EPÍLOGO DE LA AUTORA
Un día, cuando yo estaba todavía en tercero, fui a mi biblioteca pública y descubrí algo terrible: había leído todos los libros del Oeste.
¡Qué espanto! Ante mí se abría una vida de desolador aburrimiento.
Repasé las estanterías acongojada, buscando a la desesperada algo nuevo que leer. Mis dedos se detuvieron en un libro que tenía un cohete en el lomo. Lo saqué, empecé a ojearlo y, al cabo de un par de minutos, en lugar de volver a colgarlo en la estantería, lo puse a mi lado, encima de la mesa. Creo que se titulaba Rocket to Luna y su autor era Richard Marsden. Un momento después, otro libro iba hacerle compañía… Star Ranger, de Andre Norton.
No sé cuál leí primero; pero, cuando terminé los dos, ya estaba enganchada. La ciencia ficción se había convertido en mi pasión. Leí todos los libros que tenían el cohete en el lomo, y todos los libros de Andre Norton… y, con los años, los de Robert Heinlein, Isaac Asimov, Theodore Sturgeon, Samuel R. Delaney, Harlam Ellison, Roger Zelazny, Anna McCaffrey, Ursula K. LeGuin… y sigue la lista.
En los primeros tiempos de aficionada a la ciencia ficción, aunque seguía devorando ávidamente las novelas del espacio, empecé a darme cuenta de que allí faltaba algo. Pero hasta los catorce años, cuando leí Ordeal in Otherwhere, de Andre Norton, no caí en lo que era. Faltaban féminas, chicas, mujeres.
¡Yo quería leer aventuras espaciales con protagonistas femeninas!
No simplemente muchachas a las que algunas veces había que rescatar, sino mujeres que corrieran aventuras, las mismas que vivían los hombres. ¿Por qué no podía haber pilotos especiales femeninos, o comerciantes, o exploradoras? ¡No era justo que sólo se divirtieran los hombres!
Desde luego ahora tenemos a Cirocco Jones, a Ellen Ripley, a Kate Harlin (de No Safe Place de Anne Moroz) y docenas de grandes protagonistas femeninas. Las heroínas abundan en la ciencia ficción. Pero entonces, antes de que Anne creara Charis Nordholm, la heroína de Ordeal, las mujeres brillaban por su ausencia.
Hasta en Star Trek (Viaje a las estrellas), serie que yo seguí desde el principio, la mayoría de las mujeres hacían poco más que suspirar por James T. Kirk. Observen que digo «la mayoría». Había excepciones, tales como la «Número Uno». Gene Roddenbarry dice que los jefazos de la cadena de televisión palidecieron ante la idea de que el segundo de a bordo fuera mujer. «Mátala —le aconsejaban—. Y, de paso mata también al de las orejas». En fin, eran los mismos que suprimieron la serie al terminar la tercera temporada, porque no era lo suficientemente popular. Lo que demuestra su sentido de la realidad.
Pasaron los años, yo me hice escritora y me gustaba que mis protagonista femeninas exploraran, mandaran, pelearan, espiaran… y hasta rescataran a los chicos alguna que otra vez.
En 1985 mi agente me dijo que le parecía que había llegado el momento de lanzar una serie de libros de aventuras del espacio. Y me propuso crearla. Así nació Starbridge. Yo sabía lo que me gustaba leer y sabía también, por la popularidad alcanzada por mis libros de la serie Star Trek, que esta clase de relatos gusta a mucha gente. Me puse a inventar un universo en el que pudiera tener lugar esta clase de aventuras: libros sobre viajes espaciales, con extraterrestres interesantes, poniendo el acento más en las relaciones entre personajes que en los robots.
Libros como las viejas aventuras espaciales que tanto me gustaban cuando era niña…, pero con una diferencia. Lo habéis adivinado: los protagonistas serían, indistintamente, hombres o mujeres.
Observaréis que todo esto que tenéis en las manos lleva la indicación «Libro Primero». Hay ya contratados otros cuatro libros de la serie Starbridge, con la posibilidad de que el número aumente en el futuro. En el próximo tomo, Shadow World (Mundo de sombras) colabora conmigo un nuevo valor, Jannean Elliott. Shadow World se sitúa unos quince años después de los hechos narrados en este libro.
Aunque los cinco títulos forman una serie, son narraciones independientes y pueden leerse en cualquier orden. (Prometo no dejar en ninguno a la heroína colgando de una roca sobre el precipicio para obligar al público a esperar, con el alma en un hilo, la aparición del libro siguiente.) ACE dice que serán editados con intervalos de unos seis meses.
Espero que disfrutéis con Starbridge…
Ann Crispin
Abril, 1989