RECUPERACIÓN
—¿C
elia? —preguntó una enfermera al entrar en la sala de espera—. El enfermo de la 154 está preguntando por alguien con el nombre de Celia.
—Soy yo. —Se hizo notar mientras se ponía de pie—. ¿Está despierto?
—Sí. Se despertó hace unos minutos y pregunta por ti —repitió la enfermera. Celia la siguió y cuando entró en la habitación, vio a Lucas parpadeando para mantener los ojos abiertos.
—Celia... —la llamó, dejando ver en su voz lo dolorido que estaba.
—Lucas —suspiró con alivio. Celia se inclinó sobre la cama y se perdió en sus ojos mientras el corazón le latía a gran velocidad.
—¿Qué… dónde… estoy?
—En el hospital —contestó ella apretando su mano ligeramente. Lucas tragó saliva con dificultad.
—Tengo que decirte algo…
—Intenta no hablar, Lucas. —Las palabras salieron suavemente de su boca. Él intentó levantar la cabeza y eso lo hizo gemir de dolor.
—Necesito confesarte que, yo…
—Luego hablamos. —Acarició su rostro con cuidado, necesitaba hacerlo para asegurarse de que no estaba soñando—. No sabes cuánto me alegro de que estés bien.
Cuando Lucas cerró los ojos, ella dejó salir las lágrimas saladas y cargadas de emoción que sus ojos había albergado durante largos minutos. Sintió alivio y se dijo que aquella no era una ilusión. Mientras él se dejaba atrapar por un sueño profundo, le tocó el pecho con la mano para sentir los latidos de su corazón. Cerró los ojos y permaneció quieta. No quería perturbar su sueño, él necesitaba recuperarse por completo.
* * *
Celia estaba en la habitación de Lucas y se sentía un poco mareada. Durante la mañana había tenido nauseas, algo que ya estaba empezando a preocuparla.
Temía por su salud, últimamente había comido muy mal y eso debía cambiar.
Vio que Lucas empezaba a mover las manos caóticamente y se acercó a la cama para intentar hacerle parar.
—Lucas… —susurró y atrapó sus manos—. Abre los ojos —ordenó preocupada.
Él abrió los ojos y cuando la vio, se tranquilizó, reflejando sus músculos tensos.
—Estaba soñando con la tormenta. Estabas conmigo y desapareciste —murmuró respirando con dificultad a causa del dolor.
—Solo fue un sueño. Estoy aquí. —Lo tranquilizó y frunció el ceño al verlo sonreír.
—Lo último que vi antes de cerrar los ojos congelado de frío, fue tu rostro. Tu imagen me mantuvo vivo. —Su voz sonó como un profundo y ronco murmullo—. Los recuerdos me hicieron sentirte a mi lado.
—Pensé que te había perdido, pero no me rendí. Mis fuerzas se agotaron, pero mi corazón creyó en el amor y tuvo fe ciega en el destino que nos esperaba.
—Celia, mírame, por favor. Necesito que me perdones... Todos esos años perdidos... Yo siempre te amé. Me di cuenta tarde y fui un idiota por herirte tanto —confesó con los ojos cerrados.
—No, Lucas. Es mi culpa, me di cuenta estos dos días de que siempre estuviste enamorado de mí, pero yo fui una tonta por no decirte que también te amaba. Siempre te dejé muy claro que te veía como a un hermano. —Respiró hondo para no llorar—. Yo te amo, Lucas... Más que a mi vida. No me dejes nunca, no me asustes más... No puedo vivir si ti.
—Celia... —dijo mientras alargaba una mano para secarle las lágrimas—. No llores, cariño. No quiero verte llorar nunca más, no por mí —susurró—. Fuimos culpables los dos, pero yo te amo más —aseguró provocando que ella sonriera entre lágrimas—. Te amo, eso era lo que te quería decir antes de salir con Carlos y Javier.
Ella vio como Lucas hizo una mueca de dolor y se preocupó.
—¿Qué pasa, te duele algo? —preguntó dejando ver su preocupación.
—Me duele todo el cuerpo, pero nada puede impedir que disfrute de este momento. ¿Cómo está... Carlos?
—Carlos está bien. Lo cierto es que mejor que tú. —Lucas cerró los ojos un poco más tranquilo y apretó la mano de Celia. Estaban juntos de nuevo y se sintió afortunada.