Nota de la autora

Esta novela surgió por casualidad, como suele suceder la mayor parte de las cosas en esta vida. Mientras esperaba para iniciar la presentación de mi primera novela en el mundo literario, en la librería Kattigara de Santander, me dediqué a ojear los libros de las estanterías y me llamó la atención «La I Guerra Carlista en la comarca del Pas-Pisueña (1833-1839)» de Ramón Villegas López y lo compré.

Su lectura me condujo a leer más sobre las guerras carlistas en la zona y escogí, para mi nueva historia, el breve periodo de paz entre la segunda y tercera guerra carlista, 1871, y el mismo escenario de la primera guerra, Ramales, que por entonces había adquirido el sobrenombre «de la Victoria» por el duro triunfo de Espartero sobre los carlistas en el treinta y nueve.

Este año me permitió ahondar en el fenómeno de los indianos que regresaban de las colonias, preferentemente de Méjico, Cuba y Argentina. Sin embargo, yo opté por los españoles olvidados de California y maltratados por el desastroso acuerdo de Guadalupe-Hidalgo por el que el territorio californiano pasó a pertenecer a los Estados Unidos, únicamente recordado por las leyendas del Zorro y del Coyote.

Aunque el escenario y el marco sea histórico, el desarrollo de la novela es totalmente ficticio: ni la red de espionaje ni los personajes de la villa de Ramales son reales ni históricos.