Capítulo 6
—Tal vez deberías dejar de ayudar.
Mientras algunas personas deben pensar que es una idea ingenua, ciegamente optimista o trivial, mi visión del mundo está determinada por la noción que supone que tienes que hacer lo correcto siempre que puedas porque si la gente así lo hiciera, el mundo sería un lugar mejor donde vivir. Y además, si haces lo justo cuando nadie más lo hace, te ganas un buen sitio en el cielo y desde allí hay muy buena vista.
Claro que, una vez estás ahí arriba, es increíblemente fácil perder el equilibrio y caerte precipitadamente de ese puesto tan bueno y ver que tu ética, dignidad y ego hacen ¡plaf! en el suelo. Pero con un poco de suerte, sobreviviré lo suficiente para oír decir a alguien que realmente te importa:
—Ya lo dijiste.
O como otros dirían: «Deja de ayudar».
No había sido mi intención sacar a David del problema involucrando a otra persona en ello, especialmente a Tricia.
Y tampoco había sido mi intención meterme en problemas con alguien durante el proceso, en concreto con Kyle.
Volvimos a la habitación de color verde oscuro, un lugar al que iba perdiendo cariño rápidamente. Me empezaba a provocar una sensación de opresión, aunque no era tan opresiva como la habitación burdel, a la que Tricia y la detective Cook se habían retirado desde que la detective había captado la ridícula idea de que yo sugería que Tricia estaba de algún modo vinculada a la muerte de Lisbet. Tenía ganas de ir y tirar la puerta abajo y, simplemente, explicarle a la detective Cook dónde la había situado en el orden de la evolución, pero Kyle no estaba a favor de ese plan. De hecho, Kyle no estaba a favor de que volviera a hablar nunca más con la detective Cook, ni siquiera sobre el tiempo.
—Está hablando con Tricia para fastidiarme —protesté.
Kyle me miró fijamente con esos ojos impresionantes de color azul, y me sentí tan escarmentada como confusa, una combinación bastante desastrosa en mi estado emocional para asimilarla fácilmente.
—Cook está hablando con ella porque presentaste una construcción bastante lógica del móvil de Tricia —explicó Kyle con una paciencia que iba disminuyendo. Él no se sentaría, y yo no podía entender si quería mantener la distancia conmigo o si simplemente se estaba moviendo para contener su genio.
—No, la estaba desviando de donde estaba David —insistí.
—¿Por qué?
—Porque él es inocente y Tricia me pidió ayuda para poder demostrarlo.
—¿Por qué?
—Porque quiere a su hermano.
—Pero está bastante más preocupada de lo que aparenta y por ello está buscando ayuda externa.
—Tiene miedo. ¿Tú no tendrías miedo?
Kyle se encogió de hombros con exasperante objetividad, volviendo la vista en mi dirección.
—No sé todo lo que Tricia sabe. Y no tengo todas las pruebas.
—Tampoco las tiene la detective Cook —dije, recordando el espectáculo que había montado Lisbet antes de su muerte. No podía dejar de pensar que el espectáculo que había dado estaba de algún modo relacionado con su fallecimiento.
Deslizó la mano por debajo de mi pelo de arriba abajo, y también me tocó las mejillas, pero sin tirarme hacia él. Sin embargo, no quería que sintiera que estaba apretando las mandíbulas, así que aguanté la respiración para concentrarme. Cuando por primera vez te ves atraída, fuertemente atraída por un hombre, piensas que quizá simplemente deberías darle un beso, y hasta llegas a obsesionarte con cómo va a ser ese primer beso. El problema es que, si el primer beso es maravilloso, continúas dándole rienda suelta a la obsesión de volver a conseguir otro beso, lo que habitualmente causa estragos en las fuerzas de concentración.
Frotó el dedo pulgar suavemente por mi pómulo. Me gustaría argumentar que es un punto de la digitopuntura y que por esta razón me sentía aturdida, pero Kyle ha tenido este efecto en mí desde el principio, pese a mis esfuerzos para evitarlo.
—No estoy en la investigación, ni tampoco tú deberías estarlo —dijo en tono bajo, pero con notable autoridad—. Sé que tienes ganas de ayudar, pero a veces la mejor manera de ayudar es mantenerse al margen.
Estaba a punto de admitir que estaba en lo cierto cuando tuve el inquietante flash de Dustin Hoffman mirando con la boca abierta a Anne Bancroft. Quité la mano que tenía en la mejilla y me eché un paso hacia atrás.
