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A la mañana siguiente despertó llorando, había soñado con César que volvían y hacían el amor y él le decía que la amaba. Dios, su cabeza no podía ser tan masoquista. ¿Por qué soñaba esas cosas? Él no la amaba, solo quería tener una chica paga. Esa era la verdad. Mejor sería alejarse…
El despertador sonó entonces y saltó de la cama al recordar la cita de ese día.
Su primo acudió puntual, envuelto en un humo azul de tabaco, nervioso. Saludó a sus padres y soportó estoico el arsenal de preguntas de su madre y luego la miró. Era hora de marcharse.
Mientras manejaba dijo: —Vaya, al parecer no soy el único que ha pasado una mala noche ¿eh?
Ella pensó que se veía horrible y se sentía aún peor pero no dijo nada.
Él detuvo su auto en la plaza y dijo.
—No estuviste en el funeral de Chiara.
Tenía razón.
—Odio los funerales Antonio y la muerte de tu hermana fue… Espantosa. Perdona por no ir pero…
Él la miró con rabia.
—Huiste de Paris, huiste el día que mi hermana murió.
—Sí, lo hice. ¿Qué querías que hiciera?
—De eso quería hablar contigo. Me llamaron de Paris, un agente está investigando una red de prostitución vip y acabo de enterarme que mi hermana hacía tiempo que no trabajaba de modelo, se dedicaba a… Venderse como una meretriz y también llevaba chicas.
Sintió que todo se derrumbaba a su alrededor y mortificada no supo qué hacer, si negaba todo no le creería y si decía la verdad… Mejor que no supiera los detalles de ese asunto, al fin y al cabo Chiara estaba muerta.
—¿Tú lo sabías Laura y por eso aceptaste ir a Paris?—era una acusación pero sus ojos claros no la miraban con curiosidad.
—No… Yo no sabía nada, ¿me crees tan ligera y cabeza hueca de acostarme con hombres por un puñado de joyas? ¿Por quién me has tomado?
—¿Así? ¿Y entonces cómo es que mi hermana estaba metida en eso y tú la acompañaste a Paris?
Laura se fastidió.
—Escucha Antonio, te diré la verdad. Tú me conoces, o al menos te habrán contado que trabajaba en una zapatería y ganaba una miseria. Chiara vino un día y me dijo que podía ganar mucho más siendo modelo. Yo sabía que eso no era para mí, no tengo físico de modelo, pero ella me convenció, dijo que ahora buscaban chicas regordetas, con un físico más común y todas las tonterías que se le ocurrieron para convencerme. Y te confieso que no le creí pero estaba pasando por un mal momento en mi vida y pensé… Sospeché que ella me invitaba porque se sentía sola y necesitaba a alguien, pasaba de viaje y estaba algo distanciada de su familia, no tenía novio… De niñas éramos muy unidas, nuestros padres se veían con frecuencia y no pensé… Jamás pensé que me llevaba porque… El hombre con el que trabajaba dijo… Escucha, yo supe esto la noche en que tu hermana murió, y lo supe porque se me acercó uno de esos hombres millonarios para pedirme sexo a cambio de joyas. Él conocía a mi prima y me dijo que solía llevar chicas, y que tenía deudas…
Laura le contó todo con detalles, la llegada de su prima por las joyas, el enfrentamiento y luego su huida.
—Estaba aterrada, ese hombre quería reclutarme porque buscaban chicas de bajo perfil, tranquilas, decentes, ¿entiendes? Y él prometió ayudarla y también le entregaría medio millón.
Su voz se quebró al revivir ese infierno.
La expresión de su primo cambió.
—¿Y quién te ayudó a escapar?
Laura miró a su primo. Pues ni muerta le diría que había comprado su libertad conviviendo con el hombre que la había salvado, haciendo un trato sucio.
—Conocí a un hombre en Paris, un italiano y luego comenzamos a salir y me alejé de mi trabajo, no quise regresar a Milán, tuve miedo.
—Debiste ir a la policía, denunciar a ese desgraciado. Por gente como tú esos proxenetas mafiosos prosperan. Manipulan con el miedo.
Laura sonrió al escuchar esas palabras.
