Notas
[1] Jornandes (de Rebus Geticis, c. 13, 14, pp. 629-630, edic. Grot.) derivó de Gapt la genealogía de Teodorico, uno de los Anses o semidioses, que vivían en tiempo de Domiciano. Casiodoro, el primero que alabó la raza real de los Ámalos (Variar., VIII, 5; IX, 25; X, 2; XI, 1), considera al nieto de Teodorico como el decimoséptimo descendiente. Peringsciold (el comentador sueco de Cochlæus, Vit. Theodoric., p. 274, etc., Estocolmo, 1699) relacionó esta genealogía con las leyendas y tradiciones de su país. <<
[2] Más correctamente, en las orillas del lago Pelso (actual Neusiedler), cerca de Carnuntum, casi en el mismo sitio en que Marco Antonio compuso sus meditaciones (Jornandes, c. 52, p. 659; Severin, Pannonia Illustrata, p. 22; Cellario, Geograph. Antig., t. I, p. 350). <<
[3] Las cuatro primeras letras de su nombre (ΘEOΔ) estaban caladas en una plancha de oro, que se fijaba sobre papel, y el rey recorría el contorno con la pluma (Anony. Valesian. ad calcem Amm. Marcellin., p. 722). El hecho auténtico, con el testimonio de Procopio o, al menos, el de los godos contemporáneos (Gothic, l. I, c. 2. p. 311), es más que suficiente para contrapesar las alabanzas vagas de Enodio (Sirmond, Opera, t. I, p. 1596) y Teófanes (Chronograph, p. 112). <<
[4]Statura est quæ resignet proceritate reguantem (Enodio, p. 1614). El obispo de Pavía (quiero decir, el eclesiástico que aspiraba a ser obispo) sigue luego ensalzando la complexión, los ojos, las manos, etcétera, de su soberano. <<
[5] El estado de los ostrogodos y los primeros años de Teodorico se hallan en Jornandes (c. 52-56. pp. 689-696) y Malco (Excerpta Legat., pp. 78-80), quien lo llama erróneamente el hijo de Walamiro. <<
[6] Teófanes (p. 111) inserta una copia de sus cartas sagradas a las provincias: ’ίστε ὅτι τò βασίλειoν ἡµέτερόν ἐστι… καὶ ὅτι πρoχειρησάμεθα βασιλέα Tρασκαλλισαîoν, etc. Semejantes pretensiones de una mujer hubieran pasmado a los esclavos de los primeros césares. <<
[7] V. IV, pp. 204-209. <<
[8] Suidas, t. I, pp. 332-333, edic. Kuster. <<
[9] Ya no existen las historias contemporáneas de Malco y Candido, pero se han salvado algunos fragmentos gracias a Focio (LXXVIII, LXXIX, pp. 100-102), Constantino Porfirogenito (Excerpt. Leg., pp. 78-97) y en varios artículos del Lexicon de Suidas. Las Crónicas de Marcelino (Imago Historiæ) son originales de los reinados de Zenón y Anastasio; y debo manifestar mi agradecimiento, al menos por la última época, a las extensas y esmeradas colecciones de Tillemont (Hist. des Empereurs, t. VI, pp. 472-652). <<
[10]In ipsis congressionis tuæ foribus cessit invasor, cum profugo per te sceptra redderentur de salute dubitanti. Enodio, entonces (Sirmond, t. I, pp. 1596-1597), transporta su héroe (¿en un dragón alado?) a Etiopía, más allá del trópico de Cáncer. El testimonio del Anónimo Valesiano (p. 717), Liberato (Breu. Eutych., c. 25, p. 118), y Teófanes (p. 112) es más natural. <<
[11] Esta costumbre cruel se imputa a los godos triarianos, menos bárbaros, según parece, que los Walamiros, pero al hijo de Teodomiro se le achaca la ruina de muchas ciudades romanas (Malco, Excerpt. Leg., p. 95). <<
[12] Jornandes (c. 56-57, p. 696) relata los servicios de Teodorico, confiesa sus recompensas, pero desfigura su revolución, de la que Malco (Excerpt. Legal., pp. 78-97) nos ha conservado los detalles más interesantes. Marcelino, un sirviente de Justiniano, bajo cuyo cuarto consulado (534) compuso su crónica (Escalígero, Thesaurus Temporum, t. II, pp. 34-57), descubre su agravio y enojo: in Grœciam debacchan debacchantem […] Zenonis munificentia pene pacatu beneficiis nunquam satiatus, etcétera. <<
[13] Cabalgaba en su mismo campamento, cuando un caballo indómito lo arrojó contra la punta de una lanza que colgaba de la puerta de una tienda o estaba atada a un carro (Marcelino, en Chron., Evagrio, l. III, c. 25). <<
[14] Véase Malco (p. 91) y Evagrio (l. III, c. 35). <<
[15] Malco, p. 85. En una sola acción definida por la habilidad y la disciplina de Sabiniano, Teodorico perdió cinco mil hombres. <<
[16] Jornandes (c. 57, pp. 696-697) compendió la gran historia de Casiodoro. Véase y compárese Procopio (Gothic., l. I, c. 1), el Anónimo Valesiano (p. 718), Teófanes (p. 113) y Marcelino (en Chron.). <<
[17] Enodio narra la marcha de Teodorico (pp. 1598-1602), una vez traducida su pomposa oración en el lenguaje del sentido común. <<
[18]Tot reges, etcétera (Enodio, p. 1602). Debemos tener presente lo degradado y común que era este título real, y que los mercenarios de Italia eran fragmentos de muchas tribus y naciones. <<
[19] Véase Enodio, pp. 1603-1604. Puesto que el orador podía mencionar y alabar a su madre en presencia del rey, podemos deducir que la magnanimidad de Teodorico no se ofendía por las reconvenciones comunes de concubina y bastarda. <<
[20] Esta anécdota se refiere en el moderno, aunque respetable, testimonio de Sigonio (Op. t. I, p. 580. De Occident. Imp., L. XV): sus palabras son curiosas: «¿Queréis volver?», etcétera. Desplegó aquí toda su energía. <<
[21]Hist. Miscell., L. XV, una historia romana desde Jano hasta el siglo IX, un Epítome de Eutropio, Paulo Diacono y Teófanes, que publicó Muratori de un manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana (Script. Rerum Italicarum, t. I, p. 100). <<
[22] Procopio (Gothic. 1., t. I, c.1) se acredita como escéptico imparcial; ϕασὶ… δολερῶ τρóπ έκτεινε. Casiodoro (en Chron.) y Enodio (p. 718) son francos y crédulos, y el testimonio del Anónimo Valesiano (p. 1604) justifica su creencia. Marcelino vomita el veneno de un súbdito griego perjuriis illectus, interfectusque est (en Chron.). <<
[23] El discurso sonoro y adulador de Enodio se pronunció en Milán o Rávena en el año 507 ó 508 d. C. (Sirmond, t. I, p. 1615). Dos o tres años después recompensaron al orador con el obispado de Pavía, que conservó hasta su muerte en 521 d. C. (Dupin Bibliot. Ecclés., t. V, pp. 11-14. Véase Saxii Onomasticon, t. II, p. 12). <<
[24] Nuestros mejores materiales son apuntes sacados de Procopio y del Anónimo Valesiano, descubierto por Sirmond, publicado al fin de Amiano Marcelino. El nombre del autor es desconocido, y su estilo, bárbaro, pero en los distintos hechos manifiesta la verdad, sin la parcialidad del contemporáneo. El presidente Montesquieu formó un plan de una historia de Teodorico, que de lejos parece un asunto interesante. <<
[25] La mejor edición del Variarum Librii XII es la de Juan Garrecio (Rotomagi, 1679, en Opp. Cassiodor, 2 V. en fol.), pero merecía y requería un editor como el marqués de Maffei, que pensó en publicarla en Verona. El Barbara Eleganza (como la llama ingeniosamente Tiraboschi) no es nunca sencillo y rara vez claro. <<
[26] Procopio, Gothic., t. I, c. 1. Variarum, II. Maffei (Verona Illustrata, p. 1, p. 228) exagera la injusticia de los godos, a quienes aborrecía como noble italiano. El plebeyo Muratori se arrastra bajo su expresión. <<
[27] Procopio, Gothic., t. III, cc. 4, 21. Enodio describe (pp. 1612-1613) el arte militar y el número progresivo de los godos. <<
[28] Cuando Teodorico dio a su hermana al rey de los vándalos, ella navegó hacia África con una guardia de mil nobles godos, y cada uno llevaba cinco criados armados (Procop., Vandal., t. I, c. 8). La nobleza goda debió de ser tan numerosa como valiente. <<
[29] Véase el reconocimiento de la libertad goda (Var., V, 30). <<
[30] Procopio, Gothic., t. I, c. 2. Los niños romanos aprendían el idioma (Var., VIII, 21) de los godos. Su ignorancia general no se invalida por las excepciones de Amalasunta, una mujer que podía estudiar con aprovechamiento, o la de Teodato, cuya sabiduría provocó la indignación y el desprecio de sus conciudadanos <<
[31] Un dicho de Teodorico estaba fundado en la experiencia: «Romanus miser imitatur Gothum; et utilis (dives) Gothus imitatur Romanum» (véase el Anónimo Valesiano, p. 719). <<
[32] La idea de un establecimiento militar de los godos en Italia está tomada de las Epístolas de Casiodoro (Var. I, 24, 40; III, 3, 24, 48; IV, 13-14; V, 26-27; VIII, 3, 4, 25). Están ilustradas por el instruido Mascou (Hist de los Germanos, t. XI, 40-44, anotación XIV). <<
[33] Véase la claridad y la energía de sus negociaciones en Enodio (p. 1607), y Casiodoro (Var., III, 1-4; IV, 13; V, 43-44), quien le da las diferentes denominaciones de amistad, consejo, razonamiento, etcétera. <<
[34] Incluso de su mesa (Var., VI, 9) y su palacio (VII, 5). La admiración de los extranjeros se ve como la causa racional para justificar estos gastos superfluos y para estimular la actividad de los oficiales a quienes estaban confiadas aquellas provincias. <<
[35] Véanse las alianzas públicas y privadas del monarca godo, con los borgoñones (Var., I, 45-46), con los francos (II, 40), con los turingios (IV, L) y con los vándalos (V, 1). Cada una de estas epístolas suministra algunos curiosos apuntes sobre la política y las costumbres de los bárbaros. <<
[36] Su sistema político puede verse en Casiodoro (Var., IV, 1; IX, 1), Jornandes (c. 58, pp. 698-699) y el Anónimo Valesiano (pp. 720-721). Paz, paz honorable, era el constante deseo de Teodorico. <<
[37] El lector curioso puede contemplar los hérulos de Procopio (Gothic., l. II, c. 14), y el lector paciente puede sumergirse en las oscuras y minuciosas investigaciones de De Buat (Hist. des Peuples Anciens, t. IX, pp. 348-396). <<
[38]Variarum, IV, 2. Casiodoro comenta el objeto y las formas de esta institución marcial, pero parece haber traducido únicamente los sentimientos del rey godo en el idioma de la elocuencia romana. <<
[39] Casiodoro, que cita a Tácito sobre los estianos, salvajes ignorantes del Báltico (Var., V, 2), describe el ámbar que ha hecho célebres aquellas playas como la goma de un árbol endurecida por el sol, purificada y arrojada a la playa por las olas. Cuando los químicos analizan esta extraña sustancia, da un aceite vegetal y un ácido mineral. <<
[40] Escanzia o Tule está descrita por Jornandes (c. 5, pp. 610-613) y Procopio (Gothic., l. II, c. 15). Ni el godo ni el griego habían visitado el país, pero habían conversado con los nativos en su destierro en Rávena o Constantinopla. <<
[41]Sapherinas pelles. Aquella hermosa raza de animales ha sido poco a poco arrojada a la parte oriental de Siberia. Véase Buffon (Hist. Nat., t. XIII, pp. 309-313, 4 ed.), Pennant (System of Quadrupeds, v. 1, pp. 322-328), Gmelin (Hist. Gen. des Voyages, t. XVIII, 257-258) y Levesque (Hist. de Russie, t. V, pp. 165-166, 514-515). En tiempo de Jornandes, los suiones habitaban la actual Suecia. <<
[42] En el sistema o novela de Bailly (Letres sur les Sciences et sur l’Atlantide, t. I, pp. 249-256, t. II, pp. 114-139), el fénix del Edda y la muerte y la resurrección anual de Adonis y Osiris son los símbolos alegóricos de la ausencia y vuelta del sol en las regiones árticas. El ingenioso escritor es un apreciable discípulo del gran Buffon, y no es fácil para el razonamiento más frío contrarrestar la magia de su filosofía. <<
[43] Aὓτη τε θoυλίταις ή μεγίστη ιῶν έoπτῶν έστι, dice Procopio. Hoy reina un rudo maniqueísmo (bastante generoso) entre los samoyedos en Groenlandia y en Laponia (Hist. des Voyages, t. XVIII, pp. 108-109, t. XIX, pp. 105-106, 527-528). Con todo, según Grocio, Sainojutæ cælum atque astra adorant, numina haud aliis iniquiora (de Rebus Belgicis, l. IV, p.338, ed. en folio), sentencia que Tácito no hubiera negado. <<
[44] Véase Hist. des peuples Anciens, t. IX, pp. 255-273, 396-501. El conde de Buat, ministro francés en la corte de Baviera, se dedicó a investigar las antigüedades del país, y el resultado fue el germen de doce gruesos volúmenes. <<
[45] Véanse las transacciones godas sobre el Danubio y el mar Ilírico en Jornandes (c. 58, p. 699) Enodio (pp. 1607-1610), Marcelino (en Chron., pp. 44, 47-48) y Casidoro (en Chron. y en Var., III, 2-3, 50; IV, 3; VII, 4, 24; VIII, 9-11, 21; IX, 8-9). <<
[46] No puedo menos que copiar el estilo clásico y liberal del conde Marcelino: Romanus comes domesticorum, et Rusticus comes scholariorum cum centum armatis navibus, totidemque dromonibus, octo millia millitum armatorum secum ferentibus, ad devastanda Italiæ littera processerunt, et usque ad Tarentum antiquissimam civitatem aggressi unt, remensoque mari inhonestam victoriam quam piratico ausu Romani ex Romanis rapuerunt, Anastasio Cæsari reportarunt (en Chron., p. 48). Véase Variar., I, 16; II, 38. <<
[47] Véanse las órdenes e instrucciones reales (Var., IV, 15; V, 16, 20). Estos botes armados debían de ser aun menores que los mil buques de Agamenón en el sitio de Troya (Manso, p. 121). <<
[48]Var., IV, pp. 303-306. <<
[49] Enodio (p. 1610) y Casiodoro, en nombre del rey (Var., II, 41), recuerdan su útil protección a los alamanes. <<
[50] Las transacciones godas en Galia y España se hallan descritas con alguna perplejidad en Casiodoro (Var., III, 32, 38, 41, 43-44; V, 39), Jornandes (c. 58, pp. 698-699), y Procopio (Gothic., l. I, c. 12). No quiero oír ni aun hermanar los largos y contradictorios argumentos del abate Dubos y del conde Buat sobre las guerras de Borgoña. <<
[51] Teófanes, p. 113. <<
[52] Procopio afirma que no se promulgó ninguna ley durante el reinado de Teodorico y los reyes sucesivos de Italia (Gothic., l. II, c. 6). Querrá decir en idioma godo. Aún existe un edicto latino de Teodorico, de ciento cincuenta artículos. <<
[53] La imagen de Teodorico está estampada en las monedas: sus modestos sucesores se contentaron con añadir su nombre al busto del emperador (Muratori, Antiquitat Italicæ medii ævi, t. II, d. XXVII, pp. 577-579; Giannone, Istoria Civile di Napoli, t. I, p. 166). <<
[54] La alianza entre el emperador y el rey de Italia se halla descrita por Casiodoro (Var. I, l. II, 1-2, 5; IV, 1) y Procopio (Gothic., l. II, c. 6; l. III, c. 21), que celebran la amistad de Atanasio y Teodorico, pero el estilo figurado de cumplimiento se interpretó de modo bien diferente en Rávena y Constantinopla. <<
[55] A las diecisiete provincias de la Noticia, el diácono Pablo Warnefrido (De Reb. Longobard., l. II, c. 14-22) ha añadido otra, el Apenino (MURATORI, Script. Rerum Italicarum, t. I, pp. 431-433). Pero de éstas, Cerdeña y Córcega estaban en poder de los vándalos, y las dos Recias, así como los Alpes Cotianos, han sido entregados a un gobierno militar. El estado de estas cuatro provincias que ahora forman el reino de Nápoles, se halla descrito por Giannone (t. I, pp. 172, 178) con un esmero digno de elogio. <<
[56] Véase la historia goda de Procopio (l. I, c. 1; l. II, c. 6.), las epístolas de Casiodoro (passim, pero particularmente los libros V y VI, que contienen las formulæ, o patentes de oficios) y la Historia civil de Giannone (t. I, l. II-III). A los condes godos, que dice había en todas las ciudades de Italia, los anula, con todo, Maffei (Verona Illustrata, p. 1, l. VIII, p. 227); porque los de Siracusa y Nápoles (Var. VI, 22-23) eran comisiones especiales y temporales. <<
[57] Dos italianos con el nombre de Casiodoro, padre (Var. I, 24, 40) e hijo (IX, 24-25), fueron empleados sucesivamente en la administración de Teodorico. El hijo nació en el año 479 d. C.; sus varias epístolas como cuestor, maestre de oficios y prefecto pretoriano alcanzan desde 509 hasta 559, y vivió treinta años como fraile (Tiraboschi, Storia della Letteratura Italiana, t. III, pp. 7-24; Fabricio, Bibliot. Lat. Med. Ævi, t. 1, pp. 557-558, ed. Mansi). <<
[58] Véase su miramiento por el Senado en Cochlœus (Vit. Theod., VIII, pp. 72-80). <<
[59] No más que ciento veinte mil modios o treinta y dos mil fanegas (3312 t) (Anónim. Valesian., p. 721, y Var., I, 35; VI, 18; XI, 5, 39). <<
[60] Véase su miramiento e indulgencia por los espectáculos del circo, el anfiteatro y el teatro en la Crónica y Epístolas de Casiodoro (Var., I, 20, 27, 30-32; III, 51; IV, 51, ilustrado por la anotación catorce de la historia de Mascou), quien ha manejado el asunto con ostentoso, aunque agradable, talento. <<
[61]Anónim. Vales., p. 721; Mario Aventicensis en Chron. En la escala del mérito público y personal, el conquistador godo es al menos tan superior a Valentiniano como parece inferior a Trajano. <<
[62]Vit. Fulgentii, en Baron. Annal. Eccles., 500 d. C., núm. 10. <<
[63] Casiodoro, en su estilo pomposo, describe el foro de Trajano (Var., VII, 6), el teatro de Marcelo (IV, 51) y el anfiteatro de Tito (V, 42); y vale la pena leer sus descripciones. Según los precios modernos, el abate Barthelemy computa que la parte de albañilería del Coliseo costaría ahora veinte millones de libras francesas (Mém. de l’Academie des inscriptions, t. XXVIII, pp. 585- 586). ¡Qué pequeña parte de ese estupendo edificio! <<
[64] En cuanto a los acueductos y cloacas, véase Estrabon (l. V, p. 360), Plinio (Hist. Nat. XXXVI, 24), Casiodoro (Var. III, 30-31. VI, 6), Procopio (Gothic., l. I, c. 14) y Nardini (Roma Antica, pp. 514-522). Es todavía un interrogante cómo podía un rey de Roma ejecutar tales obras. <<
[65] Sobre la conservación gótica de edificios y estatuas, véase Casiodoro (Var., I, 21, 25; II, 34; IV, 30; VII, 6, 13, 15) y el Anónimo Valesiano (p. 721). <<
