CAPÍTULO 3
PERFILES COGNITIVOS
Un modo sencillo de considerar los trastornos de la personalidad consiste en pensarlos en términos de ciertos vectores. Siguiendo la formulación de Horney (1950), podemos ver estas estrategias interpersonales en función del modo como los diversos tipos de personalidad se relacionan y actúan con las otras personas y, el modo como usan el espacio interpersonal. En relación con los demás, el individuo puede moverse o situarse contra, hacia, alejándose, arriba o abajo. El dependiente se mueve hacia y a menudo abajo (sumiso, subordinado). Otro «tipo» se queda quieto y puede obstruir a los otros; es el pasivo-agresivo. Los narcisistas se posicionan arriba de los otros. El compulsivo se orienta hacia arriba para tener el control. El esquizoide se aleja, y el evitativo se acerca y después se retira. Las personalidades histriónicas usan el espacio para atraer a los otros hacia ellas. Como veremos, estos vectores pueden considerarse las manifestaciones visibles de estrategias interpersonales específicas asociadas con trastornos específicos de la personalidad.
Este bosquejo simplificado presenta un modo de ver los tipos y los trastornos de la personalidad en función de la manera como los individuos toman posición respecto de los demás. Esas pautas pueden ser disfuncionales, y se considera justificado un diagnóstico de trastorno de la personalidad cuando conducen (1) a problemas que causan sufrimiento en el paciente (por ejemplo, una personalidad evitativa) o (2) a dificultades con otras personas o con la sociedad (por ejemplo, en la personalidad antisocial). Pero muchas personas con un trastorno de la personalidad diagnosticado no piensan que padecen ningún trastorno. Por lo general, los individuos sólo estiman que sus pautas personales son indeseables cuando generan síntomas (como depresión o ansiedad), o cuando parecen obstaculizar importantes aspiraciones sociales o laborales (como en los casos de las personalidades dependiente, evitativa o pasivo-agresiva).
Enfrentada a situaciones que obstaculizan el despliegue de su estrategia idiosincrásica —por ejemplo, cuando un sujeto dependiente es separado o amenazado con la separación respecto de una persona significativa, o cuando un obsesivo-compulsivo cae en circunstancias incontrolables—, pueden desarrollarse síntomas de depresión o ansiedad. Otros sujetos con trastornos de la personalidad consideran sus propias pautas como perfectamente normales y satisfactorias para ellos, pero reciben una calificación diagnóstica porque su conducta es vista como negativa por otras personas, como en el caso de las personalidades narcisistas, esquizoides o antisociales.
Las conductas (o estrategias) observables, no obstante, son sólo uno de los aspectos de los trastornos de la personalidad. Un trastorno no se caracteriza sólo por una conducta disfuncional o asocial, sino también por una constelación de creencias y actitudes, afectos y estrategias. Es posible dar un perfil distintivo de cada uno de los trastornos sobre la base de sus rasgos típicos cognitivos, afectivos y conductuales. Si bien presentamos esta tipología en una forma pura, debe tenerse presente que los individuos concretos pueden presentar rasgos de más de un tipo de personalidad.
Pautas hiperdesarrolladas e infradesarrolladas
Los individuos que padecen un trastorno de la personalidad tienden a presentar ciertas pautas de comportamiento hipertrofiadas o hiperdesarrolladas, y otras infradesarrolladas. El trastorno obsesivo-compulsivo, por ejemplo, se caracteriza por un énfasis excesivo en el control, la responsabilidad y la sistematización, y una deficiencia relativa de espontaneidad y espíritu lúdico.
Como lo ilustra la tabla 3.1, en los otros trastornos de la personalidad también encontramos la incidencia importante de algunas pautas y menor de otras. Los rasgos deficitarios suelen ser complementarios de los fuertes. Es como si se hubiera desarrollado una estrategia interpersonal, pero no la estrategia que produciría un equilibrio. Se podría especular que cuando un niño acentúa un tipo predominante de conducta, deja en la sombra o tal vez debilita el desarrollo de otras conductas adaptativas.
