César Di Brunni
Días después mientras daban un paseo por el centro en su auto se detuvieron a tomar algo. Chiara manejaba a mucha velocidad y su prima sufrió algún que otro sobresalto.
De pronto se detuvo en el centro, en un restaurant donde saludó a unos amigos. Imaginaba que uno de esos amigos con los que salía a veces. Salía con varios pero eso no era de su incumbencia.
—Ella es mi guapa prima Laura, ¿verdad que es bonita?—Chiara se había vuelto para presentarla a sus amigos. Uno de ellos la miró con una sonrisa. César Di Brunni, un joven alto, de cabello oscuro espeso y ojos oscuros, intensos, y muy guapo. Debía ser o millonario o tal vez algún antiguo ex, o un modelo porque ella también conocía a muchos modelos…
Laura se pidió un refresco mientras los demás pedían el menú. De pronto se sintió incómoda al sentir las miradas de ese florentino. Tuvo la sensación de que su prima intentaba presentarle millonarios para que tuviera sexo, porque consideraba que era sano tenerlo, y si era con tipos ricos: mejor.
Y cuando ellos insistieron en llevarlas a dar una vuelta y pasar el día todos juntos, se inquietó. Tuvo la sensación de que prima intentaba que ligara con César, pues él no se apartaba de ella en ningún momento.
Y cuando pudo escabullirse al tocador Chiara la siguió.
—No seas tonta, le gustas… Muestra un poco de interés. Di Brunni es un hombre muy atractivo, ¿no crees?
Se refería a César por supuesto.
—Sí, es atractivo pero no me iré a la cama con él.
Su prima sonrió.
—Es muy rico y vive en una mansión de Florencia que cuesta cerca de… No me puedo acordar pero si no me equivoco esa casa debe valer medio millón o más…
—No me importa eso Chiara, por favor—la interrumpió Laura— No estaría con un hombre por dinero.
—Bueno, pero no deja de mirarte, te vio el otro día en el centro y se quedó… Enamorado. Quería que te presentara. No seas boba. Por lo menos sonríele y no le quites la cara si quiere besarte. No te pedirá nada hoy pero si luego…
Laura se sonrojó. Su prima iba muy deprisa. Nada más llegar y esperaba encontrarle un hombre para salir. Bueno, no era que le molestara pero…
En realidad eran agradables, y de su tierra, tenían mucho en común además del idioma y Alberto era quién bromeaba mientras que César manejaba su auto y se burlaba de los franceses. Estaban allí por negocios, dijeron.
De pronto detuvieron el auto y recorrieron los jardines de Versalles y César le compró una rosa a uno de esos vendedores ambulantes y se la dio.
Laura se estremeció cuando se la dio y le robó un beso.
No se esperaba ese gesto tan tierno y rapaz y lo miró desconcertada.
Él sonrió y ella vio de nuevo esa sonrisa ladina de diablo y se sonrojó.
—Una rosa para un pimpollo… Eres preciosa, bebé—dijo y luego se acercaron a los jardines en silencio mientras Chiara se alejaba con Alberto Bruno.
—¡Ni sueñes que me llevarás de nuevo a ese castillo!—protestó y se fue abrazada a su amigo. Habían estado a los besos poco antes en el auto y no tuvieron inconvenientes en largarse. Seguramente para irse a la cama.
Laura sintió deseos de matar a su prima: la dejó sola con ese hombre al que acababa de conocer.
—Chiara… Chiara, ¿cómo haré para regresar?—gritó y su mirada se encontró con la de César que sonreía y extendía su mano.
—Yo te llevo luego bebé, no te preocupes. No soy un raptor de chicas jóvenes.
Laura lo miró y aceptó su ayuda vencida. Solo esperaba que no fuera más que un beso robado lo que le pidiera ese día y deseaba que no la creyera parecida a su prima: una mujer tan liberada y ligera que no le importaba irse a la cama con el primer hombre joven, guapo y rico que apareciera.
—Así que te gustan los castillos, y las historias de princesas imagino—dijo él.
Ella lo miró sonrojándose. No le agradaba que la llamara bebé y ahora parecía acusarla de mirar los dibujos de Walt Disney.
—Me encantan los castillos pero no miro historias de princesas.
Él sonrió al notar que se ponía algo enfurruñada.
