumbre del pobre fraile Pagi, Crítica, t. I, p. 42. <<

[1143] Tras remover algunos milagros y adefesios, puede concederse, que por el año 300, Paneas en Palestina quedó condecorada con una estatua de bronce, representando a un grave personaje envuelto en una capa, con una mujer agradecida o suplicante arrodillada delante de él, y que una inscripción τῷ Σῶτηρι, τῷ εὐεργέτῃ estaba quizás esculpida en el pedestal. Este grupo lo explican a ciegas los cristianos, por su fundador y la pobre mujer a quien había curado de un flujo de sangre (Euseb. VII, 18. Filostorj., VII, 3, etc.). De Bejusobre supone más despreocupados al filósofo Apolonio, o al emperador Vespasiano: en la última suposición, la mujer es una ciudad, una provincia, o quizás la reina Berenice (Bibliothèque Germanique, t. XIII, pp. 1-92). <<

[1144] Euseb. Hist. Ecclesiást., l. I, c. 13. El instruido Asseman cita en su apoyo, a tres sirios, san Efrem, Josua Stylites, y Jaime, obispo de Sarug; pero no halló ningún apunte del original sirio, o los archivos de Edesa (Bibliothèque Orientale, t. I, p. 548, 420, 554); su creencia a bulto está sin duda sacada de los griegos. <<

[1145] El testimonio de estas epístolas está traído y desechado por el cándido Lardner (Testimonios Paganos, vol. I, pp. 297-309). Entre la caterva de fanáticos que han sido arrojados por fuerza de este puesto cómodo; pero imposible de sostener, me avergüenzo con los Crabes, Caves, Tillemonts, etc. al descubrir a M. Addison, un caballero inglés (sus Obras, vol. I, p. 528, edición Baskerville); pero su tratado sobre la religión católica debe el concepto a su nombre, su estilo, y el aplauso interesado de nuestro clero. <<

[1146] Por el silencio de Jaime de Sarug (Asseman, Bibliothèque Orientale, pp. 289, 318) y el testimonio de Evagrio (Hist. Ecclesiást., l. IV, c. 27), he deducido, que esta fábula se inventó entre los años 521 y 594, probablemente después del sitio de Edesa en 540 (Asseman, t. I, p. 446; Procopio de Bell. Persic., l. II). Es la espada y el broquel de Gregorio II (en Epist. I ad León. Isaur. Concil., t. VIII, pp. 656, 657) de Juan Damasceno (Opera, t. I, p. 281, edic. Lequien), y del segundo Concilio Niceno (Actio, V, p. 1050). La edición más completa se halla en Cedreno (Compend., pp. 175-178). <<

[1147] Ἁχειροποίητος Véase Ducange, en Gloss. Grœc. et Lat. El asunto está tratado con igual erudición y fanatismo, por el jesuita Gretser (Syntagma de Imaginibus non Manu factis, ad calcem Codini de Officiis, pp. 289-330), el asno, o más bien el raposo, de Ingoldstadt (véase la Escaligerana); con igual razón e ingenio por el protestante Beausobre, en la irónica controversia que ha ido repartiendo por muchos volúmenes de la Bibliothèque Germanique (t. XVIII, pp. 1-50; XX, pp. 27-68; XXV, pp. 1-36; XXVII, pp. 85-118; XXVIII, pp. 1-33; XXXI pp. 111-148; XXXII, pp. 75-107; XXXIV, pp. 67-96). <<

[1148] Teofilacto Simocatta (l. II, c. 3, p. 34; l. III, c. 1, p. 63) ἀχειροποίητος ensalza el θεανδρικòν εἴκασμα ἀζειροποίητον; ἀρχέτυπον γὰρ ὲκεῖνο (de Edesa) θρησκεύουσι Ῥωμαιοί τι ἄῤῥητον. Véase Pagi, t. II, 586 d. C., núm. 11. <<

[1149] Véanse las obras originales o supuestas de Juan Damasceno, dos pasos sobre la Virgen y san Lucas, de que Gretser no hace mención, y por consiguiente tampoco Beausobre (Juan Damasceno, Opera, t. I, pp. 618, 631). <<

[1150] «Vuestras escandalosas figuras están casi fuera del lienzo; son tan malas como un grupo de estatuas». Así la ignorancia y fanatismo de un sacerdote griego elogiaba las pinturas del Ticiano, que había mandado hacer y luego se negó a admitirlas. <<

[1151] Cedreno, Zonaras, Glicas y Manases imputan el origen de los iconoclastas al califa Yezid y a dos judíos, que prometieron el Imperio a León; y las reconvenciones de estos sectarios hostiles están trocados en una conspiración absurda, para restablecer la pureza de la adoración cristiana (véase Spanheim, Historia Imaginum, c. 2). <<

[1152] Véase Elmacín (Hist. Sarracen., p. 267) Abulfaragio (Dynastías, p. 201) y Abulfeda (Annales Moslemici, p. 264) y la Crítica de Pagi (t. III, 944 d. C.). El cuerdo franciscano se desentiende allá de que la imagen de Edesa esté hoy en día en Roma o en Génova; pero su quietud es deshonrosa; y este antiguo objeto de adoración ya no suena ni es de moda. <<

[1153] Ἀρμενίοις καὶ Ἀλαμανοῖς ἐπ᾽ ἴσης ἡ τῶν ἁγίων ἐικóνων προσκύνησις ἀπηγóρευται (Nicetas, l. II, p. 258). Las iglesias armenias viven aún satisfechas con la Cruz (Missions du Levant, t. III, p. 148); pero verdaderamente el supersticioso griego es injusto con las preocupaciones de los germanos del siglo XII. <<

[1154] Nuestros monumentos originales; pero no imparciales de los iconoclastas, o rompe-imágenes, deben sacarse de las Actas de los Concilios, t. VIII y IX, Collect. Labbé, edic. Venet. y los escritos históricos de Teófanes, Nicéforo, Manases, Cedreno, Zonaras, etc. De los católicos modernos, Baronio, Pagi, Natalio Alejandro (Bibliot. Eccles., seculum VIII y IX), y Mimburg (Hist. des Iconoclastes) han tratado el asunto con erudición, credulidad y preocupación. Las tareas protestantes de Federico Spanheim (Historia Imaginum, restituta) y Jaime Basnage (Hist. des Églises Réformées, t. II, l. XXIII, pp. 1339-1385) van pautadas por el patrón de los quiebra-imágenes. Con este auxilio mutuo, y propensión opuesta, fácil nos es el equilibrar la balanza con indiferencia filosófica. <<

[1155] Algunos floreos retóricos Σύνοδον παράνομον καὶ ἄθεον, τοῖς ματαιóφροσιν, y el obispo Juan Damasceno le llama ἄκυρος καὶ ἄδεκτος (Opera, t. I, p. 623). La Apología de Spanheim para el Sínodo de Constantinopla (p. 171, etc.) está redactada con ingenuidad y esmero, por los materiales que pudo hallar en las Actas Nicenas (p. 1046, etc.). El ingenioso Juan de Damasco convierte en ἐπισλóπους; ἐπισκóτoυς, los hace κοιλιοδούλους esclavos de su vientre, pancistas etc. Opera, t. I, p. 306. <<

[1156] Se le acusa de cercenar el dictado de santo; llamando a la Virgen, Madre de Cristo; comparándola después del parto, a una bolsa vacía; de arrianismo, nestorianismo, etc. Spanheim (c. IV, p. 207) en su defensa se halla perplejo entre el interés de un protestante, y el deber de un teólogo acendrado. <<

[1157] El santo confesor Teófanes aprueba el principio de su rebelión, θείῳ κινούμενοι ζήλῳ (p. 339). Gregorio II (en Epist. I. ad Imp. León. Concil., t. VIII, pp. 661, 664) aplaude el afán de las mujeres bizantinas que mataron a los oficiales imperiales. <<

[1158] Juan o Mansur, era un cristiano noble de Damasco, que tenía un empleo de consideración en el servicio del califa. Su celo por la causa de las imágenes le expuso al resentimiento del emperador griego; y por sospechas de una correspondencia traidora, se le cortó la mano derecha, que le fue milagrosamente devuelta por la Virgen. Tras este recobro, hizo dimisión de su empleo, distribuyó sus bienes, y se encerró en el monasterio de san Sabas, entre Jerusalén y el Mar Muerto. La leyenda es célebre; pero este instruido editor, el padre Lequien, ha comprobado por desgracia, que san Juan Damasceno era ya fraile antes de la cuestión de los iconoclastas (Opera, t. I, Vit. Sanct. Joan. Damseen. pp. 10-13 y Notas ad loc). <<

[1159] Después de enviar a León al diablo, introduce su heredero τò μιαρòν αὐτοῦ γέννημα, καὶ τής κακίας αὐτοῦ κληρονóμος ἐν διπλῷ γενóμενος (Opera Damascen., t. I, p. 625). Si la autenticidad de este paso es sospechoso; estamos seguros de que en otras obras, que no hace mucho existían, Damasceno confirió a Constantino los dictados de Mωαμὲθ, Xριστομάχον μισάγιον, (t. I, p. 306). <<

[1160] En la narración de esta persecución por Teófanes y Cedreno, Spanheim (pp. 235-238) compara afortunadamente el Draco de León con los dragones (Dracones) de Luis XIV; y se regocija en extremo con esta lid controversial. <<

[1161] Πρóγραμμα γὰρ ἐξεπἑμψε κατὰ πᾶσαν ὲξαρχίαν τὴν ‘νπò τῆς χειρòς α’ντοῦ, πάντας ‘νπογράψαι καὶ ὀμνύναι τοῦ ἀθετῆσαι τὴν προσκύνησιν τὼν σεπτῶν εἰκóνων. <<

[1162] Kαὶ τὴν ᾽Pώμην σὺν πάση [τῇ] Ἰταλίᾳ τὴς βασίλειας αὐτοῦ ἀπέστησε, dice Teófanes (Chronograph. p. 343). Por esto Cedreno llama a Gregorio ἀνὴρ ἀποστολικóς (p. 450). Zonaras describe el trueno ἀναθέματι συνοδικῷ (t. II, l. XV, pp. 104, 105). Nótese que los griegos son muy abonados para confundir las épocas y acciones de dos Gregorios. <<

[1163] Véase Baronio, Annal. Eccles., 730 d. C., núm. 4, 5: dignum exemplum! Bellarmino, de Romano Pontífice. l. V, c. 8: mulctavit eum parte imperii Sigonio, de Regno Italiæ, l. III, Opera, t. II, p. 169. Con todo, tal es el trastrueque de Italia, que Sigonio se halla enmendado por el editor de Milán, Filipo Arjelato, un Boloñés, y súbdito del papa. <<

[1164]Quod si Christiani olim non deposuerunt Neronem aut Julianum, id fuit quia deerant vires temporales Christianis (el honrado Bellarmino, de Rom. Pont., l. V, c. 7). El cardenal Perron añade una distinción mucho más honrosa a los primeros cristianos, pero no más satisfactoria para los príncipes modernos: la traición de los herejes y apóstatas quizás quebrantaron su juramento, desecharon su cuño, y renunciaron su fidelidad a Cristo y su vicario (Perroniana, p. 89). <<

[1165] Tomad, por dechado, al cauto Basnage (Hist. des Églises Réformées, pp. 1350, 1351), y el vehemente Spanheim (Historia Imaginum), quien, con cien más, sigue las huellas de los centuriatores de Magdeburgo. <<

[1166] Véase Launoy (Opera, t. V, part. II, epíst. VII, 7, pp. 456-474), Natalio Alejandro (Hist. Nov. Testamenti, seculum VIII, dissert. I, pp. 92-96), Pagi (Crítica, t. III, pp. 215, 216), y Giannone (Istoria Civile di Napoli, t. I, pp. 317-320), un discípulo de la escuela galicana. En el campo de la controversia, siempre compadezco al partido moderado, que está en el medio y entre dos fuegos. <<

[1167] Apelan a Pablo Warnefrido, o el Diácono (de Gestis Langobard. l. VI, c. 49, pp. 506, 507, en Scriptores Rerum Italicarum Muratori, t. I, part. I), y el nominal Anastasio (de Vit. Pont. en Muratori, t. III, part. I; Gregorio II, p. 154; Gregorio III, p. 158; Zacarías, p. 161; Estefano III, p. 165; Paulo p. 172; Estefano IV, p. 174; Adriano, p. 179; León III, p. 195). Con todo puedo notar, que el verdadero Anastasio (Hist. Ecclesiást., p. 134, edic. Reg.) y la Historia Miscella (l. XXI, p. 151, en t. I, Script. Rerum Ital.) ambos del siglo IX, traducen y aprueban el texto griego de Teófanes. <<

[1168] Con alguna escasa diferencia, los críticos más instruidos, Lucas Holstenio, Schelestrate, Ciampini, Bianchini, Muratori (Prolegomena ad t. III, part. I), están conformes en que el Liber Pontificalis fue compuesto y continuado por los bibliotecarios y notarios apostólicos de los siglos VIII y IX; y que el último, la parte más corta, es la obra de Anastasio, cuyo nombre lleva. El estilo es bárbaro, la narración parcial, los pormenores baladíes; con todo debe leerse como un recuerdo curioso y auténtico de los tiempos. Las epístolas de los papas andan dispersas por los volúmenes de los Concilios. <<

[1169] Las dos epístolas de Gregorio II, se han preservado en las Actas del Concilio Niceno (t. VIII, pp. 651-674). Están sin fecha, la que está deslindada con suma variedad, por Baronio en el año 728, por Muratori (Annali d’Italia, t. VI, p. 120) en 729, y Pagi en 730. Tal es la fuerza de la preocupación, que algunos papistas han ensalzado la sensatez y moderación de estas cartas. <<

[1170] Eἴκσι τέσσαρα στάδια ὑποχωρήσει ὁ Ἀρχιερὺς ᾽Pώμης εὶς τὴν χώραν Kαμπανίας, καὶ ὕπαγε δίωξον τοὺς ἀνέμους (Epíst. I, p. 664). Esta proximidad de los lombardos es de difícil digestión. Camilo Pellegrini (Dissert. IV de Ducatu Beneventi, en el Script. Rerum Ital., t. V, pp. 172, 173) calcula los XXIV estadios, no de Roma, pero de los límites del ducado romano, a la primera fortaleza, quizás Sora, de los lombardos. Más bien creeré que Gregorio, con la pedantería de su tiempo, emplea estadios por millas, sin pararse en la verdadera medida. <<

[1171] Ὃν αἱ πᾶσαι βασιλείαι τῆς δύσεως ὡς Θεòν ἐπίγειον ἔχουσι. <<

[1172] Aπò τῆς ἐσωτέρου δύσεως τοῦ λεγομένου Σεπτετοῦ (p. 665). El papa parece haber escampado la ignorancia de los griegos: vivió y murió en el Laterano; y en su tiempo todos los reinos del Occidente habían abrazado el cristianismo. ¿No podría este desconocido Septeto tener alguna referencia con el jefe de la Heptarquia sajona, con Ina rey de Wessex, quien, en el pontificado de Gregorio el Segundo, visitó a Roma, con la intención, no de recibir el bautismo, sino por mera romería (Pagi, 689 d. C., núm. 2; 726 d. C., núm. 15)? <<

[1173] Copiaré el paso importante y decisivo del Liber Pontificalis. Respiciens ergo pius vir profanam principis jussionem, jam contra Imperatorem quasi contra hostem se armavit, renuens haeresim ejus, scribens ubique se cavere Christianos, eo quod orta fuisset impietas talis. Igitur permoti omnes Pentapolenses, atque Venetiarum exercitus contra Imperatoris jussionem restiterunt; dicentes se nunquam in ejusdem pontificis condescendere necem, sed pro ejus magis defensione viriliter decertare (p. 156). <<

[1174] Un censo o feudo, dice Anastasio (p. 156); el impuesto más cruel, desconocido a los sarracenos, exclama el celoso Mainburgo (Hist. des Iconoclastes, l. I), y Teófanes (p. 344), quien habla del empadronamiento de Faraón, de los hijos varones de Israel. Esta clase de impuesto era familiar a los sarracenos, y desgraciadamente para el historiador, fue impuesta algunos años después en Francia por su patrono Luis XIV. <<

[1175] Véase el Liber Pontificalis de Aguelo (en el Script. Rerum Ital. de Muratori, t. II part. I) cuyas profundas señales de barbarismo deslindan la diferencia entre Roma y Rávena. Con todo, le debemos algunos hechos curiosos y caseros: los acantonamientos y facciones de Rávena (p. 454), la venganza de Justiniano II (pp. 160, 161), la derrota de los griegos (pp. 170, 171), etc. <<