[66]Var., VII, 15. Estos caballos de Monte Cavallo habían sido trasportados de Alejandría a los baños de Constantino (Nardini, p. 188). Desdeña su escultura el abate Dubos (Reflexiones sobre la poesía y la pintura, t. I, s. 39), y la admira Winkelman (Hist. del Arte, t. II, p. 159). <<
[67]Var., X, 10. Eran probablemente un fragmento de algún carro triunfal (Cuper de Elephantis, II, 10). <<
[68] Procopio (Gothic., IV, c. 21) refiere un cuento tonto de la vaca de Mirón, celebrado con poca agudeza por treinta y seis epigramas griegos (Antholog., l. IV, pp. 302-306, ed. Hen. Steph.; Ausan, Epigram., LVIII-LXVIII). <<
[69] Véase un epigrama de Enodio (II, 3, pp. 1893-1894) sobre este jardín y su real jardinero. <<
[70] El epíteto de Verona tua y la leyenda del héroe prueban su cariño por aquella ciudad; Maffei (l. IX, pp. 230-236) la retrata con sabiduría y placer en su país nativo bajo el nombre bárbaro de Dietrich de Bern (Peringsciold y Cochlœum, p. 240). <<
[71] Véase Maffei (Verona Illustrata, I, pp. 231-232, 308, etc.). Achaca la corrupción de la arquitectura gótica, del idioma, de la escritura, etcétera, no a los bárbaros, sino a los mismos italianos. Compárense sus ideas con las de Tiraboschi (t. III, p. 61). <<
[72] Las villas, el clima y la campiña de Bayas (Var., IX, 6. Véase Cluverio, Italia Antig., l. IV, c. 2, p. 1119, etc.), Istria (Var., XII, 22, 26) y Como (Var. XI, 14, compárese con las dos villas de Plinio, IX, 7), se hallan agradablemente descritas en las Epístolas de Casiodoro. <<
[73] En Liguria numerosa agricolarum progenies (Enodio, pp. 1678-1680). San Epifanio de Pavía redimió de los borgoñones de Lyon y Saboya a seis mil cautivos por medio de oraciones o rescate. Semejantes hechos son los mejores milagros. <<
[74] La economía política de Teodorico (véase Anónim. Vales., p. 721, y Casiodoro, en Chron.) puede delinearse distintamente bajo los siguientes títulos: mina de hierro (Var., III, 25); mina de oro (IX, 3); pantanos Pontinos (II, 32-33); Espoleto (II, 21); grano (I, 34; X, 27-28; XI, 11-12); comercio (VI, 7; VII, 9, 23); feria de Lencothoe o San Ciprián en Lucania (VIII, 33); abundancia (XII, 4); el curso o puesto público (I, 29; II, 31; IV, 47; V, 5; VI, 6; VII, 33); el camino Flaminio (XII, 18). <<
[75]LX modii tritici in solidum ipsius tempore fuerunt, et vinum XXX amphoras in solidum (Frag. Vales.). El grano se distribuía de los graneros a XV o XXV modios por una moneda de oro, y el precio era aún moderado. <<
[76] Véase la vida de san Cesáreo en Baronio (508 d. C., núms. 12-14). El rey le regaló trescientos sólidos de oro y un disco de plata del peso de sesenta libras [27,600 kg]. <<
[77] Enodio, Vit. Sant. Epiphanii, en Sirmond, Op., t. I, pp. 1672-1690. Teodorico hizo algunos favores a este obispo, quien hacía las veces de consultor tanto en tiempos de paz como de guerra. <<
[78]Devotissimus ac si Catholicus (Anónim. Vales., p. 720), con todo, su oferta no fue más que de dos candeleros de plata (cerostrata) del peso de setenta libras [32,200 kg], muy inferior al oro y la pedrería de Constantinopla y Francia (Anastasio, Vit. pont., en Hormisda, p. 34, ed. París). <<
[79] El sistema tolerante de su reinado (Enodio, p. 1612; Anónim. Vales., p. 719; Procop., Gothic., l. I, c. 1; l. II, c. 6) puede estudiarse en las epístolas de Casiodoro, bajo los siguientes títulos: «Obispos» (Var, I, 9; VIII, 15, 24; XI, 25); «Inmunidades» (I, 26; II, 29-30); «Tierras de la Iglesia» (IV, 17, 20); «Santuarios» (II, 11; III, 47); «Plata de la Iglesia» (XII, 20); «Disciplina» (IV, 44); lo que al mismo tiempo prueba que era la cabeza de la Iglesia, así como la del Estado. <<
[80] Debemos desechar la historia de que hizo decapitar a un diácono católico que se había vuelto arriano (Theodor. Lector, núm. 17). ¿Por qué es Teodorico llamado Afer? ¿De Vafer? (Vales. ad loc.). Conjetura muy poco fundada. <<
[81] Enodio, pp. 1621-1622, 1636, 1638. Su libelo fue aprobado y registrado (synodaliter) por un concilio romano (Baronio, 503 d. C., núm. 6; Francisco Pagi, en Breviar. Pont. Rom., t. I, p. 242). <<
[82] Véase Casiodoro (Var., VIII, 15; IX, 15-16), Anastasio (en Símaco, p. 31) y la anotación diecisiete de Mascou. Baronio, Pagi y la mayor parte de los doctores católicos confiesan con enfado esta usurpación goda. <<
[83] Los inhabilitaba a licentia testandi; y toda Italia se afligía —lamentabili justitio—. Supongo que estas penas sólo se imponían a los rebeldes que habían faltado a su juramento de fidelidad; pero el testimonio de Enodio (pp. 1675-1678) es de mayor peso, pues vivió y murió en el reinado de Teodorico. <<
[84] Enodio, en Vit. Epiphan., pp. 1689-1690; Boecio, de Consolatione Philosophiæ, l. I, p. IV, pp. 45-47. Respeta, pero examina las pasiones del santo y del senador, y fortifica o suaviza sus quejas por los varios apuntes de Casiodoro (II, 8; IV, 36; VIII, 5). <<
[85]Immanium expensarum pondus… pro ipsorum salute, etcétera; con todo, éstas no son más que palabras. <<
[86] Los judíos estaban establecidos en Nápoles (Procopio, Gothic., l. I, c. 8), Génova (Var., II, 28; IV, 33), Milán (V. 37), Roma (IV, 43). Véase también Basnage, Hist. des Juifs, t. VII, c. 7, p. 254. <<
[87]Rex avidus communis exitii, etc. (Boecio, l. I, p. 59): rex dolum Romanis tendebat (Anónim. Vales. p. 723). Estas palabras son duras: expresan las pasiones de los italianos y, me temo, las de Teodorico. <<
[88] He trabajado para formar una narración de los varios apuntes oscuros y concisos del Anónimo Valesiano (pp. 722-724), Teófanes (p. 145), Anastasio (Johanne, p. 35) y la Hist. Miscella (p. 403, ed. Muratori). Una presión suave y una paráfrasis de sus palabras no es violencia. Consúltese también Muratori (Annali d’Italia, t. IV, pp. 471-478), con los Anales y Breviario (t. I, pp. 259-263) de los dos Pagi, tío y sobrino. <<
[89] Le Clerc compuso una vida crítica y filosófica de Anicio Manlio Severino Boecio (Bibliot. Choisie, t. XVI, pp. 168-275), y puede ser útil consultar Tiraboschi (t. III) y Fabricio (Bibliot. Latin). La fecha de su nacimiento puede fijarse en el año 470 y su muerte en 524, con una prematura vejez (Consol. Phil., «Metrica», I, p. 5). <<
[90] En cuanto a la edad y el valor de este manuscrito, véase hoy en la Biblioteca Médica de Florencia la Cenotafia Pisana (pp. 430-447) del cardenal Noris. <<
[91] Los estudios atenienses de Boecio son dudosos (Baronio, 510 d. C., núm. 3, de un tratado espurio: De Disciplina Scholarum), y el término de dieciocho años es demasiado largo, pero el simple hecho de una visita a Atenas está confirmado por una autoridad más fidedigna (Brucker, Hist. Crit. Philosoph., t. III, pp. 524-527) y por una expresión —aunque vaga y ambigua— de su amigo Casiodoro (Var., I, 45): «longe positas Athenas introisti». <<
[92]Bibliothecæ comptos ebore ac vitro parietes, etcétera (Consol. Phil., l. I, pr. V, p. 74). Las epístolas de Enodio (VI, 6; VII, 13; VIII, 1, 31, 37, 40) y Casiodoro (Var., I, 39; IV, 6; IX, 21) suministran muchas pruebas de la gran reputación de que gozaba en aquellos tiempos. Verdad es que el obispo de Pavía le compró una casa vieja en Milán, y que, quizá, las alabanzas fueron prodigadas y aceptadas como parte del pago. <<
[93] Pagi, Muratori, etcétera. concuerdan en que Boecio fue cónsul en el año 510; sus dos hijos, en 522, y en 487, quizá su padre. El deseo de atribuir este último consulado al filosófo hace dudosa la cronología de su vida. En sus honores, alianzas e hijos, celebra su propia felicidad, su pasada felicidad (pp. 109-110). <<
[94]Si ego scissem ta nescisses. Boecio adopta esta contestación (l. I, pr. 4, p. 53) de Julio Cano, cuya muerte filosófica describe Séneca (De Tranquillitate Animi, c. 14). <<
[95] El carácter de sus dos delatores, Basilio (Var., II, 10-11, IV, 22) y Opilio (V, 41; VIII, 16), está descrito no muy ventajosamente en las Epístolas de Casiodoro, quien menciona también a Decorato (V, 31), el despreciable colega de Boecio (l. III, pr. 4, p. 193). <<
[96] Se hacía una escrupulosa investigación del crimen de magia (Var., IV, 22-23; IX, 18), y se creía que muchos nigrománticos se habían escapado volviendo locos a los carceleros: por loco, leería ebrio. <<
[97] Boecio había compuesto su propia apología (p. 53), quizá más interesante que su Consolación. Debemos quedar satisfechos con la relación de sus honores, principios, persecución… (l. I, pr. 4. pp. 42-62), que pueden compararse con las palabras breves y auténticas del Anónimo Valesiano (p. 723). Un escritor anónimo (Sinner, Catalog. manuscrito Bibliot. Bern., t. I, p. 287) le imputa traición honrosa y patriótica. <<
[98] Fue ejecutado en Agro Calventiano, Calvenzano, entre Mariñano y Pavía (Anónim. Vales, p. 723), por orden de Eusebio, conde de Ticino o Pavía. El sitio de su destierro se llama el bautisterio, edificio y nombre peculiar de las catedrales. La tradición perpetua de la iglesia de Pavía lo reclama. La torre de Boecio subsistió hasta 1584, y el diseño aún se conserva (Tiraboschi, t. III, pp. 47-48). <<
[99] Véase Alfredo (Biographia Britannica, t. I, p. 80, 2 ed.). La obra tiene aun más mérito si se ejecutó bajo la inspección de Alfredo por sus doctores extranjeros. Sobre la reputación de Boecio en la Edad Media, consúltese Brucker (Hist. Crit. Philosoph., t. III, pp. 565-566). <<
[100] La inscripción de su nueva tumba fue compuesta por el preceptor de Otón III, el erudito papa Silvestre II, quien, como Boecio, fue tenido por mago debido a la ignorancia de la época. El mártir católico había llevado su cabeza en las manos un trecho considerable (Baronio, 526 d. C., núms. 17-18). Con todo, una señora conocida mía dijo respecto de un cuento semejante: «La distance n’y fait rien; il n’y a que le premier pas qui coûte». <<
[101] Boecio ensalza las virtudes de su suegro (l. I, pr. 4, p. 59; l. II, pr. 4, p. 118). Procopio (Gothic., l. I, c. 1), el Anónimo Valesiano (p. 724) y la Historia Miscella (l. XV, p. 105) concuerdan en elogiar la inocencia o santidad de Símaco, y, según la leyenda, el crimen de su asesinato es igual al encarcelamiento de un papa. <<
[102] En la ideal elocuencia de Casiodoro, la variedad de los pescados de mar y de río atestiguan la gran extensión del dominio, y en la mesa de Teodorico se servían pescados del Rin, de Sicilia y del Danubio (Var., XII, 14). El gigantesco rodaballo de Domiciano (Juvenal, Satir., III, 39) había sido cogido en las orillas del Adriático. <<
[103] Procopio, Gothic., l. I, c. 1. Pero podía habernos informado si esta curiosa anécdota la sabía por la voz pública o de boca del médico real. <<
[104] Procopio, Gothic., l. I, c. 1-2, 12-13. Esta partición había sido arreglada por Teodorico, aunque no se llevó a cabo hasta después de su muerte. Regni hereditatem superstes reliquit (Isidor. Chron., p. 721, ed. Grot.). <<
[105] Berimundo, el tercer descendiente de Hermanrico, rey de los ostrogodos, se había retirado a España, donde vivió y murió en la oscuridad (Jornandes, c. 33, p. 202, ed. Muratori). Véanse el descubrimiento, las bodas y la muerte de su nieto Eutarico (c. 58, p. 220). Sus juegos romanos podrían haberlo hecho popular (Casiodoro, en Chron.), pero Eutarico era asper in religione (Anónim. Vales., pp. 722-723). <<
[106] Véanse los consejos de Teodorico y las profesiones de su sucesor en Procopio (Gothic., l. I, c. 1-2), Jornandes (c. 59, pp. 220-221) y Casiodoro (Var., VIII, 1-7). <<
[107]Anónim. Vales., p. 724; Agnellus, de Vitis. Pont. Rayen, en Muratori, Scrip. Rerum Ital., t. II, p. I, p. 67; Alberti, Descrizione d’Italia, p. 311. <<
[108] La leyenda está referida por Gregorio I (Diálog., IV, 36) y aprobada por Baronio (526 d. C., núm. 28); ambos, papa y cardenal, son doctores instruidos, y es bastante para establecer una opinión probable. <<
[109] Teodorico o, más bien, Casiodoro, describió en estilo trágico el volcán de Lípari (Cluver, Sicilia, pp. 406-410) y el Vesubio (IV, 50). <<
[110] Hay algunas dudas sobre la fecha de su nacimiento (Ludewijio, en Vit. Justiniani, p. 125), pero ninguna sobre el sitio —el distrito Bederiana—, la aldea Tauresio, que luego decoró con su nombre y esplendor (D’Anville, Hist. de l’Académie, etcétera, t. XXXI, pp. 287-292). <<
[111] Los nombres de estos aldeanos dárdanos son góticos y casi ingleses: Justiniano es una traducción de uprauda (upright, íntegro); su padre Sabacio (en griego bárbaro, stipes) es denominado en su aldea Istoch (Stock, proveer); el nombre de su madre Bigleniza se suavizó en Vigilancia. <<
[112] Ludewijio (pp. 127-135) trata de justificar el nombre aniciano de Justiniano y Teodora, y relacionarlo con una familia de la cual desciende la casa de Austria. <<
[113] Véanse las anécdotas de Procopio (c. 6.) con las notas de N. Alemanus. El escritor satírico no hubiera querido admitir la denominación vaga de γέωργος, βούκολος y σύκϕορβος, de Zonaras. Con todo, ¿por qué son estos nombres vergonzosos?; y ¿¡qué barón germano no se hubiera envanecido de descender del Eumeo de la Odisea!? <<
[114] Procopio alaba sus virtudes (Persic., l. I, c. 11). El cuestor Proclo era amigo de Justiniano y enemigo de cualquier otra adopción. <<
[115] Maniqueo significa Eutiquiano. Oíganse las furiosas aclamaciones de Constantinopla y Tiro; la primera, a los seis días de la muerte de Anastasio. Ésta causó la muerte del eunuco; la segunda, la elogió (Baronio, 518 d. C., part. II, núm. 15; Fleury, Hist. Ecles., t. VII, pp. 200, 205, de los Concilios, t. V, p. 182, 207). <<
[116] Su poder, su carácter y sus intenciones están perfectamente explicados por el conde de Buat (t. IX, p. 54-81). Era biznieto de Aspar, príncipe hereditario de la Escitia Menor, y conde de la federación gótica de Tracia. Los besios, sobre los que tenía influencia, son los godos menores de Jornandes (c. 51). <<
[117] «Justiniani patricii factione dicitur interfectus fuisse» (Victor Turunensis, «Chron.» en Thesaur. Temp. Scaliger, part. II, p. 7); Procopio (Anécdot., c. 7) lo denomina tirano, pero confiesa el ἀδελϕοπίστσια, que está bien explicado por Alemanus. <<
[118] En su juventud (plane adolescens), había estado algún tiempo como huésped de Teodorico. Sobre este hecho curioso cita Alemanus (ad. Procop., Anecdot., c. 9, p. 34 de la primera edición) una historia manuscrita de Justiniano, por su preceptor Teófilo. Ludewijio (p. 143) desea que sea soldado. <<
[119] La historia eclesiástica de Justiniano se enseñará más adelante. Véanse Baronio, 548-521 d. C. y el extenso artículo Justinianus en el índice del t. VII de sus anales. <<
[120] El reinado de Justino el Mayor puede hallarse en las tres crónicas de Marcelino, Víctor y Juan Malala (t. II, pp. 130-150), el último de los cuales (a despecho de Hody, Prolegom., núms. 14, 39, ed. Oxon.) vivió poco después de Justiniano (Observaciones de Jortin, etc., vol. IV, p. 383) en la Historia Eclesiástica de Evagrio (l. IV, c. 1, 2, 3, 9) y el Excerpta de Teodoro Lector (núm. 57), y en Cedreno (pp. 362-366) y Zonara (l. XIV, pp. 58-61), que puede mirarse como original. <<
[121] Véanse los caracteres de Procopio y Agatias en La Mothe le Vayer (t. VIII, pp. 144-174), Vosio (de Historicis Grœcis, l. II, c. 22) y Fabricio (Bibliot. Grœcis, l. V, c. 5., t. VI, pp. 248-278). Su religión, un honroso problema, traiciona la conformidad ocasional con una secreta afición al paganismo y a la filosofía. <<
[122] En los siete primeros libros, dos persas, dos vándalos y tres góticos, Procopio tomó de Apiano la división de las provincias y las guerras: el libro VIII, aunque lleva el nombre de gótico, es una miscelánea y suplemento hasta la primavera del año 553, desde el cual lo continúa Agatias hasta 559 (Pagi, Crítica, 579 d. C., núm. 5). <<
[123] La fama literaria de Procopio ha sido algo desgraciada. 1. Sus libros de Bello Gothico se los robó Leonardo Aretin y los publicó (Fulginii, 1470-Venet., 1471, apud Janson. Mattaire, Annal. Typograph., t. I. ed. posterior, pp. 290, 304, 279, 299) en su propio nombre (véanse Vosio de Hist. Lat., l. III, c. 5 y la débil defensa de la Venica Giornale d’Letterati, t. XIX, p. 207.) 2. Sus obras fueron mutiladas por los primeros traductores latinos Crisóstomo Persona (Giornale, t. XIX, pp. 340-548) y Rafael de Volaterra (Huet. de Clari-Interpretibus, p. 166), quienes ni siquiera consultaron el manuscrito de la biblioteca vaticana, de la que eran prefectos (Aleman. en Præfat. Anecdot.) 3. El texto griego no fue impreso hasta 1607, por Hoesquelio de Augsburgo (Diccionario de Bayle, t. II, p. 782). 4. La edición de París fue ejecutada con imperfecciones por Claudio Maltret, jesuita de Tolosa (en 1663) muy inferior a la prensa de Louvre y del manuscrito del Vaticano, del cual, no obstante, obtuvo algunos suplementos. Sus prometidos comentarios, etcétera, nunca vieron la luz. El Agatias de Leyden (1594) ha sido esmeradamente reimpreso por el editor de París, con la versión latina de Buenaventura Vulcanio, instruido intérprete (Huet, p. 176). <<
[124] Agatias en Præfat., pp. 7, 8, l. IV, p. 137; Evagrio, l. IV, c. 12. Véase tambien Focio, cod. LXIII, p. 65. <<
[125] Kύρον παιδεία dice, Præfat. ad. 1, de Ædificiis περί κτισμάτων no es más que Kύρου παιδία, un equívoco. En estos cinco libros, Procopio afecta un estilo cortés y cristiano. <<
