Regreso a casa
Regresaba a su casa cuando sintió algo extraño y de pronto vio un auto negro estacionado en la otra cuadra. Un auto negro había provocado el accidente que mató a su amiga.
Corrió a darse un baño, se sentía sofocada y con ganas de llorar. Todo lo que tuviera relación con César la angustiaba. Estaba luchando por sacarlo de su vida y no podía porque ni siquiera podía dejar de pensar en él.
—Laura, estás pálida hija, y se te hace tarde para ir al trabajo. Además sospecho que no has desayunado.
Su madre estaba atenta a todo, como cuando era una niña, como si no pudiera ver que había crecido. Pero en esos momentos no se enojó, tenía razón.
—No iré al trabajo mamá, me siento mal.
Su madre se asustó y quería llamar al médico.
—No exageres. Solo necesito algo dulce, olvidé desayunar.
Avisó al trabajo que se tomaría unos días por problemas de salud. Su cabeza era un torbellino, necesitaba alejarse de todo y descansar. No ver a nadie.
Y cuando su madre le avisó que su primo quería verla se negó a ir.
—Dijo que es urgente.
De nuevo su primo Antonio, no podía creerlo.
Fue porque su madre insistió.
—Necesito hablar contigo, ¿podemos dar una vuelta? Por favor, seré breve.
Aceptó de mala gana.
Cuando salía vio el auto negro estacionado en la otra cuadra, una camioneta negra furgón con vidrios oscuros. Parecía el auto del demonio y furiosa se acercó. Estaba cansada de ese tipo la siguiera y si era enviado por Mark…
Pero cuando quiso acercarse la camioneta arrancó y se alejó a toda velocidad. ¡Eso se llamaba tener cola de paja!
—¿Qué pasó Laura, por qué te acercaste a ese auto?—quiso saber su primo.
—Ha estado siguiéndome… Todo el tiempo, cada vez que salgo veo a esa camioneta. Estoy harta de vivir con miedo Antonio y no sé de qué quieres hablarme pero si esperas que cambie de idea.
—No, no vine a convencerte. Solo quiero decirte que donaré gran parte del dinero de Chiara a instituciones de caridad que luchan contra la trata de personas y también…
—Me alegro que lo hagas.
—Y hay algo más. Quiero que tú también recibas una parte Laura. Mi hermana te hizo mucho daño y tú… Planeas estudiar y tu madre dice que no has estado muy bien de salud y creo que… No lo rechaces, no es mucho, solo es una pequeña ayuda. Una indemnización.
—Te agradezco pero no quiero el dinero de Chiara, has hecho bien en donarlo a fundaciones benéficas. Puedes agregar ese legado también.
—Laura por favor, no seas tan orgullosa. El dinero es necesario y olvida que es de Chiara. Ella no actuó bien pero sabes, la droga, y esa vida que tenía… Debió enfermarse. En ocasiones las personas se enferman, están tan metidas en esa porquería de vida que no son capaces de pensar como seres normales y… Tú lo necesitas, debes trabajar para pagar tus estudios, tus padres son pobres no pueden…
—No son pobres, tienen lo justo para vivir con dignidad, pobres son las personas que creen que pueden comprarlo todo con dinero. Y si crees que aceptaré el dinero que recibió ella por venderme me ofendes, ¿sabes? No me conoces Antonio.
—No te ofendas, pero el dinero es necesario. No pienses que es de Chiara, mi hermana está muerta. Si hizo mal en este mundo creo que lo pagó muy caro, lo pagó con su vida. Y no te pediré que seas testigo pero temo que todo esto saldrá a la luz porque acaban de detener a un sujeto noruego radicado en Francia llamado Mark por raptar jóvenes y prostituirlas y luego… Está implicado en el asesinato de mi prima y solo es cuestión de tiempo de que las pruebas encajen y...
Laura se detuvo.
—Entonces sabrán lo que hizo tu hermana, todo saldrá a la luz.
Antonio asintió.
—Qué triste y qué injusto, porque todos sabrán lo que hacía Chiara, y dirán que fue capaz de vender a su prima pueblerina.