[1176] Sin embargo, León estaba indudablemente comprendido en el si quis … imaginum sacrarum … destructor … extiterit, sit extorris a corpore D. N. Jesu Christi vel totius ecclesiae unitate. Los canonistas pueden decidir si el desliz o el nombre constituyen la excomunión; y la decisión es de la mayor importancia para su seguridad; puesto que, según el oráculo (Graciano Caus. XXIII, p. 5, c. 47, apud Spanheim, Historia Imaginum, p. 112), homicidas non esse qui excommunicatos trucidant. <<

[1177]Compescuit tale consilium Pontifex, sperans conversionem principis (Anastas., p. 156) Sed ne desisterent ab amore et fide R. J. admonebat (p. 157). Los papas llaman a León y Constantino Copronymo, Imperatores et Domini, con el extraño superlativo de Piissimi. Un célebre mosaico del Laterano (798 d. C.) representando a Cristo que entrega las llaves a san Pedro y la bandera a Constantino V (Muratori, Annali d’Italia, t. VI, p. 337). <<

[1178] He delineado el ducado romano según los mapas, y éstos por la excelente disertación del padre Beretti (de Chorographia Italiæ Medii Ævi, sect. XX, pp. 216-232). Con todo, debo observar, que Viterbo es fundación Lombarda (p. 211), y que Terracina fue usurpada por los griegos. <<

[1179] Sobre la extensión, población, etc. del reino romano, el lector puede recorrer, con satisfacción, el Discurso preliminar a la República Romana de M. Beaufort (t. I), a quien no se le acusará de ser demasiado crédulo en cuanto a los primeros tiempos de Roma. <<

[1180]Quos (romanos) nos, Longobardi scilicet, Saxones, Franci, Lotharingi, Bajoarii, Suevi, Burgundiones, tanto dedignamur ut inimicos nostros commoti, nil aliud contumeliarum nisi Romane, dicamus: hoc solo, id est Romanorum nomine, quicquid ignobilitatis, quicquid timiditatis, quicquid avaritiae, quicquid luxuriae, quicquid mendacii, immo quicquid vitiorum est comprehendentes (Luitprando, en Legat. Script. Ital., t. II, part. I, p. 481). Por los pecados de Caton o Julio Minos pudiera haberle impuesto, como una penitencia, la lectura diaria de este paso bárbaro. <<

[1181]Pipino regi Francorum[et Patricio Romanorum] omnis senatus atque universa populi generalitas a Deo servatae Romanae urbis. Codex Carolin. epist. 56, en Script. Rerum Ital., t. III, part. II, p. 160. Los nombres de senado y senadores se habían extinguido enteramente (Dissert. Chorograph., pp. 216, 217); pero en la edad media significaban poco más que nobiles, optimates, etc. (Ducange, Gloss. Latin). <<

[1182] Véase Muratori, Antiquitat. Italiæ Medii Ævi, t. II, Dissertat. XXVII, p. 548. En uno de estos cuños se lee Adrianus Papa (772 d. C.): en el reverso, Vict. DDNN con la palabra conob, la que el padre Joubert (Science des Médailles, t. II, p. 42), explica por Constantinopoli officina B (secunda). <<

[1183] Véase la Disertación de West sobre los Juegos Olímpicos (Pindar., vol. II, pp. 32-36, edición en 12º), y las juiciosas reflexiones de Polibio (t. II, l. IV, p. 466, edic. Gronov.). <<

[1184] El discurso de Gregorio a los lombardos está esmeradamente redactado por Sigonio (de Regno Italiæ, l. III, Opera, t. II, p. 173), quien remeda la independencia y la entonación de Salustio o Livio. <<

[1185] Los historiadores venecianos, Juan Sagornino (Chron. Venet. p. 13) y el dogo Andrés Dándolo (Script. Rerum Ital., t. XII, p. 135) han preservado esta epístola de Gregorio. La pérdida y recobro de Rávena están mencionadas por Pablo el Diácono (de Gest. Langobard. l. VI, c. 49, 54, en Script. Rerum Ital., t. I, part. I, pp. 506, 508); pero nuestros cronologistas, Pigi, Muratori, etc. no alcanzan a deslindar la fecha o las circunstancias. <<

[1186] La elección dependerá del modo como se lea el manuscrito de Anastasio: deceperat o decerpserat (Script. Rerum Ital., t. III, part. I, p. 167). <<

[1187] El Codex Carolinus es una colección de las epístolas de los papas a Carlos Martel (a quien llaman Subregalus), Pipino y Carlomagno, desde el año 791, en que fue formado por el último de estos príncipes. Su manuscrito original y auténtico (Bibliothecæ Cubicularis) está hoy día en la librería imperial de Viena, y se ha publicado por Lambecio y Muratori (Script. Rerum Ital., t. III, part. II, p. 75) etc. <<

[1188] Véase esta carta extraordinaria en el Codex Carolinus, epíst. III p. 92. Los enemigos de los papas les han imputado el fraude y la blasfemia; con todo más bien querrían persuadir que engañar. Esta introducción de los muertos o de los inmortales, era familiar a los oradores antiguos, aunque en esta ocasión esté desempeñado de una manera tosca propia de la época. <<

[1189] Excepto en el divorcio de la hija de Desiderio, a quien Carlomagno repudió sine aliquo crimine. El papa Esteban IV se había opuesto tenazmente al entronque de un noble franco —cum perfidâ, horridâ nec dicendâ, foetentissimâ natione Longobardorum— a quien imputa la primera mancha de lepra (Codex Carolin. epíst. 45, pp. 178, 179). Otra razón contra el casamiento era la existencia de una primera mujer (Muratori, Annali d’Italia, t. VI, pp. 232, 233, 236, 237). Pero Carlomagno se otorgó a sí mismo la libertad de la poligamia o el concubinaje. <<

[1190] Véase el Annali d’Italia de Muratori, t. VI y las tres primeras disertaciones de sus Antiquitat. Italiæ Medii Ævi, t. I. <<

[1191] Además de los historiadores comunes, tres críticos franceses, Launoy (Opera, t. V, part. II, l. VII, epíst. 9, pp. 477-487), Pagi (Crítica, 751 d. C., núm. 1-6; 752 d. C., núm. 1-10), y Natalio Alejandro (Hist. Nov. Testamenti, dissertat. II, pp. 96-107) han tratado este asunto de la deposición de Quilderico con esmero y tino, pero con una propensión suma a salvar la independencia de la corona. Sin embargo, se hallan apurados con los textos que citan de Eginhardo, Teófanes, y los antiguos Annales, Laures hamenses, Fuldenses y Loisielanios. <<

[1192] No absolutamente por la primera vez. En un teatro menos aparatoso, se había usado en los siglos VI y VII, por los obispos provinciales de Bretaña y España. El ungimiento real de Constantino, se tomó del Lacio en la última época del Imperio. Constantino Manasses cita la de Carlomagno como una ceremonia extranjera, judía e incomprensible. Véase Selden, Títulos de Honor, en sus obras, vol. III, part. I, pp. 234-249. <<

[1193] Véase Eginhardo, en Vita Caroli Magni, c. 1, p. 9, etc. c. III p. 24. Quilderico fue depuesto —jussû, los carolingios estaban establecidos— auctoritate, Pontificis Romani. Launoy, etc. pretenden que estas enérgicas palabras admiten interpretación templada. Así sea; con todo, Eginhardo conocía el mundo, la corte y el idioma latino. <<

[1194] Para el dictado y potestad de un patricio de Roma, véase Ducange (Gloss. Latin., t. V, pp. 149-151), Pagi (Crítica, 740 d. C., núm. 6-11), Muratori (Annali d’Italia; t. VI, pp. 308-329) y san Marcos (Abrégé Chronologique d’Italie, t. I, pp. 379-382). De éstos el franciscano Pagi es el más propenso a hacer del patricio un teniente de la Iglesia más bien que del Imperio. <<

[1195] Los adictos papales pueden suavizar el significado simbólico de la bandera y las llaves, pero el estilo de ad regnum dimisimus, or direximus (Codex Carolin., epist. I, t. III, part. II, p. 76), parece que no dan cabida a ningún atemperante. En el manuscrito de la librería de Viena se lee, en vez de regnum, rogum, oración o plegaria (véase Ducange); y el reinado de Carlos Martel queda anulado por esta enmienda trascendental (Catalani, en sus Prólogos Críticos a Annali d’Italia, t. XVII, pp. 95-99). <<

[1196] En la narración auténtica de este recibimiento el Liber Pontificalis dice: obviam illi ejus sanctitas dirigens venerabiles [venerandas] cruces, id est signa; sicut mos est ad exarchum, aut patricium suscipiendum, sum cum ingenti honore suscipi fecit (t. III, part. I, p. 185). <<

[1197] Pablo el Diácono, que escribió antes del Imperio de Carlomagno, describe a Roma como su súbdita: vestrae civitates (ad Pompeium Festum) suis addidit sceptris (de Metensis Ecclesiæ Episcopis). Algunas medallas carolingias, acuñadas en Roma, han empeñado a Le Blanc a escribir una trabajosa disertación, aunque parcial, sobre su autoridad en Roma, tanto como patricios y emperadores (Amsterdam, 1692, en 4). <<

[1198] Mosheim (Institution, Hist. Ecclesiást., p. 265) evalúa esta donación con atinada cordura. Nunca se ha exhibido el hecho original; pero el Liber Pontificalis representa (p. 171) y el Codex Carolinus supone, esta dádiva grandiosa. Ambos recuerdos contemporáneos; y el último es el más auténtico, puesto que se ha conservado, no en la librería papal, sino en la imperial. <<

[1199] Entre los exorbitantes reclamos y las cortas concesiones, de interés y preocupación, de que ni aun Muratori (Antiquitat. Italiæ Medii Ævi, t. I, pp. 63-68) está exento me ha guiado, a los linderos del Exarcado y Pentápolis, la Dissertatio chorographica Italiæ Medii Ævi, t. X, pp. 160-180. <<

[1200]Spoletini deprecati sunt, ut eos in servitio B. Petri receperet et more Romanorum tonsurari faceret (Anastasio, p. 185). Con todo, cabe un punto de discusión, sobre si entregaron sus personas o su país. <<

[1201] La policía y donaciones de Carlomagno están esmeradamente desentrañadas por san Marc (Compendio, t. I, pp. 390-408), quien estudió bien el Codex Carolinus. Creo, como él, que eran únicamente verbales. El acta más antigua de donación que se dice existir, es la del emperador Luis el Piadoso (Sigonio, de Regno Italiæ, l. IV. Opera, t. II, pp. 267-270). Su autenticidad, o al menos su integridad, se ha controvertido con ahínco (Pagi, 817 d. C., núm. 7, etc. Muratori, Annali d’Italia, t. VI, p. 432, etc. Dissertat. chorographica, pp. 34, 35); pero no veo objeción alguna regular para que estos príncipes no dispusiesen libremente de lo que no les pertenecía. <<

[1202] Carlomagno solicitó y obtuvo del propietario Adriano I, los mosaicos del palacio de Rávena, para adornar a Aquisgran (Codex Carolin., epíst. 67, p. 223). <<

[1203] Los papas se quejan a menudo de las usurpaciones de León de Rávena (Codex Carolin. epíst. 51, 52, 53, pp. 200-205). Si corpus St. Andreae germani St. Petri hίc humasset, nequaquam nos Romani pontifices sic subjugassent (Agnelo, Liber Pontificalis, en Script. Rerum Ital., t. II, part. I, p. 107). <<

[1204]Piissimo Constantino magno, per ejus largitatem S. R. Ecclesia elevata et exaltata est, et potestatem in his Hesperiae partibus largiri dignatus est … Quia ecce novus Constantinus his temporibus, etc. (Codex Carolin. epíst. 49, en t. III, part. II, p. 195). Pagi (Crítica, 324 d. C., núm. 16) los atribuye a un impostor del siglo VIII, que tomó el nombre de san Isidoro: su humilde dictado de Peccator fue por ignorancia, aunque adecuadamente, trocado en Mercator; con efecto su mercancía era de provecho, porque unas cuantas hojas de papel, le valieron muchas riquezas y poderío. <<

[1205] Fabricio (Bibliot. Grœc. t. VI, pp. 4-7) enumeró las varias ediciones de esta Acta, en griego y en latín. La copia que Lorenzo Valla cita y refuta, parece haberse tomado bien de las espurias Actas de san Silvestre, o del Decreto de Graciano, al cual, según él y otros, ha sido agregado subrepticiamente. <<

[1206] En el año 1059, creía (¿creíanlo?) el papa León IX, el cardenal Pedro Damian, etc. Muratori coloca (Annali d’Italia, t. IX, pp. 23, 24) las donaciones supuestas de Luis el Piadoso, el Otos, etc. de Donatione Constanti. Véase una disertación de Natalio Alejandro, Hist. Nov. Testamenti, seculum IV, diss. 25, pp. 335-350. <<

[1207] Véase una extensa relación de la controversia (1105 d. C.), que se suscitó; de un proceso privado, en el Chronicon Farsense (Script. Rerum Ital., t. II, part. II, p. 637, etc.) un copioso extracto de los archivos de la abadía benedictina. Al principio estaban visibles para los curiosos extranjeros (Le Blanc y Mabillon), y hubieran enriquecido el primer volumen de la Historia Monástica Italiæ de Quirini. Pero hoy en día están encerrados (Muratori, Script. Rerum Ital., I. t. II, part. II, p. 269) por la apocada administración de la corte de Roma; y el futuro cardenal atendía a la voz de la autoridad, y a los dictámenes de la ambición (Quirini, Comment. part. II, pp. 125-136). <<

[1208] He leído en la colección de Escardio (de Potestate Imperiali Ecclesiasticâ, pp. 734-780) este brioso razonamiento, compuesto por el autor, 1440 d. C., seis años después de la fuga del papa Eugenio IV. Es un libelo incendiario; Valla sincera y acalora la revolución de los romanos, y aun aprueba el uso del puñal contra su tirano sacerdote. Semejante crítica debía temer la persecución del clero; con todo, hizo la paz, y se halla enterrado en el Laterano (Bayle, Dictionnaire Critique, Valla; Vosio, de Historicis Latinis, p. 580). <<

[1209] Véase Guicciardini, un asalariado de los papas, en aquella larga y apreciable digresión, que se ha colocado en su lugar, en la última edición, publicada con arreglo al manuscrito del autor, e impresa en cuatro volúmenes en cuarto, bajo el nombre de Friburgo, 1775 (Istoria d’Italia, t. I, pp. 385-395). <<

[1210] El paladín Astolfo, lo halló en la luna, entre las cosas que se habían perdido en la tierra (Orlando Furioso, XXXIV, 80).

Di vari fiore ad un grand monte passa,

Ch’ebbe giâ buono odore, or puzza forte:

Questo era il dono (se però dir lece)

Che Constantino al buon Silvestro fece.

