Las últimas águilas negras
Hispania, siglo XII. Encadenados a los designios del Destino, los últimos miembros de la dinastía Ximena se enfrentan desesperadamente a una anunciada extinción. Ellos, que habían sido los principales actores de la Reconquista desde la caída del Califato de Córdoba, ven ahora reducidos sus dominios al feudo natal de la estirpe: Navarra. No hace tanto corrían mejores tiempos para ellos. Apenas medio siglo atrás la familia también gobernaba Castilla-León y Aragón, pero estos reinos ya han cambiado de casa real, y miran con avidez el mapa donde se indica qué comarcas navarras se anexionarán una vez que el Viejo Reyno sea invadido y repartido. Sumergidos en la lucha por su propia supervivencia, los miembros de la familia real navarra no se percatarán de que, infiltrados entre sus principales consejeros, se encuentran también los postreros miembros de otra dinastía antiquísima que se enfrentan a un dilema similar: evitar su desaparición. En pos de lograr alianzas que contrarresten las amenazas externas, y aún a costa de su felicidad, las últimas infantas Ximenas se verán obligadas a contraer matrimonios de conveniencia con miembros de la más alta realeza europea. El sacrificio personal de sus hermanas permitirá al último rey navarro autóctono llegar, contra todo pronóstico, a la frontera con el siglo XIII relativamente indemne. Pero la dicha no será duradera y, tras la campaña de Las Navas de Tolosa, Ximenos y sus consejeros, unidos por las circunstancias pero separados por los medios y formas, se convencerán de que se encuentran en su encrucijada final. Ancianos, dispersos y debilitados solo les queda un camino a seguir: encontrar a alguien a quien ceder su legado. Una búsqueda que les llevará a sufrir las más amargas experiencias de su azarosa existencia.