Tenía la maleta pronta y pensaba, bueno, este viaje fue muy positivo para todos, casi volvimos a ser una familia, pude aconsejar a Annie de cómo cuidarse y había visto a su padre reír contento. Esperaba que esto le sirviera de lección y dejara de comportarse como un loco.
Y cuando estaba lista para abandonar la habitación y la casa su hermano Roberto entró para preguntarle si había visto a Annie.
—No… ¿Por qué, qué ha pasado?—preguntó y tuvo un mal presentimiento. Pensó en su secreto tan bien guardado y tembló.
—Annie no está en ninguna parte, dijo que iría a dar un paseo después de comer con Ciclón (Ciclón era un perro lanudo inseparable) —respondió su hermano.
Estaban buscándola por todas partes y pensaron que estaría con ella.
Angelica se unió a la búsqueda atormentada, y cuando pasaron las horas y vieron que no estaba por ningún lado decidió hablar con sus padres para contarle de ese joven Pietro.
—¿Y quién es ese Pietro?¿Pietro qué, no tiene apellido ese desgraciado?—su padre estaba furioso y no demoró en culparla. La acusó de haber encubierto todo ese asunto.
Pero la propiedad de su padre era inmensa y necesitaron juntar muchos caballos para buscarla.
De inmediato buscaron al tal Pietro que averiguaron se apellidaba Prisco en el pueblo, pues habían oído que se hospedaba en casa de unos tíos... Angelica tuvo la sensación de que todo era una pesadilla, debió hablar con su madre pero diablos, sabía cómo pensaban y además Annie le hizo jurar que no diría nada.
Las horas pasaban y también la desesperación de su familia. ¿Se habría fugado con ese chico al que conocía de unos meses? Eso no sería tan malo pero… Al menos podía avisar, dejar una carta…
Su madre lloró y se descompensó, y su padre fue a consolarla, no sin antes culparla.
—Debiste avisarme, ¿crees que soy un demonio sin corazón, que no habría hecho para ayudar a tu hermana? Annie fue embaucada, seducida por ese granuja y ese muchacho no era de aquí, estaba de visita en casa de sus tíos—dijo.
—No lo hice porque sabía cómo te pondrías.
Roberto intervino.
—Basta de peleas, Angelica no tiene la culpa, debimos vigilar mejor a Annie pero no creímos que… Una joven tan tranquila, se pasaba mirando tele, ignoro ni cómo hizo para conseguir un novio.
—Maldito sinvergüenza, debí imaginar que siempre estaba cerca como una mosca… Buscando la oportunidad para aprovecharse de Annie. Desgraciado. Pero deja que le eche el guante, no le quedará un huevo sano ni podrá sentarse en un mes de tanta patada en el culo que voy a darle—estalló su padre.
Peleas y más peleas, Casanova se convirtió en un caos y Annie no aparecía ni nadie sabía nada de ese Pietro Prisco.
—Es increíble—opinó Angelica días después cuando su hermana seguía desaparecida—Que nadie haya visto nada, solo porque escapó a la hora de la siesta... En la ciudad nadie duerme siesta, esto es un atraso.
No encontraron ningún Pietro Prisco en el pueblo ni en los alrededores y al ser interrogados unos lugareños dijeron que no lo conocían ni había pernoctado en casa de ningún familiar.
Ella solo lo había visto dos veces, ni siquiera podía recordar su cara con detalle, solo sabía que era rubio y muy alto, guapo y que Annie estaba tonta por él. Sin embargo su hermana le contó que salían desde hacía seis meses pero se conocían de más tiempo. ¿Le habría mentido para no confesarle que había tenido relaciones con un joven al que apenas conocía?
La foto de Annie estaba en el pueblo y en todos lados y mientras ella misma repartía volantes en el centro escuchó decir a una anciana “pobrecita, debieron cuidarla más, ¿no saben que están robando chicas jóvenes?”.
Indignada siguió a la octogenaria que caminaba con bastón y un tapado largo pero esta no quiso decirle nada.
Su hermano Roberto se acercó intrigado para saber qué había pasado.