[126] Procopio se manifiesta (Præfat. ad. Anecdot., c. 1, 2, 5), y las anécdotas están referidas en el libro 9 por Suidas (t. III. p. 186, ed. Kuster). El silencio de Evagrio es una pobre objeción. Baronio (548 d. C., núm. 24) siente la pérdida de esta historia secreta: estaba entonces en la biblioteca vaticana, bajo su custodia, y se publicó por primera vez dieciséis años después de su muerte, con las notas eruditas y parciales de Nicolás Alemanus (Lugd., 1623). <<
[127] Justiniano un asno —la imagen perfecta de Domiciano—, Anécdot., c. 8. Los amantes de Teodora arrojados de su lecho por los demonios de sus rivales; su casamiento predicho con un gran demonio; un fraile vio al príncipe de los demonios en el trono en lugar de Justiniano; los criados que velaban vieron un rostro con otras facciones, un cuerpo sin cabeza que se paseaba, etcétera. Procopio declara su opinión y la de sus amigos sobre estos cuentos diabólicos (c. 12.). <<
[128] Montesquieu (Considérations sur la Grandeur et la Décadence des Romains, c. XX) da crédito a estas anécdotas, por hallarse en relación, primero, con la debilidad del Imperio y, segundo, con la inestabilidad de las leyes de Justiniano. <<
[129] En cuanto a la vida y las costumbres de la emperatriz Teodora, véanse las anécdotas; particularmente c. 1, 5, 9, 10, 15, 16, 17 con las instruidas notas de Alemanus, referencia que siempre se infiere. <<
[130] Comito se casó luego con Sitas, duque de Armenia, el padre, quizá —al menos ella podría ser la madre—, de la emperatriz Sofía. Dos sobrinos de Teodora debían de ser los hijos de Anastasia (Aleman., pp. 30, 31). <<
[131] Su estatua se colocó sobre una columna de pórfiro en Constantinopla. Véase Procopio (de Edif., l. I, c. 11), que hace su retrato en las anécdotas (c. 10). Aleman. (p. 47) copia uno de un mosaico de Rávena, adornado con perlas y alhajas, y aún hermoso. <<
[132] Alemanus suprimió un fragmento de las anécdotas (c. 9.), algo desnudo, aunque está en el manuscrito vaticano; y en las ediciones de París y Venecia no se ha corregido este defecto. La Motte le Vayer (t. VIII, p. 155) fue el primero que habló de este pasaje curioso y original (observaciones de Jortin, vol. IV, p. 336), que recibió de Roma, y desde entonces se ha publicado en la Menajiana (t. III, pp. 254-259) con una versión latina. <<
[133] Procopio, después de mencionar un estrecho cinturón (pues ninguno podía presentarse enteramente desnudo en el teatro), prosigue así: ἀναπεπτωκυῧά τε ἤν ἤ‘ ἤδάϕει ὥπτία ἧκειτο. Θῆτες δέ τινες [ … ] κριθὰς αὐτή ὓπερθεν τῶν αἰδοίων ἐῤῥίπτουν, ἃς δὴ οἱ χῆνες, οἳ ἐς τοῦτο παεσκευασμένοι ἐτύγχανον, τοῖς στόμασιν ἐνθένδε κατά μίαν ἀνελόμενοι ἣσθιον. He oído que un prelado instruido, ahora difunto, se complacía en citar este pasaje en su conversación. <<
[134] Teodora aventajaba la Crispa de Ausonio (Epígram. LXXI), quien imitaba el capitalis luxus de las hembras de Nola. Véanse Quintiliano Institut., VIII, 6, y Torrencio ad. Horat. Sermon., l. I. sát. 2, vol. 101. En una cena célebre, treinta esclavos servían la mesa; diez jóvenes se regocijaban con Teodora. Su caridad era universal. «Et lassata viris, necdum satiata, recessit.» <<
[135] ‘′H δε κἀκ τῶν τριῶν τρυπημάτων ἐργαζομένη ἐνεκάλει τη φύσει, δυσφουμένη ὃτι δὴ μὴ καὶ τοὺ ς τιτθοὺς αὐτῇ εὐρὐύτερΟν ἤ νῦν ἐíσι τρυπῷη, ὅπως δυατὴ εἴη καὶ ἐκείνῂ ἐργάζεσθαι. Deseaba un cuarto altar en el que pudiera hacer sus libaciones al dios del amor. <<
[136] Anonym. de Antiquitat. C. P., l. III, 132, en Banduri Imperium Orient., t. 1, p. 48. Ludewijio (p. 154) dice que Teodora no hubiera inmortalizado un burdel; pero yo aplico este hecho a su segunda y más casta residencia en Constantinopla. <<
[137] Véase la antigua ley en el Código Justiniano (l. V, tít. 5, ley 7, tít. XXVII, ley 1) en los años 336 a 454. El nuevo edicto (sobre el año 521 o 522 d. C., Aleman., pp. 38-96) rechaza torpemente nada más que la cláusula de mulieres scenicæ, libertinæ, tabernariæ. Véanse las novelas 89 y 117 en un rescrito griego de Justiniano a los obispos (Aleman., p. 41). <<
[138] Juro por el Padre, […] por la virgen María y por los cuatro Evangelios, quæ in manibus teneo, y por los santos arcángeles Miguel y Gabriel, puram conscientiam germanumque servitium me servaturum, sacratissimis DD NN. Justiniano et Theodoræ conjugi ejus (Novell., VIII, tít. 3). ¿El juramento habría servido en favor de la viuda? Communes tituli et triumphi, etcétera (Aleman. pp. 47, 48). <<
[139] «Let greatness own her, and she’s mean no more […].» Sin el telescopio crítico de Warburton, nunca habría visto, en la pintura general del vicio triunfante, ninguna alusión personal a Teodora. <<
[140] Sus prisiones, un laberinto, un Tártaro (Anecdot., c. 4), estaban debajo del palacio. La oscuridad es propicia para la crueldad; pero también es favorable a la calumnia y la ficción. <<
[141] Saturnino fue azotado por suponerse que había dicho que su mujer, favorita de la emperatriz, no se había hallado ἄ τρητος (Anecdot., c. 17.) <<
[142] «Per viventem in sæcula excoriari te faciam.» Anastasio de Vitis Pont. Roman. en Virgilio, p. 40. <<
[143] Ludewijio, pp. 161-166. Le doy crédito por su tentativa caritativa, aunque su genio no lo era. <<
[144] Compárense las Anécdotas (c. 17) con el Edifices (l. I, c. 9); ¡de qué modo tan diferente puede sentarse el hecho! Juan Malala (t. II, pp. 174, 175) dice que en esta ocasión o en otra semejante, ella liberó y vistió a las muchachas que había comprado en el burdel a cinco áureos (22,5 g de oro) cada una. <<
[145] Novel. VIII, 1. Una alusión a Teodora. Sus enemigos leían el nombre Dœmonodora (Aleman., p. 66). <<
[146] San Sabas rehusó rogar por un hijo de Teodora, a menos que señalase un hereje mayor que Anastasio (Cyril. en Vit. S. Sabbæ, apud Aleman., pp. 70, 109). <<
[147] Véase Juan Malala, t. II, p. 174; Teófanes, p. l.58; Procopio de Edific., l. V, c. 3. <<
[148] «Theodora Chalcedonensis synodi inimica canceris plaga toto corpore perjura vitam prodigiose finivit» (Victor Turanensis en Chron.) En semejantes ocasiones, un entendimiento ortodoxo se endurece contra la piedad. Alemanus (pp. 12, 13) entiende el εὐσεβῶς ἐκοιμήθη de Teófanes como lenguaje civil, que no encierra ni piedad ni arrepentimiento; con todo, dos años después de su muerte se celebró santa Teodora por Pablo Silenciario (en «Proem.» v. 58-62). <<
[149] Como había perseguido a los papas y desechado un concilio, Baronio agota los nombres de Eva, Dalila, Herodias, etcétera, tras los cuales recurre a su diccionario infernal, civis inferni, alumna dæmonum, satanico agitata spiritu, æstro percita diabolico, etcétera (548 d. C., núm. 24). <<
[150] Léase el libro XXIII de la Ilíada, donde hay un vivo retrato de las costumbres, las pasiones y la forma y el carácter de la raza de los carros. La disertación de West sobre los Juegos Olímpicos (sect. XII-XVII) suministra muchos apuntes curiosos y auténticos. <<
[151] Los cuatro colores —albati, russati, prasini, veneti— representan las cuatro estaciones, según Casiodoro (Bar., III, 51), quien abunda en talento y elocuencia sobre este misterio teatral. Los tres primeros colores pueden traducirse blanco, encarnado y verde. Venetus se explica por cœruleus, palabra variada y vaga; es propiamente el celaje reflejado en el mar, pero el uso y la conveniencia han adoptado el azul como un equivalente (Robert. Stephan. sub voce. Polymetis de Spence, p. 228). <<
[152] Véase Onufrio Panvinio de Ludis Circensibus, l. I, c. 10, 11; la anotación XVII sobre la historia de los germanos por Mascou; y Aleman. ad. c. VII. <<
[153] Marcellin en Chron., p. 47. En vez de la palabra vulgar veneta, echa mano del término más escogido cœrulea y cœrealis. Baronio (501 d. C., núms. 4, 5, 6) está contento porque los azules eran ortodoxos, pero Tillemont se irrita por esta suposición y no quiere conceder ningún mártir en un teatro (Hist. des Emp., t. VI, p. 554). <<
[154] Véase Procopio (Perisic., l. I, c. 24). Al describir los vicios de las facciones y del gobierno, el público no se muestra más favorable que el secreto historiador. Aleman. (p. 26) cita un hermoso pasaje de Gregorio de Nazianzeno que prueba lo inveterado del mal. <<
[155] La parcialidad de Justiniano por los azules (Anécdot., c. 7) está confirmada por Evagrio (Hist. Ecles., l. IV, c. 32), Juan Malala (t. II, pp. 138; 139), especialmente por Antíoco, y Teófanes (p. 142). <<
[156] Una mujer (dice Procopio), que fue cogida y casi arrebatada por un azul, se arrojó en el Bósforo. Los obispos de la segunda Siria (Aleman., p. 26) deploran un suicidio semejante, el crimen o gloria de la castidad femenina, y la nombran la heroína. <<
[157] El crédito dudoso de Procopio (Anecdot., c. 47) está sostenido por el menos parcial de Evagrio, quien confirma el hecho y especifica los nombres. Juan Malala (t. II, p. 139) refiere el trágico fin del prefecto de Constantinopla. <<
[158] Véase Juan Malala (t. II, p. 447) quien, con todo, confiesa que Justiniano estaba unido a los azules. Procopio (Anécdot., c. 40) mira quizá con demasiado celo a la aparente desavenencia entre el emperador y Teodora. Véase Aleman., Prefat., p. 6. <<
[159] Este diálogo, conservado por Teófanes, manifiesta el lenguaje popular así como las costumbres de Constantinopla en el siglo VI. Su griego está mezclado con muchas palabras bárbaras y extrañas, a las cuales Ducange no siempre halla un significado o etimología. <<
[160] Véase esta iglesia y monasterio en Ducange, C. P. Christiana, l. IV, p. 182. <<
[161] La historia de la sedición de Nika está extractada de Marcelino (en Chron.); Procopio (Persic., l. I, c. 26); Juan Malala (t. II, pp. 213-218); Chron. Paschal. (pp. 336-340); Teófanes (Chronograph., pp. 154-158), y Zonaras (l. XIV, pp. 61-63). <<
[162] Marcelino dice en términos generales: «innumeris populis in circo trucidatis». Procopio enumera treinta mil víctimas, y las treinta y cinco mil de Teófanes se aumentan hasta cuarenta mil en el más reciente Zonaras. Tal es el progreso usual de la exageración. <<
[163] Hiérocles, contemporáneo de Justiniano, compuso su ∑υνέκδημος (Itineraria, p. 631) o revista de las provincias y ciudades orientales, antes del 535 d. C. (Wesseling., en Præfat. y not. ad. p. 623, etc.) <<
[164] Véase el libro del Génesis (XII, 10) y la administración de Josefo. Los anales de los griegos y hebreos concuerdan sobre las artes y la abundancia de Egipto, pero esta antigüedad supone una larga serie de adelantos; y Warburton, que se halla casi ahogado por el hebreo, llama a gritos por la cronología samaritana (Divine Legation, vol. III, p. 29, etcétera). <<
[165] Ocho millones de modios romanos, además de una contribución de ochenta mil áureos [360 kg] para los gastos de la conducción del agua, de la que el súbdito estaba exento. Véase el edicto XIII de Justiniano: los números están verificados por la concordancia de los textos griego y latino. <<
[166]Ilíada de Homero, VI, 289. Estos velos πέπλοι παμποίκιλοι, estaban hechos por las mujeres de Sidonia, y este pasaje hace más honor a las manufacturas que a la navegación de Fenicia, de donde habían sido introducidos en Troya por barcos frigios. <<
[167] Véase en Ovidio (de Arte Amandi, III, 269, etc.) una lista poética de doce colores tomados de las flores, los elementos… Pero es casi imposible diferenciar con palabras los varios matices tanto del arte como de la naturaleza. <<
[168] Con el descubrimiento de la cochinilla, etcétera, superamos los colores de la Antigüedad. Su púrpura real tenía un olor muy fuerte y un color oscuro como sangre de toro. Casiodoro, Var., 1, 2, dice: «obscuritas rubens nigredo sanguinea». El presidente Goguet (Origine des Loix et des Arts, part. II, l. II, c. 2, pp. 184-215) entretiene y satisface al lector. Dudo que este libro, particularmente en Inglaterra, sea tan conocido como merece. <<
[169] Se han producido pruebas históricas de estos celos y podrían añadirse otras muchas; pero los actos arbitrarios de despotismo se justificaban por las declaraciones moderadas y generales de la ley (Codex Theodosian., l. X, tít. 21, leg. 3; Codex Justinian., l. XI, tít. 8, leg. 5). Había una restricción necesaria para conceder el permiso vergonzoso a las bailarinas (Cod. Theodos., l. XV, tít. 7, leg. 11). <<
[170] En la historia de los insectos (mucho más maravillosa que las metamorfosis de Ovidio), el gusano de seda ocupa un lugar llamativo. El Bombyx de la isla de Ceos, como lo describe Plinio (Hist. Natur., XI, 26, 27, con las notas de dos instruidos jesuitas, Hardouin y Brotier) puede ilustrarse con especies semejantes de la China (Memoires sur les Chinois, t. II, pp. 575-579); pero nuestro gusano de seda y la morera blanca eran desconocidos para Teofrasto y Plinio. <<
[171]Georgic. II, 121. «Serica quando venerint in usum planissime non scio: suspicor tamen in Julii Cæsaris ævo, nam ante non invenio», dice Justo Lipsio (Excursus I, ad. Facit. Annal., II, 32). Véanse Dion Casio (l. XLIII, p. 358, ed. Reimar) y Pausanias (l. VI, p. 519), el primero que describió, aunque de un modo extraño, el gusano de seda. <<
[172] «Tam loginœ orbe petitur, ut in publico matrona transluceat…. ut denudet fœminas vestis» (Plin, VI, 20, XI, 21). Varron y Publio Siro habían representado en el «Toga vitrea, ventus textilis, y nebula linean» (Horat. Sermon. I, 2, 101, con notas de Florencio y Dacier). <<
[173] Sobre el tejido, los colores, los nombres y el uso de las vestimentas de seda y lino de la Antigüedad, véanse las profundas, difusas y oscuras investigaciones del gran Salmacio (en Hist. August., pp. 127, 309, 310, 339, 341, 342, 344, 388-391, 395, 513), que ignoraba el comercio más usual de Dijon o Leyden. <<
[174] Flavio Vopisco en Aurelian., c. 45, en Hist. August., p. 224. Véanse Salmasio ad. Hist. Aug., p. 392 y Plinian. Exercitat. en Solinum, pp. 694, 695. Las anécdotas de Procopio (c. 25) establecen de un modo imperfecto y parcial el precio de la seda en tiempo de Justiniano. <<
[175] Procopio de Edifi., l. III, c. 1. Estas pinnes de mer se hallan cerca de Esmirna, Sicilia, Córcega y Menorca; y al papa Benedicto XIV le regalaron un par de guantes de su seda. <<
[176] Procopio, Persic, l. I; c. 20, l. II, c. 25; Gothic., l. IV, c. 17; Meneandro en Exerpt. Legat., p. 107; Isidoro de Charax (en Stathmis Parthicis, p. 7, 8, en Hudson, Geograph. Minor, t. II) marcó los caminos del Imperio pártico o persa, Aniano Marcelino (l. XXIII, c. 6, p. 400) enumera las provincias. <<
[177] La ciega admiración de los jesuitas confunde los diferentes períodos de la historia china. M. Guigues (Hist. des Huns, t. I, part. I en las tablas, part. II, en la Jeografía; Mémoires de l’Académie des Inscriptions, t. XXXII, XXXVI, XLII, XLIII) los distingue más críticamente y descubre los progresos graduales de la verdad de los Anales y la extensión de la monarquía hasta la era cristiana. Ha investigado con curiosidad las conexiones de la China con las naciones de Occidente, pero estas conexiones son ligeras, casuales y oscuras; ni los romanos sospecharon que los seres o sinae poseían un Imperio de ningún modo inferior al suyo. <<
[178] Los caminos de China a Persia e Indostán pueden investigarse en los relatos de Hackluyt y Thevenot (los embajadores de Sharekh, Antonio Jenkinson, el padre Greuber, etcétera. Véanse también los Viajes de Hamvay, vol. I, pp. 345-357). Últimamente los soberanos ingleses de Bengala han explorado una comunicación por el Tíbet. <<
[179] Sobre la navegación china a Malaca y Aquin, quizá a Ceilán (actual Sri Lanka), véanse Renaudot (sobre los dos viajeros mahometanos, pp. 8-11, 13-17, 141-157), Dampier (vol. II, p. 136), la Hist. Philosophique des deux Indes (t. I, p. 98) e Hist. Générale des Voyages (t. VI, p. 201). <<
[180] El conocimiento o, más bien, la ignorancia de Estrabon, Plinio, Tolomeo, Arriano, Marciano, etcétera, de los países orientales del cabo Comorín está esmeradamente ilustrado por D. Anville (Antiquité Géographique de l’Inde, particularmente pp. 161-198). Nuestra geografía de la India se ha mejorado por el comercio y las conquistas; y ha sido ilustrada por los excelentes mapas y memorias del mayor Renuel. Si extiende la esfera de sus investigaciones con el mismo talento y sagacidad, alcanzará y aun aventajará al primer geógrafo moderno. <<
[181] La Taprobana de Plinio (VI, 24); Solino (c. 53); y Salmas, Pliniana Exercitat. (pp. 781, 782), y la mayor parte de los antiguos, que a menudo confunden las islas de Ceilán y Sumatra, está más claramente descrita por Cosmas Indicopleustes; y aun el topógrafo cristiano ha exagerado sus dimensiones. Su informe sobre el comercio indio y chino es raro y curioso (l. II, p. 138, l. II, pp. 337, 338, ed. Montfaucon). <<
[182] Véase Procopio, Persic. (l. II, c. 20). Cosmas nos suministra algunos conocimientos interesantes del puerto y la inscripción de Adulis (Topograph. Christ., l. II, pp. 138, 140-143) y del comercio de los axumitas a lo largo de la costa africana de Barbaria o Zinji (pp. 138, 139), y hasta Taprobana (l. XI, p. 339). <<
[183] Véanse las misiones cristianas en la India en Cosmas (l. III, pp. 178, 179, l. XI, p. 337), y consúltese Asseman, Bibliot. Orient. (t. IV, pp. 413-548). <<
[184] La invención, la manufactura y el uso general de la seda en China pueden verse en Duhalde (Description générale de la Chine, t. II, p, 165, 205-223). La provincia de Chekian es la más nombrada tanto en cantidad como en calidad.