—Sí, es horrible pero mi hermana no merecía morir. Hay tanto asesino y demente suelto por este mundo, jamás son juzgados y… Mi hermana merece justicia. Si la droga la llevó a…
—NO fue la droga, yo nunca la vi drogada, no era tonta, gastaba mucho en ropa, en zapatos pero no fue la droga. Escucha Antonio, no quiero ese dinero y si se hace justicia muy bien, estoy de acuerdo en que deba pagar ese desgraciado por matarla. Si es que fue él, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Es lo que dice la ley. Pero yo no quiero el dinero y te agradecería que no regresaras, porque todo esto me ha afectado y necesito quedar al margen. Olvidar. Estoy luchando para hacerlo ¿entiendes?
Estaba luchando por olvidar a César y recomenzar su vida.
—Está bien, entiendo pero… Ya deposité el dinero en tu cuenta, le pedí a tu madre y si no quieres tocarlo no lo hagas. Pero en el futuro puedes necesitarlo. Quedarte sin trabajo o sufrir un accidente, en la vida nunca se sabe lo que va a pasar. El dinero es necesario, no compra la felicidad por supuesto pero paga cuentas, y te permite subsistir, vivir con dignidad.
Esas fueron sus palabras.
Todo un discurso.
Podrías necesitarlo, quedarte sin empleo, sufrir un accidente…
Mientras regresaba a su casa recordó esa camioneta oscura.
Ese hombre Mark, podía intentar matarla para que no atestiguara, ella no pensaba atestiguar pero demonios, seguían sus pasos.
Y a pesar de que sabía que no debía hacerlo lo llamó por teléfono.
—Hola, ¿cómo estás bebé?
—Necesito hablar contigo, es urgente.
—Ven a casa, hoy me quedaré aquí y no saldré, estoy con dolor de cabeza.
¿César con dolor de cabeza? ¡Qué extraño!
—Enviaré por ti en media hora, ¿te parece?
—No, no te molestes.
Insistió y media hora después apareció un hombre gordo de lentes oscuros en una camioneta negra. Muy parecida a la otra… Esa que había visto en las inmediaciones, vigilándola. No podía ser.
¿Acaso había estado espiándola? Ese hombre estaba loco. ¿Por qué no la llamaba y le decía que quería verla en vez de hacer esas cosas?
Subió a la camioneta, se abrochó el cinturón y la camioneta arrancó a mucha velocidad.
Estaba furiosa y tenía pensado decirle un par de cosas. Pero al llegar a la villa florentina y verle tendido en su sofá con una bolsa de hielo en la cabeza y un ojo morado toda su rabia se evaporó.
—Hola bebé, qué bonita estás… Preciosa. Perdona por no haber ido por ti pero todavía no me recupero.
—¿Qué pasó? ¿Te golpearon?
—Bueno, si vieras como quedó el otro no te preocuparías.
Ella se acercó pero decidió no dejarse manipular. Tenía muchas cosas para decirle y lo haría.
—Entonces todo fue tu idea César, la de llevarme a Paris. Y la convenciste, convenciste a mi prima de que lo hiciera. Y no te atrevas a negarlo, estaba en el móvil de mi prima y…
Él la miró con fijeza.
—¿Quién te lo dijo? Era muy confidencial.
—Mi primo Antonio. Él me buscó, quiso que atestiguara para que encuentren al asesino de Chiara. Me negué y le expliqué por qué no quería.
—¿Tu primo? ¿Chiara tenía hermanos? Nunca lo mencionó. Vaya, creí que era hija única.
—No desvíes es el tema. Tú pagaste para que me quedara aquí, y sospecho que tú ideaste el plan de llevarme a Paris.
—No fue así exactamente bebé, no te alteres. Ven, siéntate, te diré la verdad pero antes… Quiero saber quién ese ese rubio con el que estás saliendo.
—¿Rubio? Yo no estoy saliendo con nadie. Escucha, tú has estado vigilándome y no lo niegues, también has llamado a mi teléfono y luego cortas la llamada.
Una sonrisa leve fue su respuesta.
Su móvil sonó entonces. Antonio estaba furioso.
—Laura, hay un demente que me golpeó y dijo que me mataría si no me alejaba de ti. Está loco.
Ella se sonrojó.
—Lo lamento mucho Antonio. Es que es un ex muy celoso, ha estado vigilándome por eso vimos la camioneta negra, pero no te preocupes. Estoy hablando con él.
Cortó el móvil y suspiró.
—Tú estás loco, loco de remate Di Brunni. Acabas de darle una paliza a mi primo, al hermano de Chiara.
—¿El hermano de Chiara?