—Para ti puede ser fácil decirlo, eres hombre, pero yo tuve miedo. ¿Qué crees que me habría pasado de haber caído en esa red? ¿Sabes el calvario que viven esas mujeres convertidas en esclavas sexuales? Lo único que quería era salvar mi vida, alejarme de esa pesadilla. Yo confié en Chiara, jamás habría imaginado que se prostituía ni que esperaba meterme a mí en ese negocio.
—¿Y no tuviste sospechas? ¿Estuviste semanas en Paris viviendo en su apartamento y jamás sospechaste que ella hacía eso?
—No… ¿Cómo iba a imaginar eso? Tu hermana que en paz descanse, siempre salía con hombres ricos, y le hacían regalos. ¿Crees que iba a imaginarme que se prostituía? Ganaba bien con el modelaje, facturaba, y no logro entender… Dicen que tenía deudas, pero también se vio chantajeada por uno de esos clientes, él la llamaba y Chiara se ponía mal, de eso me acuerdo pero pensé… Creí que era una relación tormentosa.
Antonio guardó silencio y encendió un cigarro.
—No había ninguna notebook en el apartamento de mi hermana, ni encontraron las joyas, solo unos miles de euros. Esa portátil fue hurtada y supongo que las joyas también.
Laura se sonrojó confundida.
—Ese Mark debió hacerlo, no querría que lo denunciaran. Son una mafia y matan a todo aquel que se mete en su camino. Pero si la policía francesa intenta echarles el guante, pues les deseo lo mejor.
—Laura, debes dar tu testimonio, es muy valioso. Han descubierto que le dispararon al auto que conducía mi hermana, y testigos dijeron que un auto negro los seguía.
La joven palideció.
—¿Quieres que hable con la policía francesa? Ya te dije todo lo que sé pero sin pruebas, sin esa portátil no me creerán. Y no podré… No quiero estar cerca de Paris ni de ese Mark.
—Laura por favor, mi hermana fue asesinada, arrastrada a ese infierno de esclavitud, ¿y no me quedaré de brazos cruzados? Quiero que encuentren a ese Mark y lo metan en la cárcel. Y estoy dispuesto a usar toda la herencia de Chiara para eso. Tenía varios millones de euros en el banco ¿sabías? Y uno de los últimos depósitos de doscientos mil euros los recibió el día antes de morir.
La joven no supo qué decir.
—¿Pero si tenía tanto dinero por qué me llevó a Paris? ¿Por qué engañarme, llevarme a esa ciudad? Y diablos, no necesitaba esas joyas, no necesitaba nada, me pregunto si tal vez…
—¿Qué ibas a decir, Laura?
—Que se vio obligada a seguir, que tal vez lo hizo para tener joyas y dinero y luego no la dejaron salirse. Son una mafia, son gente muy peligrosa Antonio y yo… Creo que nunca más volveré a Paris y a veces temo… No estoy tranquila ¿sabes? Creo que podré estarlo.
Su primo guardó silencio.
—Te entiendo… O creo adivinar cómo te sientes, pero… Tal vez la respuesta está en su móvil Laura. Me avergüenza tener que decirte esto pero la policía dijo que ese dinero, ese depósito en efectivo lo realizó un hombre que quería comprarte como su chica paga por tres meses.
Laura sintió que le faltaba el aire.
—Investigaron la cuenta, porque el giro no lo hizo un particular sino una empresa que se defendió diciendo que había contratado a Chiara para una campaña publicitaria de ropa cara. Sin embargo eso no pudo probarse. Y los mensajes de texto que mi hermana recibió decían “te daré a Laura pero quiero el dinero en efectivo mañana sin falta. Voy a largarme de esta ciudad”.
Ella lloró al comprender quién había hecho ese depósito y también quién tenía la portátil de Chiara y saberlo la hizo sentir muy mal. No solo la había extorsionado para que tuviera sexo con él durante meses, antes de eso la había comprado y su amiga… La vendió. “Confía en César Di Brunni, y haz todo lo que te pida” le había dicho.
—Lo lamento Laura, imagino que todo esto es muy difícil para ti pero necesito tu testimonio. Debes decir lo que pasó. Porque quién pagó por ti ha de ser llevado a prisión porque mierda, no es legal comprar mujeres como si fueran cosas. Son seres humanos. Y ese hombre debe estar buscándote y deberías pedir custodia policial o…
Laura se rebeló. Tenía razón. Todo era una reverenda mierda, César había pagado para llevársela, Chiara la había vendido y ahora su primo planeaba usar ese dinero sería para encontrar a su asesino. ¡Qué ironía! Qué triste y absurdo era todo.