—Solo bromeaba… ¿Sabes que hacía uno de los reyes que vivió aquí? Versalles fue construido como un castillo para el rey y su corte, cortesanos hombres. No había habitaciones para las damas, ni siquiera para la reina. La reina tenía otro castillo y las damas que visitaban Versalles debían marcharse.
—¿De veras? ¿Entonces, eran gays o qué?
Él rió al oír eso.
—Bueno, la historia no lo dice pero… Sospecho que era un espacio privado, solo del rey y de sus cortesanos. Nada de mujeres, porque trataban asuntos políticos muy importantes y no querrían… Con los años y los sucesivos reinados se convirtió en palacio real y uno de esos reyes… Creo que Luis el Bienamado tenía un atajo del que salía de Versalles para visitar a sus damitas adolescentes.
Laura se sonrojó.
—¿Salía con menores? ¡Qué pervertido!
Los ojos de César brillaban con intensidad cuando le contó el resto de la historia.
—Era la costumbre de entonces: un noble se casaba obligado con una dama por un tema de Estado en este caso, pues un rey no podía desposar a quién se le antojara como ahora. Y si la esposa era fea o no resultaba satisfactoria el rey podía tener un montón de amantes… Ese rey tenía amantes que le conseguían sus cortesanos. Jovencitas pobres que luego, cuando él las descartaba las dotaba para que pudieran casarse. O se las entregaba como esposa a uno de sus cortesanos.
Laura pensó que esa costumbre era abominable.
—¿Y si la chica no quería? ¡Qué viejo inmundo! Buscar a chicas jóvenes. ¿Y luego las desechaba y las dotaba?
Habían llegado a Versalles y un montón de turistas hablaban en otros idiomas mientras sacaban fotografías con sus celulares.
—En esos tiempos era un honor ser la querida del rey bebé, tú lo razones con la mente del siglo XXI pero entonces no existía eso llamado moral victoriana, que fue mucho posterior. Entonces las chicas vendían su virginidad y luego, eran liberadas siendo aún jóvenes y hermosas. Podían casarse y tener una vida mucho más digna. Progresaban ¿entiendes? Muchas eran campesinas ignorantes, el rey solo exigía que fueran jóvenes bellas y vírgenes, no le importaba si eran campesinas.
—Sigo pensando que era horrible. De haber vivido en esa época y hubiera sido una campesina seleccionada para dormir con el rey habría escapado.
—Y si yo hubiera sido el rey no te habría dejado ir… Ni habría permitido que otro cortesano te desposara…—dijo él galante.
Laura se sonrió ante su galanteo y se dijo que era demasiado guapo para fijarse en una chica como ella. Y al notar que la salida se demoraba se sintió algo inquieta.
—Disculpa… Quisiera regresar al apartamento de mi prima, estoy algo cansada.
Buscó cualquier excusa pues no conocía de nada a ese hombre que debía tener más de treinta y… Su prima salía siempre con tipos de dinero pero eso no era garantía de que fueran caballeros ni mucho menos.
El florentino la miró con tanta intensidad y luego sonrió.
—¿Puedo invitarte otro día? Hay lugares mucho más interesantes en Paris, te gustará conocerlos.
Laura no quería aceptar. Vaciló, pero le pareció descortés rechazar una invitación a conocer Paris, no la estaba invitando a su cama solo a ser su guía turístico.
—Sí, por supuesto… Espero que el buen tiempo acompañe.
Subió a su auto y recordó la historia que le había contado sobre ese rey francés y lo que él le había dicho. ¿La consideraría una campesina bonita lista para dormir con él por una dote o algo así? ¿Sería casado? Su prima salía con casados y el amigo de César lo era, al menos tenía una alianza de oro gigantesca.
Miró al joven que manejaba rápido y no le vio alianza pero sí un anillo en su dedo meñique como tenían algunos hombres ricos de Milán. Un anillo de oro con un sello, algunos usaban el escudo de su casa.
Pero no podía hacer preguntas personales, apenas le conocía y no quería que pensara que era como su prima y que luego de llevarla a pasear algunas veces y comprarle alguna joya se iría a la cama con él.
—¿Hasta cuándo te quedarás preciosa?—le preguntó de pronto.
—No lo sé… Estoy de vacaciones y mi prima… Bueno, es que me prometió conseguirme trabajo aquí de modelo. No te rías por favor.
Él la miró a través de sus gafas oscuras.
