Keep me
Hay días en que el impulso de herir, de matar, es demasiado fuerte para ser negado. Días en que el delgado manto de la civilización amenaza con resbalar a la menor provocación, revelando al monstruo dentro. Hoy no es uno de esos días. Hoy la tengo conmigo. Estamos en el coche en el camino al aeropuerto. Ella está sentada contra mi costado, sus delgados brazos envueltos alrededor de mí y su rostro enterrado en el cuello de mi cuello. Acariciándola con un brazo, le acaricio el pelo oscuro, deleitándome en su sedosa textura. Es largo ahora, llegando hasta el final hasta su estrecha cintura. Ella no se ha cortado el pelo en diecinueve meses. No desde que la secuestré por primera vez.