76 Procopio (l. VIII, Gotich. IV, c. 17; Teófanes, Byzant. apud Phot. Cod., LXXXIV, p. 38; Zonaras, t. II, l. XIV, p. 69); Pagi (t. II, p. 602) asigna al año 552 d. C. esta memorable importación. Meneandro (en Excerpt. Legat., p. 107) menciona la admiración de los sogdoítas; y Teofilacto Simocatta (l. VII, c. 9) representa confusamente los dos reinos rivales en el país de la seda (China). <<
[185] Cosmas, llamado el Indicopleustes o el navegante indio, verificó su viaje por el año 522 d. C. y compuso en Alejandría entre los años 535 y 547 la Topografía cristiana (Montfaucon, Præfat., c. 1), en la que refuta la impía opinión de que la Tierra es un globo; y Focio leyó esta obra (Cod.XXXVI, pp. 9, 10), que expone las preocupaciones de un fraile, con el talento de un comerciante. Melchisedec Thevenot (Relations Curieuses, part. V) ha brindado la parte más apreciable en francés y en griego, y desde entonces la ha publicado el padre Montfaucon en su totalidad, en una hermosa edición (Nova Collectio Patrum, París, 1707, 2 vols. en folio, t. II, pp. 113-346). Pero el editor, un teólogo, podría sonrojarse por no haber descubierto la herejía nestoriana de Cosmas, que ha sido revelada por La Croze (Christianisme des Indes, t. I, pp. 40-56). <<
[186] Evagrio (l. III, c. 39, 40) es minucioso y agradecido, pero se enoja con Zósimo porque calumnia al gran Constantino. La humanidad de Anastasio era activa y astuta para recaudar todas las obligaciones y los registros de las contribuciones; los padres a veces se veían obligados a prostituir a sus hijas (Zósimo, Hist., l. II, c. 38, pp. 165, 166, Lipsiæ, 1784). Timoteo de Gaza escogió este pasaje como tema de una tragedia (Suidas, t. III, p. 475), lo que favoreció la abolición de la contribución (Cedreno, p. 35), un ejemplo afortunado (si es verdad) para el teatro. <<
[187] Véase Josua Stylites, en la Biblioteca Orientalis de Asseman (t. I, p. 268). La crónica de Edesa menciona muy por encima este derecho de capitación. <<
[188] Procopio (Anecdot. c. 19) fija esta suma del registro de los mismos tesoreros. Tiberio tenía vicies ter millies, pero su Imperio era muy diferente del de Anastasio. <<
[189] Evagrio (l. IV, c. 30), en la generación siguiente, era moderado y estaba bien informado; Zonaras (l. XIV, c. 61), en el siglo XII, había leído con cuidado y aun sin prejuicios, pero todos sus colores son tan oscuros como los de las Anécdotas. <<
[190] Procopio (Anecdot., c. 30) refiere las conjeturas de la época. La muerte de Justiniano, según el historiador secreto, expondría su riqueza o pobreza. <<
[191] Véase Coripo de Laudibus Justini Aug. l. II, 260, 384, etcétera. «Plurima sunt vivo nimium neglecta parente, Unde tot exhaustus contraxit debita fiscus.» Brazos robustos llevaron grandes cantidades de oro al hipódromo: «Debita persolvit genitoris, cauta recepit». <<
[192] Las Anécdotas (c. 11-14, 18, 20-30) suministran muchos hechos y más quejas. <<
[193] Uno para Escitópolis, capital de la segunda Palestina, y doce para el resto de la provincia. Aleman. (p. 59) copia este hecho de un manuscrito de la vida de san Sabas, de su discípulo Cirilo, en la biblioteca vaticana y publicado desde entonces por Cotelerio. <<
[194] Juan Malala (t. II, p. 232) menciona la carencia de pan, y Zonaras (l. XIV p. 63) las cañerías de plomo, que Justiniano o sus sirvientes robaron de los acueductos. <<
[195] Por un áureo [4,5 g], la sexta parte de una onza de oro [27 g], en vez de doscientos diez, no daba más que ciento ochenta folles u onzas de cobre. Una desproporción en la moneda, por debajo del precio del mercado, pronto debe de haber producido la escasez de la moneda menuda. En Inglaterra, doce peniques de cobre se venderían a no más de siete peniques (Investigaciones sobre la riqueza de las naciones, de Smith (vol. 1, p. 49). Sobre la moneda de oro de Justiniano, véase Evagrio (l. IV, c. 30). <<
[196] El juramento está concebido en los términos más formidables (Novell., VIII, tít. 3). Los perjuros imprecaban sobre sí mismos, «quicquid habent telorum armamentaria cœli»: la parte de Judas, la lepra de Gieza, el temblor de Caín, etcétera, además de los sufrimientos temporales. <<
[197] Luciano de Eudamidas de Corinto refiere un acto de amistad semejante o aun más generoso (en Toxare, c. 22, 23, t. II, p. 530), y la historia produjo una comedia de Fontenelle, ingeniosa, aunque sin energía. <<
[198] Juan Malala, t. II, pp. 101, 102, 103. <<
[199] Uno de ellos, Anatolio, pereció en un terremoto, sin duda alguna ¡un castigo! Las quejas y clamores del pueblo en Agatias (l. V, pp. 146, 147) son casi el eco de la anécdota. El aliena pecunia reddenda de Coripo (l. II, p. 384, etc.) no hace mucho honor a la memoria de Justiniano. <<
[200] Véase la historia y el carácter de Juan de Capadoria en Procopio, Persic., l. I, c. 24, 25, l. II, c. 30; Vandal., l. I, c. 13; Anecdot., c. 2, 17, 22). El acuerdo de la historia y las anécdotas son una herida mortal para la reputación del prefecto. <<
[201] Oὐ γὰρ ἂλλο οὐδὲν ἐς γραμματιστοῦ φοιτῶν ἒμαθεν, ὃτι μή γράμματα, καὶ ταῦτα κακά κακῶς γράψαι. <<
[202] La cronología de Procopio es dispersa y confusa; pero con ayuda de Pagi veo que Juan fue nombrado prefecto pretoriano de Oriente en el año 530 d. C., fue destituido en enero de 522, repuesto antes de junio de 533, desterrado en 541 y vuelto a llamar entre junio de 548 y abril de 549. Aleman. (pp. 96, 97) da la lista de sus diez sucesores, una serie rápida en una parte de un mismo reinado. <<
[203] Luciano (en Hippia, c. 2) y Galeno (l. III de Temperamentis; t. I, p. 81, ed. Basil.) colocan este incendio en el siglo II. Mil años después es afirmada positivamente Zonaras (l. IX, c. 424), apoyándose en la autoridad de Dion Casio, por Tzetzes (Chiliad, II, 119, etc.), Eustaquio (ad. Ilíada, E, p. 338) y el escolástico de Luciano. Véase Fabricio (Bibliot. Graec., l. III, c. 22, t. II, pp. 551, 552) con quien estoy, de algún modo, en deuda por varias de estas citas. <<
[204] Zonaras (l. XIV, p. 55) afirma el hecho, sin citar ningún testimonio. <<
[205] Tzetzes describe el artificio de estos cristales ardientes, que había leído, quizá sin mucha inteligencia, en un tratado de matemáticas de Antemio. Este tratado, περὶ παραδóξων μηχανημἂτων, ha sido publicado últimamente traducido e ilustrado por M. Dupuys, estudioso y matemático (Mémoires de l’Académie des Inscriptions, t. XII, pp. 392-451). <<
[206] En el sitio de Siracusa, por el silencio de Polibio, Plutarco y Livio; en el sitio de Constantinopla, por el de Marcelino y todos los contemporáneos del siglo VI. <<
[207] Sin previo conocimiento de Tzetzes o Antemio, el inmortal Buffon había ideado y compuesto una porción de cristales ardientes, con los que podía incendiar tablones a la distancia de doscientos pies [61 m] (Supplement a l’Hist. Naturelle, t. I, pp. 399-4853, 4 ed.). ¿Qué milagros no hubiera obrado su genio en beneficio del público, con el patrocinio real, y bajo la influencia del ardiente sol de Constantinopla o Siracusa? <<
[208] Juan Malala (t. II, pp. 120-124) refiere el hecho, pero parece confundir los nombres de Proclo y Marino. <<
[209] Agatias, l. V, pp. 149-152. Procopio (de Edif., l. I, c. 1) y Paulo Silenciario (part. I, 134, etc.) elogian con orgullo a Antemio como arquitecto. <<
[210] Véase Procopio (de Edificiis, l. I, c. 1, 2, l. II, c. 3). Refiere una coincidencia de sueños que hace sospechar algún fraude en Justiniano o su arquitecto. En una visión, ambos concibieron el mismo plan para contener una inundación en Dara. Se le reveló al emperador una cantera cerca de Jerusalén (l. V, c. 6), se engañó a un ángel con la custodia perpetua de Santa Sofía (Anonym. de Antig., C. P., l. IV, p. 70). <<
[211] Entre el sinnúmero de antiguos y modernos que han elogiado el edificio de Santa Sofía, distinguiré algunos. 1. Cuatro espectadores e historiadores originales: Procopio (de Edific., l. I, c. 1), Agatias (l. V, pp. 152, 153), Pablo Silenciario (en un poema de 1026 hexámetros, ad. calcem Annæ Comnen. Alexiad.) y Evagrio (l. IV, c. 51). 2. Dos leyendistas griegos de un período más moderno: Jorje Codino (de Origin. C. P., pp. 64-74) y el escritor anónimo de Banduri (Imp. Orient. t. I, l. IV, pp. 65-80). 3. El gran anticuario bizantino, Ducange (Comnent. ad. Paul Silentiar., pp. 525-598 y C. P. Christ., l. III, pp. 5-78). 4. Dos viajeros franceses: el uno, Pedro Gilio (de Topographie C. P., l. II, c. 3, 4) en el siglo XVI; el otro, Grelot (Voyage de C. P., pp. 95-164, París, 1680, en 4°), que ha dado planos, perspectivas y vistas interiores de Santa Sofía; sus planos, aunque en escala menor, parecen más correctos que los de Ducange. He adoptado y reducido las medidas de Grelot; pero como ningún cristiano puede hoy día subir a la cúpula, la altura está tomada de Evagrio, comparada con Gilio, Greaves y el geógrafo oriental. <<
[212] El templo de Salomón estaba rodeado de patios, pórticos, etcétera, pero la verdadera estructura de la casa de Dios no tenía más de (si tomamos el cúbito egipcio o hebreo de 22 pulgadas [56 cm] cincuenta y cinco pies de alto [17 m], treinta y seis y dos tercios [18 m] de ancho y ciento diez [34 m] de largo) una pequeña iglesia parroquial, dice Prideaux (Conexion, vol. 1, p. 144, folio); ¡pero pocos santuarios podrían valuarse en cuatro o cinco millones de duros! <<
[213] Pablo Silenciario, en lenguaje oscuro y poético, describe las varias piedras y mármoles empleados en el edificio de Santa Sofía (pp. 11, 129, 133, etc.): 1. El mármol cipolino, pálido, con vetas de hierro. 2. El mármol frigio, de dos clases, ambos de un fondo rosa; uno con toques blancos, el otro púrpura, con flores plateadas. 3. El pórfido de Egipto, con estrellas pequeñas. 4. El mármol verde de Laconia. 5. El de Caria, del monte Iasis, con vetas oblicuas blancas y encarnadas. 6. El de Lidia, pálido con flor encarnada. 7. El africano o mauritano, con un tono de oro o azafrán. 8. El céltico, negro con venas blancas. 9. El de Bósforo, blanco con cantos negros. Además del proconesiano, que formaba el pavimento, el tesaliano y el molosiano, etcétera, que no están tan notablemente pintados. <<
[214] Los seis libros de Edifices de Procopio están distribuidos así: el primero se limita a Constantinopla; el segundo incluye Mesopotamia y Siria; el tercero, Armenia y el Euxino; el cuarto, Europa; el quinto, Asia Menor y Palestina; el sexto, Egipto y África. Italia queda olvidada por el emperador o el historiador, que publicó esta obra de adulación antes de la fecha de su conquista final (555 d. C.). <<
[215] Justiniano dio una vez cuarenta y cinco centenarios de oro (180000 libras) para reparar los daños causados en Antioquía por un terremoto (Juan Malala, t. II, pp. 146-149). <<
[216] Sobre el Hereo, el palacio de Teodora, véase Gilio (de Bósphoro Thracio, l. III, c. XI), Aleman. (n. ad. Anec. pp. 80, 81, quien cita varias epigramas de la Antología) y Ducange (C. P. Christ., l. IV, c. 13, pp. 175, 176). <<
[217] Compárense, en el Edifices (l. I, c. 11) y en las Anécdotas (c. 8, 13), los diferentes estilos de adulación y malevolencia: despojado de la pintura o limpio de la suciedad, el hecho me parece que viene a ser el mismo. <<
[218] Procopio, l. VIII, 29; probablemente un extranjero y viandante, ya que en el Mediterráneo no se crían las ballenas. «Balænæ quoque in nostra maria penetrant» (Plin., Hist. Natur., IX, 2). Entre el círculo polar y el trópico, los animales cetáceos del océano tienen cincuenta, ochenta o cien pies [15, 24 o 30 m] de largo (Hist. des Voyages, t. XV, p. 289; Zoología británica de Pennant, vol. III, p. 35). <<
[219] Montesquieu observa (Considérations sur la Grandeur et la Décadence des Romains, t. III, c. XX, p. 503) que el Imperio de Justiniano era como la Francia en la época de las incursiones de los normandos, nunca tan débil como cuando todas las aldeas estaban fortificadas. <<
[220] Procopio afirma (l. IV, c. 6) que las ruinas del puente interrumpieron el curso del Danubio. Si Apolodoro, el arquitecto, hubiese dejado una descripción de su propia obra, las fábulas maravillosas de Dion Casio (l. XVIII, p. 1129) habrían sido rectificadas por la reseña genuina del puente de Trajano, que constaba de veinte o veintidós pilares de piedra con arcos de madera. El río es poco profundo; la corriente, mansa, y todo el trecho no mide más de cuatrocientas cuarenta y tres toesas [862 m] (Reimar ad. Dion, de Marsigli) o 515 [1,2 km] (D’Anville, Geographie Ancienne, t. I, p. 305). <<
[221] De las dos Dacias, Mediterránea y Ripense, Dardania, Prevalitana, la segunda Mesa y la segunda Macedonia. Véase Justiniano (Novell., XI), quien habla de su castillo más allá del Danubio y de «homines semper bellicis sudoribus inhærentes». <<
[222] Véanse D’Anville (Mémoires de l’Académie, etc., t. XXXI, pp. 289, 290), Rycaut (Actual Estado del Imperio Turco, pp. 97, 316) y Marsigli (Stato Militare del Imperio Ottomano, p. 130). El sanjaco de Jiustendil es uno de los veinte bajo el beglerbeg de Rumelia, y su distrito sostiene cuarenta y ocho zainis y quinientos ochenta y ocho timariots. <<
[223] Estas fortificaciones pueden compararse a los castillos en Mingrelia (Chardin, Voyages en Perse, t. I, pp. 60, 131), una pintura natural. <<
[224] El valle de Tempe está situado a lo largo del río Peneo, entre los montes de Osa y Olimpo, tiene sólo cinco millas [8 km] de largo y en algunos puntos, no más de 120 pies [37 m] de ancho. Plinio (Hist. Natur., l. IV, 15) describe elegantemente las bellezas de los campos, y Eliano (Hist. Var., l. III, c. 1), lo hace aun más minuciosamente. <<
[225]Jenofonte Hellenic., l. III, c. 2. Tras la larga y tediosa conversación con los declamadores bizantinos, ¡cuán grata es la verdad, la sencillez y la elegancia de un escrito ático! <<
[226] Véase el extenso muro en Evagrio (l. IV, c. 58). Todo este artículo está sacado del libro IV del Edifices, excepto Anquialo (l. III, c. 7). <<
[227] Vuélvase al vol. I, p. 476. En el curso de esta historia, he mencionado algunas veces, y a menudo, insinuado, las correrías de los isaurios, que no tuvieron ningún éxito. <<
[228] Trebelio Polio en Hist. August., p. 107, que vivió bajo Diocleciano o Constantino. Véase también Pancirolo ad. Notit. Imp. Orient. c. 115, 141. Véase Cod. Theod. l. IX, tít. 35, leg. 37, con una abundante anotación colectiva de Gofredo; t. III, pp. 256, 257. <<
[229] Véase toda la extensión de sus correrías en Filostorgio (Hist. Escles., l. XI, c. 8), con las instruidas disertaciones de Gofredo. <<
[230]Cod. Justinian., l. IX, tít. 12, leg. 10. Los castigos son severos: una multa de cien libras de oro, degradación y aun la muerte. La paz pública ofrecía un pretexto, pero Zenón deseaba monopolizar el valor y los servicios de los isaurios. <<
[231] La guerra isauria y el triunfo de Anastasio están concisa y oscuramente descritos por Juan Malala (t. II, pp. 106, 107), Evagrio (l. III, c. 35), Teófanes (pp. 118-120) y la crónica de Marcelino. <<
[232] «Fortes ea regio —dice Justiniano— viros habet, nec in ullo differt ab Isauria», aunque Procopio (Persic., l. I, c. 18) señala una diferencia notable entre su carácter militar; con todo, en los tiempos primitivos los licaonianos y pisidianos habían defendido su libertad contra el gran rey (Jenofonte, Anabasis, l. III, c. 2). Justiniano presenta alguna erudición falsa y ridícula del antiguo Imperio de los pisidianos y de Licaón quien, tras visitar Roma (mucho antes de Eneas), dio un nombre y un pueblo a Licaonia (Novell., 24, 25, 27, 30). <<
[233] Véase Procopio, Persic., l. I, c, 19. El altar de la concordia nacional, en el que se hacían sacrificios anuales y se renovaban los juramentos, que Diocleciano había hecho erigir en la isla Elefantina, fue demolido por Justiniano con menos política que celo. <<
[234] Procopio, Edifices, l. III, c. 7; Hist., l. VIII c. 3, 4. Estos godos sin ambición habían rehusado seguir el estandarte de Teodorico. Por los siglos XV y XVI, el nombre y la nación podían hallarse entre Caffa y el estrecho de Azof (D’Anville, Mémoires de l’Academie, t. XXX, p. 240). Merecían la curiosidad de Busbequio (pp. 321-326), pero parece que han sido suprimidas de la relación posterior de las Misiones del Levante (t. I), Tott, Peysonnel, etcétera. <<
[235] En cuanto a la geografía y la arquitectura de esta frontera armenia, véanse las Guerras Persas y Edifices (l. II, c. 4-7, l. III, c. 2-7) de Procopio. <<
[236] El país está descrito por Tournefort (Voyage au Levant, t. III, lettres XVII, XVIII). Aquel hábil botánico pronto descubrió la planta que infecta la miel; Plin., XXI, 44, 45, observa que los soldados de Lúculo bien podían asombrarse del frío, puesto que, aun en la llanura de Erzero, en junio a veces nevaba, y era difícil que la cosecha se recogiera antes de septiembre. Los montes de Armenia están por debajo de los cuarenta grados de latitud; pero en el país montañoso en que vivo, es bien sabido que algunas horas de ascensión conducen al viajero del clima de Languedoc al de Norway; y se ha establecido como una teoría general que, bajo la línea, una elevación de dos mil cuatrocientas toesas [4670 m] es equivalente al frío del círculo polar (Remond, Observations sur les Voyages de Coxe dans la Suisse, t. II, p. 104). <<
[237] La identidad o proximidad de los calibianos o caldeos puede verse en Estrabon (l. XII, pp. 825, 826), Celario (Geografía antigua, t. II, pp. 202-204) y Freret (Mém. de l’Académie, t. IV, p. 594. Jenofonte supone, en su romance (Cyropæd., l. III), los mismos bárbaros contra quienes había peleado en su retirada (Anabasis, 1, IV). <<
[238] Procopio, Persic., l. I, c. 15; de Edific. l. III, c. 6. <<
[239] «Ni Taurus obstet in nostra maria venturus» (Pomponio Mela, III, 8). Plinio, poeta así como naturalista (v. 20), personifica el río y la montaña, y describe su combate. Véase el curso del Tigris y el Éufrates en el excelente tratado de D’Anville. <<
[240] Procopio (Persic., l. II, c. 12) refiere la historia con el tono medio escéptico y medio supersticioso de Herodoto. La promesa no estaba en la primitiva mentira de Eusebio, sino que data al menos desde el año 400 d. C., y una tercera mentira, la Verónica, se levantó luego sobre las dos primeras (Evagrio, l. IV, c. 27). Como Edesa fue tomada, Tillemont debe negar la promesa (Mém. Ecclés., t. I, pp. 362, 383, 617). <<
[241] Se compraban a los mercaderes de Adulis que comerciaban con la India (Cosmas, Topograph. Crist., l. XI, p. 339), con todo, de las piedras preciosas, la esmeralda escitia era la más valorada; la bactriana, la segunda, y la etíope apenas la tercera (Teofrasto de Hill, p. 61, 92, etc.). La producción, minas, etcétera, de esmeraldas están envueltas en la oscuridad; y es dudoso que poseamos alguna de las doce clases conocidas de los antiguos (Goguet, Origine des Loix, etc., part. II, l. II, c. 2, art. 3). En esta guerra, los hunos ganaron, o al menos Perozes perdió, la perla más fina del mundo, sobre la cual Procopio refiere un cuento ridículo. <<
[242] Los indoescitas reinaron desde el tiempo de Augusto (Dionisio Perieget., 1088, con el Comentario de Eustacio, en Rudson, Geograph. Minor, t. IV) hasta el de Justino el Mayor (Cosmas, Topograph. Christ., l. XI, pp. 338, 339). Sobre su origen y conquistas, véase D’Anville (Sur l’Inde, pp. 18, 45, 69, 85, 89, etc.). En el siglo II eran dueños de Laria o Guzerat. <<