—¿Reírme? Y por qué habría de reírme, eres preciosa bebé. Solo que aquí el modelaje es para esas anoréxicas que deambulan como fantasmas por las pasarelas.
—Bueno, es que me ofreció hacer una campaña y me sacaron un montón de fotos y me pagaron pero no… Me siento algo ociosa aquí, después de trabajar diez horas casi en un centro comercial…
—¿Trabajabas en un centro comercial?—pareció sorprenderse.
—Sí… Yo no soy como mi prima, ella es una top model que gana millones, yo soy… Podría decirse de la rama pobre de la familia y mi prima me dijo...
Le contó la historia y de pronto se le escapó que había ido porque estaba deprimida y se sentía como en un pozo.
—En realidad no le creí demasiado. Pero si me gano algún dinero tal vez pueda armar mi propio negocio, pequeño por supuesto pero no tendré que trabajar en esa zapatería para siempre.
—Vaya, una chica independiente y emprendedora. Eres muy madura para tu edad, ¿sabes? Y dime, ¿cómo es que una chica tan preciosa como tú no tiene novio? ¿Qué pasa con los chicos de tu ciudad, son estúpidos o qué?
Laura lo miró. ¿Quién le había dicho que no tenía novio? ¿Acaso se veía como una solterona de veintidós años?
—Es que prefiero estar sola, acabo de terminar con una relación de muchos años y no… No es sencillo para mí, ni siquiera he podido salir con nadie en estos meses. Me han invitado pero no… Necesito recuperarme.
—Bueno bebé, si te dejó escapar es un imbécil, no merece que hagas luto por él. La vida es corta y es una sola… No existe ni Dios ni infierno, así que mejor, disfrutar cada segundo, cada minuto, ¿no crees?
Laura no respondió, no estaba preparada para salir con nadie, y esa salida había sido planeada por su prima o casualidad, le gustaría ser como ella poder salir y no pensar en nada pero sabía que no era así. Era una tonta sentimental.
César la dejó en la puerta del edificio, al parecer sabía dónde vivía su prima… Y mientras se despedía de él se preguntó si no sería uno de los que salió con ella en el pasado.
Entró algo nerviosa al edificio. Era un hombre muy guapo, alto, atlético y la había llamado bebé, preciosa y parecía muy galante pero… Estaba segura de que solo quería sexo, que era casado o… Sospechó que allí había gato encerrado y que mejor no hacerse ilusiones porque luego sufriría.
Cuando entró en el apartamento lo encontró vacío. Por suerte su prima fue previsora y le había hecho un juego de llaves.
De nuevo sola.
Corrió a darse un baño, y se dispuso a cenar las provisiones que ella había comprado el día anterior porque en esa heladera solo había yogurt, manzanas verdes y poco más. Ahora había jamón, panceta, huevos y pan francés… El pan francés era una delicia y tenía esas deliciosas baguette guardadas en la panera.
Así que esa noche se daría un festín mientras esperaba el regreso de su prima. Y mientras engullía un sándwich de tomate, jamón y huevos se preguntó si tardaba porque tenía un amante muy exigente o si luego de hacer el amor la llevaría a cenar ese hombre, Bruno. ¿Y qué pensaría la esposa de ese hombre de todo ese asunto? ¿Sabría, sospecharía o…? Vaya, pues ella prefería tener un marido pobre y fiel que uno rico y sinvergüenza. Qué desagradable saber que tu marido, con el dormías y lo hacías todo también se acostaba con otra.
Un ruido en la puerta la despertó de estas reflexiones.
Su prima había regresado y llevaba un montón de bolsitas. Al parecer había ido de compras con su novio casado y se veía radiante, feliz.
—¡Hola! Llegué…—dijo y dejó las bolsas sobre uno de los sillones del comedor y suspiró.
Tenía la rara costumbre de enloquecerse comprando y luego dejar esas compras para que la paciente francesa encargada de la limpieza que iba dos veces por día a asear el apartamento lo guardara todo. Sin embargo ese día quiso mostrarle sus últimas compras: un vestido azul de algodón y encaje en el escote, zapatos haciendo juego en gamuza y las joyas…
—Acabo de cobrar mi sueldo… Mira esta belleza—dijo enseñándole una gargantilla de oro y un gran rubí.
Laura se acercó pasmada. Esa joya debía valer una fortuna.