TABLA 3.1 Estrategias típicas hiperdesarrolladas e infradesarrolladas
Como se verá en los capítulos que siguen, sobre cada tipo de trastorno de la personalidad, ciertas estrategias hipertrofiadas pueden derivar o compensar un tipo específico de autoconcepto, y ser una respuesta a particulares experiencias del desarrollo. Asimismo, como se indicó en el capítulo 2, la predisposición genética favorece el desarrollo de un tipo particular de pauta de preferencia a otras pautas posibles. Por ejemplo, algunos niños parecen orientarse a gustar a los demás, mientras que otros se ven tímidos e inhibidos desde las primeras etapas del desarrollo. Entonces es posible que se desarrolle una personalidad narcisista mientras el individuo lucha ferozmente por superar una sensación profunda de falta de méritos. La personalidad obsesivo-compulsiva se puede desarrollar como respuesta a condiciones caóticas en la niñez, como un modo de poner orden en un ambiente desordenado. Una personalidad paranoide puede producirse como respuesta a experiencias tempranas de traición o engaño; una personalidad pasivo-agresiva se puede ir construyendo como respuesta a la manipulación por parte de los otros. La personalidad dependiente suele representar una fijación a un fuerte apego que, por diversas razones, podría haber sido reforzado por los miembros de la familia, quienes no lo atenuaron de un modo normal a lo largo del período del desarrollo. De un modo análogo, una personalidad histriónica pudo haber sido suscitada por la experiencia reiterada de recompensa al exhibicionismo —por ejemplo, al divertir a los otros para obtener aprobación y afecto.
Debe observarse que se puede llegar al mismo trastorno de la personalidad por distintos caminos. Por ejemplo, los trastornos de la personalidad narcisista, obsesivo-compulsivo, paranoide o incluso antisocial pueden aparecer como compensaciones del miedo (es decir, como resultado de una sensación de caos, manipulación o victimización), como consecuencia del refuerzo de las estrategias correspondientes por parte de otros, o en virtud de ambos factores.
No se puede pasar por alto la importancia de la identificación con los miembros de la familia. Algunos individuos parecen tomar ciertas pautas disfuncionales de sus progenitores o hermanos, y basarse en ellas a medida que crecen. En otros sujetos los trastornos de la personalidad parecen derivar de la herencia de una predisposición fuerte. La investigación reciente de Kagan (1989) indica que una timidez que se presenta precozmente en la vida tiende a persistir. Es posible que una disposición innata a la timidez sea tan reforzada por la experiencia siguiente que el individuo, en lugar de ser sencillamente no asertivo, evolucione como personalidad evitativa.
Es útil analizar las características psicológicas de los sujetos que padecen trastornos de la personalidad en función de las concepciones que tienen de sí mismos y de los otros, de sus creencias y estrategias básicas, así como de sus principales afectos. De este modo, el terapeuta obtiene perfiles específicos cognitivo-conductuales-emotivos que le ayudan a comprender cada trastorno y le facilitan el tratamiento.
Perfiles cognitivos específicos
Trastornos de la personalidad por evitación
Las personas a las que se les diagnostica un trastorno de la personalidad por evitación según los criterios del DSM-III-R tienen el siguiente conflicto clave: les gustaría estar muy cerca de los demás y hacer realidad su potencial intelectual y vocacional, pero temen ser heridas, ser rechazadas y fracasar. Esta estrategia (en contraste con la de dependencia) consiste en retirarse, o bien en empezar por evitar el compromiso.
- Concepción de sí mismas: Se consideran socialmente ineptas e incompetentes en el estudio o el trabajo.
- Concepción de los demás: Los ven como potencialmente críticos, desinteresados o despectivos.
- Creencias:
- No es infrecuente que las personas con este trastorno tengan las siguientes creencias nucleares: «No soy bueno… Soy indigno… No merezco ser amado. No tolero sentimientos desagradables».
- Estas creencias nutren el nivel siguiente (superior) de las creencias condicionales: «Si las personas se me acercan, descubrirán mi verdadero yo real y me rechazarán; eso sería intolerable». O bien: «Si emprendo algo nuevo y no tengo éxito, eso sería devastador».
- El nivel siguiente, que dicta su conducta, consiste en creencias instrumentales o de autoinstrucción, como por ejemplo: «Lo mejor es mantenerse libre de compromisos arriesgados», «Debo evitar a toda costa las situaciones desagradables», «Si pienso o siento que algo es desagradable, debo tratar de suprimirlo en seguida, distrayéndome o con un remedio rápido (bebida, drogas, etcétera)».
- Amenazas: Las amenazas principales son ser descubierto como «un fraude», ser degradado, humillado, rechazado.
- Estrategia: La principal estrategia consiste en evitar las situaciones en las que se puede ser evaluado, por lo cual estos individuos tienden a mantenerse de forma vacilante en los márgenes de los grupos sociales, y evitan atraer la atención. En las situaciones de trabajo tienden a no asumir nuevas responsabilidades y a no hacer nada por progresar, por miedo al fracaso y a la represalia de los otros.