[243] Véase la suerte de Firuz o Perozes y sus consecuencias en Procopio (Persic., l. I, c. 3-6), que puede compararse con los fragmentos de la historia oriental (D’Herbelot, Bibliot. Orient., p. 351; y Texeira, Historia de Persia, traducida y abreviada por Stephens, l. I, c. 32, pp. 132-138). La cronología está hábilmente rectificada por Asseman (Bibliot. Orient., t. III, pp. 396-427). <<
[244] La guerra persa bajo los reinados de Anastasio y Justino puede verse en Procopio (Persic. l. I, c. 7, 8, 9,), Teófanes (en Chronograph. pp. 124-127), Evagrio (l. III, c. 37), Marcelino (en Chron., p. 47.) y Josué Stylites (apud Asseam, t. I, pp. 272-281). <<
[245] Procopio (Persic., l. I, c. 10, l. II, c. 13; de Edific., l. II, c. 1, 2, 3, l. III, c. 5); hace una descripción amplia y correcta de Dara. Véase la situación en D’Anville (L’Euphrate et le Tigre, p, 53, 54, 55), aunque parece duplicar el intervalo entre Dara y Nisibis. <<
[246] Sobre la ciudad y paso de Derbend, véase D’Herbelot (Bibliot. Orient., pp. 157, 291, 807), Petit de la Croix (Hist. de Genjiscan, l. IV, c. 9), Historia genealógica de los tártaros (t. I, p. 120), Oleario (Voyage en Perse, pp. 1039-1041) y Corticille le Bruyn (Voyages, t. I, pp. 146, 147). La descripción del último puede compararse con el plan de Oleario, que supone que el muro estaba hecho de conchas y arena endurecida por el tiempo. <<
[247] Procopio, aunque con alguna confusión, los denomina siempre caspios (Persic., l. I, c. 10). El paso se llama ahora Tartar-topa, la Puerta Tártara (D’Anville, Géographie Ancienne, t. II, pp. 119, 120). <<
[248] La fortificación imaginaria de Gog y Magog, que un califa del siglo IX creyó verdadera y mandó investigar, parece derivar de las puertas del monte Cáucaso y de un relato vago de la muralla de la China (Geograph. Nubiensis, pp. 267-270; Mémoires de l’Académie, t. XXXI, pp. 210-219). <<
[249] Véase una disertación erudita de Baier, de muro Caucaseo, en Comment. Acad. Petropol., año 1726, t. I, pp. 425-465; pero carece de mapa o plan. Cuando el zar Pedro I se apoderó de Derbend, en el año 1722, se halló que el muro tenía 3285 orgyiœ rusas o brazas, cada una de siete pies [2,13 m]; en total, más de cuatro millas [6,4 km] de largo. <<
[250] Véanse las fortificaciones y tratados de Cosroes y Nushirwan, en Procopio (Persic., l. I, c. 16, 22, l. II) y D’Herbelot (p. 682). <<
[251] La vida de Isócrates se extiende desde Olymp., LXXXVI, 1, hasta CX, 3 (436-438 a. C.). Véase Dionisio Halicarn., t. II, pp. 149, 150, ed. Hudson, Plutarch (sive anonymus), en Vit. X, «Oratorum», pp. 1538-1543, ed. H. Heph. Phot., cod. CCLIX, p. 1453. <<
[252] Las escuelas de Atenas están copiosa aunque concisamente representadas en el Fortuna Attica de Meursious (c. VIII, pp. 59-73, en t. I, opp.). Sobre el Estado y las artes de la ciudad, véanse el libro I de Pausanias y un pequeño tratado de Dicearco en el vol. II de los Geógrafos de Hudson), que escribió sobre Olymp. CXVII (Disertaciones de Dodivell secc. 4). <<
[253] Diogen. Laert. de Vit. Philosoph., l. V, seg. 37, p. 289. <<
[254] Véase el Testamento de Epicuro en Diogen. Laert., l. X, seg. 16-20, pp. 611, 612. Una sola epístola (ad. Familiares, XIII, 1) manifiesta la injusticia del Areópago, la fidelidad de los epicúreos, la sagaz política de Cicerón y la mezcla de aprecio y desprecio con que los senadores romanos consideraban la filosofía y a los filósofos de Grecia. <<
[255] Damascio, en Vit. Isidor. apud Phostium, cod. CCXLII, p. 1034. <<
[256] Véase Luciano (en Eunuch, t. II, pp. 350-359, ed. Reitz), Filostrato (en Vit. Sophist., l. II, c. 2) y Dion Casio o Xifilino (l. LXXI, p. 1195) con sus editores Du Soul, Oleario, Reimar y, sobre todo, Salmasio (ad. Hist. August., p. 72). Un juicioso filósofo (Riqueza de las naciones de Smith, vol. II, pp. 340-374) prefiere el donativo voluntario de los estudiantes al estipendio fijo del profesor. <<
[257] Brucher, Hist. Crit. Philosoph., t. II, p. 310, etcétera. <<
[258] El nacimiento de Epicuro está fijado en el año 342 a. C. (Bayle) Olympiad, CIX, 3; y abrió su escuela en Atenas, Olymp., CXVIII, 3, 306 años antes de la misma era. Esta ley intolerante (Athenæus, l. XIII, p. 610, Diogen. Laert., l. V, seg. 38, p. 290. Julio Pollux, IX, 5) fue decretada en el mismo año o en el siguiente (Sigonio Opp., t. V, p. 62; Menagio ad. Diogen. Laert., p. 204; Corsini, Fasti Attici, t. IV, pp. 67, 68). Teofrasto, jefe de los peripatéticos y discípulo de Aristóteles, fue incluido en el mismo destierro. <<
[259] Ésta no es una era imaginaria: los paganos cuentan sus calamidades desde el reinado de su héroe. Proclo, cuyo nacimiento está señalado en su horóscopo (8 de febrero de 412 d. C. en C. P.), murió ciento veinticuatro años ἀπò Ίουλιανοῦ βασιλέως, 485 d. C. (Marino en Vita Procli, c. 36). <<
[260] La vida de Proclo, por Marino, la publicó Fabricio (Hamburgo, 1700, et ad calcem Bibliot. Latin. Lond., 1705). Véanse Suidas (t. III, pp. 185, 186), Fabricio (Bibliot. Grœc., l. V, c. 26. pp. 449-552) y Brucher (Hist. Crit. Philosoph., t. II, pp. 319-526). <<
[261] La vida de Isidoro fue compuesta por Damacio (apud Photium, Cod. CCXLII, pp. 1028-1076). Véase la última época de los filósofos paganos en Brucher (t. II, pp. 541-551). <<
[262] Juan Malala (t. II, pp. 187, sub Decio Cos. Sol) menciona la supresión de las escuelas de Atenas y una crónica anónima en la biblioteca vaticana (apud Aleman., p. 106). <<
[263] Agatias (l. II, pp. 69, 70, 71) refiere esta historia curiosa: Cosroes ascendió al trono en el año 531 d. C. e hizo el primer tratado de paz con los romanos a principios de 553, fecha más compatible con su reciente fama y la edad avanzada de Isidoro (Asseman, Bibliot. Orient., t. III, p. 404; Pagi, t. II, pp. 545, 550). <<
[264] Casiodoro, Variarum Epist., l. VI; Jornandes, c. 57, p. 696, ed. Grot. «Quod summum bonum primumque in mundo decus edicitur.» <<
[265] Véanse las regulaciones de Justiniano (Novell., CV) fechadas en Constantinopla el 5 de julio y dirigidas a Estrategio, tesorero del Imperio. <<
[266] Procopio, en Anecdot. p. 26; Aleman., p. 106. Dieciocho años después del consulado de Basilio, según Marcelino, Víctor, Mario, etcétera, se compuso la historia secreta, y en tiempo de Procopio, se abolió finalmente el consulado. <<
[267] Por León, el filósofo (Novell., XCIV, 886-911 d. C.). Véanse Pagi (Dissertat. Hypatica, pp. 325-362) y Ducange (Gloss. Grœc., pp. 1635, 1636). Hasta el título fue vilipediado: «consulatus codicilli […] vilescunt», dice el mismo emperador. <<
[268] Según Julio Africano, etcétera, el mundo fue creado el primero de septiembre, cinco mil quinientos ocho años, tres meses y veinticinco días antes del nacimiento de Cristo (véase Pezron, Antiquité des Temps défendue, pp. 20-28), y de esta era se sirvieron los griegos, los cristianos orientales y aun los rusos hasta el reinado de Pedro I. Este período, aunque arbitrario, es claro y conveniente. De los siete mil doscientos noventa y seis años que se suponen trascurridos desde la creación, hallamos tres mil de ignorancia y oscuridad; dos mil fabulosos o dudosos; mil de historia antigua, que empieza en el Imperio Persa y las repúblicas de Roma y Atenas; mil desde la caída del Imperio Romano en Occidente hasta el descubrimiento de América; y los doscientos noventa y seis restantes casi completan tres siglos del Estado moderno de Europa y del género humano. Siento que no se use esta cronología, preferible a nuestro método de contar los años antes y después de la era cristiana. <<
[269] La era del mundo ha prevalecido en Oriente desde el VI Concilio general (681 d. C.). La era cristiana se creó primero en Occidente, en el siglo VI, se propagó en el VIII por medio de la autoridad y los escritos del venerable Beda, pero hasta el X no se hizo legal y popular. Véase L’Art de vérifier les Dates, Dissert., Preliminaire, pp. III, XII;Dictionnaire Diplomatique, t. I; pp. 329-337; las obras de una laboriosa sociedad de monjes benedictinos. <<
[270] Procopio refiere la serie completa de la guerra vándala en una narración arreglada y elegante (l. I, c. 9-25, l. II, c. 1-15); afortunado sería si pudiese seguir siempre las huellas de semejante guía. La investigación del texto griego me da derecho para decir que no se puede fiar mucho en las versiones francesa y latina de Grocio y Cousin; con todo, el presidente Cousin ha sido a menudo alabado, y Hugo Grocio es el primer estudiante de una época esclarecida. <<
[271] Véase Ruinart, Hist. Persecut. Vandal. c. XII, p. 589. El mejor testimonio está sacado de la Vida de San Fulgencio, compuesta por uno de sus discípulos, copiada en los anales de Baronio, e impresa en varias colecciones (Catalog. Bibliot. Bunavianæ, t. I, vol. II, p. 1258). <<
[272] ¿Por qué cualidad del cuerpo o del entendimiento? ¿Por su actividad, hermosura, o valor? ¿En qué idioma habían leído los vándalos a Homero? ¿Hablaba alemán? Había cuatro traducciones en latín (Fabric. t. I, l. II, c. 3, p. 297): con todo, a pesar de las alabanzas de Séneca (Consol. c. 26), parece que fueron más afortunados en imitar que en traducir los poetas griegos. Pero el nombre de Aquiles podía ser célebre y popular hasta entre los bárbaros iletrados. <<
[273]Un año, absurda exageración. La conquista de África puede fecharse el 14 de septiembre del año 533 d. C. Justiniano la celebra en el prefacio de sus Institutes, que se publicaron el 21 de noviembre del mismo año. Contando el viaje de ida y vuelta, semejante cómputo puede muy bien aplicarse a nuestro Imperio indio. <<
[274] Ὤρμητο δὲ ὁ Bελισάριος ἐκ Γερμανίας,ἢ Θραкὢῃτε кαί Ίλλυριὢν μεταξύ кεîται (Procop. Vándal. l. I, c. 11). Aleman. (Not. ad Anecdot. p. 5), un italiano, podía muy bien desechar la vanidad germana de Gifanio y Velsero, que desean reclamar al héroe; pero en las listas civiles o eclesiásticas de las provincias y ciudades, no he podido hallar su Germania, metrópoli de Tracia. <<
[275] Las dos primeras campañas persas de Belisario están bella y extensamente referidas por su secretario (Persic. l. I, c. 12-18). <<
[276] Véase el nacimiento y carácter de Antonina en las Anécdotas, c. l, y las notas de Aleman., p. 3. <<
[277] Véase el Prefacio de Procopio. Los enemigos de la arquería pueden citar las reconvenciones de Diodeme (Iliad. L, 385, etc.) y el permittere vulnera ventis de Lucano (VIII, 384); con todo, los romanos no podían despreciar las flechas de los partos; y en el sitio de Troya, Pandaro, Paris y Teuses, traspasaron a aquellos orgullosos guerreros que los insultaban como mujeres o niños. <<
[278] Nευρὴν μὲν μαζῷ πέλασεν,τὁξῳ δέ σίδηρον (Iliad. ∆, 123). ¡Qué concisa, qué exacta, qué hermosa es toda la descripción! Veo las actitudes del arquero, oigo resonar el arco.
Λίγξε βιòς, νευρή δὲ μέγ’ ἲαχεν, ἆλτο δ’όϊστóς. <<
[279] El texto parece conceder a los buques mayores, cincuenta mil medimnos, tres mil toneladas (puesto que el medimno pesaba ciento sesenta libras romanas, o ciento veinte de dieciséis onzas [551,04 kg]). Le he dado una interpretación más racional, suponiendo que el estilo ático de Procopio oculta el modio legal y popular, la sexta parte del medimno (Hooper, Ancient Measures, pp. 1512 y ss.) Una extraña y contradictoria equivocación se ha entrometido en una oración de Dinareo (contra Demosthenem, en Reiske Orator. Græc. t. IV, p. 11, p. 34). Reduciendo el número de buques de quinientos a cincuenta, y traduciendo μεδὶμνοι por mines o libras, Cousin concede generosamente quinientas toneladas para toda la flota imperial. ¿Pensó alguna vez? <<
[280] He leído que un legislador griego imponía doble pena a los crímenes cometidos en un momento de acaloramiento; pero parece que ésta era más bien una ley política que moral. <<
[281] Y aun en tres días, puesto que la primera noche andaban en la isla vecina de Tenedos, el segundo día se dirigían a Lesbos, el tercero al promontorio de Eubea, y el cuarto llegaban a Argos (Homero, Odyss. L 130-183. Wood, Essay on Homer, pp. 56-40). Un pirata hizo la travesía del Helesponto a un puerto de Esparta en tres días (Zenophon, Hellen. l. II, c. 1). <<
[282] Caucana, cerca de Camarina, está al menos a cincuenta millas (350 o 400 estadios) [80,46 km] de Siracusa (Cluver. Sicilia Antiqua, p. 191). <<
[283] Procopio, Gothic. l. I, c. 3. Tibi tollit hinntum apta quadrigis equa, en los pastos sicilianos de Grosfo (Horat. Carm. II, 16). «Acragas magnamimum quondam generator equorum» (Virgil. Eneid. III, 704). <<
[284] El Caput Vada de Procopio (donde después Justiniano fundó una ciudad, Edifici, l. VI, c. 6) es el promontorio de Amón de Estrabón, el Barchodes de Ptolomeo, el Capaudia de los modernos, una lengua estrecha de tierra que se adelanta en el mar (Shaw, Travels, p. 111). <<
[285] Un centurión de Marco Antonio manifestó, aunque de un modo más comedido, la misma aversión a la mar y a los combates navales (Plutarco, en Antonio, p. 1750, ed. Hen. Steph). <<
[286]Sallecte es quizás el Turris Annibalis, un antiguo edificio, hoy día tan extenso como la Torre de Londres. La marcha de Belisario a Leptis, Adrumeto, etc., está ilustrada por la campaña de César (Hircio, de Bello Africano, con el Análisis de Guichardt) y los Viajes de Shaw (pp. 105-113) en el mismo país. <<
[287] Παράδεισος κάλλιστος ἁπάντων ὦν ἡμεὶς ῎ισμεν. Los paraísos, nombre y moda tomada de Persia, pueden representarse por el jardín real de Ispahán (Voyage d’Olearius, p. 774). Véase, en los romances griegos, su modelo más perfecto (Longo, Pastoral, IV, pp. 99-101. Aquiles Tacio, l. I, pp. 22, 23). <<
[288] El mar, la tierra y los ríos de las cercanías de Cartago han variado casi tanto como las obras del hombre. El istmo de la ciudad está hoy día confundido con el continente; el puerto es una llanura enjuta; y el lago o stagnum, un pantano, en cuyo centro no hay más que seis o siete pies de agua. Véase D’Anville (Géographie Ancienne, t. III, p. 82), Shaw (Travels, pp. 77-84), Mármol (Description de l’Afrique, t. II, p. 465), y Tuano (LVIII, 12, t. III, p. 334). <<
[289] De Delfi, se dio el nombre de Délfico, tanto en griego como en latín, a una trípode; y por analogía esta denominación se extendió en Roma, Constantinopla y Cartago, a los salones destinados a celebrar los banquetes reales (Procopio, Vandal. l. I, c. 21. Ducange, Gloss. Grœc. p. 277- Δέλφικον, y Alexiad. p. 412). <<
[290] Estas oraciones expresan siempre el sentido de las épocas y a veces el de los actores. He tomado este sentido y puesto a un lado la declamación. <<
[291] Los obispos africanos llevaron consigo a su destierro sardo las reliquias de san Agustín (500 d. C.); y se supone, que Liutprando, rey de los lombardos, las trasportó en el siglo VIII (721 d. C.) de Cerdeña a Pavía. En el año 1695, los frailes agustinos de aquella ciudad encontraron un arco de ladrillo, un sepulcro de mármol, una caja de plata, una cubierta de seda, huesos, sangre, etc., y quizá una inscripción de Agustín, en letras góticas. Pero este útil descubrimiento ha sido disputado por la razón y la envidia (Baronio, Annal. 725 d. C., núms. 2-9. Tillemont, Mém. Ecclés., t. XIII, p. 944. Montfaucon, Diarium Ital. pp. 26-30. Muratori, Antiq. Ital, Medii Ævi, t. V, dissert. LVIII, p. 9; quien había compuesto un tratado por separado antes del decreto del obispo de Pavía y el papa Benedicto XIII). <<
[292] Tὰ τῆς πολιτείας προοίμια, es la expresión de Procopio (de Edific. l. VI, c. 7). Ceuta, que ha sido arruinada por los portugueses, florecía en nobles, palacios, agricultura y manufacturas, bajo el próspero reino de los árabes (Mármol, L’Afrique, t. II, p. 236). <<
[293] Véase el segundo y tercer preámbulo del Digesto o Pandectas, promulgado el 16 de diciembre del año 533 d. C. Justiniano, o más bien Belisario, había adquirido un justo derecho a los títulos de Vandalicus y Africanus: Gothicus era prematuro y Franciscus, falso y ofensivo a una gran nación. <<
[294] Véanse las actas originales en Baronio (535 d. C., núms. 21-54). El emperador alaba su propia clemencia con los herejes, cum sufficiat eis vivere. <<
[295] Dupin (Geograph. Sacra Áfricana, p. LIX, ad Optat. Mileo.) habla de este decaimiento episcopal y lo siente. En la época más próspera de la Iglesia, había contado seiscientos noventa obispados; pero por arregladas que estuviesen las diócesis, no es probable que existiesen todos a un mismo tiempo. <<
[296] Las leyes africanas de Justiniano están ilustradas por su biógrafo germano (Cod. l. I, tít, 27. Novell. 36, 37, 131. Vit. Justinian. pp. 349-377). <<
[297] D’Anville (t. III, p. 92 y Tabul. Imp. Rom. Occiden.) coloca el monte Pasma cerca de Hipo Regio y el mar; con todo esta posición no concuerda con la larga persecución más allá de Hipo y las palabras de Procopio (l. II, c. 4), ἐν τοῖς Nουμιδίας ἐσχάτοις. <<
[298] Shaw (Travels, p. 220) refiere esmeradamente las costumbres de los beduinos y hábiles, los últimos de los cuales por su idioma, son el residuo de los moros: con todo cuan mudados —¡cuán civilizados son estos salvajes modernos!— abundan entre ellos las provisiones, y el pan es muy común. <<
[299] Procopio le llama una lira; quizás arpa hubiera sido más nacional. Venancio Fortunato distingue así los instrumentos: Romanusque lyra tibi plaudat, Barbarus harpa. <<
[300] Herodoto describe elegantemente los extraños efectos del dolor en otro cautivo real, Psamético de Egipto, que lloraba por el menor contratiempo, y guardaba un profundo silencio en las grandes calamidades (l. III, c. 14). En la entrevista de Paulo Emilio y Perses, Belisario habría estudiado su papel, pues es probable que nunca hubiera leído a Livio ni a Plutarco, y es indudable que su generosidad no necesitaba de guía. <<
[301] Después que el título de imperator había perdido su antiguo sentido militar, y que los aruspices romanos habían sido abolidos por la cristiandad (véase la Bleterie, Mém. de l’Académie, t. XXI, pp. 302-332) podía concederse un triunfo con más seguridad a un general particular. <<
[302] Si el Eclesiastés es verdaderamente obra de Salomón y no, según el poema de Prior, una composición piadosa y moral de una época más reciente, en su nombre y sobre el asunto de su arrepentimiento. El instruido y despreocupado Grocio (Opp. Theolog. t. I, p. 258) es de esta última opinión, y en verdad que el Eclesiastés y los Proverbios patentizan una experiencia e inteligencia más extensa de la que corresponde a un judío o un rey. <<
[303] En el Belisario de Marmontel, el rey y el conquistador de África se encuentran, cenan y conversan juntos sin reconocerse uno a otro. Ésta es seguramente una gran nulidad en aquella novela, pues no sólo el héroe, sino todos los demás de quienes era bien conocido, parecen haber perdido la vista y la memoria. <<
[304] Shaw, p. 59. Con todo, desde entonces Procopio (l. II, c. 13) habla de unos habitantes del Monte Atlas, distinguidos por su color blanco y cabellos rubios, este fenómeno (que se observa también en los Andes del Perú, Buffon, t. III, p. 504) puede atribuirse naturalmente a la elevación del terreno y a la temperatura. <<
[305] El geógrafo de Rávena (l. III, c. XI, pp. 129, 130, 131. París 1688) describe la Mauritania Gaditana (frente a Cádiz) «ubi gens Vandalorum, a Belisaria devicta in Africa, fugit, et nunquam comparuit.» <<
[306] Una sola voz protestó, y Genserico despidió a los vándalos de Germania, sin una contestación formal; pero los de África se burlaron de su prudencia, y afectaron despreciar la pobreza de sus bosques (Procopio, Vandal. l. I, c. 22). <<
