CONSTITUTION CINCO
Habla de nuevo el viejo Shef. Hemos recibido su mensaje. No pretendemos discutirlo. Se ha puesto usted nervioso. Está de un humor agrio, ¿no es cierto? Si no puede decir algo agradable, no diga nada. Nosotros hacemos las cosas lo mejor que podemos, y si no coinciden exactamente con lo que usted espera de nosotros, es posible que se deba a que nosotros sabíamos mucho más que usted cuando nos contrató con el espejismo del supuesto Alfa-Aleph. En este aspecto, no tenemos nada que agradecerle.
En cambio, debemos agradecerle lo que hizo desde otro punto de vista, es decir, por habernos permitido llegar al punto que hemos llegado, y no me refiero a lo espacial. De modo que no voy a reprocharle nada. Pero no quiero hablar con usted, sencillamente. Dejaré que los otros hablen por sí mismos.
Habla Dot Letski. Esto es importante. Anótelo. Tengo que decirle tres cosas que no quiero que olvide. Uno: La mayoría de los problemas tienen soluciones gramaticales. El problema de transportar personas desde la Tierra a otro planeta no se ha resuelto encajando piezas de acero al azar, con el resultado de haber construido la Constitution por accidente. Se ha resuelto construyendo un modelo = ecuación (= gramática), el cual describe las circunstancias necesarias en que se produce el transporte. Una vez que se tiene el modelo gramatical, no hay más que colocar el metal a su alrededor.
Cuando haya comprendido esto, se encontrará preparado para: Dos: No existe lo que se llama causalidad. Se ha perdido mucho tiempo tratando de asignar «causas» a los «acontecimientos». Se dicen cosas tales como «Rascar un fósforo es la causa por la que se enciende». ¿Afirmación verdadera?
No, afirmación falsa. Se hace uno un lío al examinar si el «acto» de «rascar» es «necesario» y/o «suficiente», y se pierde en palabras. Las gramáticas pragmáticamente útiles carecen de tiempos.
En una gramática decente —desde luego, este no es el caso de la del idioma inglés, pero hago todo lo que puedo— puede hacerse una afirmación como «Existe una conjunción de formas de materia —especificada— que combina con el desprendimiento de energía a determinada temperatura..., la cual puede ser la temperatura asociada con el calor de la fricción». ¿Dónde está la causalidad?
«Causa» y «efecto» se encuentran en la misma afirmación intemporal. De modo que, Tres: No existen las llamadas leyes empíricas. Ski llegó a comprender que era capaz de conservar el plasma en nuestro jet indefinidamente, no empujando partículas de un lado a otro mediante impulsos magnéticos de fuerza bruta, sino estimulándolas a permanecer juntas. Hay otras maneras de expresar lo que él hace —por ejemplo, «crea un entorno en el cual la fuerza centrípeta supera a la fuerza centrífuga»—, pero prefiero expresarlo a mi modo. La moraleja es que debemos ser amables con las cosas, si queremos que las cosas sean amables con nosotros. No se olvide de informar de esto a T’in Fa en Tietsin, al profesor Morris en All Soul’s y a quienquiera que ocupe la cátedra de Carnap en la UCLA.
Habla Flo. A mi madre le hubiese gustado mi jardín. Tengo cañafístulas y narcisos creciendo unos junto a otros en la lodosa arena. ¡Ellos nos agradan a nosotros, y nosotros a ellos! Probablemente transmitiré todo un manual de floricultura en una fecha futura, pero entretanto resulta vergonzoso comerse un rábano. En cambio, las zanahorias disfrutan con ello.
Observaciones de Letski. A la hora t, un número Dirac inconmensurable con GMT, puede observarse el siguiente fenómeno:
La fuente de radio Centauro A es identificada como un solo objeto colectivo posicionalmente estable, más bien que como dos nubes de gas que se entrecruzan, y se observa que se contraen radialmente hacia un centro. Los análisis y las observaciones revelan que es un Agujero Negro cuyos detalles no son aún detectables. Se infiere que todas las galaxias desarrollan tales vórtices centrales, con implicaciones de interés para los astrónomos y escatologistas. Yo, Seymour Letski, propongo echar una mirada más de cerca, pero los otros prefieren seguir con el vuelo programado. Notifíquenlo, por favor, al servicio Smithsoniano de Harvard.
«Arco estelar», un estudio preliminar para una versión en inglés de un poema de James Barstow:
Cháchara de ánades, pero cumbre de nuestra raza
Viajamos a través del espacio relativístico.
Dilatados, menospreciados, desalentados, exploramos:
Pero está vacante el Signo del Caballo y el Hombre.
Vacante el Signo del Caballo y el Hombre,
Y ahora conjeturamos la meta de nuestro viaje.
Engañados y defraudados, corremos tristemente
Detrás del hijo del soltero Sol.
La trampa es descubierta y confesada
Y nosotros somos objeto de las peores chanzas.
El Ganso que nos engendró, la Oca de cuyo huevo salimos,
Nos traicionó astuta y arteramente.
Está en deuda con nosotros. No lo olvidamos.
Con fortuna y firmeza nos cobraremos la factura.
