El violonchelista de Sarajevo
Un día, un obús cae sobre la cola que hay formada frente a una panadería y mata a veintidós personas, mientras el violonchelista lo ve todo desde su piso. Se hace la promesa de sentarse en el cráter que ha dejado el mortero y tocar el Adagio de Albinoni una vez al día, y un día por cada una de las víctimas. El Adagio había sido recompuesto a partir de un fragmento de la última partitura que sobrevivió al bombardeo de la biblioteca de música de Dresden, pero el hecho de que haya sido transformado por otro compositor en algo nuevo y valioso insufla esperanza al violonchelista.Mientras tanto, Kenan se arma de valor para emprender su caminata semanal por las peligrosas calles en busca de agua para su familia, que vive en el otro extremo de la ciudad. Y Dragan, un hombre al que Kenan no conoce, intenta llegar al lugar donde trafica con comida y sabe que conseguirá protección. Ambos están prácticamente paralizados por el miedo, sin saber a qué punto de los puentes y las calles que deben cruzar irá a parar la próxima bala, sin querer hablar con sus antiguos amigos de cómo era la vida antes de que las divisiones se multiplicasen en su ciudad. También está Flecha, el pseudónimo de una diestra francotiradora a quien se le pide proteger al violonchelista de otro francotirador oculto que tiene intención de matarle mientras toca su homenaje a las víctimas.En esta inolvidable novela, Steven Galloway ha efectuado un imaginativo salto para dar vida a una historia que habla poderosamente de la dignidad y la peligrosidad del espíritu humano cuando se encuentra bajo una coacción extrema.