—Señorita Robinson, ¿está intentando seducirme?
Kyle emitió un sonido que era en parte risa y en parte signo de interrogación.
—Molly, procuro ofrecer algo de perspectiva. Creo que ha llegado la hora de irse a casa.
Nada hace que quiera permanecer más en un sitio que me digan que deberíamos marcharnos. Pero esto era mucho más que una contradicción. Todavía tenía la sensación de que todos estábamos pasando algo por alto y no quería irme hasta encontrarlo. O ayudar a encontrarlo. Y ahora que habría creado dudas acerca de Tricia, necesitaba aclarar este lío antes de irme a casa.
—No puedo.
Kyle hizo una señal con la cabeza y fue metiendo las manos en los bolsillos. Aparentemente esta era la respuesta que esperaba. No iba a ser de ningún modo previsible desde el inicio de esta relación sin categorizar. ¿O lo estaba siendo?
—La mayoría de la gente ve un cadáver y no esperan ni un segundo a huir en sentido opuesto. ¿Por qué te has quedado aquí?
—Sin duda, por traumas infantiles sin resolver —dije, sonando solo un poco más insolente de como me veía.
—Vayamos a trabajarlos a otra parte —dijo Kyle sonando solo un poco más atrevido de como creía que debía sentirse.
—Pensaba que habías venido hasta aquí para ayudarme.
—He venido porque me llamaste. Un buen movimiento de mi parte, ¿no crees?
—Era un buen movimiento. Lo valoro. Es solo que no valoro que se me diga que ya es la hora de irnos.
—Lo siento, pero lo es.
—Y esta es la decisión que tomas.
—Sí.
—Por ser el profesional.
Me pilló de nuevo.
—Y por ser algo personal. Alguien que...
Una décima de segundo antes de que soltara el verbo, toda la sangre que corría por mi cuerpo corrió hasta otras posiciones como anticipo de alguna monumental declaración. En lugar de eso la puerta se abrió de un golpe y la tía Cynthia arremetió contra nosotros; llevaba puesto un vestido negro y una expresión todavía más negra.
—¿Dónde está Cassady?
—No estoy segura —admití, pensando si podía parecer que nos habían interrumpido de una forma inapropiada.
La tía Cynthia no estaba en absoluto interesada. Estaba concentrada en otra cuestión.
—Necesito un abogado. El mío ya está en su cuarto cóctel y por lo tanto no es demasiado útil.
—¿Qué ha pasado? —pregunté.
—La policía está indagando en mi basura —dijo la tía Cynthia desdeñosa. No estaba segura de si el desdén se debía a la policía o la tarea que llevaban a cabo.
Kyle ya se dirigía hacia la puerta.
—Imagínate lo que deben estar buscando...
La tía Cynthia le siguió con rapidez, con los brazaletes balanceándose ruidosamente.
—Creía que nos estábamos yendo —les llamé, más enfadada porque Kyle no había acabado la frase con su repentina partida.
Me lanzó una tenebrosa mirada, pero la tía Cynthia contestó:
—No puedes irte antes del brunch, sería indecoroso. Además, necesito a tu joven —dijo mientras le cogía para que entrara en la sala; cerró la puerta tras ella.
Bueno, bien, también yo necesitaba a Kyle. Necesitaba que acabara la frase. También necesitaba mantener una charla con Tricia y Cassady. Estaba determinada a continuar ahí hasta que resolviera esto por mí misma, si no lo hacía la policía. O por Eileen, en quien, gracias a Dios, no había pensado durante bastante rato.
Cuando salí de la casa me encontré con Richard y Rebecca en el patio trasero, y no es que me estuvieran esperando, sino que más bien merodeaban para ver en qué dirección iba. Richard estaba bebiendo un Bellini, pero Rebecca mecía una taza de café.
—Ha vuelto la policía —dijo Richard, que ignoraba que yo ya lo sabía.
—Lo he oído.
—¿Qué más has oído?
Moví la cabeza, y me sentí extraña y a la defensiva.
—No sé más de lo que sabe la gente.
Rebecca se acercó la taza de café al pecho como si le fuera a templar el cuerpo.
—Entonces, ¿por qué le dijiste a la detective que le hiciera preguntas a Tricia?
—No le dije eso. Le dije una cosa que la detective malinterpretó. Fue idea suya hablar con Tricia.