—Perdóname, no he querido asustarte Laura. Me cuesta creer que mi hermana cayó tan bajo, y pienso que solo pudo ser la droga, se enloqueció pero fue asesinada...
—Sí, entiendo que estés furioso, que te sientas indignado y quieras llevar al responsable a la cárcel pero… Tú esperas que testifique pero me pregunto ¿cómo seguirá mi vida? Saldré en todos los periódicos como la prima de la famosa modelo que fue vendida como esclava sexual por su maligna parienta. No. Olvida todo este asunto. No daré mi testimonio. Tu hermana no se portó bien conmigo, éramos primas, nos criamos juntas casi y por un puñado de cientos de euros no le importó nada. Si tenía tanto dinero… Mintió, siempre mintió hasta el final y solo quiso salvar su pellejo. ¿Crees que tenía necesidad de hacer lo que hizo?
—Pero se cometió un crimen, y solo si dices la verdad podrán encontrar al asesino. Tal vez el hombre que pagó por ti y vio que te ibas de Francia, que no tenía lo que deseaba lo hizo.
—No… Fue Mark, ese hombre seguía sus pasos, no dejaba de extorsionarla y … Escucha, luego de que me contaras lo que me has contado no esperes que te ayude. Ve tú y preséntate como testigo, pero no des mi nombre, ten la decencia de dejar mi nombre fuera porque yo no soy más que la prima de la famosa modelo ahora y no quiero convertirme en la chica vendida por su parienta. ¿Es que no te has detenido a pensar? En tu afán de hacer justicia y encontrar a los culpables toda la verdad saldrá a la luz, y tal vez alguien difunda esos videos privados de tu hermana con sus clientes, su portátil estaba llena de esos videos. Ahora creo que no tenemos más que decirnos, lamento que la mataran pero yo no puedo hacer nada, ni sería justo que me involucraran en esta investigación, bastante daño me ha hecho todo esto. Encima atraeré a ese Mark que quería reclutarme entre sus chicas esclavas… Déjame en paz quieres, yo no tengo nada, solo gané unos miles de euros con una publicidad que en realidad nunca vi en ninguna parte y supongo que fue todo falso, ideado por mi amiga. Y con esos miles no puedo hacer mucho y tengo que trabajar, y planeo estudiar recibirme. No tienes derecho a meterme en esto ni a pedirme nada.
Su primo no dejaba de fumar nervioso. Al fin le caía la ficha y entendía todos los riesgos.
—Debo irme, tengo que ir al trabajo, mi vida sigue igual o peor… Ese viaje al infierno me marcó sabes, y ahora espero recuperarme, salir adelante, me lo merezco. Déjame en paz ¿quieres?
Salió del auto dando un portazo y llorando.
César la había comprado.
César no la amaba, no sentía nada por ella y también le había mentido. Destruyó la notebook, borró toda evidencia para no ser incriminado. Fue hábil.
Y la convenció para que aceptara ese infame trato y luego… La había llevado a su infierno de lujuria intensa, extrema, haciéndola adicta al sexo porque él debía ser adicto al sexo. Y por si fuera poco no solo había invadido su cuerpo sino su mente, y también su corazón porque lo amaba. Lo amaba y se moría por estar con él. Adicción o no, sentía que su vida no tenía sentido sin él, y vivir sin él era como morir.
Lo extrañaba y ahora estaba furiosa porque comprendí que todo lo habían planeado con su amiga. Por eso rondaba la zapatería, el centro comercial. Ultimaban detalles. Al parecer le había gustado ella y quiso convertirla en su chica paga.
Tal vez fue casualidad, tal vez la vio luego de la visita de su amiga.
Todo empezaba a encajar.
Las personas actúan por razones.
Secó sus lágrimas y se sentó en la plaza. No iría al trabajo, tenía los ojos hinchados y empezaba a sentir ese mareo por estar en ayunas.
Al diablo con su primo y su afán de justicia. Que no contara con ella. Y maldita sea, su nombre no debía aparecer.