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Isaiah miraba de un lado a otro mientras tamborileaba con los dedos contra los pantalones. Las opciones eran pocas. Lo mejor que podía hacer era dejarse llevar y creer lo que oía. Pensó que no tenía nada que perder. Lo peor que podía pasar es que despertara en el Shine Memorial y le volvieran a administrar una buena dosis de calmantes que lo llevaran de vuelta a aquel lugar.
—¿Y ahora? ¿Qué debo hacer ahora?
—El camino no acaba más que empezar. Debes estar preparado y eliminar de tu cabeza cualquier duda, ya que la confianza en lo que veas y sientas… será fundamental —dijo la voz.
—Cómo sabré lo que es real o no…
—Todo es real.
Isaiah miraba al suelo pensando en cual sería su siguiente pregunta.
—¿Y cuando despierte o lo que sea que haga? ¿Qué digo? No puedo quedarme quieto con lo que he visto, tengo que evitarlo, pero no me creerán…
—No hará falta. No podrás evitar nada porque ya ha sucedido…
—¿Cómo que ya ha sucedido? —exclamó Isaiah, sorprendido.
—Querías saber qué eran esas sombras y yo te lo he mostrado…
—Van a pensar que estoy loco, no me dejarán salir de la habitación. No podrán creerme.
—No tendrán otra opción. No hará falta que crean en tus palabras, ni tan siquiera tendrás que pronunciarlas… Ellos lo verán con sus propios ojos.
—Mira, me estoy perdiendo con tanto…
—Lo que siempre ha temido tu hermano está a punto de llegar —lo interrumpió la voz.
De repente, surgida de la nada, una densa niebla comenzó a cubrirlo todo.
—Sé que no me crees, pero deberás comprobarlo tú mismo.