Sin embargo este incomparable poema fue aprobado por una bula de León X. <<

[1211] Véase Baronio, 324 d. C., núm. 117-125; 1191 d. C., núm. 51, etc. El cardenal intentó persuadir que Roma fue ofrecida por Constantino, y rehusada por Silvestre. El acta de donación la considera, con bastante extrañeza, como un embuste de los griegos. <<

[1212]Baronius n’en dit guères contre; encore en a-til trop dit, et l’on vouloit sans moi (Cardinal du Perron) qui l’empêchai, censurer cette partie de son histoire. J’en devisai un jour avec le Pape, et il ne me repondit autre chose «che volete?, I Canonici la tengono», il le disoit en riant (Perroniana p. 77). <<

[1213] La historia de las imágenes que nos queda, de Irene a Teodora está recopilada, para los católicos, por Baronio y Pagi (780-840 d. C.), Natalio Alejandro (Hist. Nov. Testamenti, seculum VIII. Panoplia adversus Hœreticos, pp. 118-178) y Dupin (Bibliot. Eccles., t. VI, pp. 136-154); para los protestantes, por Spanheim (Historia Imaginum, pp. 305-659), Basnage (Hist. des Églises Réformées, t. I, pp. 556-572, t. II, pp. 1362-1385), y Mosheim (Institut. Hist. Ecclesiást. seculum VIII, y IX). Los protestantes, excepto Mosheim, están mal hallados con la controversia; pero los católicos, excepto Dupin, están enardecidos por la furia y la superstición de los frailes; y hasta Le Beau (Hist. du Bas Empire), un caballero y escolástico, se halla contagiado con tan odiosa epidemia. <<

[1214] Véanse las Actas, en griego y latín, del segundo concilio de Nicea, con una porción relativa de documentos, en el volumen VIII de los concilios, pp. 645-1600. Una fiel versión, con algunas notas críticas, que a ciertos lectores movería a risa, y a otros a llanto. <<

[1215] Los legados del papa eran mensajeros casuales, dos sacerdotes sin ninguna comisión especial, y que a su regreso perdían la calidad de tales. Los católicos persuadieron a algunos frailes vagabundos, a que representasen a los patriarcas orientales. Esta curiosa anécdota la revela Teodoro Estudites (epíst. 1, 38, en Sirmond. Opp., t. V, p. 1319), uno de los más acérrimos iconoclastas de la época. <<

[1216] Συμφέρει δέ σοι μὴ καταλιπεῖν ἐν τῇ πóλει ταύτῃ πορνεῖον εἰς ὁ εἰσέλθης, ἤ ἴνα ἀρνήςῃ τó προσκύνειν τòν κύριον ἡμῶν καὶ θεòν Ἰησοῦν xριστòν μετὰ τῆς ἰδίας αὐτοῦ μήτρος ὲν εἴκονι. Estas visitas no podían ser inocentes, puesto que el Δαίμων πορνείας (el demonio de la lujuria) ἐπολέμει δὲ αὐτòν … ἐν μία οἆν ὡς ἐπέκειτο αὐτῷ σφóδρα, etc., Actio IV, p. 901. Actio V, p. 1031. <<

[1217] Véase una relación de esta controversia en el Alejo de Ana Comnena (l. V, p. 129) y Mosheim (Institut. Hist. Ecclesiást., pp. 371, 372). <<

[1218] El Libri Carolini (Spanheim, pp. 443-529) compuesto en el palacio o cuarteles de invierno de Carlomagno, en Worms, 790 d. C.; y enviado por Engeberto al papa Adriano I, quien le contestó con una grandiset verbosa epístola (Concil., t. VIII, p. 1553). Los Carolinos proponen 120 objecciones contra el sínodo niceno, y palabras como las siguientes son los floreos de su retórica: Dementiam… priscae Gentilitatis obsoletum errorem … argumenta insanissima et absurdissima … derisione dignas naenias, etc. <<

[1219] Las asambleas de Carlomagno eran políticas, así como eclesiásticas; y los trescientos miembros (Natalio Alejandro, Hist. Nov. Testamenti, seculum VIII, p. 53) que tomaron asiento y votaron en Francfort, debían componerse, no sólo de obispos, sino de abades, y hasta de los principales seglares. <<

[1220]Qui supra sanctissima patres nostri (episcopi et sacerdotes) omnimodis servitium et adorationem imaginum renuentes contempserunt, atque consentientes condemnaverunt (Concil. t. IX, p. 101. Canon II Franckford). Una contienda debe estar muy enfurecida para no compadecerse de los esfuerzos de Baronio, Pagi, Alejandro, Mimburg, etc. para descartar esta desgraciada sentencia. <<

[1221] Teófanes (p. 343) especifica los de Sicilia y Calabria, que rendían una renta anual de tres talentos y medio de oro (quizá cincuenta y cinco mil duros). Luitprando enumera pomposamente los patrimonios de la Iglesia romana en Grecia, Judea, Persia, Mesopotamia, Babilonia, Egipto y Libia, que fueron injustamente retenidos por el emperador griego (Legat. ad Nicephorum, en Script. Rerum Ital., t. II, part. I, p. 481. <<

[1222] La gran diócesis del Ilírico Oriental, con Apuleya, Calabria y Sicilia (Tomassin, Discipline de l’Église, t. I, p. 145), por confesión de los griegos, el patriarca de Constantinopla había separado de Roma las metrópolis de Tesalónica, Atenas, Corinto, Nicópolis y Patre (Luc. Holsten. Geograph. Sacra, p. 22): y sus conquistas espirituales se extendían a Nápoles y Amalfi (Giannone, Istoria Civile di Napoli, t. I, pp. 517-524. Pagi, 730 d. C., núm. 11). <<

[1223]In hoc ostenditur, quia ex uno capitulo ab errore reversis, in aliis duobus, in eodem (¿era lo mismo?) permaneant errore … de diocessi S. R. E. seu de patrimoniis iterum increpantes commonemus, ut si ea restituere noluerit hereticum eum pro hujusmodi errore perseverantiâ decernemus (Epist. Adrian. Papæ ad. Carolum Magnum, en Concil., t. VIII, p. 1598); a lo cual añade una razón, que es enteramente opuesta a su conducta, a saber, que prefería la salvación de las almas y la regla de la fe, a todos los bienes transitorios de este mundo. <<

[1224] Fontanini considera a los emperadores nada más que como abogados de la Iglesia (advocatus et defensor SRE. Véase Ducange, Gloss. Lat., t. I, p. 297). Su antagonista Muratori reduce a los papas a exarcas del emperador. En el modo de ver más equitativo de Mosheim (Institut. Hist. Ecclesiást., pp. 265, 266), tenían a Roma bajo el Imperio, como la clase más honrosa de feudo o beneficio; premuntur nocte caliginosâ! <<

[1225] Sus méritos y esperanzas se hallan resumidos en un epitafio de treinta y ocho versos, del que Carlomagno se declara autor (Concil., t. VIII, p. 520).

Post patrem lacrymans Carolus hæc carmina scripsi.

Tu mihi dulcis amor, te modo plango pater…

Nomina jungo simul titulis, clarissime, nostra

Adrianus, Carolus, rex ego, tuque pater.

La poesía puede suplirse por Alcuin; pero las lágrimas, el tributo más glorioso, pertenecen únicamente a Carlomagno. <<

[1226] A cada nuevo papa se le amonesta: «Sancte Pater, non videbis annos Petri», veinticinco años. En todas las series el cálculo resultante es sobre ocho años —corta esperanza para un cardenal ambicioso—. <<

[1227] La seguridad de Anastasio (t. III, part. I, pp. 197, 198) está sostenida por la credulidad de algunos analistas franceses; pero Eginhardo y otros escritores franceses de la misma época, son más naturales y sinceros. «Unus ei oculus paululum est læsus», dice Juan el diácono de Nápoles (Vit. Episcop. Napol. en Script. Rerum Ital., Muratori, t. I, part. II, p. 312). Teodolfo; un obispo contemporáneo de Orleans, dice con prudencia (l. III, carm. 3).

Reddita sunt?, mirum est: mirum est auferre neqisse.

Est tamen in dubio, hinc mirer an inde magis. <<

[1228] Dos veces, a petición de Adriano, y León, se presentó en Roma —longâ tunicâ et chlamyde amictus, et calceamentis quoque Romano more formatis. Eginhardo (c. XXIII, p, 109-113) describe, como Suetonio, la sencillez de su traje, tan popular en la nación, que cuando Carlos el Calvo regresó a Francia vestido a la extranjera, los perros patriotas ladraban al apóstata (Gaillard, Vie de Charlemagne, t. IV, p. 109). <<

[1229] Véase Anastasio (p. 199) y Eginhardo (c. XXVIII, pp. 124-128). El ungimiento lo menciona Teófanes (p. 399), el juramento Sigonio (del Ordo Romanus), y la adoración del papa, more antiquorum principum, por los Annales Bertinianos (Script. Rerum Ital., Muratori, t. II, part. II, p. 505). <<

[1230] Este gran acontecimiento de la traslación o restauración del Imperio está referido y ventilado por Natalio Alejandro (Hist. Nov. Testamenti, seculum IX, disert. I, pp. 390-397), Pagi (t. III, p. 418), Muratori (Annali d’Italia, t. IV, pp. 339-352), Sigonio (de Regno Italiæ, l. IV, Opp. t. II, pp. 227-254), Spanheim (de ficta Transtatione Imperii) Giannone (t. I, pp. 395-405), san Mare (Abrégé Chronologique, t. I, pp. 438-450), Gaillard (Hist. de Charlemagne, t. II, pp. 386-446). Casi todos estos escritores modernos tienen algún fin religioso o nacional. <<

[1231] Por Mably (Observation sur l’Histoire de France), Voltaire (Histoire génerale) Robertson (History of Charles V), y Montesquieu (Esprit des Loix, l. XXXI, c. 18). En el año 1782, M. Gaillard publicó su Histoire de Charlemagne (en 4 vols. en 12º), de la que me he valido desahogadamente y con provecho. El autor es hombre de juicio y humano y su obra está desempeñada con tino y elegancia. Pero he desentrañado también los monumentos originales de los reinados de Pipino y Carlomagno, en el volumen 5ο de los Historiadores de Francia. <<

[1232] La visión de Weltin, compuesta por un fraile, once años antes de la muerte de Carlomagno, lo representa en el purgatorio, con un buitre, que ahincadamente le está devorando su miembro criminal, en tanto que el resto de su cuerpo, emblema de sus virtudes, se conserva ileso (véase a Gaillard, t. II, pp. 317-360). <<

[1233] El casamiento de Eginhardo con Ima, hija de Carlomagno, queda, a mi modo de ver, harto refutado por el probum y suspicio que empañaba el honor de estas hermosas jóvenes, sin exceptuar su propia mujer (c. XIX, pp. 98-100 cum Notis Schmincke). El marido debe haber sido en extremo robusto, para el historiador. <<

[1234] Además de los asesinatos y trasmigraciones, se imponía la pena de muerte por los crímenes siguientes: 1. El negarse al bautismo. 2. La equivocada creencia del bautismo. 3. El reincidir en idolatría. 4. El asesinato de un sacerdote u obispo. 5. Los sacrificios humanos. 6. El comer carne en Cuaresma. Pero todos los crímenes podían expiarse por medio del bautismo o la penitencia (Gaillard, t. II, pp. 241-247); y los sajones cristianos, vinieron a ser los amigos e iguales de los francos (Struv. Corpus Hist. Germanicæ, p. 133). <<

[1235] En esta acción fue muerto el célebre Rutland, Rolando, Orlando-cum compluribus aliis. Véase la verdad en Eginhardo (c. 9, pp. 51-56), y el cuento en un ingenioso suplemento de Gaillard (t. III, p. 474). Los españoles blasonan de una victoria, que la historia atribuye a los gascones, y una novela a los sarracenos. <<

[1236] Con todo, Schmidt, apoyándose en las mejores autoridades, representa los desórdenes interiores y la opresión de su reinado (Hist. des Allemands, t. II, pp. 45-49). <<

[1237]Omnis homo ex suâ proprietate legitimam decimam ad ecclesiam conferat. Experimento enim didicimus, in anno, quo illa valida fames irrepsit, ebullire vacuas annonas è dæmonibus devoratas, et voces exprobationis auditas. Tal es el decreto y aserto del gran concilio de Francfort (canon. XXV, t. IX, p. 105). Tanto Selden (Hist. of Tithes; Works vol. III, part. II, p. 1146) como Montesquieu, Esprit des Loix, l. XXXI, c. 192) representan a Carlomagno como el primer autor legal de los diezmos. Estos son los gratos recuerdos que ha dejado a los campesinos. <<

[1238] Eginhardo (c. 25, p. 119) afirma claramente: tentabat et scribere … sed parum prospere successit labor præposterus et sero inchoatus. Los modernos han pervertido y variado esta significación obvia, y el título de la Disertación de M. Gaillard (t. III, pp. 247-260) descubre su parcialidad. <<

[1239] Véase Gaillard, t. III, pp. 138-176, y Schmidt, t. II, pp. 121-129. <<

[1240] M. Gaillard (t. II, p. 372) fija la verdadera estatura de Carlomagno (véase una Dissertation of Marquatd Freher ad calcem Eginhart, p. 220, etc.) en cinco pies nueve pulgadas francesas, sobre seis pies y una pulgada y cuarto, medida inglesa. Los novelistas la han aumentado hasta ocho pies, y el gigante estaba dotado de una pujanza y apetito incomparables; de un solo tajo de su buena espada, Joyeuse dividía a un jinete y su caballo, y en una sola comida se engullía un ganso, dos patos y un cuarto de carnero, etc. <<

[1241] Véase la obra concisa; pero esmerada y original, de D’Anville (États formés en Europe après la chute de l’Empire Romain en Occident, París, 1771, en 4ο), cuyo mapa incluye el Imperio de Carlomagno; las diferentes partes están ilustradas por Valerio (Notitia Galliarum) para Francia, Beretti (Dissertatio Chronographica) para Italia, de Marca (Marca Hispanica) para España. En cuanto a la geografía media de Alemania, confieso que me vengo a quedar en ayunas. <<

[1242] Tras una breve reseña de sus guerras y conquistas (Vit. Carol. c. 5-14), Eginhardo en pocas palabras hace una recapitulación (c. 15) de los países sujetos a su Imperio. Estruvio (Corpus Hist. German., pp. 118-149) insertó en sus notas el texto de las antiguas crónicas. <<

[1243] De una escritura concedida al monasterio de Alaon (845 d. C.) por Carlos el Calvo, se comprueba esta prerrogativa real. Dudo si los hechos subsiguientes de los siglos IX y X son tan sólidos; no obstante todo se halla aprobado y defendido por M. Gaillard (t. II, pp. 60-81, 203-206), quien asegura, que la familia de Montesquieu (no la del presidente Montesquieu) desciende, por línea femenina, del Clotario y Clodoveo —pretensión inocente. <<

[1244] Los gobernadores o condes de la marca española, se sublevaron contra Carlos el Sandio por el año 900; y una pobre pitanza, el Rosellon, fue recobrado en 1642 por los reyes de Francia (Longuerue, Description de la France, t. I, pp. 220-222). Con todo, el Rosellon cuenta ciento ochenta y ocho mil novecientos súbditos, y paga anualmente dos millones seiscientas mil libras (Necker, Administration des Finances, t. I, pp. 278, 279) —quizá más habitantes y sin duda alguna más productiva que la marca de Carlomagno. <<

[1245] Schmidt, Hist. des Allemands, t. II. p. 200, etc. <<

[1246] Véase Giannone, t. I, pp. 374, 375, y los Annales de Muratori. <<

[1247]Quot prælia in eo gesta!, quantum sanguinis effusum sit! Testatur vacua omni habitatione Pannonia, et locus in quo regia Cagani fuit ita desertus, ut ne vestigium quidem humanæ habitationis appareat. Tota in hoc bello Hunnorum nobilitas periit, tota gloria decidit, omnis pecunia et congesti ex longo tempore thesauri direpti sunt. Eginhard, CXIII. <<

[1248] La unión del Rin y el Danubio, se emprendió únicamente para el servicio de la guerra panonia (Gaillard, Vie de Charlemagne, t. II, pp. 312-315). El canal, que no hubiera tenido más que dos leguas [4,44 km] de largo, y del que aún se conservan algunas señales en Suabia, fue interrumpido por las lluvias excesivas, los desvíos militares y los terrores supersticiosos (Schæpflin, Hist. de l’Académie des Inscriptions, t. XVIII, p. 256. Molincina fluviorum, et jungendorum, pp. 59-62). <<

[1249] Véanse Eginhardo, c. 16, y Gaillard, t. II, pp. 361-385, quienes mencionan, en una referencia suelta, la correspondencia de Carlomagno y Egberto, la dádiva que le hizo de su propia espada y la contestación modesta de su discípulo sajón. La anécdota, si fuese cierta, hubiera adornado nuestras historias inglesas. <<

[1250] La correspondencia sólo se halla mencionada en los Annales franceses, y los orientales ignoran la amistad del califa con el perro cristiano, denominación muy cortés, que Harun aplica al emperador de los griegos. <<

[1251] Gaillard, t. II, pp. 361-365, 471-476, 492. He tomado sus juiciosas observaciones sobre el plan de conquista de Carlomagno, y la distinción que hacía de sus enemigos, del primero y segundo reducto (t. II, pp. 184, 509, etc.). <<

[1252] Thegan, el biógrafo de Liuva, refiere esta coronación; y Baronio la copia fielmente (815 d. C., núm. 13, etc. Véase Gaillard, t. II, pp. 506, 507, 508), aunque en oposición con las pretensiones de los papas. Sobre la serie de los Carolingios, véanse los historiadores de Francia, Italia y Alemania; Pfeffel, Schmidt, Velly, Muratori, y aun Voltaire, cuyas descripciones son a veces puntuales y siempre agradables. <<

[1253] Era el hijo de Oton, el de Ludolfo, para quien se instituyó el ducado de Sajonia, 858 d. C. Rutgero, el biógrafo de san Bruno (Bibliot. Bunavianæ Catalog. t. III, vol. II, p. 679) hace una hermosa pintura de su familia. Atavorum atavi usque ad hominum memoriam omnes nobilissimi; nullus in eorum stirpe ignotus, nullus degener facile reperitur (apud Struvium, Corp. Hist. German, p. 216). Con todo Gundlingo (en Henrico Aucupe) no está satisfecho en descender de Witikindo. <<

[1254] Véase el tratado de Coringio (de Finibus Imperii Germanici, Francofurt, 1680, en 4°): desecha, como impropia y extravagante, la escala de los imperios romano y carolingio, y ventila con moderación los derechos de Germanio, sus vasallos y vecinos. <<