Los ojos de Rebecca se empañaron.
—¿Y no pudiste detenerla?
No sabía qué me inquietaba más, si el enfado de Richard o la pena de Rebecca.
—No tengo ninguna influencia sobre ella.
—Pero te trajiste a un poli desde Manhattan —dijo Richard.
Moví la cabeza con énfasis.
—Él está aquí... por motivos personales. Y yo no tengo influencia alguna sobre él.
No parecía que a Richard le sentaran bien mis respuestas, pero las aceptó, tan solo por un instante. Rebecca se secó los ojos delicadamente con la servilleta del cóctel, de una manera experta para que no se le corriera ni un poco el maquillaje. Rodeó a Richard con el brazo y los dos empezaron a caminar en otro sentido.
—Odio esto —dijo como despedida.
Asentí con la cabeza y continué con mi búsqueda.
Cassady y Tricia se habían retirado al jardín. Me habría imaginado a Tricia aturdida por su encontronazo con la detective Cook, pero estaba enfurecida. Con la detective Cook, no conmigo, menos mal.
—Esa mujer no tiene modales —dijo Tricia cuando me apresuré hasta llegar a ellas.
—Fue a la academia de policía sin acabar la escuela —señaló Cassady.
—Debes estar alucinando. No te ha interrogado —dijo Tricia bruscamente.
—Todavía no, pero dale una nueva oportunidad a Molly y estaré en el sillón de la tortura antes de que te des cuenta —dijo Cassady, guiñando un ojo.
—Nunca he pretendido decir algo despectivo sobre vosotras, Tricia —le aseguré—. Y no lo he dicho. Es que me puso contra la espada y la pared, y entonces se abalanzó sobre mí y no sabía qué estaba pasando.
—-He visto esta película en el cine tres veces —dijo Cassady. Estaba haciendo una tarea admirable, suficiente para elevar el ánimo de cualquier persona.
—¿Y dónde está ahora la detective Cook? —pregunté.
—Vino su compañero y se la llevó para mirar algo. De ahí es de donde viene la orden de registro.
Mientras intentaba averiguar qué objeto en particular podrían estar buscando, Tricia continuó.
—Pero no antes de darme el anillo de Lisbet.
—¿Cómo sabía que lo tenías? —preguntó Cassady.
—Le dije que Lisbet no lo llevaba puesto —confesé.
—No creo que ninguna de las dos deba hablar con la policía sin mi presencia de aquí en adelante. Y —Cassady continuó con los párpados inclinados— tendremos que poner a Kyle en esta lista si no te andas con cuidado.
Tricia frunció el ceño.
—Es horroroso que alguien te acuse de hacer algo terrible.
Moví la cabeza con simpatía.
—Recuerdo cómo me sentía cuando Kyle sospechaba de mí.
—Dos veces —dijo Cassady— y, repíteme, ¿cómo es que estáis juntos?
—He visto relaciones que empezaban con mal pie —protesté.
—Nombra una —me retó Cassady.
Tuve que escrutar mi memoria durante un segundo, pero Tricia obtuvo una respuesta con más inmediatez que yo.
—Tú y Kevin McNamara —dijo Tricia mostrándole la punta de la copa a Cassady.
Cassady torció el labio inferior en una extravagante mezcla de repugnancia y mal genio.
—Eso fue diferente.
—Porque tenías a alguien más que arrestó a su novia en lugar de hacerlo tú misma.
—Según el archivo, ella era culpable.
—De evasión de impuestos.
—No está mal para ser Capone. —Cassady observó tomándose su tiempo.
—Bien, sobrepasaba los límites, pero ¿quien de nosotras no ha ido alguna vez algo más allá para limpiarle el rastro a un hombre?
Pues está claro. Hasta el momento este comentario era el que tenía más sentido.
—¿Incluido un asesinato? —pregunté.
Era como si ahora Cassady estuviera escrutando los bancos de su memoria, pero Tricia se centró en lo que realmente quería decir.
—¿Crees que quizá quien mató a Lisbet era alguien que quería a David?
—O quiere que David vuelva a ella.
A medida que la posibilidad cogía forma en mi mente, me di cuenta de que era muy probable que una ex pudiera perder el control y verse impulsado por la ira y el odio acumulados.
—¿Cuántas ex novias de David están aquí este fin de semana?
Los hombros de Tricia cayeron en picado.
