Tercera parte
Lacus domina
Fugit irreparabile tempus... pocas veces pudo expresar mejor la verdad el ilustre Virgilio que con esta frase. El tiempo huye irrecuperable. Se escapa de nuestra vida con mayor rapidez e irreversibilidad que el agua que se nos escurre entre los dedos. Nada ni nadie puede evitar que así sea. Sin embargo, sí existe algo que se encuentra a nuestro alcance. Intentar aprovechar ese tiempo, vivirlo de la mejor manera, sacarle el máximo partido. Si así nos comportamos, no tendremos razones para lamentar los años pasados. Virgilio no lo supo, pero el autor del Eclesiastés, el libro que tanto llamaba la atención de Blastus y que tan difícil le resultaba descifrar, dio la clave para no desperdiciar la existencia. «Acuérdate de tu Creador mientras eres todavía joven... —dejó escrito—, antes de que lleguen los días malos y los años de los que digas "en ellos no tengo contentamiento”. » Sí, una existencia vivida de una manera recta, digna y justa sirve, sobradamente, para que el paso del tiempo no haya sido en vano.