Laura le contó todo desde el principio y él escuchó la historia aliviado.
—Ahora quiero que me digas la verdad César, de una vez por todas. ¿Tú ibas a la tienda a verme?
Él la miró con fijeza.
—Te vi un día trabajando en ese lugar, una jovencita preciosa, con carita de ángel y me enamoraste bebé. Esa es la verdad. Amor a primera vista. Eso fue. Y te seguí durante días pero no me atreví a decirte nada. Te veías triste, algo cansada y cuando vi tu nombre averigüé que eras prima de Chiara. Sabía que ella llevaba chicas a Paris, a Londres. Yo armé ese encuentro. Tu prima solo pensaba en el dinero, y tenerlo todo para sí, no le importaba nadie. Quise que fuera algo natural, quise conquistarte bebé porque sabía que tú no eras como esas chicas, lo supe desde el principio. Pero Chiara me traicionó, me robó la oportunidad de conquistarte cuando arregló su salida del negocio a cambio de entregarte a Mark. Jugó a dos puntas, ¿entiendes? Y yo no me fiaba de ella, sabía que era capaz de venderte al mejor postor y si Mark le ofrecía más ni lo pensaría. Cuando Mark se enteró de que estabas en su apartamento se interesó en ti, eras preciosa y encajabas en el perfil que estaba buscando. Intentan reclutar novatas, no quieren rameras, jóvenes sin demasiada experiencia para esclavizarlas. Así que debí actuar con cautela y también debía sacarte cuanto antes de Paris. Por eso quise que nos viéramos esa noche para decirte la verdad. Y Chiara al final cumplió su parte, sabía que debía sacarte cuanto antes de Paris porque Mark no la dejaba en paz. Y no te encerré aquí por lo que crees, lo hice también para protegerte y cuando te fuiste envié a mis hombres de seguridad para que te cuidaran. Esas mafias tienen ramificaciones en todas partes y no es sencillo escapar, tu prima lo pagó con su vida, porque el que se va se convierte en traidor, además ella ya no era útil, no quería colaborar. Y no creas que tu prima lo hacía por dinero, al comienzo tal vez, pero luego… Cuando quiso dejar de hacerlo les dijo que tenía cáncer y no quería seguir. Pero para que pudiera salirse la obligaron a reclutar amigas dentro del modelaje, chicas principiantes.
—¿Te das cuenta que pueden descubrir que pagaste por tener a la prima de la cotizada modelo en tu casa por meses? Tu nombre saldrá en los diarios cuando esta investigación avance y el mío también. Además mi primo insinuó que tú pudiste ser el responsable, no sabe quién eres pero sí que pagaste por estar conmigo.
—Eso no pasará bebé, tranquila, tengo buenos abogados y el ordenador ya no existe. Además yo no lo hice, yo no maté a tu prima. No soy un asesino, solo salía con chicas del club vip. ¿Crees que eso es criminal?
Laura se movió inquieta sintiendo su mirada intensa, sensual.
—Tú te llevaste la portátil ¿verdad?—preguntó entonces.
—Sí… En realidad la mitad de lo que había en esa portátil eran videos privados y mensajes obscenos. No se perdió nada… Pero a pesar de que borré los mensajes que encontré, si no destruía esa portátil los técnicos encontrarían la información borrada, siempre lo hacen. Sé que borré evidencia importante pero no tuve opción.
—No solo me cuidabas verdad, también seguías mis pasos y cuando viste a mi primo pensaste que te engañaba con otro.
—Lo lamento, ¿cómo iba a imaginar que era tu primo? Además dijiste que terminábamos, que no querías tener una relación absorbente y que yo no quería una novia sino una esclava. Pero te diré algo bebé, esto no se terminará aquí. Has venido a reclamarme furiosa todo ese asunto pero yo te salvé, te cuidé y tal vez te hice un chantaje porque me moría por estar contigo. Quiero estar contigo, estos días han sido un infierno para mí y sé que has sufrido. Te vi llorar algunas veces pero no quise acercarme porque tú me pediste que no lo hiciera. Tú me quieres pequeña, y yo también, lo que hice no estuvo bien, pero ahora todo es distinto.
Ella se apartó, no quería llorar pero cuando la besó no pudo resistirse. Llevaba días sufriendo, añorando sus besos, su calor, su compañía.
Pero ¿qué pasaría ahora?