[307] Tolio describe, de boca de gran elector (en 1687), la soberanía secreta y el espíritu rebelde de los vándalos de Brandenburgo, que podían pasar revista a cinco o seis mil soldados, que se habían agenciado cañones, etc. (Itinerar. Hungar. p. 12 apud Dubos, Hist. de la Monarchie Francoise, t. I, pp. 182, 183). La veracidad, no del elector, sino de Tolio, puede con fundamento ser sospechosa. <<
[308] Procopio (l. I, c. 22) estaba en una total oscuridad —οὒτε μνήμη τις οὒτε ὂνομα ἐς ἐμὲ σωζέται. Bajo el reinado de Dagoberto (630 d. C.), las tribus eslavonas de los sorbas y venedos se establecieron en las fronteras de la Turingia (Mascou, Hist. of the Germans, XV, 5, 4, 5). <<
[309] Salustio representa a los moros como los restos del ejército de Hércules (de Bell. Jugurth. c. 21) y Procopio (Vandal. l. II, c. 10) como la posteridad de los cananeos que escaparon del ladrón Josué (ληστής). Cita dos columnas con una inscripción fenicia. Doy crédito a las columnas, dudo de la inscripción, y desecho la genealogía. <<
[310] Virgilio (Georgic. III, 359) y Pomponio Mela (I, 8) describen la vida vagabunda de los pastores africanos, por el estilo de la de los árabes y tártaros; y Shaw (p. 222) es el mejor comentador del poeta y del geógrafo. <<
[311] Las dádivas de costumbre eran un cetro, una corona o gorro, una capa blanca, una túnica elegante y zapatos, todo adornado con oro y plata; pero también aceptaban estos preciosos metales acuñados (Procop. Vandal. l. I, c. 25). <<
[312] Véanse el gobierno africano y la vida militar de Salomón en Procopio (Vandal. l. II, c. 10, 11, 12, 13, 19, 20). Fue llamado y repuesto otra vez; y su última victoria es del año XIII de Justiniano (539 d. C.). Un descuido en su infancia le había hecho eunuco (l. I, c. 11); los otros generales romanos estaban provistos de pobladas barbas, πώγωνος ἐμπιπλάμενοι (l. II, c. 8). <<
[313] Los antiguos afirman esta antipatía natural del caballo al camello (Jenofonte, Cyropæd. l. VI, pp. 438, 492, ed. Hutchinson; Polyæn. Stratagem. VII, 6, Plinio, Hist. Nat. VIII, 26. Ælian de Natur. Animal. l. III, c. 7); pero la experiencia diaria lo desaprueba, los orientales como los mejores jueces se burlan de ello (Voyage d’Oleario, p. 553). <<
[314] Procopio es el primero que describe el monte Auras (Vandal. 11, c. 13. De Ædific. l. VI, c. 7). Puede comparársele con León Africano (dell’Africa, parte V, en Ramusio, t. I, fol. 77 recto), Mármol (t. II, p. 430) y Shaw (p. 56-59). <<
[315] Isidor. Chron. p. 722, ed. Grot. Mariana, Hist. Hispan. l. V, c. 8, p. 173. Con todo, según Isidoro, el sitio de Ceuta, y la muerte de Teudes, acaeció en el A. Æ. H. 586-548 d. C.; y la ciudad fue defendida no por los vándalos, sino por los romanos. <<
[316] Procopio, Vandal. l. I, c. 24. <<
[317] Véase la crónica original de Isidoro y los libros V y VI de la Historia de España por Mariana. Los romanos fueron totalmente expulsados por Suintila, rey de los visigodos (621-626 d. C.), tras su unión a la Iglesia católica. <<
[318] Véanse el casamiento y la suerte de Amalafrida en Procopio (Vandal. l. I, c. 8, 9), y en Casiodoro (Var. IX, 1) la queja de su real hermano. Compárese también la Crónica de Víctor Turunensis. <<
[319] Lilibeo fue construida por los cartagineses, Olimp. XCV, 4; y en la Primera Guerra Púnica su fuerte posición y su excelente puerto hicieron que esta plaza fuese un punto interesante para ambas naciones. <<
[320] Compárense los diferentes pasajes de Procopio (Vandal. l. II, c. 5, Gothic. l. I, c. 5). <<
[321] Sobre el reinado y el carácter de Amalasunta, véase Procopio (Gothic. l. I, c. 2, 3, 4 y Anecdot. c. 16 con las notas de Alemano), Casiodoro (Var. VIII, IX, X y XI, 1) y Jornandes (de Rebus Geticis, c. 59 y De Successione Regnorum, en Muratori, t. I, p. 241). <<
[322] El casamiento de Teodorico con Audefleda, hermana de Clodoveo, puede ubicarse en el año 495 d. C., tras la conquista de Italia (De Buat, Hist. des Peuples, t. XI, p. 213). Los desposorios de Eutarico y Amalasunta se celebraron en 515 d. C. (Casiodor. en Chron. p. 453). <<
[323] A la muerte de Teodorico, su nieto Atalarico, según Procopio, era un muchacho de unos ocho años —ὀκτὼ γεγονὼς ἒτη. Casiodoro con fundamento añade dos años más a esta edad, infantulum adhuc VIX decennem. <<
[324] El lago, en las cercanías de las ciudades de Etruria, se llamaba o bien Vulsiniensis (hoy día Bolsena) o Tarquiniensis. Está rodeado de peñas blanquecinas y cuajado de peces y aves silvestres. Plinio el Menor (Ep. II, 96) pondera dos islas de madera que fluctúan en sus aguas: si es falso ¡cuán crédulos eran los antiguos!, y si cierto ¡cuán descuidados los modernos! Con todo, después de Plinio puede haberse plantado la isla gradualmente. <<
[325] Procopio desacredita su propio testimonio (Anecdot. c. 46) confesando que en su historia pública no había dicho la verdad. Véanse las epístolas de la reina Gundelina a la emperatriz Teodora (Var.X, 20, 21, 25 y obsérvese una palabra sospechosa: de illa persona, etc.) con el excelente comentario de Buat (t. X, pp. 177-185). <<
[326] Sobre la conquista de Sicilia, compárese la narración de Procopio con las quejas de Totila (Gothic. l. I, c. 5, l. III, c. 16). La reina gótica había últimamente aliviado a esta isla ingrata (Var. IX, 10, 11). <<
[327] La antigua extensión y magnificencia de los cinco cuarteles de Siracusa están descritas por Cicerón (en Verrem., actio II, l. IV, c. 52, 53), Estrabón (l. VI, p. 415), y D’Orville, Sicula (t. II, p. 174-202). La nueva ciudad, restablecida por Augusto, se hundió del lado de la isla. <<
[328] Procopio (Vandal., l. II, c. 14, 15) refiere tan claramente el regreso de Belisario a Sicilia (p. 146, ed. Hœschelii) que extraño la mala inteligencia y las reconvenciones de un crítico instruido (Œuvres de la Mothe le Vayer, t. VIII, p. 162, 163). <<
[329] La antigua Alba se arruinó en la primera época de Roma. En el mismo sitio, o al menos en sus cercanías, se levantaron sucesivamente: 1. La ciudad de Pompeya. 2. Un campamento de las cohortes pretorianas. 3. La moderna ciudad episcopal de Albanum o Albano (Procop. Goth., l. II, c. 4. Cluver. Ital. Antiq., t. II, p. 914). <<
[330] Un oráculo sibilino estaba siempre dispuesto a pronunciar «Africa capta mundus cum nato peribit»; sentencia de portentosa ambigüedad (Gothic., l. I, c. 7), que se publicó en caracteres desconocidos por Opsopeo, editor de los oráculos. El padre Maltret prometió un comentario, pero todas sus promesas fueron vanas. <<
[331] Procopio en su cronología, igual en parte a la de Tucídides, renueva cada primavera los años de Justiniano y de la guerra gótica; y su primera era coincide con el 1 de abril de 535, y no 536, según los Anales de Baronio (Pagi, Critica, t. II, p. 555, a quien imita Muratori y los editores de Sigonio). Con todo, en algunos parajes no sabemos cómo conciliar las fechas de Procopio con él mismo, y con la Crónica de Marcelino. <<
[332] Procopio (l. I, c. 5-29; l. II, c. 1 30; l. III, c. 1) refiere las series de la primera guerra gótica hasta la cautividad de Vitiges. Con ayuda de Sigonio (Opp. t. I, de Imp. Occident. l. XVII, XVIII) y Muratori (Annali d’Italia, t. V), he recogido algunos hechos adicionales. <<
[333] Jornandes, de Rebus Geticis, c. 60, p. 702, ed. Grot. y t. I, p. 221. Muratori, de Success. Regn., p. 241. <<
[334] «Nero», dice Tácito (Annal. XV, 35), «Neapolim quasi Grœcam urhem delegit». Ciento cincuenta años después, en tiempo de Septimio Severo, Filostrato ensalza el helenismo de los napolitanos: γένος῞Ελληνες καὶ ἀστυκοὶ, ὃθεν καὶ τὰς σπουδὰς τῶν λόγων ’Eλληνικοὶ ε’ισι (Icon. l. I, p. 765, ed. Olear). <<
[335] Los poetas romanos Virgilio, Horacio, Sitio ltalico y Estacio celebran el ocio de Nápoles (Cluver. Ital. Antiq. l. IV, pp. 1149, 1150). Estacio en una elegante epístola (Sylv. t. III, 5, p. 94-98, ed. Marklaud) emprende la difícil tarea de separar a su mujer de los placeres de Roma, y conducirla a aquel pacífico retiro. <<
[336] Esta providencia la tomó Roger I tras la conquista de Nápoles (1139 d. C.), que creó capital de su nuevo reino (Giannone, Istoria Civile, t. II, p. 169). Aquella ciudad, la tercera en la Europa cristiana, tiene hoy en día al menos doce millas de circunferencia [19,31 km] (Jul. Cæsar, Capaccii Hist. Neapol. l. I, p. 47), y contiene más habitantes (350000) en un espacio dado que en ningún otro punto del mundo conocido. <<
[337] No pasos geómetricos, sino comunes de veintidós pulgadas francesas [55 cm] (D’Anville, Mesures Itinéraires, p. 7, 8): los dos mil trescientos sesenta y tres no hacen la milla inglesa [1,29 km]. <<
[338] El papa Silverio reprobó a Belisario la matanza. Repobló Nápoles, y trajo colonias de cautivos africanos a Sicilia, Calabria y Apulia (Hist. Miscell., l. XVI, en Muratori, t. I, pp. 106, 107). <<
[339] Benevento fue construida por Diodemo, sobrino de Meleagro (Cluver. t. II, p. 1195-1196). La caza caledonia es un retrato de la vida bravía (Ovid. Metamorph. l. VIII). Treinta o cuarenta héroes se ligan contra un cerdo: los brutos (no el cerdo) pelearon con una señora por la cabeza. <<
[340] Cluverio (t. II, p. 1007) confunde el Decennovium con el río Ufenes. Era verdaderamente un canal de diecinueve millas [30,57 km], desde Forum Appii a Terracina, en el que Horacio se embarcó de noche. El Decennovium, mencionado por Lucano, Dion Casio y Casiodoro, se arruinó, fue recompuesto y olvidado (D’Anville, Analyse d’Italie, pp. 185 y ss.). <<
[341] Un judío manifestaba su desprecio y odio a todos los cristianos encerrando tres piaras de cerdos, cada una de diez, distinguiéndolos con los nombres de Godos, Griegos y Romanos. Los de la primera se hallaron casi todos muertos, los de la segunda casi todos vivos, y los de la tercera la mitad muertos y el resto sin cerdas. Emblema bastante apropiado al acontecimiento. <<
[342] Bergier (Hist. des Grands Chemins des Romains, t. I, pp. 211-228. 440-444) examina la estructura y los materiales en tanto que D’Anville (Analyse d’Italie, pp. 200-213) define la línea geográfica. <<
[343] Es seguro que el primer recobro de Roma fue en el año 536, más bien por la serie de acontecimientos que por el texto corrompido e interpolado de Procopio: el mes (diciembre) está confirmado por Evagrio (l. IV, c. 19); y el día (el 10) puede admitirse por el ligero testimonio de Nicéforo Calisto (l. XVII, c. 13). Esta esmerada cronología la debemos a la actividad y el criterio de Pagi (t. III, pp. 559, 560). <<
[344] A un caballo bayo o rojo los griegos lo denominaban φάλιος los bárbaros balan y los romanos spadix. Honesti spadices, dice Virgilio (Georgic., l. III, 72, con las Observaciones de Martin y Heyne). Σπαδίξ o βαίoν significa una rama de palmera, cuyo nombre (`φoινίξ, es sinónimo de encarnado (Aulio Gelio, II, 26). <<
[345] Interpreto βανδαλάριος no como un nombre propio, sino un empleo, portaestandarte, de bandum (vexillum), palabra bárbara adoptada por los griegos y los romanos (Pablo Diacon. l. I, c. 20, p. 760, Grot. Nomina Gothica, p. 575. Ducange, Gloss. Latin. t. I, pp. 539, 540). <<
[346] D’Anville, en las Memorias de la Academia para el año 1756 (t. XXX, pp. 198-236), da un plano de Roma en una escala menor pero mucho más exacto que el que delineó en 1758 para la historia de Bollin. La experiencia le había enseñado; y en vez de valerse de la topografía de Rossi, echó mano del nuevo y excelente mapa de Nolli. La antigua medida de Plinio de XIII millas [20,92 km] debe reducirse a VIII [12,87 km]. Es más fácil alterar el texto que remover montes o edificios. <<
[347] En el año 1709, Labat (Voyages en Italie, t. III, p. 218) calcula ciento treinta y ocho; quinientas sesenta y ocho almas cristianas, además de ocho mil o diez mil judíos —¿sin almas?—. En el año 1763 pasaban de ciento sesenta mil. <<
[348] La vista perspicaz de Nardini (Roma Antica, l. I, c. VIII, p. 91) podía distinguir el tumultuarie opere di Belisario. <<
[349] La hendidura e inclinación de la parte superior de la muralla de que habla Procopio (Goth. l. I, c. 13) está patente aun hoy día (Donat. Roma Vetus, l. I, c. 17, pp. 53, 54). <<
[350] Lipsio (Opp. t. III, Poliorcet. l. III) ignoraba este pasaje notable de Procopio (Goth. l. I, c. 21). La máquina se llamaba òναγpоς, a calcitrando (Hen. Steph. Thesaur. Linguæ Grœc. t. II, pp. 1340, 1341, t. III, p. 877). He visto un ingenioso modelo, ejecutado por el general Melville, que igualaba o sobrepasaba el arte de la Antigüedad. <<
[351] La descripción de este mausoleo, o mole, en Procopio (l. I, c. 22) es la primera y más perfecta. La altura sobre las murallas σχεδóν τι ές λίθου βολὴν. En el gran plano de Nolli, los costados tenían doscientos sesenta pies ingleses [79,24 m]. <<
[352] Praxíteles sobresalía en Faunos, y el de Atenas era su obra maestra. Hoy día Roma tiene más de treinta de la misma clase. Cuando en tiempo de Urbano VIII se limpió el foso de San Ángelo; los trabajadores hallaron el Fauno durmiente del palacio Barberini; pero esta hermosa estatua tenía rota una pierna y el brazo derecho (Winkelman, Hist. de l’Art., t. II, p. 52, 53, t. III, p. 265). <<
[353] Procopio dio la mejor descripción del templo de Jano, deidad nacional de Lacio (Heyne, Excurs. V, ad. I, VII Æneid.). Había sido una puerta de la ciudad primitiva de Rómulo y Numa (Nardini, pp. 13, 256, 329). Virgilio describió el antiguo rito, como poeta y anticuario. <<
[354]Vivarium era un ángulo en el nuevo muro cerrado para tener las fieras (Procopio, Goth. l. I, c. 23). Este sitio se ve palpablemente en Nardini (l. IV, c. 2, pp. 159, 160) y en el gran plano de Roma por Nolli. <<
[355] Sobre la trompeta romana y sus varios tonos, consúltese a Lipsio, de Militia Romana (Opp. t. III, l. IV; Dialog. X, pp. 125-129). Procopio recomienda el modo de distinguir la carga por medio del clarín de cobre sólido, y la retirada con la corneta de cuero y madera ligera, y Belisario lo había adoptado (Goth. l. II, c. 23). <<
[356] Procopio (Goth. l. II, c. 3) olvidó citar estos acueductos, ni puede fijarse esta doble intersección, a semejante distancia de Roma, de los escritos de Frontino, Fabreth y Esquinardo, de Aquis y de Agro Romano, o de los mapas locales de Lameti y Cingolani. A siete u ocho millas de la ciudad (50 estadios) [11,26 o 12,87 km], en el camino de Albano, entre las vías latina y apiana, distingo los restos de un acueducto (probablemente el Septimanio), una serie (630 pasos) de arcos de veinticinco pies [7,61 m] de alto (ὑψηλὼ ές ἂγαν). <<
[357] Hacían salchichas, ἂλλᾶντας de carne de mula, muy malsanas si los animales habían muerto de la peste. Por lo demás, las famosas salchichas de Bolonia se dice que están hechas de carne de asno (Voyages de Labat, t. II, p. 218). <<
[358] El nombre del palacio, del monte y de la puerta que estaba cerca se derivan del senador Pincio. Se han hecho desaparecer los vestigios recientes de templos e iglesias en el jardín de los Mínimos de Trinidad del monte (Nardini, l. IV, c. 7, p. 196. Esquinardo, pp. 209, 210, el antiguo plano de Buffalino, y el grande de Nolli). Belisario había fijado su residencia entre el Pinciano y las puertas salarias (Procop. Goth., l. I, c. 15). <<
[359] El citar el primum et secundum velum da a entender que Belisario, hasta en un sitio, representaba al emperador, y conservaba el orgulloso ceremonial del palacio bizantino. <<
[360] En este acto sacrílego, Procopio (Goth. l. I, c. 25) es un testigo muy conciso. Las narraciones de Liberato (Breviarium, c. 22) y Anastasio (de Vit. Pont. p. 39) son características, pero acaloradas. Prestad atención a las execraciones del cardenal Baronio (536 d. C., núm. 123; 538 d. C., núm. 4-20): portentum, facinus omni execratione dignum. <<
[361] La antigua Capena fue removida por Aureliano a la puerta moderna de San Sebastián, o cerca (véase el plano de Nolli). Aquel sitio memorable ha sido consagrado por el bosque Egeriano, la memoria de Numa, arcos triunfales, los sepulcros de los Escipiones, Metelos, etcétera. <<
[362] La expresión de Procopio propende a la envidia —τύχην ἐĸ τοῦ ἀσφῆλοῦς τῆν σφὶσι ξυμβησομένηυ ĸαραδοĸέῖυ (Goth. l. II, c. 4). Con todo, habla de una mujer. <<
[363] Anastasio (p. 40) conservó este epíteto de Sanguinarius, que pudiera honrar a un tigre. <<
[364] Este trance está referido en la historia pública (Goth. l. II, c. 8) con sencillez o precaución; en las anécdotas (c. 7) con malevolencia o libertad; pero Marcelino, o más bien su continuador (en Chron.), habla de la muerte de Constantino como de un asesinato premeditado. Había hecho grandes servicios en Roma y Espoleto (Procop. Goth. l. I, c. 7, 14); pero Alemano lo confunde con un Constantinus comes stabuli. <<
[365] Tras su partida rehusaron servir, vendieron sus cautivos y ganado a los godos, y juraron no pelear nunca más contra ellos. Procopio estampa una curiosa digresión sobre las costumbres y aventuras de esta nación errante, una parte de la cual emigró al fin para Tule o Escandinavia (Goth. l. II, c. 14, 15). <<
[366] Esta reconvención nacional de alevosía (Procop. Goth. l. II, c. 25) ofende al oído de la Mothe le Vayer (t. VIII, p. 163-165), quien critica, como si no hubiese leído al historiador griego. <<
[367] Baronio aplaude su traición, y justifica a los obispos católicos —quine sub heretico principe degant omnem lapidem movent–, útil precaución. Muratori (Annali d’Italia, t. V, p. 54), más racional, afea el crimen de perjurio, y condena al menos la imprudencia de Dacio. <<
[368] San Dacio fue más afortunado contra los demonios que contra los bárbaros. Viajó con numeroso séquito, y en Corinto habitaba una gran casa (Baronio, 538 d. C., núm. 89; 539 d. C., núm. 20). <<
[369] Μυριάδες τριάĸουτα (compárese Procopio, Goth. l. II, C. 7, 21). Con todo, semejante población se hace increíble; y la segunda o tercera ciudad de Italia excusa censurar si adicionamos solamente los números del presente texto. Tanto Milán como Génova revivieron en menos de treinta años (Pablo Diácono, de Gestis Longobard. l. II, c. 38). <<
[370] Además de Procopio, quizá muy romano, véanse las Crónicas de Mario Marcelino, Jornandes (en Success. Regn. en Muratori, t. I, p. 241), y Gregorio de Tours (l. III, c. 32, en t. II, de los Historiadores de Francia). Gregorio supone que Belisario fue derrotado en Aimoin (de Gestis Franc. l. II, c. 23, en t. III, p. 59), en donde los francos lo mataron. <<
[371] Agatias, l. I, pp. 14, 15. Si hubiese podido seducir, o sujetar, a los gépidos o lombardos de Panonia, el historiador griego está seguro de que hubiera sido destruido en Francia. <<
[372] El rey enristró su lanza —el toro derribó un árbol que cayó sobre su cabeza— y expiró el mismo día. Tal es la historia de Agatias; pero los historiadores originales de Francia (t. II, pp. 202, 403, 558, 667) achacan su muerte a una fiebre. <<
[373] Sin meterme en el intrincado laberinto de nombres y especies —los aurocos, uros, bisontes, búbalos, bonasos, búfalos, etc. (Buffon, Hist. Nat. t. XI y Suplement. t. III, VI)—, es cierto que en el siglo VI se cazó gran número de ganado bravío en las selvas de los Vosgos, en Lorena, y en las Ardenas (Greg. Turon. t. II, l. X, c. 10, p. 369). <<
[374] En el sitio de Auximo, trató primero de demoler un antiguo acueducto, y luego arrojar en el arroyo: 1. cadáveres; 2. yerbas venenosas, y 3. cal viva, llamada (dice Procopio, l. II, c. 27) τίταυος por los antiguos; por los modernos ἄσβεστος. Con todo, ambas palabras las usan como sinónimos Galeno, Dioscórides y Luciano (Hen. Steph. Thesaur. Ling. Grœc. t. III, p. 748). <<