[1255] El impulso de la costumbre me obliga a nombrar a Conrado I y a Henrique I el Pajarero, en la lista de los emperadores, dictado que nunca se dio a los reyes de la Germania. Los italianos, Muratori por ejemplo, son más escrupulosos y apuradores, y sólo cuentan a los príncipes que han sido coronados en Roma. <<

[1256]Invidiam tamen suscepti nominis (C. P. imperatoribus super hoc indignantibus) magnâ tulit patientiâ, vicitque eorum contumaciam … mittendo ad eos crebras legationes, et in epistolis fratres eos appellando, Eginhardo, c. 28, p. 128. Quizá por ellos mismos, como Augusto, manifestó alguna repugnancia, en hacerse cargo del Imperio. <<

[1257] Teófanes habla de la coronación y ungimiento de Carlos Kάρoυλoς (Chronograph., p. 399) y de sus pactos de casamiento con Irene (p. 402), lo que es desconocido a los latinos. Gaillard refiere sus trasacciones con el Imperio griego (t. II, pp. 446-468). <<

[1258] Gaillard observa muy atinadamente, que este espectáculo era una farsa propia únicamente de muchachillos; pero que en efecto se representaba en presencia, y en beneficio, de niños ya talludos. <<

[1259] Compárese, en los textos originales recopilados por Pagi (t. III, 812 d. C., núm. 7; 824 d. C., núm. 10, etc.) la contraposición de Carlomagno y su hijo: al primero los embajadores de Miguel (a quienes en verdad se desatendió) more suo, id est linguâ Grœcâ laudes dixerunt, imperatorem eum et Bασιλέα appellantes; al segundo, Vocato imperatori Francorum, etc. <<

[1260] Véase la epístola, en Paralipomena, del escritor anónimo de Salerno (Script. Rerum Ital.,. t. II, part. II, pp. 243-254, c. 93-107) a quien Baronio (871 d. C., núm. 51-71) tuvo por Eschempert, cuando lo trascribió en sus Annales. <<

[1261]Ipse enim vos, non imperatorem, id est Bασιλέα suâ linguâ, sed ob indignationem Ῥῆγα, id est regem nostrâ vocabat (Luitprand, en Legat. en Script. Rerum Ital., t. II, part. I, p. 479). El papa exhortó a Nicéforo emperador de los griegos, a formar alianza con Oton, el augusto emperador de los romanos quae inscriptio secundum Graecos peccatoria [peccatrix]et temeraria … imperatorem inquiunt, universalem, Romanorum, Augustum, magnum, solum, Nicephorum (p. 486). <<

[1262] El origen y progresos del dictado de cardenal puede hallarse en Tomassin (Discipline de l’Église, t. I, pp. 1261-1298), Muratori (Antiquitat. Italiæ Medii Ævi, t. VI, Disssert LXI, pp. 159-182) y Mosheim (Institut. Hist. Ecclesiást., pp. 345-347), quienes siguen por puntos las formas y variaciones de la elección. Los obispos cardenales, tan ensalzados por Pedro Damian, han descendido al nivel del resto del sagrado colegio. <<

[1263]Firmiter jurantes, nunquam se papam electuros aut audinaturos, præter consensum et electionem Othonis et filii sui (Luitprand, l. VI, c. 6, p. 472). Esta concesión importante, puede muy bien suplir o confirmar el decreto del clero y pueblo de Roma, tan a las claras desechado por Baronio, Pagi y Muratori (964 d. C.) y tan bien defendido y explicado por Saint Marc (Abrégé Chronologique, t. II, pp. 808-816, t. IV, pp. 1167-1185). Sobre la elección y confirmación de cada papa, consúltese la crítica histórica, y los Annales de Muratori. <<

[1264] La opresión y vicios de la Iglesia Romana en el siglo X están retratados al vivo en la historia y legación de Luitprando (véanse pp. 440, 450, 471-476, 479, etc.); y es bastante extraño el ver a Muratori suavizando las invectivas de Baronio contra los papas. Pero estos papas habían sido elegidos, no por los cardenales, sino por seglares. <<

[1265] La época del papa Juan (papissa Joanna está colocada algún tiempo antes que Teodora o Marozia; y los dos años de su reinado imaginario están cabalmente colocados entre León IV y Benedicto III. Pero el contemporáneo Anastasio une indisolublemente la muerte de León y la elevación de Benedicto (illico, mox, p. 247); y la puntual cronología de Pagi, Muratori y Leibnitz, colocan ambos acontecimientos en el año 857. <<

[1266] Los abogados del papa Juan presentan ciento cincuenta testigos o más bien tradiciones de los siglos XIV, XV y XVI. Dan un testimonio en contra de sí mismo y de la leyenda, multiplicando la prueba de que un cuento tan interesante debe haber sido repetido por toda clase de escritores, a cuya noticia haya llegado. En los de los siglos IX y X, un acontecimiento tan reciente, se habría publicado con mucha más energía ¿No hubiera Focio evitado semejante reconvención? ¿Podía Luitprando haberse desentendido de este escándalo? No merece la pena de ventilar los varios escritos de Martin Polono, Sigeberto de Gemblurs, ni Mariano Escoto; pero aun es más visible la superchería de introducir en algunos manuscritos del romano Anastasio, el paso del papa Juan. <<

[1267] Como falso, merece este nombre; pero no diré que sea increíble. Supóngase a un célebre caballero francés de nuestros tiempos que hubiese nacido en Italia, y educado para la Iglesia, en vez, de tomar la carrera de las armas: su mérito o fortuna podía haberla elevado a la silla de san Pedro; sus amoríos hubieran sido muy naturales; su alumbramiento en las calles de mal agüero; pero no imposible. <<

[1268] Hasta la reforma se refería este cuento y se le daba crédito; y la estatua de la papisa ocupó por mucho tiempo su puesto entre las de los papas, en la catedral de Siena (Pagi, Crítica, t. III, pp. 624-626). Ha sido anonadada por dos instruidos protestantes, Blondel y Bayle (Dictionaire Critique, Papessa, Polonus, Blondel); pero sus hermanos se escandalizaron con esta crítica justa y generosa. Spanheim y Lenfant se ensayaron en salvar esta débil palanca de controversia; y hasta Mosheim se aviene a abrigar algunas dudas y sospechas (p. 289). <<

[1269]Lateranense palatium … prostibulum meretricum … Testis omnium gentium, præterquam Romanorum, absentia mulierum, quæ sanctorum apostolorum limina orandi gratiâ timent visere, cum nonnullas ante dies paucos, hunc audierint conjugatas, viduas, virgines VI oppressisse (Luitprand., Hist., l. VI, c. 6, p. 471. Véase todo el asunto de Juan XII, pp. 471-476). <<

[1270] Una nueva prueba del mal que produce una equivocación es el beneficium Ducange, t. I, p. 617, etc.) que el papa confirió al emperador Federico I, puesto que la palabra latina puede significar bien un derecho legal, un mero favor, o una obligación (necesitamos la voz bienfait). Véase Schmidt, Hist. des Allemands, t. III, pp. 393-408. Pfeffel, Abrégé Chronologique, t. I, pp. 229, 296, 317, 324, 420, 430, 500, 505, 509, etc. <<

[1271] Sobre la historia de los emperadores de Roma e Italia, véase Sigonio, de Regno Italiæ, Opp. t. II con las notas de Sagio, y los Annales de Muratori, quien puede apurar mejor los autores de su gran colección. <<

[1272] Véase la Disertación de Le Blanc al fin de su Tratado de Monedas de Francia, en el cual representa algunos cuños romanos de los emperadores franceses. <<

[1273]Romanorum aliquando servi, scilicet Burgundiones, Romanis imperent? … Romanæ urbis dignitas ad tantam est stultitiam ducta, ut meretricum etiam imperio pareat? (Luitprand, l. III, c. 12.), p. 450). Sigonio (l. VI, p. 400) afirma positivamente la renovación del consulado; pero en los escritores antiguos a Alberico le dan por lo regular el dictado de princeps Romanorum. <<

[1274] Ditmar, p. 354. apud Schmidt, t. III, p. 439. <<

[1275] Esta función sangrienta está descrita en versos Leoninos en el panteón de Godofredo de Viterbo (Script. Rerum Ital., t. VII, pp. 436, 437), quien vivió hacia el fin del siglo XII (Fabricio, Bibliot. Latin. med. et infimi. Ævi, t. III, p. 69, edic. Mansi); pero este testimonio, a quien Sigonio dio crédito, es con fundamento sospechoso a Muratori (Annali d’Italia, t. VIII, p. 177). <<

[1276] La coronación del emperador y algunas ceremonias originales del siglo X, se conservan en el Panegírico Berengario (Script. Rerum Ital., t. II, part. I, pp. 405-414), ilustrado por las notas de Adriano Valesio y Leibnitz. Sigonio refirió toda la expedición romana, en buen latín; pero con algunos yerros de fechas y hechos (l. VII, pp. 441-446). <<

[1277] En una disputa sobrevenida en la coronación de Conrado II, Muratori se toma la libertad de decir: doveano ben essere allora, indisciplinati, barbari, e bestiali, Tedeschi. Anal. t. VIII, p. 368. <<

[1278] Después de hacerlos hervir para separar la carne. Los calderos para este intento eran un mueble indispensable de viaje; y un alemán que lo usaba para su hermano, prometió a un amigo el dárselo cuando hubiese servido para él mismo (Schmidt, t. III, pp. 423, 424). El propio autor dice, que toda la línea sajona se extinguió en Italia (t. II, p. 440). <<

[1279] Oton, obispo de Frisinga, ha dejado un paso curioso sobre las ciudades de Italia (l. II, c. 13, en Script. Rerum Ital., t. VI, pp. 707-710); y el establecimiento, progresos y gobierno de estas repúblicas están perfectamente ilustrados por Muratori (Antiquitat. Ital. Medii Ævi, t. IV, disert. XLV-LII, pp. 1-675. Anal., t. VIII, IX, X). <<

[1280] Sobre estos títulos, véanse Selden (Tetles of Honour, vol. III, part. I, p. 488), Ducange (Gloss. Latin., t. II, p. 140, t. VI, p. 776) y Saint Marc (Abrégé Chronologique, t. II, p. 719). <<

[1281] Los lombardos inventaron el uso del carocium, un estandarte colocado en un carro tirado por bueyes (Ducange, t. II, pp. 194, 195 (Muratori, Antiquitat. Italiæ Medii Ævi t. II, diss. XXVI, p. 489-493). <<

[1282] Guntero Ligurino, l. VIII 584 et seg. aptid Schmidt, t. III, p. 399.) <<

[1283]Solus imperator faciem suam firmavit ut petram (Burcard. de Excidio Mediolani, Script. Rerum Ital., t. VI, p. 917). Este volumen de Muratori, contiene los originales de la historia de Federico I, que debe comparse, atendidas las circunstancias y preocupaciones de cada escritor, alemán o lombardo. <<

[1284] Para la historia de Federico II y la Casa de Suabia en Nápoles, véase Giannone, Istoria Civile, t. II, l. XIV-XIX. <<

[1285] En el inmenso laberinto del jus publicum de Germania, o bien debo citar a un solo escritor o a miles; y creo mejor el entregarme a un guía fiel, que copiar una multitud de nombres y pasos. Este guía es M. Pfeffel, el autor de la mejor historia legal y constitucional de cualquier país, que haya llegado a mi noticia (Nouvel Abrégé Chronologique de Histoire et du Droit Publica d’Allemague; París, 1776, 2 vols. en 4º). Su talento y criterio han deslindado los hechos más interesantes; su sencilla concisión los expresa en pocos renglones; su orden cronológico los va distribuyendo en sus verdaderas fechas; y un esmerado índice los reúne por materias. A esta obra, en un estado menos perfecto, debe estar muy agradecido el Dr. Robertson, por aquel cuadro magistral que delinea hasta los trueques modernos del cuerpo germánico. El Corpus Historiæ Germanicæ de Estruvio se ha consultado también utilísimamente, como que aquella recopilación está cada página apoyada en los textos originales. <<

[1286] Con todo, personalmente, no puede considerarse a Carlos IV, como bárbaro. Tras su educación en París, recobró el bohemio, que era su lengua nativa; y el emperador conversaba y escribía con igual facilidad en francés, latín, italiano y alemán (Estruvio, pp. 615, 616). Petrarca siempre lo representa como un príncipe político e instruido. <<

[1287] Además de los historiadores alemanes e italianos, la expedición de Carlos IV se halla también retratada al vivo en las interesantes Mémoires sur la Vie de Pétrarque, t. III, pp. 376-430, por el abate de Sade, cuya prolijidad no ha sido nunca tachada por ningún lector inteligente. <<

[1288] Véase toda la ceremonia en Estruvio, p. 629. <<

[1289] La república de Europa, con el papa y el emperador a su cabeza, nunca se halló representada con más dignidad que en el concilio de Constanza. Véase la historia de esta asamblea por Lenfant. <<

[1290] Gravina, Origines Juris civilis, p. 108. <<

[1291] Seis mil urnas se han descubierto de los esclavos y hombres libres de Augusto y Livia. Tan repartidas estaban las tareas, que un esclavo no tenía otro cargo más que el de pesar la lana que hilaban las mujeres de la emperatriz, otro cuidaba de su perro faldero, etc. (Camere, Sepolchrale por Bianchini. Extracto de su obra, en la Bibliothèque, t. IV, p. 175. Su Elogio, por Fontenelle, t. VI, p. 556). Pero estos criados pertenecían todos a una misma clase, y probablemente no eran en mayor número, que los de Polion y Leutulo. Esto sólo comprueba la riqueza general de la ciudad. <<

[1292] Como en este capítulo y el siguiente tendré que ir acudiendo de continuo a documentos arábigos, debo advertir que me son enteramente desconocidas las lenguas orientales, y manifestar mi gratitud a los doctos intérpretes que han trasladado su contenido en latín, francés e inglés; cuyas colecciones, versiones e historias iré dando a conocer en sus debidos lugares. <<

[1293] Los geógrafos de la Arabia deben dividirse en tres clases: 1ª Los griegos y latinos, cuyos conocimientos progresivos pueden verse en Agatarcides (de Mari Rubro, en Hudson, Geograph. Minor., t. I), Diodoro Sículo (t. I, l. II, pp. 159-167, l. III, pp. 211-216 edic. Wesseling), Estrabón (l. XVI, pp. 1112-1114 de Eratóstenes, pp. 1122-1132, de Artemidoro, Dionisio (Periegesis, 927-969), Plinio (Hist. Natur., V, 12, VI, 32), y Tolomeo (Descript. et Tabulæ Urbium, en Hudson, t. III). 2 Los escritores arábigos, que han tratado este asunto con afán patriótico o devoto: los extractos de Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 125-128) de la geografia del jerife Al Edrisi, hace que quedemos menos satisfechos con la versión o compendio (pp. 24-27, 44-56, 408, etc. 119 etc.) que publicaron los maronitas, bajo el título absurdo de Geografía Nubiense (París, 1619); pero los traductores latino y francés, Greaves (en Hudson, t. III) y Gaillaud (Voyage de la Palestine par La Roque, pp. 265-346), han puesto a nuestro alcance la Arabia de Abulfeda, la relación más extensa y esmerada de la Península, la que puede todavía aumentarse, con la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot, p. 120 et alibi pasim. 3ª. Los viajeros europeos; entre los cuales Shaw (pp. 438-455) y Niebuhr (Description de l’Arabié, 1773: Voyage en Arabie, t. I, 1776) merecen un lugar preeminente: Busching (Géographie par Berenger, t. VIII, pp. 416-510) ha recopilado con tino y luego los mapas de D’Anville (Orbis Veteribus Notus, y 1er Partie de l’Asie) debe tenerlos el lector a la vista con su Géographie Ancienne, t. II, pp. 208-231. <<

[1294] Abulfeda, Descript. Arabiæ, p. 1. D’Anville, l’Euphrate et le Tigre, pp. 19-20. Fue en este paraje el paraíso o pensil de un sátrapa, en donde Jenofonte y los griegos pasaron por primera vez el Éufrates (Anabasis, l. I, c. 10, p. 29, edic. de Gales). <<

[1295] Reland ha probado con sobrada erudición: 1. Que nuestro Mar Rojo (el golfo Arábigo) no es más que una parte del Mare Rubrum, el Έρυθρὰ θαλάσση de los antiguos, que se extendió al espacio indefinido del Océano Indio. 2. Que las palabras sinónimas ἔρυθρoς, ἀιθίοψ, aluden al color de los negros (Dissert. Miscell., t. I, pp. 59-117). <<

[1296] En los treinta días o jornadas entre el Cairo y la Meca, hay quince en que se carece de agua buena. Véase la ruta de los Hadgees, en los Viajes de Shaw, p. 477. <<

[1297] Los aromas, particularmente el incienso de Arabia, ocupan el libro XII de Plinio. Nuestro gran poeta (Paradise Lost, l. IV), introduce, en un símil, los olores aromáticos que trae el nordeste de la costa sabea:

En más de una legua,

El antiguo Océano sonríe, con el grato olor.