- Afecto: El principal afecto es la disforia, una combinación de ansiedad y tristeza, relacionada con la carencia de los placeres que quisieran obtener en sus relaciones personales y de la sensación de dominio que se consigue al lograr los objetivos. Experimentan una ansiedad relacionada con el temor a exponerse en situaciones sociales o de trabajo. Su baja tolerancia a la disforia les impide desarrollar métodos para superar la timidez y afirmarse más eficazmente. Como son introspectivos y controlan continuamente sus sentimientos, tienen una aguda sensibilidad a su propia tristeza o ansiedad. Paradójicamente, a pesar de su excesiva conciencia de los sentimientos penosos, evitan identificarse con pensamientos desagradables —tendencia ésta coherente con su estrategia principal y que se denomina «evitación cognitiva». La baja tolerancia a los sentimientos desagradables y la sensibilidad ante el fracaso o el rechazo invaden todas sus acciones. A diferencia de la persona dependiente, que controla su miedo a fracasar apoyándose en otros, el individuo evitativo reduce sus expectativas y se abstiene de todo compromiso que suponga el riesgo de fracaso o rechazo.
Trastorno de la personalidad por dependencia
Los individuos que presentan este trastorno se ven a sí mismos desvalidos, y por lo tanto tratan de unirse a alguna figura más fuerte que les proporcione recursos para la supervivencia y la felicidad.
- Concepción de sí mismos: Se perciben como necesitados, débiles, desvalidos e incompetentes.
- Concepción de los otros: Ven de un modo idealizado al «cuidador» fuerte, que nutre, apoya y es competente. En contraste con la personalidad evitativa, que se mantiene libre de «relaciones complicadas» y por ello no obtiene respaldo social, la personalidad dependiente puede funcionar perfectamente mientras cuente con acceso a una figura fuerte.
- Creencia: Estos pacientes creen que «Para sobrevivir
necesito de otra persona, una persona fuerte». Además, suponen que
su felicidad depende de que tengan acceso a una figura así. Creen
necesitar un flujo constante, ininterrumpido, de apoyo y aliento.
Dicen, por ejemplo, «No puedo vivir sin un hombre» o «Nunca seré
feliz si no soy amado».
- En cuanto a la jerarquía de las creencias, es probable que la creencia nuclear sea «Estoy completamente desamparado» o «Estoy solo».
- Las creencias condicionales son: «Sólo puedo funcionar si tengo acceso a alguien competente», «Si me abandonan, moriré», «Si no soy amado, siempre seré infeliz».
- El nivel instrumental consiste en imperativos tales como: «No ofender al cuidador», «Permanecer cerca», «Cultivar la relación más íntima posible», «Ser sumiso para tenerle atado».
- Amenaza: Las principales amenazas o traumas tienen que ver con el rechazo o el abandono.
- Estrategia: La principal estrategia consiste en cultivar una relación de dependencia. Frecuentemente lo hacen subordinándose a una figura «fuerte», a la que tratan de agradar o apaciguar.
- Afecto: El principal afecto es la ansiedad, la preocupación por la posible fractura de la relación de dependencia. Esa ansiedad se acentúa periódicamente, cuando perciben tensiones reales en la relación. Si pierden la figura de la que dependen, se hunden en la depresión. Por otra parte, experimentan gratificación o euforia cuando se asegura la satisfacción de sus deseos de dependencia.
Trastorno pasivo-agresivo de la personalidad
Los individuos con este trastorno de la personalidad tienen un estilo contestatario, que pretende desmentir el hecho de que quieren obtener el reconocimiento y el apoyo de figuras de autoridad. El principal problema es un conflicto entre el deseo de conseguir las ventajas que otorgan las autoridades, por una parte, y por la otra el deseo de conservar la autonomía. En consecuencia, tratan de mantener la relación siendo pasivos y sumisos, pero como sienten una pérdida de autonomía se sublevan contra la autoridad.
- Concepción de sí mismos: Pueden percibirse como autosuficientes pero expuestos a abusos por parte de otros. (No obstante, se sienten atraídos por las figuras y organizaciones fuertes, porque anhelan aprobación y apoyo sociales. Por lo tanto, suelen padecer un conflicto entre el deseo de apego y el miedo al abuso.)
- Concepción de los demás: Ven a los demás —específicamente a las figuras de autoridad— como intrusivos, exigentes, entrometidos, controladores y dominantes, pero al mismo tiempo capaces de aprobar, aceptar y cuidar.
- Creencias:
- Las creencias nucleares tienen que ver con nociones tales como: «Ser controlado por otros es intolerable», «Tengo que hacer las cosas a mi manera» o «Merezco aprobación por todo lo que he hecho». Sus conflictos se expresan en creencias como «Tengo que proteger mi identidad». (Los pacientes límite [borderline] a menudo ponen de manifiesto el mismo tipo de conflicto).
- La creencia condicional toma la forma de «Si sigo las reglas, pierdo mi libertad de acción».
- Las creencias instrumentales giran en torno de posponer la acción que la autoridad espera, o de una obediencia superficial, pero no sustantiva.
- Amenaza: Las principales amenazas o miedos giran en torno de la pérdida de la aprobación y la reducción de la autonomía.