[375] Los godos maliciaban que Matasunta era cómplice en este crimen, ocasionado quizá por un incendio accidental. <<
[376] En exacta filosofía, limitar los derechos de la guerra parece tonto y contradictorio. Grocio pierde inútilmente el tiempo en hacer una distinción entre el jus naturæ y el jus gentium, entre el veneno y la infección. Coloca en una balanza los pasajes de Homero (Odyss. ¢ 239 y ss.) y Floro (l. II, c. 20, núm. 7, últ.); y en la otra, los ejemplos de Solón (Pausanias, l. X, c. 37) y Belisario. Véase la grande obra: De Jure Belli et Pacis, l. III, c. 4, s. 15, 16, 17 y en la versión de Barbeyrac, t. II, p. 257 y ss. Con todo, no puedo comprender el beneficio y la validez de un convenio, tácito o expreso, mutuo para abstenerse de ciertas especies de hostilidad. Véase el juramento Amfictionico en Eschines, de Falsa Legatione. <<
[377] Rávena fue tomada, no en el año 540, sino a fines del 539; y Pagi (t. II, p. 569) está rectificado por Muratori (Annali d’Italia, t. V, p. 62), quien prueba de un acta original en papiro (Antiquit. Italiæ Medii Æυi, t. II, dissert. XXXII, pp. 999-1007; Maffei, Istoria Diplomat. pp. 155-160) que antes del 3 de enero de 540 estaba restablecida la paz y el libre tráfico entre Rávena y Faenza. <<
[378] Fue atrapado por Juan el Sanguinario; pero se prestó un juramento o sacramento para su seguridad en la basílica Julii (Hist. Miscell., l. XVII, en Muratori, t. I, p. 107). Anastasio (en Vit. Pont., p. 40) da una relación oscura, pero probable. Mascow (Hist. of the Germans, XII, 21) cita a Montfaucon por un escudo votivo representando la cautividad de Vitiges, hoy día en la colección del Signor Landi de Roma. <<
[379] Vitiges vivió dos años en Constantinopla, e «imperatoris in afectu convictus (o conjunctus) rebus excessit humanis». Su viuda, Malasuinta, la esposa y madre de los patricios, el Germano mayor y menor, unieron la sangre de Aniciano y Amali (Jornandes, c. 60, p. 221, en Muratori, t. I). <<
[380] Procopio, Goth. l. III, c. 1. Aimoin, fraile francés del siglo XI, que obtuvo, y desfiguró, un informe auténtico de Belisario, menciona, en su nombre, doce mil pueri o esclavos —quos propriis alimus stipendiis— además de dieciocho mil soldados (Historians of France, t. III.De Gestis Franc. l. II, c. 6, p. 48). <<
[381] La actividad de Alemano podía añadir muy poco a los cuatro primeros capítulos. Los más interesantes de las Anécdotas. Una parte de estas extrañas Anécdotas puede ser verdad, porque es probable, y otra parte verdad, porque es improbable. Procopio debió saber la primera, y la última apenas podía inventarla. <<
[382] Procopio dice (Anecdot. c. 4) que, cuando Belisario regresó a Italia (543 d. C.), Antonina tenía sesenta años. Una construcción violenta, pero más política, que hace concordar aquella fecha con el momento en que escribía (539 d. C.), sería compatible con la mocedad de Focio (Gothic, l. I, c. 10) en 536 d. C. <<
[383] Compárese la Guerra Vandálica (l. I, c. 12) con las Anécdotas (c. 1) y Alemano (p. 2, 3). León el filósofo renovó la fórmula de la adopción bautismal. <<
[384] En noviembre de 537, Focio detuvo al papa (Liberat. Brev. c. 22; Pagi, t. II, p. 562). A fines del año 539, Belisario envió a Teodosio —τòν τῇ ơιĸία τῇ αύτού έφέστωτα— a Rávena con una comisión importante y lucrativa (Goth. l. II, c. 18). <<
[385] Teófanes (Chronograph. p. 204) le llama Tocino, yerno de Belisario; y está copiado por la Historia Miscella y Anastasio. <<
[386] El continuador de la Crónica de Marcelino da en cortas y decentes expresiones la sustancia de las Anécdotas: «Belisarius de Oriente evocatus, in offensam periculumque incurrens grave, et invidiæ subjacens rursus remittitur in Italiam» (p. 54). <<
[387] Es un recreo y no un trabajo leer a Herodoto (l. VII, c. 104, 134, pp. 550, 615). La conversación de Jerjes y Damarato en Termópilas es una de las escenas más interesantes y morales en la historia. Era un tormento para el real espartano ver, con angustia y remordimiento, la virtud de su país. <<
[388] Véase esta orgullosa inscripción en Plinio (Hist. Natur. VII, 27). Pocos hombres habían experimentado tanto la gloria y la desgracia; ni podía Juvenal (Satir. X) presentar un ejemplo más adecuado de las vicisitudes de la suerte y de la vanidad de los deseos humanos. <<
[389] Гραιĸούς… έξ ὦν τὰ πῤτερα οὐδένα ές Ἰταλιαν ἤĸουτα εἶδον, ὅτι μὴ τραγῳδοὺς, καὶ ναύτας λωποδύτας. Este último epíteto de Procopio está demasiado noblemente traducido por piratas; la verdadera expresión es ladrones navales; destrozadores de prendas, bien para insultar o injuriar (Demóstenes contra Conon. en Reiske, Orator. Grœc. t. II, p. 1264). <<
[390] Véanse los libros tercero y cuarto de la Guerra Gótica: el escritor de las Anécdotas no puede agravar estos abusos. <<
[391] Agatias, l. V, pp. 157, 158, atribuye esta debilidad del emperador y el Imperio a la edad avanzada de Justiniano, pero ¡ay de mí!, nunca fue joven. <<
[392] Esta policía perniciosa, que Procopio (Anecdot. c. 49) imputa al emperador, está revelada en su carta a un príncipe escita, que era capaz de entenderlo. Ἄγαν προμηθῆ καὶ ἀγχινούστατον, dice Agatias (l. V, pp. 170, 171). <<
[393] «Gens Germana feritate ferocior», dice Veleyo Patérculo de los lombardos (II, 106). «Langobardos paucitas nobilitat. Plurimis ac valentissimis nationibus cincti, non per obseqium, sed prœliis et periclitando, tuti sunt» (Tacit. de Moribus German. c. 40). Véase también Estrabón (l. VII, p. 446). Los mejores geógrafos los colocan más allá del Elba, en el obispado de Magdeburgo y en el centro de la Marca de Brandeburgo; y su situación se avendrá con observaciones patrióticas del conde de Hertzeberg, que la mayor parte de los conquistadores bárbaros salieron de los mismos países que hoy en día produce los ejércitos de Prusia. <<
[394] Pablo Warnefrido, llamado el Diácono, manifiesta el origen escandinavo de los godos y lombardos. Cluverio (Germania Antiq. l. III, c. 26, pp. 102 y ss.), natural de Prusia, lo contradice, y Grocio (Prolegom. ad Hist. Goth. pp. 28 y ss.), embajador sueco, lo defiende. <<
[395] Dos hechos hay en la narración de Pablo el Diácono (l. I, c. 20) que expresan las costumbres nacionales: 1. «Dum ad tabulam luderet», mientras jugaba a las damas. 2. «Camporum viridantia lina.» El cultivo del lino supone propiedad, comercio, agricultura y manufacturas. <<
[396] He echado mano de los pasajes de Procopio (Goth. l. II, c. 14; l. III, c. 33, 34; l. IV, c. 18, 25), sin tratar de avenir a Pablo el Diácono (de Gestis Longobard. l. I, c. 1-23, en Muratori, Script. Rerum. Italicarum, t. I, pp. 405-419) y Jornandes (de Success. Regnorum, p. 242). El lector curioso puede sacar algún provecho de Mascou (Hist. of the Germans y Annotat. XXIII) y De Buat (Hist. des Peuples... t. IX, X, XI). <<
[397] He adoptado esta denominación de búlgaros, de Enodio (en Panegyr. Theodorici, Opp. Sirmond, t. I, Pp. 1598, 1599), Jornandes (de Rebus Geticis, c. 5, p. 194 y de Regn. Successione, p. 242), Teófanes (p. 185) y las Crónicas de Casiodoro y Marcelino. El nombre de hunos es demasiado vago; las tribus de los cutturgurianos y utturgurianos son demasiado minuciosas y rudas. <<
[398] Procopio (Goth. l. IV, c. 19). Su mensaje verbal (confiesa que es un bárbaro sin conocimientos literarios) está arreglado en forma de epístola. El estilo es grotesco, figurado y original. <<
[399] Esta suma es el resultado de una lista particular hallada en la biblioteca de Milán, en un curioso fragmento de manuscrito del año 550. La oscura geografía de aquella época provoca y pone a prueba la paciencia del conde de Buat (t. XI, pp. 69-189). El ministro francés con frecuencia se pierde en tales laberintos, que requiere un guía sajón o polaco. <<
[400] «Panicum, milium». Véase Columela, l. II, c. 9, p. 430, ed. Gerner.; Plin. Hist. Natur. XVIII, 24, 25. Los sármatas hacían una papilla de mijo, mezclado con leche de yegua o sangre. Hoy en día en el gobierno doméstico el mijo sirve para alimentar a las aves, y no a los héroes. Véanse los diccionarios de Bomare y Miller. <<
[401] Sobre el nombre, la nación, la situación y las costumbres de los eslavones, véase el testimonio originaI del siglo VI, en Procopio (Goth. l. II, c. 26; l. III, c. 14), y el emperador Mauricio (Stratagemat. l. II, c. 5, apud Mascou, Annotat. XXXI). Las estratagemas de Mauricio no se han impreso, según creo, más que al fin de las Tácticas Arrianas en la edición de Scheffer, en Upsal, 1664 (Fabric. Bibliot. Grœc. l. IV, c. 8, t. III, p. 278), obra para mí casi inaccesible. <<
[402] «Antes corum fortissimi […] Taysis qui rapidus et verticosus in Histri fluenta furens devolvitur» (Jornandes, c. 5, p. 194, ed. Muratori; Procopio, Goth. l. III, c. 14 et de Edific. l. IV, c. 7). Con todo, el mismo Procopio habla de los godos y hunos como vecinos, γειτονοῦντα, al Danubio (de Edific. l. IV, c. 1.) <<
[403] El título nacional de Anticus, en las leyes e inscripciones de Justiniano, fue adoptado por sus sucesores, y sincerado por el piadoso Ludevigio (en Vit. Justinian. p. 515). Había puesto en gran confusión a los jurisconsultos de la Edad Media. <<
[404] Procopio, Goth. l. IV, c. 25. <<
[405] Procopio pone en relación una correría de los hunos, con un cometa, quizás el de 531 (Persic. l. II, c. 4). Agatias (l. V, 154, 155) toma de su predecesor algunos hechos. <<
[406] Procopio (Goth. l. III, c. 29, 38) refiere y abulta las crueldades de los eslavones. Sobre su conducta moderada con los prisioneros, debemos acudir a un testimonio algo más reciente, el del emperador Mauricio (Stratagem. l. II, c. 5). <<
[407] Topiro estaba situado cerca de Filipos, en Tracia, o Macedonia a la parte opuesta de la isla de Tasos, a doce días de Constantinopla (Celario, t. I, pp. 676, 840). <<
[408] Según el malévolo testimonio de las Anécdotas (c. 18), estas incursiones habían reducido las provincias del sur del Danubio al estado de fiereza escita. <<
[409] Desde Caf a Caf; lo que una geografía más racional hubiera interpretado, desde el Imao, quizás, al Monte Atlas. Según la filosofía religiosa de los mahometanos, la base del monte Caf es una esmeralda, cuyo reflejo produce el azul del celaje. La montaña está dotada de una gran sensibilidad en sus raíces o nervios, y su vibración, a la voluntad de Dios, produce los terremotos (D’Herbelot, pp. 230, 231). <<
[410] El hierro de Siberia es el mejor y el que más abunda en el mundo; y en la parte del sur hoy día los rusos se están beneficiando con sesenta minas (Strahlenberg, Hist. of Siberia, pp. 342-387. Voyage en Sibérie par l’Abbé Chappe d’Auteroche, pp. 603-608, ed. en 12ο, Amsterdam, 1770). Los turcos ofrecían hierro en venta; pero los embajadores romanos se empeñaban en creer que era una burla, y que su país no lo producía (Menandro en Excerpt. Leg. p. 152). <<
[411] De Irgana-kon (Abulghazi Khan, Hist. Généalogique des Tatars, p. II, c. 5, pp. 71-77, c. 15, p. 155.) La tradición de los mogoles, que dice pasaron en las montañas cuatrocientos cincuenta años, concuerda con los períodos chinos de la historia de los hunos y turcos (De Guignes, t. I, part. II, p. 376), y las veinte generaciones, desde su restauración hasta Gengis. <<
[412] El país de los turcos, hoy día de los calmucos, está perfectamente descrito en la historia de la Genealogía, pp. 521-562. Las curiosas notas del traductor francés están aumentadas y corregidas en el segundo tomo de la versión inglesa. <<
[413] Visdelou, pp. 141, 151. El hecho, aunque pertenece exclusivamente a una tribu subordinada y sucesora, puede colocarse aquí. <<
[414] Procopio, Persic. l. I, c. 12; l. II, c. 3. Peyssonel (Observations sur les Peuples Barbares, pp. 99-100) define la distancia entre Caffa y el antiguo Bósforo en largas dieciséis leguas [89,15 km] tártaras. <<
[415] Véase, en una memoria de Boze (Mém. de l’Académie des Inscriptions, t. VI, pp. 549-565), los antiguos reyes y medallas del Bósforo cimeriano; y la gratitud de Atenas, en la oración de Demóstenes contra Leptines (en Reiske, Orator. Grœc. t. I, pp. 466, 467). <<
[416] Los pormenores chinescos sobre el origen y las revoluciones del primer Imperio turco están tomados de De Guignes (Hist. des Huns, t. 1, p. 11, pp. 367-462) y Visdelou (Supplément a la Bibliothèque Orient. D’Herbelot, pp. 82-114). Los apuntes griegos y romanos están recopilados en Menandro (pp. 108-164) y Teofilacto Simocatta (lib. VII, c. 7, 8). <<
[417] El río Til o Tula, según la geografía de De Guignes (t. I, p. II, p. LVIII y 352), es un pequeño y agradable riachuelo del desierto, que desagua en el Orhon, Selinga, etc. Véase Bell, Viaje de Petersburgo a Pekín (vol. II, p. 124); con todo, su descripción del Keat, por el cual desembocó en el Oby, representa el nombre y los atributos del río negro (p. 139). <<
[418] Teofilacto, l. VII, c. 7, 8. Y aun sus verdaderos avares están invisibles a la vista de De Guignes; y ¿qué puede ser más célebre que lo falso? El derecho del fugitivo Ogores a aquella denominación nacional lo confiesan los mismos turcos (Menandro, p. 108). <<
[419] Los alanos se hallan aun en la Historia genealógica de los tártaros (p. 617), y en los mapas de D’Anville. Opusiéronse a la marcha de los generales de Gengis en derredor del Mar Caspio, y fueron derrotados en una gran batalla (Hist. de Gengiscan, l. IV, c. 9, p. 447). <<
[420] Las embajadas y primeras conquistas de los avares se hallan en Menandro (Excerpt. Legat. pp. 99, 100, 154, 155), Teófanes (p. 196), la Historia Miscella (l. XVI, p. 109), y Gregorio de Tours (l. IV, c. 23, 29 en los Historiadores de Francia, t. II, pp. 214, 217). <<
[421] Teófanes (Chron. p. 204) y la Historia Miscella (l. XVI, p. 110), según lo entiende De Guignes (t. I, part. II, p. 354), parece hablar de una embajada turca a Justiniano; pero la de Maniaco, en el año cuarto de su sucesor Justino, es verdaderamente la primera que llegó a Constantinopla (Menandro, p. 108). <<
[422] Los rusos han hallado caracteres, toscos jeroglíficos, en el Irtio y Yenisea, en medallas, sepulcros, ídolos, peñascos, obeliscos, etc. (Strahlenherg, Hist. de Siberia, pp. 324, 346, 429). Hyde (de Religione Veterum Persarum, p. 521 y ss.) ha dado dos alfabetos de Tíbet y de los eigures. Hace tiempo que abrigo una aprensión, que toda la ciencia escita, y parte, quizá mucha de la India, está tomada de los griegos de Bactriana. <<
[423] Todo el pormenor de estas embajadas turcas y romanas, tan interesantes en las historias de las costumbres humanas, están sacados de los extractos de Menandro (pp. 106-110, 151-154, 161-164), en los que a menudo echamos de menos la debida coordinación. <<
[424] Véase D’Herbelot (Bibliot. Orient. pp. 568, 929); Hyde (de Religione Vet. Persarum, c. 21, pp. 290, 291); Pocock (Specimen Hist. Arab. pp. 70, 71); Eutiquio (Annal. t. II, p. 176); Texeira (en Stevens, Hist. de Persia, l. I, c. 34). <<
[425] La celebridad de la nueva ley para la comunidad de las mujeres se extendió muy luego en Siria (Asseman, Bibliot. Orient. t. III, p. 402) y Grecia (Procop. Persic. l. I, c. 5). <<
[426] Ofreció al profeta a su mujer y su hermano; pero los ruegos de Nushirvan salvaron a su madre; y el monarca, indignado, nunca perdonó la humillación que su piedad filial le había hecho sufrir: «pedes tuos deosculatus», dice a Mazdak, «cujus fœtor adhuc nares occupat» (Pocock, Specimen Hist. Arab. p. 71). <<
[427] Procopio, Persic. l. I, c. 11. ¿No era Proclo sabio en demasía? ¿No era el peligro imaginario? La excusa, al menos, era injuriosa a una nación que no desconocía la literatura; οὺ γράμμασιν οἱ βάρβαροι τοὺς παῖδας ποιοῦνται ἀλλʼ ὅπλων σκευῂ. Dudo mucho que en Persia se usase ninguna forma de adopción. <<
[428] Pagi (t. II, pp. 543, 626), según Procopio y Agatias, probó que Cosroes Nushirvan ascendió al trono el año quinto de Justiniano (1 de abril de 531 d. C.-1 de abril de 532 d. C.). Pero la verdadera cronología, que está en armonía con los griegos y orientales, la confirma Juan Malala (t. II, 211). Cabades, o Kobad, tras un reinado de cuarenta y tres años y dos meses, enfermó el 8 y murió el 15 de septiembre, 531 d. C., a la edad de ochenta y dos años. Según los anales de Eutiquio, Nushirvan reinó cuarenta y siete años y seis meses; y su muerte por consiguiente debe fecharse en marzo, 579 d. C. <<
[429] Procopio, Persic. l. I, c. 23. Brisson, de Reng. Pers. p. 494. La puerta del palacio de Ispahán es, o era, el sitio fatal de la desgracia o la muerte (Chardin, Voyage en Perse, t. IV, pp. 312, 313). <<
[430] En Persia, el príncipe de las aguas es un empleado del gobierno. El número de pozos y canales subterráneos ha disminuido mucho, y con él la fertilidad del terreno: cuatrocientos pozos se agotaron últimamente en las cercanías de Tauris, y en la provincia del Khorasán se contaban cuarenta y dos mil (Chardin, t. III, pp. 99, 100; Tavernier, t. I, p. 416.) <<
[431] El carácter y gobierno de Nushirvan se halla representado a veces en las palabras de D’Herbelot (Bibliot. Orient. p. 680 y ss. de Khondemiro), Eutiquio (Annal. t. II, pp. 179, 180, muy abundante), Abulfaragio (Dynast. VII, pp. 94. 95, muy pobre), Tarikh Schikard (pp. 144-150), Texeira (en Steven, l. I, c. 35), Asseman (Bibliot. Orient. t. III, pp. 404-410), y el abate Fourmont (Hist. de l’Académie des Inscriptions, t. VII, pp. 325-334), quien tradujo un testamento espurio o genuino de Nushirvan. <<
[432] Mil años antes de su nacimiento, los jueces de Persia habían dado una solemne opinión —τῷ βασιλεύοντι Περσέων ἐξεῖναι ποιέειν τò ἄν βούληται (Herodoto, l. III, c. 31, pp. 9-10, ed. Wesseling). Esta máxima constitucional no se despreció como una teoría inútil y desnuda. <<
[433] Agatias (l. II, c. 66, 71) presenta muchos informes y fuertes preocupaciones sobre el estado literario de Persia, las versiones griegas, los filósofos, los sofistas y la sabiduría o ignorancia de Cosroes.. <<
[434] Asseman, Bibliot. Orient. t. IV, p. DCCXLV, VI, VII. <<
[435] El Shah Nameh, o Libro de los Reyes, es quizás el recuerdo original de la historia que fue traducido al griego por el intérprete Sergio (Agatias, l. V, p. 141), conservado tras la conquista mahometana, y puesto en verso, en el año 994, por el poeta nacional Ferdousi. Véase D’Anquetil (Mém. de l’Académie, t. XXXI, p. 379), y Sir William Jones (Hist. de Nadir Shah, p. 161). <<
[436] En el siglo V, era familiar entre los armenios el nombre de Restom, o Rostam, héroe cuya fuerza equivalía a la de doce elefantes (Moses Chorenensis, Hist. Armen. l. II, c. 7, p. 96, ed. Whiston). A principios del siglo VII fue aplaudido en la Meca el romance persa de Rostant e Isfendiar (Sale’s Koran, c. XXXI, p. 335). Con todo, esta exposición de ludicrum novæ historiæ no se halla en Maracci (Refutat. Alcoran, pp. 544-548). <<
[437] Procop. (Goth. l. IV, c. 10). Kobad tenía por privado a un médico griego, Esteban de Edessa (Persic. l. II, c. 26). La costumbre era antigua, y Herodoto refiere las aventuras de Democedes de Crotona (l. III, c. 125-137). <<
[438] Véase Pagi, t. II, p. 626. En uno de los tratados se insertó un honroso artículo sobre la tolerancia y el entierro de los católicos (Menandro, en Excerpt. Legat. p. 142). Nushizad, hijo de Nushirvan, era cristiano, rebelde, y ¿mártir? (D’Herbelot, p. 681). <<
[439] Sobre el idioma persa, y sus tres dialectos, consúltese D’Anquetil (pp. 339-343) y Jones (pp. 153-185): ἀγρίᾳ τινὶ γλώτιῃ καὶ ἀμουσοτάτῃ, es el carácter que Agatias (l. II, p. 66) atribuye a un idioma célebre en Oriente por su suavidad poética. <<
