46
Sunny abrió los ojos. Se incorporó apoyándose en los brazos y miró a su alrededor. Suspiró cuando se dio cuenta de que no había sido una pesadilla. Comprobó que Isaiah estaba bien; su amigo dormía, al igual que Steve. Pegado a la pared se acercó a la malla metálica que daba al exterior. El agua que hacía unas horas llenaba el tanque de retención, había desaparecido. Sunny pudo ver las tres bocas de desagüe completamente secas.
Steve también despertó. Nada más hacerlo notó algo raro, algo que no era malo en verdad, pero sí era muy extraño. Steve comenzó a tocar sus ropas.
Mientras, al otro lado de la estancia, Sunny también parecía sorprendido.
—Steve…, ven aquí un momento —lo llamó Sunny mirando al exterior.
Ambos habían tenido tiempo más que suficiente a lo largo de la noche para coger confianza y charlar acerca de otros temas que nada tenían que ver con lo que ambos habían vivido en las últimas horas. Terminaron hablando incluso de películas y música, donde habían dejado bien a las claras que no compartían los mismos gustos. Era complicado que un hombre que ya había cumplido cincuenta y tantos tuviera los mismos gustos que otro que no llegaba a los treinta. Uno negro y otro blanco. Pero lo importante no era sobre qué hablaban o las opiniones que vertieran al respecto, lo importante fue que, por momentos, parecían haber olvidado los motivos que los habían conducido hasta allí.
—Fíjate en esto, tío.
—¿Es nieve? —preguntó Steve.
Sunny sacó el brazo por un hueco de la reja y pasó la mano por encima de una roca. El tacto era muy suave. Con la punta de los dedos desmenuzó esa especie de copos que, desde luego, no eran de nieve.
—No, no lo es… Está caliente.
—¿Te has fijado en nuestras ropas?, se han secado —informó el guardia.
Sunny lo comprobó dejando la marca de los dedos sobre la chaqueta.
—La temperatura ha subido bastante…
—Mira eso, todo está completamente cubierto. Joder, no es nieve pero es como si hubiera caído una buena nevada.
—¿Vamos a ver? —sugirió Sunny.
Steve asintió mirando fuera.
—¿Subimos por ahí? —preguntó el muchacho señalando las escalerillas.
—No, ayúdame —replicó el guardia metiendo los dedos en la malla.
—¿Qué pasa con Isaiah?
—Déjalo ahí; será sólo un momento —respondió Steve.
Ambos tiraron de la malla hacia dentro en repetidas ocasiones. Tiraron con fuerza hasta que finalmente la verja cedió unos centímetros. Luego todo fue más sencillo. Varios tirones después habían abierto un hueco lo suficientemente grande como para que sus cuerpos pasaran a través de él.
—Joder, tío —exclamó Sunny cuando salió al exterior.
Los dos miraron al cielo. Parecía haberse desplomado. Era como si las nubes hubieran bajado hasta pararse a no más de diez metros del suelo. Estaban sobre sus cabezas como si se tratara de un techo. Todo lo que estuviera por encima de ellas no era visible.
—Qué demonios… —murmuró Steve.
—Tío, escucha.
Tanto Sunny como Steve se quedaron quietos intentando oír algo. Pero el silencio resultaba inquietante. El guardia tuvo que meterse un dedo en el oído para comprobar que estaba bien. Forzó un bostezo para intentar quitar un supuesto tapón que realmente no tenía.
—Nada, no se oye nada.
Por donde debía bajar el agua no había más que una superficie erosionada cubierta por esa sustancia blanca. La misma que había sobre los árboles, arbustos y pequeñas plantas. Absolutamente todo estaba cubierto.
—¿Qué habrá pasado? —preguntó Steve.
—No sé, tío, ha debido de ser la liberación de gases… Quizá cenizas.
—¿Cenizas?
—El informe del USGS mencionaba esa posibilidad; la actividad sísmica también podría traer consigo actividad volcánica.