Entonces sonó su celular, hacía días que sonaba pero luego no hablaban y tuvo la esperanza de que fuera Annie. Pero la pobre no tenía celular ni habría sabido manejar uno, resultaba sorprendente porque en Milán hasta los niños más pequeños tenían un celular pero su padre no era amigo de usarlo ni le habría regalado uno a su hija.
No conocía el número pero atendió.
Una voz masculina y misteriosa preguntó si hablaba con la doctora Angelica Roselli y ella asintió.
—Tenemos a su hermana doctora, pero no diga nada ni avise a la policía porque si lo hace… Su hermana morirá, ¿comprende?
Se alejó para que nadie pudiera oír la conversación, fingió que se trataba de su jefe y corrió hasta la otra calle.
—Si tiene a mi hermana quiero oír su voz ahora—dijo con firmeza. Conocía a esos rufianes, sabía cómo actuaban.
—Escuche preciosa, no es usted quién da las órdenes ahora. Mejor será que obedezca si no quiere recibir a su hermana en una bolsa de plástico. Sería una pena ¿no cree? Una joven tan joven, tan tierna…
Sintió deseos de matar a ese tipo.
—Aguarde instrucciones, y deje de repartir panfletos, la tenemos nosotros y está bien, por ahora…
Y diciendo eso cortó la conversación. Quiso gritar, no podía ser, Annie raptada y podía imaginar quién estaba detrás de todo eso.
Necesitaba ayuda, no podría negociar con la mafia sola.
La llamaron de nuevo para decirle que debía reunir las pruebas que había contra Alberti y aguardar en una dirección de Milán. Si no hacía eso en dos días a más tardar, su hermana sería subastada en un prostíbulo de Estambul. Sería una pieza muy bonita, joven, y tenía un estilo muy dulce… Pagarían fortunas por una virgen adolescente.
Angelica tragó saliva y se dijo que debía controlar su rabia y mantenerse calma.
—Escuche, acaban de desvincularme del caso y no puedo… No tengo acceso a esos documentos ahora. Además todos caerán, tarde o temprano caerán...
—No tan rápido abogada. Haga lo que le decimos, vaya a Milán ahora y consiga las pruebas. No querrá que nada malo le ocurra a su hermanita. Sabe qué le pasa cuando una joven es vendida a uno de esos hombres extranjeros, ¿no es así? Sí lo sabe, no es tonta.
—Escuche por favor, mi hermana no es como las chicas de su edad, ella no ha vivido nada y si le hace algo juro que lo mataré con mis manos: maldito hijo de puta.
Bien, acababa de perder la calma. En ocasiones su mente le daba órdenes claras pero el genio heredado de su abuela hacía todo lo contrario.
—¡Vaya! Toda una gata de bonitas piernas es usted… durante días seguí su rastro y mojé mis pantalones imaginando su precioso coño en mi boca…
Angelica no pudo soportar esa sarta de obscenidades y cortó. De pronto se preguntó si no sería una maldita broma para conseguir dinero o las pruebas que incriminaban a Alberti. ¿Habrían raptado a su hermana o solo fingían haberlo hecho? Estaba desaparecida pero ella sospechaba que se había escapado con su novio para que su padre no le diera una paliza.
Sintió deseos de llorar y cuando llegó a su casa pensó que era una maldita broma de esos mafiosos que solo querían fastidiarla para vengarse. En ese pueblo todos sabían que su hermana había desaparecido y si la vigilaban como sospechaba, debieron saber mucho antes que estaba en Nápoles.
Cuando llegaba a Casanova volvieron a llamarla.
Era la voz de su hermana pidiéndole ayuda.
Sintió un nudo de angustia.
—¿Dónde estás? ¿Estás bien, Annie?
—Por favor Angelica, haz lo que te piden tengo miedo… Me matarán si no lo haces, no están jugando.
Annie lloró y le quitaron el teléfono.
—Bueno, le enviaré a su correo una foto de su hermana para convencerla de que consiga los expedientes del caso. Quiero los testimonios de los testigos y todo lo que usted consiguió. Si no lo hace ya sabe… —dijo el desconocido y cortó.
La voz era distinta como si la hubiera llamado otra persona, más fría y controlada.