- Estrategia: La principal estrategia consiste en fortificar la autonomía mediante la oposición tortuosa a las figuras de autoridad, mientras se les corteja ostensiblemente para obtener su favor. Estos individuos tratan de eludir o violar las reglas con engaños, en un espíritu de desafío encubierto. Son a menudo subversivos, en el sentido de que no realizan el trabajo a tiempo, no asisten a clase, etcétera —en última instancia, conductas autodestructivas—. Pero superficialmente, por su necesidad de aprobación, puede parecer que son obedientes y que cultivan el favor de las autoridades. A menudo tienen una fuerte tendencia a la pasividad. Tienden a seguir la línea que supone menor esfuerzo; suelen evitar situaciones competitivas y les interesan más las empresas solitarias.
- Afecto: Su principal afecto es la cólera no expresada, que se asocia con la rebelión contra las reglas dictadas por la autoridad. Este afecto, que es consciente, alterna con la ansiedad cuando prevén represalias y se sienten amenazados con un «corte de víveres».
Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
Las palabras clave de los obsesivo-compulsivos son «control» y «se debe». Estos individuos hacen una virtud del culto a los medios para alcanzar un fin, hasta tal punto que los medios se convierten en un fin en sí. Para ellos, «el orden es devoción».
- Concepción de sí mismos: Se consideran responsables de sí mismos y de los otros. Creen que de ellos depende que se hagan las cosas. Tienen que rendir cuentas ante su propia conciencia perfeccionista. Se mueven sobre la base de fórmulas del tipo: «Tengo que hacer…». Muchas de las personas que tienen este trastorno albergan una imagen nuclear de sí mismas como ineptas o desvalidas. La preocupación profunda por sentirse desvalidas se vincula al miedo a verse superadas, a no poder desempeñar su función. En estos casos, el énfasis excesivo en el sistema compensa la percepción de las deficiencias y el sentimiento de estar desvalido.
- Concepción de los demás: Estas personas perciben a los demás como excesivamente despreocupados, a menudo irresponsables, autocomplacientes o incompetentes. Les atribuyen «deberes» en abundancia, para apuntalar sus propias debilidades.
- Creencias:
- En el trastorno obsesivo-compulsivo grave, las creencias nucleares son: «Puedo verme abrumado», «Soy básicamente desorganizado o estoy desorientado», «Para sobrevivir necesito orden, sistema y reglas».
- Sus creencias condicionales son: «Si no soy sistemático, todo se derrumbará»; «Cualquier fallo o defecto por mi parte hará que me derrumbe», «Si yo u otro no nos esforzamos al máximo, fracasaremos», «Si fallo en esto, soy un fracaso como persona».
- Sus creencias instrumentales son imperativos: «Debo ser yo quien controla», «Prácticamente todo tengo que hacerlo a la perfección», «Sé qué es lo mejor», «Tienen que hacerlo a mi manera», «Los detalles son esenciales», «La gente deberá trabajar mejor y esforzarse más», «Continuamente tengo que empujarme a mí mismo (y empujar a los otros)», «Hay que criticar a la gente para evitar errores futuros». Pensamientos automáticos frecuentes, teñidos de crítica, son: «¿Por qué no pueden hacerlo bien?», o «¿Por qué siempre me equivoco?».
- Amenazas: Las principales amenazas son los defectos, los errores, la desorganización o las imperfecciones. Tienden a sentir como una catástrofe «perder el control» o que «ellos (o los otros) no logren hacer las cosas».
- Estrategia: La estrategia de estas personas gira en torno de un sistema de reglas, normas y deberes. Al aplicar las reglas evalúan y miden el comportamiento de los demás tanto como el suyo propio. Para alcanzar sus metas, tratan de ejercer el máximo control sobre su propia conducta y la de los otros involucrados. Tratan de mantener el control sobre su propia conducta por medio de numerosos imperativos y autorreproches; intentan controlar la conducta de los demás dirigiéndolos abiertamente, o desaprobándolos y castigándolos. Esta conducta instrumental puede llegar a la coerción y un trato esclavizador.
- Afecto: En razón de sus normas perfeccionistas, estos individuos son particularmente proclives a los remordimientos, las decepciones y los castigos a sí mismos y a otros. La respuesta afectiva a la previsión de un comportamiento por debajo de las normas es la ansiedad. Cuando se produce un «fracaso» grave pueden caer en la depresión.
Trastorno paranoide de la personalidad
La palabra clave en el trastorno paranoide de la personalidad es «desconfianza». Es concebible que, en ciertas circunstancias, la cautela, la búsqueda de motivos ocultos o la falta de confianza en los demás sean adaptativas —incluso ayudan a salvar la vida—, pero la personalidad paranoide adopta esta postura en la mayoría de las situaciones, incluso las más benignas.
- Concepción de sí mismas: Las personalidades paranoides se ven como rectas y se sienten maltratadas por los demás.