(Plinio, Hist. Natur., XII, 42). <<

[1298] Agatarcides asegura que se hallaron pedazos de oro puro, desde el tamaño de una aceituna hasta el de una nuez; que el hierro valía el doble del oro, y la plata diez veces más (de Mari Rubro, p. 60). Estos tesoros, verdaderos o imaginarios, han desaparecido; y en hoy día no se conoce ninguna mina de oro en Arabia (Niebuhr, Description de l’Arabié, p. 124). <<

[1299] Consúltese, léase y estúdiese el Specimen Historiæ Arabum de Pocock (Oxon. 1650, en 4°). Las treinta páginas de texto y versión están extractadas de las Dinastías de Gregorio Abulfaragio, el que después Pocock tradujo (Oxon. 2663, en 4°): trescientas cincuenta y ocho notas de una obra clásica y original, sobre las antigüedades arábigas. <<

[1300] Arriano habla de los ictiófagos de la costa de Hejaz (Periplus Maris Erythræi, p. 12 y más allá de Adén (p. 15). Parece probable que las orillas del Mar Rojo (en su sentido más lato) estuviesen ocupadas por estos salvajes, quizás, en tiempo de Ciro; pero no puedo creer que quedase ninguno de estos cáribes entre los salvajes, en el reinado de Justiniano (Procop. de Bell. Persic., l. I, c. 19). <<

[1301] Véase el Specimen Historiæ Arabum de Pocock, pp. 2, 5, 86, etc. La jornada de M. d’Arvieux, en 1664, al campo del emir del Monte Carmelo (Voyage de la Palestine, Amsterdam, 1718) presenta, una pintura agradable y original de la vida de los beduinos, que puede ampliarse con Niebuhr (Description de l’Arabié, pp. 327-344), y Volney (t. I, pp. 343-385), el último y el más juicioso de nuestros viajeros sirios. <<

[1302] Léanse (no es un afán desagradable) los artículos incomparables del Caballo y el Camello, en la Historia Natural de M. de Buffon. <<

[1303] Sobre los caballos árabes, véase D’Arvieux (pp. 159-173) y Niebuhr (pp. 142-144). A fiar del siglo XIII, los caballos de Neged se estimaban por su paso seguro, los de los colonos fuertes para las faenas, y los de Hejaz los más nobles. Los caballos de Europa, la décima y última clase, eran generalmente despreciados, por tener mucha planta y poco brío (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 539): se requería que su fuerza fuese suficiente para sobrellevar el peso del caballero y su armadura. <<

[1304]Qui carnibus camelorum vesci solent odii tenaces sunt, era la opinión de un médico árabe (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, p. 88). El mismo Mahoma, que era aficionado a la leche, antepone la vaca, y no hace mención del camello; pero el mantenimiento de la Meca y Medina, era ya entonces más lujoso (Gagnier, Vie de Mahomet, t. III, p. 404). <<

[1305] Con todo, Marciano de Heraclea (en Periplo, p. 16, en t. I, Hudson, Geograph. Minor.) cuenta ciento sesenta y cuatro ciudades en la Arabia Feliz. El recinto de las ciudades podía ser harto reducido, pero las creederas del escritor muy anchurosas. <<

[1306] La compara Abulfeda (en Hudson, t. III, p. 54) a Damasco, y es aún la residencia del imán de Yemen (Voyage en Arabie de Niebuhr., t. I, pp. 331-342). Saana está a veinticuatro parasanjes de Dafar (Abulfeda, p. 51), y sesenta y ocho de Adén (p. 55). <<

[1307] Pocock, Specimen Historiæ Arabum, p. 57. Geografía Nubiense, p. 52. Meriaba o Merab, seis millas [9,66 km] de circunferencia, quedó asolada por las legiones de Augusto (Plinio, Hist. Natur., VI, 32) y no se había restablecido en el siglo XIV (Abulfeda, Descript. Arabiæ, p. 58). <<

[1308] El nombre de ciudad, Medina, se aplicó, κατ́ ἐξόχην, a Yatreb el Iatrippa de los griegos la residencia del profeta. Las distancias de Medina las calcula Abulfeda en jornadas de una caravana (p. 15): a Bahrein, XV; a Bassora, XVIII; a Cufa, XX; a Damasco o Palestina XX; al Cairo, XXV; a Meca, X; de Meca a Saná (p. 52) o Adén, XXX; al Cairo, XXXI días ó 412 horas (Shaw’s Travels, p. 477); lo que, según el cómputo de D’Anville (Mesures Itinéraires, p. 99), cada jornada vienen a ser unas veinticinco millas inglesas [40,23 km]. Desde la tierra del incienso (Hadramaut, en Yemen, entre Adén y el cabo Fartasch) a Gaza, en Siria, Plinio (Hist. Natur., XII, 32) cuenta LXV jornadas de camellos. Estas medidas pueden ayudar a la imaginación y aclarar hechos. <<

[1309] Nuestros conocimientos de la Meca deberán sacarse de los árabes (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, pp. 368-371. Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 125-128. Abulfeda, pp. 11-40). Como no es lícito a ningún infiel el entrar en la ciudad, por eso callan nuestros viajeros; y los escasos apuntes du Thevenot (Voyages du Levant, part. I, p. 490) están tomados, de boca de un renegado africano. Algunos persas cuentan seis mil caballos (Chardin, t. IV, p. 167). <<

[1310] Estrabon, l. XVI, p. 1110. Véase una de estas casas de sal cerca de Bassora, en D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 6. <<

[1311]Mirum dictû ex innumeris populis pars æqua in commerciis aut in latrociniis degit (Plinio, Hist. Natur., VI, 32). Véase Sale’s Koran, Suro. CVI, p. 503. Pocock, Specimen Historiæ Arabum, p. 2. D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 561. Prideaux, Vida de Mahoma, p. 5. Gagnier, Vie de Mahomet, t. I, pp. 72, 120, 126, etc. <<

[1312] Un doctor sin nombre (Universal Hist. vol. XX octava edición) ha evidenciado la verdad del Cristianismo con la independencia de los árabes. Una crítica, además de las excepciones del hecho, pudiera disputar el significado del texto (Gen. XVI, 12), la extensión de la aplicación y el fundamento de las preocupaciones. <<

[1313] Fue subyugada, 1173 d. C., por un hermano del gran Saladino, quien fundó una dinastía de Curdos o Ayubitas (Guignes, Hist. des Huns, t. I, p. 425. D’Herbelot, p. 477). <<

[1314] Por el lugarteniente de Solimán I (1538 d. C.) y de Selim II (1568 d. C.). Véase la Historia de Cantemir del Imperio Otomano, pp. 201, 221. El bajá, que residía en Saana, mandaba veintiún beyes; pero nunca se remitió ninguna suma a la Puerta (Marsigli, Stato Militare dell’1mperio Ottomano, p. 124), y los turcos fueron expulsados sobre el año 1630 (Niebuhr, pp. 167, 168). <<

[1315] De la provincia romana, bajo el nombre de Arabia, y la tercera Palestina, las ciudades principales eran Bostra y Petra, cuya fundación se fecha en el año 105, cuando fueron subyugadas por Palma, lugarteniente de Trajano (Dion Casio, l. LXVIII). Petra era la capital de los nabateos; cuyo nombre deriva del hijo mayor de Ismael (Gen. XXV, 12, etc. con los Comentarios de Jerónimo, Le Clere y Calmet). Justiniano evacuó un país de diez jornadas de extensión hacia el sur de Elá (Procop. de Bell. Persic., l. I, c. 19), y los romanos tenían un centurión y una aduana (Arrian in Periplo Maris Erythrœi, p. 11 en Hudson, t. I), en un punto (λέυκη κώμη, Pagus Albus Hawara) en el territorio de Medina (D’Anville, Memoire sur l’Egypte, p. 243). Estas reales posesiones, y algunas correrías navales de Trajano (Peripl. pp. 14, 15), están hermoseadas por la historia y medallas en la conquista romana de Arabia. <<

[1316] Niebuhr (Description de l’Arabié, pp. 302, 303, 319-331) suministra los conocimientos más recientes y esmerados sobre el Imperio turco en Arabia. <<

[1317] Diodoro Sículo (t. II, l. XIX, pp. 390-393. edic. Wesseling) ha expuesto claramente la libertad de los nabateos árabes, quienes se resistieron a las armas de Antígono y de su hijo. <<

[1318] Estrabon, l. XVI, pp. 1127-1129. Plinio, Hist. Natur., VI, 52. Elio Galo desembarcó cerca de Medina, y se internó cerca de mil millas [1609,3 km] en la parte del Yemen entre Mareb y el océano. El non ante devictis Sæbæ regibus (Od. I, 29) y el intacti Arabum thesauri (Od. III, 25) de Horacio, atestiguan la pureza virginal de la Arabia. <<

[1319] Véase la historia imperfecta del Yemen en Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 55-66, de Hira, pp. 66-74, de Gassan, pp. 75-78, tan extensamente como ha sido posible o conservada en el tiempo de la ignorancia. <<

[1320] El Σαρακηνικὰ φῦλα, μυριάδες ταῦτα, καὶ τò πλεῖστoυ αὐτῶυ ἐρημoνóμοι καὶ ἀδέσπoτoι, están descritas por Menzandro (Excerpt. Legation, p. 149) Procopio (de Bell. Persic., l. I, c. 17, 19, l. II, c. 10); y en colores muy vivos, por Amiano Marcelino (l. XIV, c. 4), quien había hablado de ellos, ya en el reinado de Marco. <<

[1321] El nombre, que en boca de Tolomeo y Plinio tiene un sentido muy reducido y que en la de Amiano y Procopio adquiere mayor extensión, se ha derivado, ridículamente, de Sara, la mujer de Abraham, confusamente de la aldea de Saraka (νερὰ τoὺς Ναβαταίονς, Stephan de Urdubis [s. V. ∑άρακα]), con más probabilidad de las palabras árabes, que significan un carácter dado al robo o situación Oriental (Hottinger, Hist. Oriental., l. I, c. 1, pp. 7, 8. Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 33, 35. Asseman, Bibliothèque Orientale, t. IV, 567). Con todo, la última de estas etimologías y la más popular la rechaza Tolomeo (Arabia, pp. 2, 18 en Hudson, t. IV), quien hace observar las posiciones Oriental y Occidental de los sarracenos, entonces una tribu desconocida a orillas del río en Egipto. La denominación, pues, no alude a ningún carácter nacional, y ya que ha sido dada por extranjeros, no debe hallarse en el árabe, sino en los idiomas extranjeros. <<

[1322]Saraceni … mulieres aiunt in eos regnare (Expositio totius Mundi, p. 5 en Hudson, t. III). El reinado de Mavia es célebre en la Historia eclesiástica. Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 69, 83. <<

[1323] Ἐκ τῶν βασιλείων μὴ ἐξελθεȋν es lo que refieren Agatarcides (de Mari Rubro pp. 63, 64, en Hudson, t. I), Diodoro Sículo (t. I, l. III, c. 47, p. 215) y Estrabon (l. XVI, p. 1124). Pero sospecho que este es uno de los cuentos populares, o sucesos extraordinarios, que la credulidad de los viajeros tan frecuentemente trasforma en un hecho, una costumbre, o una ley. <<

[1324]Non gloriabantur antiquitus Arabes, nisi gladio, hospite, et eloquentiâ (Sephadiusa apud Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 161, 162). De este don del habla participaban sólo los persas; y los sentenciosos árabes probablemente habrían despreciado la sencilla y sublime lógica de Demóstenes. <<

[1325] Debo recordar al lector que D’Arvieux, D’Herbelot y Niebuhr retratan al vivo las costumbres y gobierno de los árabes, que están ilustrados por muchos lances en la Vie de Mahomet. <<

[1326] Nótese el capítulo primero de Job, y el gran muro de mil trescientos estadios que Sesostris construyó desde Pelusio hasta Heliópolis (Diodor. Sicul. t. I, l. I, p. 67). Bajo el nombre de Hicsos, los reyes pastores al principio habían subyugado el Egipto (Marsham, Canon. Chron., pp. 98-163). <<

[1327] O, según otra relación, mil quinientos (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 75): los dos historiadores que escribieron sobre el Ayam al Arab, las batallas de los árabes, vivieron por los siglos IX y X. La célebre guerra de Dalies y Gabrá fue motivada por dos caballos, duró cuarenta años y terminó en un proverbio (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, p 48). <<

[1328] La teoría y práctica moderna de los árabes, en la venganza de un asesinato están descritas por Niebuhr (Description de l’Arabié, pp. 26-31). Las violentísimas facciones de la Antigüedad pueden verse en Alcorán, c. 2, p. 20, c. 17, p. 230, con las Observaciones de Sale. <<

[1329] Procopio (de Bell. Persic., l. I, c. 16) coloca los dos meses santos, cerca del solsticio de verano. Los árabes consagraban cuatro meses del año —el primero, el séptimo, el undécimo, y el duodécimo—; y pretendían, que en una larga serie de años no se había infringido la verdad sino cuatro o seis veces (Sale’s Preliminary Discourse, pp. 147-150 y las notas del capítulo IX del Alcorán, p, 154, etc. Casiri, Bibliot. Hispano-Arábica, t. II, pp. 20, 21). <<

[1330] Arriano, en el siglo II, nota (en Periplo Maris Erythræi, p. 12) la parcial o total diferencia de los dialectos de los árabes. Su idioma y letras están extensamente explicadas por Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 150-154), Casiri (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, pp. 1, 83, 292. t. II, p. 25, etc.), y Niebuhr (Description de l’Arabié, pp. 72-86). Paso ligeramente, no me gusta el repetir las palabras como un loro. <<

[1331] En el Zadig de Voltaire (le Chien et le Cheval) se refiere un cuento familiar para comprobar la perspicacia natural de los árabes (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, pp. 120, 121. Gagnier, Vie de Mahomet, t. I, pp. 37-46); pero D’Arvieux, o más bien La Roque (Voyage de Palestine, p. 92) niega la ponderada superioridad de los beduinos. Las ciento sesenta y nueve sentencias de Alí (traducidas por Ockley, Londres, 1718) suministran una prueba favorable del talento arábigo. <<

[1332] Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 158-161) y Casiri (Bibliot. Hispano-Arábica, t. I, pp. 48, 84, etc. 119, t. II, p. 17, etc.) hablan de los poetas árabes antes de Mahoma. Los siete poemas de la Caaba se han publicado en inglés, por sir Guillermo Jones; pero su honroso envío a la India nos ha defraudado de sus notas, mucho más interesantes que el texto mohoso y ramplón. <<

[1333]Discurso Preliminar de Sale, pp. 29, 30. <<

[1334] D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 458. Gagnier, Vie de Mahomet, t. III, p. 118 Caah y Hesmo (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 45, 46, 48) eran también eminentes por su liberalidad; y al último lo ensalza un poeta árabe: Videbis eum cum accesseris exultantem, ac si dares illi quod ab illo petis. <<

[1335] Cuanto se apetezca averiguar sobre la idolatría de los antiguos árabes puede hallarse en Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 89-136, 163, 164). Su profunda erudición campea más clara y concisamente, interpretada por Sale (Discurso Preliminar, pp. 14-24); y Asseman (Bibliothèque Orientale, t. IV, pp. 580-590) ha añadido algunas observaciones apreciables. <<

[1336] ‘Iερòν ἁγιώτατου ἴδρυται τιμώμενον ὐπὸ πάντων Ἀράβων περιττóτερον (Diodor. Sicul. t. I, l. III, p. 211). La índole y situación aparecen tan sumamente adecuados, que es extraño cómo este interesante paso se ha leído sin llamar la atención y sin hacer uso de su contenido. No obstante, aquel célebre templo lo ha visitado Agatarcides (de Mari Rubro, p. 58, en Hudson, t. I) a quien copia Diodoro en el resto de la descripción. ¿Era de mayor desempeño el siciliano que el egipcio? ¿O fue construida la Caaba entre los años 650 y 746, las fechas de sus historias respectivas? (Dodwell, en Dissert. ad t. I, Hudson, p. 72. Fabricio, Bibliot. Grœc. t. II, p. 770). <<

[1337] Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 60, 61. Desde la muerte de Mahoma se cuentan 68 años después de la era cristiana y desde su nacimiento, 129. El velo o cortina, que en el día es de seda y oro, no era más que un trozo de lienzo egipcio (Abulfeda, en Vit. Mohammed, c. 6, p. 14). <<