Pero no tenía computadora en el campo, ni una, su padre era enemigo de la tecnología.
Debía irse de inmediato, viajar a Milán y luego…
Cuando entró vio a su padre hablando con sus hermanos y otro hombre a quién no conocía, tal vez fuera un empleado, no lo recordaba. Los vio alejarse y tuvo un impulso porque sabía que su padre la culparía de nuevo y…
Y maldita sea, ella necesitaba hablar con su padre, decirle… Para que no pensara que huía como una cobarde.
—Papá, espera por favor, necesito hablarte…
Ambos se detuvieron.
—Luego hija, ahora debo hablar con tus hermanos a solas.
Ella lo detuvo furiosa y corrió a su lado.
—Papá por favor, deja de tratarme como si no existiera, como si todo esto fuera mi culpa. Se han llevado a Annie, la han raptado y han estado llamándome…
Sintió deseos de llorar al recordar la conversación con esos tipos y la voz aterrada de Annie y lo hizo, lo hizo mientras le hablaba de esas llamadas.
—Debo irme ahora a Milán por esos papeles, conseguiré todo… Lo siento por esas chicas pero si le ocurre a algo a mi hermana yo… dijeron que la matarían, y también amenazaron con…
Roberto le ofreció una silla mientras su padre la miraba con rabia, como siempre. Ahora sí estaba convencido de que todo había sido su culpa.
—No vayas a Milán, grandísima tonta. Te lo dije que ibas a hacer cabeza de turco mientras ese Berstein se llevaba todos los títulos. Estuvieron a punto de matarte ¿sabías? Tú te crías muy lista, la mujer maravilla en Milán, pero yo debí avisarles a mis amigos de allí para que te cuidaran.
Ella lo escuchó atónita.
—A mí también me llamaron Angelica, sé quién la tiene, o sospecho quién hizo esto. Es una larga historia y de algo puedes estar tranquila: Annie no está con Alberti ni con sus hombres.
Esas palabras la dejaron atónita.
—¿También a ti te han llamado? Pero oí su voz papá, la voz de Annie...
—Una grabación tontita, una grabación para hacerte caer como siempre. Eres una boba, te lo crees todo. Primero ocultándome lo de ese noviecito y ahora… Quieres ir a Milán para que te maten o te hagan algo peor.
—¿Y cómo diablos sabes todo eso? ¿Quién tiene a Annie?
Su padre no le respondió y miró a su hijo mayor.
—Tengo amigos que saben muchas cosas y también gente a la que le debo favores. Hace tiempo que esos malnacidos están detrás de ti, por eso le dije a tu madre que te llamara, que te alejara de Milán, mis parientes te han cuidado Angelica, para que luego no me digas que nunca te quise ni me importó nada de ti. Uno de ellos te cuidaba día y noche a pesar de no tener obligación de hacerlo.
—¿Te refieres al hombre del auto negro? Él ha estado vigilándome en Milán ¿pero por qué papá? No entiendo nada… ¿Qué estás ocultándome? Esto no es solo por ese caso, hay algo más. Y tú sabes bien todo. Sabes por qué se llevaron a Annie.
La cara angulosa y cetrina de su padre era una piedra, inexpresiva, dura, tuvo la sensación de que no le diría una palabra.
—Tú hiciste algo, tú… Tienes parientes mafiosos, varios y eso… Eres uno de ellos.
Esa acusación no pareció impresionar a su padre, pero la tensión en el aire había aumentado con su silencio. Su silencio decía a las claras que era culpable.
—Eso no es verdad Angelica, no digas eso, nuestro padre no es un mafioso—estalló Tulio. Él siempre lo defendía y su otro hermano no dijo nada
—¿Entonces no fue por mí que se llevaron a Annie?
Su padre decidió hablar.
—Sí, tú tienes parte de culpa Angelica, eres una terca como tu abuela, y mi culpa en esto fue haber sido blando contigo. Debí tener mano dura pero tu madre siempre te defendía y consentía como los consintió a todos ustedes, una manga de mimados es lo que son. Esas fueron mis grandes discusiones con Binca, que no me apoyaba, que sentía debilidad por todos y cuando yo te corregía ella te abrazaba y no… ¡Me cago en Cristo! Cuando un padre educa la madre debe entender que se trata de una lección no de una pena pero claro, con tanta debilidad…—hizo una pausa y suspiró—Siempre supe que eras demasiado bonita y me darías dolores de cabeza y esto comenzó mucho antes, cuando tenías dieciséis.