—¿Actividad volcánica? —preguntó Steve.
—Tío, ¿eres de aquí y no sabes como se originó esto? —preguntó Sunny sin dejar de mirar a su alrededor con una ligera sonrisa.
Steve no supo qué decir.
—Todas estas montañas, bueno, las que en teoría deben estar ahí —dijo señalando la capa de nubes—, se originaron tras una fuerte actividad volcánica. Actividad que siempre ha estado presente, aunque de forma latente… o algo así.
Sunny miró a Steve, que lo observaba con extrañeza.
—Qué pasa, tío, no sólo era el más guapo de la clase —dijo.
Sunny se adelantó unos metros para intentar ver algo más. A unos cien metros, junto a unas rocas, vio lo que parecía ser la carretera. Tenía que serlo, reconocía esa curva perfectamente. Era la última antes de llegar al desvío hacia el Shine Memorial. De hecho, hasta le parecía ver el cartel indicativo, que, como el resto, también estaba cubierto. Todo era tan extraño, pero a la vez tan alucinante, que Sunny no parecía ni preocupado. Algo que no le sucedía a Steve, que no terminaba de encontrarse cómodo. Eso del rollo volcánico no le daba buena espina; además, de repente regresaron a su cabeza esas cosas que había visto. Tenía claro que todo debía de estar relacionado. Tanta calma, tanto silencio… todo era tan diferente que la sensación era la de estar en un lugar completamente distinto.
—Deberíamos bajar a la carretera, ¿no crees? —preguntó Sunny subido a una roca en la que había dejado sus huellas.
—Sí, creo que sí…
—Creo que, como dijiste, lo mejor será seguirla en dirección a Crystal Hood hasta encontrar a alguien. Los de rescate deben de haberse puesto en marcha —comentó Sunny mientras regresaba junto a Steve.
—No me gusta esto…
—Tío, no pasa nada. Estamos mejor que anoche.
Steve sonrió sin que nada en particular le hiciera gracia.
—¿Qué pasa? No me mires así… —protestó Sunny.
—No sé, creo que no eres consciente de lo que pasa, de lo que ha pasado.
Sunny se plantó junto a Steve y suspiró profundamente.
—Mira, tío, soy consciente de todo, pero creo que tener una actitud negativa no va a ayudarnos. ¿Acaso piensas que yo no estoy jodido? ¿Que mi amigo no lo está? —preguntó señalando en dirección al hueco en la roca—, claro que lo estoy… Hay gente en el pueblo, gente que me importa, que ni siquiera sé cómo se encuentra. ¿Qué debo hacer? ¿Preocuparme más? Tío, ya me preocuparé cuando vea lo que ha pasado, cuando tenga motivos suficientes para hacerlo.
Steve volvió la cabeza a un lado y cogió aire.
—No pienses que me he olvidado de lo de anoche, de lo que vimos. Joder, tío, no consigo hacerlo, y te aseguro que lo deseo de pelotas. Pero no voy a estar dándole más vueltas. Pasó y ya está. Ya habrá tiempo de saber qué ocurrió y por qué. Seguro que habrá una explicación.
Sunny relajó un poco el tono cuando vio que sus palabras merecían toda la atención de Steve.
—Ahora lo que me preocupa es bajar hasta ahí abajo y llegar a algún lugar donde podamos estar a salvo y donde alguien pueda explicarnos todo esto.
Steve había demostrado tenerlo todo bien planeado desde el principio. Sabía adónde debía y adónde no debía ir. Sabía que iba a necesitar unas mantas, que también echaría en falta ropa seca y algo de agua fresca y comida. Preparó la mochila a sabiendas de que la cosa podría ponerse fea.
—Está bien —asintió Steve.
Sunny le dio un pequeño empujoncito y ambos se metieron en el interior de la cámara de desagüe para recoger sus cosas y a Isaiah, que también había despertado.
—Tenemos hasta la noche… —dijo dirigiéndose a alguien que no eran ni Sunny ni Steve.