[1338] El plano original de la Caaba (que está servilmente copiado en la Historia universal de Sale, etc.) era un dibujo turco, que Reland (de Religione Mohamomedica, p 113-123) ha corregido y explicado con las mejores autoridades. Sobre la descripción y leyenda de la Caaba, consúltese a Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 115-122), la Bibliothèque Orientale de D’Herbelot (Caaba, Hagir, Zemzem, etc.) y Sale (Discurso Preliminar, pp. 114-122). <<

[1339] Cosa, el quinto sucesor de Mahoma, debió haber usurpado la Caaba, 440 d. C.; pero el cuento lo refieren de diferente modo Jannabi (Gagnier, Vie de Mahomet, t. I, pp. 65, 69) y Abulfeda (en Vit. Mohammed, c. 6, p. 13). <<

[1340] Era el siglo II, Máximo de Tiro atribuye a los árabes la adoración de una piedra Ἀράβιοι σέβουσι μὲν, őντινα δὲ οὺκ οἶδα, τò δὲ ἄγαλμα [ὅ] εἶδον ἦν λἱθος τετράγωνος (Dissert. VIII, t. I, p. 142, edic. Reiske); y la reconvención la repiten con furor los cristianos. Clemens Alex. en Protreptico, p. 40, Arnobius contra Gentes, l. VI, p. 246). Con todo, estas piedras no eran otra cosa que el βαίτυλα de Siria y Grecia, tan célebres en la Antigüedad sagrada y profana (Euseb. Prep. Evangel. l. I, p. 37. Marsham, Canon Chron., pp. 54-56). <<

[1341] Ambos horrorosos asuntos de Ἀνδρoθυσία y Пαιδοθυσία están esmeradamente apurados por el instruido sir Juan Marsham (Canon. Chron., pp. 76-78, 301-304). Sanchoniaton deriva los sacrificios fenicios del ejemplo de Crono, pero ignoramos si Crono vivió antes o después de Abraham, o si llegó a existir. <<

[1342] Kατʼ ἐτòς ἕκαστον παῖδα ἔθυον, es la reconvención de Porfiro; pero también imputa a los romanos la misma costumbre bárbara, que, 657 d. C., al fin se abolió. Dumætha, Daumat al Gendal, la cita Tolomeo (Descript. et Tabulæ Urbium, p. 47, Arabia, pp. 9-29) y Abulfeda (p. 57); y puede hallarse en los mapas de D’Anville, en el semidesierto entre Chaibar y Tadmor. <<

[1343] Procopio (de Bell. Persic., l. I, c. 28), Evagrio (l. VI, c. 21 y Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 72, 86), afirman los sacrificios humanos de los árabes en el siglo VI. El peligro y huida de Abdalah es más bien una tradición que un hecho (Gagnier, Vie de Mahomet, t. I, pp. 62-84). <<

[1344]Suillis carnibus abstinent, dice Solino (Poly, histor. c. 33), quien copia a Plinio (l. VIII, c. 68) en la extraña suposición de que los cerdos no pueden vivir en Arabia. Los egipcios se horrorizaban de suyo y supersticiosamente con aquella sucia bestia (Marsham, Canon, p. 205). Los antiguos árabes practicaban también, post coitum, el rito de ablución (Herodot., l. I, c. 80) santificada por la ley mahometana (Reland, p. 75, etc. Chardin o más bien el Molla de Shah Abbas, t. IV, p. 71, etc.). <<

[1345] Los doctores mahometanos se retraten de este asunto; con todo, creen indispensable la circuncisión para salvarse, y hasta pretenden que Mahoma nació milagrosamente sin prepucio (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, 519, 320. Discurso Preliminar de Sale, pp. 106, 107). <<

[1346] Diodoro Sículo (t. I, l. II, pp. 142-145) ha echado sobre su religión la mirada curiosa, pero superficial, de un griego. Su astronomía hubiera sido mucho más apreciable; habían mirado por el telescopio de la razón, puesto que podían dudar si el sol estaba en el número de los planetas o en el de las estrellas fijas. <<

[1347] Simplicio (a quien cita Porfiro), de Cœlo, l. II, com. XLVI, p. 125, lin. 18. apud Marsham, Canon. Chron. p. 474, quien duda del hecho, porque está en oposición con su sistema. La primera fecha de las observaciones caldeas es del año 2234 antes de Cristo. Tras la conquista de Babilonia por Alejandro, a petición de Aristóteles, se comunicaron al astrónomo Hiparco. ¡Qué momento en los Annales de la ciencia! <<

[1348] Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 138-146), Hottinger (Hist. Orient. pp. 162-203), Hyde (de Religione Vet. Persarum; pp. 124, 128, etc. D’Herbelot (Sabi, pp. 725, 726), y Sale (Discurso Preliminar, pp. 14, 15), excitan nuestra curiosidad, en vez de satisfacerla; y el último de estos escritores confunde el sabismo con la religión primitiva de los árabes. <<

[1349] D’Anville (l’Euphrate et le Tigre, pp. 130-147) fijará la posición de estos cristianos ambiguos; Asseman (Bibliothèque Orientale, t. IV, pp. 607-614) puede explicar sus dogmas. Pero es un trabajo muy difícil el asegurar la creencia de un pueblo, su ignorancia temerosa y avergonzada de descubrir sus tradiciones secretas. <<

[1350] Los magos residían en la provincia de Bahrein (Gagnier, Vie de Mahomet, t. III, p. 114) mezclados con los antiguos árabes (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 146-160). <<

[1351] El estado de los judíos y cristianos en Arabia está descrito por Pocock de Sharestani, etc. (Specimen Historiæ Arabum, pp. 60, 154, etc. Hottinger (Hist. Orient., pp. 212-238), D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, 474-476), Basnage (Hist des Juifs, t. VIII, p. 185, t. VII, p. 280) y Sale (Discurso Preliminar, p. 22 etc. 35, etc.). <<

[1352] En sus ofrendas tenían por máxima el defraudar a Dios en beneficio del ídolo, patrón no más poderoso, pero más enfadadizo (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 108, 109). <<

[1353] Las versiones que nos quedan, ya judías o cristianas, aparecen más recientes que el Alcorán, pero debe naturalmente inferirse que media una traducción anterior, l. De la práctica perpetua de la sinagoga, de explicar la lección hebrea por una paráfrasis en la lengua vulgar del país. 2. Por la analogía de las versiones armenias, persas y etíopes, citadas ya por los padres del siglo V, quienes aseguran que las Escrituras estaban traducidas en todos los idiomas bárbaros (Walton, Prolegomena ad Biblia Polyglot., pp. 34, 93-97, Simon, Hist. Critique du V. et N. Testament, t. I, pp. 180, 181, 232, 286, 293, 305, 396, t. IV, p. 206). <<

[1354]In eo conveniunt omnes, ut plebeio vilique genere ortum, etc. (Hottinger, Hist. Orient., p. 156). Con todo Teófanes, el más antiguo de los griegos, y el padre de muchas mentiras, confiesa que Mahoma era de la alcurnia de Ismael, ἐκ μιᾶς γενικωτάτης φυλῆς (Chronograph., p. 277). <<

[1355] Abulfeda (en Vit. Mohammed, c. 1, 2) y Gagnier (Vie de Mahomet, pp. 25-97) describen la genealogía popular y comprobada del Profeta. En la Meca, no hubiera disputado su autenticidad, en Lausana me atreveré decir: 1. Que desde Ismael a Mahoma, un período de dos mil quinientos años, cuentan treinta generaciones en lugar de setenta y cinco. 2. Que los beduinos modernos no conocen su historia, y no se cuidan de su genealogía (Voyage de D’Arvieux, pp. 100, 103). <<

[1356] La semilla de esta historia, o fábula, se halla en el capítulo CV del Alcorán; y Gagnier (en Præfat. ad Vie de Mahomet, p. 18, etc.) tradujo la narración histórica de Abulfeda, que puede ilustrarse con D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, p. 12) y Pocock (Specimen Historiæ Arabum, p. 64). Prideaux (Vida de Mahoma, p. 48) dice que es una mentira inventada por Mahoma; pero Sale (Koran, pp. 501-503), que es medio musulmán, afea al doctor la poca consecuencia de su fe porque cree los milagros del Apolo Délfico. Marracci (Alcorán, t. I, part. II, p. 14, t. II, p. 823) atribuye el milagro al diablo, y desentraña a los mahometanos la confesión, de que Dios no hubiera defendido a los ídolos de la Caaba contra los cristianos. <<

[1357] Las eras más seguras de Abulfeda (en Vit. c. 1, p. 2), de Alejandro, o de los griegos (882 d. C.) de Bocht Naser, o Nabonasar (1310 d. C.), nos conducen igualmente al año 569. El antiguo calendario árabe adolece de oscuridad y poca seguridad, para servir de apoyo a los benedictinos (Art de Vérifier les Dates, p. 15), quienes, del día del mes y semana, deducen un nuevo modo de calcular, y mudan el nacimiento de Mahoma en el año 570 d. C., el 10 de noviembre. No obstante, esta fecha va muy acorde con el año 882 de los griegos, que trae Elmacín (Hist. Sarracen., p. 5) y Abulfaragio (Dynastías, p. 101, y Errata, versión de Pocock). En tanto que apuramos nuestra cronología, es muy posible que el profeta leguísimo no supiese a punto fijo su propia edad. <<

[1358] Copio el honroso testimonio de Abu Taleb a su familia y sobrino. Laus Deo, qui nos a stirpe Abrahami et semine Ismaelis constituit, et nobis regionem sacram dedit, et nos judices hominibus statuit. Porro Mohammed filius Abdollahi nepotis mei (nepos meus) quo cum ex æquo librabitur e Koraishidis quispiam cui non præponderaturus est bonitate, et excellentiâ, et intellectû et gloriâ, et acumine etsi opum inops fuerit (et certe opes umbra transiens sunt et depositum quod reddi debet,) desiderio Chadijæ filiæ Chowailedi tenetur, et illa vicissim ipsius, quicquid autem dotis vice petieritis, ego in me suscipiam (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, y séptima parte libri Enn Hamduni). <<

[1359] La vida privada de Mahoma, desde su nacimiento hasta su misión está conservada por Abulfeda (en Vit. c. 3-7), y los escritores árabes de la nota, verdadera o apócrifa, que están citados por Hottinger (Hist. Orient., pp. 204-211), Maracci (t. I, p, 10-14), y Gagnier (Vie de Mahomet, t. I, pp. 97-134). <<

[1360] Abulfeda, en Vit., c. LXV, LXVI. Gagnier, Vie de Mahomet, t. III, pp. 272-289; las mejores tradiciones de la persona y conversación del profeta están tomadas de Ayesha, Alí, y Abu Horaira (Gagnier, t. II, p. 267. Ockley, Hist. de los Sarracenos, vol. II, p. 149), llamado el Padre de un Gato, quien murió en el año 59 de la Hégira. <<

[1361] Aquellos que crean que Mahoma podía leer o escribir, son incapaces de leer lo que está escrito, por otra pluma, en el Surate, o capítulos del Alcorán VII, XXIX, XCVI. Aquellos textos, y la tradición del Sona, están admitidos, sin titubear, por Abulfeda (en Vit., c. VII), Gagnier (Not. ad Abulfed. p. 15), Pocock (Specimen Historiæ Arabum, p. 151), Reland (de Religione Mohamomedica, p. 236), y Sale (Discurso Preliminar, p. 42). M. White, casi solo, niega la ignorancia, para patentizar la impostura, del profeta. Sus argumentos están muy lejos de ser convincentes. Dos cortas jornadas a las ferias de Siria, no eran bastantes para infundir una ciencia tan escasa entre los ciudadanos de la Meca: no es posible que en la gestión formalísima de un tratado, Mahoma se hubiese quitado la máscara; ni puede sacarse ninguna conclusión de las palabras de un enfermo y delirante. El instruido joven, antes de aspirar al carácter profético, debe haberse ejercitado, particularmente, en leer y escribir; y los primeros convertidos, de su propia familia, hubieran sido los primeros en aborrecer su escandalosa hipocresía (Whites Sermons, pp. 203, 204. Notas, pp. XXXVI-XXXVIII). <<

[1362] El conde de Boulainvilliers (Vie de Mahomet, pp. 202-228) conduce a su pupilo árabe, como el Telémaco de Fenelon o el Ciro de Ramsay. Su viaje a la corte de Persia es probablemente una ficción, ni puedo hallar el origen de su exclamación: «Les grecs sont pourtant des homnes». Las dos jornadas sirias las citan casi todos los escritores árabes, tanto mahometanos como cristianos (Gagnier ad Abulfed. p. 10). <<

[1363] No me sobra el tiempo para ir siguiendo las fábulas o conjeturas de que hablan los extranjeros sospechosos a los infieles de Meca (Alcorán c. 16, p. 223, c. 35, p. 297 con las Observaciones de Sale. Prideaux, Vida de Mahoma, pp. 22, 27. Gagnier, Not. ad Abulfed. pp. 11, 74. Maracci, t. II, p. 400). Hasta Prideaux ha dicho que la transacción debe de haber sido reservada, y que la escena pasó en el corazón de la Arabia. <<

[1364] Abulfeda en Vit., c. 7, p. 15. Gagnier, t. I, pp. 133, 135. La situación del Monte Hera la expresa Abulfeda (Geograph. Arab., p. 4). No obstante Mahoma nada había leído de la cueva de Egeria, ubi nocturnæ Numa constituebat amicæ, del monte Ideo, en Minos donde conversó con Jove, etc. <<

[1365] Alcorán, c. 9, p. 153. Al Beidawi, y los otros comentadores citados por Sale, se adhieren a este cargo; pero no entiendo lo que está salpicado con la más absurda y oscura tradición de los talmudistas. <<

[1366] Hottinger, Hist. Orient., pp. 225-228. La herejía Colliridiana fue llevada de Tracia a Arabia, por algunas mujeres, y tomó su nombre del κολλυρις, o torta, que ofrecían a la diosa. Este ejemplo, el de Berillo obispo de Bostra (Euseb. Hist. Ecclesiást., l. VI, c. 33) y otros muchos, pueden excusar la reconvención, Arabia hæresewn ferax. <<

[1367] Los tres dioses en el Alcorán (c. 4, p. 81, c. 5, p. 92) están obviamente arrestados contra nuestro misterio católico; pero los comentadores árabes los comprenden del Padre, el Hijo y la Virgen María, una Trinidad herética, sostenida, según dicen, por algunos bárbaros en el concilio de Nicea (Eutiquio, Annales, t. I, p. 440). Pero la existencia de los marianitas la niega el sincero Beausobre (Hist. des Manichéisme, t. I, p. 532); y deriva la equivocación de la palabra Rouah, el Espíritu Santo, que en algunas lenguas orientales es del género femenino, y usado figuradamente como la Madre de Cristo, en el Evangelio de los nazarenos. <<

[1368] Este pensamiento se halla filosóficamente ejemplificado en el carácter de Abraham, quien se opuso en Caldea a la primera introducción de la idolatría (Alcorán, c. 6, p. 106. D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 13). <<

[1369] Véase el Alcorán, particularmente los capítulos II (p. 30), LVII (p. 437) y LVIII (p. 441) que proclaman la omnipotencia del Creador. <<

[1370] Los credos más ortodoxos están traducidos por Pocock (Specimen Historiæ Arabum, pp. 274, 284-292), Ockley (Hist. de los Sarracenos, vol. II, pp. LXXXII-XCV), Reland (de Religione Mohamomedica, l. I, pp. 7-13) y Chardin (Voyages en Perse, t. IV, pp. 4-28). La gran verdad, que Dios es sin semejanza, la critica desatinadamente Marracci (Alcorán, t. I, part. III, pp. 87-94), porque hizo al hombre como a su propia imagen. <<

[1371] Reland (de Religione Mohamomedica, l. I, pp. 17-47). Sale (Discurso Preliminar, pp. 73-76. Voyage de Chardin, t. IV, pp. 28-37 y 37-47) para la adición persa. «¡Alí es el vicario de Dios!». No obstante el número cabal de profetas, no es un artículo de fe. <<

[1372] Sobre los libros apócrifos de Adán, véase a Fabricio (Codex Pseudopigraphus V. T. pp. 27-29; de Seth, pp. 154-157; de Enoch, pp. 160-219). Pero el libro de Enoch está consagrado, en parte, por la cita del apóstol san Judas; y un gran fragmento de una leyenda: la citan Sincelo y Escalígero. <<

[1373] Los siete preceptos de Noé los explica Marsham (Canon. Chronicus, pp. 154-180), quien en esta ocasión prohija la sabiduría y credulidad de Selden. <<