Angélica se incorporó furiosa.
—Escucha papá, esta conversación no tiene sentido, deja de reprocharme cosas que ya no vienen al cuento. Ni tampoco culpes a mamá porque ella siempre cuidó bien de nosotros y nos dio afecto, a todos, algo que tú eras incapaz de dar—Angelica estaba furiosa— Sigo sin entender nada papá, al parecer tú estás implicado y por tu culpa se han llevado a Annie, debiste vigilarla como me vigilabas a mí que me diste una paliza porque estaba besándome con un chico una vez.
—Es que Annie no era como tú, era una chica tímida y decente, vivía encerrada, ¿cómo diablos iba a imaginar que se veía con un mozo a escondidas? Y yo pensé que si te retenía en Casanova un tiempo estarías a salvo. Pero la mafia no perdona y yo tengo una deuda con uno de ellos. Y no vengas a juzgarme, no te atrevas a hacerlo porque lo hice para salvar la vida de tu madre. Cuando enfermó y tú estabas demasiado enojada para venir ¿recuerdas? No fue por los niños que la operaron, necesitaba un trasplante de riñón y para eso se necesita esperar mucho tiempo, tiempo de vida que a nadie le sobra.
Él le contó los detalles de esos días, esas horas y su dolor y desesperación. La vida de la mujer que amaba se escurría de las manos y necesitaba ese riñón y sabía quién podía ayudarlo. Uno de sus parientes mafiosos.
Enrico Visconti, el hombre joven tan agradable y galante que la había llevado a su casa aquella vez al salir del hospital. Él consiguió el riñón y eso le costó mucho dinero. Su padre no tenía ese dinero, estaban pasando por una mala racha en la estancia y los ahorros se habían agotado. Siempre había cuentas que pagar y su fortuna hacía tiempo que había menguado. Lo sabía… Y Enrico no aceptó ninguna paga.
“Pero si un día necesito de mí recuerda que me debes un favor primo” le dijo.
—Y cuando tú te metiste con Alberti y los suyos todos supieron que eras mi hija. Y estos mafiosos son amigos, se conocen y no les gustó, me llamaron. Dijeron que te respetarían porque eras mi hija pero que te sacara del caso porque no respondían por los otros.
Angelica comenzó a atar cabos. Su madre había estado a punto de morir, y su padre había acudido al diablo y vaya, podía entenderlo, ella habría hecho lo mismo. Luego de sufrir eso prosperó, la haciendo comenzó a florecer y estaba segura de que no era por las cosechas ni por la ventas de los productos de granja. Hacía tiempo que eso no daba dinero por eso muchos jóvenes emigraban del campo.
—Te prestaron dinero y no puedes devolverlo ¿no es así?
Su padre esquivó su mirada y fue su hermano Tulio quién tomó la palabra.
—Papá es socio de Visconti, lo ayudó para retribuir sus favores y también le debe mucho a ese hombre. La vida de mamá, Angélica y ahora… Han raptado a Annie pero no es Alberti, él sabe quién la tiene. Acaba de irse y… Papá te dirá lo demás. La vida de Annie está en tus manos, hermana.
Esas palabras le provocaron un escalofrío. ¿La vida de su hermana en sus manos pero por qué?
Cuando su padre le entregó un sobre y lo leyó palideció. ¿Qué clase de acuerdo era ese?
—Visconti vino a Nápoles desde Milán, hace tiempo que vigila tus pasos hija. Él te vio en una fiesta familiar de vendimia, cuando tenías dieciséis años y dijo que quería que fueras su esposa. Pensé que bromeaba pero luego noté que te espiaba en la hacienda y no me gustó, era un hombre y tú estabas muy verde. Sin embargo debo confesar que la idea me pareció interesante y conveniente, cuando tuvieras la edad apropiada y maduraras un poco por supuesto. Pero cuando te fugaste a los dieciocho años él desistió, luego te vio en Milán hace tiempo y vino a recordarme que le debía un favor y que tú debías ser su esposa. No te había olvidado.