Él besó su cuello y luego apretó sus pechos contra sus labios y los sintió a través de la tela. Sabía que harían el amor y no se resistió, se moría por estar con él. De pronto empezaba a entender que todo tenía sentido.
Y mientras la desnudaba y besaba su cuerpo con desesperación no pudo postergar más tiempo entrar en ella y mientras lo hacía le susurró.
—No te irás bebé, no dejaré que te vayas, eres mía…
Ella gimió al sentir que estallaba y lo abrazó. No se iría, se quedaría con él.
Y luego de hacer el amor durante horas, hasta caer exhaustos César la retuvo entre sus brazos y le dijo: “no te irás bebé, no lo permitiré. Te dejé ir porque sabía que volverías.”
Ella lo miró con intensidad.
—Me quedaré pero… Si lo hago podré trabajar y estudiar. Ver a mis amigas.
Él se puso serio.
—Trabajarás para mí bebé, en mi empresa. Te pagaré el doble de lo que ganarías en un empleo normal y solo serán cuatro horas. Y en cuanto a lo demás…
—No he dicho que acepte tus condiciones.
—Si quieres trabajar será conmigo y si no, puedes quedarte aquí.
—¿Trabajar contigo? Intentarás hacerlo en tu oficina.
Él sonrió.
—Prometo no tentarme. Será difícil.
Laura se sonrojó.
—Te conozco, me sentarás en tus piernas y no podré trabajar y encima pasaré una vergüenza espantosa si alguien nos ve haciéndolo.
—Como quieras, pero no necesitas trabajar y no quiero que te ausentes, esta investigación podría complicarse.
—¡No viviré encerrada!
Se miraron.
—Si vuelves, quiero garantías. No quiero pasarme la vida corriendo tras de ti bebé.
—¿Garantías?
Él estaba muy serio cuando le dijo:
—Quiero que te cases conmigo Laura, que seas mi esposa.
Hablaba en serio.
—¿Casarnos? Pero tú siempre has tenido muchas mujeres y esto… ¿Por qué quieres casarte conmigo?
—Porque no soporto vivir sin ti bebé y no quiero pasarme la vida temiendo que te vayas.
Ella lloró cuando él le dijo “te amo Laura, te amo bebé…” y lo abrazó y no podía dejar de llorar.
Tenía razón, ahora sabía toda la verdad y sin embargo no quería dejarlo ¿pero casarse? ¿Firmar uno de esos acuerdos matrimoniales como se estilaba entre los ricos? Pero si se quedaba no podría estudiar, ni trabajar, porque su principal ocupación sería estar siempre disponible para él, para hacer el amor durante horas.
Pero le había dicho que la amaba, que la amó desde el primer día que la vio en esa zapatería pero que no se atrevió a acercarse. Si él la amaba no le importaba dejarlo todo, ni tampoco convertirse en su esposa. Porque su vida era un infierno sin él, y no quería sufrir, no quería luchar por olvidar al único hombre que había amado.
—No me has respondido, preciosa.
Ella lo miró.
—¿Estás seguro de esto? Tú dijiste que nunca te casarías ni tendrías hijos. No te interesaba. Y yo no me quedaré, no necesitas prometerme nada. Acepto quedarme y vivir para ti, pero si luego descubro que tienes otra o que ya no me quieres… Quisiera que fuera para siempre pero imagino que debes mujeres pendientes de ti.
Él sonrió y acarició su cabello despacio.
—No hay otras, bebé, ni las habrá… Solo te pido que te entregues y me ames, nada más.
—Lo haré.
—Y te casarás conmigo. Y me darás un bebé… Mira, creo que ya tienes uno.
Laura se asustó cuando tocó su vientre.
—¿Por qué te asusta? ¿No te gustaría tener un bebé mío?
Ella sonrió.
—Sí, me encantaría pero tú…
—Yo te haré un bebé cuando me lo pidas preciosa, lo prometo, pero en unos años, ahora quiero tenerte solo para mí.
Los ojos de Laura brillaron, nunca pensó que sería así, que iría a su casa a reclamarle y luego terminaría prometiendo que se casaría con él. Era mucho más de lo que había esperado, luego de haber vivido una pesadilla ahora al fin sentía que podía ser feliz.
—Está bien, me quedaré, me casaré contigo—dijo emocionada sabiendo que valía la pena arriesgarse y apostar al amor una vez más.