[1374] Los artículos de Adán, Noé, Abraham, Moisés, etc. en la Bibliothèque Orientale, de D’Herbelot, están gallardamente adornados con las leyendas imaginarias de los mahometanos, quienes han edificado en el mismo terreno de la Escritura y el Talmud. <<

[1375] Alcorán, c. 7, p. 128, etc. c. 10, p. 173, etc. D’Herbelot, p. 647, etc. <<

[1376] Alcorán, c. 3, p. 40, c. 4, p. 80. D’Herbelot, p. 399, etc. <<

[1377] Véase el Evangelio de santo Tomás, o de la niñez, en el Codex Apocryphus V. T. de Fabricio, quien recopiló varios testimonios concernientes (pp. 128-158). Lo publicó en griego Cotelier, y Sike en árabe, quien cree nuestra copia actual mucho más reciente que Mahoma. Con todo, sus citas concuerdan con el original sobre el discurso de Cristo en la cuna, sus pájaros de barro vivos, etc. (Sike, c. I, pp. 168, 169, c. 36, pp. 198, 199, c. 46, p. 206. Cotelier, c. 2, pp. 160, 161). <<

[1378] Está oscuramente apuntado en el Alcorán (c. 3, p. 39) y explicado con más claridad en la tradición de los sonitas (Notas de Sale, y Maracci, t. II, p. 412). En el siglo XII, san Bernardo condenó la concepción inmaculada, como una presuntuosa novedad (Fra Paolo, Istoria del Concilio di Trento, l. II). <<

[1379] Véase el Alcorán, c. 3, v. 53 y c. 4, v. 456 de la edición de Maracci. Deus est præstantissimus dolose agentium (una extraña oración) nec crucifixerunt eum, sed objecta est eis similitudo: expresión que cuadra muy bien con el sistema de los docetas; pero los comentadores creen (Maracci, t. II, pp. 113-115, 175. Sale, pp. 42, 43, 79), que otro hombre, su amigo o enemigo, fue crucificado en lugar de Jesús; un cuento que puede leerse en el Evangelio de san Bernabé, lo que ya se había descubierto en tiempo de lreneo, por algunos herejes abionitas (Beausobre, Hist. des Manichéisme, t. II, p. 25. Mosheim de Reb. Christ., p. 353). <<

[1380] Este cargo está confusamente estampado en el Alcorán (c. 3, p. 45); pero ni Mahoma ni sus secuaces están harto versados en idiomas y crítica, para dar ningún peso o color a sus sospechas. Con todo, los arrianos y nestorianos podían referir algunos cuentos, y el idiota profeta dar oídos a las osadas aserciones de los maniqueos. Véase Beausobre t. I, pp. 291-305. <<

[1381] Entre las profecías del Antiguo y Nuevo Testamento, que están alteradas por la mala fe o ignorancia de los musulmanes, atribuyen al profeta la promesa del Paracleto o Consolador, que había ya sido usurpado por los montanistas y maniqueos (Beausobre, Hist. des Manichéisme, t. I, p. 263, etc.); y la fácil trasposición de letras περικλυτὸς o παράκλητος suministra la etimología del nombre de Mahoma (Maracci, t. I, part. I, pp. 15-28). <<

[1382] Sobre el Alcorán, véase a D’Herbelot, pp. 85-88. Maracci, t. I, en Vit. Mohammed, pp. 32-45. Sale, Discurso Preliminar, pp. 56-70. <<

[1383] Alcorán, c. 17, v. 89. En Sale, pp. 235, 236. En Maracci, p. 410. <<

[1384] No obstante, una secta de árabes estaba persuadida que cualquier pluma humana podía igualarla y aun aventajarla (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, p. 221, etc.); y Maracci (la contienda es demasiado intrincada para el traductor) se burla de la afectación del paso más celebrado (t. I, part. II, pp. 69-75). <<

[1385]Colloquia (bien verdadero o fabuloso) in mediâ Arabia atque ab Arabibus habita (Lavth, de Poesi Hebræorum, XXXII, XXXIII, XXXIV, con su editor alemán Michaelis, Epimetron IV). Michaelis (pp. 671-673) ha dado a conocer muchas imágenes egipcias, el elephantiasis, papyrus, Nilo, cocodrilo, etc. El idioma se le llama ambiguamente, Arábico-Hebræ. La semejanza de los dialectos era mucho más palpable en su arranque, que en la Edad Media (Michælis, p. 682. Schultens, en Præfat. Job). <<

[1386] Al Bochari murió en 224 d. C. Véase D’Herbelot, pp. 208, 416, 827. Gagnier, Not. ad Abulfed. c. 19, p. 35. <<

[1387] Véase más notablemente, Alcorán. c. 2, 6, 12, 13, 17. Prideaux (Vida de Mahoma, pp. 18, 19) confundió al impostor. Maracci, de un modo más entendido, ha demostrado que los pasos que niegan sus milagros son claros y positivos (Alcorán, t. I, part. II, pp. 7-12) y aquellos que parecen tacharlos son ambiguos e insuficientes (pp. 12-22). <<

[1388] Véase el Specimen Historiæ Arabum, el texto de Abulfaragio, p. 17, las notas de Pocock, pp. 187-190. D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, pp. 76, 77. Voyages de Chardin, t. IV, pp. 200, 203). Maracci (Alcorán, t. I, pp. 22-64) ha recopilado afanosamente y refutado los milagros y profecías de Mahoma, las que, según algunos escritores, ascienden a tres mil. <<

[1389] La jornada nocturna está circunstanciadamente referida por Abulfeda (en Vit. Mohammed, c. 19, p. 33, quien desea conceptuarla como una visión; por Prideaux (pp. 31-49) que agrava los absurdos; y por Gagnier (t. I, pp. 252-343), quien declara, del celoso Al Jannabi, que el negar esta jornada es descreer el Alcorán. No obstante el Alcorán sin nombrar ni el cielo, Jerusalén o la Meca, ha hecho una insinuación misteriosa: Laus illi qui transtulit servum suum ab oratorio Haram ad oratorium remotissimum (Alcorán, c. 17, v. l. en Maracci, t. II, p. 107; porque la versión de Sale es demasiado libre). Base mezquina para la estructura aérea de la tradición. <<

[1390] En el estilo profético, que usa el presente o pasado por el futuro, Mahoma dijo: Appropinquavit hora et scissa est luna (Alcorán, c. 54, v. 1, en Maracci, t. II, p. 688). Esta figura de retórica se ha convertido en un hecho, lo que dice estar comprobado por los testimonios más respetables (Maracci, t. II, p. 690). La festividad la celebran aún los persas (Chardin, t. IV, p. 201); y la leyenda está pesadamente redactada por Gagnier (Vie de Mahomet, t. I, pp. 183-234), y según parece, apoyándose en la fe del crédulo Al Jannabi. No obstante, un doctor mahometano ha colocado en su lugar los testimonios de los principales testigos (apud Pocock, Specimen Historiæ Arabum, p. 187); los mejores intérpretes se dan por satisfechos con el sencillo sentido del Alcorán (Al Beidawi, apud Hottinger, Hist. Orient; l. II, p. 302); y el silencio de Abulfeda es propio de un príncipe y de un filósofo. <<

[1391] Abulfaragio, en Specimen Historiæ Arabum, p. 17; y su escepticismo está sincerado en las notas de Pocock, pp. 190-194 de las mejores autoridades. <<

[1392] La relación más auténtica de estos preceptos, peregrinación, oración, ayunos, almas y abluciones, está extractada de los teólogos persas y árabes por Maracci (Prodrom. part. IV, pp. 9-24); Reland (en su excelente tratado de Religione Mohamomedica, Utrecht, 1717, pp. 67-123); y Chardin (Voyages en Perse, t. IV, pp. 47-195). Maracci es un acusador parcial; pero el joyero Chardin, miraba las cosas como filósofo; y Reland, erudito juicioso, había viajado por el Oriente durante su misión en Utrecht. La carta XIV de Tournefort (Voyages du Levant, t. II, pp. 325-560 en 8°, describe cuanto ha visto de la religión de los turcos. <<

[1393] Mahoma (Alcorán de Sale, c. 9, p. 153) reconviene a los cristianos el considerar a los sacerdotes y frailes como sus señores, además de Dios. Con todo Maracci (Prodromo, part. III, pp. 69, 70) disimula la adoración, particularmente del papa, y cita, del Alcorán, el caso de Eblis o Satanás, que fue arrojado del cielo por haberse negado a adorar a Adam. <<

[1394] Alcorán, c. 5, p. 94, y la nota de Sale, que se refiere a la autoridad de Jallaloddin y Al Beidawi. D’Herbelot declara, que Mahoma condenaba la vida religiosa; y que las primeras cuadrillas de faquires, y dervises, etc. no aparecieron hasta después del año 300 de la Hégira (Bibliothèque Orientale, pp. 292, 718). <<

[1395] Véase la doble prohibición (Alcorán, c. 2, p. 25, c. 5, p. 94); la una en el estilo de un legislador, y la otra en el de un fánatico. Las causas públicas y privadas de Mahoma, las ha investigado Prideaux (Vida de Mahoma, pp. 62-64) y Sale (Discurso Preliminar, p. 124). <<

[1396] Los celos incitan a Maracci (Prodromo, part. IV, p. 33) a enumerar la mayor generosidad de los católicos de Roma. Hay abiertos quince grandes hospitales para muchos millares de pacientes y peregrinos; se dotan anualmente mil quinientas doncellas; se han fundado cincuenta y seis escuelas gratuitas para ambos sexos; ciento veinte cofradías alivian las necesidades de sus hermanos, etc. La benevolencia en Londres es aún más extensiva; pero mucho me temo que debe más bien atribuirse a la humanidad del pueblo, que a la religión. <<

[1397] Véase Herodoto (l. II, c. 123) y nuestro instruido paisano Sir Juan Marsham (Canon. Chronicus, p. 46). El Ἀδης del mismo escritor (pp. 254-274) es una descripción esmerada de las regiones infernales, según la imaginación de los egipcios y griegos, de los poetas y filósofos de la Antigüedad. <<

[1398] El Alcorán (c. 2, p. 259, etc.) de Sale, p. 32; de Maracci, p. 97) refiere un ingenioso milagro, que satisfizo la curiosidad, y confirmó la fe, de Abraham. <<

[1399] El sencillo Reland ha demostrado que Mahoma condena a todos los descreyentes (de Religione Mohamomedica, pp. 128-142); que al fin los diablos no se salvarán (pp. 196-199); que el Paraíso no consistirá únicamente en los deleites corporales (pp. 199-205); y que las almas de las mujeres son inmortales (pp. 205-209). <<

[1400] Al Beidawi (apud Sale, Koran, c. 9, p. 164). La oposición a orar por un pariente incrédulo, queda sincerado, según Mahoma, por el deber de un profeta, y el ejemplo de Abraban, quien rechazó a su padre como enemigo de Dios. Con todo Abraban (añade c. 9, v. 116. Maracci, t. II, p. 317) fuit sane pius, mitis. <<

[1401] Para el Día del Juicio, Infierno, Paraíso, etc. consúltese el Alcorán (c. 2, v. 25, c. 56, 78, etc.) con la refutación avinagrada pero instructiva de Maracci (en sus notas, y en el Prodromo, part. IV, pp. 78, 120, 122, etc.); D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, pp. 368, 375); Reland (pp. 47-61); y Sale (pp. 76-103). Las ideas originales de los magos están oscura y dudosamente exploradas por su apologista el Dr. Hyde Hist. Religionis Persarum, c. 33, pp. 402-412, Oxon. 1760). En el artículo de Mahoma, Bayle ha demostrado cuán indiferentemente el talento y la filosofía suplen la carencia de documentos auténticos. <<

[1402] Antes de entablar la historia del profeta, corresponde el patentizar mis testimonios. Las versiones latina, francesa e inglesa del Alcorán van precedidas por discursos históricos, y los tres traductores, Maracci (t. 1, pp. 10-32) Savary (t. I, pp. 1-248), y Sale (Discurso Preliminar, pp. 33-56) habían estudiado con esmero el lenguaje y carácter de su autor. Dos vidas de Mahoma compusieron el dr. Prideaux (Vida de Mahoma, 7 ed., Londres, 1718, en 8°) y el conde de Boulainvilliers (Vida de Mahoma, Londres, 1750, en 8°); pero el afán avieso de hallar un impostor o un héroe, ha influido mucho en el ingenio del doctor y en la ingenuidad del conde. El artículo en D’Herbelot (Bibliothèque Orientale, pp. 598-603) está tomado de Novairi y Mirkoud; pero el mejor y más auténtico de nuestros guías es M. Gagnier, francés, y profesor de lenguas orientales en Oxford. En dos trabajadas obras (Ismael Abulfeda de Vita et Rebus gestis Mohammedis, etc . Latine vertit, Præfatione et Notis illustravit Johannes Gagnier, Oxon. 1723, en folio. La Vie de Mahomet traduite et compilée de l’Alcoran, des Traditions Authentiques de la Sonna et des meilleurs Auteurs Arabes; Amsterdam, 1748, 3 vols. en 12°) ha interpretado, ilustrado y suplido el texto arábigo de Abulfeda y Al Jannahi; el primero, un príncipe instruido, que reinó en Hamá, en Siria, 1340-1352 d. C. (véase Gagnier Præfat. ad Abolfed.); el segundo, un doctor crédulo, que visitó la Meca 1556 d. C. (D’Herbelot, p. 397, Gagnier, t. III, pp. 209, 210). Estas son mis fuentes principales, y el lector perspicaz puede ir siguiendo el orden de las épocas, y la división de los capítulos. Con todo debo observar, que tanto Abulfeda como Al Jannabi, son historiadores modernos, y que no pudieron acudir a ningún escritor del primer siglo de la Hégira. <<

[1403] Tras los griegos, Prideaux (p. 8) descubre las deudas secretas de la esposa de Mahoma. Como si hubiese sido un consejero privado del profeta, Boulainvilliers (p. 272, etc.) explica las sublimes y patrióticas miras de Cadijá, y los primeros discípulos. <<

[1404]Vezirus, portitor, bajulus, onus ferens; y este nombre plebeyo se trasfirió por una metamorfosis a las columnas del Estado (Gagnier, Not. ad Abulfed. p. 19). Trato de conservar el modismo arábigo cuanto me es dado hallarlo, en la traducción latina o francesa. <<

[1405] Son repetidos y conceptuosos los pasos del Alcorán en favor de la tolerancia: c. 2, v. 257, c. 16, 129, c. 47, 54, c. 45, c. 50, 39, c. 88, 21, etc. con las notas de Maracci y Sale. Este solo intento alcanza generalmente a tranzar las dudas de los eruditos, sobre si un capítulo fue revelado en Meca o Medina. <<

[1406] Véase el Corán (passim y particularmente c. 7, pp. 123, 124, etc.), y la tradición de los árabes (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 35-37). Las cavernas de la tribu de Tamud, adecuadas para hombres de una estatura regular, se hallaban a medio camino entre Medina y Damasco (Abulfeda, Descript. Arabiæ, pp. 43, 44), y pueden muy bien atribuirse a los trogloditas del mundo primitivo (Michælis, ad Locoth de Poesi Hebræorum, pp. 131, 134. Recherches sur les Egyptiens, t. II, p. 48, etc.). <<

[1407] El crimen de impiedad, en tiempo de Job, se castigaba severamente por los magistrados árabes (c. 34, v. 26, 27, 28). Me avergüenzo de que un prelado respetable (de Poesi Hebræorum, pp. 650, 651, edic. Michælis; y la carta de un profesor moderno de la universidad de Oxford, pp. 15-53) apruebe aquella inquisición patriarcal. <<

[1408] D’ Herbelot, Bibliothèque Orientale, p. 445. Refiere una historia particular de la huida de Mahoma. <<

[1409] La Hégira fue instituida por Omar, el segundo califa, a imitación de la era de los mártires de los cristianos (D’Herbelot, p. 444); y verdaderamente empezaba sesenta y ocho días antes de la huida de Mahoma, con el día primero de Moharrent o primer día del año árabe, que corresponde al viernes, 16 de julio de 622 d. C. (Abulfeda, Vit. Mohammed, c. 22, 23, pp. 45-50; y la edición de Greaves de Ullug Beg Epochæ Arabum, etc. c. 1, pp. 8, 10, etc.) <<

[1410] La vida de Mahoma, desde su misión a la Hégira, puede hallarse en Abulfeda (pp. 14-45) y Gagnier (t. I, pp. 134-251, 342-383). La leyenda desde la pp. 187-234 Al Jannabi la afirma, Abulfeda la desprecia. <<

[1411] La triple inauguración de Mahoma la describe Abulfeda (pp. 30, 33, 40, 86) y Gagnier (t. I, pp. 342, etc., 349, etc.; t. II, p. 223, etc.). <<