—Estimado señor. Míralo de la siguiente forma. Creo que las únicas personas a las que realmente podemos excluir de la lista son mi madre y mis tías y nosotras tres —dudó—. ¿Puedo excluir a las tres?
—Por supuesto —dije haciendo instintivamente un saludo de chica scout.
Cassady, nunca hubiera hecho tal saludo, de ninguna manera. Tanto Tricia como yo la miramos, los ojos de Tricia se agrandaron sin dar crédito a lo que veía y los míos se encogieron como señal de anticipación. Cassady nos despreció.
—Hablemos en plata, ¿no? Estar atiborradas de alcohol la noche de fin de año y toquetearnos durante una hora más o menos en un rincón oscuro difícilmente me situaría en la lista de sospechosos.
Tricia tragó con ímpetu.
—¿Tú y David?
—Dediquémosle nuestra atención a la fascinante hipótesis de Molly y olvidémonos de todo esto, ¿no os parece?
—¿Tú y mí hermano David? —repitió Tricia.
—Fue algo tan pasajero... Y esta es la razón por la que yo nunca digo nada. Pero has hecho una pregunta directa y yo soy incapaz de mentirte, y ahora ya seguimos hacia delante.
Tricia no estaba avanzando. De hecho no se movía un ápice. Estaba quieta y miraba a Cassady con una mezcla de sobrecogimiento, desagrado y completa perplejidad.
—Tal vez debas sentarte —le sugerí intentando guiarla hacia la carpa.
—¿A qué hora dijo la tía Cynthia que se serviría el brunch?
—Podríamos preguntárselo —dijo Cassady apuntando hacia donde estaban la tía Cynthia y Kyle, quienes regresaban de revolver la basura. Kyle estaba inexpresivo, como solía estarlo por defecto, pero la tía Cynthia parecía alterada, algo que no sabía que fuera posible.
—Están buscando botellas de champán —anunció la tía Cynthia.
—Esto no se debe difundir, señora Malinkov —advirtió Kyle.
—Podrías reconstruir el cobertizo con las botellas de champán que hemos vaciado en las últimas veinticuatro horas. No sé qué esperan encontrar.
—Huellas dactilares, cabello, sangre —dije, percatándome al acabar de hablar de que estaba respondiendo antes que Kyle. Pero ¿por qué otra razón podría estar la policía revolviendo toda la basura y buscando botellas de champán?
—La policía debe pensar que Lisbet fue golpeada con una botella de champán.
El silencio mostró su parte más fea y entonces Kyle dijo:
—Tiene toda la pinta de que sea eso.
Tricia sollozó de repente. Pese a que se tapó la boca con las manos ahuecadas para que no se la oyera, emitió un sonido agudo y alarmante. La tía Cynthia y Cassady le cogieron cada una de un brazo y empezaron a caminar con ella hacia la carpa.
Y me dejaron con Kyle otra vez.
—Perdona por haber saltado de esa manera —dijo él.
—Solo creía que podría ayudar a la señora Malinkov a entender lo que estaba pasando.
—Gracias.
—¿Estás lista para marcharnos?
Había pasado menos tiempo que la última vez que lo había preguntado. Buena señal, aunque triste, ya que la policía creía que habían identificado el arma homicida. Pero había visto un montón de botellas de champán en muchas manos la noche anterior, y sabía que se enfrentaban a algo complicado. Una aguja en un pajar. Y luego estaba el ADN, que probablemente no ayudara nada en esta investigación.
—Me gustaría quedarme para el brunch y así ser amable —sugerí. Además tendría el suficiente tiempo para presentar una razón convincente, de más peso.
De ahí surgió la pregunta de por qué no me encontraba a gusto diciendo simplemente:
—Vuelve tú, yo me quedo.
Abundan los misterios.
Kyle miró el reloj y luego me ofreció el brazo para que me aferrara.
—Pues entonces vayamos a comer.
Cuando nos unimos al movimiento de los invitados que se acercaban a la carpa, intenté pensar en qué sería lo apropiado decirle a Kyle para que acabara la frase que había empezado. Casi lo había conseguido cuando me sonó el móvil. Kyle paró de caminar y soltó mi brazo, simplemente asumiendo que estaba a punto de contestar. Es todo un caballero, un hecho bastante asombroso, dado que trata con tantas personas al día.