- Concepción de los demás: Las otras personas son vistas esencialmente como tortuosas, mentirosas, traicioneras y encubiertamente manipuladoras. Creen que quieren obstaculizarlas, humillarlas, discriminarlas, pero siempre de un modo oculto o secreto, disfrazado de inocencia. Los paranoides pueden pensar que los demás forman coaliciones secretas contra ellos.
- Creencias:
- Las creencias clave consisten en nociones tales como: «Soy vulnerable a otras personas», «No se puede confiar en los demás», «Sus móviles son sospechosos», «Me engañan», «Me van a derrumbar o desacreditar».
- Las creencias condicionales son: «Si no tengo cuidado me manipularán, abusarán o se aprovecharán de mí», «Si la gente actúa amistosamente, es porque trata de usarme», «Si las personas parecen distantes, ello demuestra que son hostiles».
- Las creencias instrumentales (o de autoinstrucción) son: «Mantente en guardia», «No confíes en nadie», «Busca los motivos ocultos», «No te dejes engañar».
- Amenazas: Su temor principal es ser secretamente manipulado, controlado, rebajado o discriminado.
- Estrategias: En razón de la idea de que los demás están contra ellas, las personalidades paranoides se ven impulsadas a una enorme vigilancia y a estar siempre en guardia. Son cautelosas y suspicaces, y constantemente buscan indicios que revelen los «motivos ocultos» de sus «adversarios». A veces se enfrentan a tales «adversarios» con quejas por presuntos agravios, y de tal modo provocan realmente la hostilidad que creían percibir.
- Afectos: El principal afecto es la cólera por el presunto abuso. Pero algunas personalidades paranoides experimentan además una ansiedad constante por las amenazas percibidas. Esa ansiedad penosa es a menudo la causa de que soliciten terapia.
Desorden antisocial de la personalidad
La personalidad antisocial puede asumir una variedad de formas: la expresión de la conducta antisocial es muy diversa (véase el DSM-III-R; APA, 1987); va desde la connivencia, la manipulación y la explotación hasta el ataque directo.
- Concepción de sí mismas: En general, estas personalidades se consideran solitarias, autónomas y fuertes. Algunas piensan haber sido objeto de abusos y maltratos por parte de la sociedad; justifican la victimización de otros con la creencia de que ellas mismas han sido victimizadas. Otros de estos sujetos simplemente asumen un papel predador en un mundo caníbal en el que violar las reglas sociales es normal e incluso deseable.
- Concepción de los demás: Se ve a las otras personas como explotadoras (y por lo tanto merecedoras de ser explotadas en represalia), o como débiles y vulnerables (por lo cual está bien que sean víctimas).
- Creencias:
- Las creencias nucleares son: «Tengo que cuidar de mí mismo», «Debo ser el agresor, o seré la víctima». La personalidad antisocial también cree que «Los demás son tontos», o que «Son unos explotadores, y por lo tanto tengo derecho a explotarlos». Estas personas creen tener derecho a violar las reglas (supuestamente arbitrarias y destinadas a proteger a «los que tienen» de «los que no tienen»). Esta idea contrasta con la de las personalidades narcisistas, que creen ser tan especiales y únicas que están por encima de las reglas —prerrogativa que a su juicio todos reconocerán y respetarán fácilmente.
- La creencia condicional es: «Si no presiono (o manipulo, exploto, ataco) a los demás, nunca obtendré lo que merezco».
- Las creencias instrumentales o imperativas son: «Pegar primero», «Ahora te toca a ti», «Tómalo, te lo mereces».
- Estrategias: Las principales estrategias pertenecen a una de dos clases. La personalidad antisocial se manifiesta, ataca, roba y defrauda abiertamente. El tipo más sutil —de «guante blanco»— engaña, explota y estafa mediante manipulaciones astutas y sutiles.
- Afecto: Cuando hay un afecto en particular, se trata esencialmente de la cólera, por la injusticia que supone que otras personas tengan lo que el antisocial supone que él merece.
Trastorno narcisista de la personalidad
La palabra clave de los narcisistas es «autoexaltación».
- Concepción de sí mismas: Las personalidades narcisistas se consideran especiales y únicas, casi príncipes o princesas. Se atribuyen un status especial, por encima de la masa de las personas corrientes. A su juicio son superiores y tienen derecho a favores especiales y a un tratamiento de favor; están por encima de las reglas que rigen a las otras personas.
- Concepción de los demás: Si bien consideran que las otras personas son inferiores, esta idea no tiene el mismo sentido que en las personalidades antisociales. Simplemente se consideran prestigiosas y por encima del promedio; los otros serían sus vasallos o partidarios. Procuran obtener la admiración de los demás, sobre todo como prueba de su propia grandiosidad y para preservar su status superior.