—Me lo regaló Alberto Bruno. Soy su favorita ¿sabes? Dice que ninguna lo hace tan bien.
Al ver la cara de espanto de su prima pueblerina calló, porque si le contaba que había estado acostándose una semana entera con Bruno en todos los sitios que él quiso: en su auto, sentada en la mesada de la cocina de su apartamento, en la ducha y en el sillón y que estuvo un buen rato de rodillas… No, no podía dar detalles.
—Pero ese hombre es casado, vi su anillo—dijo Laura.
Chiara lanzó una carcajada.
—Su esposa es una niña rica, boba, y en la cama es un completo desastre. Pero lo atrapó porque es… Como te diría. Una tontita muy hogareña y le dio como tres hijos. Y a Bruno le gusta dar la imagen de hombre serio de familia. Pero cuando quiere sexo del bueno sabe dónde encontrarme.
Su prima se horrorizó no solo porque dijera que su esposa era boba, sino porque había estado una semana en la cama con ese hombre para luego recibir esos regalos como si fuera una ramera paga.
—¿Pero tú lo haces por dinero, Chiara? No puedo creerlo. Eres modelo, ganas millones. ¿Por qué?
Su prima se enfureció al oír eso.
—Oye, cuidado con lo que dices. No soy una ramera, es él que quiere hacerme regalos, yo no le pido nada. Además me encanta hacerlo con él, es un demonio en la cama.
Pareció fastidiarse y fue en busca de un vaso de whisky nerviosa.
Solía tomarse un trago de Whisky cada vez que algo la contrariaba. Últimamente parecía irritarse por todo.
—Lo lamento no quise decir que…Perdóname, no quise ofenderte pero no entiendo… Soy muy distinta a tú —dijo Laura arrepentida.
Su prima la miró con una sonrisa.
—Por supuesto que no te pareces nada a mí… Pero escucha, dije que te presentaría millonarios y lo haré, y solteros… ¿Qué tal te ha parecido el florentino? Es un hombre muy atractivo y está loco por ti, ¿sabías?—su prima bebió un sorbo de whisky y se quitó los tacones para sentarse en un cómodo sofá.
Laura se sonrojó.
—Me parece muy guapo sí… Pero no voy dormir con él si es lo que busca. Además no puede estar loco por mí, apenas me conoce.
Ella sonrió.
—Vaya, no sabes nada de hombres. Si no le gustas en el comienzo olvídalo. Y tú le gustas mucho, te vio una vez en Paris y… Quiere conocerte.
—¿Es casado?
—¡Por Dios, no! Es un soltero consumado, no quiere compromisos ni hijos, no es como su tonto amigo Bruni que se dejó atrapar con un bebé.
—¿Y sale con muchas chicas?
—Que yo sepa no… Bueno, los hombres tienen siempre alguna si no tienen pareja estable, y a veces con pareja y todo… Pero ¿dime qué te ha parecido? ¿Te gustó?
Laura asintió con un gesto.
—Pero eso no significa que quiera salir con él ni que crea que lo haré con él en cualquier momento. Además hoy me dejaste sola… Recién lo conocía.
—Tranquila tontita, no te enojes. César es un hombre de mi total confianza, sabes comportarse, y si no quieres dormir con él no va a violarte. Y si no aprovechas esta oportunidad eres más que boba.
—¿Oportunidad? Solo salimos una vez y fue algo extraño.
—Pero imagino que te invitó a salir de nuevo.
—Sí… Y fue muy amable y galante pero...
—No pongas peros, aprovecha. ¿Crees que puedes conocer millonarios todos los días? Ese hombre está lleno de oro y te adora. Si logras pescarle, con astucia podrías hacer que se enamore y luego… Vivir como reina en su mansión florentina. A esos florentinos les encanta tener una esposa.
—Chiara, solo salí una vez ¿y tú crees que el hombre quiere casarse conmigo? Me recuerdas a esas novelas románticas del siglo XIX la casamentera le consigue un buen partido a su protegida y todo tiene un final feliz y precipitado.
—¿Y quién te dice? Si lo enamoras lo tendrás comiendo de tu mano como una palomita… Un palomo en realidad—rió de su propia broma—. Solo debes ser astuta y darle tiempo. Acepta lo que te pida sin ponerte mojigata ni exigente. Y recuerda que es un cazador, y a los cazadores les gusta mucho cazar y no ser cazados.