Comprobé el número y casi no contesto. Eran de la revista; se me ocurrió que si Eileen realmente quería una historia tendría que quedarme y Kyle debería entender que se trataba de trabajo, con lo caballero que es él. Así que respondí.
—¿Qué llevabas puesto?
No era Eileen, era lo que faltaba por llegar. Caitlin, nuestra editora de moda. Está acostumbrada a sintetizar y desestimar tendencias de modas y su valoración de las personas se basa en eso.
Sabía que sería más eficiente evitar defender mi modelito y preguntarle por qué me llamaba.
—¿Cuándo?
—Anoche. Seguro que llevabas una falda que acababa a la altura de las rodillas, Molly. Ya sabes que tienes unas pantorrillas bonitas pero unas rodillas huesudas. Ya hemos tenido esta discusión antes.
—¿Caitlin? ¿Cómo sabes lo que llevaba puesto ayer?
—He visto el vídeo. Por cierto, siento mucho la pérdida de la cuñada de Tricia. Lo importante es que tienes una función prominente como esta, de alguna manera representas a la revista y todavía más, eres mi vivo reflejo, y si no tienes una buena apariencia...
Olvidemos la lógica retorcida que añadía respecto a ella.
—Volvamos al tema. ¿Qué vídeo?
—Algún altanero autor cinematográfico grabó algunas escenas de anoche y las ha colgado en la red. Dice que es una exhibición artística y un tributo a la muerte de la chica. Un amigo lo oyó de boca de un amigo y me ha llamado. Parece que las cosas están enloqueciendo. Pero volvamos al tema de la vestimenta.
—No volverá a pasar —me disculpé rápidamente a la espera de que se olvidara de este asunto y nos centráramos en la conversación más interesante—. Explícame más sobre esta película.
Anoche solamente vi una cámara, pero quería asegurarme.
Kyle percibió algo en mi tono de voz y se giró para mirarme. Sabía que sería mejor no darle la mano, así que levanté un dedo, el dedo de la corrección, y le pedí que esperara con la intención de no parecer demasiado imperiosa. No pareció sentirse ofendido, solo me clavó una de esas miradas penetrantes y esperó a ver qué decía a continuación.
—La iluminación es absorbente y está lo suficientemente editado, pero tiene buena apariencia. Al menos la gente la recordará con un aspecto brillante.
—¿Cuál es la página web?
—Cariño, mejor que no lo mires todavía. Date tiempo y cámbiate de ropa.
—Caitlin, si prometo ocultar mis rodillas, ¿me dirás qué página web es?
—Hecho. Es algo así como jakesjazz.com.
Bingo. Jake se ve en una tragedia y lo convierte en una «exhibición artística» de provecho. Por poco que supiera de él, ya encajaba.
—Gracias por la información, Caitlin —dije.
—Solo tengo en cuenta la reputación de la revista. ¿Estás todavía en los Hamptons?
—Sí.
—¿Y qué llevas puesto ahora?
—Nada.
Colgué y me volví a meter el móvil en el bolsillo. Kyle me miró expectante.
—Tan solo era una amiga de la revista.
—¿Qué página web? —Kyle empezaba a mirar enfocando los ojos, lo que aumenta la intensidad de su mirada hasta un nivel prácticamente incandescente.
—Alguna cosa de moda para tontorrones, no es nada. ¿Quieres que nos sentemos? Tengo que ir un segundo al baño.
—Creo que debo pegarme a ti —dijo Kyle firmemente.
—Pervertido.
—Si ibas a ir al baño, pero no vas...
—Di que no. Cualquier cosa que veo, debes estar obligado a compartirlo con tu nueva amiga la detective Cook antes de que yo tenga la oportunidad de situarlo en su contexto.
—Porque es mi trabajo y no el tuyo.
—Razón por la cual me voy al baño. Así de simple.
Kyle se meció sigilosamente sobre sus zapatos.
—No hay nada en tu vida que sea así de simple, Molly.
—Hace que la vida sea interesante.
Me apresuré en volver a la casa y resistí con todas mis fuerzas el impulso de girarme para ver si estaba siguiéndome.
Fui al baño. Al menos entré y me di un segundo para emitir un grito apropiadamente ahogado. Conozco a gente que pagaría con mucho gusto una fortuna para alquilar este espacio y aun así no esperaría tener todo el mármol o hacerle un tratamiento a la ventana de seda cruda. Por otro lado, quería ser capaz de mirar a Kyle a los ojos y decirle que mantendría mi promesa.