- Creencias:
- Las creencias narcisistas nucleares son las siguientes: «Puesto que soy especial, merezco miramientos, privilegios y prerrogativas especiales», «Soy superior a los demás y ellos tienen que reconocerlo», «Estoy por encima de las reglas».
- Las creencias condicionales son: «Si no reconocen mi status especial, hay que castigarles», «Para conservar mi status especial, debo someterles».
- La creencia instrumental es: «Trata constantemente de insistir en tu superioridad y en demostrarla».
- Estrategia: Las estrategias principales consisten en hacer cuanto se pueda por reforzar el propio status superior y ampliar el dominio personal. El narcisista busca gloria, riqueza, posición, poder y prestigio para reforzar continuamente su imagen «superior». Tiende a ser altamente competitivo con quienes pretenden un status igualmente alto. Recurre a estrategias manipuladoras para lograr sus fines. Puesto que se consideran por encima de las reglas que rigen al resto de la humanidad, para ellos «es lícito todo y cualquier cosa». A diferencia de la personalidad antisocial, no tienen una concepción cínica de las reglas de la conducta humana; simplemente se consideran exceptuados. Se ven como parte de la sociedad, pero en el estrato más alto.
- Afecto: Su principal afecto es la cólera cuando otras personas no les conceden la admiración o el respeto que creen merecer, o de algún otro modo los frustran. Pero son proclives a la depresión cuando sus estrategias fallan. Por ejemplo, los psicoterapeutas han tratado a financieros de Wall Street que, tras haber hecho un uso fraudulento de información confidencial, se deprimieron al ser descubiertos y quedar expuestos a la vergüenza pública. Estos hombres sentían que al caer de sus elevadas posiciones lo habían perdido absolutamente todo.
Trastorno histriónico de la personalidad
La palabra clave en las personalidades histriónicas es «expresividad»; este término encarna la tendencia a dar una carga emocional o a hacer románticas todas las situaciones, así como a impresionar y cautivar a los otros.
- Concepción de sí mismas: Se ven como encantadoras, grandiosas y merecedoras de atención.
- Concepción de los demás: Los ven favorablemente mientras logren atraer su atención y su afecto, y consigan divertirles. Tratan de formar alianzas sólidas, pero con la condición de que se les permita ocupar el centro del grupo mientras los otros miembros desempeñan el papel de audiencia atenta. En contraste con las personalidades narcisistas, se entregan calurosamente a las interacciones constantes con las otras personas, y su autoestima depende de que reciban continuas expresiones de aprecio.
- Creencias:
- La persona con un trastorno histriónico tiene a menudo creencias nucleares tales como: «En el fondo carezco de atractivos», o «Para ser feliz necesito que me admiren».
- Entre las creencias compensatorias se cuentan: «Merezco que me quieran, soy entretenido e interesante», «Tengo derecho a que me admiren», «Los demás están para admirarme y hacer lo que les pida», «No tienen ningún derecho a negarme lo que merezco».
- Las creencias condicionales son, entre otras: «Si no cautivo a la gente, no soy nada», «Si no les resulto interesante, me abandonarán», «Si la gente no responde, es porque es mala», «Si no puedo cautivar a la gente, estoy desamparado».
- Las personas histriónicas tienden a pensar de modo globalizador y basado en impresiones, hecho que se refleja en una de sus creencias instrumentales: «Puedo confiar en mis sentimientos». Así como los obsesivo-compulsivos se guían por sistemas racionales o intelectuales, los histriónicos siguen sus sentimientos. Si el histriónico se encoleriza, le basta con sus sentimientos para justificar el castigo a otra persona. Cuando siente afecto, no vacila en exteriorizarlo efusivamente, aunque al cabo de unos minutos pueda pasar a otro tipo de expresión. Si está triste, llora. Tiende a teatralizar el modo como comunica su sensación de frustración o desesperación, como en el «intento de suicidio histriónico». Esas pautas generales se reflejan en imperativos tales como: «Expresa tus sentimientos», «Sé divertido», «Demuéstrale a la gente que te ha herido».
- Estrategias: Los histriónicos son demostrativos y teatrales para hacer que las personas queden ligadas a ellos. Pero cuando no logran imponerse creen que se los trata con injusticia, tratan de obtener sumisión o se vengan con estallidos de mal genio. Tienen una baja tolerancia a la frustración, y pueden recurrir al llanto, la conducta agresiva y gestos suicidas para lograr lo que quieren o «castigar» a quien les ofende. Los intentos de suicidio pueden ser serios y potencialmente fatales, aunque respondan a impulsos del momento.
- Afecto: El afecto más destacado es la jovialidad, a menudo mezclada con alegría y buen humor cuando logran comprometer a otros. Pero por lo general experimentan una corriente subterránea de ansiedad, que refleja el miedo al rechazo. Ante la frustración, el afecto puede convertirse rápidamente en cólera o tristeza.
