Cuentos góticos
Desapariciones misteriosas, fantasmas vengativos, caballeros y aristócratas con una doble vida de asesinos y bandidos, maldiciones que se vuelven contra los descendientes de quien las pronunció, encierros en castillos, persecuciones implacables y penosas huidas… Los clásicos elementos del género gótico que atrayeron a Elizabeth Gaskell, una de las mayores novelistas del realismo victoriano, podría pensarse que se impusieron, como una evasión fantástica, al carácter cotidiano y a la proyección social de sus temas habituales. Sin embargo, cabe recordar que una de las imágenes clave del género es el hallazgo de un esqueleto en el armario de un pulcro interior doméstico; los secretos que se revuelven, y que regresan con su poder atormentador, afligen a familias corrientes y especialmente a heroínas muy marcadas por su dependiente condición de mujeres.Estos Cuentos góticos, lejos de escapar al realismo, constituyen de hecho una inteligente y a veces patética exploración del género en busca de sus fundamentos reales. A este respecto, «La bruja Lois», crónica de la celebre caza de brujas de Salem en 1692, es un ejemplo impecable. Y, por su parte, «Curioso, de ser cierto», donde un forastero perdido en un bosque asiste a una extraña reunión de personajes de cuentos de hadas, esboza con humor el futuro probable de las fantasías cuando dejan de serlo.