Angelica se dejó caer furiosa, todo era demasiado increíble y lo que más la indignaba era que su padre hubiera estado vinculado a esa gente. Porque una cosa era tener parientes dedicados al contrabando de remedios y otros negocios turbios de poca monta. Y otra muy distinta era conseguir órganos de forma clandestina y ligarse a lo más oscuro y groso de la mafia.
—Deja de mirarme así, ya está hecho. Y mientras tú taconeabas en Milán yo peleaba por salvar la vida de tu madre. ¡No puedes juzgarme, no te atrevas a hacerlo!
—¿Y tú quieres entregarme como prueba de amistad, para pagar tu deuda a ese hombre, Enrico Visconti? ¿Y esperas que duerma con él como una vulgar ramera? ¿Qué clase de hombre haría eso? Esto es… No puedo creerlo ¿sabes? ¿Y qué es todo esto? ¿Acaso firmaste un pagaré con Visconti y ahora temes que te haga un juicio y se quede con todo?
Su padre tosió nervioso.
—No he dicho que seas la ramera de nadie, Visconti es un caballero, jamás haría semejante insinuación. Ha prometido encontrar a tu hermana pero a cambio exige que leas este contrato y lo firmes. Léelo no es tan cretino. Lee el contrato, hazlo. Quiere que seas su esposa bajo esas condiciones. Es un contrato pre nupcial. Y antes de chillar y quejarte piensa con calma todo lo que debemos a ese hombre por favor. La vida de tu madre, ¿porque tú la amas no es así? A mí me detestas, pero Bianca... Y por si fuera poco salvó Casanova de ser vendida y ahora también me ayudará a encontrar a Annie. Piénsalo. Porque el tiempo apremia, y tienen a tu hermana, me enviaron un horrible video que tu hermano vio. No exagero, Annie no es como tú, a pesar de sus locuras es una niña, no resistirá esto hija.
—Claro, y tú prefieres mil veces sacrificar a la oveja negra de la familia: a la rebelde y necia Angélica para salvar a Annie que sí es un ángel.
Su padre respiró hondo y la joven saltó de la silla furiosa.
—Escucha papá soy abogada, debe haber otra forma de rescatar a Annie. La policía estará buscándola imagino y tengo mis contactos en Milán, puedo hacer algo más que prostituirme unos años a cambio de que liberen a mi hermana.
—No lo hagas hija, no hagas nada y por lo que más quieras: no vayas a Milán. Es lo que quieren que hagas para atraparte, para obligarte a conseguir la evidencia de ese caso. ¡Es una jodida trampa, no seas insensata! No tienes escapatoria y no vas a prostituirte, deja de dramatizar. Él hará algo más que casarse contigo: te protegerá, y te mantendrá a salvo de esos mafiosos que están detrás de ti. Es lo que necesitas, un marido y no te lo digo por machista, siempre me dices machista. Es por tu bien.
—Y para que tú pagues tu deuda por supuesto... Escucha, no te creo nada. Todo esto es para que me case porque no soportas tener una hija titulada y solterona, que se gana su dinero y no depende de ningún hombre. Si Visconti es tu pariente, tu amigo te ayudará sin pedir nada. Si no... Pues que se vaya a la mierda. Soy abogada, ¿crees que me casaría con un mafioso, un completo desconocido? Debes estar loco, diablos. Y para que entiendas no pienso casarme, no me interesa ser la esclava de un hombre ni ser como mis hermanas que no tienen vida, porque son esclavas de un marido tiránico. Vivir para el prójimo como las monjas, los misioneros. Eso no es para mí. Y no necesito a nadie. No llegué a dónde llegué por débil y mucho menos por sentimental. Nunca permití que me atara ningún hombre y no lo permitiré ahora. Deja de temblar, y deja de odiarme. Tú siempre me has odiado. Y vienes a pedirme un favor. Me dices... por favor hija cásate con un pariente mafioso, para que liberen a tu hermana... Bueno, tal vez exista la deuda y no tengas cómo pagarla, pero no estamos en la edad media para que la doncella de dorada cabellera sea sacrificada al dragón para que toda la aldea viva feliz.
