ADMIRANDO EL PAISAJE
B ajaron del buque con las maletas en la mano. Hacía tanto frío, que ella se arrimó a su amigo. Mientras caminaban por el suelo cubierto de nieve y hielo, un señor con un cartel en la mano apareció delante de ellos.
Celia sonrío al ver su nombre y asintió cuando el hombre levantó el cartel.
—¿Celia y Lucas? —preguntó el hombre y ellos asintieron—. Yo soy Javier, el jefe del equipo de investigación. Os estábamos esperando.
Siguieron al hombre hasta llegar a un todoterreno. Subieron las maletas y después se montaron en el coche bastante callados.
—El equipo avanzó mucho en la investigación y seguro que os llevaréis bien. Son buenos muchachos —dijo Javier, orgulloso de ellos.
—Es bueno saber que han avanzado. Ángel estaba preocupado por el mal tiempo de estas semanas —comentó Lucas mientras Celia observaba por la ventana el paisaje blanco que no tenía fin.
El océano Ártico estaba completamente cubierto por un casquete de hielo y hacía mucho frío.
—El tiempo nos dio algunos problemitas, pero nada grave —dijo Javier—. El campamento dónde está el equipo de investigación, se llama Barneo y es financiado por la Sociedad Geográfica Rusa. Últimamente se convirtió en un destino turístico muy exclusivo. Tiene pista de hielo para aviones y se hacen excursiones en trineos de perros.
—Impresionante, me gustaría montar en un trineo —dijo Celia con entusiasmo.
—Para hacer investigaciones sobre el terreno usamos los trineos, así que tendrás la oportunidad de viajar en uno. —Ella sonrió y Lucas le agarró la mano apretando fuerte. Levantó la mirada y sonrío al ver que él seguía asustado y serio.
Para Lucas sería todo un reto afrontar esa situación y reconocer que estaba enamorado. Tenía miedo y no podía engañarse a sí mismo por más tiempo. Estaba enamorado, esa era la única explicación. Se enamoró de Celia cuando la vio por primera vez y es que él tenía sólo ocho años; se preguntaba si eso era posible, si alguien se podía enamorar a esa edad.
—Hemos llegado —avisó Javier al tiempo que Lucas soltaba la mano de su amiga con desgana. Los tres bajaron del todoterreno y se encontraron con una vista maravillosa. El campamento estaba repleto de tiendas y había muchas personas dando vueltas por todas partes.
—Me tenéis que seguir. La base está un poco alejada de todo esto, para tener más tranquilidad. —Ellos cogieron las maletas y siguieron al hombre.
Llegaron delante de una especie de cabaña, no era muy grande, pero a Celia le pareció bastante agradable. Notó el calor en el aire al entrar y respiró aliviada; fuera hacía mucho frío y estaba congelada.
Dejó la maleta en el suelo y empezó a caminar detrás de Lucas y Javier. La sala de estar no era muy grande, había un sofá y dos sillones alrededor de una pequeña mesa. No había televisión, pero la mesa estaba repleta de portátiles y distintos aparatos que a Celia le resultaban familiares.
Ellos tenían que investigar qué tipo de clima habría a finales del siglo XXI. Hace cuatro millones de años, no había casi hielo en el Polo Norte y en el presente, el casquete de hielo en el Ártico no tenía la misma extensión que hacía dos millones de años. Eso confirmaba las predicciones científicas de que el hielo en el Ártico podría desaparecer a lo largo de ese siglo.
Ella se acercó a la mesa y pasó las manos por cada instrumento, sonreía y se alegraba como un niño pequeño cuando le traen nuevos juguetes.
—Celia, ven. —La llamó Lucas y ella enseguida estuvo detrás de ellos.
—Los chicos regresarán esta noche. Están fuera en la otra base, recopilando información. Os voy a enseñar vuestra habitación —dijo Javier mientras abría una puerta.
—¿Habitación? —preguntaron al unísono Celia y Lucas, sorprendidos.
—Como veis, la cabaña es muy pequeña. ¿Hay algún problema? Ángel me dijo que sois hermanos. —Entró en la habitación y esperó a que contestaran.
—Sí, somos hermanos —dijo al final Lucas—. Solo que nunca hemos compartido habitación.
—Así es —murmuró Celia desilusionada por la respuesta de Lucas—. Mi hermano ronca mucho por las noches.
—Si queréis, cuando vengan los chicos, os podéis arreglar para cambiar de habitación —sugirió Javier.
—De momento vamos a probar a ver qué tal, ¿no es así, hermanita? —Lucas la agarró por la cintura y la estrechó contra su cuerpo.
—Sí, hermanito. —Consiguió contestar ella. Sentía sus manos sobre su cuerpo y el deseo de tocarle era muy fuerte para poder contenerlo.
Javier salió de la habitación y Celia poseída por su deseo empujó a Lucas hacia atrás hasta que este chocó con la pared.
—Así que quieres jugar a este juego. Te gusta jugar a los hermanitos... —Entrecerró los ojos y metió una mano por debajo del jersey de Lucas. Este gimió cuando los dedos de Celia empezaron a subir lentamente hasta su pecho.
—Jugaremos a este juego, Lucas. Pero yo voy a ganar. Seré la mejor hermana del mundo. —Bajó la mano suave y la metió dentro de los pantalones de Lucas. Él se sorprendió, pero luego se rindió y cerró los ojos cuando Celia empezó a masajear lentamente.
—Ups, lo siento —dijo Celia y sacó la mano—. Estas cosas no las hacen los hermanos. Voy a por mi maleta. Nos vemos, hermanito. —Salió de la habitación y Lucas se quedó estático.