Cuando su jefe murió inesperadamente, antes de acabar el libro que ella estaba ayudando a transcribir, Polly conoció al profesor Sam Garvis, quien estuvo de acuerdo con terminar el trabajo. No pasó mucho tiempo para que Polly se enamorara de él. ¿De qué servía? Aunque no estuviera comprometido con la encantadora Deirdre Gordon, el profesor nunca se fijaría en una mujer insignificante como ella. Así que Polly, para olvidarlo, decidió alejarse y emprender una nueva carrera. ¡Jamás imaginó que el destino le depararía tantas sorpresas!
«Quiero casarme, pero no estoy enamorado de ti…». Titus Tavener era un exitoso médico con mucho trabajo y sin esposa. Arabella había solicitado el puesto de ayudante de su clínica y ama de llaves de su casa, pero aceptó encantada el otro trabajo que le ofreció Titus. Era una oferta que no podía rechazar, pero no sospechaba que todo se complicaría si se enamoraba de él…
—Muchos matrimonios tienen éxito porque están basados en la mutua simpatía y en el respeto —asegura el doctor Hugo van Elven a la enfermera Sarah Dunn, y ella no lo pone en duda. Con el corazón destrozado por el cruel rechazo del hombre que ama, decide no volver a enamorarse, así que la propuesta de matrimonio de su jefe le parece ideal, sobre todo porque él también venera los recuerdos del amor perdido, que no va a pedir de ella más que amistad. El problema empieza cuando Sarah se enamora de Hugo… ¡después que Janet, la mujer que él amaba, vuelve a su vida!
Eustacia no conocía lo suficiente a su futuro marido como para saber si cuando él le había prometido que todo saldría bien, se refería a la ceremonia o a su vida juntos. Después de todo, iba a ser un matrimonio por conveniencia. Colin había dejado muy claro que quería una mujer que lo ayudara a cuidar de sus sobrinos. Y, desde luego, lo último que él querría era una joven inexperta y profundamente enamorada…
El padre de Florina enfureció cuando, después de una vida de sumisión, ella reunió valor para liberarse del hogar paterno. Le encantaba su nuevo empleo como cocinara en la mansión de Sir William Sedley, el conocido pediatra. Y no tardó mucho en enamorarse de su jefe. ¿Tendría alguna oportunidad de ser correspondida, en tanto él estuviera prometido a la hermosa Wanda?
Charity necesitaba su amor. Su matrimonio era sólo de conveniencia. El eminente especialista Tyco van der Brons había dejado eso claro cuando le propuso matrimonio: necesitaba una madre para sus hijas y una anfitriona experta para manejar su hogar en Amsterdam. Pero esperar que su esposo actuara como un hombre enamorado… y soñar con atrapar su corazón, era soñar con la luna. Y aunque ella sabía que era tonto, nada podía hacer que Charity dejara de desear que quizás algún día… algún día ella podría significar mucho más para él…
El doctor Seymour era un excelente pediatra, siempre amable y paciente con los pequeños. Sin embargo, Daisy opinaba que el doctor debería mejorar sus modales cuando trataba con los adultos. Cuando se conocieron, a ella le resultó un hombre muy desagradable y, a pesar del tiempo que pasaban juntos, a la joven nunca llegó a gustarle. Sin embargo, Daisy tenía bastantes cosas que agradecerle, por ejemplo, su nuevo trabajo. ¿Le estaría juzgando mal, después de todo?
Emmy Foster contribuía a la precaria economía familiar trabajando en el hospital St Luke’s, y había tomado la costumbre de hablar al profesor Ruerd ter Mennolt con excesiva familiaridad. El profesor, aunque no parecía encontrarse cómodo con la relación que habían establecido, acudió en ayuda de Emmy en cuanto supo que la joven tenía dificultades. Ruerd no podía comprender por qué, estando comprometido con la bella Anneliese, se preocupaba por Emmy; pero a pesar de ello, la invitó a pasar la Navidad en Holanda. Su familia recibió a Emmy con los brazos abiertos, y Ruerd, por fin, se dio cuenta de que tenía que encontrar una forma honorable de romper su compromiso matrimonial con Anneliese.
También editada bajo el título de ¿Y el amor? Sophie había conocido la amargura de un amor que terminó mal y no deseaba repetir la experiencia. Quizá la amistad fuera un sentimiento más seguro como base de un buen matrimonio. El eminente neurocirujano Rijk van Taak ter Wijsma expresó similares conclusiones cuando le pidió que se casara con él. Sophie aceptó su oferta en esos términos. Entonces, ¿por qué esperaba algo más?
Beatrice nunca se hubiera atrevido a soñar que el doctor Gijs van der Eekerk le pidiera en matrimonio. Siendo su esposa, disfrutaría de una vida cómoda e incluso lujosa. Pero de qué le serviría todo eso, si Gijs no le estaba ofreciendo lo que ella deseaba: su amor.
