Un año después.
LAS cosas no han sido fáciles desde que abandoné el instituto de Algezares. Un año después me encuentro recostada sobre el sofá de mi nueva casa en Granada, rememorando los acontecimientos que tuvieron lugar después de que Scandar se presentara en mi apartamento aquella noche por sorpresa. Me explicó que estuvo toda la noche junto a la tumba de su padre, necesitaba desahogarse, llorarle y decirle cuanto le echaba de menos. Cuando por fin estuvimos juntos, le expliqué que la policía lo andaba buscando, y me pidió que lo acompañara a la comisaría aquella misma noche, no quería sentirse solo nunca más.
Hubo un juicio al poco tiempo. Eva y yo temimos que el juez no creyera nuestras versiones y le diera la razón a Jacobo. Pero afortunadamente aquello no pasó. El padrastro de Scandar fue acusado de maltrato y sentenciado con una orden de alejamiento. Perdió la custodia de su hijo pequeño y al ver que no tenía nada que hacer, se marchó a Madrid, donde continuó con sus negocios.
Scandar perdió mucho tiempo entre juicio y juicio, pero con mi ayuda y mucho esfuerzo, consiguió terminar el curso además de aprobar el examen de acceso a la Universidad con una buena nota. Después del verano se matriculó en Derecho. Quiso seguir los pasos de su padre y tenía la intención de ocupar su lugar en el despacho de abogados.
Su madre continuó con su vida centrada en la crianza del pequeño Ángel, y mientras el niño pasaba las mañanas en el colegio, ella comenzó a trabajar de secretaria en la que fuera la oficina de su primer marido.
Mis padres pasaron un calvario cuando les conté todo lo que había sucedido. Fue realmente duro ver a mi padre tan defraudado con mi humillante final en el instituto, pero yo no contemplaba la idea de rendirme tan fácilmente, ni de sentir pena por mí misma.
Hace unos días llamé por teléfono a Salomé para ver qué tal le iba con su nueva posición como directora en el instituto de Algezares. Según me dijo, no era tarea fácil, pero estaba poniendo todo su empeño por cambiar ciertos matices en las normas que no le convencían.
Doña Maruja había pedido la jubilación anticipada al finalizar el curso, y Salomé fue elegida como la mejor sustituta para el cargo. Rodrigo y Cristina continuaron su romance, aunque desde centros diferentes, y es que a Rodrigo lo trasladaron a otro edificio cerca de la costa.
Por lo que pude saber a través de Salomé, Rebeca fue enviada a Inglaterra con un familiar. La abuela ya no se sentía con fuerzas para soportar sus constantes desajustes de humor, y ya que sus padres seguían en prisión, no tuvo más remedio que emigrar para comenzar una nueva vida allí.
Yo conseguí un nuevo empleo en un centro de enseñanza privada en el corazón de Granada. Llevo casi un año allí, y me encuentro felizmente instalada. Vendí el apartamento que mis padres me habían regalado y alquilé un dúplex en las afueras, junto a un parque natural cerca de la sierra.
A veces me siento a rememorar los increíbles momentos que pasé junto a Scandar en el instituto, nuestro primer beso, nuestras reuniones a escondidas, nuestras miradas silenciosas. Fueron instantes en mi vida que jamás podré olvidar, por mucho que el tiempo intente borrarlos. Nunca me arrepentí de mi decisión de estar con el chico al que amaba. Cada uno debe elegir el camino que le llama y no debería volver la vista atrás. Porque uno no imagina las historias y los episodios que le aguardan.
—Así que vamos a seguir este camino para ver a donde nos lleva— le repito a Scandar cada noche antes de irnos a dormir.
Otras obras de la autora:
Evadne, la sirena perdida
Evadne y el valle de las gorgonas
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@DianaAlAzem