Angelica se sintió mareada y tan furiosa que... De pronto abrió el sobre, ese maldito contrato la intrigaba, era abogada y estaba segura de que ese documento era un disparate. Lo leyó mientras intentaba pensar con calma, si es que podía...
Contrato nupcial. En la ciudad de Pozziolo, Nápoles se reunía el doctor... para celebrar un acuerdo pre-nupcial entre el señor Enrico Visconti y la señorita Angelica Roselli...
Bla, bla, bla, términos legales, datos sin importancia... "Quienes contraerán nupcias en el término de un mes en la alcaldía de Nápoles frente a testigos y...
Prometía casarse en menos de un mes, colaborar para tener una convivencia pacífica, sabiendo que el matrimonio... Sexo cuatro veces por semana como mínimo que incluía las formas tradiciones de tener intimidad y...
Maldita sea, luego de que ese contrato hablara tanto de sexo enrojeció. Porque quedaba claro que no se casaría con ella para que fuera su esposa de nombre, el matrimonio debía ser consumado luego de celebrarse la boda y en el plazo no menor a... Una semana.
Luego hablaba de ciertos acuerdos económicos en caso de divorcio y también advertía que podía pedirse la anulación anticipada del presente contrato. Es decir, era una especie de experimento y allí el tipo demostraba cierta lucidez o tal vez simplemente defendía sus intereses. Si la cosa no funcionaba, si la convivencia se tornaba insoportable, si el sexo era un completo desastre y si ella era la encarnación de la bruja Blair pues...
Sintió deseos de reír y lo hizo, su risa era histérica y su padre la miró como si se hubiera vuelto loca, en realidad se sentía así por momentos.
—Está bien, leeré este contrato. Lo leeré, no he dicho que lo firmaré—declaró.
Su padre habló pero esa conversación la había hartado. Vaya, era la bruja inmolada para salvar al ángel y si no firmaba, no aceptaba la ayuda de ese cretino pues matarían a su hermana o la venderían como meretriz en un mercado negro.
Se incorporó molesta llevándose el contrato. No escuchó las protestas de su padre, sus intentos de convencerla, era adulta, hacía tiempo que no escuchaba a nadie. Iría a Milán y le entregaría esos malditos papeles. Ni loca firmaría un contrato nupcial. Su padre debía estar loco, todos estaban locos... Hacía tiempo que la perseguía con eso de que debía casarse y tener un marido. Era un pesado, su madre también... Y Annie una reverenda tonta por dejarse pillar.
Angélica salió de la habitación dando un sonoro portazo y hecha una furia corrió a su habitación para encerrarse y llorar. Maldito padre que la odiaba, maldita familia en la que había caído, maldito contrato lujurioso que decía con detalles que debía complacer a su marido a toda hora y ser “una esposa ardiente y satisfactoria”, si ese cretino sinvergüenza desgraciado hijo de su madre supiera quién era ella. Maldito hombre lascivo que se masturbaba mirando sus piernas en una foto de modas. Mejor sería tener una noche de sexo en vez de atarse a ese loco demente que decía estar enamorado de ella sin siquiera conocerla. ¿Qué clase de hombre actuaba así? Era un mafioso, bueno, no era uno de los más gruesos, pero podía pagarse una buena ramera de vez en cuando, o si no, conseguirse alguna novia para divertirse. No había necesidad de andar cobrando viejas deudas con el pellejo de otros, ¡Dios bendito!
Lloró sin poder contenerse, de rabia y desesperación. Tenían a Annie, y no quería saber lo que le harían, una joven tan buena, tan vulnerable… casi una niña. ¿Cómo podían ser tan desalmados, tan perros?
Volvió a llorar mientras daba vueltas en la cama como una fiera. Ni loca se casaría con ese hombre para tener sexo, ¿qué clase de contrato le decía las veces y la forma en que debían hacer el amor? Eso era para golfas, no para ella. Nunca firmaría ese contrato y si no se iba esa noche era porque… Estaba cansada y nada más.