Trastorno esquizoide de la personalidad
La palabra clave de la personalidad esquizoide es «aislamiento». Estos individuos son la encarnación de la personalidad autónoma. Están dispuestos a sacrificar la intimidad en las relaciones para preservar su desapego y autonomía.
- Concepción de sí mismos: Se ven como autosuficientes y solitarios. Valoran la movilidad, la independencia y las empresas individuales. Prefieren tomar sus propias decisiones, realizar actividades a solas y no formar parte de un grupo.
- Concepción de los demás: Para ellos, las otras personas son intrusos que se entrometen. Permitir un acercamiento íntimo es dar a otras personas la oportunidad de que les acosen y les acorralen.
- Creencias:
- Sus creencias nucleares son ideas como: «Estoy solo», «Las relaciones estrechas con otras personas no compensan, son desastrosas», «Puedo hacer mejor las cosas si los otros no me estorban», «Las relaciones estrechas son indeseables porque interfieren en mi libertad de acción».
- Las creencias condicionales son: «Si me acerco demasiado a la gente, me van a clavar sus garfios», «No puedo ser feliz a menos que tenga una movilidad total».
- Las creencias instrumentales toman la forma de: «No te acerques demasiado», «Manten las distancias», «No te comprometas».
- Estrategia: La estrategia principal de estos pacientes es mantenerse a distancia en la medida de lo posible. Pueden unirse a otros por razones específicas —por ejemplo, en las actividades laborales o el sexo—, pero cuando no las hay prefieren distanciarse. Ante cualquier acción que represente una intrusión, se sienten fácilmente amenazados.
- Afecto: Mientras se mantienen a distancia, los esquizoides experimentan un bajo nivel de tristeza. Si se ven forzados a un encuentro estrecho, pueden ponerse muy ansiosos. En contraste con las personalidades histriónicas, no son proclives a demostrar lo que sienten, sea verbalmente o con gestos faciales, por lo cual producen la impresión de que no tienen sentimientos intensos.
Estilos de pensamiento
Los trastornos de la personalidad pueden también caracterizarse por sus estilos cognitivos, como reflejo posible de las estrategias conductuales de los pacientes. Los estilos cognitivos tienen que ver con la manera de procesar la información, en tanto opuesta al contenido específico del procesamiento. Varios tipos de personalidad tienen estilos cognitivos característicos que vale la pena describir.
- Los histriónicos emplean la estrategia de la
«exhibición» para atraer a las personas y satisfacer sus deseos de
apoyo e intimidad. Cuando la estrategia de impresionar o divertir
fracasa, hacen un franco despliegue «teatral» (llanto, rabia,
etcétera) para castigar a quienes los ofenden y obligarlos a
someterse. El procesamiento de la información presenta el mismo
carácter global y basado en impresiones. A estos individuos «el
bosque les impide ver los árboles». Interpretan las situaciones en
términos amplios, estereotipados, globales, a expensas de detalles
cruciales. Es probable que respondan a su Gestalt de la
situación, basada en información inadecuada.
Las personas con un trastorno histriónico son también proclives a adscribir cierta pauta a determinada situación, aunque esa pauta no corresponda. Por ejemplo, si otras personas parecen indiferentes a los intentos de divertirlas, el histriónico juzga la situación en su globalidad —«Me rechazan»—, en lugar de ver los detalles que podrían explicar la conducta de los otros. Pasan por alto el hecho de que pueden estar cansados o aburridos, o preocupados por otras cosas. El énfasis en las «impresiones» es también evidente en el modo como adornan todas las experiencias: les dan a los hechos un carácter romántico que los eleva a la categoría de gran drama o gran tragedia. Finalmente, como sintonizan más con la evaluación subjetiva que con la medición objetiva de los hechos, tienden a considerar sus sentimientos como una guía decisiva para la interpretación. Por ejemplo, si en el encuentro con otra persona se sienten mal, ello significa que la otra persona es mala. Si han experimentado euforia, significa que la otra persona es maravillosa.
- A la personalidad obsesivo-compulsiva, en acentuado contraste con la histriónica, «los árboles le impiden ver el bosque». Estas personas se centran tanto en los detalles que pasan por alto la pauta general; por ejemplo, quizá tomen una decisión basándose en unas pocas fallas en el comportamiento de alguien, aunque éste sea globalmente bueno. Además, en contraste con el histriónico, el obsesivo-compulsivo tiende a minimizar las experiencias subjetivas. Así se priva de parte de la riqueza de la vida y del acceso a los sentimientos como fuente de información que realza la significación de los acontecimientos importantes.