[1412] Prideaux (Vida de Mahoma, p. 44) afea la maldad del impostor que despojó a dos huérfanos, hijos de un carpintero, reconvención sacada de la Disputatio contra sarracenos, compuesta en árabe antes del año 1130; pero el honrado Gagnier (ad Abulfed. p. 53) ha demostrado que se equivocaron en la palabra Al Nagjar, que en este paraje significa, no un comercio ilícito, sino una noble tribu de árabes. Abulfeda describe el estado inculto del terreno; y su digno intérprete probó por medio de Al Bochari, la oferta de un precio; por Al Jannabi, la compra legal, y por Ahmed Ben Joseph, el pago en metálico por el generoso Abubeker. En esta parte debe relevarse honrosamente al profeta. <<

[1413] Al Jannabi (apud Gagnier, t. II, pp. 246, 324) describe el sello y púlpito, como dos venerables reliquias del apóstol de Dios; y el cuadro de su corte está sacado de Abulfeda (c. 44, p. 85). <<

[1414] Los capítulos VIII y IX del Alcorán son los más vehementes y Maracci (Prodromo, part. IV, pp. 59-64) ataca con más justicia que discreción el doble manejo del impostor. <<

[1415] Los capítulos X y XX del Deuteronomio, con los comentarios prácticos de Joshue, David, etc. se leen con más respeto que satisfacción por los piadosos cristianos de la época actual. Pero los obispos, así como los rabís de otros tiempos, hirieron el tambor eclesiástico con alegría y éxito (Sale, Discurso Preliminar, pp. 142, 143). <<

[1416] Abulfeda, en Vit. Mohammed, p. 156. El arsenal particular del apóstol consistía en nueve espadas, tres lanzas, siete picas, un carcaj y tres arcos, siete corazas, tres escudos y dos cascos (Gagnier, t. III, pp. 328-334), con un grande estandarte blanco, una bandera negra (p. 335), veinte caballos (p. 322), etc. La tradición conserva dos de sus dichos marciales (Gagnier, t. II, pp. 88, 337). <<

[1417] Todo el asunto de jure belli Mohammedanorum queda ceñido en una disertación separada por el instruido Reland (Dissertationes Miscellaneæ, t. III; Dissert. X, pp. 3-53). <<

[1418] La doctrina de absoluta predicción, de la que pocas religiones pueden echarse en cara unas a otras, se halla severamente expuesta en el Alcorán (c. 3, pp. 52, 55, c. 4, p. 70, etc. con las notas de Sale, y c. 17, p. 413, con las de Maracci). Reland (de Religione Mohamomedica, pp. 61-64) y Sale (Prelim. Discurs., p. 103) representan los pareceres de los doctores, y nuestros viajeros modernos la confianza, la citada confianza, de los turcos. <<

[1419] Al Jannahi (apud Gagnier, t. II, p. 9) le concede setenta u ochenta caballos; y en otras dos ocasiones, antes de la batalla de Ohud, habla de un cuerpo de treinta jinetes (p. 10), y de 500 infantes (p. 66). Con todo, los musulmanes, en el campamento de Ohad, no tenían más que dos caballos, según el verídico Abulfeda (en Vit. Mohammed, c. XXXI, p. 65). En la provincia Pedregosa, los camellos eran numerosos; pero los caballos parece que eran más escasos que en la Arabia Feliz o Desierta. <<

[1420] Bedder Huneene, veinte millas [32,2 km] de Medina y cuarenta [64,4 km] de Meca está en el camino real de la caravana de Egipto; y los peregrinos celebran anualmente la victoria del profeta con iluminaciones, fuegos artificiales etc. Viajes de Shaw, p. 477. <<

[1421] El sitio adonde se retiró Mahoma durante la acción la llama Gagnier (en Abulfeda, c. 27, p. 58. Vie de Mahomet, t. II, pp. 30, 33) Umbraculum, une loge de bois avec une porte. La misma palabra arábiga la da Reiske (Abulfeda, Annales Moslemici, p. 23) por Solium, Suggestus editior, y la diferencia es de la mayor entidad tanto para el honor del intérprete como para el héroe. Siento el orgullo y aspereza con que Reiske castiga a sus compañeros. Saepi sic vertit, ut integræ paginæ nequeant nisi unâ liturâ corrigi: Arabice non satis callebat, et carebat judicio critico. J. J. Reiske, Prodidagmata ad Hagji Chalisae Tabulas, p. 228, ad calcero Abulfedæ Syriæ Tabulæ; Lipsiæ, 1766, en 4 <<

[1422] Las expresiones sueltas del Alcorán (c. 3, pp. 124, 10-5, c. 8, p. 9) hacen los comentadores entre los números mil, tres mil o nueve mil ángeles; y el menor de ellos puede ser muy suficiente para la matanza de setenta del Koreish (Maracci, Alcorán, t. II, p. 131). Con todo, los mismos escolásticos confiesan que esta banda angélica no era visible para ningún mortal (Maracci, p. 297). Se apoyan en las palabras (c. 8, 16) «no tú, sino Dios», etc. (D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, pp. 600, 601). <<

[1423]Geografía Nubiense, p. 47. <<

[1424] En el capítulo III del Alcorán (50-53 con las notas de Sale) el profeta niega algunas disculpas baladíes por la derrota de Ohud. <<

[1425] Para el pormenor de las tres guerras Koreish, de Boder, Ohud, y de la zanja, recórrase a Abulfeda (pp. 56-51, 64-69, 73-77) Gagnier (t. II, pp. 23-45, 70-96, 120-139) con los propios artículos de D’Herbelot, y los compendios de Elmacín (Hist. Sarracen., pp. 6, 7) y Abulfaragio (Dynastías, p. 102). <<

[1426] Las guerras de Mahoma contra las tribus judías de Kainoka, Nadhirites, Koraidha, y Chaibar, las refieren Abulfeda (pp. 61, 71, 77, 87, etc.) y Gagnier (t. II, pp. 61-65, 107-142, 139-148, 268-294). <<

[1427] Abu Rafe, el criado de Mahoma, dicen que afirmaba que él y otros siete hombres probaron después, sin éxito ninguno, el mover la misma reja del suelo (Abulfeda, p. 90). Aba Rafe era un testigo pero, ¿quién responde de Abu Rafe? <<

[1428] El destierro de los judíos lo atestigua Elmacita (Hist. Sarracen., p. 9) y el gran Al Zabari (Gagnier, t. II, p. 285). Con todo, Niebuhr (Description de l’Arabié, p. 324) cree que la religión judía y la secta karaite, se profesan aún en la tribu de Chaibar; y que, en el robo de las caravanas, los discípulos de Moisés se acusan con los de Mahoma. <<

[1429] Los pasos sucesivos de la reducción de la Meca los refieren Abulfeda (pp. 84-87, 97-100, 102-111) y Gagnier (t. II, pp. 209-245, 309-322, t. III, pp. 1 -58); Elmacín (Hist. Sarracen., pp. 8, 9, 10), Abulfaragio (Dinastías, p. 103). <<

[1430] Después de la conquista de la Meca, el Mahoma de Voltaire idea y comete los atentados más pavorosos. El poeta confiesa que no se apoya en la verdadera historia, y sólo puede alegar, que celui qui fait la guerre à sa patrie au nom de Dieu, est capable de tout (Œuvres de Voltaire, t. XV, p. 282). La máxima ni es caritativa ni filosófica; y seguramente que se deben acatar la fama de los héroes y la religión de las naciones. Según me han informado, un embajador turco hallándose en París se escandalizó muchísimo con la representación de aquella tragedia. <<

[1431] Los doctores mahometanos disputan aún si la Meca fue reducida de grado o por fuerza (Abulfeda, p. 107 y Gagnier ad locum); esta controversia verbal es de tanta importancia como la nuestra sobre Guillermo el Conquistador. <<

[1432] Excluyendo los cristianos de la península de la Arabia, la provincia de Hejaz, o la navegación del Mar Rojo, Chardin (Voyages en Perse, t. IV, p. 166) y Reland (Dissert. Miscell. t. III, p. 51) son todavía más extremados aún que los musulmanes. Los cristianos son admitidos sin recelo en los puertos de Meca y hasta de Geda; y sólo la ciudad y arrabales de la Meca son inaccesibles a los profanos (Niebuhr, Description de l’Arabié, pp. 308, 309. Voyage en Arabie, t. I, pp. 205, 248, etc.). <<

[1433] Abulfeda, pp. 112-115. Gagnier, t. III, pp. 67-88. D’Herbelot, Mohammed. <<

[1434] El sitio de Tayef, reparto del botín, etc. los refieren Abulfeda (pp. 117-123) y Gagnier (t. III, pp. 88-111). Es Al Jannabi el que hace mención de las máquinas y maquinistas de la tribu de los Davos. El fértil terreno de Tayef se supuso que era un trozo de la tierra de Siria separada y desprendida en el Diluvio Universal. <<

[1435] Las últimas conquistas y peregrinación de Mahoma se hallan en Abulfeda (pp. 121, 133), Gagnier (t. III, pp. 119-219), Elmacín (pp. 10, 11), Abulfaragio (p. 103). El IV de la Hégira era el año de Embasies (Gagnier, Not. ad Abulfed., p. 121). <<

[1436] Compárese al fanático Al Jannabi (apud Gagnier, t. II, pp. 232-254) con los no menos desaforados griegos, Teófanes (pp. 276-278), Zonaras (t. II, l. XIV, p. 86) y Cedreno (p. 421). <<

[1437] Sobre la batalla de Muta y sus consecuencias, véase Abulfeda (pp. 100-102) y Gagnier (t. II, pp. 327-343). Xάλεδος (dice Teófanes) δυ λέγουσι μάχαιραν τοῦ Θεοῦ. <<

[1438] La expedición de Tabuco la recuerdan nuestros habituales historiadores Abulfeda (Vit. Mohammed, pp. 123-127) y Gagnier (Vie de Mahomet, t. III, pp. 147-163); pero tenemos la ventaja de apelar al testimonio original del Alcorán (c. 9, pp. 154, 165), con las notas instructivas y racionales de Sale. <<

[1439] El Diploma securitatis Aïlensibus, lo atestigua Ahmed ben Joseph, y el autor Libri Splendorum (Gagnier., Not. ad Abulfed., p. 125); pero el mismo Abulfeda así como Elmacín (Hist. Sarracen., p. 11), aunque confiesan el miramiento de Mahoma por los cristianos (p. 13), sólo mencionan par y tributo. En el año 1630 Sionita publicó en París el texto y versión de la patente de Mahoma en favor de los cristianos; la cual fue admitida y reprobada por el gusto opuesto de Salmasio y Grocio (Bayle, Mahoma, Rem. A. A.) Hottinger duda de su autenticidad (Hist. Orient., p. 237); Renaudot solicita el consentimiento de los mahometanos (Hist. Patriarch. Alexand., p. 169); pero Mosheim (Hist. Ecclesiást., p. 244) demuestra lo insignificante de sus opiniones, y se inclina a creerlo espurio. Con todo Abulfaragio cita el tratado del impostor con el patriarca nestoriano (Asseman, Bibliothèque Orientale, t. II, p. 418); pero Abulfaragio era primado de los jacobitas. <<

[1440] La alferecía o deliquios, de Mahoma, lo aseguran Teófanes, Zonaras, y el resto de los griegos; y lo cree ciegamente el gran fanático de Hottinger (Hist. Orient., pp. 10, 11) Prideaux (Vida de Mahoma p. 12) y Maracci (t. II, Alcorán, pp. 762, 763). A los títulos (el envuelto, el cubierto) de dos capítulos del Alcorán (73, 74), dificilmente se les puede dar esta interpretación: el silencio, la ignorancia de los comentadores mahometanos, es más concluyente que la negativa más formal; y la parte caritativa la adoptan Ockley (Hist. de los Sarracenos, t. I, p. 301), Gagnier (ad Abulfeda, p. 9. Vie de Mahomet, t. I, p. 118), y Sale (Alcorán, pp. 469-474). <<

[1441] Este veneno (más ignominioso desde que se presentó con texto de su sabiduría profética) lo confiesan sin rebozo sus celosos partidarios, Abulfeda (p. 92) y Al Jannabi (apud Gagnier, t. II, pp. 286-288). <<

[1442] Los griegos y latinos inventaron y propagaron el cuento ridículo y vulgar, de que la tumba de hierro de Mahoma está en Meca (σῆμα μετεωριζóμενον. Laonicus Chalcondyles, de Rebus Turcicis, l. III, p. 66) suspendida en el aire por la acción igual y poderosa de enormes piedras imán (Dictionaire de Bayle, Mahomet, Reul. EE.FF.). Sin necesidad de investigaciones filosóficas, basta decir, 1. Que el profeta no fue enterrado en la Meca; y 2. Que su tumba en Medina, visitada por millones de personas, está colocada en el suelo (Reland, de Religione Mohamomedica, l. II, c. 19, pp. 209-211), Gagnier (Vie de Mahomet, t. III, pp. 263-268). <<

[1443] Al Jannabi enumera (Vie de Mahomet, t. III, pp. 372-391 los numerosos deberes de un peregrino que visita los sepulcros del profeta y sus compañeros, y los casuistas instruidos deciden que este acto de devoción es casi una obligación y mérito con arreglo a un precepto divino. Los doctores discuten sobre cuál de los dos es mejor, si Meca o Medina (pp. 391-394). <<

[1444] La última enfermedad, muerte y entierro de Mahoma, los describe Abulfeda y Gagnier (Vit. Mohammed, pp. 133-142. Vie de Mahomet, t. III, pp. 220-271). Las circunstancias más interesantes y particulares se recogieron de Ayesa, Alí, los hijos de Abás, etc.; y como vivían en Medina, y sobrevinieron muchos años del profeta, pudieron repetir el cuento piadoso a una segunda o tercera generación de peregrinos. <<

[1445] Los cristianos, con bastante atrevimiento, han asignado a Mahoma un palomo manso, que según parece bajaba del cielo y le hablaba al oído. Como este supuesto milagro lo asegura Grocio (de Veritate Religionis Christianæ) su traductor arábigo, el instruido Pocock, le pregunta los nombres de sus autores; y Grocio confiesa que hasta los mismos mahometanos lo ignoran. A no ser que provocase su indignación o irrisión; la piadosa mentira se halla suprimida en la versión arábiga; pero ha conservado un lugar edificante en las numerosas ediciones del texto latino (Pocock, Specimen Historiæ Arabum, pp. 186, 187. Reland, de Religione Mohamomedica, l. II, c. 39, pp. 259-262). <<

[1446] Ἐμοὶ δὲ τοῦτó ἐστιν ἐκ παιδòς ἀρξάμενον, φωνή τις γιγνομένη∙ ἤ ὅταν γέηται ἀεὶ ἀποτρέπει με τούτον ὄ ἂν μέλλω πραττειν, προτρέπει δέ οὕποτε (Plato, en Apolog. Socrat., c. 19, pp. 121, 122, edic. Ficher). Los ejemplos familiares que Sócrates cita en sus Diálogos con Theages (Platón, Opera, t. I, pp. 128; 129 edic. Hen. Stephan.) no se hallan al alcance de la vista humana; y la divina inspiración (el Daimonion) del filósofo, se enseña claramente en el Memorabilia de Jenofonte. Las ideas de los platonistas más racionales las expresa Cicerón (de Dívinat. I, 54) y en las Disertaciones XIV y XV de Máxima de Tino (pp. 153-172 edic. Davis). <<

[1447] Voltaire, en alguno de sus numerosos escritos, compara al profeta en su edad avanzada, con un faquir «qui détache la chaîne de son cou pour en donner sur les oreilles à ses confrères». <<

[1448] Gagnier refiere, con imparcialidad, esta ley humana del profeta y los asesinatos de Caal y Sofian, que promovió y aprobó (Vie de Mahomet, t. II, pp. 69, 97, 208). <<

[1449] Sobre la vida doméstica de Mahoma, consúltese Gagnier, y los correspondientes capítulos de Abulfeda; sobre su régimen (t. III, pp. 285-288), sus hijos (pp. 189, 289), sus mujeres (pp. 290-303), su casamiento con Zeineb (t. II, pp. 152-160), su amor con María (pp. 303, 309), la falsa acusación de Ayesha (pp. 186-199). El testimonio más original de las tres últimas transacciones se halla en los capítulos XXIV, XXXIII y LXVI del Alcorán, con el Comentario de Sale. Prideaux (Vida de Mahoma, pp. 80-90) y Maracci (Prodom. Alcorán, part. IV, pp. 49-59) han exagerado maliciosamente las flaquezas de Mahoma. <<

[1450]Incredibile est quo ardore apud eos in Venerem uterque solvitur sexus (Ammian. Marcellin., l. XIV, c. 4). <<