Sólo pedimos un poco de suerte y a su debido tiempo
nos cobraremos el oro al final del arco estelar.
Ann Becklund: Creo que fue Stanley Weinbaum el que dijo que una mente de veras superior podía deducir todo el universo partiendo de tres hechos. Ski opina que es posible con un número finito, aunque considerablemente mayor que ese. Nosotros estamos muy lejos de ser mentes superiores de acuerdo con esos niveles, e incluso por nuestros niveles propios. Pero disponemos de un número de hechos muy superior a tres, e incluso a tres mil, de modo que hemos podido deducir bastante.
Esto no es tan valioso para ustedes como seguramente suponían, querido viejo bastardo Kneffie y todos ustedes, los otros bastardos, debido a que una de las cosas que hemos deducido es que no podíamos contárselo todo, porque ustedes no lo comprenderían. Podríamos ayudar a alguno de ustedes si estuviera aquí, y con el tiempo sería capaz de hacer fácilmente lo que nosotros hacemos, pero no por control remoto.
¡Pero no todo está perdido, muchachos! ¡Alégrense! No deducirán como deducimos nosotros, pero en cambio tienen mucho más en que trabajar. Inténtenlo. Agucen el ingenio. Pueden hacerlo si de veras lo desean. Olvídense de su personalidad, compongan sus mentes antes de hablar, afirmen sus relaciones antes de pedir algo.
Eve Barstow:
Cuando yo era una niña solía jugar al ajedrez, muy mal, con jugadores muy buenos, y ésta es la historia de mi vida. Soy una superperfeccionista crónica. No soporto a las personas que no son más listas y mejores que yo, pero el resultado es que siempre soy el último mono. Aquí todos son muy amables conmigo, incluso Jim, pero ellos saben lo mismo que yo cuál es la situación.
De modo que me mantengo ocupada y aplaudo lo que yo no puedo hacer. No es una mala vida.
Tengo todo lo que necesito, excepto orgullo.
Permítanme contarles lo que es un día típico aquí, entre el Sol y Centauro. Nos despertamos —si hemos estado durmiendo, cosa que algunos de nosotros todavía hacemos— y comemos —si aún seguimos comiendo, que es el caso de todos menos de Ski—. La comida es deliciosa y Florence la ha inducido a crecer guisada y sazonada cuando ello resulta deseable, de modo que no tenemos ninguna dificultad en tomar un sabroso huevo escalfado o un puñado de frituras a la francesa (en realidad, yo preferiría brioches para el desayuno, pero, por motivos sentimentales, Florence no puede arreglarlo). A veces bailamos un poco o entonamos antiguas canciones folklóricas. En tales ocasiones Ski se reúne con nosotros, pero no por mucho tiempo, ya que vuelve inmediatamente a su contemplación del Universo. El arco estelar es magnífico y apabullante. Ahora es una franja de unos cuarenta grados de una parte a otra, que nos rodea por completo de luz coloreada. Siempre se puede mirar en las otras frecuencias y ver estrellas fantasmas delante y detrás de nosotros, pero la única luz procede de aquella hermosa franja de estrellas.
A veces escribimos comedias o hacemos un poco de música. Shef ha deducido cuatro conciertos para piano de Bach perdidos, que recuerdan mucho a Corelli y a Vivaldi, y todos nosotros nos hemos adaptado a ellos para la interpretación. Ann y Shef han sintetizado orquestas enteras. La hija mayor de Flo canta una especie de canción infantil adaptada a unos corales de Buxtehude. ¡Oh! No he hablado aún de los niños... Ahora son once. Ann, Dot y yo tenemos uno por cabeza, y Florence tiene ocho (aunque me han dicho que la semana próxima voy a tener cuatrillizos). Me dejan que los cuide durante las primeras semanas, mientras son pequeños y tan encantadores.
De modo que me paso la mayor parte del tiempo cuidando a los niños y trabajando en algunas ecuaciones que Ski tiene la amabilidad de reservarme, y, debo confesarlo, sintiéndome un poco sola.
¡Me gustaría contemplar un buen show de la televisión tomando una taza de café con un amigo! De cuando en cuando me dejan cambiar el interior de nuestro hogar móvil. El otro día, en broma, lo rehice al estilo suburbano de Pittsburgh. ¿Qué opinan de unas ventanas de hojas en el espacio interestelar? Nunca las abrimos, desde luego, pero tienen un aspecto muy real con sus visillos de quimón y sus lazadas de encaje. Y hemos añadido varias habitaciones nuevas para los niños y sus mascotas (Flo cultiva para ellos unos simpáticos conejitos en el complejo hidropónico).
Bueno, lo he pasado muy bien con esta pequeña charla, pero ahora tengo que cortar. Quiero mencionar una cosa. Los otros han decidido que no desean recibir más mensajes de usted. No les gustan las maniobras que ha realizado para alienar nuestros subconscientes y todo eso... No es que hayan tenido éxito, desde luego, pero a pesar de todo resultan fastidiosas. De modo que en el futuro nuestro receptor estará cerrado. No fue idea mía, pero me alegra que se les ocurriera hacerlo. A mí me gustaría disfrutar de un rato de compañía de cuando en cuando, aunque no de la suya, desde luego.