DONDE EMPEZÓ TODO

 

 

O

tra vez aquí —dijo Lucas al entrar en la suite del buque.

—¡Sí y también hay solo una cama! —exclamó ella.

Sin decir nada, y tras dejar las maletas en el suelo, Lucas tomó en brazos a Celia y se encaminó hacia la cama.

—Fuimos unos tontos, Celia. Nunca hemos hablado de una manera abierta y no sabíamos lo que el otro pensaba, lo hicimos mal.

—Estoy de acuerdo, pero hay que compartir la culpa. Es hora de empezar de nuevo. —Los ojos de Celia brillaron de emoción, sabía que esa noche sería especial. Los dos se habían declarado su amor y podrían dar rienda suelta a sus sentimientos. 

Él la depositó encima de la cama y luego se alejó para quitarse el jersey.

Celia se puso de rodillas encima de la cama y empezó a quitarse la ropa al mismo tiempo que él. Lo tomaron como una carrera y cuando ella vio que Lucas la había ganado, suspiró y se estiró en la cama resignada. 

—¿Tienes que ganar siempre? —resopló ella mirando el techo. 

—Siempre, pero si quieres puedo hacer una excepción esta noche. Pero solo esta noche. —En ese instante, mientras el rostro de Celia relucía y sus ojos brillaban, Lucas supo que ella era su corazón, su mente y su alma. Era el amor de su vida. 

—¿Te dije que te amo? —Celia alzó la mirada sorprendida. 

—¿Hoy? —Lucas asintió—. Más de diez veces.

—No es suficiente… Por lo menos veinte veces. —Sonrió—. No quiero que se te olvide. Te amo, Celia. 

—Nunca… Y ahora ven aquí. Yo también necesito decirte que te amo. Lucas se estiró en la cama a su lado y la rodeó por la cintura con los brazos, luego encontró su cuello con los labios. Tomó su boca con suavidad y ella le dio la bienvenida con una pasión excitante. 

Con una gran ternura, él utilizó las manos y los labios para expresar su amor, para excitarla. 

—No pares de besarme, Lucas —musitó con los labios pegados a su boca.

—De acuerdo, cariño. —Sonrió y le entreabrió los labios con la lengua haciendo vibrar su cuerpo entero. Sus lenguas bailaban frenéticamente y los labios seguían el ritmo entre jadeos y respiraciones calientes. 

—Te deseo tanto, Celia… —susurró mientras su boca descendía a su cuello y sus hombros.

Saboreó cada centímetro de su piel expuesta y luego deslizó su boca en dirección a los pechos. Pasó la lengua despacio alrededor de los pezones de ella, tan tentador que Celia protestó y se arqueó contra él deseando más. 

Lucas deslizó la mano por su cuerpo y cubrió el clítoris con el dedo. 

Ella lo miró a los ojos y tragó saliva al ver la expresión de sus ojos. La excitación la devoró por completo, dejándola húmeda y excitada.

Él la acarició sin parar, dejándola sin aliento. Aquella ocasión no fue como las anteriores. Habían estado separados demasiado tiempo y se dejaron llevar por los sentimientos que les unían. 

Celia dejó caer la cabeza hacia atrás y cuando él se posó encima de ella, sonrió traviesamente. Sus cuerpos se movían arriba y abajo. Palabras sin sentido y respiraciones pesadas, gemidos y jadeos eran los únicos espectadores que asistían a ese hermoso momento de pura pasión. Lucas la besó y se movió más rápido, aumentando el ritmo y despertando nuevas sensaciones. Ella se hundió más en él, y su placer aumentó, enviando un fuego abrasador por sus venas. 

Todo era perfecto, y se dejaron llevar por el amor con una desesperación llena de alientos mezclados. Alcanzaron el clímax al mismo tiempo, luego sintieron la calma mientras intentaban tranquilizar sus respiraciones. 

—No tengo palabras… —susurró Celia. Lo que provocó que él la estrechara entre sus brazos.

—Yo sí… Fue perfecto. —Besó sus labios—. Descansa, cariño. 

—Tengo sueño. —Se acurrucó a su lado y lo abrazó.

—Yo también. —Lucas bostezó—. ¿Quién de nosotros se lo va a contar a Ángel?

—Creo que se lo voy a decir yo. —Ella suspiró—. No quiero que le pase algo y voy a intentar decírselo con mucho cuidado.

—Me parece perfecto —dijo con los ojos cerrados—. Duérmete, Celia.

—Sí, y no me sueltes nunca —murmuró ella, casi suplicando.

—Estaré aquí cuando te despiertes, cariño.