Miré si iba bien peinada y maquillada e inspeccioné rápidamente mis rodillas. No son huesudas, simplemente es que no son redondas. Muchas gracias, Caitlin. Fui de nuevo al vestíbulo principal e intenté recordar qué puerta exactamente me conduciría a la habitación burdel.
La encontré al tercer intento. Afortunadamente la hallé vacía, y el ordenador portátil estaba allí. Todavía mejor, la tía Cynthia tenía banda ancha, así que me conecté en dos segundos.
La memoria de Caitlin era mejor que el crédito que ella se daba. En la página www.jakesjazz.com encontré la web de Jake debidamente engrandecida, completada con un bombazo de noticia en la página principal que proclamaba la gran pena por la muerte de Lisbet, pero ofreciendo, por supuesto, las últimas imágenes de las secuencias de Lisbet. También había otro tipo de materiales repulsivos sobre lo mucho que la amaba ahora que ya no podía amarla nunca más en persona. Respiré hondo y pinché en el enlace de «secuencias de conmemoración a Lisbet».
Una de las primeras secuencias consistía en una vuelta por la sala grande, en la que estábamos incluidas Tricia, Cassady y yo. Mis rodillas tenían una buena apariencia. Pero la película seguía y salía gente bailando, bebiendo y finalmente se veían unos chicos aguantando a Lisbet bocabajo. Sí, así es como le gustaba que fuera recordada.
Me sentía bastante mal y estaba a punto de apagar el monitor, cuando vi que la secuencia continuaba. Había un corte en el que volvía a coger en la pantalla a David llevando a Lisbet fuera de la sala. La cámara les seguía hasta el vestíbulo, donde Lisbet casi salta de los brazos de David. Gesticulaba exageradamente y aparentaba que le gritaba a él. Hubo un rápido destello de alguien que entraba en el vestíbulo y entonces la secuencia se acabó. No era capaz de distinguir quién era la otra persona, pero Jake seguro que se acordaba. Juraría que él también recordaría lo que había grabado aunque no apareciera en la página web.
Debía ir con cuidado en mi siguiente movimiento, porque tenía que hacer que Tricia y Cassady entraran en la espiral. Marqué el número de móvil de Cassady. Contestó al segundo toque, lo que no era buena señal para tratarse de una conversación durante el brunch, y le dije que ella y Tricia debían ir al baño, y luego continuar hasta el vestíbulo y la habitación burdel. Hizo un comentario burlón sobre los hombres que no querían que se les respondiera con un no para decirme entre líneas que Kyle estaba en la mesa con ella, y colgó.
Miré las secuencias de nuevo mientras esperaba en busca de pistas. Aparte del hecho de que todo el mundo parecía que tuviera una botella entre sus manos, no estaba capacitada para deducir demasiado de unas imágenes movedizas o identificar quién estaba en el vestíbulo.
Cassady dio golpecitos en la puerta con los nudillos, la forma de golpear que siempre empleaba. Les dije que pasaran rápidamente.
—Seguramente os estáis preguntando por qué os he hecho venir —empecé diciendo con la intención de aligerar el asunto, porque sabía que lo que venía después sería duro para Tricia. Les expliqué la cuestión de la llamada de Caitlin. Cassady estaba intrigada pero Tricia parecía dolida, ya fuera por la última aparición de Lisbet o por el enojo incriminatorio de David cada vez más evidente.
—Entonces ¿qué hacemos ahora? —preguntó Tricia con rapidez.
—Nos dividiremos y ganaremos. Vosotras os quedáis aquí y yo iré a hablar con Jake.
—A Kyle no va a gustarle demasiado —protestó Tricia.
—¿Es que acaso has pensado en decírselo?
Es muy importante que, cuando se presenta la oportunidad, puedas darle crédito a la idea formulada por un hombre, aun cuando la razón por la que finalmente luchas diverge de alguna manera de la suya. Por esta razón volví a la carpa sigilosamente avanzándome a mis amigas, me senté al lado de Kyle, quien me interesaba sobre todo por su corazón, y le dije:
—Tienes toda la razón. Creo que debemos volver a la ciudad lo más pronto posible.
No me anoté ningún tanto porque Kyle es desconfiado por naturaleza, pero creo que marqué. Y los tantos en una relación son como portazos en los morros de sus antiguas novias. Tienes que marcar siempre que puedas.