- El estilo de pensamiento de las personas con personalidad evitativa difiere del de los individuos que acabamos de describir. Así como tienden a evitar las situaciones en las que se sienten mal, también emplean un mecanismo de «evitación interna». En cuanto empiezan a experimentar un sentimiento desagradable, tratan de amortiguarlo desviando la atención hacia alguna otra cosa o con un remedio superficial y rápido —por ejemplo, tomando una copa—. También evitan los pensamientos capaces de suscitar sentimientos desagradables.
- Los estilos cognitivos de los otros trastornos de la personalidad no son tan definidos como los que hemos considerado.
Resumen de las características
La tabla 3.2 presenta las características de nueve trastornos de la personalidad. Las dos primeras columnas dan las concepciones de sí mismo y de los otros; en la columna siguiente encontramos las creencias respectivas, y en la columna final, las estrategias específicas. Esta tabla demuestra que el modo de verse a sí mismo y de ver a los otros, junto con las creencias, conducen a una estrategia específica. Aunque esa estrategia o conducta proporciona las bases para el diagnóstico del trastorno de la personalidad, para la plena comprensión de la naturaleza del problema es importante esclarecer el concepto de sí mismo y de los demás, y las creencias del sujeto. Estos componentes cognitivos forman parte del procesamiento de la información, y al ser activados desencadenan la estrategia correspondiente.
TABLA 3.2 Perfil de las características de los trastornos de la personalidad
Por ejemplo, una persona evitativa —Jill— se veía a sí misma como socialmente inepta; por lo tanto, era vulnerable al desprestigio y el rechazo. Para ella los demás eran críticos y despreciativos; ese modo de ver complementaba su sensación de vulnerabilidad. La creencia de que el rechazo era terrible sumaba una enorme valencia a su sensibilidad, y tendía a magnificar la importancia de cualquier rechazo, previsto o real. De hecho, esa creencia tendía a cerrar el paso a toda retroalimentación positiva. La previsión del rechazo hacía que se sintiera crónicamente ansiosa entre la gente; como lo magnificaba, cualquier signo de rechazo podía herirla.
Otras dos creencias contribuían a hacer que se abstuviera de comprometerse: si se acercaba a la gente, la reconocerían como inferior e inadecuada, y ella no toleraba sentimientos desagradables, lo que la llevaba a evitar su activación. Por lo tanto, como resultado de la presión de sus diversas creencias y actitudes, se sintió empujada hacia la única estrategia compatible con su preocupación importante: evitar las situaciones en que podía ser evaluada. Además, en razón de su baja tolerancia a los sentimientos o pensamientos desagradables, constantemente desechaba cualquier idea capaz de suscitarlos. En la terapia tenía dificultades para tomar decisiones, identificar los pensamientos automáticos negativos o examinar sus creencias básicas, porque ello despertaba ese tipo de sentimientos. La figura 3.1 ilustra el flujo básico.
FIGURA 3.1. Relación de las concepciones y creencias con las estrategias básicas
Para cada uno de los otros trastornos de la personalidad se puede construir un gráfico de flujo análogo, con las creencias distintivas y las pautas conductuales resultantes. Por ejemplo, el trastorno de la personalidad por dependencia difiere del de la personalidad evitativa en cuanto a que en el primero se tiende a idolatrar a los otros potencialmente donadores y a creer que brindarán ayuda y apoyo. Por lo tanto, el dependiente se siente atraído hacia la gente. El pasivo-agresivo quiere aprobación pero no tolera nada que se parezca al control, de modo que tiende a frustrar a quienes esperan algo de él, con lo cual se perjudica a sí mismo. El obsesivo-compulsivo idealiza el orden y el sistema; se siente impulsado a controlar a los demás, tanto como a sí mismo. El paranoide vigila mucho a los otros a causa de su desconfianza y suspicacia básicas, y se inclina a acusarlos (abierta o mentalmente) de que lo discriminan. La personalidad antisocial afirma que tiene derecho a manipular a los demás o a abusar de ellos, debido a la creencia de que ha sido víctima de un agravio y de que los otros son tontos, o de que vivimos en una sociedad «caníbal». El narcisista se ve como superior al resto de los mortales y busca la gloria con cualquier método seguro. Los individuos histriónicos tratan de atraer a los demás divirtiéndoles, pero también con estallidos de mal genio y teatralizaciones que fuerzan el acercamiento cuando con el encanto no basta. El esquizoide, por su creencia de que relacionarse no compensa, se mantiene a distancia de las otras personas.
La comprensión de las creencias y estrategias típicas de cada trastorno de la personalidad le proporciona al terapeuta una guía. Pero debe tener presente que la mayoría de las personas con determinado trastorno de la personalidad también pondrán de manifiesto actitudes y conductas características de otros trastornos. En consecuencia, es importante que el terapeuta no pase por alto esas variaciones para realizar una evaluación completa.