La mujer profiere vanas palabras, y en su boca hay plenitud de extravíos.
Intenta constantemente aguzar sus palabras, y burlonamente halaga, pero sólo para burlarse al mismo tiempo.
La perversión de su corazón produce la impudicia, y la de sus caderas.
Al acercarse a ella, aquellos a quienes el mal mancilla adquieren la perversión.
Descienden para cometer la impiedad donde sus pies se hunden, y, caminando con la culpa de la rebelión, llegan a los cimientos de tinieblas.
Una multitud de rebeliones se oculta en el vuelo de su vestido; Sus túnicas son lo más profundo de la noche, y sus ropas, sus sayas son las oscuridades nocturnas, y sus atavíos golpes de la Fosa.
Sus lechos son las yacijas de la Fosa, y sus sábanas las profundidades de la tumba.
Sus moradas son lechos de tinieblas, y en lo más profundo de la noche están sus dominios.
Entre los cimientos de oscuridad tiene la tienda donde mora, y permanece en las tiendas del lugar del silencio, entre las llamas eternas, sólo para ella entre las brillantes luminarias.
Sí, ella es el principio de todas las vías de perversión:
¡Ay! ¡Desgracia para quienes la posean y ruina para quienes la tengan!
Pues sus vías son vías de muerte, y sus caminos, senderos de pecado; sus rutas extravían en la perversión, y son sus pistas culpa de rebelión.
Sus puertas son puertas de muerte, camina a la entrada de su casa: al Sheol regresan quienes entran en su casa, y todos los que la poseen bajan a la Fosa.
Sí, en secretos lugares se embosca (…)
En las plazas de la ciudad se mantiene velada, y en las puertas de las urbes se aposta, sin que nada le inquiete.
Sus ojos miran aquí y allá, y levanta los párpados con aire impúdico, para mirar a un hombre justo con el fin de seducirle y a un hombre fuerte para que tropiece, a los rectos para que tuerzan su camino y a los elegidos por la justicia para que dejen de cumplir el Precepto.
A los que son de carácter firme, para que se vuelvan vanidad a causa de la impudicia, y a quienes van por el recto camino para que cambien el Decreto; con el fin de que los humildes pequen lejos de Dios y dirijan sus pasos lejos de las vías de justicia; con el fin de introducir la insolencia en su corazón, como si no se hubieran alineado en el recto camino; con el fin de extraviar a los humanos por las vías de la Fosa y seducir con halagos a los hijos del hombre.
Pergaminos de Qumrán,
Trampas de la mujer