26
Lara
Mis dedos se ciernen sobre el teclado. Ambas manos, en suspenso y listas para teclear, me tiemblan. No tengo ni idea de qué hacer.
Al principio, seguí el plan: todo dependía de que lo aplicara bien. Al menos, sabía qué hacer. Había previsto distintas circunstancias. Pero ni por un instante se me pasó por la cabeza que Guy moriría.
Una vez más, la realidad me golpea. Guy ha muerto. El amor de mi vida, el hombre al que adoraba, ya no está. Sus hijos han perdido a su padre; sus padres, a su hijo; su esposa, a su marido; yo, he perdido mi futuro. Y todo ha sucedido por mi culpa.
Cuando llegué aquí, me imaginé como otra persona, una marioneta, rondando por la única ciudad que pensé que serviría para desaparecer, para escapar del malo. Eso pronto dejó de funcionar. Ahora no tengo ni idea. Estoy viviendo un tiempo prestado. Algo va a tener que cambiar.
Me rasco el nacimiento del pelo. Esta cosa me da tanto calor… Cada día la odio más, pero no me atrevo a quitármela. Incluso por la noche la dejo en la almohada, como un pulpo desmembrado, lista para ponérmela en caso de emergencia. Y además me impide ir al mar a refrescarme.
Y me he quedado sin pasta.
Me gustaría poder ignorarla. No debería meterse en esto: no tiene nada que ver con ella. Pero debo dejar que me encuentre. No tengo dinero, ni paz, nada de nada. He perdido literalmente todo lo que tenía, todo lo que fui. Estoy medio asilvestrada.
Abandoné la ciudad porque me estaba absorbiendo y acabaría por hacer algo terrible. Ella dice que tiene dinero. Eso es lo que importa. Tiene dinero y es la única que se ha acercado a mí. Puedo confiar en ella. Tengo que confiar en ella.
Respiro hondo y tecleo en la pantalla: «Muy bien, me has encontrado. No se lo digas a nadie. ¡A nadie!».
No escribo su nombre, me duele solo de pensarlo. Pero es Iris la que me ha encontrado, no él. A estas alturas, Iris ya sabrá que fue él.
Escribo un plan en varios mensajes privados de Twitter. Termino diciendo: «Si las cosas se tuercen, ve a Food Street».
Es una apuesta arriesgada, pero no tengo elección. Si apenas como, me queda dinero para cinco días. Y ella tardará tres en llegar aquí.