[440] Agatias especifica el Gorgias, Fedón, Parménides y Timeo. Renaudot (Fabricio, Bibliot. Grœc. t. XII, pp. 246-261) no menciona esta versión bárbara de Aristóteles. <<
[441] De estas fábulas he visto tres copias en diferentes idiomas: 1. En griego, traducidas del árabe por Simeón Seth (1100 d. C.), y publicadas por Starck en Berlín en 1697, en 12ο. 2. En latín, versión del griego, Sapientia Indorum, inserta por el padre Poussin al fin de su edición de Paquimero (pp. 547-620, ed. Roman). 3. En francés, del turco, dedicada, en 1540, al sultán Solimán. Contes et Fables Indiennes de Bidpai et de Lokman, par M. M. Galland et Cardonne, París, 1778, 3 vols. en 12ο. Warton (History of English Poetry, vol. I, pp. 129-131) toma un término más largo. <<
[442] Véase la Historia Shahiludii de Hyde (Syntagm. Disertat. t. II, pp. 61-69). <<
[443] La paz eterna (Procopio, Persic. l. I, c. 21) se firmó o ratificó en el año sexto y tercer consulado de Justiniano (entre el 1 de enero y el 1 de abril de 533 d. C. Pagi, t. II, p. 550). Marcelino, en su Crónica, los denomina medos o persas. <<
[444] Procopio, Persic. l. I, c. 26. <<
[445] Almondar, rey de Ilira, fue depuesto por Kobad, y repuesto por Nushirvan. A su madre, por su extraordinaria hermosura, se la llamó Agua Celestial, y su sobrenombre se hizo hereditario y se extendió, por una causa más noble (liberalidad en la escasez), a los príncipes árabes de Siria (Pocock, Specimen Hist. Arab. pp. 69, 70). <<
[446] Procopio, Persic. l. II, c. 1. Ignoramos el origen de esta strata o camino empedrado, de diez jornadas desde Auranitis a Babilonia (véase una nota latina en el Map. Imp. Orient. de Delisle). Wesseling y D’Anville guardan silencio. <<
[447] He entretejido en un corto razonamiento las dos oraciones de Arsácides de Armenia y de los embajadores góticos. Procopio, en su historia pública, cree, y nos hace creer, que Justiniano fue el verdadero autor de la guerra (Persic. l. II, c. 2, 3). <<
[448] La invasión de Siria, la ruina de Antíoco, etc., se hallan referidas por series regulares en Procopio (Persic. l. II, c. 5-14). Pocas luces pueden sacarse de los orientales; con todo, D’Herbelot (p. 680) debería avergonzarse, cuando los culpa porque consideran a Justiniano y Nushirvan contemporáneos. Sobre la geografía del sitio de la guerra, D’Anville (el Éufrates y el Tigris) se extiende bastante y satisfactoriamente. <<
[449] En la historia pública de Procopio (Persic. l. II, c. 16, 18, 19, 20, 21, 24, 25, 26, 27, 28), y con algunas ligeras excepciones, no debemos dar oídos al malévolo razonamiento de las Anécdotas (c. 2, 3, con las notas, según costumbre, de Alemano). <<
[450] La guerra lázica, y las contiendas de Roma y Persia sobre el Fasis, están redactadas de una manera cansada por Procopio (Persic. l. II, c. 15, 17, 28, 29, 30; Gothic. l. IV, c. 7-16) y Agatias (l. II, III y IV, pp. 55-132, 141). <<
[451] El Periplo, o navegación del mar Euxino, lo describió Salustio en latín, y Arriano en griego: 1. La primera obra, que ya no existe, ha sido renovada por el original Brosses, primer presidente del parlamento de Dijon (Hist. de la République Romaine, t. II, l. III, pp. 199-298), quien se atreve a apropiarse del carácter de un historiador romano. Su descripción del Euxino está ingeniosamente formada de todos los fragmentos del original, y de todos los griegos y latinos que Salustio pudo copiar, o por quienes pudo ser copiado, y el mérito de la ejecución basta para disculpar la extravagancia de la idea. 2. El Periplo de Arriano está dedicado al emperador Adriano (en Hudson, Geograph. Minor. t. I), y contiene todo lo que vio el gobernador del Ponto desde Trebisonda a Dioscurias, todo lo que había oído de Dioscurias al Danubio, y todo lo que alcanzaba desde el Danubio a Trebisonda. <<
[452] Además de los muchos apuntes de los poetas, historiadores, etc., de la Antigüedad, podemos consultar las descripciones geográficas de Colcos, por Estrabón (l. XI, pp. 760-765) y Plinio (Hist. Natur. VI, 5, 19 y ss.). <<
[453] Citaré tres descripciones modernas de Mingrelia y los países adyacentes. 1. La del padre Archangeli Lamberti (Relations de Thevenot, part. I, pp. 31-52, con un mapa), que tiene toda la sabiduría y preocupaciones de un misionero. 2. La de Chardino (Voyages en Perse, t. I, pp. 54, 68-168): sus observaciones son juiciosas; y sus propias aventuras en el país son aun más instructivas que sus observaciones. 5. La de Peyssonel (Observation sur les Peuples Barbares, pp. 49, 50, 51, 58, 62, 64, 65, 71 y ss.; y un tratado más reciente, Sur le Commerce de la Mer Noire, t. II, pp. 4-55); residió mucho tiempo en Caffa, como cónsul de Francia; y su erudición es de menos valor que su experiencia. <<
[454] Plinio, Hist. Natur., l. XXXIII, 15. Las minas de oro y plata de Colcos atrajeron a los Argonautas (Estrabón, l. I, p. 77). El eficaz Chardino no pudo hallar oro en minas, ríos, ni en ninguna otra parte. Con todo, un mingreliano perdió la mano y el pie por haber enseñado algunas muestras de oro nativo en Constantinopla. <<
[455] Herodoto, l. II, c. 104, 105, pp. 150, 151. Diodor. Sicul. l. I, p. 33, ed. Wesseling, Dionys. Perieget. 689, y Eustath. ad loc. Scholiast. ad Apollonium Argonaut., l. IV, 280-291. <<
[456] Montesquieu, Esprit des Loix, l. XXI, c. 6. «L’Isthme […] couvert de villes et nations qui ne sont plus.» <<
[457] Bougainville, Mémoires de l’Académie des Inscriptions, t. XXVI, p. 35, sobre el viaje africano de Hanon y el comercio de la Antigüedad, y Campomanes. <<
[458] Un historiador griego, Timóstenes, afirmó: «in eam CCC nations dissimilibus linguis descendere»; y el modesto Plinio se contenta con añadir: «et postea a nostris CXXX interpretibus negotia ibi gesta» (VI, 5); pero las palabras nunc deserta encubren una multitud de ficciones pasadas. <<
[459] Buffon (Hist. Natur. t. III, pp. 433-437) recoge los dictámenes unánimes de los naturalistas y viajeros. Si, en el tiempo de Herodoto, eran verdaderamente μελάγχροες y οὐλóτριχες (y los había observado con esmero), este hecho precioso es un ejemplo de la influencia del clima en una colonia extranjera. <<
[460] El embajador mingreliano llegó a Constantinopla con doscientas personas; pero las vendió una tras otra, hasta que su séquito quedó reducido a un secretario y dos criados (Tavernier, t. I, p. 365). Un caballero mingreliano, para recobrar su querida, vendió a los turcos doce sacerdotes y su mujer (Chardino, t. I, p. 66). <<
[461] Estrabón, l. XI, p. 765. Lamberti, Relation de la Mingrelie. Debemos con todo evitar el extremo opuesto de Chardino, quien no concede más que veinte mil habitantes para suplir una exportación anual de doce mil esclavos: desatino impropio de aquel juicioso viajero. <<
[462] Herodoto, l. III, c. 97. Véase en l. VII, c. 79 sus armas y servicio, en la expedición de Jerjes contra Grecia. <<
[463] Jenofonte, que encontró a los colcos en su retirada (Anábasis, l. IV, pp. 320, 343, 348, ed. Hutchinson; y la Disertación de Foster, pp. LIII-LVIII, en la versión inglesa de Spelman, vol. II), los llama αὐτóνομοι. Antes de la conquista de Mitrídates, Apiano los denomina ἔθνος ἀρειμάνὲς (Bell. Mithridatico, c. 15, t. I, p. 661, de la última y mejor edición, por John Schweighæuser, Lipsiæ, 1785, 8 vols. octavo mayor). <<
[464] La conquista de Colcos por Mitrídates y Pompeyo está señalada por Apiano (de Bell. Mithridat) y Plutarco (en Vit. Pomp). <<
[465] Podemos seguir el encumbramiento y la decadencia de la familia de Polemón, en Estrabón (l. XI, p. 755; l. XII, p. 867), Dion Casio o Jifilino (pp. 588, 593, 601, 719, 754, 915, 946, ed. Reimar), Suetonio (en Neron. c. 18, en Vespasian. c. 8), Eutropio (VII, 14), Josefo (Antiq. Judaic. l. XX, c. 7, p. 970, ed. Havercamp), y Eusebio (Chron. con Escalígero, Animadvers. p. 196). <<
[466] En tiempo de Procopio no había fuertes romanos en el Fasis. Pitio y Sebastópolis quedaron evacuadas al saberse la llegada de los persas (Goth. l. IV, c. 4); pero la última fue luego devuelta por Justiniano (de Edific. l. IV, c. 7). <<
[467] En tiempo de Plinio, Arriano y Tolomeo, los lazios eran una tribu particular, establecida en los confines al norte de Colcos (Celario, Geograph. Antiq. t. II, p. 222). Bajo Justiniano se extendieron, o al menos reinaron, sobre todo el país. En el día han emigrado por lo largo de la costa hacia Trebisonda, y forman una colonia de toscos pescadores, con su dialecto particular (Chardino, p. 149; Peyssonel, p. 64). <<
[468] Juan Malala, Chron. t. II, pp. 134, 157. Teófanes, p. 144. Hist. Miscell. l. XV, p. 105. El hecho es auténtico; pero la fecha parece demasiado reciente. Hablando de su alianza persa, los lazios contemporáneos de Justiniano emplean las voces más anticuadas —ἐν γράμμασι μνημεῖα, πρóγονοι, etc. ¿Pertenecerían a un enlace que no había sido disuelto hace veinte años? <<
[469] El único vestigio que queda de Petra está en los escritos de Procopio y Agatias. La mayor parte de las ciudades y castillos de Lazica pueden hallarse, comparando sus nombres y posición con el mapa de Mingrelia, en Lamberti. <<
[470] Véanse las cartas jocosas de Pietro della Valle, el viajero romano (Viaggi, t. II, pp. 207, 209, 213, 215, 266, 286, 300; t. III, pp. 54, 127). En los años 1618, 1619 y 1620, conversó con Shah Abbas, y apoyó eficazmente un proyecto que hubiera podido unir Persia y Europa contra Turquía, su enemigo común. <<
[471] Véase Herodoto (l. I, c. 140, p. 69), quien habla con desconfianza, Larcher (t. I, pp. 399-401. Notas sobre Herodoto), Procopio (Persic. l. I, c. 11), y Agatias (l. II, pp. 61, 62). Esta costumbre, en armonía con el Zendavesta (Hyde, de Relig. Pers. c. 34, pp. 414-421), da a conocer que el entierro de los reyes persas (Jenofonte, Cyropæd. l. VIII, p. 658), τί γὰρ τούτου μακαρίωτερον τοῦ τῇ γῇ μιχθῆναι, es una ficción griega, y que sus sepulcros no podían ser otra cosa que cenotafios. <<
[472] El castigo de desollar vivo no puede haberse introducido en Persia por Sapor (Brinsson, de Regn. Pers. l. II, p. 578), ni haberse copiado del necio cuento de Marsyas, el flautista frigio, y aun más neciamente citado como un antecedente por Agatias (l. IV, pp. 132, 133). <<
[473] En el palacio de Constantinopla había treinta silencieros, que se llamaban hastati ante fores cubiculi, τῆς [ἀμφὶ τòν βασιλέα] σιγῆς ἐπιστάται, título honroso, que confería los honores de senador sin los cargos de su desempeño (Cod. Theod. l. VI, tít. 23. Godofredo, Coment. t. II, p. 129). <<
[474] Sobre estas oraciones judiciales, Agatias (l. III, pp. 81-89; l. IV, p. 108-119) llena dieciocho o veinte páginas de falsa y florida retórica. Su ignorancia o abandono pasa por alto el argumento más fuerte contra el rey de Lazica: su sublevación primera. <<
[475] Procopio manifiesta la costumbre de la corte gótica de Rávena (Goth. l. I, c. 7); y embajadores extranjeros han sido tratados con el mismo rigor en Turquía (Busbequio, Ep. 114, pp. 149, 242 y ss.), Rusia (Voyage d’Olearius) y China (Narración de Lange en Bell’s Travels, vol. II, pp. 189 -311). <<
[476] Las negociaciones y los tratados entre Justiniano y Cosroes están extensamente explicados por Procopio (Persic. l. II, c. 10, 13, 26, 27, 28; Gothic. l. II, c. 11, 15), Agatias (l. IV, pp. 141, 142) y Menandro (en Excerpt. Legat. pp. 132-147). Consúltese Barbeyrac, Hist. des Anciens Traités, t. II, pp. 154, 181-184, 193-200. <<
[477] D’Herbelot, Bibliot. Orient. pp. 680, 681, 294, 295. <<
[478] Véase Buffon, Hist. Nat. t. III, p. 449. Las facciones y tez arábiga, que se han conservado tres mil cuatrocientos años (Ludolf. Hist. et Comment. Æthiopic. l. I, c. 4) en la colonia de Abisinia, abonan el concepto de que así la raza como el clima deben haber contribuido a formar los negros de las regiones parecidas y adyacentes. <<
[479] Los misioneros portugueses Álvarez (Ramusio, t. I, fol. 204, rect. 274, vers.), Bermúdez (Purcha’s Pilgrims, vol. II, l. V, c. 7, pp. 1149-1188), Lobo (Relación… por Le Grand, con XV Disertaciones, París, 1728), y Tellez (Relation de Thevenot, part. IV) no podían referir más de la moderna Abisinia que lo que habían visto o inventado. La erudición de Ludolfo (Hist. Æthiopica, Francofurt, 1681. Comentario, 1691, Apéndice, 1694), en veinticinco idiomas, podía añadir muy poco con respecto a su historia antigua. Con todo, la fama de Caled, o Elisteo, el conquistador del Yemen, está celebrada en cantares y leyendas nacionales. <<
[480] Las negociaciones de Justiniano con los axumitas o etíopes, las recuerdan Procopio (Persic. l.I, c. 19, 20) y Juan Malala (t. II, pp. 163-165, 193-196). El historiador de Antíoco cita una narración original del embajador Nonoso, de la que Focio (Bibliot. Cod. III) conservó un extracto curioso. <<
[481] El comercio de los axumitas con la costa de la India, África, y la isla de Ceilán, se halla extensamente especificado por Cosmas Indicopleustes (Topograph. Christian. l. II, pp. 132, 138, 139, 140; l. XI, pp. 338, 339). <<
[482] Ludolfo, Hist. et Comment. Æthiop. l. II, c. 3. <<
[483] La ciudad de Negra, o Nag’ran, en el Yemen, está rodeada de palmeras, y situada en el camino entre Saana, la capital, y Meca; la primera a diez jornadas, la segunda a veinte de una caravana de camellos (Abulfeda, Description Arabiæ, p. 52). <<
[484] El martirio de san Aretas, príncipe de Negra, y sus trescientos cuarenta compañeros, está adornado con las leyendas de Metafrastes y Nicéforo Calisto, copiadas por Baronio (523 d. C. núm. 22-66; 523 d. C. núm. 16-29), refutadas, con muy poca claridad, por Basnage (Hist. des Juifs, t. XII, l. VIII, c. II, pp. 333-348), quien investiga el estado de los judíos en Arabia y Etiopía. <<
[485] Álvarez (en Ramusio, t. I, fol. 219, vers. 221, vers.) vio el estado floreciente de Axume en el año 1520, lungo molto buono e grande. Fue destruido en aquel mismo siglo por la invasión turca. Hoy en día no existen más que unas cien casas; pero aún se conserva el recuerdo de su pasada grandeza por la coronación regia (Ludolfo, Hist. et Comment. l. II, c. 11). <<
[486] Las revoluciones del Yemen en el siglo VI pueden tomarse de Procopio (Persic. l. I, c. 19, 20), Teófanes Bizant. (apud Phot. cod. LXII, p. 80), san Teófanes (en Chronograph. pp. 144, 145, 188, 189, 206, 207, quien está lleno de mentiras), Procock (Specimen Hist. Arab. pp. 62, 65), D’Herbelot (Bibliot. Orientale, pp. 12, 477), y Alcorán y Discurso preliminar de Sale (c. 105). La sublevación de Abrahá está mencionada en Procopio; y su vuelco, aunque enmarañado con milagros, es un hecho histórico. <<
[487] Sobre las revueltas del África, no necesito ni deseo otro guía que Procopio, cuya vista contempló el cuadro, y cuyos oídos recogieron todos los dichos de los acontecimientos memorables de su época. En el segundo libro de la Guerra vandálica refiere la sublevación de Estoza (c. 14-24), la vuelta de Belisario (c. 15), la victoria de Germano (c. 16, l7, 18), la segunda administración de Solomón (c. 19, 20, 21), el gobierno de Sergio (c. 22, 23), de Areobindo (c. 24), la tiranía y la muerte de Gontario (c. 25, 26, 27, 28), y en todas sus descripciones no echo de ver ningún asomo de adulación o malevolencia. <<
[488] Con todo no debo negarle el mérito de retratar, con vivos colores, el asesinato de Gontario. Uno de los asesinos manifestó un arranque digno de un patriota romano. «Si yerro el primer golpe», dijo Artasires, «matadme en el mismo sitio, porque el tormento pudiera obligarme a descubrir a mis cómplices». <<
[489] Las guerras moras están casualmente introducidas en la narración de Procopio (Vandal. l. II, c. 19-23, 25, 27, 28. Gothic. l. IV, c. 17); y Teófanes añade algunos sucesos prósperos y adversos en los últimos años de Justiniano. <<
[490] Hoy día Tibesh, en el reino de Argel. Está regada por un río, el Sujeras, que desagua en el Mejerda (Bagradas). Tibesh es aún notable por sus grandiosas murallas de piedra (como el Coliseo de Roma), una fuente y un bosque de avellanos; el país abunda en fruta, y los vecinos bereberes son guerreros. Según se ve por una inscripción, bajo el reinado de Adriano, la tercera legión construyó el camino de Cartago a Tebeste (Mármol, Description de l’Afrique, t. II, pp. 442, 443. Shaw, Travels, pp. 64, 65, 66). <<
[491] Procopio, Anecdot. c. 18. Las series de la historia africana confirman esta triste verdad. <<
[492] En los libros segundo (c. 50) y tercero (c. 1-40), Procopio continúa la historia de la guerra gótica, desde el año quinto hasta el décimo quinto de Justiniano. Como los sucesos son menos interesantes que en el primer período, no emplea más que la mitad del espacio para doble tiempo. Jornandes, y las Crónicas de Marcelino, suministran algunos apuntes. Sigonio, Pagi, Muratori, Mascon, y De Buat, son muy útiles, y se ha echado mano de ellos. <<
[493] Silverio, obispo de Roma, fue transportado primero a Patara, en Licia, y al fin muerto de hambre (sub eorum custodia inedia confectus) en la isla de Palmaria 20 de junio del año 538 d. C. (Liberat. en Breviar. c. 22; Anastasio, en Silverio: Baronio, 540 d. C., núm. 2, 3; Pagi, en Vist. Pont. t. I, pp. 285, 286). Procopio (Anécdot. c. 1) acusa únicamente a la emperatriz y Antonina. <<
[494] Palmaria, una pequeña isla en la parte opuesta a Terracina y las costas de los Volcos (Cluver. Ital. Antiq. l. III, c. 7, p. 1014). <<
[495] Como el Logotete Alejandro y la mayor parte de los colegas civiles y militares, eran despreciados o caían en desgracia, la tinta de las Anécdotas (c. 4, 15, 18) no es mucho más negra que la de la Historia Gótica (l. III, c. 1, 3, 4, 9, 20, 21 y ss.). <<
[496] Procopio (l. III, c. 2, 8 y ss.) hace voluntaria justicia al mérito de Totila. Los historiadores romanos, de Salustio y Tácito, olvidan dichosamente los vicios de sus conciudadanos, en la contemplación de la virtud bárbara. <<
[497] Procopio, l. III, c. 12. El alma de un héroe está profundamente retratada en la carta; no podemos confundir semejantes hechos genuinos y originales con los discursos esmerados y a menudo faltos de sentido de los historiadores bizantinos. <<
[498] La avaricia de Besas no la disimula Procopio (l. III, c. 17, 20). Expidió la pérdida de Roma con la gloriosa conquista de Petrea (Goth. l. IV, c. 12); pero los mismos vicios le siguieron desde el Tíber al Fasis (c. 13); y el historiador es completamente verídico sobre el mérito y los defectos de su carácter. El castigo que impuso el autor de la novela de Belisario al opresor de Roma cuadra más bien con la justicia que con la historia. <<
[499] Durante el largo destierro, y tras la muerte de Vigilio, la Iglesia romana fue gobernada, al principio por el archidiácono, y al fin (555 d. C.) por el papa Pelagio, a quien no se miró como cómplice de los padecimientos de su predecesor. Véanse las vidas originales de los papas, bajo el nombre de Anastasio (Muratori, Script. Rer. Italicarum, t. III, p. I, pp. 130, 131), quien refiere varios incidentes curiosos de los sitios de Roma y las guerras de Italia. <<
[500] El monte Gárgano, hoy día monte San Ángelo, en el reino de Nápoles, se adelanta trescientos estadios [60,33 km] en el mar Adriático (Estrabón, l. VI, p. 436) y en épocas más oscuras fue ilustrado con la aparición, milagros e iglesia de san Miguel Arcángel. Horacio, natural de Apuleya o Lucania, había visto los olmos y las cocinas del Gárgano meciéndose con el viento norte, que sopla en aquella elevada costa (Carm. II, p. Ep. II, 1, 202). <<