—¿Un cazador? Dirás un mujeriego.
—OH por favor no pongas esa cara tontita. Eres inteligente Laurita, aprovecha. Conozco bien a los hombres y sé que ese está bobo por ti, no lo rechaces, tampoco demuestres mucho interés… Solo hazte la difícil y no te vayas a la cama enseguida. Déjalo que espere un poquito y disfrute su conquista.
Laura sonrió.
—Ahora es tu cabeza la que va muy acelerada. Solo quiere sexo y crees que podré llevármelo al altar, mudarme a una villa florentina y convertirme en su señora esposa.
—No voy deprisa, solo hago proyecciones. Los más mujeriegos también se cansan primita, y ese ha tenido muchas mujeres y ha de estar buscando algo estable, con una chica decente. Porque tú eres casi virgen querida, con un solo hombre lo eres. Además sospecho que tu novio no sabía hacer nada.
Esas palabras le molestaron.
—¿Por qué dices eso? ¿Tú qué sabes?
Chiara dejó escapar una risita irritante y mientras iba por un segundo whisky dijo muy concentrada en la botella:
—Yo no sé nada de tu ex, pero con la cara de bobo que tenía… Y no sabré nada de él, pero sí sé de los hombres y puedo olfatear un macho sensual y ardiente a leguas de distancia. Ardiente y potente. Bruni es así y su amigo también. Son hombres que lo quieren todo Laurita, no se conforman con una sola chupada tímida como le hacías a tu novio.
Laura estaba tan furiosa que le gritó que se callara.
—Vamos, no te ruborices tanto. ¿Ni siquiera le dabas una alegría a tu novio? No te creo. A todos los hombres les gusta, son las mujeres que no quieren y se niegan porque les da asco. Por eso después buscan a otras que son menos vergonzosas, como yo… Que soy muy buena en la cama.
Laura miró a su prima pensando que era una ramera consumada. ¿Pero eran los hombres tan desesperados por el sexo como decía ella? ¿Acaso no buscaban el afecto, la compañía, y también las risas en una relación? Una tía le había dicho que enamorarse y ser feliz no pasaba solo por compartir la cama sino las risas. Y ella siempre se reía con su marido y hasta el último día de su vida lo amó, lo adoró y dijo que el hombre ideal no era solo el que te era fiel sino aquel que te acompañaba siempre y te hacía reír. ¿Pero qué sabía Chiara del amor? Solo pensaba en joyas, en hacer viajes y disfrutar la vida. Y disfrutara la vida incluía no involucrarse. Ahora salía con Bruni, luego saldría con otro porque no le interesaba tener algo estable ni duradero.
—Yo no podría ser como tú ¿sabes? Me sentiría usada, como una cosa para dar placer y nada más—dijo entonces mientras se preparaba otro sándwich. Esa conversación la había hecho sentir muy molesta.
—Por eso te digo que te cases con Di Brunni boba, sal con él un tiempo: luego te descuidas, quedas embarazada y él va a estar tan contento contigo que querrá casarse. Y no exagero, tengo la sensación de que es de lo que solo se dejan atrapar con un hijo como su amigo Alberto.
—Chiara, ningún hombre se deja atrapar por un hijo. Vamos, nadie se casa por esa razón. Lo hacen porque quieren a su novia, la aman, tal vez no se sientan satisfechos porque son muy ardientes como tú dices, pero se quedan con la esposa porque la quieren, a pesar de que se comporten como cretinos. Y porque necesitan afecto, un hogar, el amor de una esposa, alguien que los espere… Por más que le des todo en la cama él regresará con su esposa no porque ella le haya dado tres hijos.
Esas palabras la enojaron.
— ¿Tú qué sabes? No puedes saber más que yo de los hombres, solo has tenido uno y muy malo.
—Porque lo he visto muchas veces. Mienten para embaucarte, para llevarte a la cama. Siempre mienten. ¿NO sabías que los hombres mienten? Usan a las chicas de paño de lágrimas, para desahogarse, lo he visto mucho. Es lo que pasa con los tipos casados.
—Bueno, a mí no me importa, no tengo planeado casarme con Bruni, solo la pasamos bien juntos y ni loca agarraría viaje con un tipo que tiene tres niños, los niños son una molestia, además son todos pequeños. Ahora me iré a dormir, estoy muerta de cansada, demasiado sexo por hoy.