James Galbraith, el nuevo médico del pueblo, siempre sorprendía a Leonora en situaciones comprometidas. A la joven no debería importarle. Después de todo, estaba comprometida con Tony y era su opinión la que debía tener en cuenta. Pero James la había ayudado tanto en su lucha por mantener a flote la antigua y decrépita casa de la familia que se había acostumbrado a contar con su apoyo y presencia… Tanto que empezaba a dudar de su compromiso con Tony. Por otra parte, no tenía mucho sentido admitir que se había enamorado de James cuando él no parecía interesarse mucho por ella… ¿o sí?
La solución de sus problemas era casarse con él. Desde fuego, no sería una unión por amor, sino un matrimonio de conveniencia. Venetia debió rechazarlo de inmediato. Después de todo, ¿cómo podía un arreglo tan frío conducirla a la felicidad?
Matilda tenía todas las cualidades que hacen que un hombre vuelva la cabeza: belleza, encanto, inteligencia y una naturaleza amable y generosa… Pero había permanecido soltera a pesar de un buen número de proposiciones matrimoniales. Cuando conoció al eminente cirujano James Scott-Thurlow, fue amor a primera vista para Matilda. ¡Era el único hombre con quien deseaba casarse! Pero era evidente que James no sentía lo mismo por ella. ¿Cómo podía hacerlo, si estaba ya comprometido con la mundana Rhoda?
La primera vez que Eulalia se encontró con Fenno Van Linssen supo que era una de esas personas que parecían eternamente enfadadas, y supuso que debía dedicarse a alguna profesión en la que la relación con otras personas no fuera imprescindible. Sin embargo, cuando su sobrino Peter fue atropellado, la joven descubrió que Fenno no sólo era médico sino que, además, era un cirujano excelente que trataba a sus pacientes con una ternura y comprensión poco comunes. Los cuidados que recibió Peter incluso cuando ya le habían dado el alta en el hospital fueron tantos que Eulalia empezó a preguntarse si no sería demasiado evidente que necesitaban ayuda…
Lo único que no podía hacer era enamorarse de su marido. Claudia Ramsey estaba muy agradecida al señor Thomas Tait-Bullen por todo lo que había hecho por su tío abuelo, por eso aceptó encantada su proposición de casarse con él por conveniencia. Pero se acercaban las navidades y Claudia estaba empezando a romper todas las normas… ¡se estaba enamorando de su marido!
Phoebe aceptó la proposición del doctor George Pritchard porque era una actitud lógica. Él no le ofreció amor, sólo comprensión y amistad y a ello eso le pareció suficiente. Phoebe se dijo que tampoco le amaba, por eso no podía comprender los terribles celos que la asaltaron cuando la hermosa holandesa Corina reapareció en la vida de George, ¡dispuesta a continuar lo que obviamente fue una amistad muy estrecha!
Suzannah estaba sola en el mundo, sin trabajo ni medios de subsistencia, cuando Guy Bowers-Bentinck llegó a rescatarla. Tuvo que aceptar su ayuda… aunque no deseaba verse atada de ninguna manera a ese hombre insufrible y arrogante. Es tan malhumorado e impaciente, que debe odiarme, pensó Suzannah, pero el destino se empeñaba en unirlos. Sin embargo, era conveniente que se rehusara a engrosar las filas de las mujeres que lo asediaban.
Viena era encantadora, tal como Cordelia lo había imaginado. ¡No podía decir lo mismo del tío de su pupila, el doctor Charles Trescombe! Él la consideraba una chica sosa, aunque sensata. Ella lo miraba con lástima… aún era joven y atractivo, pero estaba absorto en sus libros y en su trabajo y para Cordelia eso era digno de compasión. Fue tonto enamorarse de él, pero cuando Charles le sonrió, pensó en la mágica posibilidad de que él también la amara.
Todo el mundo parecía haberse puesto de acuerdo en asegurarle a Mary Pagett que algún día sería una esposa perfecta. El problema era que el único hombre con el que Mary pensó alguna vez casarse era un importante especialista en corazón, el doctor Roel van Rakesma y, desde el mismo momento en que se conocieron, Mary se comportó con él de manera hostil… aunque ni ella misma lograba entender el porqué. Seguramente, su mal humor se debía a que as atenciones que el doctor le prodigaba eran estrictamente profesionales…
Si aquello fuera posible… Cuando Loveday West aceptó ser la nueva recepcionista de la consulta del doctor Andrew Fforde, no estaba entre sus planes enamorarse de su jefe; pero era tan guapo y encantador… ¿Sería su relación con él tan temporal como su contrato?